Zacarías 10:1 Reina-Valera
1960 (RVR1960)
“Pedid a Jehova lluvia en la
estación Tardía. Relámpagos Jehova HARÁ, y os DARÁ lluvia Abundante, verde y
hierba en el campo a CADA UNO.”
Señor, ¡Qué llueva en primavera!
La lluvia temprana es la lluvia de la
siembra, del tiempo del trabajo rudo por romper la dureza de la tierra y
esparcir la semilla, confiando en que lloverá sobre nuestro esfuerzo como
coronario de tu bendición sobre el fruto de nuestras manos.
El peligro de este tiempo temprano es el
no ver los frutos. Trabajar sobre un suelo tosco intentando penetrar en su
superficie para llegar a sus profundidades y depositar el precioso don
concedido. Sus colores y olores no son favorables a nuestros sentidos. El
amarillento absorbe lo verde y no hay olores a flores ni la fragancia de los cítricos
endulza los aires.
La lluvia temprana da esperanza;
alimenta la fe. Nos ayuda a creer aun no viendo. Es el tiempo del ministerio de
las lágrimas, donde va andando y sembrando el que lleva la semilla…
La lluvia tardía es la lluvia de
primavera, se presenta justamente antes de la cosecha. Son las refrescantes
lluvias que renuevan la fertilidad de la agotada tierra. Es la lluvia de la
madurez que perfecciona el resultado final para la cosecha.
Lluvia que da color, y sabor, que
renueva los olores de la vida.
Es el toque perfecto de Dios que da gracia y
bendición segura, pero pedida. Porque aunque sea obvia tu bendición; aunque la
lógica de tu verdad y fidelidad lo anuncien de manera tal que sea imposible dudar;
aunque tenga por cierto que siempre me ayudarás, aun así, pediré a ti:
¡Señor,
que llueva en primavera!
Que llueva sobre mi esfuerzo. Sobre mi trabajo y de su toque final a mi labor.
Que la lluvia tardía descienda sobre mi ministerio; sobre mi búsqueda personal de ti.
Que la lluvia de primavera baje copiosa sobre mis sueños y mis anhelos, y lo fecunden de la vida de tu Espíritu.
Te pido, Señor: Envía la lluvia en mi estación tardía, haz relámpagos y dame lluvia abundante, verde y hierba sobre mi campo sediento de ti.