DISEÑO PROFETICO



TODAS ESTAS COSAS, DIJO DAVID, ME FUERON TRAZADAS POR LA MANO DE JEHOVÁ, QUE ME HIZO ENTENDER TODAS LAS OBRAS DEL DISEÑO.

La victoria, el triunfo, la corona, el acabar la carrera y mirar el podio de los vencedores ocupando mi lugar tiene un sólo objetivo que lo consigue: el vivir acorde a tus pensamientos.
¡Jesús! Me desespera el paso del tiempo. Me exaspera que mi existencia en esta tierra se acabe y se malgaste en tantas cosas que, quizás, ni la pensaste para mí. Necesito que me hables cada día, hora, minuto, segundos; porque mí tiempo se escapa entre los dedos de la mortalidad y quiero cumplir tu deseo conmigo.
¿Cuál es el valor de mi fidelidad congregacional sino cumplo el porqué de mis dones y talentos, sino exploto al máximo mi historia personal sometiéndola a tu servicio y de los demás?
Un día te veré a los ojos y seré semejante a ti. Pero ese día quiero verme reflejado en los tuyos y notar en ellos el dulce brillo de la satisfacción. ¡Dame, te pido, el don de hacer tu voluntad cumpliendo el diseño profético que tuviste conmigo desde antes de los tiempos!



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Hoy es un día que el Señor quiere confrontarnos y nos pregunta ¿Sabes cuál es tu diseño profético dentro de tu vida, familia, Iglesia, Ministerio, comunidad, etc.?
Todo lo he establecido con mi boca y con mis manos lo he declarado para que seas un vencedor, un conquistador; te he formado en mis manos para que seas una vasija para Honra, y no para Deshonra.
Una vasija llena de amor porque Yo soy Amor; llena de mi palabra y obediente a mí diseño.
Descubrir; Revelar, Sorprender, Manifestar.
Solamente en la presencia de Dios conoceremos nuestro diseño.
Dimensiones de alto nivel nos estarán llevando a lo sobrenatural de Dios, al mover profético donde se cumplirá.
Dios ha querido manifestar su propósito, su diseño original para su pueblo, el deseo de su corazón es que tú y yo seamos su Gloria.
Necesitamos redescubrir para qué propósito fuimos diseñados, la Iglesia necesita conocer su destino. La Iglesia es la expresión de Dios a través de su cuerpo manifestado.
La Iglesia Apostólica tiene una fuerte dimensión para fluir a través del cuerpo de Cristo; trae una unción de poder sobrenatural.
Es un ingrediente para el éxito, no todos serán apóstoles ni todos profetas, pero tenemos visión apostólica y profética: visión de Reino.
Tiene Gracia Apostólica; Jesús dividió su manto en cinco unciones, cinco mantos, cinco ministerios.
El diseño viene del cielo ningún hombre puede darte el diseño.
¿Has descubierto el Plano para tu familia, para tu ministerio, para la Iglesia que Dios te permitió plantar en el lugar estratégico dónde estás, o Satanás quiere hacer de ti un cementerio pastoral?
Es tiempo de Guerra; es tiempo de Tomar las armas espirituales para la destrucción de fortalezas, tiempo de cambiar el patrón mental y de comportamiento:
¡Levántate!”.
Profeta Francis de Villegas






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Contenido
PRIMERA PARTE: 
HERENCIA
HERENCIA SOCIAL Y ECONOMICA
HERENCIA GENÉTICA 
EL CORAZÓN Y SU DENOTACIÓN BÍBLICA 
EL ASIENTO DE LA VIDA FÍSICA 
NATURALEZA MORAL Y VIDA ESPIRITUAL 

SEGUNDA PARTE:
PERSONALIDAD Y DONES DEL PADRE
NUEVE TIPOS DE PERSONALIDADES Y LOS DONES ESPIRITUALES.
DON DE DIOS.
CHARISMATA DEL PADRE Y DEL HIJO Y DEL ESPÍRITU SANTO.

CHARISMA DEL PADRE Y PERSONALIDAD:
TIPO 1. EL REFORMADOR 
TIPO 2. EL AYUDADOR 
TIPO 3. EL TRIUNFADOR. 
TIPO 4. EL INDIVIDUALISTA. 
TIPO 5. EL INVESTIGADOR. 
TIPO 6. EL LEAL. 
TIPO 7. EL ENTUSIASTA. 
TIPO 8. EL DESAFIADOR. 
TIPO 9. EL PACIFICADOR. 

TERCERA PARTE:
CHARISMATA DEL PADRE E INTELIGENCIAS MÚLTIPLES
INTELIGENCIA LINGÜÍSTICA 
INTELIGENCIA LÓGICO-MATEMÁTICA 
INTELIGENCIA ESPACIAL 
INTELIGENCIA CORPORAL-CINESTÉSICA 
INTELIGENCIA MUSICAL 
INTELIGENCIA INTRAPERSONAL 
INTELIGENCIA INTERPERSONAL 


CONCLUSIÓN:
AMBIENTE Y TALENTO


BIBLIOGRAFÍA 

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PRIMERA PARTE:
HERENCIA

INTRODUCCIÓN:
Dios tuvo un Diseño Profético original y fue que el ser humano viva en comunión con su Creador en eterna paz y santidad. Con este fin lo hizo a su Imagen y Semejanza. Lo formó con sus manos y sopló aliento de vida en él. Lo creó, es decir, lo idealizó conforme a su Visión Profética.
La desobediencia de esta primera pareja seccionó este plan, determinando la suspensión momentánea de esta idea eterna en la mente de Dios. Pero la voz de los profetas seguían proclamando el pensamiento del Señor: “Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis” . El Espíritu Santo producía fruto de labios: “Paz, paz al que está lejos y al cercano, dijo Jehová; y lo sanaré”.
Esa paz llegó.
“Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo; por quien también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios.”
Esta fe centrada en la persona y obra de Jesús, el Hijo Unigénito de Dios y la Segunda Persona de la Trinidad Divina, en su muerte por nosotros como paga por el Pecado derramando su sangre que nos liberta de éste y la condenación eterna, nos encontramos encauzados en el Diseño Profético original de Dios.
Sin embargo, las consecuencias del pecado nos afectaron desde antes de tener conocimiento de esto. El lugar donde nacimos, nuestra situación socioeconómica, nuestra familia, nuestra herencia genética, la formación de nuestras actitudes, percepciones, valores y pensamientos, influenció negativa y positivamente en nosotros.
A partir de Jesucristo, Dios quiere mostrarte un Diseño Profético personal contigo. Lo llamare “nuevo”, pero esto no significa que lo sea tanto. Nuevo significa que al aceptar a Jesús en tu corazón todo se hace nuevo, graficado en tu nuevo nacimiento de Dios. Quiero expresar que no hay diferencia entre el original y éste, ambos tienen el fin primero de Dios al crearnos y darnos vida. Es necesario observarlo como un Diseño personal que abarca tu vida, familia, ministerio.
El paso inicial en este transitar por el nuevo diseño de Dios, es que estés en paz. Jesús dijo: “La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo” .
Necesitas estar en paz con tu historia de vida. Tu lugar de nacimiento. La vida que te tocó vivir. Con la riqueza y la pobreza. Con tu familia y cada persona con la cuales te cruzaste en el camino de tu existencia.
Necesitas estar en paz contigo mismo.
La aceptación de uno mismo es darse cuenta de quién uno es. Proceso lento y dificultoso, en la medida que los conflictos no resueltos, miedos, culpas, baja autoestima, ego distorsionado, convertidos en deterioros del carácter y en adicciones diversas, nublan nuestra mirada interna.
La aceptación de uno mismo, puede ser concebida como el envión para cambiar nuestro contexto interno y externo. Esto no significa que es una aceptación estática, todo lo contrario, la resistencia al cambio se transforma en una barrera para nuestro desarrollo personal en la búsqueda del diseño de Dios.
“Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo” , dijo Jesús.
Es necesario mirarnos. Observar con sinceridad e ir respondiendo los cuestionarios como un auto-examinarnos, siempre en la presencia de Dios. Si necesitas ayuda busca el consejo pastoral, pero no te olvides, sólo en la intimidad con Dios el Espíritu Santo te revelará tu Diseño Profético.
Además, mientras examinamos este escrito, veremos los diferentes tipos de personalidades y las inteligencias múltiples que, sea genéticamente o por la práctica, definen capacidades y talentos desarrollados y potenciales en nosotros. Estos son charismata (dones) dados por el padre a todos los seres humanos. A la vez, hay otros dado por el Espíritu Santo exclusivamente a los hijos de Dios; y cinco charismata otorgados por Jesús.
Dios nos revelará nuestros dones personales a fin de ponerlos al servicio del Señor y, de esa manera, cumplir con su plan sobre nuestra vida para llegar a ser su Gloria.
Hay un potencial tremendo en ti. Todo lo sufrido. Todas las circunstancias vividas dieron forma a tu carácter, tu personalidad y la forma de pensar y de verte a ti mismo y a los demás. Dios puede y quiere transformar todo para bien.
Tu congregación está esperando que los talentos y capacidades depositadas en ti se usen para edificación. Dios es el más ansioso en usarte. Porque las almas se pierden. Porque muchos sufren. Porque el tiempo pasa y esta es tu vida. Vendrán otras personas y otras generaciones, pero esta es la tuya y este es tu tiempo.
Tus discípulos están esperando que encuentres tu Diseño profético, el de tu congregación y ministerio. Sólo así, ellos podrán desarrollar en la iglesia de Cristo sus propios diseños, ajustándose todo a la Perfecta, Buena y Santa Voluntad de Dios. Edificados como Edificio del Señor por el Espíritu Santo.
Que Dios abra tus ojos y te permita ver lo que se esconde más allá del horizonte que pone límites al mirar humano. Que mires lo eterno y el plan imperecedero con el cual el Señor delineó tu diseño profético, el de tu familia, congregación, ciudad y ministerio.




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HERENCIA SOCIAL Y ECONÓMICA


TODO ESTÁ AHÍ, ESPERÁNDONOS

El dulce evento del nacimiento tiene en sí mismo implícito todo un misterio genético, emocional, espiritual y de historia de vida, pasada y futura, para el recién nacido. Podemos creer que todo comienza en este acto de nacer pero, similarmente, observamos que esa existencia ya tiene su bagaje de historia que afectará y ejercerá sobre el bebé una influencia, desde su niñez y en toda su existencia.

Nacer no es un momento de decisión del recién nacido. Según las creencias propias de cada uno, el nacimiento puede ser una decisión de Dios, (u otro pretendido ser superior), de nuestros padres, un accidente, una determinada situación o de un plan específico. La realidad es que simplemente nacemos sin tomar conciencia directa desde nuestro intelecto o percepciones. Sólo nacemos, con todo un bagaje cultural, psicológico y hasta económico, sobre el cual no decidimos ni trabajamos en su construcción, sencillamente lo heredamos.
A veces ni siquiera el equipo de fútbol u otro deporte es decisión nuestra. Sin preguntarnos, y a veces sin saber hablar siquiera, nos vistieron con los colores de la preferencia de nuestros progenitores de la misma manera que nos guiaron en una tradición religiosa y cultural, con una lengua materna y una historia que es nuestra sin ser estas decisiones personales, sino heredadas y que hacen a nuestra posterior identidad.
Aprendemos o simplemente vamos adquiriendo un sentido de valoración de estas herencias. En el Sistema educativo ingresamos apenas podemos percibir y formar frases coherentes. En este proceso pedagógico se van moldeando nuestra aceptación a todas estas herencias, produciendo un sentimiento de pertenencia histórica y territorial.
Poco a poco aceptamos lo que consideramos nuestro: sea nuestro barrio o el country, nuestro colegio estatal o privado. Todo está condicionado y nos lleva a la conformidad de esta realidad sin que seamos capaces de interpretar esta acción, incluso las posibilidades que tendremos de estudiar o no. Casi, diría, está prefijado por haber nacido en determinado contexto socioeconómico, cultural e histórico. La ropa que vestimos, los lugares que podemos ver y los que nunca veremos, nuestro vocabulario y el contexto familiar nos será favorable o no.
Todo está ahí, esperándonos, y lo percibimos de a poco, como asimilándolo suavemente desde el momento en que abrimos nuestros sentidos a la vida.
“Un niño que nace en una familia rica va a tener muchas más posibilidades que los que nacen en familias pobres de tener mejor salud, de obtener un título universitario, de triunfar profesionalmente o, sencillamente llegar a viejos. Ni los ricos ni los pobres son directamente responsables del sistema de estratificación social, pero el sistema acaba teniendo un impacto diferente en unos y otros” .

TITANIC

El 10 de abril de 1912, el trasatlántico Titanic abandonó el puerto de Southampton con destino a Nueva York. Esta sería su primera y última travesía. 


Símbolo orgulloso de la nueva era industrial, el barco transportaba 2.300 pasajeros, algunos de los cuales disfrutaban de un lujo que la mayor parte de nosotros no podemos siquiera imaginar. Por el contrario, centenares de pobres inmigrantes se apelotonaban en las cubiertas con la esperanza de empezar una nueva vida en Estados Unidos de América.
A los dos días de comenzar la travesía la tripulación recibió un mensaje por radio en el que se le advertía de la proximidad de iceberg, pero el mensaje fue desatendido. Era cerca de medianoche y el buque surcaba tranquilamente las aguas del Océano cuando uno de los vigías vio aterrorizado que de la oscuridad del mar, y justo enfrente, emergía una enorme mole. Instantes después el Titanic chocó contra un iceberg casi tan alto como el mismo barco. Con la misma facilidad con la que abrimos una lata de conservas, el bloque de hielo abrió en pocos minutos un enorme boquete a estribor del barco.
El agua comenzó a entrar en los pisos inferiores y en veinticinco minutos los pasajeros ya estaban amontonados en cubierta tratando de hacerse un hueco en los botes salvavidas. A las dos de la madrugada la parte delantera del Titanic se encontraba ya sumergido y la hélice se levantaba por encima de las aguas. Cientos de pasajeros pasaron sus últimos minutos a cubierta, antes de que el buque se hundiera definitivamente en las frías aguas del Atlántico Norte (Lord 1976).
La trágica muerte de 1.600 pasajeros fue una noticia que conmovió al mundo. Pero si analizamos la catástrofe desde una perspectiva sociológica, podemos ver que las posibilidades de supervivencia no fueron las mismas para todos los pasajeros. Como correspondía a la caballerosidad de la época, las mujeres y los niños fueron los primeros en introducirse en los botes, de modo que el 80% de los que perecieron fueron hombres.
La clase social tuvo también un impacto importante. Más del 60% de los pasajeros de primera clase consiguieron salvarse, entre otras razones, porque se encontraban en las cubiertas superiores donde se dio primero la voz de alarma y donde los botes salvavidas estaban más próximos. Por el contrario, solo el 36% de los pasajeros de segunda clase, y el 24% de la tercera sobrevivieron al desastre. En el Titanic la clase determinó algo más que la comodidad de la que se disfrutaba a bordo, determinó la posibilidad de vivir o morir.
Nuestras naciones no son el Titanic, pero se parecen. Nos ubicaron en un lugar y nos marcaron otros a los cuales quizás nunca lleguemos. Algunos nacen casi predestinados a ser parte de la elite central del poder. Otros pertenecen a las periferias cercanas o lejanas de éste centro de atracción que atrae a unos pocos y centrifuga a la gran mayoría.
Nunca vimos colisionar a nuestra sociedad contra un iceberg, pero éstos emergen todos los días y nos despedazamos a cada instante. Los de primera clase son el porcentaje de la mayoría de los salvados. Los de segunda tratan de sobrevivir, y en la tercera clase se muere física y emocionalmente todos los días en las calles de nuestras ciudades u olvidados en los pueblos. Hoy, en estas clases de desastres cotidianos no existen caballerosidad de época, mueren niños desnutridos y jóvenes demolidos por las drogas y la pobreza estructural. No se respeta sexo ni edades.
Al referirme a la estratificación social, (que implica una clasificación o jerarquización de los individuos según la categoría a la que pertenece o se les asigna y que determina, casi sin posibilidades de revancha, un camino marcado para millones de personas), deseo hacerlo no desde esta realidad sociológica que no permite pensar en algo diferente a lo que marcó nuestro nacimiento, me refiero desde una óptica que me permite buscar y hacer mi propia historia no desde la voluntad humana, sino de la de Dios.
Buscar y encontrar al idealizador de los interrogantes sin respuestas: ¿Por qué mi lugar de nacimiento? ¿Por qué esta nación y esta generación? ¿Por qué mi padre, mi madre, mis hermanos y mi familia extendida? Si encuentro al idealizador, a quien pensó en mí desde antes de nacer, al que esbozo mi vida, entonces encontraré mi diseño profético.
Porque alguien decidió sobre cada uno de estos acontecimientos que van delineando la ruta de nuestra existencia. Ningún ser humano es producto de la casualidad sino de la causalidad. Tú no eres producto de ninguna decisión que no esté sometida a la voluntad de Dios. Eres el resultado de su pensamiento. Eres su decisión.

¿DIOS, EL DESTINO, MIS PADRES O LA SOCIEDAD? ¿QUIÉN?

Ser el resultado de su pensamiento no significa creer que la causa de nacer pobres o de cada sufrimiento o situación negativa es porque el Señor así lo decidió. 


Existe la costumbre casi generalizada de determinar que la voluntad de Dios permitió éste o aquél mal. Algunos dejan librada la culpa al destino como el promotor y responsable o a personas inmediatas a su entorno.
Escuche al Rabino Baruj Zeilicovich, actualmente radicado en Texas, hablar sobre el destino. En un programa de televisión informativo lo entrevistaron referente a su libro titulado “Tú eres mi destino, yo soy el tuyo” (libro que aún está en revisión, por lo tanto, aún no publicado). En su escrito trata el hecho de que los seres humanos tenemos la costumbre de buscar culpables, cuando no lo encontramos en alguien o algo en particular, deslindamos responsabilidades volcándola sobre Dios o el destino. Sin embargo, sostiene Zeilicovich, la decisión que tomamos afecta el destino de otras personas de la misma manera que mi destino es afectado por decisiones ajenas.
¿Zeilicovich está diciendo que nuestro destino es afectado por decisiones ajenas? Si es así, ¿Quién o quienes deciden sobre la pobreza u otros males en los cual nacemos? ¿Son los pobres culpables de su propia condición? ¿Son mis padres los causantes, o el gobierno, o esta nación y su historia?
Nacer en un país pobre puede generar que seamos pobres o no. En las regiones más ricas de la tierra existen decenas de millones de personas pobres y da lugar a estas mismas preguntas. A la pobreza la acompañan la violencia, las enfermedades y una serie de privaciones. Hago hincapié en la escasez, pero podemos encontrar bendiciones o maldiciones, tanto en la carencia como en la riqueza.
Los sociólogos tienen dos perspectivas al respecto. La primera: que la culpa es de los pobres. La segunda: que la culpa es de la sociedad por la exclusión social y las divisiones estructurales.
Con respecto a la reflexión de que los pobres son culpables de su pobreza, los que justifican este posicionamiento dividen a éstos en dos categorías: los “pobres víctimas” (aquellos que no pueden trabajar: menos cualificados, peor educados, las viudas, los huérfanos, los incapacitados) y los “pobres culpables” (los que carecen de motivación o los “vagos” en el común hablar). En concreto, algunos argumentan que existe algo así como una “cultura de la pobreza”, que limita a las personas que la sufren y que fomentan la resignación a esta situación.
La segunda perspectiva se puede resumir de la siguiente forma: la sociedad es la principal responsable de la pobreza. Según esta perspectiva, defendida entre otros por William Ryan (1976), dice que las estructuras sociales distribuyen los recursos de forma desigual, lo que hace que unos tengan más y que otros vivan en condiciones de pobreza.

UN TERCERO EN DISCORDIA

Por sobre estas dos perspectivas, que según los casos pueden tener razón o no, elevamos una tercera que desnuda a un culpable de la pobreza y tantas otras degradaciones y sufrimientos en las personas: el Pecado.

Pecado es la trasgresión del hombre a los mandamientos del Señor. Está en el corazón del ser humano y son usados por su promotor, el Diablo, para su fin. Desde el primero en el Huerto del Edén hasta los actuales, manifestados en cada decisión egoísta que realizamos a nivel personal o institucional. Es un gran iceberg invisible delante de nosotros pero cuya acción es más que notoria.
La pobreza y la riqueza no son pecados, lo seguro es que se afectan mutuamente. El hambre, la avaricia, la vagancia, el maltrato, la violencia familiar, el abuso, los vicios, la corrupción, el abandono, la muerte, son algunas de las tantas y diversas formas de manifestarse que tiene el pecado personal o institucionalizado y que van marcando nuestras vidas. En algunos casos ya están allí apenas abrimos los ojos, como esperándonos igual que una bestia dispuesto a devorarnos y hacernos sus víctimas y esclavos desde que nacemos.
Hace años, el famoso comentarista Paul Harvey, describió cómo el Esquimo mata al lobo. Primero cubre su cuchillo con la sangre de un animal y luego deja que se congele. En seguida añade otra capa de sangre y deja que también se congele. Repite el proceso una y otra vez hasta que el cuchillo está totalmente cubierto con sangre congelada. El cazador ártico entonces toma el cuchillo y lo coloca en la tierra con la hoja extendida para arriba. Sin sospechar cosa alguna, el lobo huele la sangre y empieza a lamer la sangre congelada. Entre más lame el lobo la sangre, más vigorosamente crece su apetito por ésta. Sin saber lo que está haciendo, el lobo empieza a cortar su propia lengua. Entonces empieza a saciar su sed por sangre con su propia sangre. Su deseo perpetuo no se satisface hasta estar completamente muerto.
El pecado está envuelto de la manera más atractiva, pero siempre contiene una hoja de cuchillo de destrucción mortal. Es importante es saber que no es la condición económica, social, cultural, educacional o religiosa las que más nos afectan. Las heridas más profunda son consecuencia del pecado.
Un joven de catorce años estaba frente a mí. Presentaba muchos problemas vinculares que afectaban pedagógicamente sus estudios, pero, en general, toda su historia de vida lo había afectado. Vivía en un hogar donde su padre estaba siendo enjuiciado por abuso dentro del círculo íntimo. Todo su entorno estaba contaminado por el vicio y abandono, maltrato y pobreza, sumado a una falta de conciencia familiar de la realidad que los rodeaba. Cuando hablaba con la madre se refería a hechos tremendo como muy cotidiano y natural.
Converse con él y lo único que creí que podía darle era una invitación a escribir su propia historia. Le conté de mi vida y como decidí un día, casi a su misma edad o aún más pequeño, a cambiar la mía. Luego aprendí a conocer a Cristo y descubrí el consuelo de saber que siempre estuvo conmigo, lidiando con mi egoísmo para guiarme a su diseño profético, ideado para mí desde todos los tiempos.
Hoy te invito a que tomes la decisión de cambiar y escribir tu propia historia; una nueva historia que en realidad no es tan nueva, es el diseño profético de Dios, perfecto y eterno sobre ti. Todos debemos tener un encuentro personal con Dios. El Evangelio de Cristo ofrece un nuevo nacer. Creer en Jesucristo y su obra redentora nos permite comenzar una nueva vida dejando atrás el más fuerte y pesado de todos los bagajes que recibimos apenas nacemos: el pecado.
Al aceptar a Jesús en nuestros corazones recibimos la potestad de ser hechos hijos de Dios; “no engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, (no interesa si tu nacimiento fue por un “accidente”, una decisión programada, no deseada o buscada), este nuevo nacimiento no es por voluntad humana, sino de Dios”.
Nacidos de Dios somos sus herederos, por lo tanto, ya no ocupa el primer lugar la herencia recibida de nuestros padres carnales, sino que aseguran nuestra vida las riquezas en gloria de nuestro Padre celestial en Cristo Jesús.

ENTONCES, ¿NO SE TRATA DE RIQUEZA NI POBREZA?

En realidad se trata de dónde ponemos nuestra confianza y valoración.

El Apóstol Pablo en Filipenses 3:4-17 razona sobre su herencia recibida y dice que tiene mucho de qué confiar en la carne, es decir, de todo lo que recibió como herencia material, social, económica y religiosa. Nos desafía diciendo que si alguno piensa que tiene de qué confiar en la carne, él mucho más: “circuncidado al octavo día, del linaje de Israel, de la tribu de Benjamín, hebreo de hebreos; en cuanto a la ley, fariseo; en cuanto a celo, perseguidor de la iglesia; en cuanto a la justicia que es en la ley, irreprensible”.
Por supuesto que el lugar de nacimiento nos da muchas ganancias. Como vimos anteriormente, los provechos de nacer en una nación pobre y sin desarrollo no es la misma que en una gran potencia económica, (vuelvo a repetir que hay mucha indigencia en cualquier nación). También, el valor de nacer en un pueblo con un bagaje histórico, cultural y religioso como el de Israel, da muchas ventajas y éstas dan ganancias, pero, dice Pablo, cuantas cosas consideraba ganancia las estimó como pérdida, por amor a Cristo.
Todas estas ventajas que recibimos de nuestro lugar de nacimiento o adopción suelen ser muy necesarias y beneficiosas, pero no siempre se ajustan a los pensamientos y mandamientos del Señor. Entonces entramos en crisis. Debemos elegir entre aquello a lo que debemos renunciar, más allá de su ventajas, y nuestra fidelidad a Cristo y su articulación con el Diseño Profético de Dios.
El Apóstol Pablo tenía muy claro cuál sería su decisión en esta crisis porque, ciertamente, él estimaba todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, su Señor, por amor del cual lo perdió todo, y lo tuvo por basura, para ganar a Cristo, y ser hallado en él, (…) con el fin de conocerle, y el poder de su resurrección, y la participación de sus padecimientos, llegando a ser semejante a él en su muerte”. (…)
Finalmente, el Apóstol nos aconseja a ser imitadores de él, y mirar a los que así se conducen según el ejemplo que tenemos en ellos.
Siguiendo esta línea de pensamiento, te invito a que busques en tu bagaje cultural, histórico, económico y social, todo lo que Dios quiere transformar para bien. Seguramente el pecado afectó los buenos planes de Dios pero, de ninguna manera, los inutilizó. Pablo quería conocer a Jesús y el Poder de su resurrección. Poder que puede dar vida a todo lo muerto en ti, como lo hizo con Cristo al resucitarlo de la muerte.

¡JESÚS!

Su figura yacía colgada y moribunda. En algún lugar espiritual se festejaba el gran triunfo sobre la vida física del sustituto carnal del infortunio de millones de seres humanos.

El moribundo lo sufre todo: sed, traición, abandono, desamparo, pobreza, hambre, dolor, sufrimiento, soledad total, la carne que se desgarra y la sangre que abandona su cuerpo. La luz se apaga de a poco, suavemente. El hálito de vida se va y con sus últimas fuerzas se encomienda a Dios.
En las profundidades del infierno, como una bestia, celebra el desenlace final al ver que los ojos del desahuciado se cierran. De pronto lo comprende. En aquel momento un grito derrotado sacude al mundo de la oscuridad. Lo que cree su triunfo es su derrota total, la muerte de quien entiende es su víctima no lo es tal.
¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios, e inescrutables sus caminos! Porque ¿quién entendió la mente del Señor? ¿O quién fue su consejero? El propósito de Dios se cumplía y el trigo moría para dejar salir de él la vida celestial contenida en su cuerpo humano. Dios triunfó en Jesús al mostrarnos que existen propósitos eternos en el Señor. Que Cristo murió crucificando en su carne el Pecado y, libres de él, podemos encontrar el diseño del Padre con nosotros.
Cada lágrima derramada. Cada momento de soledad y abandono. El dolor y el hambre. El silencio y el bullicio. La triste despedida y notar que nadie te mira; nadie presta atención en ti. Mirar la violencia, los gritos, las contiendas y el desamor. Tantas palabras hirientes. La falsedad y la traición.
Responde: ¿Quién te separará del amor de Cristo? Si Dios es por ti, ¿quién evitará que se cumpla su diseño Profético en tu vida? Ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada te podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús, tú Señor.
Dios tiene la capacidad para usar cada una de las circunstancias negativas y positivas de nuestra vida para moldearnos a fin de que su propósito se cumpla en nosotros. Un propósito eterno, desde antes de que nacemos, es más, desde antes de la fundación del mundo. Porque, sin lugar a dudas, todas estas circunstancias dieron forma a tu carácter, tu personalidad, la forma de pensar y verte a ti mismo y a los demás. Dios puede y quiere transformar todo para bien.
¿Quién puede consolar como lo puedes hacer tú? ¿Quién puede comprender al que vive tus situaciones pasadas? ¿Quién conoce el dolor del hambre, el rostro del abuso o el olor de la traición?
Tu historia es tuya. Puede haber otras que se asemejen pero ninguna igual a la tuya ni ésta similar a las de los demás. Tu niñez, tu percepción, lo que tus ojos vieron y tus oídos oyeron. Lo que sufriste y lo que disfrutaste. Todo eso ha hecho de ti lo que eres.
Dentro de esa historia personal hay un potencial sobre el cual Dios fue diseñando un nuevo diseño Profético a fin de que, llegado este momento, comiences a descubrirlo y a encauzar tu vida, familia y ministerio en los planes del Señor para ti. Una nueva historia donde Dios quiere manifestar su propósito, su diseño original contigo.
El deseo de su corazón es que tú y yo seamos su Gloria.


HERENCIA GENÉTICA:

EL CORAZÓN Y SU DENOTACIÓN BÍBLICA


El Diccionario Bíblico Vine define así al corazón:
“Mediante una fácil transición esta palabra vino a significar toda la actividad mental y moral del hombre, incluyendo tanto sus elementos racionales como emocionales. En otras palabras, se usa el corazón de manera figurada para denotar las corrientes escondidas de la vida personal.

En cuanto a su utilización en el Nuevo Testamento, denota: el asiento de la vida física, la naturaleza moral y la vida espiritual. El Salmo 33:15 dice que “Él formó el corazón de todos ellos (los seres humanos)”.

EL ASIENTO DE LA VIDA FÍSICA:
A semejanza de Dios

El doctor Neil Anderson dice que “la vida física que heredamos de Adán se representa mejor con la palabra neo testamentaria “bios”.

Bios describe la unión de nuestro cuerpo físico con el ser inmaterial la mente, las emociones y la voluntad. Estar físicamente vivo es estar en unión con el cuerpo de uno. Morir significa estar separado de nuestro cuerpo temporal y el bios termina”. Anderson sostiene que “tenemos un yo exterior, un cuerpo físico que se relaciona a este mundo por medio de las cincos facultades; y un ser interior que fue creado a la imagen de Dios”.
En Hechos 14:17 observamos que “Si bien (Dios) no se dejó a sí mismo sin testimonio, haciendo bien, dándonos lluvias del cielo y tiempos fructíferos, llenando de sustento y de alegría nuestros corazones”. En esta cita bíblica vemos como la denotación bíblica de corazón tiene que ver con la vida física, (yo exterior), que es la que se nutre del sustento que Dios le provee.
Advirtamos a Dios presente en la formación de nuestro yo exterior.
En el libro Bíblico de Job, el escritor reconoce la intervención del Señor en su creación, dice así: Job 10:8-11 “Tus manos me hicieron y me formaron (…). Acuérdate que como a barro me diste forma (…), me vestiste de piel y carne, y me tejiste con huesos y nervios”. Pero, como el Salmo 33:15, reconoce que este accionar del Creador en la formación genética es universal: Job 31:15 “El que en el vientre me hizo a mí, ¿no lo hizo a él? ¿Y no nos dispuso uno mismo en el vientre?” .
El conocimiento del Señor toma una dimensión superior, aún de lo genético, cuando dice a Jeremías: “Antes que te formase en el vientre te conocí, y antes que nacieses te santifiqué, te di por profeta a las naciones”.
Antes de ser o de llegar al punto donde el conocimiento humano llegó, (lo genético), ya Dios tenía conocimiento de nosotros y un propósito definido para el cual nos separó desde antes de nacer.
Científicamente, esta constitución genética, que va a terminar con la formación de la idiosincrasia de un individuo, es el conjunto de todos los caracteres transmisibles que vienen fijado en los genes y recibe el nombre de genotipo, mientras que su manifestación exterior en el aspecto del individuo el de fenotipo. Se llama idiotipo al conjunto de posibilidades de manifestar un carácter que presenta un individuo.
Dios es creador, hacedor y formador de la raza humana. Génesis 5:1-2 dice que “(…) el día en que creó Dios al hombre, a semejanza de Dios lo hizo. Varón y hembra los creó; y los bendijo, y llamó el nombre de ellos Adán, el día en que fueron creados”.
El hombre fue creado como una criatura diferente de todas las que habían sido hechas hasta ese momento. Carne y espíritu, cielo y tierra fueron juntados en él y se convirtió en aliado de ambos mundos. Por eso es Dios mismo el que se encarga de hacerlo.
El Señor crea al hombre como una institución social; los crea hombre y mujer; no como un individuo solo, sino como dos personas. “La comunidad que refleja la imagen de Dios es especial: la comunidad de una mujer y un hombre. Cuando Dios eligió crear a la humanidad a su imagen, creó el matrimonio, una familia. La entidad de la familia constituye un reflejo de la comunidad de la Divinidad. Su identidad, vida y poder provienen de Dios” .
Esta primera familia tomó decisiones vencidas ante la seducción de Satanás ; quién no ignoraba que tras no poder destruir al hombre, si podía cortar la comunión de éste con su Dios. Tampoco desconocía, y por eso aplica un golpe certero, que en esta primera pareja afectaba a la humanidad toda. Es decir, a todos los hijos que estaban en los lomos de Adán y Eva.
La muerte pronosticada por Dios a causa de la desobediencia es inmediata en el orden espiritual. Físicamente la palpan por primera vez donde más doloroso y terrible es, en el cuerpo inerte de su hijo Abel.

A SEMEJANZA DE ADÁN

Concibe Eva un tercer hijo varón al que llama Set, “porque Dios (dijo ella) me ha sustituido otro hijo en lugar de Abel, a quien mató Caín” . 


Lo más notorio es que este hijo difiere en relación a lo que leímos en Génesis 5:1-2 en cuanto a la creación de Adán en sus dos versiones hombre y mujer, los cuales fueron hechos a la semejanza de Dios. En el verso siguiente, (Génesis 5:3), dice: “Y vivió Adán ciento treinta años, y engendró un hijo a su semejanza, conforme a su imagen, y llamó su nombre Set”.
La Voluntad de Dios fue formar genéticamente de esta pareja todas las familias de la tierra. El Apóstol Pablo disertó ante los filósofos y sabios de Atenas diciendo que “El Dios que hizo el mundo y todas las cosas que en él hay (…) es quien da a todos vida y aliento y todas las cosas. Y de una sangre ha hecho todo el linaje de los hombres, para que habiten sobre la faz de la tierra; y les ha prefijado el orden de los tiempos, y los límites de su habitación”.
Lo que sucedió es que Adán y Eva perdieron, por causa del pecado, la imagen y semejanza del Señor con la cual fueron creados, y sus hijos fueron concebidos a imagen de sus progenitores.

HERENCIA GENÉTICA

Podríamos definir a la herencia genética como la transmisión a través del material genético contenido en el núcleo celular, de las características anatómicas, fisiológicas, etc., de un ser vivo a sus descendientes. 


El ser vivo resultante tendrá caracteres de uno o los dos padres. Entonces, la herencia consiste en la transmisión a su descendencia de los caracteres de los ascendentes.
Gregor Mendel, considerado el padre de la genética, fue un monje austriaco cuyos experimentos sobre la transmisión de los caracteres hereditarios se han convertido en el fundamento de la actual teoría de la herencia. Las leyes de Mendel explican los rasgos de los descendientes a partir del conocimiento de las características de sus progenitores.
Mendel nació el 22 de julio de 1822 en Heizendorf (hoy Hyncice, República Checa), en el seno de una familia campesina. Dificultades familiares y económicas le obligaron a retrasar sus estudios. Fue un hombre de contextura enfermiza y carácter humilde y retraído. El entorno sociocultural influyó en su personalidad científica, principalmente el contacto directo con la naturaleza, las enseñanzas de su padre sobre los cultivos de frutales y la relación con diferentes profesores a lo largo de su vida, en especial el profesor J. Scheider, experto en pomología.
Hacia el final de su vida, en 1868, Mendel fue nombrado abad de su monasterio, donde murió el 6 de enero de 1884 a causa de una afección renal y cardiaca.
En 1866, había publicado su obra fundamental en un pequeño boletín divulgativo de su ciudad, bajo el título “Ensayo sobre los híbridos vegetales”. En ella expuso la formulación de las leyes que llevan su nombre. Este ensayo contenía una descripción del gran número de cruzamientos experimentales gracias a los cuales habla conseguido expresar numéricamente los resultados obtenidos y someterlos a un análisis estadístico. Sin embargo, no fue hasta finales de la década de 1920 y comienzos de 1930 cuando se comprendió el verdadero alcance del trabajo de Mendel.
Las leyes de Mendel explican y predicen cómo van a ser las características de un nuevo individuo, partiendo de los rasgos presentes en sus padres y abuelos. Los caracteres se heredan de padres a hijos, pero no siempre de forma directa, puesto que pueden ser dominantes o recesivos. Los caracteres dominantes se manifiestan siempre en todas las generaciones, pero los caracteres recesivos pueden permanecer latentes, sin desaparecer, para surgir y manifestarse en generaciones posteriores.
Los principios establecidos por Mendel fueron los siguientes:
— Primera ley de Mendel o ley de la uniformidad. Establece que si se cruzan dos razas puras para un determinado carácter, los descendientes de la primera generación son todos iguales entre sí (igual fenotipo e igual genotipo) e iguales (en fenotipo) a uno de los progenitores.
— Segunda ley de Mendel o ley de la segregación. Establece que los caracteres recesivos, al cruzar dos razas puras, quedan ocultos en la primera generación, reaparecen en la segunda en proporción de uno a tres respecto a los caracteres dominantes.
— Tercera ley de Mendel o ley de la independencia de caracteres. Establece que los caracteres son independientes y se combinan al azar. En la transmisión de dos o más caracteres, cada par de alelas que controla un carácter se transmite de manera independiente de cualquier otro par de alelos que controlen otro carácter en la segunda generación, combinándose de todos los modos posibles.
Mediante estas leyes se trata de explicar porque, a pesar de tener los mismos padres, cada hijo hereda un conjunto de cromosomas diferentes. A su vez, esta predisposición genética los puede llevar a elegir experiencias distintas.

NUESTRA HERENCIA

Heredamos el color de los ojos, el cabello, la contextura física, el temperamento. 


También podemos heredar la predisposición a sufrir determinadas enfermedades: cáncer, hidropesía, Parkinson, leucemia, Alzheimer, poliposisa denomatosas familiar, ataxias espino cerebelosas, y otras muchas.
Lo terrible es que todas estas herencias la recibió el ser humano por causa del pecado. Somos la semejanza e imagen de Adán en la raza caída. Aun así causa admiración la gloria que conserva, la cual proveyó Dios como parte de su don dado al hombre al crearlo. Gloria sublime que alcanzó nuestra raza cuando Dios se hizo carne y habitó entre nosotros. Gloria suprema dada a sus hijos adoptados en Jesús, de quien tomamos su Imagen al ser transformado por el Espíritu de Dios.
Desde lo científico, se prevé que para el año 2019 todos los bebes tendrán su mapa genético terminado con el fin de evitar enfermedades hereditarias. Espiritualmente, utilizamos la autoridad dada por el Señor Jesús y en su Nombre cortamos toda predisposición a cualquier enfermedad recibida por herencia. Para esto es necesario identificar qué enfermedades se repitieron en la vida de nuestros antepasados, y en el poder del acuerdo, deshacemos toda herencia negativa.
Las herencias físicas pueden llegar a arrastrarnos a problemas psicológicos de aceptación de uno mismo. La falta de conformidad con nuestro cuerpo no se rompe con una oración sino a través del discipulado, recibiendo la Palabra de Verdad hasta que los pensamientos sean cambiados y por ende estas conductas.

ESTEREOTIPOS

Un estereotipo es, según el diccionario, una imagen mental global, no fundamentada científicamente, más emocional que racional, con que se pretende definir, tipificar y caracterizar al conjunto de individuos de una etnia, pueblo, grupo social, generación, colectivo profesional, etcétera.

En la actualidad estoy desarrollando un estudio en mi trabajo secular, (en el presente ciclo lectivo 2009 soy tutor de noveno año), y en las horas de tutoría debatimos con los jóvenes sobre la resolución de conflictos. Observamos los estereotipos de la sociedad y la connotación negativa que tiene en nuestra comunidad el conflicto. Llegada una clase donde tenemos que examinar los cuentos tradicionales, (Blancanieve, Caperucita Roja y la Cenicienta), vemos como siempre los malos son malísimos al extremo; y los buenos extremadamente buenos sin reacción para solucionar sus conflictos. Lo más sobresaliente es que no sólo son malos y perversos sino también feos, y los buenos son hermosos e inocentes.
Toda esta connotación va formando estereotipos que determinan que es muy difícil que una persona linda haga algo malo y, sin embargo, es más factible que lo haga otra que no es tan agraciada físicamente, según los parámetros seculares. Esto nos lleva a una aceptación social de la belleza exterior como reflejo de lo interior y viceversa.
Los estereotipos lo recibimos de la misma sociedad. Se transmite por medio de la familia y sus tradiciones, conductas, valores, percepciones y, sobre todo, los medios masivos de comunicación. Dice un refrán popular que “si un hombre negro pasa corriendo desesperado es un ladrón que huye, y si lo hace un hombre blanco es una persona de negocio que no quiere llegar tarde a su trabajo”.
Muchas veces se resaltan las apariencias físicas heredadas en el sentido negativo más que en lo positivo: “Eres petisa como tu abuela”, “flaca como tu papá”, o “gorda como tu madre”. Estos comentarios, repetidos con frecuencia, van destrozando nuestra valoración de nosotros mismo.
Un discipulado que nos valorice de acuerdo a los pensamientos de Dios hacia nosotros, son totalmente necesarios para revalorizar nuestra herencia física y ponerla al servicio de Dios.
Es necesario entender que el Señor tiene sumo interés en lo físico y que los valores que Dios tiene no coinciden con los de este mundo. Él quiere impactar en un medio físico donde necesita utilizar herramientas físicas, es decir, nuestros ojos como un espejo donde muchos se reflejen y perciban el reflejo de la mirada de Jesús sobre su dolor. Ojos que miren a Cristo, y no como Moisés que ponía un velo luego de hablar con Dios, sino a cara descubierta reflejando la gloria de Cristo en el rostro de los sufridos y desvalidos de este mundo. Sin interesar lo grande o pequeño que sean o el color o lo atractivo que puedan ser; lo que a Dios le interesa es lo que mira y en la forma en que lo hace.
Necesita tus labios por medio del cual el Espíritu Santo de Dios pueda hablar. Tus oídos atentos al clamor y siempre dispuesto a la escucha atenta. Observa tus manos y dime ¿Qué miras? ¿Con qué manos tocará el Señor y los enfermos se sanarán? ¿Cómo palparan los caídos las manos de Cristo que los levanta sino es a través de las tuyas? ¿Cómo acercará Dios su pan al hambriento? ¿Y las caricias que sanan? Mira tus piernas: Cuán hermosos son los pies de los que llevan Buenas Nuevas. Tu cuerpo es el lugar que Dios escogió para habitar; el templo del Espíritu Santo de Dios.

EL VALOR LO PONES VOS

“Clara asistía a la Sociedad Juvenil en una iglesia donde estuve involucrado hace varios años”, dice Neil Anderson en su libro “Victoria sobre la oscuridad”.

“En el nivel físico y material, Clara no gozaba absolutamente ninguna ventaja. Tenía una figura poco atractiva y el cutis feo. Su padre era un vagabundo alcohólico que había abandonado a su familia. Su madre tenía dos empleos domésticos con los cuales apenas cubría los gastos más indispensables. Su hermano mayor, un drogadicto, entraba y salía de la casa cuando quería.
Cuando primeramente conocí a Clara, estaba seguro de que era la muchacha socialmente menos aceptable que cualquier otra. No pensaba yo que ella pudiera competir para ser aceptada en una sociedad juvenil que se ve atraída a la hermosura física y al éxito material. Pero me sorprendí al darme cuenta que todos los demás querían a Clara y les encantaba estar con ella. Tenía muchos amigos. Al final de cuentas, se casó con el mejor muchacho de nuestra sociedad.
¿Cuál era su secreto? Clara simplemente creía ser lo que percibía que era: una hija de Dios. Se aceptaba a si misma por lo que Dios dijo que era en Cristo, y se entregó con confianza a la gran meta de Dios para su vida: conformarse a Su Imagen y amar a los demás. Ella no era una amenaza para nadie. Más bien, era tan positiva y bondadosa hacia los demás, que todos la amaban”.
La valoración de nosotros mismo la trasladamos a los demás. Como se explica que pueda enojarme por verme físicamente parecido a un ser querido mío. Es porque yo mismo desvalorizo a aquel familiar sobre quien veo reflejado mi herencia genética física. Estoy sobrevaluando lo exterior sin que esto me permita ver lo interior de aquella persona.
Medita en esto:
Una pelota de básquetbol en mis manos vale $190.00. Una pelota de básquetbol en las manos de Michael Jordán vale alrededor de $33.000.000. Todo depende de en manos de quién está el asunto.
Una raqueta de tenis en mis manos, no sirve para nada. Una raqueta de tenis en manos de Pete Sampras, significa el Campeonato en Wimbledon.
Una honda en mis manos es un juego de niños. Una honda en manos de David es el arma de la victoria del Pueblo de Dios.
Dos panes y cinco peces en mis manos son un par de sándwiches de pescado. Dos panes y cinco peces en manos de Jesús son el alimento para miles.
Unos clavos en mis manos pueden servir para construir una pajarera. Unos clavos en las manos de Jesucristo producen la Salvación de toda la humanidad.
Todo depende de en manos de quién está el asunto.
Como has visto, todo depende de en manos de quién está el asunto. Pon tu cuerpo, tus proyectos, tus preocupaciones, tus miedos, tus deseos, tus sueños, tu familia y tus relaciones en manos de Dios. No olvides “Todo depende de en manos de Quién está el asunto”. Jesús da valor a tu cuerpo. ¿Y vos?



“Cuando veo adentro de mi corazón y percibo su infinita maldad, creo que es un abismo más hondo que el infierno. Cuando oro, peco; cuando predico, peco; tengo que arrepentirme de mi arrepentimiento, y mis lágrimas necesitan lavarse en la sangre de Cristo."
Jonathan Edwards

NATURALEZA MORAL Y VIDA ESPIRITUAL

Usando Bíblicamente el término “corazón”, de manera denotativa, como las corrientes escondidas de la vida personal, hemos observado que, en cuanto a su utilización en el Nuevo Testamento, éste denota como asiento de la vida física.

Ahora lo examinamos como asiento de la naturaleza moral y espiritual:
 El asiento del dolor: Juan 14 1; Romanos 9:2; 2 Corintios 2:14;
 Del gozo: Juan 16:22; Efesios 5:19;
 De los deseos: Mateo 5:28; 2 Pedro 2:14;
 De los afectos: Lucas 24:32; Hechos 21:13;
 De las percepciones: Juan 12:40; Efesios 4:18;
 De los pensamientos: Mateo 9:4; Hebreos 4:12;
 Del entendimiento: Mateo 13:15; Romanos 1:21;
 De los poderes de raciocinio: Marcos 2.6; Lucas 24:38;
 De la imaginación: Lucas 1:51;
 De la conciencia: Hechos 2:37; 1 Juan 3:20;
 De las intenciones: Hebreos 4:12, 1 Pedro 4:1;
 De los propósitos: Hechos 11:23; 2 Corintios 9:7;
 De la voluntad: Romanos 6:17; Colosenses 3:15;
 De la fe: Marcos 11.23; Romanos 10:10; Hebreos 3:12
El corazón es a menudo mencionado en las Escrituras como el asiento de los afectos y de las pasiones, y también de la sabiduría y del entendimiento. De ahí que se lea de “el sabio de corazón” (Proverbio16:21); también, el Señor dio a Salomón “un corazón sabio y entendido” (1 reyes3:12). Es el centro del ser del hombre.
Señalamos anteriormente la participación de Dios en la creación de nuestro corazón, figurado en su denotación física. También, la obra del pecado en el Huerto del edén, afectó tanto a nuestra naturaleza moral como a nuestra vida espiritual.
La forma de pensar, de percibir y de entender tanto al dolor como al gozo, a los afectos y a los propósitos, en nosotros mismo como en los demás, se moldearon a la enseñanza, ejemplo y herencia recibida de nuestros mayores, los pares y los medios de comunicación, entre otros.
Lo que no debemos olvidar es que el pecado afectó no solo nuestro corazón, sino el de toda la humanidad. Que tanto: la forma de pensar, la voluntad, la imaginación, la conciencia, el gozo, los deseos, los afectos, las percepciones, los poderes de raciocinio, las intenciones y la fe, fueron afectados por el pecado.
Al perder nuestra vida espiritual y nuestra naturaleza moral perder la luz de Dios, las formas de proceder ante diferentes circunstancias se nublaron por la confusión. Aun siendo cristianos puede suceder esto; porque la renovación de nuestra mente es un proceso, pero en un nuevo corazón.
A veces nos desilusionamos porque esperamos de nuestros padres, hijos, amigos, o esposos/as cristianos otra clase de reacción. Esperamos bendición y no siempre somos bendecidos. Demos tiempo coronado de paciencia, siempre, considerándonos a nosotros mismo en este proceso.

AFECTO Y CONDUCTA

“Un obstáculo frecuente por el cual no bendecimos es que confundimos afecto con conducta.
Para bendecir a alguien es preciso separar estos dos conceptos que casi siempre mezclamos; confundirlos es como tener la boca llena de dinamitas”, dice la licenciada Elba Somoza.

Cuando le decimos al niño: “si te portas mal, nadie te va a querer”, estamos mezclando afecto y conducta. Si esto se lo dice a una persona vez tras vez a lo largo del tiempo, ella misma termina confundiendo las dos cosas. Finalmente, cree que si comete malas acciones no vale nada como persona ni merece ser amada.
Imagínate un corazón recibiendo esta confusión toda su niñez. Obsérvalo, cuando adolescente, reproduciendo esta conducta mezclada con los afectos. Míralo casado y gritándole a su esposa e hijos esta confusión. Quizás puedas responder al interrogante de por qué tantos suicidios y asesinatos, tantas vidas jóvenes que dicen no al vivir, por qué tantos divorcios.
Pero una cosa va contaminando otras. Confundir los afectos con la conducta perturba nuestras percepciones, a la vez, los propósitos pierden la brújula y los poderes del raciocinio nos llevan a realizar cosas irracionales. Queremos ver a Dios como Padre pero observamos nuestra conducta y decimos: “nunca me amará. Es mentira que ame como dicen que ama. No con mi forma de ser; como amará a una persona con mi conducta. Y si así fuera, yo no merezco ser amado”.
Dios desea usar tu vida de acuerdo a su Diseño pero necesita que estés en paz en estas áreas. Ministramos personas que, aunque redimidas, son pecadoras arrepentidas que quieren cambiar. Las cuales, posiblemente, se equivoquen una y otra vez. Más allá de esto le tendremos que ayudar a ponerse de pie y caminar hacia la meta. Con esta confusión propia ¿Cómo lo haremos? ¿Serás padre y madre espiritual a la imagen de Cristo que ama sin condiciones ni desconciertos?

EL RECHAZO

Estas confusiones siempre dejan heridas o traumas en las personas. En el ejemplo anterior vemos una confusión que produce traumas de rechazo, es decir, la ausencia de aceptación incondicional.

Hay dos tipos de rechazos: El rechazo abierto que es definido como una conducta obvia que lleva un mensaje: “El niño/a no es amado”. Esto puede suceder cuando se les dice que no fue deseado. Al decirle al niño que hubiera preferido que no naciera o expresarle que esperaban un hijo de otro sexo.
También está el rechazo cubierto o cerrado que tiene lugar de maneras más sutiles que, muchas veces, no expresan las intenciones de los padres. La muerte del padre o madre puede ser recibida como un rechazo. La sobreprotección también tiene la tendencia de no permitir al niño desarrollarse normalmente. Asimismo, se pueden producir estas heridas en los niños frente al divorcio de sus padres, o cuando éstos hacen diferencia entre los hermanos.
Jesús no es tu padre, ni tu hermano, ni tu madre, ni tus amigos, ni esa persona que tanto daño te hizo. Jesús te ama con un amor incondicional, dio su vida por ti sin importarle tu condición y aunque te equivoques, Él siempre te amara.

EL ABUSO

El abuso es uno de los traumas o heridas en el interior de las personas más frecuentes y destructores.

Se ha implantado una estrategia diabólica en los últimos tiempos para destruir las vidas. Este espíritu de abuso o maltrato intenta operar desde que la persona es bien joven, para que cuando llegue a la edad adulta esté llena de sentimientos y emociones negativas.
La experiencia del abuso es una experiencia de dolor, difícil de procesar. Existen en diferentes formas:
ABUSO FÍSICO: La ley de la violencia.
ABUSO VERBAL: Palabras hirientes, golpes verbales.
MALTRATO EMOCIONAL: Padres, novios, esposos controladores.
ABUSO EMOCIONAL: Mentiras, engaños de otras personas.
ABUSO ESPIRITUAL: Peor de todos.
ABUSO SEXUAL: Sucede en todos los extractos.
La Inferioridad, la falsa culpa, la indiferencia, la falta de afecto, los silencios. Las acusaciones y el contexto autoritario, todo esto produce gérmenes espirituales que no nos permiten tener una naturaleza moral y una vida espiritual sana. No sabemos cómo disfrutar del gozo, los deseos, los afectos; por más que se esfuercen en amarnos, no podemos percibir al amor.
Damos lo que tenemos. Pedro y Juan, en la puerta del Templo llamada la Hermosa, le dijeron a un cojo: -Lo que tenemos te damos- Ellos tenían a Jesús en sus vidas y todo el poder del Cristo resucitado, y le dieron sanidad en el Nombre de Jesús.
¿Qué tenemos nosotros para dar? ¿Cuánto es el amor que te dieron en tu vida?
El corazón del niño es como un recipiente en el cual volcamos constantemente sentimientos. Las heridas hacen agujeros que no permiten que contengan el amor que se les brinda. A la vez, si una persona jamás fue o se sintió amada ¿Cómo puede dar amor?
Lo peor es que no puedas darte cuenta o logres percibir al amor. Que te amen y ni siquiera puedas disfrutarlo. O, quizás te pase, que ames y no puedas hacer que otra persona descubra tu amor.
Lo primero es que te abras al amor. Dios es amor. Deja al Señor sanar tu corazón para que puedas atesorar todo lo que te da. Luego da ese amor.
El Amor de Dios es el único que te capacita para amar, lo que humanamente es imposible amar.

LEGADO

A la vez, nuestra naturaleza moral y vida espiritual dejaran un legado de la misma manera que las de nuestros progenitores dejaron en nosotros, depende de nosotros decidir qué clase de legado queremos dejar.

Legado es un rasgo intangible o una característica que uno deja a la próxima generación.
Desde esta óptica vemos que muy pocos dejan un legado digno a sus hijos. Muchos ni siquiera dejan un buen recuerdo en sus descendientes. De allí, es que muy frecuentemente escuchemos a algunas personas no desear ni siquiera caminar como sus padres.
Otros, sin darse cuenta, transitan por los pasos dejados por sus progenitores: una herencia de violencia familiar, o un legado de alcohol corriendo por sus venas y su mente. A veces, son pensamientos de adulterio y deshonestidad que gobiernan sus vidas. Un cumulo de rasgos de una idiosincrasia alejada de los propósitos de Dios.
Una personalidad independiente, dispuesta a superarse por fuerza propia y que no acepta el gobierno del Señor sobre su vida, grafican a personas han sido formadas bajo el sistema de este mundo. Enseñadas a competir y maquinar para ir delante de los demás. Ganar es su pasaporte a la aceptación. Siempre decididos a controlar a las personas y circunstancias para sus propios fines, por lo que le es difícil ceder el control de su vida a Dios.
Otros sólo tienen un legado de fracaso. Fracasan en su matrimonio porque sus padres fracasaron, también sus abuelos, etc. No se atreven a soñar, porque hacerlo es simplemente agigantar la herida de su frustración.
Los más, fueron formados en una aceptación de Dios distante. Él, allá en el cielo, y nosotros, lejanos acá en la tierra. De vez en cuando nos ganamos unos favores con unas fiestas religiosas. Basta ser un buen padre, un buen esposo, un buen vecino; sin saber que estas obras no encajan en el propósito de Dios como suficiente, en sí misma, para alcanzar la salvación.
Ciertas conductas también se heredan: podemos ser miedosos como mamá, violentos como papá, paranoicos como el abuelo, pasivo como el bisabuelo.
Escribe tu propia historia. La historia diseñada por Dios para ti en Jesucristo.
Acaso te preguntas: ¿Por qué no puedo ser feliz? ¿Por qué no puedo disfrutar de mis logros? ¿Por qué no gozo de mi familia, si lo tengo todo? Quizá reconozcas que el Espíritu Santo de Dios debe trabajar en tu interior; sanar tus heridas y renovar tu mente para que puedas ver con la visión del Señor. Tu gozo debe ser sanado, tus percepciones restauradas, tus propósitos encauzados. Dios quiere hacerlo. ¡Clámale! y Él te responderá; y te enseñara cosas grandes y ocultas que tú no conoces.
El pastor Bernardo Stamateas dice que las herencias psicológicas no se rompen con una oración sino a través del discipulado, recibiendo la Palabra de Verdad hasta que los pensamientos sean cambiados y por ende las conductas. Es una manera de pensar que debe reemplazarse por los pensamientos correctos. Por eso nos reunimos en la iglesia, para cambiar la mentalidad.
“Años atrás, mientras rompíamos una pared que no se movía, era difícil de derribar con cualquier herramienta, Leo tomó una maza y le pegó una y otra vez, hasta que empezó a caer un polvillo, luego unas piedritas, después unos ladrillos, hasta que se cayó el muro. Ahí el Señor me habló: --Así, como ese muro, son las fortalezas mentales y mi Palabra, es un garrote”--. Cuando vamos a la iglesia al principio no ocurre nada, pero al volver una y otra vez a la reunión, empezarán a caer algunos ladrillos, luego otros y otros más, pero Dios dará el mazazo final para que caigan todas las fortalezas mentales. Todo muro que no haya sido levantado por Dios en tu mente será derribado por el golpe del espíritu de su Palabra”, nos enseña el pastor Stamateas.
Dios quiere hacer una renovación mental. El Espíritu Santo de Dios es el agente encargado de revelarnos a Cristo y libertarnos a fin de que podamos observar la gloria de Jesús y, de esta manera, mirando como en un espejo la gloria del Señor, seamos transformados de gloria en gloria en la misma imagen de Cristo . Entonces, nosotros con gloria creciente reflejamos lo que observamos y, a la vez, somos transformados recuperando la imagen de Dios en nosotros.

JESÚS CONSTITUYÓ A UNOS...

En Efesios 4:11-13, el Apóstol Pablo sostiene que Jesús mismo constituyó a unos, apóstoles, a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijos de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo.

El Señor organizó de tal manera a su iglesia para que mediante estos cinco ministerios específicos seamos perfeccionados a fin de que, cada uno como miembro y responsable del cuerpo de Cristo desarrollemos el ministerio que edifique a la iglesia, hasta que todos consigamos esa unidad de fe y conocimiento.
Una transformación que cambia nuestra mente, genéticamente natural y que no puede percibir las cosas de Dios, a una mente espiritual: la mente de Cristo que nos permite conocer los pensamientos de Dios y su diseño profético referente a cada uno de nosotros.
Estas personas, con sus respectivos ministerios dado por Jesús, están en la Iglesia para ministrarte. Ellos sabrán cómo hacerlo. Solo unos consejos:
Renuncia a todo sentimiento de culpas falsas, baja autoestima, inferioridad, abandono y rechazo.
Perdona a todas las personas que te han herido. Deja que te ministren en el nombre de Jesús sobre todo espíritu inmundo de rechazo u otros similares. Reconoce el lugar que la Palabra de Dios te da, “sentado con Cristo en los lugares celestiales”.
El trabajo del Espíritu Santo de Dios en nuestro corazón no es el trabajo de un día. Es un proceso donde el Señor utiliza los dones derramados a su iglesia. Es una labor donde es necesario dejarnos moldear y trabajar por el Señor.

RENUEVATE Y ELEVATE HACIA TU DISEÑO

Este proceso de renovación y transformación necesita de una sabiduría particular.

Permíteme redactarte la siguiente enseñanza:
El águila es el ave con mayor longevidad de esas especies. Llega a vivir 70 años, pero para llegar a esa edad, a los 40, debe tomar una seria y difícil decisión. A los 40 años, sus uñas están apretadas y flexibles y no consigue tomar a sus presas de las cuales se alimenta. Su pico largo y puntiagudo, se curva, apuntando contra el pecho. Sus alas están envejecidas y pesadas y sus plumas gruesas. ¡Volar se hace ya tan difícil!
Entonces, el águila tiene solamente dos alternativas: morir o enfrentar un dolorido proceso de renovación que durara 150 días. Ese proceso consiste en volar hacia lo alto de una montaña y quedarse ahí, en un nido cercano a un paredón, en donde no tenga la necesidad de volar. Después de encontrar ese lugar, el águila comienza a golpear su pico en la pared hasta conseguir arrancarlo. Luego debe esperar el crecimiento de uno nuevo con el que desprenderá una a una sus uñas. Cuando las nuevas uñas comienzan a nacer, comenzará a desplumar sus plumas viejas. Después de cinco meses, sale para su vuelo de renovación y a vivir 30 años más.
En nuestras vidas, muchas veces tenemos que resguardarnos por algún tiempo y comenzar un proceso de renovación para continuar un vuelo de victoria, debemos desprendernos de costumbres, tradiciones y recuerdos que nos causaron dolor. Solamente libres del peso del pasado podremos aprovechar el resultado valioso que una renovación siempre trae.
Sólo mira al Maestro y captura su gloria. Luego emerge y refleja la imagen de Aquel con quien tienes intimidad.
Rinde todo tu corazón a Jesús: Tu cuerpo, tu naturaleza moral y tu vida espiritual.





SEGUNDA PARTE:

CHARISMA DEL PADRE Y PERSONALIDAD

INTRODUCCIÓN:
Nuestra personalidad fue impactada por nuestra historia de vida, medio ambiente y herencias recibidas. De la misma manera que necesitamos estar en paz con Dios, con nuestros prójimos y con nosotros mismo, ahora necesitamos examinar nuestra personalidad y perfeccionarla en la Voluntad de Dios, a fin de que responda a su nuevo diseño profético con nosotros.
Hemos observado nuestro corazón, usando bíblicamente el término de manera denotativa, como las corrientes escondidas de la vida personal y como el asiento de nuestra vida física, naturaleza moral y vida espiritual. Todo da como resultado a nuestra personalidad.
La personalidad puede ser definida como el conjunto general de rasgos mentales, de carácter, comportamiento, temperamento y emociones; es decir, las formas constantes e identificables en las que una persona difiere de las demás.
Ahora, el término personalidad involucra mucho más que los rasgos de una persona, sean estos positivos o negativos. Podemos definir a la personalidad como un patrón de comportamiento que incluye sentimientos y pensamientos los cuales, (según la psicología), se mantienen a lo largo de la vida de un individuo.
Entendamos que la personalidad define las características de una sola persona; son aspectos que lo distinguen de los demás. En algunas ocasiones nos vemos diciendo “es que él o ella es así; es su manera de ser”. Lo que estamos expresando es una descripción de su personalidad, la cual lo hace único.
El Diseño Profético original de Dios, antes de la caída, presenta personalidades definida en Adán y Eva. Una personalidad santa, inocente, creadora, inteligente, entusiasta, trabajadora, de ser social, comunicativo y de encuentro con todas las cosas creadas, su prójimo y, por encima de todo, con su Creador.
Dios utiliza un modo especial en la creación del hombre y de la mujer. Uno y otra son creados por Dios en momentos distintos, pero esta diferencia hace resaltar más aún la igualdad y la complementariedad de los dos sexos. En efecto, según el relato, Dios concedió primero al hombre la compañía de los animales. Sin embargo, esta compañía no logró arrancarlo de su soledad. Sólo la presencia de la mujer, es decir, de un ser igual a él, le abrió la posibilidad del diálogo y del encuentro personal.
Nuestra personalidad está dotada de los mismos rasgos y necesitamos congregarnos para dar y recibir de los demás. Somos seres sociales. Un Cuerpo en Jesús.
En referencia al “árbol del conocimiento del bien y del mal” debemos comprender, primeramente, la costumbre hebrea de abarcar una totalidad mencionando únicamente dos términos extremos y opuestos. Esta frase se refiere no sólo al conocimiento intelectual, sino que también puede incluir las ideas de elección, discernimiento e incluso de dominio. Por tanto, conocer el bien y el mal equivale a decidir por cuenta propia y con absoluta independencia qué es lo bueno y qué es lo malo, es decir, tener plena autonomía en el campo moral.
Esta autonomía o independencia de Dios desencadenó la caída del ser humano rendido a la tentación de Satanás, esclavizándose por la transgresión al mandamiento de Dios.
Tu historia de vida es tuya. Tu personalidad y forma de ver la existencia, a ti mismo, a tus prójimos y a Dios, es única de la misma manera en que tú eres único. De cara a nuestra misión y visión profética, debemos entender que de ninguna manera nuestra personalidad es estática e inamovible. Tampoco es una maldición. Todo lo contrario, es un regalo de Dios.
El don de Dios Padre se manifiesta en nuestra personalidad al igual que en nuestros talentos. Capacitados de una forma de pensar, de sentir, de percibir al mundo; nos incrustamos en la aventura de transformar lo negativo y reforzar lo positivo de nuestra personalidad.
En este “volver a nacer” de Dios, entra una nueva mentalidad, una nueva voluntad, un nuevo obrar, incluso un nuevo carácter y modo de ser. Cuando permitimos al Espíritu Santo obrar sobrenaturalmente en nosotros y colaboramos con Dios rindiendo nuestro ser a él, nuestra mentalidad se renueva y se encauza en la sintonía del Espíritu. Entonces, no dejamos de ser nosotros mismo en nuestra propia individualidad personal, pero sí potenciamos y enderezamos todos nuestros dinamismo, talentos y capacidades para el servicio a Dios y el prójimo. Porque lo que es imposible al hombre solo, es posible al hombre con Dios.
El don del Padre se manifiesta en personalidades que, según la gracia que nos es dada, sirven al propósito del Señor en la congregación eclesiástica: si el de profecía, usado conforme a la medida de la fe; o si de servicio, en servir; o el que enseña, en la enseñanza; el que exhorta, en la exhortación; el que reparte, con liberalidad; el que preside, con solicitud; el que hace misericordia, con alegría. Tanto como el don de hospitalidad, de martirio o de celibato. Todos estos dones, entre otros, serán usados por el Señor en concordancia con el regalo del Padre en nuestra personalidad.
Jesús “mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo” .
Pon tu personalidad en las manos del Señor y él, mediante su poder manifestado en sus siervos por el Espíritu Santo de Dios, la perfeccionará. Identifica las herramientas y los recursos humanos puesto en la iglesia y déjate moldear y sanar por Dios.
Todo lo que recibimos de Dios, nuestro cuerpo, el aliento de vida y nuestra personalidad, es de Cristo y para Cristo, porque son dones del Padre.

“Estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo” Filipenses 1:6




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NUEVE TIPOS DE PERSONALIDADES Y LOS DONES ESPIRITUALES

DON DE DIOS (Charisma)

Analizaremos, primeramente, el uso y el significado de la palabra griega “charisma” traducida como “don de Dios” para relacionarlo con nuestra personalidad y los diferentes tipos que hay.

El Dr. William Barclay dice que básicamente, charisma significa “don”. Fuera del Nuevo Testamento, no es en absoluto una palabra común. Aparece raramente en el griego clásico. Tampoco es común en los papiros, pero sí se usa una vez con un contenido muy sugestivo, pues está en relación con un hombre que clasifica sus posesiones en dos grupos: las que obtuvo apoagorasis, "por compra", y las que obtuvo apocharismatos, “por donación”.
En el Nuevo Testamento, charisma es una palabra característicamente paulina. En total, aparece diecisiete veces: catorce, en las cartas indudablemente paulinas, dos, en las Epístolas Pastorales, y, una, en 1 Pedro. Al respecto asegura que se usa respecto de lo que podríamos llamar “dones de gracia”. Pablo anhelaba visitar Roma a fin de impartir a los romanos algún charisma (Romanos 1:11). Los corintios no carecían de ningún charisma (1 Corintios 1:7). Al respecto, el Apóstol les alienta a que procuren el charisma más excelente (1 Corintios 12:31) y después canta su himno al amor. “Charismata son las gracias de la vida cristiana”, dice Barclay.
Se utiliza respecto de la “gracia y del perdón de Dios” dentro de la situación en que el juicio y la condenación serían lo único justo. En Romanos 5:15-16, el pecado del hombre y el charisma de Dios de gracioso perdón son contrastados. Pero es Romanos 6:23 el que da a charisma su significado esencial. En este versículo hay dos palabras contrastadas. La “paga” del pecado es la muerte. La palabra usada es opsonia, que literalmente significaba “dinero para comprar carne cocida”, y es la palabra regular que se usa para “paga de un soldado”. Es decir, si hubiéramos recibido la paga que merecíamos, ésta hubiera sido la muerte. La “dádiva” de Dios es vida eterna. La palabra es charisma.
Ahora bien, charisma también tiene un trasfondo militar. Cuando un emperador subía al trono, o cuando celebraba su cumpleaños, daba a sus soldados un donativum o charisma, es decir, les regalaba cierta cantidad de dinero. Ellos no lo habían ganado, como sucedía con su opsonia; lo recibían por la generosidad del emperador. Así, pues, lo que nosotros hemos ganado, nuestra opsonia, es la muerte. Por ello, todo lo que tenemos es charisma, regalo de Dios.
Cuando nosotros entregamos nuestro corazón al Señor, esta actitud denota una entrega de nuestra vida física, nuestra naturaleza moral y nuestra vida espiritual. Siempre le perteneció a Jesús, sólo que por nuestra desobediencia le privamos que haga uso de lo que es suyo.
El Espíritu Santo es Dios y la tercera Persona de la Trinidad Divina; es el agente espiritual que desea usar nuestros miembros, nuestra personalidad y todo lo dado por Dios para su fin. Es el Charisma del Padre al aceptar a Jesús como Salvador y Señor de nuestras vidas. La Salvación a través del perdón de nuestros pecados es el resultado del Propósito de Dios en Cristo.
El perdón es bastante más que la remisión de un castigo que teníamos impuesto. Esencialmente, el perdón es la restauración de una relación perdida. No es que Dios se hubiera desentendido de los hombres, es que los hombres se habían desentendido de Dios.
Todo es de Dios. Toda gracia con la cual la vida es adornada, la gracia que perdona el pecado; todo talento natural que poseemos, los dones que ponemos al servicio de la iglesia, cualquier función que podamos desempeñar, Dios lo dio, Dios lo hizo, es el charisma de Dios.

CHARISMATA DEL PADRE Y DEL HIJO Y DEL ESPÍRITU SANTO

Muchos autores consideran necesario y útil realizar una clasificación específica del repartimiento de los charismata dado a la humanidad por cada una de las Personas de la Trinidad Divina.

Esta clasificación es realizada en la repartición realizada por el Padre, según Romanos 12:6-8; los cuales consisten en motivaciones básicas e inclinaciones inherentes a cada persona, según las cualidades que Dios le dio. Se las puede dividir en sietes categorías de las cuales, cada ser humano puede tener más de un don o una combinación de estos.
En segundo término, observamos los dones cuyo agente es el Espíritu Santo de Dios según la descripción dada en 1 Corintios 12:7-11. Estos son capacidades espirituales con el propósito de edificar la Iglesia.
En tercer lugar, veremos los dones dispensados por el Hijo de Dios que constituye el fundamento que garantiza, que las dos primeras categorías de dones se apliquen en la iglesia, (Efesios 4:11 y también 1 Corintios 1:28). Todo cristiano tiene al menos un don espiritual .

CHARISMA DEL PADRE Y PERSONALIDAD

Las Charismata del Padre se usan con referencia a los “talentos naturales” que el hombre posee. Esta alusión lo veremos en profundidad al examinar las Inteligencias Múltiples.

Dijimos que cada hombre tiene su propio charisma de Dios. Pedro exhorta a todo hombre a servir a los otros de acuerdo con el charisma que ha recibido: “Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios. Si alguno habla, hable conforme a las palabras de Dios; si alguno ministra, ministre conforme al poder que Dios da, para que en todo sea Dios glorificado por Jesucristo, a quien pertenecen la gloria y el imperio por los siglos de los siglos. Amén”.
Charismata es utilizada especialmente respecto de los dones especiales que pueden ser aplicados al servicio de la iglesia. Romanos 12:3-8 dice: “Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno. Porque de la manera que en un cuerpo tenemos muchos miembros, pero no todos los miembros tienen la misma función, así nosotros, siendo muchos, somos un cuerpo en Cristo, y todos miembros los unos de los otros. De manera que, teniendo diferentes dones, según la gracia que nos es dada, si el de profecía, úsese conforme a la medida de la fe; o si de servicio, en servir; o el que enseña, en la enseñanza; el que exhorta, en la exhortación; el que reparte, con liberalidad; el que preside, con solicitud; el que hace misericordia, con alegría”.
También, podemos encontrar dones o gracias especiales:
Hospitalidad: 1 Pedro 4.9-10.
a. Significa literalmente, amar, hacer el bien o auxiliar a otros con alegría
b. Se manifiesta en el cuidado prodigado a creyentes y obreros que llegaban de visita para adorar, trabajar y formar parte del Cuerpo de Cristo.
Celibato: Mateo 19:10; 1 Corintios 7:7-9,27; 1 Timoteo 4:3; Apocalipsis 14:4.
a. La Biblia considera al matrimonio como algo honorable, ordenado por Dios, y una necesidad de cada individuo.
b. Implica un don especial, que libera al individuo de los deberes, presiones y preocupaciones de la vida familiar, permitiéndole dedicar toda su atención a la obra del Señor.
Martirio: 1Pedro 4:12-13.
a. Se ejemplifica en el espíritu de Esteban: Hechos 7:59-60.
b. Se cumplió en la actitud de Pablo: 2 Timoteo 4:6-8.
Siendo estos dones dado por Dios Padre son inherentes a toda la raza humana. Lo pueden tener todas las personas siendo cristianas o no. Son un regalo de Dios del cual el mundo se ha servido abundantemente. Es necesario observar estos charisma del Padre en nosotros y ponerlo a su servicio.
¿Qué relación tienen estos dones con nuestra personalidad?
Dijimos que se define a la personalidad como el conjunto general de rasgos mentales, de carácter, comportamiento, temperamento y emociones; es decir, las formas constantes e identificables en las que una persona difiere de las demás.
Los dones dados por el Padre y nuestra forma individual de ser tienen una relación principal. Sin lugar a dudas, para servir hay que tener una personalidad inclinada a realizar servicios; no todos tenemos el don del celibato o el de presidir, pero tenemos dones de Dios característicos de nuestro comportamiento, y otros que todavía son potenciales. Esto nos permite actuar en diferentes ministerios con más facilidad que en otros debido a que es un don de Dios dentro de nuestro perfil. También, es necesario buscar y perfeccionar la personalidad nueva dada por Cristo: Nuestra personalidad cristiana.
Considero importante aclarar que hay rasgos en nuestra personalidad que será fácil reconocer en nosotros, a la vez, encontraremos otros que no nos son tan familiares pero son rasgos, comportamientos y formas de percibir o pensar que pertenecen a ésta personalidad cristiana de la cual hablo. Esa es nuestra meta, llegar a ser semejantes a Jesús y perfeccionar su carácter en nosotros. Sólo el Espíritu de Dios puede tomar de Jesús y ponerlo en nosotros: Su mente y Personalidad .


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NUEVE TIPOS DE PERSONALIDADES Y EL FRUTO DEL ESPÍRITU SANTO

El apóstol Pablo, al exponer en su Epístola a los Gálatas la temática de la libertad del cristiano, y la naturaleza de su nueva vida, usa la expresión “fruto del Espíritu” (en singular) en contraposición a “las obras de la carne” (en plural). 


Para el apóstol “el fruto del Espíritu es...”, aplicando así el principio de que el árbol bueno produce buen fruto.
El Espíritu Santo es la energía personal en el cristiano que activa su nueva vida por la que puede producir el fruto multiforme de “amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza”. Este fruto pone de manifiesto la abundancia de la savia que pone el Espíritu de Dios en nuestra vida regenerada.
A continuación veremos nueve tipos básicos de personalidades. Seguramente encontraremos defectos y virtudes; lo importante es permitir al Espíritu Santo trabajar en éstos y poder observar como la mano de Dios está presente en nuestra personalidad y como se manifiesta en ella el charisma de Dios.
A medida que descubras y veas tus rasgos individuales podrás utilizarlos y, a la vez, perfeccionarlos permitiendo que el fruto del Espíritu del Padre que está en ti bendiga tu vida, familia, congregación y todo tu contexto personal.
Usa todo el potencial que Dios puso en ti.


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Cuando D. L. Moody estaba visitando Inglaterra, escuchó a Henry Varley decir: “el mundo aún no ha visto lo que Dios pudiera hacer con un hombre completamente dedicado y consagrado al Espíritu Santo”. Más tarde Moody comentó, “Él dijo “un hombre”. El No dijo un “gran hombre” o un “hombre educado” o un “hombre rico”. Simplemente dijo “un hombre”. Yo soy un hombre y está dentro del mismo hombre decidir si habrá esa consagración completa o no. Yo intentaré hasta lo máximo ser ese hombre".


TIPO 1. EL REFORMADOR

“Tengo una misión en la vida.”

Este tipo de personalidad es llamado el reformador porque estas personas creen tener una misión en la vida, lo que los lleva a desear mejorar el mundo de diversas formas, utilizando el grado de influencia que poseen. 


Se esfuerzan por superar la adversidad, sobre todo la adversidad moral, para que el espíritu humano brille y cambie las cosas. Trabajan por valores elevados, incluso a costa de grandes sacrificios personales.
La historia está llena de personas con este tipo de personalidad que han abandonado vidas cómodas para hacer algo extraordinario, porque creían que algo superior las llamaba a hacerlo. Muchas personas, cristianas o no, han aportado a la humanidad de este don tan apreciable.
Las historias bíblicas están llenas de estos tipos de personalidades. Hechos de los apóstoles no terminó en el capítulo 28 de ese libro; los hechos de estas personas con esta clase de personalidad se repiten día a día, minuto a minuto, y son tan necesarias hoy como ayer.
Podríamos decir, como el escritor del libro a los Hebreos, que nos faltaría tiempo contando de estos héroes de la fe. Hombres y mujeres revolucionarios de corazones que producen, en consecuencia, una reforma transformadora en el interior del ser humano y en la humanidad toda. Discípulos de Jesús que enérgicamente y con autoridad divina producen un quiebre en un orden de gobierno espiritual reinante, llevando a las personas al Reino eterno de Cristo.
Son personas que han comprendido que fueron llamadas con un propósito y que éste incrusta en nuestro camino, el sello de aquellos que lograron percibir que tienen, no sólo una misión en la vida, sino también una visión que les permite soñar con los sueños de Dios sobre su existencia.

UN REFORMADOR TRANSFORMA PROBLEMAS EN OPORTUNIDADES

Tener visión es ver más allá de lo contingente y pragmático, mucho más allá de lo que el común de la gente puede ver. Es adquirir una mirada que logra traspasar el espacio y los tiempos, no sólo humanos sino también los eternos.

Construir nuevas realidades y hacerlas posibles, es lo que hace un reformador, sin duda requiere de energía y fuerza, debe tener pasión en lo que cree. La energía y fuerza están dadas también por la confianza que nos tenemos y en quien creemos, el optimismo y fe respecto a Aquél que nos llamó. Incluye también el empeño en llegar al objetivo que nos proponemos focalizando nuestra energía y siendo muy perseverantes en el camino.
Un reformador transforma problemas en oportunidades, siendo, sin duda, ésta una de las principales particularidades que poseen. Esta característica se denomina “resiliencia”, que consiste en la capacidad de sobreponerse a la adversidad, creciendo a partir de ella. Enfrentan cambios y sobresaltos de una manera contractiva no dejándose abatir por la frustración. Los empuja la seguridad de su llamado y la confianza en Quién los llamó.
En este momento, pienso en ti, Jesús. Te observo mirando los ojos de tus hermanos y veo la incredulidad con que te contemplan. Miro los ojos de aquellos que te vieron crecer; advierto sus manos cargadas de piedras y sus puños cerrados dispuestos a golpearte y matarte.
Veo aquella escena del jardín de Getsemaní y siento el beso traidor de Judas y, aun así, te oigo llamándolo “amigo”. Observo a Pedro levantarse, arrogante, poderoso, confiado y arrollador, diciendo: ¡Aunque todos te dejen, yo no lo haré! Y luego, lo veo llorando amargamente.
Cuando relaciono las imágenes y veo una multitud gritando ¡Bendito el que viene en el Nombre del Señor! Y los distingo en otra, vociferando: -¡crucifíquenlo!, ¡crucifíquenlo!- Me pregunto: ¿Cómo podemos caer ante los problemas y no pensar en levantarnos?
Busco un ejemplo de alguien que supo sobreponerse a las adversidades y encuentro a miles. Algunas más sobresaliente que otras por su cercanía a mí. Pienso en mi madre. Pienso en ti. Si estás leyendo este libro, es porque eres la clase de persona que siempre está dispuesta a encontrar una oportunidad en cualquier contrariedad. Pero, ¡Qué difícil es!
Cuando escribo estas líneas pienso en mis circunstancias y oro: --Señor dame la capacidad de una personalidad reformadora. Haz de mí un reformador. Quiero construir nuevas realidades y hacerlas posibles; quiero ser un apasionado de Ti y tu obra. Permíteme transferir pasión, de otra forma, no transmito nada--.
Ser un reformador es poder mirar más allá de lo que se ve. Observar detrás de una botella de alcohol la posibilidad de que Dios pueda transformar esa vida. Creer que el Señor puede sacar algo bueno de todo lo malo que nos pasa. Que hay algo digno detrás de tanta miseria.
Esta clase de personalidad se forja a fuego lento. Es la capacidad de sobreponerse a la adversidad, creciendo a partir de ella. Es la entereza para enfrentar cambios y sobresaltos de una manera contractiva no dejándose abatir por la frustración. Es la facultad de sostenerse mirando al invisible y su mano poderosa extendida, sobre cualquier circunstancia, para transformarla para bien.
Amy Carmichael era una misionera al sur de India. Si ella nunca hubiera experimentado tanto sufrimiento, su nombre probablemente no sería tan bien conocido hoy en día. Ella pasó cincuenta y seis años en el campo misionero y nunca regresó a casa en Inglaterra, para reportarse a las iglesias. Un accidente le causó gran daño en su pierna y quedó en cama por los últimos veinte años de su vida. Fue durante estos años que ella escribió muchos de sus cuarenta libros. Dios usó su experiencia de sufrimiento para traer ánimo a millones de personas.
Fue este entendimiento de la habilidad de Dios para cumplir su promesa de Romanos 8:28 que permitió que Carmicheal escribiera: “Un Amo sabio nunca desperdicia el tiempo de su siervo. No importa las circunstancias que recibimos, Dios no va a desperdiciar una experiencia si permanecemos obedientes a él.”
No se trata de ser optimista o pesimista, se trata de tener fe. Creer que Dios tiene el control sobre cualquier circunstancia y mediante esta fe, pensar, obrar, mirar las adversidades buscando en ella oportunidades de parte del Señor. Realidades transformadoras de nuestro carácter, nuestro entorno y todo el contexto de nuestra vida.
Leí, en un almanaque cristiano, la historia de un misionero en África quien estaba traduciendo la Biblia al léxico de la aldea. Cuando llegó a la frase “esperar en fe” no encontraba la manera de traducirlo de tal manera que los aldeanos pudieran comprender la profundidad de lo que significa esto.
Pasado el tiempo, la esposa del misionero falleció. Los africanos lo observaron junto al féretro, calmado y confiado en lo prometido por Dios, más allá del dolor. Su mirada estaba distante, lejos y observando. Un anciano se arrimó y le dijo: -Usted está mirando más allá del horizonte-. Entonces comprendió lo que significaba para ellos esperar en fe: “Es mirar más allá del horizonte”.

DONDE OTROS NO VEN

Ser un reformador es mirar más allá de donde nuestros ojos pueden mirar físicamente, por sobre lo mortal. Observar con los ojos de Dios que ven desde y hasta lo eterno. El horizonte marca el límite para tu visión terrenal, pero más allá del horizonte siempre hay algo de parte de Dios. No todo se termina ahí.

Más allá de tu dolor está el gozo de la presencia de Aquél a quien el mundo no puede recibir, pero tú sí, porque vive en ti.
Más allá de las palabras de rechazo de tus familiares hacía el Señor están las promesas del Padre, está su amor y su Propósito.
Más allá de la enfermedad está Cristo y su Poder.
Más allá de las palabras ofensivas y del dolor que producen, está Jesús diciendo de noche y de día palabras que te bendicen.
Llama a las cosas como Dios la llama: Si el Padre llama a tus hijos salvos y bendecidos, llámalos así. Si Cristo dice que te bendecirá y te prospera, créelo y piénsate conforme a su palabra. Si el Espíritu Santo de Dios dice que usará tu vida, ¡Prepárate!
El salmo 84:5-7, dice: “Bienaventurado el hombre que tiene en ti sus fuerzas, en cuyo corazón están tus caminos. Atravesando el valle de lágrimas lo cambian en fuente, cuando la lluvia llena los estanques. Irán de poder en poder”.
Hay un juego de palabras con las lágrimas y el agua que me impresiona. Dice que “atravesando el valle de lágrimas lo cambian en fuente, cuando la lluvia llena los estanques”.
Tener los estanques llenos era una señal de que Dios, a través de la lluvia había bendecido y aseguraba una cosecha abundante, o por lo menos, el agua suficiente para recoger el fruto de la tierra.
Hay un secreto en esta palabra que debemos rescatar; no dice que Dios cambia la situación, sino que ellos “cambian” el llanto en fuente, por medio de su confianza en el Señor.
Este arte de transformar un valle de lágrimas en una fuente, que como los estanques retienen el agua, tiene la particularidad de darle una utilidad, encontrar una razón de ser a lo vivido. La relación que tiene la lluvia con las lágrimas es, justamente, el producto final de éstas. Fruto en nuestro carácter y manera de relacionarnos con Dios y de adaptarnos a su Diseño Profético en nuestra vida.
Un reformador sabe que este proceso transformador comienza en su mente. Es allí donde se generan los pensamientos y las visiones. Cree en Dios y comienza a declarar y confesar lo que el Señor puede hacer mediante su Poder con estas circunstancias.
Confesar es estar de acuerdo con el Señor, es captar su sintonía, la sintonía del Espíritu. Es pensar con su mente y hablar de acuerdo con lo que Él habla. La confesión responde a la Santidad de Dios. Reconocer la verdad de lo que dice a través de su Palabra, es reconocer su integridad, que Cristo no cambia ni hay sombras de variación en su carácter.
Un reformador, transforma problemas en oportunidades confiando en el Poder de Dios. Sabe cuál es su camino. De donde viene y a donde va. Fiel más allá de los sufrimientos. Inquebrantable, aun pesándole las diferencias, las burlas y el desprecio. Firme, no obstante sea el único.
Un reformador se mantiene siempre de pie, y si cae, cien veces vuelve a levantarse con los ojos puesto en la Cruz mirando al Invisible. Una sola meta tiene: cumplir su misión y responder a la visión de Dios sobre su vida.
Es aquella clase de persona que no es estática en las adversidades, las transforma en ocasiones para cambiar, no solo personalmente, sino, todo su entorno.
Es importante que entiendas que el don de una personalidad reformadora no es solamente para tu beneficio. Hay tantas personas que son víctimas de la depresión. Ahogadas por la frustración no encuentran salida a su situación. Algunas tienen un arma en su mente, dispuestas a usarla si no llegamos a tiempo.
Nuestra personalidad reformadora debe ser puesta al servicio de los demás, de la misma manera que todos los dones dado por el Padre deben ser usado para beneficiar a los otros.
Piensa:
¿Cómo puedes ayudarles a construir nuevas realidades y auxiliarles a hacerlas posibles? ¿Tienen ellos la energía y fuerza necesaria?
¿Viven su pasión en lo que creen?
¿Pueden pensar en los problemas que le rodean como oportunidades?
Si no tienen estas facultades, entonces, te necesitan. Minístrales conforme al Poder de Dios; lo que por gracia recibiste, dalo por gracia.



“Y de hacer bien y de la ayuda mutua no os olvidéis; porque de tales sacrificios se agrada Dios”. Hebreos 13: 16


TIPO 2. EL AYUDADOR


“Me interesan las personas”

La personalidad ayudadora es inherente a toda la humanidad por ser un don del Padre. 


Los ayudadores son personas, o bien auténticamente serviciales con los otros o les interesa muchísimo considerarse como tales. Ser generosas y desvivirse por los demás, les hace pensar que su forma de ser es la más preciosa y la que tiene más sentido. El cariño e interés que sienten, y el verdadero bien que hacen, les alegra el corazón y hace que se consideren valiosas.
Los poseedores de esta personalidad están muy interesados en lo que ellos consideran las cosas realmente buenas de la vida: el amor, la intimidad y la comunicación, la generosidad, la familia y la amistad. Esta clase de personalidad es necesario cultivarla porque el fundamento del Evangelio de Cristo descansa en ella.

NO ES BUENO QUE EL HOMBRE ESTÉ SOLO

El libro de Génesis registra la creación de Dios. Luego de crear el cielo y la tierra y poblarlo; creó al hombre: “Y dijo Dios: No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él”.


Esto nos enseña que Dios creó al hombre como un ser social para el cual la soledad no es el estado ideal.
En medio de la abundancia y los deleites, el hombre era consciente de sentimientos que no podía satisfacer. Fue necesario proveerle a Adán de una “ayuda idónea” porque ninguna de las criaturas vivientes que él veía, era de condición igual a él, y que mientras cada especie tenía su compañero de la misma naturaleza, forma y hábitos, sólo él no tenía compañera. El matrimonio es una ordenanza de la creación y no una acomodación al estado del hombre caído. Como Dios había determinado hacer bien al hombre, formó de él a la mujer.
Somos seres sociales y nuestra complacencia y satisfacción siempre se pronunciaran mediante la ayuda; la que recibimos y la que damos. Más allá que tengamos todo lo necesario para satisfacer nuestras necesidades, siempre que recibimos una ayuda sentimos el placer interior de reconocimiento. El sentimiento de sentirnos valorados nos da aliento.
La soledad no es un estado acorde a los pensamientos creadores de Dios. Ser de ayuda para los demás produce una complacencia interior donde, el que ayuda es más bendecido que el que recibe la asistencia, por este motivo, la Biblia dice que es más bienaventurado dar que recibir.

EL HOMBRE COMO IMAGEN DE DIOS

Algunos textos de Génesis dicen que el hombre fue creado a imagen de Dios y a semejanza de Dios. Aunque muchos intérpretes han procurado ubicar la imagen de Dios en la razón, la creatividad, el habla, o la naturaleza espiritual del hombre, es más probable que lo que fue hecho a imagen de Dios haya sido el ser humano total, y no alguna parte o aspecto de él en particular. 


La totalidad del hombre, cuerpo y alma, es la imagen de Dios; el ser humano es la imagen corporal del Dios incorpóreo. El papel del hombre como señor de la tierra está determinado por su creación como imagen de Dios.
Semejanza es traducido del verbo damah que significa: ser semejante, parecerse, ser o actuar (como alguien), igualar o comparar, concebir o imaginar, comparar o ponderar. También por el nombre demuÆt que significa: semejanza; figura; forma; molde; patrón; diseño; réplica. Significa el original que sirve de patrón para una réplica. Esta acepción se encuentra en la primera cita que usa el vocablo: Y dijo Dios: “Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza” .
Imagen es lo que los demás pueden ver. Cada vez que dispones tu corazón a ayudar a los demás, el perfil de Dios se deja ver en ti, porque nuestro Dios se complace en ayudar.
Que el charisma del Padre esté en nuestra personalidad ayudadora no es de extrañarnos, somos conforme Dios. La personalidad del Creador es de ser dador:
 El Padre dio a su Hijo.
 Jesús ofreció su vida por nosotros,
 y el Espíritu Santo es enviado como consolador y ayudador en nuestras debilidades.
El Padre se deleita en que lo consideremos tal cual es: nuestro ayudador. David lo consideraba su ayuda y su escudo, su gran protector. Es necesario que reconozcas su personalidad ayudadora. Que lo tengas presente en cada una de tus necesidades. Quiere ser tu fiel confidente y el más seguro lugar de refugio. El abrió la puerta del cielo para ti; lo hizo a través de la carne desgarrada de su Hijo. La entrada al Lugar Santísimo se franqueó para que ingreses por la fe y encuentres el oportuno socorro en cada uno de tus problemas.
El rey de los etíopes, llamado Zera, salió a la guerra contra el rey Asa de Judá con un ejército de millones, y trescientos carros. En esa situación, “clamó Asa a Jehová su Dios, y dijo: ¡Oh Jehová, para ti no hay diferencia alguna en dar ayuda al poderoso o al que no tiene fuerzas! Ayúdanos, oh Jehová Dios nuestro, porque en ti nos apoyamos, y en tu nombre venimos contra este ejército. Oh Jehová, tú eres nuestro Dios: no prevalezca contra ti el hombre. Y Jehová deshizo a los etíopes delante de Asa y delante de Judá; y huyeron los etíopes.”
No hay diferencia para Dios en ayudarte en lo grande o pequeño de tu problema; su poder se perfecciona en la debilidad. No interesan los recursos con los cuales cuentes; no importa cuántos sean los que se levanten contra ti; nuestro Dios es nuestro ayudador y especialista en imposibles.

SERES SOCIALES CONFORME DIOS

El Señor nos creó como seres sociales porque “Su Imagen” no es la de un Dios solitario. 


Es el Ser más social que jamás existió. Habita y habitará por siempre rodeado de millones y millones de seres vivos, tanto celestiales como terrestres glorificados, toda su creación es infinitamente inmensa como para pretender ser contada por el intelecto humano. Millones y millones de ángeles le adoran y habitará siempre en familia; creó una unidad familiar divina de la cual somos parte.
La manifestación de Jesús en carne estuvo canalizada a través de una familia humana. A la vez es la revelación del Dios Trino; encauzando esta expresión del término “familia” como una palabra radicada en Dios. Jesucristo es la segunda persona de la Trinidad Divina. Él es Dios. Es Dios hecho carne. Pero, en su manifestación a los hombres utiliza el vocablo “Hijo” traduciendo de esta forma el total propósito de Dios: añadir hijos, a través de su Hijo, a su familia divina.
La relación revelada entre Jesús y su Padre Celestial nos ayuda a nosotros a canalizar nuestra relación personal con Dios, a su manera, es decir, en un trato de padre e hijo. Jesús nos acostumbró a esto. Él es la imagen del Dios invisible y, a la vez, es la representación relacional de la Familia Divina.

FAMILIA:
Primer lugar de manifestación de la personalidad ayudadora

Dios crea al hombre como una institución social; los crea hombre y mujer; no como un individuo solo, sino como dos personas. La comunidad que refleja la imagen de Dios es especial: la comunidad de una mujer y un hombre. 


Cuando Dios eligió crear a la humanidad a su imagen, creó el matrimonio, una familia. La entidad de la familia constituye un reflejo de la comunidad de la Divinidad. Su identidad, vida y poder provienen de Dios.
La familia nos enseña las relaciones humanas, las emociones y las expresiones de las emociones, y la forma de reaccionar con el mundo y con los otros. Para David Schneider (1980), la familia es una unidad de reproducción sexual y, como tal, distinguible de otras unidades sociales formadas por parientes. Por su parte, Wilson y Pahl (1988) sostienen que la familia se puede considerar como un grupo de acción, una fuente de solidaridad social y de charla y, también, como una fuente muy útil de ayuda material cuando hay que afrontar problemas.
Un cristiano debe aprender que primeramente debe “ser piadoso para con su propia familia, y a recompensar a sus padres; porque esto es lo bueno y agradable delante de Dios. (…) Porque si alguno no provee para los suyos, y mayormente para los de su casa, ha negado la fe, y es peor que un incrédulo” .
Cuando este centro primario de ayuda falla, por cualquier circunstancia, el Señor mismo se hace cargo de cuidar de aquellos que han perdido la protección otorgada por el Creador a través de la corporación familiar; toma la responsabilidad de “padre” de las viudas, los huérfanos y los desamparados.
La Biblia revela este aspecto de la naturaleza del Señor en un rico y variado uso de imágenes de la familia: Dios es nuestro Padre, Dios es el esposo para su pueblo, Dios es como una madre que cuida a sus hijos, Cristo es el esposo de la Iglesia.
Sin embargo, la personalidad ayudadora es tan inherente a todos los humanos que Jesús resaltó este carácter en el hombre, superando su caída pecaminosa, preguntando a los que le escuchaban: “¿Qué hombre hay de vosotros, que si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿O si le pide un pescado, le dará una serpiente? Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan?”

PERSONALIDAD ECLESIÁSTICA

La Iglesia es una comunidad cuya personalidad corporativa se basa en este tipo de personas: ayudadoras.

Las congregaciones nueva testamentarías causaban fascinación entre sus contemporáneos justamente por su calidad solidaria. Hechos de los apóstoles relata cómo compartían el pan con sencillez de corazón. “Y la multitud de los que habían creído era de un corazón y un alma; y ninguno decía ser suyo propio nada de lo que poseía, sino que tenían todas las cosas en común. (…) Así que no había entre ellos ningún necesitado; porque todos los que poseían heredades o casas, las vendían, y traían el precio de lo vendido, y lo ponían a los pies de los apóstoles; y se repartía a cada uno según su necesidad” .
El charisma de Dios se manifiesta en los corazones de los cristianos con la finalidad de que el mundo pueda creer y tomar ejemplo. Es gracia que nos es dada, con la idea de que el que reparte lo haga con liberalidad si de servicio, en servir el que hace misericordia, con alegría.
La historia bíblica del libro de Hechos de los apóstoles, nos narra que había “en Jope una discípula llamada Tabita, que traducido quiere decir, Docas. Ésta abundaba en buenas obras y en limosnas que hacía. Y aconteció que en aquellos días enfermó y murió. (…)
Levantándose entonces Pedro, fue con ellos; y cuando llegó, le llevaron a la sala, donde le rodearon todas las viudas, llorando y mostrando las túnicas y los vestidos que Docas hacía cuando estaba con ellas. Entonces, sacando a todos, Pedro se puso de rodillas y oró; y volviéndose al cuerpo, dijo: Tabita, levántate. Y ella abrió los ojos, y al ver a Pedro, se incorporó. Y él, dándole la mano, la levantó; entonces, llamando a los santos y a las viudas, la presentó viva.
Esto fue notorio en toda Jope, y muchos creyeron en el Señor”. Este suceso ejemplifica lo que una personalidad ayudadora hace en el corazón de los demás. A la vez, lo que puede producir en el corazón de Dios que causó un milagro de resurrección que conmovió toda la ciudad.
Esta es la conjunción de dones que se manifiesta en la personalidad de un ayudador: misericordia, servicio, entrega, exhortación. Si las personas que no tienen a Cristo permiten la manifestación de estos charismata del Padre; cuanto más nosotros sobre quienes se ha derramado el Amor de Dios por medio del Espíritu Santo que nos fue dado.



“Dios quiere que brillemos. No todos podemos ser faros, pero cualquiera de nosotros puede ser una velita de sebo. Una lamparita a veces puede hacer mucho. El incendio de Chicago se debió a que una vaca, de una patada, volteó una lámpara. Cien mil personas, como resultado, perdieron sus casas y sus posesiones. Que no te haga creer Satanás que porque no puedes hacer grandes cosas, no puedes hacer nada”. D. L. Moody.


TIPO 3. EL TRIUNFADOR
“Si trabajo mucho sé que seré capaz”

Hemos llamado el triunfador a este tipo de personalidad porque son verdaderamente capaces y triunfan en muchos aspectos de la vida. Saben lo agradable que es desarrollarse y aportar al mundo sus capacidades. 


También disfrutan motivando a los demás a consecuciones personales mayores de las que se creen capaces de realizar. Aquellos, que tienen este tipo de personalidades, suelen tener éxito y caer bien porque manifiestan creer en ellos mismos.
Hay parámetros terriblemente opuestos entre lo que Dios dice que es un triunfador y lo que el sistema de este mundo conceptualiza como tal. Sin embargo, hay otras cualidades que definen esta personalidad triunfadora en las cuales hay coincidencia. Sin lugar a dudas, para lograr un fin debemos creer que es posible. Éste creer es, sobre todo, creer que hay un Dios en el cielo, que fuimos llamado en Jesucristo, que tenemos un diseño profético, que somos lo que Dios dice que somos y podemos hacer lo que él dispuso que hagamos para su gloria.
Quienes tienen este tipo de personalidad son los más partidarios de desarrollar sus talentos y capacidades. Por sobre todas las cosas, saben que vale la pena el esfuerzo de ser “lo mejor que pueden ser” por amor a Aquél que los amó y dio lo mejor de sí mismo por ellos.

UN TRIUNFADOR EN CRISTO:


Tienen un concepto real de lo que es triunfar.

Su mente se renueva en Dios dejando de lado la falsa percepción del mundo en cuanto a ser un ganador. Entienden que muchas veces perder es ganar. Comprenden el valor de la inversión, pero con visión de los tiempos eternos. Lo que es perder la vida para salvarla. Dejarlo todo para ganar a Cristo. Son los que cuando ven una perla preciosa reconocen su valor por sobre cualquier otra perla y lo venden todo para comprarla sabiendo que es la mejor de todas las perlas habidas y por haber. Saben diferenciar un tesoro cuando lo encuentran, y dan todo por conservarlo.

UN TRIUNFADOR ES SER UN LUCHADOR

Sabe que sólo después de una lucha hay una victoria.

El Apóstol Pablo analizaba diferentes arquetipos de luchadores con el único fin de graficarnos que la vida cristiana tiene su disputa diaria. Nos da el ejemplo del atleta que corre en el estadio y del luchador que pelea. Lo ejemplifica con los competidores que rivalizaban en los Juegos Olímpicos de Grecia. En cuanto al premio, los atletas y luchadores griegos competían por una corona de laurel, corruptible y pasajera, como toda gloria que el hombre pueda conseguir en esta tierra. La lucha cristiana tiene un premio incorruptible, la corona de Vida.
Entre nuestra lucha y la del mundo las diferencias son notables, sobre todo la esencia de la disputa y la forma en llevarse a cabo. Lo más relevante, es que no podemos luchar a merced de transgredir los estatutos establecidos, debemos luchar legítimamente. Esto significa: Luchar al modo de Dios y no al modo natural del hombre.

DE TODO SE ABSTIENEN

Tampoco se puede pretender ganar sin un cuidado personal; un triunfador de Cristo lo hace “absteniéndose de todo lo que le afecta y despojándose de todo peso y del pecado que le asedia; corre con paciencia la carrera que tiene por delante”.

Pablo nos dice que observemos al soldado que sufre penalidades; y no se enreda en los negocios de la vida, a fin de agradar a aquel que lo tomó por soldado. Al atleta que de todo se abstiene y corre, no a la ventura, sino consciente de porque tanto sacrificio. El labrador que trabaja, sabiendo que debe hacerlo primero, y luego recibir el fruto de su labor. El luchador que pelea no como quien golpea al aire, sabiendo que cada golpe perdido es ventaja para el rival, sino pegando con conocimiento de la técnica; pegando bien.
Entiende que no se triunfa sin sacrificio.
Al final de su exposición aconseja al joven Timoteo: “Considera lo que digo, y el Señor te dé entendimiento en todo. Acuérdate de Jesucristo del linaje de David, resucitado de los muertos conforme a mi evangelio (…).
Palabra fiel es esta:
Si somos muertos con él, también viviremos con él;
Si sufrimos, también reinaremos con él;
Si le negáremos, él también nos negará.
Si fuéremos infieles, él permanece fiel;
Él no puede negarse a sí mismo”.

SER UN TRIUNFADOR ES PODER  CUMPLIR NUESTRO LLAMADO

Triunfar es encontrar nuestro diseño profético y poder desarrollarlo de manera de que, un día, al presentarnos delante de Jesús, podamos mirarlo a los ojos y escuchar sus palabras: -¡Bien, buen siervo fiel!-. Entendiendo que triunfar no es por el tamaño de la obra ni la magnitud de lo que se ve, (justamente, la grandeza suele estar escondida a los ojos humanos), sino por cumplir el sueño de Dios con nosotros.

Entonces, ser un verdadero triunfador es saber y luchar por conseguir la verdadera victoria en esta vida, que es ser usado por Dios y cumplir la misión y visión con la cual el Señor diseño proféticamente nuestro nacer, vivir y regreso ante su presencia, en su Perfecta, Santa, y Buena Voluntad.
Esta es la promesa profética para un verdadero triunfador:
Al que venciere, le daré a comer del árbol de la vida, el cual está en medio del paraíso de Dios.
El que venciere, no sufrirá daño de la segunda muerte.
Al que venciere, daré a comer del maná escondido, y le daré una piedrecita blanca, y en la piedrecita escrito un nombre nuevo, el cual ninguno conoce sino aquel que lo recibe.
Al que venciere y guardare mis obras hasta el fin, yo le daré autoridad sobre las naciones, y las regirá con vara de hierro, y serán quebradas como vaso de alfarero; como yo también la he recibido de mi Padre; y le daré la estrella de la mañana.
El que venciere será vestido de vestiduras blancas; y no borraré su nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre, y delante de sus ángeles.
Al que venciere, yo lo haré columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí; y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de mi Dios, y mi nombre nuevo.
Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono.

PERSONALIDAD TRIUNFADORA EN EL AMOR DE DIOS

Tu personalidad triunfadora debe ser renovada en tu mente mediante la Palabra de Cristo.

El mundo observaba a Jesús agonizante y vencido en la cruz ignorando que era el sublime momento de su victoria por nosotros. ¿Cuántas personas miran nuestra búsqueda de Dios como una pérdida de tiempo, consideran nuestra esperanza como una locura y a nuestra abnegación como una debilidad? No saben que lo insensato de Dios es más sabio que los hombres, y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres.
El carácter triunfador está en nosotros pero es un rasgo particularmente propio del Creador. Dios es triunfador. Cristo es el Victorioso y en su victoria somos triunfadores. El mundo espiritual sabe esta verdad, quizás nosotros lo entendemos en la letra y no en la práctica. Son las luchas y sus consecuentes victorias las que nos demuestran esta realidad espiritual.
Cada vez que te enfrentas a un gigante, cuando te atreves a levantar tu mirada y mirar por sobre las burlas y el desprecio, en cada oportunidad que dices -¡basta, se acabó!- y, sin embargo, secas tus lágrimas y sigues adelante, estás realmente demostrando que el invicto Señor del cielo y de la tierra vive en ti.
Muchas veces puedes sentirte contado como oveja de matadero. Con un dedo señalándote continuamente y destinándote a morir todo el tiempo. Puedes creerte marcado para la lucha y el sufrimiento. No temas; así se sentían tanto el Apóstol Pablo como lo que estaban con él, los cuales te alientan diciendo que “por causa de Cristo ellos eran muertos todo el tiempo; contados como ovejas de matadero”.
No te desesperes, sólo son sentimientos. Éstos radican en el alma. Pablo sabía que sufría por Jesús y tenía el fortísimo consuelo que tenemos todos los que hemos acudido para asirnos de la esperanza puesta delante de nosotros. La cual tenemos como segura y firme ancla del alma, y que penetra hasta dentro del velo, donde Jesús entró por nosotros como precursor, hecho sumo sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec. Un ancla que no permitirá que tus sentimientos anímicos sean arrastrados por las olas de la vida y dejados a la deriva. Tus emociones se sostendrán amarradas a Dios por la fe.
Los Apóstoles sabían que sufrían por alguien que les amaba con amor eterno. Tremendamente fiel. Inalcanzablemente invicto. Supremamente deseado. Ellos declararon confiados que en todas estas cosas eran más que vencedores por medio de aquel que nos amó.
La personalidad del Apóstol Pablo era triunfadora. Pero, es importante tener en cuenta que su triunfo radicaba en el amor de Cristo. Amor del cual muchos seres, terrenales y celestiales, quieren apartarte. La pregunta es: ¿Quién nos separará del amor de Cristo? Te invito a observar a este Amor desde tres ópticas y las distintas maneras por medio de las cuales pretenden separarnos de ese amor.

PRIMERO:
Separarnos del amor del Señor ¡Imposible!

La principal razón es que la decisión de amarnos y dar su vida por nosotros fue de Jesús . Te amó de manera incondicional. 


No le importó tu posición. No esperó que tú le ames para retribuirte. Te amará siempre aunque tú nunca le reconozcas ese amor. Aunque lo desprecies y lo pisotees. Te amó no obstante le escupiste en la cara cuando te lo declaró. Si bien le diste la espalda y te fuiste por tu camino.
Amar es una decisión. Jesús decidió amarte y dar su vida por ti. Nada ni nadie puede cambiar esta realidad. ¿Cómo puede la tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada, separarnos de su amor?
Quisiera saber qué es lo que pasa desafiante por tu vida. Quisiera que mis palabras no sean agresivas, ni duras, que tengan empatía, que te comprendan. Sólo tú sabes y conoces tus tribulaciones.
¿Quién puede mirar tu corazón y contar todas tus angustias? ¿Quién puede ver las lágrimas secas e invisibles? Sólo Jesús. Nadie más que Él. Cristo sabe de tus persecuciones, de tus necesidades y los problemas que te oprimen. Exclusivamente Jesús puede tener una real empatía en cada circunstancia que pases. Porque Él se hizo carne. Habitó entre nosotros. Fue perseguido, despreciado, traicionado, desamparado hasta por su Padre Celestial al hacerse pecado por nosotros, pecadores.
Jesús es Dios y es hombre. Toda la experiencia humana está en Él y toda la plenitud de la deidad habita corporalmente en Cristo. Jesús puede escudriñar lo más profundo de tu ser y enjugar tus lágrimas. No hay experiencia de dolor por la cual pases que Él no haya recorrido primeramente.
-La vida es una rosa, pero con espinas-, decía un poeta. No te preocupes, Jesús pasó antes que vos. Sus pies aplastaron sus filosas puntas. Tus heridas jamás serán más profundas que las suyas. No hay nada que te suceda que Cristo no pueda socorrerte, comprenderte, animarte e interceder ante Dios por ti. Si te sientes a la deriva ¡Tira el ancla de la fe! y aferra tu barca a la Roca fuerte.

SEGUNDO:
¡Mirad cual Amor nos ha dado el Padre!

El Amor del Padre y el del Hijo son iguales en todo sentido.

El amor de Dios Padre fue manifestado en la manera en que Dios amó al mundo que lo llevó a dar a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él creé, no se pierda, más tenga vida eterna.
Ese amor del cual pretenden separarnos, es el más sublime y fuerte amor que existe, el Amor del Dios Creador y fuente de todo poder. Por eso, ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada, nos puede separar del amor de Dios que es en Cristo Jesús.

TERCERO:
Ese amor fue derramado en tu corazón por el Espíritu Santo que te fue dado.

Si odias. Si albergas resentimientos en tu interior y no logras perdonar, entonces te habrás separado de ese amor eterno para tratar de amar con un amor perecedero.

¿Quién te separará del amor de Cristo? ¿Los que se burlan de ti? ¿Los que te persiguen? ¿Todos los instrumentos humanos usados por el Diablo para apartarte de este amor perfecto? ¿Ese hombre o esa mujer o la multitud de personas que se levantan contra ti?
Perfecciona tu personalidad triunfadora en la mente de Cristo. Manso Cordero que cuando lo injuriaban no respondía con amenazas. Aquél del cual se burlaban y afrentaban y, sin embargo, contestaba orando por ellos.
No es fácil, pero práctica el orar por los que te persiguen y experimentarás la bendición del suplicar por ellos. Sentirás la paz que da la libertad del odio, los resentimientos y la amargura. Sólo tú puedes orar por quien te odia. Ellos no pueden orar ni por ellos mismo, menos lo harán por ti.
¡No permitas que te aparten del amor de Cristo! Jesús decidió amarte. ¿Cuál será tu decisión con los demás? ¿Qué condición pondrás para amar? ¿Serán los sentimientos humanos los que midan tu amor? ¿Será el afecto efímero el que dominará tu mente y tus decisiones? Si sucede esto, entonces, será tu alma quien dictará tu conducta y el perfecto amor de Cristo estará cada vez más apartado de tu personalidad. ¡Qué nadie te separe del amor de Cristo!
Nadie ni nada puede apartarte de su amor. Deja que hablen. Déjalos blasfemar y burlarse. Ora por misericordia a Dios. Bendíceles y ámales con el amor con que Jesús te amó: Sin condiciones.
En medio de tus tribulaciones y angustias, persecuciones y necesidades, adora a Dios. Preséntale todas tus necesidades con oración y ruego en el Nombre de Jesús. Dale sacrificio de labios que confiesen su Nombre. Sólo hay una cosa que el Diablo no soporta y es venir a tu vida con luchas y mentiras y que tú, en medio de la aflicción, resistas adorando a Jesús. Te lo asegura la Palabra de Dios, ¡huirá de ti!
Mira hacia el cielo, ahí está Cristo sentado a la diestra de Dios Padre, luego grita la exclamación de los triunfadores:
Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó.
Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.

PERSONALIDAD TRIUNFADORA Y EL PRÓJIMO

Un triunfador disfruta motivando a los demás a conquistas personales mayores de las que se creen capaces de realizar.

Hemos sido llamados al servicio del Señor. Con una personalidad triunfadora en Jesús los dones dado por el Padre se manifestarán: El de exhortación se observará en ti alentando a los demás a alcanzar la victoria en la fe cristiana; contagiando e impregnando con el olor victorioso del cristianismo. El don de la profecía abrirá caminos en medio de la oscuridad, permitiendo mediante tu enseñanza observar lo que aún está escondido en el impenetrable manto del mañana. Tú abrirás los ojos espirituales de aquellos que te oigan hablar de Cristo, de su control por sobre las circunstancias, y de su victoria total manifestada en Jesús. Observarán tu actitud en medio de tus propias dificultades y querrán tener tu confianza. Desearán imitar y tener tu personalidad. Ser imitadores tuyos como tú de Cristo.
La personalidad cristiana de un triunfador no es el positivismo secular. La actitud de los vencedores en Cristo tiene la particularidad de ser consciente en donde radica su victoria. Transmiten una mirada positiva pero que glorifica a Dios. Vive en fe, actúa en fe e invita a los demás a superarse a sí mismo y a las circunstancias en fe.
El diseño profético de Dios para el uso de todos los dones dado por el Padre, es que si alguno habla, hable conforme a las palabras de Dios; si alguno ministra, ministre conforme al poder que Dios da, para que en todo sea Dios glorificado por Jesucristo, a quien pertenecen la gloria y el imperio por los siglos de los siglos. Amén



Pero he aquí que yo la atraeré y la llevaré al desierto, y hablaré a su corazón. (…)
Yo te conocí en el desierto .

TIPO 4.
EL INDIVIDUALISTA

El individualista es el tipo de persona que mantiene su identidad considerándose fundamentalmente diferentes a todos. Suele pensar que posee talentos únicos, dones especiales, fuera de serie, pero también que tiene desventajas o defectos únicos.

Hay una parte negativa y una positiva en esta clase de personalidad.
La parte negativa de un individualista Es querer hacer todo por uno mismo. Es querer ser líder y, paradójicamente, alimentar una actitud anti-líder.


Observemos el presente decálogo:
1. No desarrolles actitud de aprendizaje. No te formes. Sé fiel al slogan de que “La vida y el tiempo es el que enseña”. Resalta con orgullo que el último libro que leíste fue un libro de lectura en la escuela primaria.
2. Improvisa. No plantees ni te preocupes por conseguir objetivos. Sube al púlpito o ministra sin previa preparación intelectual y espiritual en la presencia de Dios.
3. No demuestres empatía o actitud de escucha. No pierdas el tiempo en “charlitas” y “tonterías” con los que buscan una palabra en ti. Hay que dejarse de “infantilismos” y trabajar con “espíritu viril”.
4. Haz trabajar a los que están bajo tu cuidado individualmente. Ordena y manda. “Aquí no se piensa, se obedece”
5. No delegues. Controla todo. Tienes que estar omnipresente y que te vean como omnipotente. Hazte imprescindible. Crea la sensación de que, sin ti, vendría el caos.
6. Resalta tus méritos y prestigio. No seas humilde. Apúntate los logros.
7. No desarrolles a tus discípulos. Crea un clima de desconfianza y miedo, así liberarán adrenalina y se mantendrán activos.
8. Aíslate en tu torre de marfil. No comuniques. La incertidumbre fomenta la creatividad.
9. Tarda en responder o, mejor, no respondas a los problemas. Si tienen solución, ya se arreglarán y si no, ¿para qué perder el tiempo?
10. No dejes descendencia. No formes discípulos. Ten claro que “contigo acaba todo”.

El Apóstol Pablo nos dice que somos un cuerpo y que éste no es un solo miembro, sino muchos. Esto nos enseña que los dones de Dios deben ser bien utilizados, no para satisfacción personal, sino para una función de cuerpo, sirviéndonos los unos a los otros.
El individualista puede cometer este error. Como vimos en el decálogo, si es un líder quizás no sepa o quiera delegar, lo que sucede es que para poder hacerlo hay que confiar y, a la vez, vencer cualquier pensamiento de superioridad. Cuantas veces oímos decir: “Si no lo hago yo, nadie lo hará” o “nadie puede hacerlo como yo” o utilizando el viejo proverbio “quieres que salga bien, hazlo tú mismo”.

LO POSITIVO: Busca el desierto

La parte positiva es que, más que cualquier otro tipo de personalidad, ellos conocen muy bien sus diferencias y deficiencias personales y se centran en ellas.

A la vez, son sinceros consigo mismos: reconocen todos sus sentimientos y son capaces de ver sus motivos, contradicciones y conflictos emocionales sin negarlos ni edulcorarlos. Es posible que no les guste lo que descubren, pero no intentan racionalizar sus estados; tampoco tratan de ocultarlos, ni a ellos mismos ni a los demás. Están dispuestos a revelar cosas muy personales que podrían ser vergonzosas, porque están resueltos a comprender la verdad de sus experiencias, para descubrir quiénes son y hacer las paces con su historia personal.
Esta capacidad también les permite resistir el sufrimiento con serena fuerza. El conocimiento de su naturaleza más oscura les hace más fácil procesar experiencias dolorosas que podrían abrumar a otros.
Aunque hemos sido creados como ser social y en Cristo somos un cuerpo, sin embargo, el Evangelio tiene una faceta que pide una relación individual con Dios.
En el encuentro de Jesús con Natanael vemos una individualidad bien usada, conforme a la voluntad de Dios de una relación personal, entre Natanael y el Padre celestial:
“Cuando Jesús vio a Natanael que se le acercaba, dijo de él: -He aquí un verdadero israelita, en quien no hay engaño-. Le dijo Natanael: -¿De dónde me conoces? Respondió Jesús y le dijo: -Antes que Felipe te llamará, cuando estabas debajo de la higuera te vi.”- .
En Israel había tres plantas simbólicas de la relación de Dios y su pueblo escogido:
 El olivo, símbolo de la presencia de Dios en medio de su pueblo.
 La higuera, símbolo de los frutos que Dios esperaba de su pueblo.
 La vid, símbolo de la unión marital del pueblo de Israel con su Dios, para producir fruto agradable por la gracia de Dios y en unión con él.
Jesús centró su conocimiento de él en algo muy privativo de su persona. Jesús le recuerda que lo ha conocido a la distancia, en la intimidad del santuario personal, debajo de la higuera, donde Natanael como buen israelita hacía su lectura diaria de la Ley.
Esta alusión a su intimidad con Dios bajo la higuera era muy personal que sólo el propio Natanael sabía, por eso su exclamación admirativa: ¡Rabí, tú eres el Hijo de Dios; tú eres el Rey de Israel! ¿Quién puede conocer su relación íntima con Dios? Sólo Dios.
No debemos confundir la necesidad de congregarnos con nuestra propia necesidad de estar a solas con Dios. La profeta Francis Villegas nos alienta a conocer nuestro Diseño Profético pero, a la vez, nos dice que solamente en la presencia de Dios conoceremos nuestro diseño.
Deseo que no confundas esto y que no pretendas que por leer cien veces este escrito, y otros muchos libros, lograrás conocer la profundidad de lo ideado por Dios sobre tu vida. Es en la intimidad donde el Señor revela sus secretos. Por eso nos llama amigos. Hay cosas que nosotros no contaremos a todas las personas, sino que elegiremos a los amigos íntimos en los cuales hemos depositado nuestra confianza. Jesús depositó su confianza en ti. Quiere tener contigo una relación de íntima amistad. Él no te llama siervo o sierva, sino amigo y amiga.
Mientras escribo pienso en cómo hacer para ayudarte a conocer más íntimamente los pensamientos de Dios hacía ti. Pero cuanto más escribo, más me convenzo de que debo guiarte a una mayor profundidad en tu relación individual con tu Señor. Cristo te conoció allí, debajo de la higuera. Este “conocer” no se basa en el conocimiento exterior sino en el interior. El Señor te atrae hacía él para llevarte al desierto y allí es donde habla a tu corazón. --Yo te conocí en el desierto-- te dice el Señor.
Dios conocía el “carácter” de Natanael. El carácter es el modo de ser peculiar y privativo de cada persona. D. L. Moody decía: “El carácter es lo que somos en medio de la oscuridad, cuando nadie nos mira”. En otras palabras: Carácter es lo que somos en realidad, más allá de las caretas que disimulen nuestro interior.
La confesión de Jesús acerca de Natanael, delante de Felipe y los que le rodeaban, era sacar a luz públicamente lo que él hacía en secreto: Tener intimidad con su Dios. Es necesario un carácter individualista con este fin: cultivar nuestra relación personal con el Señor.
Cristo dijo: “Y cuando ores, no seas como los hipócritas; porque ellos aman el orar en pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos de los hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa. Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público” .
Hay muchas personas que viven de las oraciones congregacionales, y es bueno, pero no puede reemplazar nuestra oración personal. No podemos hablar con nuestro conyugue solamente en medio del ruido. ¿Qué clase de intimidad tendremos? Necesitamos hablar a solas y contarnos los secretos.
Muchos reclaman al pastor: -¿Cuándo proclamará ayuno?-, dando la sensación de que necesitarán imperiosamente la orden para hacerlo. Es bueno en forma congregacional, hay poder en el acuerdo, pero no debemos vivir de oraciones y ayunos prestados.
Los individuos con personalidades autónomas pueden aislarse para poder meditar y encausar sus vidas y sus tiempos con más facilidad que aquellos que no poseen estos rasgos, pero eso no garantiza que lo hagan. Debemos aprovechar y perfeccionar esta capacidad, de no ser así puede arrastrarnos a un aislamiento negativo producto de un carácter depresivo y solitario.
El potencial del aislamiento temporal es tremendo cuando uno lo hace con el deseo de buscar a Dios. Siempre el Señor exige de este tiempo; cuando está dentro de nuestra personalidad el poder apartarnos del ruido y la cotidianidad, esto es más fácil y terminará en un crecimiento de nuestra intimidad con el Señor.
Si eres una persona a la que le cuesta mucho “detener la pelota”, bueno, tendrás que ejercitar esta personalidad. Es necesario ir al desierto o Dios te llevará al desierto para hablarte a tu corazón. No obligues a Dios a actuar de esta forma. No lo impulses a obligarte a que emprendas el camino hacía el Monte Sinaí para ver su rostro. Emprende el camino, tipo Moisés, por tu propia voluntad y en respuesta a su llamado. Vas a encontrarte con tu Dios. Vas a verlo a cara descubierta, sin velo ni falsedades, ni caretas, ni nada parecido.
Busca el desierto. Es allí donde Dios habla a nuestra vida. Es en el desierto donde el Señor conoce nuestros corazones, en el cual nos prueba, en el que profundizamos en nosotros mismo, donde el Señor puede mostrarnos nuestro interior.
Es el lugar donde Dios habló a Moisés. En el que Cristo fue tentado y venció. Donde Pablo recibió el Evangelio directamente de Jesucristo; adonde tú recibirás tu Diseño Profético de boca de tu Señor.
A la vez, es donde se desarrollan nuestras capacidades creativas. Te sorprenderá ver cuántos talentos hay en ti y como el silencio y la quietud puede permitir a tu mente creadora producir. Ve al desierto; habla con Dios; y vuelve bendecido para ser de bendición a tu pueblo.





Puesto que ya muchos han tratado de poner en orden la historia de las cosas que entre nosotros han sido ciertísimas, tal como nos lo enseñaron los que desde el principio lo vieron con sus ojos, y fueron ministros de la palabra, me ha parecido también a mí, después de haber investigado con diligencia todas las cosas desde su origen, escribírtelas por orden, oh excelentísimo Teófilo, para que conozcas bien la verdad de las cosas en las cuales has sido instruido. Lucas 1:1-4.

TIPO 5.
EL INVESTIGADOR

“¿Que pasa aquí?” “¿Y si lo intentamos de otra manera?”

Hemos llamado el investigador a este tipo de personalidad porque más que cualquiera de los demás tipos, ellos desean descubrir por qué las cosas son como son.

El investigador desea entender por qué funciona el mundo, ya se trate del cosmos, el mundo microscópico, los reinos animal, vegetal y mineral o el mundo interior de su imaginación. Siempre están investigando, haciendo preguntas y ahondando en las cosas. No aceptan opiniones ni doctrinas recibidas, y si las aceptan, sienten una fuerte necesidad de examinar por sí mismo la verdad de todas las suposiciones.

LUCAS ERA UN MÉDICO GRIEGO MUY CULTO Y UN GRAN INVESTIGADOR

Su personalidad investigadora lo condujo a indagar minuciosamente sobre los acontecimientos históricos, vinculados a la vida de Cristo y las posteriores acciones de los apóstoles. 


Escribió el Evangelio que lleva su nombre y los Hechos de los Apóstoles. Su propósito era bendecir a su destinatario llamado Teófilo, de quien no poseemos más información. Por su medio, estos escritos debían llegar a muchos otros lectores.
Era muy necesario una biografía de Jesús porque a medida que pasaba el tiempo, aquellos que habían visto y palpado al Cristo de la gloria comenzaban a descansar en el Señor. El apóstol Juan aconsejaba, ya en esos tiempos, a no creer a todo espíritu, sino debían ser probados si eran de Dios o no; porque muchos falsos profetas habían salido por el mundo, y el espíritu de estos falsos profetas enseñaban que Jesucristo no había venido en carne.
Seguramente su Evangelio le debió llevar mucho tiempo y trabajo. Su investigación es profunda; Lucas explica que su intención es presentar una narración ordenada para beneficio de aquellos que ya conocen algo del cristianismo. Creía que la fe cristiana está arraigada en hechos históricos, que debían ser vistos como actos de Dios, y quería mostrar a sus lectores que aquello que habían oído sobre Jesús y la iglesia primitiva tenía un firme fundamento histórico.
La literatura de Lucas muestra cuatro características.
1. Tenía notorios dones literarios y los usó para contar bien su historia.
2. Tenía más conciencia de ser un historiador que los demás evangelistas.
3. Quería mostrar el significado teológico de lo ocurrido.
4. Tenía una preocupación pastoral por las necesidades de los lectores.
Su Evangelio es más como una biografía que los otros. Sin dudas, no cualquiera escribe una historia, al menos, que confíe en su capacidad de investigación. El trabajo que se propuso, como servicio esencial a Dios, no terminó en la biografía de Jesús. El evangelio según Lucas no es una obra autónoma, sino sólo la primera parte de una sola obra, que comprende también los Hechos de los Apóstoles. El segundo volumen no es un apéndice o una continuación proyectada en un segundo momento; en realidad, tan sólo con él se lleva a término el proyecto histórico y teológico propuesto por el evangelista.

EL INVESTIGADOR Y SUS RECURSOS

Si te propones investigar un hecho, primeramente debes saber hasta dónde quieres profundizar.


Luego, debes entender que puedes enriquecerte con las investigaciones y conocimientos de otros, siempre con la debida sinceridad y reconocimiento de sus trabajos. El doctor William Barclay dice que el que escribe sobre palabras es, obviamente, dependiente de los trabajos de otros.
El discípulo investigador dependía del conocimiento de aquellos que habían vivido con Jesús para su evangelio, pero para escribir el libro de Hechos, no perdió la oportunidad de ser testigo presencial y documentar de primera mano. Según parece, se unió al grupo de Pablo en Troas , con el cual navegó hasta Macedonia. Fue amigo y compañero de viaje de Pablo, al cual acompañó nueve años. El Apóstol se refiere a él como el “médico amado”.
Lucas no fue de “los que desde el principio vieron a Jesús con sus propios ojos”. Sin ser testigo ocular, afirma en su prefacio haber investigado cuidadosamente todos los datos disponibles. Su fin es “poner en orden la historia de las cosas”; estos sucesos históricos que decide investigar diligentemente y escribir en un libro, son todos los acontecimientos biográficos e históricos referidos al Mesías y sus Apóstoles. De ninguna manera tiene dudas sobre lo que investiga, son ciertísimas, además, sabe que muchos han intentado esto, (hay cuatros evangelios con el suyo inclusive), y existen otros libros que no han sido aceptados dentro del Canon bíblico.
“Al principio, sin duda, los seguidores de Jesús compartieron los recuerdos de su vida y enseñanzas mayormente por medio de la comunicación verbal, fuera en conversaciones o en enseñanza formal, pero antes de mucho tiempo registros escritos comenzaron a compilarse y guardarse. Estos primeros escritos, que probablemente eran más breves y limitados que los Evangelios que nosotros conocemos, naturalmente caerían en desuso cuando llegaron a aparecer escritos más largos.
Una vez que se estableció el modelo para los cuatro Evangelios que tenemos en el Nuevo Testamento, continuaron escribiéndose más “Evangelios”. Pero como estos Evangelios posteriores no llegaron a ser incluidos en el canon de las Escrituras, muchos de ellos tampoco sobrevivieron. Conocemos a algunos sólo por nombre, donde algunos escritores primitivos los mencionan y ocasionalmente los citan. Otros han salido a la luz muy recientemente, a medida que algunas antiguas copias han sido halladas en las arenas de Egipto.
El Evangelio de Tomás, de principio del siglo II, es una colección de 114 dichos de Jesús que varían entre una sola frase hasta parábolas largas. También del siglo II llega una sección del Evangelio de Pedro, dando una descripción más detallada de la muerte de Jesús y su resurrección que las que se hallan en los Evangelios canónicos. Del mismo periodo llega el “Protoevangelio” de Santiago, una descripción imaginaria del nacimiento y vida de María, y de las circunstancias en derredor del nacimiento de Jesús. Otros escritos que reciben el nombre de “Evangelios” (Por ejemplo el Evangelio de Felipe y el Evangelio de la Verdad) no resultan ser relatos acerca de Jesús, sino tratados religiosos y filosóficos que en nada se parecen a los Evangelios”.
Cuando tomamos la decisión de permitir que Dios use nuestra personalidad investigadora, lo primero es reconocer las capacidades que Dios puso en nosotros, consagrarlas al servicio de Dios y, por último, recopilar toda la información necesaria “poniéndola en orden”. Podemos ser testigos presenciales o, como Lucas, haber recibido el conocimiento de éstas aprobando su veracidad en la intimidad con Dios.
El Médico amado, como lo llamaba Pablo, recibió y creyó en el Evangelio de Cristo. Jesús fue predicado en él y fue discipulado. En esa enseñanza escribió su libro tal como le enseñaron los que desde el principio lo vieron con sus ojos, y fueron ministros de la palabra.
En nuestros días, el acceso a las comunicaciones es tremendo. Podemos investigar y recibir un caudal de información en minutos. Pero debemos ser muy precavidos. La mucha información no asegura la calidad y fidelidad de lo que recibimos, máximo en materia espiritual. Internet es una catarata de información, por cuyo caudal pasa de todo, lo bueno, lo malo y lo tremendamente malo. Que Dios te guíe a hacer buen uso de los recursos.
Por sobre todo, observa y detecta las relaciones divinas en tu vida las cuales son el mejor recurso divino. Seguramente Dios puso muchas personas alrededor tuyo con un patrimonio de parte del Señor, que bendecirá y enriquecerá tu relación personal con Jesús. Lo importante es darnos cuenta de esto y aprovecharlo al máximo.
Es muy inteligente saber aprovechar todos los recursos que recibimos. Podemos dividir a éstos en recursos intelectuales, como los trabajos de investigación de otros, la enseñanza y ministración que nombramos anteriormente, los recursos tecnológicos y, sobre todo, los recursos humanos; las relaciones divinas que Dios permite que se crucen en nuestro camino para enriquecer nuestra existencia.

RELACIONES DIVINAS

“En nuestras vidas tenemos muchas relaciones; algunas casuales, otras que llegan a ser íntimas. Pero las más significativas para el reino de Dios son las “relaciones divinas”. 


En cada llamado, sea secular o ministerial, Dios nos envía relaciones divinas que ayudan a fortalecer nuestro andar con él. Tenemos muchas relaciones casuales, pero muy pocas son las divinas. Generalmente se las puede contar con los dedos de una mano” .
Lucas tuvo relaciones divinas muy especiales. Tuvo un contacto íntimo durante muchos años con Pablo. Las referencias en Colosenses y Filemón manifiestan que siguió colaborando con el apóstol durante el primer encarcelamiento de éste. En 2 Timoteo 4.11, durante el segundo encarcelamiento, poco antes de su martirio, Pablo escribió: “sólo Lucas está conmigo”. El médico amado fue su compañero fiel hasta el fin.
Lucas aprovechó al máximo las relaciones divinas que Dios le proveyó con otros padres de la fe como Felipe, Timoteo, Silas, Marcos, Bernabé y Santiago, y su presencia en Jerusalén y Cesárea, le dieron oportunidad de conseguir amplia información de la vida del Señor y de la iglesia primitiva. La mayoría de los eruditos imparciales lo reconocen como uno de los mejores historiadores de la antigüedad.
Cuando Eliseo fue encontrado por Elías, supo inmediatamente que estaba delante de una relación divina y la aprovechó en todo su potencial. Dejó todo y lo siguió; se convirtió en su discípulo y abrió su corazón para aprovechar todo lo que Elías podía darle. En los momentos previos al arrebatamiento de Elías en un carro de fuego, el profeta intentó separar a Eliseo de él, pero la persistencia y el conocimiento del discípulo de todo lo que le dio y aún le podía dar su maestro, hizo que se negará a dejarlo. Finalmente recibió una doble porción del espíritu que había en Elías.
Josué entendió la bendición de haber vivido y conocido a Moisés. Seguro de lo que su mentor poseía, se pegó a él. No lo dejó y caminó examinado los pasos de su maestro y, como respuesta, ingresó como líder de un pueblo conquistador a la tierra prometida.
Podríamos hablar de la relación divina de David con Jonathan. También, de Timoteo con Pablo o Pedro con Silas. Por supuesto, nos faltarían palabras para hablar de lo que fue caminar con Jesús en su tiempo en la carne. Oír a Jesús sentados en el monte o a la orilla del mar. Verlo entrar a nuestra aldea y mirar unos de los días del Señor. Del mismo modo, podemos coincidir en que no todos aprovecharon esta relación divina con Jesús; la misma multitud que lo escuchó y vio sus milagros fue la que luego lo condenó.
Es bueno que observes a tu alrededor y detectes tus relaciones divinas. Seguro que hay personas puestas por Dios para bendecirte.

UN INVESTIGADOR ES UNA PERSONA QUE APRENDE A VER

Si no aprendemos a mirar viendo, educando nuestra mirada, difícilmente nos percatemos de la existencia y bendición de estas relaciones de parte del Señor. 


Debemos desarrollar esta capacidad tanto en la observación exterior como también en el mirar interior.
Muchas veces miramos sin ver. Si logramos identificar y aceptar algún error o debilidad, no siempre asumimos estos de manera responsable o acertada. Pareciera que no viéramos los problemas o no quisiéramos verlos. Cuando los advertimos nos enfrentamos a otras dificultades: las limitaciones de nuestra mirada, la incapacidad de ver aquellos en una perspectiva más amplia o diferente a la que estamos acostumbrados. Así las cosas, terminamos postergando la resolución de hacerles frente. Nos conformamos con mirarlos y hasta somos espectadores pasivos del daño que ocasionan. Es como mirarnos en el espejo y, al rato, nos olvidamos de lo observado. Todos los seres humanos vivimos al menos una situación de esta naturaleza.
Un investigador es aquel que puede mirar e indagar lo que otro puede no descubrir jamás. Es quien detrás de una lectura bíblica está continuamente buscando más. Que sabe a Dios, una fuente inagotable digna de ser investigada. Una sabiduría superior y totalmente inescrutable e insondable, pero que nos invita cada día a una nueva aventura de conocimiento espiritual.
El investigador debe hacer uso del don dado por el Señor para escudriñar con una mirada superior. Leí de un ministro que no podía predicar muy bien; pero podía conocer la habilidad cuando la veía. Descubrió a muchos jóvenes talentosos y los inició en carreras donde pudieron tener mucho éxito por el servicio que dieron. Pudo extraer jóvenes predicadores de promesa, de lugares insospechados. La mayor parte de aquellos a quienes él inspiró progresaron tanto que lo dejaron atrás; sin embargo, él se multiplicó muchas veces. Bernabé era un hombre cuya mejor contribución al cristianismo fue el cuidado que tuvo de otros y la ayuda que les impartió.
La mayoría de las personas miramos sin ver. Estas limitaciones tienen que ver en gran medida con el grado de desarrollo de nuestra facultad de pensamiento, particularmente del pensamiento lateral.
“El pensamiento lateral tiene relación con la capacidad de ver lo que rutinariamente solo miramos, y recíprocamente. No estamos preparados para ver las cosas que nos hacen infelices, ni siquiera reparamos con atención en aquellas que supuesta o realmente nos hacen felices. Por no querer, saber o poder ver algunas cosas terminamos llenando nuestras vidas de nuevos escollos, ahondando las dificultades”, dice Julio César Arboleda .
Nuestra forma de educar la mirada tiene que ver con el pensamiento. Pero, sobre todo, con una renovación de éste. Comenzar a mirar pero con los ojos de Dios. Caminar por la calle mirando lo que Jesús miraría. Lo que buscó con la mirada en los senderos de Jerusalén, o Capernaum o cada aldea a la que fue. Lo que miraba en el Templo o en las grandes fiestas judías; en el mercado de los pueblos o en la casa donde entraba.
Lo que hoy sigue mirando pero viendo, solamente que hoy usa nuestros ojos investigadores; escudriñadores de corazones y de angustias. Ojos que pueden ver las lágrimas aún con las mejillas secas y las heridas más allá de lo externo.
Nosotros, que hemos nacido de nuevo aceptando a Cristo en nuestros corazones, no sólo tenemos la capacidad dada por el Padre de investigar, sino, que a la vez, tenemos el charisma espiritual dado por el Espíritu Santo de discernir espiritualmente y ver lo que los ojos naturales no pueden ver. Pero, humanamente, es necesario educar la mirada para ver lo que a simple vista no vemos en la vida laboral, familiar, escolar o cotidiana.
El mundo actual nos embebe en la rutina de la prisa, del afán, de la inmediatez. En razón de la eficiencia, de la rapidez, del rendimiento, debemos actuar inmediatamente y no hay tiempo para pensar en uno mismo, en la vida, en la dignidad, en las acciones ni en las consecuencias y prevención de algunas de estas. Entonces dejamos de ver muchas cosas, situaciones, fenómenos de nuestro diario vivir; nos acostumbramos a repetir los errores. En el afán de hacer, del día a día donde nos asaltan nuevos problemas, se profundizan los que tenemos, y hasta vivimos la ilusión de haber resuelto alguno.
Tantas cosas pasan delante de nuestros ojos y no lo vemos. Miramos a nuestros hijos y cuando nos enteramos de lo que sucede, nos preguntamos dónde estuvimos nosotros que no nos dimos cuenta.
Las situaciones transitan a un ritmo vertiginoso y el tiempo es como un barco sin timonel arrastrado por un torrente siniestro. Suceden y no percibimos la calidad de vida que dimos a nuestros días. Tantas cosas pasan sin ser vividas plenamente. El bebé que abrazaban nuestros brazos ya es un hombre. La nena vestida para su clase de jardín de infantes se casó y ya es mamá. El mundo se preocupa tanto por la cantidad de días y no por su calidad. Jesús te da plenitud de vida. Educa tu mirada y disfruta de la excelencia de existencia que te da.
Si no reparamos en lo natural como advertiremos lo sobrenatural. Las relaciones divinas proceden de Dios. Que no pasen delante de ti sin dejar huellas profunda en tu vida. Saca provecho de ellas e investiga para beneficiar a la iglesia. Sobre todo, plantea como objetivo ser tú: una “relación divina para los demás”.




He aquí nuestro Dios a quien servimos puede librarnos del horno de fuego ardiendo; y de tu mano, oh rey, nos librará. Y si no, sepas, oh rey, que no serviremos a tus dioses, ni tampoco adoraremos la estatua que has levantado. Daniel 3:17-18

TIPO 6. 
EL LEAL

Algunos estudiosos del comportamiento humano dicen que aquellos con personalidad leal son, de todos los tipos vistos, los más fieles a sus amigos y a sus creencias.

Estas personas se hundirán con el barco y perseverarán en las relaciones de todas clases mucho más tiempo que la mayoría de los otros tipos. También son leales a ideas, sistemas y credos, incluso a la creencia de que hay que poner en duda o desafiar toda idea o autoridad. En realidad, no todos los que tienen esta personalidad se llevan bien con las cosas como están; sus ideas podrían ser rebeldes y anti autoritarias e incluso revolucionarias. En todo caso, van a luchar por sus creencias con más fiereza con la que luchan por sí mismos, y defenderán su comunidad o familia con más tenacidad que con la que se defienden ellos.

LEALTAD:
Fundamento indiscutible de la espiritualidad

Hablar de fidelidad es consolidar un pilar fundamental en la personalidad cristiana. A la vez, es un don del Padre inherente a toda la raza humana y una característica propia de la personalidad de Dios.

En el sentido Teológico, así como se dice del amor y de la justicia, la “fidelidad” y la “lealtad” de Dios forman parte de su ser; son inherentes a su divinidad. La “fidelidad” forma parte del mundo conceptual del pacto. Si Dios es el soberano del pacto, no hay que dudar de su compromiso y solidaridad permanente hacia el pueblo de la alianza. La seguridad de lo inquebrantable de ésta, descansa sobre la certeza de que Dios es fiel. Por ello, Dios es descrito como protector, escudo y fortaleza . Y es en este sentido que se entiende la fidelidad del Señor al protegernos en medio de las tentaciones .
Lo afirmado anteriormente respecto de Dios, incide directamente en este punto: sólo unido y comprometido con el Señor es que el hombre puede ser fiel, fidedigno, confiable y estar firme. Por ello, un elemento indiscutible de la espiritualidad es la fidelidad y la posibilidad de ser digno de confianza. El hombre es fiel porque obedece la voluntad de Dios, expresada y revelada en su palabra.
Es preciso conocer esta voluntad divina declarada en las Sagradas Escrituras pero, sobre todo, entender que Dios y su Palabra son uno. Todas las afirmaciones de esta doctrina quedan remarcadas en las declaraciones del Apóstol Juan, al inicio del Evangelio que lleva su nombre: “En el principio era el Verbo, el Verbo estaba con Dios y el Verbo era Dios. Éste estaba en el principio con Dios. Todas las cosas por medio de él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho fue hecho”.
Jesús es proclamado por el evangelista como la Palabra Personal. El Verbo de Dios. Era enseñanza corriente entre los judíos que la Palabra de Dios era una misma cosa que Dios . Al cerrar su majestuoso prólogo, el evangelista viene a explicarnos porque llama a Jesús el Verbo: Porque es el unigénito del Padre, y él le ha dado a conocer.
La condición de Creador que se predica de Cristo no es la de un mero instrumento o artífice en la formación del mundo, sino la de aquel “por medio de quien, en quien y para quien” todas las cosas han sido hechas, y por quien todas las cosas subsisten. Esto implica la afirmación de su deidad verdadera y absoluta. Cumpliéndose así el significado del título logos, el Verbo, la manifestación personal, no de una parte de la naturaleza divina, sino de la Deidad plena.
En conclusión, Dios es fiel. Él y su Palabra uno son, por lo tanto, lo prometido en las Escrituras son fieles y verdaderas promesas. Jesús es tremendamente fiel porque es Dios y la Palabra encarnada del Santo creador de todas las cosas. Nosotros sólo podemos ser fieles en comunión con Cristo y obedeciendo sus mandamientos.

FIDELIDAD ES SER

Desde esta óptica, no se trata sólo de ser fiel a lo que dice en su palabra, sino ser participante de una relación personal con el verbo de Dios.

El Pacto de su sangre nos une a Jesús en entrega y fidelidad. Ser obediente a Dios, en este contexto, se vuelve más radical: estar comprometido en un pacto con Dios significa ya no sólo un actuar, sino un SER.
No actuamos fielmente sino que somos fieles. Cuando estudiamos sobre personalidad lo hacemos en este hilo conductor. Muchas personas actúan o pretenden actuar de una manera cristiana. Personalidad es lo que soy en esencia. Entonces, nosotros no actuamos como personas fieles que desean que los demás confíen en uno, somos fieles.
Toda nuestra fidelidad pasa por nuestra relación personal con Jesús. Soy fiel a mi esposa por que la amo. Si fallara este amor, tengo un sostén firme ante toda tentación que es el superior amor a Cristo. Cuando humanamente dudo en dar mi fidelidad a mis superiores en mi trabajo secular, o cuando lucho en mi interior sobre el merecimiento de mi fidelidad de las personas que me rodean, entonces me supera la lealtad a Cristo, y por amor a él, soy fiel.
Estando en un velorio de un hermano y aprovechando que mi pastor estaba sentado solo, me aproxime y le hice unas de mis clásicas preguntas: -Pastor, ¿Por qué hay hermanos que dejan al Señor?-. Me respondió: -Porque nunca conocieron el Amor de Cristo-.
¿Cómo no amar a Aquél que tanto te amó? ¿Puedes traicionar la fidelidad de quien nunca te abandonó, aunque tú lo abandones a él? Porque aunque fuéremos infieles, él permanece fiel; Jesús no puede negarse a sí mismo. Cristo ES FIEL y no solamente actúa fielmente. Ni mi actitud ni mi infidelidad lograrán que Jesús deje de ser quien es. Que nadie ni nada logre que tú te niegues a ti mismo. Eres fiel por sobre las actitudes de los demás.
El ser humano tiene un sentido de lealtad nato en su corazón, pero nuestras lealtades y compromisos políticos, culturales, financieros, ideológicos, morales y religiosos, deben subordinarse y, dado el caso, perderse frente a la fidelidad exigida por el Señor. Por ello la Biblia coloca el tema de la idolatría en el centro de la discusión de la lealtad.
Podemos decir que un ídolo es una representación de algo, de los cielos o de la tierra, hecho con el propósito de rendirle culto. En sentido amplio, según la Biblia, la idolatría no requiere una imagen material ni un sistema religioso desarrollado. Puede ser cualquier cosa que toma el lugar que le pertenece sólo a Dios; así, Pablo llama “idolatría” a los malos deseos y a la codicia. Entonces, nos referimos tanto a una actitud de adoración como a la manifestación de amor o posicionamiento en el centro de nuestra vida, de algo o alguien ocupando el primer lugar.
Mientras cultivas esta personalidad cimentada en la fe, pregúntate: ¿Hay algo o alguien que puede pretender ocupar el lugar que sólo le pertenece a Dios?
Cada uno de nosotros tenemos un orden de prioridades en nuestra vida. Este orden puede variar, en algunos casos más rápidamente que en otros. Lo importante es saber que esta variación está supeditada a nuestra voluntad. Somos nosotros quienes marcamos el orden de valor de las cosas y las personas en nuestra existencia, tanto como su variación en el tiempo y, sobre todo, en el orden de prioridad en nuestro corazón.

ALMA VIVIENTE VERSUS ESPÍRITU QUE DA VIDA

La fidelidad y el amor no son sinónimos pero siempre van de la mano. Cuando nuestro amor varía nuestra lealtad se traslada con él.

Una vez oí decir a una joven que su padre, vuelto a casar, había tomado la decisión de elegir a su segunda mujer con quien esta joven estaba enfrentada, antes que a ella en el conflicto entre ambas. Según relataba, la antigua y lejana fidelidad que los unía ya no era tal. Resulta, que cuando soltera, el amor en la familia era inalterable y la fidelidad era de acuerdo a estos sentimientos. Ante la separación de los padres, los amores se dividieron.
Lo que sucede es que la crisis de prioridades causaron que tengan que elegir entre un amor y el otro y, por ende, la fidelidad se inclinará hacía donde más fuerte o necesario sea el amor. Esto no significa que el padre no la ame de la misma manera que cuando niña o que éste no lo quiera con la misma intensidad; hay un amor diferente en valor que compite, innecesariamente, y la decisión es dolorosa.
Le pedí a la joven que simuláramos una situación de conflicto entre su padre y su esposo. Llegado el caso de tener que decidir ¿Por quién lo haría? Me respondió que por su esposo. Era exactamente lo que hacía su padre.
El ejemplo que comento tiene la finalidad de graficar como varía la lealtad, porque está entrelazada con los sentimientos. Por eso, no es de extrañar que quien ayer fue fiel a nosotros hoy no lo sea tanto. Esta clase de lealtad es anímica, porque está gobernada por el alma y no por el espíritu.
En el Nuevo Testamento el alma es la parte invisible del hombre, en oposición con la sangre y la carne. Es el principio de la voluntad y del querer, el centro de la personalidad íntima del hombre; el alma es nuestro propio yo.
El Apóstol Pablo enseña a los Corinitos, diciendo: “Así también está escrito: “Fue hecho el primer hombre, Adán, alma viviente”; el postrer Adán, espíritu que da vida. (…) El primer hombre es de la tierra, terrenal; el segundo hombre, que es el Señor, es del cielo. Conforme al terrenal, así serán los terrenales; y conforme al celestial, así serán los celestiales” . En el contexto de lo que estamos hablando, debemos entender que ya no somos, conforme Adán, gobernados por el alma, (nuestros sentimientos, querer, personalidad adánica, nuestro yo), somos conforme a Jesús, “espíritu que da vida”.
Si somos gobernados por el alma adánica, sin lugar a dudas, nuestro amor y lealtad van a variar conforme cambie nuestro estado emocional. Será muy difícil vencer y mantener las prioridades en el orden que Dios quiere que estén. Causará mucho dolor y sufrimiento en nosotros y en los demás, porque afectará directamente a los sentimientos y estados de ánimos.
Conforme dijo Jesús, el primer mandamiento es: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente”. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. ¿Puedes llegar a ser fiel aún con aquél que te negó? ¿Puedes seguir amando al que te entregó y traicionó? ¿Consigues amar al que te pegó en una y en otra mejilla un montón de veces? ¿Puedes no criticar a quien te crítica; no insultar a quien piensa y ejecuta mal contra ti, y devolverle con amor y bien?
Una personalidad fiel, conforme a Cristo, es una característica en nosotros del Amor divino. No un amor adánico, sino a la semejanza del amor con que Jesús nos amó y que da vida. El amor humano varía de intenso al extremo opuesto en minutos; puede cambiar hasta convertirse en celos, contiendas, resentimientos y siempre causan muerte. Conforme al terrenal, así serán los terrenales; y conforme al celestial, así serán los celestiales.
Para recobrar el sentido de fidelidad y confiabilidad, es necesario rescatar el sentido de pertenencia mutua, de solidaridad, de alianza. La velocidad con la que el mundo contemporáneo cambia exige un sentido de firmeza y estabilidad que sólo se puede obtener de nuestra relación de pacto con Dios.

SOLO EN DIOS

Únicamente “amarrados” en los brazos seguros de Dios es que podemos mantenernos libres de caer en la desesperanza y el cinismo. No hay otra fuerza que pueda sostenernos; si nos soltamos de las manos de Dios, caemos a la muerte.

La oración titulada “Las Pisadas” define de manera feliz la fidelidad divina. En esa oración, el piadoso dialoga con el Señor y habla del camino de la vida que han recorrido juntos. Al volver la vista descubre los dos pares de huellas que dejaron en el suelo. Pero con sorpresa, la persona descubre que en los momentos más difíciles de su vida sólo hay un par de huellas; y se queja con el Señor: --¿Por qué me dejaste caminar solo cuando más te necesitaba?-- Y el Señor le responde: --Ese par de huellas que ves no son tuyas; son las mías cuando te cargué en mis brazos en esos momentos difíciles--.
La lealtad se prueba en medio del fuego. Aquél que es leal sólo lo puede demostrar en medio de las circunstancias difíciles. Es allí donde Dios permite que lo íntimo de nosotros salga a la luz. En los momentos oscuros es donde podrás demostrar a Jesús que tan leal eres a Él, a sus siervos y a su obra. En la tentación demostrarás a tu esposa o esposo cuan fiel eres. Tus hijos o tus padres verán en ti lealtad, al saberte a su lado cuando no quede nadie.
A todos nosotros nos llega momentos en los cuales nos encontramos en la encrucijada de la negación o el declararnos confeso de Cristo, en cualquier circunstancia. En medio de una terrible y criminal persecución.
Sadrac, Mesac y Abed-nego respondieron al rey Nabucodonosor, diciendo: --No es necesario que te respondamos sobre este asunto. He aquí nuestro Dios a quien servimos puede librarnos del horno de fuego ardiendo; y de tu mano, oh rey, nos librará. Y si no, sepas, oh rey, que no serviremos a tus dioses, ni tampoco adoraremos la estatua que has levantado-- . El horno se había calentado siete veces más de lo acostumbrado. La muerte era segura, pero la fidelidad era alimentada por la fidelidad.
Entonces el rey Nabucodonosor se espantó, se levantó apresuradamente y dijo a los de su consejo: --¿No echaron a tres hombres atados dentro del fuego? Ellos respondieron al rey: --Es verdad, oh rey--. Y él dijo: --Sin embargo, yo veo cuatro hombres sueltos, que se pasean en medio del fuego sin sufrir ningún daño; y el aspecto del cuarto es semejante a un hijo de los dioses--.
¿Piensas que Jesús te abandonará en medio del fuego? ¿Cuál es su personalidad? Es el ser más fiel que conozco. No hay otro como Él ni lo habrá.
Leí de un niño atrapado en un terrible incendio. En la vereda estaba su padre con unos vecinos. En el primer piso, el joven gritaba sin poder bajar por las llamas. Una densa nube de humo no permitía distinguir al joven ni a éste ver a su padre. Sin embargo, el padre grito: --Hijo, ¡lánzate y te recibiré en mis brazos!-- Ante esto, el joven exclamó: --¡No te veo, papá!--. Con seguridad el padre le respondió: --¡Solo lánzate y, aunque no me veas, yo estoy aquí y no permitiré que sufras daño!-- El joven cerró los ojos y se lanzó, luego sintió los brazos de su padre que lo sostenían en el aire.
¡Me suelto en tus manos Señor, confiado en que tus brazos eternos me sostendrán! Cierro mis ojos y aunque no te veo, sé que estás ahí. Me calló y aún en el silencio me hablas. Los abro y sigo estando contigo.
El eterno Dios es tu refugio, y acá abajo los brazos eternos.
Una profunda seguridad de que Dios es fiel y de que su lealtad traspasa la muerte es lo que nos permite mantenernos firmes ante la tormenta, consciente de que más allá de la prueba están los brazos fieles de Dios para sostenernos.



“¿Quién de vosotros, queriendo edificar una torre, no se sienta primero y calcula los gastos, a ver si tiene lo que necesita para acabarla? No sea que después que haya puesto el cimiento, y no pueda acabarla, todos los que lo vean comiencen a hacer burla de él, diciendo: Este hombre comenzó a edificar, y no pudo acabar.
¿O qué rey, al marchar a la guerra contra otro rey, no se sienta primero y considera si puede hacer frente con diez mil al que viene contra él con veinte mil? Y si no puede, cuando el otro está todavía lejos, le envía una embajada y le pide condiciones de paz.
Así, pues, cualquiera de vosotros que no renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo”.

TIPO 7. 
EL ENTUSIASTA

Podemos decir que los entusiastas se fanatizan por casi todo lo que les atrae la atención. Asisten a la vida con curiosidad, optimismo y espíritu de aventura, como niños en una tienda de caramelos que miran el mundo con ilusionada expectación por todas las cosas buenas que van a experimentar.


Son osados y alegres, y van en pos de lo que desean en la vida con animada resolución.
Su mente pasa con rapidez de una idea a la siguiente, lo cual los hace muy ocurrentes y capaces de sintetizar información. Los estimula el torrente de ideas y el placer de ser espontáneos; prefieren tener una visión amplia, global, y la emoción de las etapas iníciales del proceso creativo antes que la exploración de un solo tema en profundidad.
El mayor de los problemas con el entusiasmo es que nadie sabe dónde y cuándo comienza y, menos aún, su final. Su duración es, la mayoría de las veces, anímica y no siempre espiritual.
Los graficaré bíblicamente con aquellas personas a las cuales se les siembra la semilla , (el Mensaje profético de Dios), pero éstas parecen sembradas en pedregales; oyen la palabra, y al instante la reciben con gozo, con entusiasmo, curiosidad, optimismo y un espíritu de aventura. Son entusiastas decididos en el momento, pero no tienen raíz en sí, sino que es de corta duración, pues al venir la aflicción o la persecución por causa de la palabra, luego tropiezan. También, con aquellas semillas sembradas entre espinos; aquellos entusiastas que oyen la palabra, pero el afán de este siglo y el engaño de las riquezas ahogan la palabra, y se hace infructuosa.

LA DIFERENCIA ENTRE UN ENTUSIASMO Y UN LLAMADO DE DIOS LO DIRÁ EL TIEMPO


En todos los órdenes de la vida es así. En una relación de noviazgo es necesario dar tiempo a los sentimientos, porque es éste el que determinará la veracidad y profundidad de la relación.

Oí una vez predicar sobre los llamados y los ofrecidos. El predicador sostenía que hay personas que son llamadas al ministerio pastoral y muchos otros son ofrecidos, promocionados por ellos mismo u otras personas para el ministerio. Ante esto, hay dos pecados sobre los que quiero llamar tu atención, uno con peores consecuencias que el otro. El primero es que no hagas lo que Dios te llamó a hacer, sin lugar a dudas, el Señor enviará a otro en tu lugar; solamente tú perderás la recompensa. El segundo es que hagas lo que Cristo no te mandó a hacer, en este caso, sus consecuencias son mayores porque estarás ocupando un lugar que no te pertenece. Con esta actitud se estorba la obra del Señor. Es importante que encuentres tu Diseño Profético.

LA DIFERENCIA ENTRE UN ENTUSIASMO Y UN LLAMADO DE DIOS LO DIRÁ EL TIEMPO ES SU PODER INTERIOR

Pueden venir dificultades y luchas diversas, pero el llamado real no se quebrantará por nada.

El llamado es una seducción del Espíritu en nuestro interior. Jeremías decía a Dios: “Me sedujiste, oh Jehová, y fui seducido; más fuerte fuiste que yo, y me venciste; cada día he sido escarnecido, cada cual se burla de mí. Porque cuantas veces hablo, doy voces, grito: Violencia y destrucción; porque la palabra de Jehová me ha sido para afrenta y escarnio cada día. Y dije: No me acordaré más de él, ni hablaré más en su nombre; no obstante, había en mi corazón como un fuego ardiente metido en mis huesos; traté de sufrirlo, y no pude”.
El llamado nos compromete con una obligación interior. Un pacto firmado en el corazón como un fuego ardiente metido en los huesos y que nos implica en el cuidado de los demás como si fueran propios. Una persona llamada por Dios no abandona las ovejas porque las cuida como si fueran suyas. El asalariado huye . Esta acción no significa que sea bueno o malo, fiel o traidor, simplemente, no se considera o no fue llamado, y no cree propias a las ovejas.
La razón por la cual, muchas veces, nosotros no hacemos lo mismo, es porque Dios no nos abandona y aunque luchemos con él y tratemos de sufrirlo, siempre terminamos rendido ante su voluntad. Un siervo/a de Dios es como un boomerang, puede ser lanzado lejos pero siempre vuelve a las manos del que lo lanzó.

LA DIFERENCIA ENTRE UN ENTUSIASMO Y UN LLAMADO DE DIOS LO DIRÁ EL TIEMPO ES SU TRIUNFO FINAL

Un anciano me aconsejó y alentó con la historia de Juan Marcos en mi juventud. Había comenzado un ministerio con el cual servir al Señor. Pasado el tiempo estaba casi abandonado y pesaba sobre mí el no poder continuarlo. Lógicamente, yo no tenía ni el talento ni el llamado para eso, pero no lo sabía, y el fracaso, la desilusión y el fallarle a Jesús me inquietaban. Te invito a observar brevemente la vida de Juan Marcos.
A Marcos se lo considera el autor tradicional del evangelio que lleva su nombre, aparentemente judío y nativo de Jerusalén. Su nombre hebreo era “Yahvéh ha mostrado gracia”, abreviado en castellano al conocido “Juan”. La Escritura ofrece claras pruebas sobre su familia, y también hay algunas conjeturas de diferentes grados de probabilidad. Su madre, llamada María, era parienta de Bernabé , el acaudalado levita de Chipre que poseía tierras y que, sea cual fuere su país de origen, residía en Jerusalén en los días de los capítulos iníciales del libro de Hechos.
Parecería que María también era mujer de fortuna y posición, al mismo tiempo que cristiana. Por cierto que su casa era lo suficientemente grande como para albergar a un cierto número de personas; tenía por lo menos una sirvienta, y su casa se usó como lugar de reunión de la iglesia apostólica incluso en épocas de persecución .
Es significativo que Pedro, que acababa de ser liberado de la prisión, no dudara acerca del lugar en que encontraría reunidos a los cristianos. En ninguna parte de la Escritura se menciona al padre de Juan Marcos; y dado que en Hechos 12:12 se habla de la casa de María se ha inferido, quizás correctamente, que en esa época ya habría muerto, y que, por lo tanto, María era viuda.
Hechos 13:1-5 cuenta que: “Había entonces en la iglesia que estaba en Antioquía, profetas y maestros: Bernabé, Simón el que se llamaba Niger, Lucio de Cirene, Manaén el que se había criado junto con Herodes el tetrarca, y Saulo. Ministrando éstos al Señor, y ayunando, dijo el Espíritu Santo: Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado. Entonces, habiendo ayunado y orado, les impusieron las manos y los despidieron. Ellos, entonces, enviados por el Espíritu Santo, descendieron a Seleucia, y de allí navegaron a Chipre. Y llegados a Salamina, anunciaban la palabra de Dios en las sinagogas de los judíos. Tenían también a Juan de ayudante”.
Realmente el suceso leído era muy significativo. Era el comienzo de un mover misionero del Espíritu Santo por todo el mundo conocido en aquella época. La gran comisión universal comenzaba a tomar forma y el diseño profético de Dios con Pablo y Bernabé comenzaba a mostrar su perfil. El llamado era por boca de los profetas y el entusiasmo mucho.
Juan Marcos era un joven entusiasta. La idea de viajar y ser parte de este mover era cautivante. Seguramente, luego de convencer a su madre y a los líderes de la iglesia, consiguió la aprobación de los llamados por el Espíritu para esta labor. Siendo el primer viaje misionero, quizás, los apóstoles no consideraron peligroso para Marcos y lo llevaron con ellos. Cuando ambos partieron hacia Chipre los acompañó e hizo de ayudante de ambos, que eran mayores que él.
Muchas cosas sucedieron en el primer viaje. En Pafos, se encontraron con un mago, falso profeta y judío, llamado Barjesús, que les resistía, el cual quedó ciego. También se enfrentaron a judíos que instigaron a mujeres piadosas y distinguidas y a los principales de la ciudad, los cuales levantaron persecución contra Pablo y Bernabé, y los expulsaron de sus límites. Quizás, todo esto iba haciendo pensar a Juan Marcos si realmente era acertada la decisión tomada y necesaria su presencia. El entusiasmo se terminaba.
Cuando el grupo llegó a Perge, en Asia Menor, Juan Marcos los abandonó y volvió a Jerusalén , mientras Pablo y Bernabé continuaron el viaje solos. Aparentemente, Pablo consideró como deserción esta actitud, por lo que cuando Bernabé sugirió a Marcos como compañero para el segundo viaje, lo rechazó inmediatamente. La postura de estos hombres hacia Juan Marcos no fue dictada por el capricho, en ninguno de los dos casos, sino que se basó en cuestiones de principio , de modo que era inevitable que se separaran, por lo que Bernabé llevó a Marcos a Chipre y Pablo continuó en compañía de Silas.
Cada uno de nosotros podemos tomar posición en este desacuerdo entre Pablo y Bernabé. Siempre lo hacemos en cualquier discrepancia que pueda haber en la iglesia, lo importante es que estas posiciones no lastimen y provoquen ruptura en el propósito profético de Dios con nuestra congregación. Dice el relato bíblico “que se separaron el uno del otro” por causa de esta diferencia olvidando que juntos los llamó el Señor.
Nuestra posición va a variar de acuerdo a nuestros principios. El charisma dado de parte de Dios se va a manifestar, y el de “misericordia y ayudador” floreció en Bernabé que decidió no dejar a Marcos y llevarlo con él a Chipre. Después de esto perdemos de vista a Juan Marcos en el libro histórico.
Cuando leemos que Lucas, al escribir el libro de Hechos, focaliza sobre los viajes misioneros de Pablo podemos creer que esto no significa que Dios se desatienda de Bernabé y su sobrino, o no tenga en cuenta su labor. Hay un trabajo restaurador llevado adelante por Bernabé, mediante el Espíritu Santo, que permite observar a Juan Marcos en las epístolas.
En la época en que fue escrita la carta a los Colosenses aparece acompañando a Pablo, encarcelado, presumiblemente en Roma. El Apóstol reconoce esta restauración y, aparentemente, piensa mandarlo en una misión a Colosas, por lo que debe haberlo perdonado, olvidando el pasado. Nombra a Aristarco, su compañero de prisiones, a Jesús, llamado Justo; y a Juan Marcos el sobrino de Bernabé, diciendo que han recibido mandamiento; para que si fuera a ellos lo reciban, porque figura entre “los únicos de la circuncisión que le ayudan en el reino de Dios, y han sido para él un consuelo”.
¡Cuánto puede perfeccionar el Señor a una personalidad entusiasta y dispuesta como la de Juan Marcos! Quién, a pesar de lo sucedido con Pablo en el primer viaje misionero, se sostuvo sin decaer ni en el entusiasmo ni en la decisión de servir a Dios. Filemón 24 lo menciona dentro del mismo grupo apostólico que incluye a Lucas. En la época en que se escribió la segunda carta a Timoteo, Pablo le dice a éste: “Toma a Marcos y tráele contigo, porque me es útil para el ministerio”.
Dos aspectos muy significativos resalta el Apóstol Pablo sobre Marcos; primero, que es una ayuda valorable para él; se convirtió en un consuelo en medio de sus luchas y, sobre todo, es útil para el ministerio. No es necesario perder el entusiasmo, sólo cuidemos que sea perfeccionado Dios y útil a sus fines. A todo lo enumerado, Pedro agrega: “Marcos, mi hijo” ; una mención significativa en la que los términos señalan la relación “paternal” entre el discípulo mayor y el menor.
¿Quién de nosotros no actuó con entusiasmo o habló movido por éste, sin pensar con anterioridad la decisión tomada? Recordemos a Jesús mirando los rostros de aquellos que deseaban seguirle como discípulos. Lo primero que les aconsejó fue a calcular bien los costos. Para nada tendía a desalentar a sus seguidores, sólo buscaba despertar un grado de conciencia que separe el verdadero llamado del entusiasmo, sea sincero o movilizado por intereses personales.
Mientras escribo, pienso en cuantas palabras dije que luego no pude mantenerlas. Cuantos proyectos empecé y me comprometí de palabra, tanto secular como en la obra del Señor, sin que luego pueda cumplirlos. A veces siento vergüenza por esta actitud pasada, pero me alienta saber de la paciencia del Señor y que nos ayudará a dominar nuestro entusiasmo y usarlo para su gloria.
Es mejor tener este don de Dios que no tenerlo. Es preferible aquel que siempre desea ser usado por Dios y se entusiasma con su obra, hasta que Dios perfeccione su personalidad, que aquel que nunca tiene entusiasmo por nada.
Si te sientes reflejado en la historia de Juan Marcos, como me sucede a mí, entonces ¡aliéntate! Dios perfeccionará tu personalidad entusiasta y la usará para su beneficio.
Las palabras finales de aquel anciano que me aconsejó con esta historia fueron: --Dios nunca nos da algo sin que, a su debido tiempo, lo use--. El tiempo ha llegado para mí. Tu tiempo está a la puerta. Pon tu personalidad entusiasta en las manos de Jesús y deja que el Espíritu Santo de Dios la perfeccioné y la use para desarrollar su proyecto inspirado divinamente en tu vida.
Sirve a Dios con corazón sincero, sólo en el servicio encontrarás tu diseño profético cuyo perfil va en paralelo con tu historia de vida, dones y talentos dado por el Señor. Entusiasma a tu congregación con devoción. Que deseen adorar como tú adoras. Orarán con fervor si te observan orar con ardor. ¡Entusiásmalos de pasión por Jesús!



Entonces dije: ¿Un hombre como yo ha de huir?


TIPO 8. 
EL DESAFIADOR

A los desafiadores les encanta aceptar retos, así como dar a otros la oportunidad de que los desafíen a superarse de alguna manera. 


Tienen carisma, además de las capacidades físicas y psíquicas para convencer a la gente de que los siga en todo tipo de empresas, ya se trate de iniciar un negocio, reconstruir una ciudad, llevar una casa, hacer una guerra o firmar la paz.
Estas personalidades tienen una fuerza de voluntad y una vitalidad enorme, y se sienten más vivos cuando ejercen esas capacidades en el mundo. Emplean su abundante energía para efectuar cambios en su entorno, para dejar su sello en él, pero también para impedir que el ambiente u otras personas les hagan daño a ellos y a sus seres queridos. A temprana edad comprenden que eso requiere fuerza, voluntad, perseverancia y aguante, cualidades que desarrollan ellos y buscan en otros.
Personalmente conozco a muchos desafiadores. A algunos los he criticado por su aparente locura y a otros los admiró por su osadía. En lo que concuerdo, es en la realidad que muchos de ellos lograron cosas que de otra manera no lo hubieran conseguido.
Algunos son obligados a enfrentar desafíos todos los días, sin que se lo propongan ni le consulten. Otras personas, por circunstancias de la vida, deben enfrentar sus gigantes con un espíritu desafiador sin alternativa a negarse. Están allí, delante de ellos. Es su historia de vida, su generación y sus desafíos. Cierran los ojos y en el Nombre del Señor salen a “pelearla”, seguros de la fidelidad de su Dios.

DESAFIADORES DE DIOS

Nehemías fue un desafiador. La historia lo situó ante un gran desafío.

Observemos: En el año 587 antes de Jesucristo, Judá sufrió la misma ruina que Israel, es decir, la cautividad, (la tribu del norte por mano de Asiria y la del sur por los babilonios). Babilonia, en el transcurso del tiempo, sustituyó a los asirios como el Imperio mundial dominante en esos días.
En el año 538 antes de Jesucristo se originó un tremendo cambio, no sólo en las condiciones de la comunidad judía en el exilio sino en toda la historia del antiguo Cercano Oriente. Ciro el persa, quien en poco tiempo se había hecho con el poder en su patria y había comenzado una serie de conquistas extensas en los últimos años, entró en Babilonia triunfante y de allí en adelante fue considerado el soberano indiscutible de todo lo que previamente era el Imperio Babilónico.
Los persas tenían la práctica de ganarse una clase de fidelidad muy particular al concederles, a los pueblos subyugados, un nivel de autonomía local en asuntos religiosos y legales.
Sobre estos tiempos históricos relatan los libros de Esdras y Nehemías. Por supuesto, el nombre de los libros enfocan sobre dos personajes históricos y desafiadores antes las desconcertantes circunstancias del exilio. Ellos encabezan y logran que un gran éxodo de judíos se movilicen detrás del desafío de restaurar lo destruido en tiempos de la invasión babilónica: los muros y el Templo de Jerusalén.
El charisma y las capacidades físicas y psíquicas de estos desafiadores de Dios logran convencer al rey, a sus compatriotas y a mí, de que todo es posible con Dios.
La personalidad desafiadora, dominante, segura de sí misma, decidida, voluntariosa y retadora se observa tanto en Esdras como en Nehemías. Ante gran oposición y mucho hostigamiento del enemigo se hicieron fuertes en Dios y contagiaron su carácter desafiador a todos los que le rodearon y ante todas las circunstancias.
Esdras tenía la labor de reconstruir el Templo y la restauración del culto al Santo de Israel. Era muy importante, para los que regresaban a Jerusalén y los que venían detrás de ellos, asegurarse de que seguían la misma fe que sus antepasados.
¿Podían seguir confiando en las mismas promesas que encontramos en los libros más antiguos del Antiguo Testamento? ¿Podían confiar en que Dios les ayudaría y guiaría como lo había hecho en las generaciones pasadas? Ya que su situación era tan diferente de la que los precedió, ¿tenían derecho aún de llamarse el pueblo de Israel? Esdras tenía presente estas dudas, por eso presta mucha atención a estos temas.
La manera en que se describe el regreso del exilio, el proceso de reconstrucción del templo, la manera en que fue amueblado, y las personas que ministraron allí, todos estos fueron los medios por los cuales el desafiador de Esdras quiso tranquilizar a los que le seguían y darles un sentido de orientación religiosa.
Ahora, prestemos atención a Nehemías y su personalidad desafiadora puesta al servicio de Dios.


NO FUE INDIFERENTE

Aunque su posición personal era muy buena, Nehemías no fue indiferente al Pueblo de Dios que representan los planes y deseos del propio Señor. 


En la posición de copero del rey tenía un cargo de confianza en la corte. Se esperaba que sirviera como un compañero discreto de modo que tenía considerable influencia al poder ser parte de la conversación y dar consejos informales.
Por medio de lo que posiblemente fue una pregunta inocente recibió noticias de una catástrofe reciente: “Vino Hanani, (…) y me dijo: El remanente, los que quedaron de la cautividad, allí en la provincia, están en gran mal y afrenta, y el muro de Jerusalén derribado, y sus puertas quemadas a fuego” . El efecto que tuvo en él fue tan abrumador que no es posible que se refiera a la destrucción provocada por Babilonia 140 años atrás .
“Cuando oí estas palabras me senté y lloré, e hice duelo por algunos días, y ayuné y oré delante del Dios de los cielos. Y dije: Te ruego, oh Jehová, Dios de los cielos, fuerte, grande y temible, que guarda el pacto y la misericordia a los que le aman y guardan sus mandamientos; esté ahora atento tu oído y abiertos tus ojos para oír la oración de tu siervo, que hago ahora delante de ti día y noche, por los hijos de Israel tus siervos; y confieso los pecados de los hijos de Israel que hemos cometido contra ti; sí, yo y la casa de mi padre hemos pecado. (…) Te ruego, oh Jehová, esté ahora atento tu oído a la oración de tu siervo, y a la oración de tus siervos, quienes desean reverenciar tu nombre; concede ahora buen éxito a tu siervo, y dale gracia delante de aquel varón. Porque yo servía de copero al rey”.

DIOS LO ESTABA LLAMANDO

La reacción de Nehemías al escuchar las noticias indica su reconocimiento de que Dios lo estaba llamando a una clase de servicio completamente diferente, para el cual su posición y experiencia lo habían preparado en forma única.

Dios lo estaba desafiando a dejarse usar en una empresa asombrosa. Evidentemente, tal magnitud correspondía con lo que pedía de sacrificio. Con tanto en juego, Nehemías, en otras ocasiones siempre una persona de acción, sabiamente deja los detalles del momento y busca la manera adecuada de hablarle al rey, poniéndose en las manos de Dios.
Nuestra personalidad desafiadora no nos debe traicionar y llevar a actuar emocionalmente o dominados por la pasión. Hay que controlar nuestro temperamento por medio del Espíritu de poder, amor y de dominio propio que Dios nos ha dado, a fin, de perfeccionar el charisma del Padre. Este perfeccionamiento debe darnos la visión y revelación necesaria para ver confirmado nuestra vocación por Dios y, de esa manera, desechar una iniciativa propia y solamente alimentada por esta personalidad desafiadora.

BUSCÓ LA VISIÓN 
El sueño de Dios con él en intimidad con su Señor

Cuando a Nehemías le contaron sobre la condición desastrosa en que se encontraba Jerusalén; primero se sentó y lloró, e hizo duelo por algunos días; ayunó y oró delante de Dios. 


Muchos días estuvo en esta condición hasta que la visión de los muros destruidos, la puerta quemada a fuego y el mal en que estaban sus habitantes, fue cambiando por la visión de lo que Dios lo llamaba a hacer.
Comenzó a ver a esa misma gente contagiándose de sus sueños. Vio los muros reconstruirse, las familias trabajando y reconstruyendo la puerta. Miro la obra terminada. Percibió el sueño del Padre y lo hizo propio. Luego dijo: “concede ahora buen éxito a tu siervo, y dale gracia delante de aquel varón” y se presentó delante del rey.

CORRIÓ TRAS SU VISIÓN.

Conforme esta visión, comenzó a confesar y declarar por fe:

“Me dijo el rey: ¿Por qué está triste tu rostro? Pues no estás enfermo. No es esto sino quebranto de corazón.
Entonces temí en gran manera. Y dije al rey: Para siempre viva el rey. ¿Cómo no estará triste mi rostro, cuando la ciudad, casa de los sepulcros de mis padres, está desierta, y sus puertas consumidas por el fuego? Me dijo el rey: ¿Qué cosa pides? Entonces oré al Dios de los cielos, y dije al rey: Si le place al rey, y tu siervo ha hallado gracia delante de ti, envíame a Judá, a la ciudad de los sepulcros de mis padres, y la reedificaré”.
Nehemías no solo obtuvo el sueño de Dios mediante la intimidad con éste, sino que también lo confesó: “la reedificaré”, dice con toda convicción.
La confesión de los labios es aceptación al desafío; es fe en Dios. Confesar es estar de acuerdo con el Señor, porque la confesión responde a su santidad. Si hablamos de acuerdo a lo que Dios dice, entonces, estamos aceptando que Él es veraz. Hizo propio el lenguaje profético de Dios y comenzó a declarar hecho lo que aún era un sueño en su mente. Fe es declarar dando por hecho lo que aún no es. Es ver el fin antes del principio.
“Y me lo concedió el rey, según la benéfica mano de mi Dios sobre mí” , dijo Nehemías al salir de la presencia del rey rumbo a su sueño. Todavía faltaba contagiar a los habitantes de la Ciudad Santa de su visión y, de esa manera, sumarlos a su desafío. Debía transmitir y dar confianza mediante su personalidad desafiadora y dar a éstos la oportunidad de superarse convirtiéndose en desafiadores.

PROBÓ SU VOCACIÓN

El copero del Rey logra el permiso necesario para ir a Jerusalén y reconstruir los muros derribados desde hace tanto tiempo. 


Al llegar, Nehemías inspecciona los muros de Jerusalén. Más allá de su personalidad, probó su vocación con cautela:
Primero, se dedicó físicamente a la tarea que lo desafiaba, pero en secreto, sin duda “calculando el costo” de un proyecto tan trascendental .
Segundo, con más que una insinuación que era Dios quien lo había enviado, invitó al pueblo a que cooperara en el cumplimiento de su llamado. La respuesta unánime confirmó que estaba en el curso correcto. La vocación individual de uno generalmente halla esa clase de confirmación en la comunidad de fe.
Tercero, no permitió que la oposición le desviara, sino que respondió con la declaración de la razón por la cual había sido llamado, y dejó los resultados en manos de Dios quien lo había convocado a la tarea.

TRANSMITIÓ SU SUEÑO

Observemos sus argumentos para tal fin:

“Les dije, pues: Vosotros veis el mal en que estamos, que Jerusalén está desierta, y sus puertas consumidas por el fuego; venid, y edifiquemos el muro de Jerusalén, y no estemos más en oprobio. Entonces les declaré cómo la mano de mi Dios había sido buena sobre mí, y asimismo las palabras que el rey me había dicho. Y dijeron: Levantémonos y edifiquemos. Así esforzaron sus manos para bien”.
Le transmitió su sueño transmitiendo fe y pasión. Fe es, justamente, seguridad en lo que no se ve y convicción en lo que se espera. Con fe todo es posible. Todos los enemigos de tu sueño de Dios huirán y vencerás todos los obstáculos que pongan en tu camino.
La ley de la transferencia asegura que solamente transferiremos lo que somos y vivimos: Transferimos pasión por Cristo y su obra o no transferimos a nada.

BUSCÓ LA UNIDAD PORQUE EL SUEÑO ERA GRANDE

“Edificamos, pues, el muro, y toda la muralla fue terminada hasta la mitad de su altura, porque el pueblo tuvo ánimo para trabajar. (…) Y dije a los nobles, y a los oficiales y al resto del pueblo: La obra es grande y extensa, y nosotros estamos apartados en el muro, lejos unos de otros. En el lugar donde oyereis el sonido de la trompeta, reuníos allí con nosotros; nuestro Dios peleará por nosotros”. No sólo era necesario un sueño, fe y pasión, también era necesaria unidad porque el sueño era grande.

Si tu sueño es inmenso piensa: ¿Lo puedes realizar tú solo? Cuántos pastores y líderes tienen sueños tremendos y no se dan cuentan que no lo harán solo. Su sueño es para ser transmitido y ejecutado por el Cuerpo de Cristo que es la iglesia del Señor.
Si tienes un sueño confiésalo, compártelo con pasión, no te olvides: transmitimos pasión o no transmitimos nada. Luego toca la trompeta y vencerás. Tus ojos verán el sueño hecho realidad delante de ti.
“Y cuando lo oyeron todos nuestros enemigos, temieron todas las naciones que estaban alrededor de nosotros, y se sintieron humillados, y conocieron que por nuestro Dios había sido hecha esta obra.”
“El remanente, los que quedaron de la cautividad, allí en la provincia, están en gran mal y afrenta.”
Comprendió que la necesidad no sólo era material, en relación con el muro y la puerta destruida, solucionó otras necesidades imprescindibles para el mal y la afrenta en que estaba el pueblo.
5:1-19 Atendió a los problemas sociales y económicos.
6:1-19 Completó el muro a pesar de amenazas personales.
7:1-73 Tuvo en cuenta la necesidad de repoblar Jerusalén.
8:1-10:39 Renovaron el pacto y realizaron la lectura de la ley. Se produjo una confesión de pecado de parte del pueblo y la promesa de obedecer la ley.
13:4-31 Y ordenó las Reformas finales.
Todo esto se logró en medio de gran oposición pero por hombres con personalidades desafiadoras a todas las circunstancias y decididos a obedecer a Dios. El Señor tuvo muy presente la personalidad que dio a Esdras y Nehemías y a lo dispuestos que estos hombres de Dios estaban a dejarse moldear por su Espíritu.

UN DESAFIADOR ES UN SOÑADOR

“Cuando Jehová hiciere volver la cautividad de Sión,
Seremos como los que sueñan.
Entonces nuestra boca se llenará de risa,
Y nuestra lengua de alabanza;
Entonces dirán entre las naciones:
Grandes cosas ha hecho Jehová con éstos”

Los sueños son ideas que se presentan mientras una persona está dormida o como visión. Hay sueños cuyo producto no proviene del Señor, sino de otros aspectos psicológicos o biológicos que no hacen a este estudio. Pero, hay sueños que vienen de la mente de Dios y los emplea para sus propósitos. Al suscitarlos, el Espíritu Santo obra mediante las leyes de la mente, y puede producir causas secundarias. Estos sueños pueden influir en la vida espiritual de las personas. El sueño de un madianita desmoralizó al enemigo y alentó a Gedeón, que lo llegó a conocer de una manera providencial .
El relato del salmista dice: “Seremos como los que sueñan” narrando una situación de imaginación constante, de este pueblo cautivo, avizorando el regreso a Sión. Cuando vean materializarse ante sus ojos el retorno a su tierra, sería como ver cumplida su visión. Un sueño hecho realidad que los llenaría de alegría y de alabanzas a Dios y, a la vez, suscitaría la admiración de las naciones por los hechos de Dios con su pueblo.
Un desafiador es un soñador; es un visionario. Observa la visión y corre tras ella desafiando todo lo que se pone en su camino.
Todo, antes de ser en el tiempo y espacio material, lo fue primero como construcción mental. Fue un sueño, un pensamiento, un deseo. Cuando observamos una película, lo que estamos viendo es un sueño ajeno. Antes de ser fue la visión de un director, un guionista o un productor que logro contagiar a todo un equipo de trabajo a fin de realizarlo. Fue un sueño, lo tuvieron en su mente y lo llevaron adelante, desafiando todos los posibles pensamientos de fracasos. Sólo tuvieron un sueño y corrieron tras él.
Cada cosa que ves fue un sueño. La mesa en que te sientas fue, primero, en la mente de su creador. El edificio de la esquina de tu casa fue el sueño de alguien. Lo pensó, lo ideó, luego buscó ayuda de un profesional. Lo tradujo a papel y lo materializado ante sus ojos. Vivimos rodeados de sueños ajenos. ¿Y los tuyos? ¿Tienes un sueño? ¿Cuál es? Dilo en voz alta. Grafícalo en tu mente; obsérvalo y luego prepárate para el desafío que Dios acaba de poner delante de ti.
La vida está llena de desafíos y el mundo lleno de desafiadores. Cada uno de nosotros se encuentra, en algún momento, con una decisión crucial y un desafío delante.
Hace unos días, me llamó un profesor desde la sala de informática para que retire a un joven cuya conducta no permitía el normal desarrollo de la clase. No era la primera vez que sucedía esto. En los diferentes espacios curriculares continuamente sobrevenían estos episodios. En oportunidad anterior hablé con el padre de este muchacho y me explicó, lo que suponía, era la causa de esta rebeldía. Hacía cuatro años el grupo familiar había venido a la Isla Grande de Tierra del Fuego con la finalidad de solucionar problemas económicos, algo muy común en esta provincia. El joven se resistía a este cambio y quería regresar a su provincia de origen.
Al hablar con el muchacho le pregunté si podía comprender a sus padres y la decisión que se vieron forjados a tomar. Lo inste a entender la limitaciones que nos pone el tiempo en las tomas de decisiones y cuanto él puede demorar o ayudar, aprovechando bien el tiempo, a conseguir sus sueños. Intenté que entienda que los desafíos y las limitaciones propuestas por el tiempo no la sufre sólo él, muchas personas en esta provincia lo sobrellevan, jóvenes y adultos. Con lágrimas en los ojos el joven me respondió que podía entender y colaboraría en este sentido.
El tiempo es un gran desafío. Saber esperar y comprender que todo tiene su tiempo y todo lo que se quiere tiene su hora, es muy fuerte. A su corta edad, las circunstancias de la vida convirtieron a este joven en un desafiador. Yo podía ver en él una personalidad desafiadora.
Puedo distinguir un desafiador en ti, en carrera con miles de desafiadores anónimos cada día, a cada instante y en todo lugar. Los veo caminando por las calles. Observando los precios en un supermercado. Los contemplo en los rostros que miran el horizonte buscando algo.
Lo reflejan tus ojos al tener que criar sola a tus hijos y enfrentar la vida siendo madre, padre, proveedor, consejero y, a la vez, ejecutar normas necesarias para que tus hijos puedan criarse en la santidad de la Palabra de Dios. Tu soledad detrás de un logro. Tu reflexión delante de la siembra y tu esperanza en la cosecha. Tú eres un soñador de Dios. Tú eres una desafiadora y un desafiador de Cristo.
Cuando tomas el diario y sales en busca de trabajo. Todo el viaje es un desafío. Cuando piensas en los estudios superiores y estás frente a una solicitud universitaria. El decidirte es emprender un viaje total de miles de desafíos y sueños profundos que sólo tú y Jesús conocen.
Todo es propósito del Señor para activar y perfeccionar esa personalidad desafiadora que ha puesto en ti, con el fin de usarte en grandes empresas espirituales y materiales para engrandecer su Nombre. No en vano te enfrentaste a tantos Goliat mientras otros hubieran desmayado. Cada uno de ellos es una materia en la Universidad del Cielo, para capacitarte y usar el potencial que hay en ti para derribar fortalezas.




“Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz”.


TIPO 9. 
EL PACIFICADOR


EL TIPO INDOLENTE, MODESTO, RECEPTIVO, TRANQUILIZADOR, SIMPÁTICO Y SATISFECHO.

Hemos llamado el pacificador a las personas que se dedican a la búsqueda de paz interior y exterior para sí mismo y para los demás. Trabajan por mantener su paz mental así como por establecer la paz y la armonía en su mundo.
Las preocupaciones que encontramos en estas personas son las fundamentales de todo trabajo interior: permanecer despiertos frente a estar dormidos a nuestra verdadera naturaleza, paz contra sufrimiento, unión contra separación.
Ser pacificadores es un don del Padre por lo tanto inherente a toda la humanidad. Pero, vivimos en un mundo lleno de conflictos interpersonales e internacionales sea por diferencias ideológicas, racismos o creencias. El ser humano parece tener en su personalidad más de belicoso que de pacifico. Hay una realidad presente: El hombre no puede estar en conflicto con Dios y en paz con su prójimo, o viceversa, en paz con Dios y enemistado con otras personas.
Deseo compartir parte del sermón sobre el Pacificador, predicado la mañana del Domingo 8 de Diciembre de 1861, por Charles Haddon Spurgeon, en el Tabernáculo Metropolitano, Newington, Londres.

“Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios”

“Esta es la séptima Bienaventuranza. El número siete está rodeado siempre de un halo de misterio. Era el número que denotaba la perfección entre los hebreos, y parecería que el Salvador colocó al pacificador allí, como si casi se aproximara al hombre perfecto en Cristo Jesús.

Aquel que quisiera alcanzar la bienaventuranza perfecta, en la medida que pudiera gozarse en la tierra, debería esforzarse por alcanzar esta séptima bendición, y convertirse en un pacificador. (…)

Describamos al pacificador:

El pacificador, aunque es distinguido por su carácter, tiene la misma posición externa y la misma condición de otros hombres. En todas las relaciones de la vida se encuentra exactamente igual que los demás hombres. (…)
Así, el pacificador es un ciudadano, y aunque es cristiano, recuerda que el cristianismo no requiere que renuncie a su ciudadanía, sino que la use para dignificarla para la gloria de Cristo. Por esto el pacificador, como ciudadano, ama la paz. Si vive en esta nación, sabe que vive entre personas que son muy sensibles a su honor, y que son fácil y rápidamente susceptibles de provocación, que son un pueblo que es tan pugilístico en su carácter, que la simple mención de guerra hace hervir su sangre, y hace que se sientan inclinados a participar en una contienda de inmediato y con toda su fuerza. (…)
Pero el pacificador no es solamente un ciudadano, sino que también es un hombre, y si algunas veces no se mete en la política en general, como hombre, piensa que su política personal ha de ser siempre la de la paz. Por ello, si viera su honor manchado, no lo defendería: considera que enojarse con su semejante sería una mayor mancha para su honor, que soportar un insulto. Escucha que otros dicen: “si pisoteas a un gusano respingará”; pero él dice: “yo no soy un gusano, sino un cristiano, y por eso no respingo, excepto para bendecir la mano que me golpea, y para orar por aquellos que malignamente abusan de mí.”
Tiene su temperamento, pues el pacificador puede enojarse, y ay del hombre que no se enoje; sería como Jacob que cojeaba de su cadera, pues la ira es uno de los pies santos del alma, cuando se dirige en la dirección correcta; pero aunque se enoje, ha aprendido el mandamiento: “airaos, pero no pequéis,” y “no se ponga el sol sobre vuestro enojo.”
Cuando está en casa, el pacificador busca estar en armonía con sus sirvientes y con los de casa; prefiere tolerar muchas cosas antes que decir una palabra inoportuna, y si tiene que reprender, siempre lo hace con amabilidad, diciendo: “¿por qué haces esto?”, no con la severidad de un juez, sino con la ternura de un padre. (…)
El pacificador va también más allá, y cuando tiene compañía algunas veces se enfrenta con menosprecios, e incluso con insultos, pero aprende a soportar todo esto, pues considera que Cristo sufrió tal contradicción de pecadores contra Sí mismo. (…)
Si se tratara de un ministro, y hubiere una diferencia en medio de su pueblo, no se mete en detalles, pues sabe muy bien que hay mucha chismografía vana; más bien dice: “Paz” a las olas, y “Silencio” a los vientos, y así convida a los hombres a la vida. Tienen tan poco tiempo para convivir juntos, piensa, que sería conveniente que vivieran en armonía. Así que afirma: “¡Cuán bueno y cuán delicioso es habitar los hermanos juntos en armonía!”
Pero además, el pacificador considera que su título más elevado es el de ser un cristiano.
Siendo cristiano, se une a alguna Iglesia cristiana; y allí, como pacificador, es como un ángel de Dios. Incluso hay iglesias que están doblegadas por las debilidades, y esas debilidades son la causa de que los cristianos y las cristianas difieran algunas veces. Así que el pacificador dice: “esto es indigno, hermano mío; vivamos en paz”; y recuerda lo que Pablo dijo: “Ruego a Evodia y a Síntique, que sean de un mismo sentir en el Señor”; y piensa que si Pablo les rogó a estas dos mujeres que fueran de un mismo sentir, la unidad debe ser algo bendito, y trabaja para lograrla.
Y algunas veces el pacificador, cuando detecta que podrían brotar algunas diferencias entre su denominación y otras denominaciones, acude a la historia de Abram, y lee cómo los pastores de Abram contendían con los pastores de Lot, y nota que en el mismo versículo dice: “y el cananeo y el ferezeo habitaban entonces en la tierra”. Entonces considera que era una vergüenza que, allí donde había ferezeos de quienes cuidarse, los seguidores del verdadero Dios tuvieran desacuerdos.
Dice a los cristianos: “no hagan esto, pues hacemos que el diablo se divierta; deshonramos a Dios; dañamos nuestra propia causa; arruinamos las almas de los hombres”; y dice: “envainen sus espadas; guarden la paz, y no luchen entre ustedes”.
El pacificador dice: “Seguid la paz con todos”. Especialmente ora para que el Espíritu de Dios, que es el Espíritu de paz, descanse sobre la Iglesia en todo momento, haciendo uno de todos los creyentes, para que siendo uno en Cristo, el mundo sepa que el Padre ha enviado a Su Hijo al mundo; pues Su misión fue anunciada con un cántico angélico: “¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!”
Ahora, yo confío que en la descripción que he hecho del pacificador, haya podido describir a algunos de ustedes; pero me temo que la mayoría tendría que decir: “bien, en muchos aspectos me quedo corto”. Sin embargo, yo todavía agregaría esto. Si hubiese dos cristianos aquí presentes, que tengan alguna diferencia entre ellos, yo quisiera ser un pacificador, y les pediría que fuesen también pacificadores.

Bienaventuranza del Pacificador

Habiendo descrito de esta manera al pacificador, seguiré adelante para declarar su bienaventuranza:
“BIENAVENTURADOS LOS PACIFICADORES, PORQUE ELLOS SERÁN LLAMADOS HIJOS DE DIOS.”
Un triple reconocimiento está implicado.
Primero, es bienaventurado; esto es, Dios lo bendice, y yo sé que aquel a quien Dios bendice, es bendito; y aquel a quien Dios maldice, es maldito. Dios le bendice desde el más alto cielo. Dios le bendice a semejanza de Dios. Dios le bendice con las abundantes bendiciones que están atesoradas en Cristo.
Y mientas él es bendito de Dios, esa bendición es esparcida a través de su propia alma. Su conciencia da testimonio que como a los ojos de Dios, por medio del Espíritu Santo, ha buscado honrar a Cristo entre los hombres.
Más especialmente es bendito mayormente cuando es más asediado por las maldiciones, pues entonces reconoce la enseñanza: “así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros”. Y, aunque ha recibido el mandamiento de regocijarse en todo momento, tiene el mandamiento especial de estar sumamente alegre cuando es maltratado. Por tanto, si por hacer el bien es llamado a sufrir, lo acepta tranquilo y se goza de llevar de esta manera una parte de la cruz del Salvador.
Cuando se retira a su cama, ningún sueño de enemistad turba su descanso. Se levanta y se va a su trabajo, y no teme el rostro de ningún hombre, pues puede decir: “sólo tengo en mi corazón amistad hacia todos”; y si es atacado por la calumnia, o sus enemigos fraguan una mentira en su contra, puede decir a pesar de todo:
“El que forjó, y el que lanzó el dardo, ambos cuentan en mi corazón con un interés de hermano.” (…)
En segundo lugar, podrán observar que el texto no dice únicamente que es bienaventurado; sino que agrega que es uno de los hijos de Dios. Esto es por adopción y gracia; pero la pacificación es una dulce evidencia de la obra interna del Espíritu pacificador. Además, como un hijo de Dios, tiene una semejanza a su Padre que está en el cielo. Dios es pacífico, longánimo, y tierno, lleno de misericordia, piedad, y compasión. Así es este pacificador. Siendo a semejanza de Dios, lleva la imagen de su Padre. De esta manera da testimonio a los hombres de que es uno de los hijos de Dios.
Como uno de los hijos de Dios, el pacificador tiene acceso a su Padre. Se acerca a Él con confianza, diciendo: “Padre nuestro que estás en los cielos”, cosa que no se atrevería a decir, si no pudiera argumentar con una clara conciencia, “Perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores”. Siente un lazo de hermandad con el hombre, y por eso siente que puede regocijarse en la Paternidad de Dios. Se acerca con confianza y con intenso deleite a su Padre que está en el cielo, pues es uno de los hijos del Altísimo, que hace el bien tanto al malagradecido como al que es malo.
Y todavía hay una tercera palabra de reconocimiento en el texto. “Serán llamados hijos de Dios.” No solamente lo son, sino que serán llamados así. Esto es, incluso sus enemigos los llamarán así. Incluso el mundo dirá: “¡Ah!, ese hombre es un hijo de Dios”. Tal vez, amados, no hay nada que impacte tanto a los impíos como el comportamiento pacífico de un cristiano bajo los insultos.
Así que aquellos que son pacificadores son “llamados hijos de Dios”. Ellos lo demuestran al mundo de tal manera, que los propios ciegos tienen que ver y los propios sordos tienen que oír que Dios verdaderamente está en ellos.
¡Oh, que tuviésemos la suficiente gracia para ganar este bendito reconocimiento! Si Dios te ha llevado lo suficientemente lejos, querido lector, para tener hambre y sed de justicia, te ruego que no ceses de tener hambre hasta que te hubiere llevado a ser un pacificador, para que puedas ser llamado un hijo de Dios.

Trabajo del pacificador

Pero ahora, en tercer lugar, he de esforzarme para poner a trabajar al pacificador.
Ustedes tienen que hacer mucho trabajo, no lo dudo, en sus propios hogares y en sus propios círculos de conocidos. Vayan y háganlo. Recordarán bien aquel texto de Job: “¿Se comerá lo desabrido sin sal? ¿Habrá gusto en la clara del huevo?”, y por medio de esta frase Job quería que supiéramos que las cosas desabridas tienen que ser acompañadas de algo más, pues de lo contrario no serían agradables al paladar. Ahora, si nuestra fe es algo desabrido para los hombres: le tenemos que poner sal; y esta sal tiene que ser nuestra quietud y nuestra disposición de ser pacificadores. Entonces aquellos que hubieran evadido nuestra religión cuando estaba sola, dirán, al comprobar que va acompañada de sal: “esto es bueno”, y podrán encontrar un sabor grato en esta “clara del huevo”. (…)
Por el sudor sangriento de Aquel que oró por ustedes, y por las agonías de Aquel que murió por ustedes, y que al morir dijo: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”, perdonen a sus enemigos, y sigan el mandato “Orad por los que os ultrajan y os persiguen, y bendecid a los que os maldicen”. Que siempre se diga de ti, como cristiano, “ese hombre es manso y humilde de corazón, y prefiere soportar una injuria que provocar alguna injuria a otro”.
Pero el principal trabajo que quiero ponerlos a hacer, es este: Jesucristo fue el más grande de todos los pacificadores. “Él es nuestra Paz.” Él vino a establecer la paz con el judío y con el gentil, “pues de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación”. Él vino a establecer la paz entre todas las nacionalidades en pugna, pues ya no somos “griegos, bárbaros ni escitas, siervos ni libres, sino que Cristo es el todo, y en todos.”
Él vino a establecer la paz entre la justicia de Su Padre y nuestras almas ofensoras, y ha obtenido la paz para nosotros por medio de la sangre de Su cruz.
Ahora, ustedes que son los hijos de paz, esfuércense como instrumentos en Sus manos para lograr la paz entre Dios y los hombres. Eleven sus oraciones al cielo por las almas de sus hijos. No permitan que cesen jamás las súplicas por las almas de todos sus conocidos y parientes. Oren por la salvación de todos sus semejantes que perecen. Así serán pacificadores. (…)”


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TERCERA PARTE:

CHARISMA DEL PADRE E INTELIGENCIAS MÚLTIPLES


                                                             INTRODUCCIÓN:
Dentro de nuestro diseño profético pensado e ideado por Dios, está todo el potencial dispuesto para el servicio de su obra en la tierra. Esta misión que tenemos y que nos fue dada desde antes de la creación de todas las cosas, tiene relación directa con la visión que el Padre tuvo sobre nosotros al darnos vida.
La Biblia es la unidad reveladora de la visión de Dios al enviar a su Hijo Unigénito. Ella revela un diseño Divino y Profético que dan a conocer la misión de Cristo que culmina con la salvación de todos aquellos que creen en Él, a través de su obra redentora.
De la misma manera, así como encontramos en la Biblia el plan perfecto de Dios referente a la salvación, encontramos en nuestra historia personal el perfecto y nuevo diseño profético de Dios para con nosotros. Con la ayuda del Señor, hemos investigado nuestro bagaje sociocultural, religioso y económico, también en nuestra herencia genética y nuestro corazón, (naturaleza moral, vida espiritual y física).
Luego, analizamos los charismata (dones) dado por el Padre relacionado con nuestra personalidad. Ahora vamos a observar que el charisma del Padre también tiene raíces en nuestras inteligencias múltiples.
Anteriormente, hemos destacado las enseñanzas del Dr. William Barclay quien dice que, básicamente, charisma significa “don” y que, en el Nuevo Testamento, charisma es una palabra característicamente paulina. Al respecto asegura que se usa tocante de lo que podríamos llamar “dones de gracia”, es decir, con referencia a los “talentos naturales” que el hombre posee. Cada hombre - dice Pablo - tiene su propio charisma de Dios .
Todos nosotros hemos recibido algún don de Dios que nos permite hacer uso de las inteligencias que el Creador nos ha dado. Algunos autores dicen que los genes parecen tener una preponderancia mayor sobre la inteligencia toda. Muchos genes se combinan para crear una influencia general sobre la inteligencia, cada uno aportando una pequeña influencia. Lo que hacen los genes es establecer un rango de posibles reacciones ante una gama de experiencias posibles.
La teoría de las inteligencias múltiples es un modelo propuesto por Howard Gardner en el que la inteligencia no es vista como algo unitario, que agrupa diferentes capacidades específicas con distinto nivel de generalidad, sino como un conjunto de inteligencias múltiples, distintas e independientes. Gardner define la inteligencia como la “capacidad de resolver problemas o elaborar productos que sean valiosos en una o más culturas”.
En dicha investigación se identifica siete tipos de inteligencia:
 Inteligencia Lingüística: la capacidad de usar las palabras de manera efectiva al escribirlas o hablarlas. (“bueno para las palabras”)
 Inteligencia Lógico-Matemática: la capacidad de analizar lógicamente los problemas, realizar operaciones matemáticas e investigar cuestiones científicamente. (“bueno con los números/razonamientos”)
 Inteligencia Musical: la capacidad de reconocer y componer obras musicales, tonos y ritmos. (“bueno para la música”)
 Inteligencia Corporal-Cinética: el potencial para usar todo el cuerpo o todas las partes del cuerpo para solucionar problemas. (“bueno para esfuerzos físicos”)
 Inteligencia Espacial: potencial para reconocer y usar las pautas del espacio exterior y áreas más cercanas.
 Inteligencia Interpersonal: la capacidad para entender las intenciones, motivaciones y deseos de los demás permitiendo que las personas trabajen de manera eficaz con los demás. (“bueno en el trato con la gente”)
 Inteligencia Intrapersonal: la capacidad de entenderse a uno mismo, apreciar los propios sentimientos, miedos y motivaciones. (“bueno con uno mismo”)
Además de entender la teoría de las Inteligencias Múltiples se debe tener en cuenta que:
 Todos los seres humanos tienen todas las inteligencias; es un problema de tener un mayor o menor desarrollo en una inteligencia concreta.
 Las inteligencias no son estáticas; se pueden desarrollar.
Las inteligencias rara vez actúan solas; interactúan.
Cada inteligencia no es un fenómeno unitario; cada uno se manifiesta a sí misma de manera diferente, ejemplo: una persona con gran inteligencia corporal-cinética no tiene que ser necesariamente buena en todos los deportes.
Luego de una pequeña referencia sobre la teoría de las inteligencias múltiples, vamos a observar una por una a los siete tipos de inteligencias determinados por Gardner.
La idea es poder descubrir las que nosotros tenemos más desarrolladas y usarlas para la gloria de Dios. A la vez, determinar a las inteligencias que menos desarrollos tienen y, una vez identificadas, buscar la manera de obtener un perfeccionamiento progresivo con el fin siempre en el servir al Señor Jesús y su obra.

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“Persistiremos en la oración y en el ministerio de la palabra”

INTELIGENCIA LINGÜÍSTICA

La inteligencia lingüística es la capacidad de usar las palabras de manera efectiva al escribirlas o hablarlas. Deriva de la teoría de las inteligencias múltiples, descritas en el libro de Howard Gardner (1983) Frames of Mind: The theory of multiple intelligences. 


Describe la capacidad sensitiva en el lenguaje hablado y escrito, la habilidad para aprender idiomas, comunicar ideas y lograr metas usando la capacidad lingüística.
Esta inteligencia incluye también la habilidad de usar efectivamente el lenguaje para expresarse retóricamente o tal vez poéticamente. Su desarrollo puede verse, y es normal, en escritores, poetas, abogados, líderes carismáticos y otras profesiones que utilizan sobre otras habilidades la de comunicarse efectivamente.
Inteligencia Lingüística mediante el acto de habla.


“No es justo que nosotros dejemos el ministerio de la palabra de Dios”

Para muchos de nosotros, nuestro ministerio es el Ministerio de la Palabra. 


Generalizando, el ministerio de la predicación es de todos, pero algunos sentimos un llamado especial de parte de Dios a ministrar al Pueblo con la predicación, la enseñanza y el discipulado. Personalmente, me encanta y me siento muy bendecido por el Señor predicando y enseñando, sea por medio de la palabra audible o escrita; considero que me es más fácil hablar que escribir.
En el tiempo nuevo testamentario, como creciera el número de los discípulos, hubo murmuración de los griegos contra los hebreos, de que las viudas de aquéllos eran desatendidas en la distribución diaria. Entonces los doce convocaron a la multitud de los discípulos, y dijeron: No es justo que nosotros dejemos la palabra de Dios, para servir a las mesas. Buscad, pues, hermanos, de entre vosotros a siete varones de buen testimonio, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría, a quienes encarguemos de este trabajo. Y nosotros persistiremos en la oración y en el ministerio de la palabra.
El ministerio de la palabra se da por medio de la comunicación verbal o no verbal mediante el acto de habla por medio del discurso o en el canto. Dios utiliza este don que dio al ser humano y que lo hace diferente y superior a toda su creación.
La predicación es el fundamento del Evangelio. Esto se debe a que la palabra es, en sentido general, la expresión del pensamiento; así como el molde en el que se expresa el pensamiento. El lenguaje viene a ser así el medio dinámico por medio del que el pensamiento de una mente es comunicado a otra mente.
El sacerdocio de la predicación de la Palabra de Dios usa el medio dinámico del lenguaje de tal modo de que seamos nosotros el canal de comunicación de Dios, tanto de sus planes inmortales con las naciones como de sus pensamientos de reconciliación a todos los hombres por medio de Jesús. Primero, “nos reconcilió consigo mismo por Cristo”. En segundo término, “nos dio el ministerio de la reconciliación; que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación. Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; le rogamos a las personas: “En nombre de Cristo, reconcíliate con Dios”.
Pablo, como introducción en su carta a Tito, dice que como siervo de Dios y apóstol de Jesucristo tiene este ministerio basado en la fe, en el conocimiento de la verdad y en la esperanza de la vida eterna, la cual Dios prometió desde antes del principio de los siglos, y a su debido tiempo manifestó su palabra por medio de la predicación que, personalmente, le fue encomendada a él por mandato de Dios.
Dios usa el dinamismo del lenguaje para comunicar sus pensamientos a los hombres, siempre lo hizo, desde los profetas antiguos hasta nosotros. De la misma manera que el Padre encomendó y manifestó su palabra por medio de Pablo, ahora nos encomendó a nosotros ser sus voceros en esta generación y en las venideras.
Estos profetas, que Dios uso para transmitir sus planes, inquirieron y diligentemente indagaron acerca de esta salvación, escudriñaron qué persona y qué tiempo indicaba el Espíritu de Cristo que estaba en ellos, el cual anunciaba de antemano los sufrimientos de Jesucristo, y las glorias que vendrían tras ellos. Entonces, quien usaba el lenguaje para profetizar era Jesús en ellos revelando que no para sí mismos, sino para nosotros, administraban las cosas que ahora son anunciadas por nosotros, que predicamos el evangelio por el Espíritu Santo enviado del cielo a nuestras vidas.
Nada ha cambiado en la relación de Dios con el hombre en cuanto al uso del lenguaje como medio dinámico de transmisión de su mensaje. En los profetas antiguos el Espíritu de Cristo estaba en ellos y, hoy, el Espíritu Santo de Dios está en nosotros. Por lo tanto, nuestra predicación no tiene el fundamento en excelencia de palabras o de sabiduría. Menos aún con los argumentos mundanos de persuasión, sino con demostración del Espíritu y de poder, para que la fe de los que nos oyen no esté fundada en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios.

Sabiduría en el uso de nuestra inteligencia lingüística

Sin embargo, sabiendo que nuestra predicación no está fundada en la sabiduría humana, podemos hablar de sabiduría en el uso de nuestra inteligencia lingüística. 


No obstante, no debemos confundir la sapiencia de este mundo con la sabiduría espiritual que procede de Dios.
Hablamos sabiduría de Dios en misterio, (la palabra misterio en el Nuevo Testamento, no significa algo difícil de comprender, sino denota una verdad escondida en la mente de Dios, hasta que Él decide revelarla), la sabiduría oculta, la cual Dios predestinó antes de los siglos para nuestra gloria, la que ninguno de los principales personajes de este mundo conoce; porque si la conocieran, aceptarían la veracidad de nuestra predicación.
No obstante, la rechazan segados por el error de los príncipes de este siglo, quienes, dice el Apóstol Pablo, “si la hubieran conocido, nunca habrían crucificado al Señor de gloria”, asegurando que tanto Satanás, el dios de este siglo , y los demonios, los principados y potestades , fueron completamente confundidos por la cruz. Esto es una importante revelación; es el contraste que presenta la luz con las tinieblas, la insondable e inescrutable sabiduría de Dios con la limitada habilidad de Satanás para anticipar las tácticas del Padre.
La manifestación de esta verdad se presenta delante de tus ojos todos los días. Cada vez que el Diablo viene contra tu vida con luchas tremendas tratando de doblegarte en tu fe, lo que ignora es cuanto te favorece en tu crecimiento espiritual. Si él lo supiera no usaría esta artimaña. No es su deseo, sin embargo lo hace porque su conocimiento es limitado en relación con la grandeza y profundidad de la sabiduría santa de Dios. Crucificó a Cristo ignorando que allí estaba la victoria total de Jesús, al conseguir la redención de nuestras vidas.
La verdadera naturaleza de la sabiduría de Dios hace obsoleta la sabiduría de este mundo, porque ella no es de esta era. Dios la preparó para nosotros que le amamos. Son cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre. Pablo nos muestra el camino por el cual recibimos esta sabiduría del Padre: implican tres vías de conocimiento:
1. Conocimiento perceptual, ojo y oído, a través de la observación y la experiencia sensorial.
2. El conocimiento conceptual, el corazón, la mente, por la razón y la curiosidad intelectual;
3. y el espiritual de lo que aman a través de la afinidad moral y espiritual.
Pero, Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios. Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha concedido, lo cual también hablamos, no con palabras enseñadas por sabiduría humana, sino con las que enseña el Espíritu, acomodando lo espiritual a lo espiritual.
Esta verdad, enseñada por Pablo en referencia a la inteligencia lingüística, no contradice a la necesidad de desarrollar esta capacidad dada por Dios por medios naturales. Es el hombre natural el que no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se tienen que discernir espiritualmente.
Este discernimiento espiritual acepta una revelación venida de parte de Dios acerca de temas que el hombre no puede llegar a conocer por su propia cuenta. El hombre solamente puede investigar aquello que ha sido puesto debajo de su potestad por medio de la razón. Justamente, la razón es aquella facultad por la que el hombre puede, una vez que tiene datos, clasificar estos antecedentes y sacar unas determinadas consecuencias de ellos. No puede, por sí misma, conseguir datos, sino trabajar sobre ellos. Hay referencias que el hombre puede conseguir mediante una investigación de su entorno. Pero no es “la razón” lo que puede decirle que esta sea toda la realidad existente.
La razón no puede nunca negar la posibilidad de una revelación procedente de Dios. No puede ni siquiera pretenderlo. Si en nombre de la razón se pretende negar la Revelación, se abandona por ello mismo la racionalidad, y se cae en el racionalismo, la totalmente injustificada atribución de un carácter absoluto a la razón, como juez y árbitro final.
No es la razón, entonces, lo que empuja al hombre natural a negar la revelación dada mediante la predicación y tenerla por locura, sino la incredulidad, movida por la enemistad contra Dios porque “la mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo”. El caos de las religiones y filosofías de factura humana constituye la demostración de ello.
El conflicto no está, pues, entre razón y fe, sino entre la razón obrando en un esquema mental de incredulidad y rebelión contra Dios y su revelación frente a la razón informada, iluminada y dirigida por la gozosa confianza en el Dios que ha hablado, revelándose a Sí mismo en su justicia, amor, y propósitos en Cristo Jesús, en el tiempo y en la eternidad.
¿Dónde está la sabiduría de los sabios? ¿Dónde el entendimiento de los entendidos? El espiritual juzga todas las cosas; pero él no es juzgado de nadie. Porque ¿quién conoció la mente del Señor? ¿Quién le instruirá? Más nosotros tenemos la mente de Cristo. Hay un gran misterio en nuestro ser:
Primero: la verdad tan profunda de que Dios se haga carne y habite entre nosotros, primeramente, y luego en nosotros, por medio de la persona del Espíritu Santo. La mente de Cristo está en nosotros.
Segundo: nuestra capacidad de raciocinio. Tenemos el don natural del Padre al darnos vida. La capacidad de decidir, investigar y el lenguaje como facultad comunicativa.
Es el misterio más hermoso y digno de ser valorado. Es como si Dios juntase cielo y tierra, todo contenido en tu persona. Tienes ambas cosas, tu mente y la mente de Cristo. Dos dones magníficos, pero uno superior a otro. Cristo fue hecho carne pero prevaleció su vida espiritual por sobre su vida carnal. Por eso pudo cumplir la voluntad del Padre y no hubo, jamás, pecado en él.

¿No conozco yo a tu hermano Aarón, levita, y que él habla bien?

Le place al Salvador que nosotros desarrollemos la inteligencia lingüística dada como un don de parte del Padre. Lo que debemos cuidar es que siempre este supeditada a la mentalidad de Jesús, acomodando lo espiritual a lo espiritual.

Dios guió, proveyó para el desarrollo y utilizó esta capacidad en muchos hombres y mujeres del Señor. Él quiere usar tu poder de raciocinio y tu potencial lingüístico para salvación de tus oyentes, bendición de su pueblo y, mediante esto, puedas cumplir el plan perfecto del Señor, su propósito, su diseño profético por medio de este don del Padre en ti.
El Creador llamó a Moisés para que transmita sus pensamientos a Faraón. El Padre Celestial se acordó de su pueblo Israel y llevó adelante su plan de liberación y cumplimiento de sus promesas. Moisés era levita, hijo de Amram y Jocabed. Nació en Heliópolis, famosa ciudad del bajo Egipto. Sus hermanos fueron María y Aarón, cuyo nombre de éste último significa “incierto”, y era el mayor.
Dijimos sobre las inteligencias múltiples, según Gardner, que todos los seres humanos tenemos las siete descriptas; es un problema de tener un mayor o menor desarrollo en una inteligencia concreta. Que las inteligencias no son estáticas; se pueden desarrollar y que rara vez actúan solas; interactúan.
Dios trabajó en la vida de Moisés con el deseo de que él cumpla su misión y visión en la tierra. Lo preservó milagrosamente desde el día de su nacimiento y lo condujo con su providencia santa hasta el hogar de la hija de Faraón. A la vez, Moisés fue conociendo su diseño profético por medio de sus aciertos y errores y la manifestación de Dios.
Por haber sido criado por la hija de Faraón, Moisés “Fue enseñado en toda la sabiduría de los egipcios” , y según la tradición judía ello incluía aritmética, geometría, poesía, música, astronomía y muchas otras materias. En Egipto, las escuelas eran asociadas con los templos y eran administradas por los sacerdotes. La medicina y la religión eran asignaturas clave si el niño debía llegar a ser un sacerdote.
Moisés sería criado por el “maestro de los niños del rey” en la corte real, y habría aprendido a escribir jeroglíficos egipcios con tinta sobre papiro. Es muy probable que aprendiera también las escrituras cananea, porque en aquélla época Canaán tenía estrechas relaciones con Egipto. Cuando se ordenó a Moisés que enseñara al pueblo la ley, lo llevó a cabo mediante repetición y ejemplos, lectura bíblica y el empleo de composiciones para ser cantadas. Por cuanto en Egipto era práctica común cantar lecciones, esto probablemente sea un reflejo de la manera en que Moisés fue enseñado.
Puede ser importante señalar que Dios llamó a Moisés al liderazgo desde una base de una cuidada educación, como también fue el caso de Pablo siglos más tarde cuando fue llamado a conducir la iglesia. Lucas era un médico y el desarrollo de esta capacidad de redacción e investigación, le permitió escribir el Evangelio que lleva su nombre y el libro de Hechos de los Apóstoles.
Era el deseo del Señor que las inteligencias múltiples en Moisés sean desarrolladas, sobre todo la lingüística. Trabajó en él naturalmente y, llegado el día, se manifestó hablándole desde una zarza ardiendo diciéndole: “Ven, por tanto, ahora, y te enviaré a Faraón, para que saques de Egipto a mi pueblo, los hijos de Israel. (…). Entonces dijo Moisés a Jehová: -¡Ay, Señor! Nunca he sido hombre de fácil palabra, ni antes ni desde que tú hablas con tu siervo, porque soy tardo en el habla y torpe de lengua. Jehová le respondió: -¿Quién dio la boca al hombre? ¿O quién hizo al mudo y al sordo, al que ve y al ciego? ¿No soy yo, Jehová? Ahora, pues, ve, que yo estaré en tu boca y te enseñaré lo que has de hablar”.
El Señor tenía toda la buena voluntad de bendecir a Moisés y de capacitarlo, lo hizo pedagógicamente proveyendo lo necesario para desarrollar su inteligencia lingüística, con el fin de que llegará a ser el gran estadista y legislador que fue. A la vez, y dado que éste manifestaba su torpeza en el habla, Dios podía hacer un milagro en él actuando sobrenaturalmente. Al respecto, Esteban dice que Moisés “fue enseñado en toda la sabiduría de los egipcios; y era poderoso en sus palabras y obras” , equipamiento necesario para que pueda responder a su llamado. Dios revela este propósito al decir que Él es el hacedor y el que capacita al orador.
El líder de Israel prefiere que este don y privilegio se lo den a otro al decir: ¡Ay, Señor! Envía, te ruego, por medio del que debes enviar (“a cualquier otra persona” RV95). Entonces Jehová se enojó contra Moisés, y dijo: ¿No conozco yo a tu hermano Aarón, levita, y que él habla bien? Y he aquí que él saldrá a recibirte, y al verte se alegrará en su corazón. Tú hablarás a él, y pondrás en su boca las palabras, y yo estaré con tu boca y con la suya, y os enseñaré lo que hayáis de hacer. Y él hablará por ti al pueblo; él te será a ti en lugar de boca, y tú serás para él en lugar de Dios”.
El Padre Celestial fusiona de esta manera la capacidad lingüística en el lenguaje hablado y escrito, la habilidad para comunicar ideas y lograr metas usando esta facultad. Para comunicar la idea de Dios a Faraón, Moisés lo hacía mediante el lenguaje hablado por quién sería su boca: Aarón.
Por supuesto, no solamente es necesario tener la inteligencia lingüística para ser usado por Dios. Este es un don del Padre y no es necesario ser cristiano para recibirlo. Hay grandes oradores, escritores y estadistas que favorecen la transmisión de ideas en lo secular; pero, ser la voz de Dios, como lo era Juan el Bautista, requiere de mucho más que un carisma.
El llamamiento del Señor no es al talento sino al hombre o a la mujer. Cuando nos llamó lo hizo conforme a su Propósito. Hay un libro escrito con tu nombre. En su interior hay un diseño trazado por la mano de Dios; lo diseñó antes de ser todas las cosas. Su mano fue guiando y aprovechando cada situación de tu vida. Hoy quiere mostrarte que Jesús te eligió a ti como lo hizo con sus discípulos en aquel amanecer oscuro, luego de orar toda la noche.
Te llamó a ti no a tu talento, (Jesús no dio su vida por tus talentos), la eternidad es herencia de los hijos de Dios. Tus capacidades están para que Dios las uses porque son de Cristo y para Cristo. Dios está mirando tu amor, tu relación personal y fidelidad a Jesús.
Esto no lo comprendió Moisés, Dios lo llamaba a él para usar su vida como lo hizo. No deseaba enviar a otro porque ninguno sería tan fiel como él lo fue en toda la casa de Dios. Aunque Aarón temía a Dios, tuvo una gran falla: flaqueó en el momento de la tentación mientras Moisés estaba en el monte Sinaí, permitió que el pueblo hiciera un ídolo de oro. Junto con María, Aarón cri¬ticó a Moisés por el matrimonio de éste con una etíope. A ve¬ces mostró poca fe y dudó del poder de Dios. Como casti¬go, no se le permitió entrar en la Tierra Prometida. Murió a la edad de 123 años.
La fidelidad es superior al talento. Muchas personas talentosas se pierden pero tu fidelidad te salva.

Inteligencia Lingüística mediante la escritura.
“Escribe; porque estas palabras son fieles y verdaderas.”

Volviendo a la inteligencia lingüística, dijimos que ésta incluye la habilidad de usar efectivamente el lenguaje para expresarse retórica y poéticamente.

Moisés fue un gran profeta, general, administrador, legislador, estadista, liberador, prosista, poeta e historiador hebreo. A él se le atribuye la escritura del Pentateuco, (los cinco primeros libros de la Biblia). Entonces, a Moisés no le faltaba el talento ni el desarrollo de esta inteligencia en particular, le faltaba decisión.
Dios te está llamando a usar esta capacidad nata en ti. No te preocupes si lo haces bien, regular o necesitas mejorar, sólo estás permitiendo el proceso de desarrollo de esta inteligencia.
El verbo escribir es katab (בתַכָ, H3789) , significa: “escribir, inscribir, describir, escribir al dictado, grabar”. El verbo se encuentra en la mayoría de las lenguas semíticas. En el hebreo bíblico hay unos 203 casos confirmados (durante todos los períodos) y 7 en arameo. Básicamente el término se refiere a apuntar un mensaje. Dios usó este verbo para ordenar el escribir.
Fue una orden directa cuando Dios decidió el juicio divino contra los amalecitas. Era sumamente necesario que se escribiera en un libro (pergamino) porque debía ser recordado: “Jehová dijo a Moisés: Escribe esto para memoria en un libro, y di a Josué que raeré del todo la memoria de Amalec de debajo del cielo” .
El Padre derramó en ti un charisma muy necesario. Personalmente, pienso que escribir es la mejor forma de compartir nuestro mensaje utilizando el fading lento de la escritura, porque puede permanecer en el transcurso de los tiempos. Usa el don puesto en ti. No te olvides que los talentos se desarrollan o se entierran. Ejercítalo.
Recuerdo, antes de predicar en los pulpitos solía ir a trabajar y recitaba mensajes bíblicos en mi mente. Me parecían buenas predicaciones, pero el problema es que retumbaban dentro mío pues no podían salir por mi boca. La primera vez que el pastor me permitió subir a la plataforma; leí el pasaje bíblico y salude; luego me baje ante el asombro generalizado.
El don estaba allí pero no lo podía dejar exteriorizarse. Con mucha paciencia me dieron una tras otra las posibilidades de predicar. Sólo de esta manera el charisma de Dios podía surgir y ser usado por el Espíritu Santo. Esfuérzate y perfecciona ese don. Hazlo con sinceridad, fidelidad y entrega a Dios. Hazlo para Él porque suyo es y le pertenece.
Salomón pidió a Dios sabiduría. El Padre lo bendijo y el sabio Rey de Israel compuso tres mil proverbios y sus cantares fueron mil cinco. También disertó sobre los árboles, desde el cedro del Líbano hasta el hisopo que nace en la pared. Asimismo disertó sobre los animales, sobre las aves, sobre los reptiles y sobre los peces.
Si oyes hoy la voz de Dios que te dice: “Escribe”; entonces hazlo.
Jehová dijo a Moisés: Escribe y lo hizo.
Isaías dice que Jehová le dijo: “Toma una tabla grande, y escribe en ella con caracteres legibles”.
Jeremías asegura que Jehová Dios de Israel, se le reveló diciendo: “Escríbete en un libro todas las palabras que te he hablado”. Tuvo que llamar a Baruc hijo de Nerías, el cual escribió de boca de Jeremías, en un rollo de libro, todas las palabras que Jehová le había hablado.
Habacuc recibió como respuesta de Dios esta palabra: “Escribe la visión, y declárala en tablas, para que corra el que leyere en ella”.
¿Será esta la respuesta que estás esperando? Usa tu talento, únicamente escribiendo se perfeccionará la inteligencia lingüística puesta por Dios en ti.
Escribe. Habla. Predica. Entrega tu inteligencia lingüística a Dios a quien le pertenece tu vida, tus talentos, toda la gloria y todo el honor que pueda emanar de ti.
“Padre Eterno.
Oigo tu voz que me dice: -¡Predica! Y vuelve a repetir una y otra vez:
-¡Predica, predica, predica!-
Oigo tu voz en mi interior que me dice: -¡Escribe!- y vuelve a repetir una y otra vez:
-¡Escribe, escribe, escribe!-
Como Moisés digo: -Señor no se hablar-
Como Jeremías me justifico: -Soy niño, Padre-
Aunque en mi debilidad diga: No me acordaré más de Ti, ni hablaré más en tu Nombre; no obstante, hay en mi corazón como un fuego ardiente metido en mis huesos; trato de sufrirlo, y no puedo.
Desarrolla el charisma dado por ti en mi vida. Enséñame a hablar a la gente conforme a tu sabiduría. Dame tu Unción.
Edúcame en la siembra y en regadío, sabiendo que el crecimiento final lo darás tú.
En el Nombre de Jesús. Amén”.


“Y el que estaba sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas las cosas.
Y me dijo: Escribe; porque estas palabras son fieles y verdaderas”
Apocalipsis 21:5.

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Y dijo el Señor: ¿Quién es el mayordomo fiel y prudente al cual su señor pondrá sobre su casa, para que a tiempo les dé su ración?
Bienaventurado aquel siervo al cual, cuando su señor venga, le halle haciendo así.

INTELIGENCIA LÓGICO-MATEMÁTICA

La inteligencia lógica-matemática es la capacidad para usar los números de manera efectiva y de razonar adecuadamente a través del pensamiento lógico. Comúnmente se manifiesta cuando se trabaja con conceptos abstractos o argumentaciones de carácter complejo.

Dentro de procesos complejos, las personas que tienen un nivel alto en este tipo de inteligencia poseen sensibilidad para realizar esquemas y relaciones lógicas, afirmaciones y las proposiciones, las funciones y otras abstracciones relacionadas. Un ejemplo de ejercicio intelectual de carácter afín a esta inteligencia es resolver exámenes de cociente intelectual.
Cuesta mucho relacionar a la inteligencia lógico-matemática con lo espiritual. Lo que sucede es que estamos articulando una ciencia exacta con la fe. Pero, una inteligencia lógico-matemática, como charisma dada por el Padre, es muy valiosa en la obra del Señor. Todo potencial dado por Dios es un don tremendo y necesario en su Diseño Profético tanto en nuestro llamado personal como en lo referente a la iglesia y toda nuestra nación. Todo ayuda a bien cuando es conforme a Su Propósito.
Observemos esta inteligencia en acción y rendida a Dios con el fin de ser usada conforme a su designio en Génesis 37 al 50.

José: de soñador de Dios a esclavo; de esclavo a presidiario; de presidario a primer ministro de Egipto

José fue hijo de Jacob y Raquel. Jacob lo amaba más que a sus otros hijos por ser el hijo de su ancianidad y le dio una túnica de muchos colores. Sus hermanos, que no lo apreciaban, urdieron maldades en contra suya y lo vendieron como esclavo por veinte piezas de plata .

Se describen tres períodos en su vida en Egipto: en casa de Potifar (39:1–20); en prisión (39:21–40:23); y en el palacio (41:1–57). Los dos primeros períodos comienzan con el comentario: Pero Jehová estuvo con José (39:2,23) y concluyen con la caída de éste, mostrándole en la prisión, o bien olvidado allí (40:23). El tercer período es un contraste completo: comienza con José en prisión y concluye con él como primer ministro de Egipto.
Estos tres episodios se concentran sólo en José. Nosotros observaremos su inteligencia lógico-matemática utilizada en estos periodos que implica la capacidad para emplear los números de manera efectiva y de razonar adecuadamente a través del pensamiento lógico. Por supuesto, sin ignorar los sueños reveladores de parte de Dios y la ayuda divina que prosperaba todo lo que José hacía. Lo importante es como nuestra mente obra ante las revelaciones, en este caso como buenos administradores lógico- matemáticos, tanto de lo nuestro como de lo ajeno y máximo de lo que pertenece a la obra de Dios.
La historia de José en Egipto en calidad de esclavo comienza así: Fue comprado por Potifar, un alto funcionario egipcio, descrito como capitán de la guardia. Rápidamente comenzó a desempeñar una labor administrativa, lo cual le daba el derecho de estar a cargo de la prisión para presos del rey y es posible que también estuviera a cargo de abastecer al palacio.
José prontamente ascendió de ser un esclavo ordinario trabajando afuera para trabajar adentro, en la casa de su señor. Luego llegó a ser asistente personal de Potifar, y finalmente fue puesto a cargo de todo lo que le pertenecía. El éxito de José no se debía sólo a su habilidad, sino al hecho de que la bendición de Jehová estaba con él y a través de él, Potifar disfrutó de las bendiciones de Dios.
La lealtad de José a su señor fue sobresalientemente demostrada, cuando la mujer de Potifar trató de seducirle. Repudió con energía la sola idea de una cosa así, diciendo: --¿Cómo, pues, haría yo esta gran maldad y pecaría contra Dios?--. Este es un sentimiento que concuerda en cada parte de las Escrituras. Pero la desesperada mujer finalmente se vengó. Encontró solo a José en la casa y lo despojó de una de sus vestimentas.
Entonces ella la mostró delante de los otros esclavos y más tarde ante su esposo, pretendiendo que José había tratado de violarla. Sus acusaciones fueron suficientes para convencer a Potifar. El no ejecutó a José, como normalmente habría sucedido en caso de violación, de modo que quizás tuvo sus dudas acerca de lo que su mujer le contó. Pero ser encarcelado en la prisión real con cargos falsos era un trágico destino para semejante siervo leal como José, si bien no fue lo último que sufrió por causa de la justicia.
Queda claro lo que venimos diciendo en relación al don, talento, capacidad o carisma personal, (charismata del Padre), que estos pueden poseerlo tanto cristiano como aquellos que no tienen a Cristo en su corazón. El mundo tuvo y tiene grandes administradores, científicos, economistas y matemáticos, y muchos de ellos sirven para los planes mundiales del Señor, sin embargo, (repito lo dicho anteriormente), Dios no llama a los talentos sino a nosotros como seres humanos. Siempre Dios va a preferir el corazón contrito, humillado y fiel ante Él, que mil capacidades sin relación íntima con Cristo por más eficaces que sean.
Cualquiera fuera la situación, José permaneció fiel a Dios. Al ser puesto en prisión por su amo, sus experiencias en la prisión real son un eco de las de la casa de Potifar. Después de haber aconsejado al copero real, pensó que podría ser premiado siendo liberado, sin embargo, José otra vez fue desilusionado, pero Jehová estaba con él y le extendió su misericordia, y le dio gracia en los ojos del jefe de la cárcel.
Y el jefe de la cárcel entregó en mano de José el cuidado de todos los presos que había en aquella prisión; todo lo que se hacía allí, él lo hacía. No necesitaba atender el jefe de la cárcel cosa alguna de las que estaban al cuidado de José, porque Jehová estaba con José, y lo que él hacía, Jehová lo prosperaba .
La habilidad de José de interpretar sueños era una indicación de que Dios seguía con él, pero la liberación sería la máxima prueba del apoyo y la presencia de Dios, y ésta eludió a José.
Los 13 años de esclavitud y encarcelamiento llegaron a un abrupto final. José fue sacado de repente de la cárcel y llevado a la presencia de Faraón. Sin embargo, no eran sólo las circunstancias las que habían cambiado. El impetuoso adolescente que una vez irritó a su familia, había llegado a ser la esencia del tacto y la sabiduría.
El valle de lágrimas había probado ser el valle de la formación del alma, y al final comienza a ser evidente por qué a José se le había permitido sufrir en esta forma. El control de Dios sobre los eventos llega a ser irrebatible al enviarle al presumido faraón dos sueños desconcertantes. Llegó a ser aún más claro cuando el jefe de los coperos sugirió que el faraón debería pedir a José que los interpretara y él dijo: Dios responderá para el bienestar del faraón .

Un buen administrador que quinte la producción de la tierra de Egipto

Los sueños de Faraón fueron revelados por José. Profetizaban siete años de gran abundancia, seguidos por otros sietes de gran hambre. Esto estaba graficado en las figuras de vacas gordas las cuales eran comidas por las vacas flacas; y por las espigas robustas devoradas por las espigas flacas, anunciando que nada quedaría del primer tiempo próspero sino se hacía algo al respecto.
Pero José no sólo reveló los sueños al Faraón sino que también aconsejó la necesidad de encontrar un buen administrador. Exclusivamente la administración sabia y prudente lograría que Egipto no sufra en tiempos de escasez.
Observemos el consejo de José y la demostración de una inteligencia lógico-matemática que convence a Faraón, no solo de lo acertado de su consejo, sino también, de que él era aquel hombre:
“Por tanto, provéase ahora Faraón de un varón prudente y sabio, y póngalo sobre la tierra de Egipto. Haga esto Faraón, y ponga gobernadores sobre el país, y quinte la tierra de Egipto en los siete años de la abundancia”.
Mediante estos consejos, le dice cual debían ser las cualidades de estos gobernadores y, además, cuánta debía ser la cantidad a guardar: una quinta parte de la producción.
“Y junten toda la provisión de estos buenos años que vienen, y recojan el trigo bajo la mano de Faraón para mantenimiento de las ciudades; y guárdenlo. Y esté aquella provisión en depósito para el país, para los siete años de hambre que habrá en la tierra de Egipto; y el país no perecerá de hambre”.
En esta segunda parte ofrece la solución final: hacer grandes depósitos y guardar en ellos el excedente para los tiempos difíciles a venir.
Inmediatamente el Faraón hizo una lectura de las habilidades administrativas de José y “dijo a sus siervos: ¿Acaso hallaremos a otro hombre como éste, en quien esté el espíritu de Dios?”.
En este contexto, se usa “espíritu” para expresar la capacidad o dotación de alguna persona para cierta tarea o bien la esencia de una de sus cualidades. Referente a las inteligencias múltiples dada por Dios, podemos decir que hay un grado superior de desarrollo en la inteligencia lógico-matemática superando a cualquiera en lo natural por su relación con el Señor, articulando lo natural con lo sobrenatural.
“Y dijo Faraón a José: Pues que Dios te ha hecho saber todo esto, no hay entendido ni sabio como tú. Tú estarás sobre mi casa, y por tu palabra se gobernará todo mi pueblo; solamente en el trono seré yo mayor que tú. Dijo además Faraón a José: He aquí yo te he puesto sobre toda la tierra de Egipto. (…) Era José de edad de treinta años cuando fue presentado delante de Faraón rey de Egipto; y salió José de delante de Faraón, y recorrió toda la tierra de Egipto.
En aquellos siete años de abundancia la tierra produjo a montones. Y él reunió todo el alimento de los siete años de abundancia que hubo en la tierra de Egipto, y guardó alimento en las ciudades, poniendo en cada ciudad el alimento del campo de sus alrededores. Recogió José trigo como arena del mar, mucho en extremo, hasta no poderse contar, porque no tenía número”.

Profeta y gobernador sabio

De este modo, José personificó los dones de profeta y gobernador sabio. 


Él tuvo visión divina del futuro y gobernó Egipto con el charisma de Dios, utilizando la capacidad de organización y administración necesaria, de modo que Egipto y los países vecinos fueron librados de la hambruna. A la vez, se cumplió el propósito de preservación de Dios hacia su siervo Israel y toda su descendencia mesiánica.
La iglesia necesita de hombres y mujeres que sean fieles administradores . 1 Pedro 4:10 dice que cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios. La gracia de Dios se manifiesta de muchas maneras y una de ellas es la administración. El pensamiento lógico es necesario para poder establecer los parámetros precisos para la edificación, programación de eventos y demás. Que poco efecto hubiera tenido la revelación si no fuera acompañado por el accionar sabio y coordinado. José lo supo y por eso lo aconsejó y, dada la oportunidad, lo llevó a cabo.
Observemos en la historia de José que de todos los egipcios que oyeron y vieron lo que el sueño de Faraón significaba y los preparativos que el joven hebreo hizo, muy pocos fueron los que imitaron e hicieron caso a las revelaciones dadas por Dios. Se Construyeron grandes graneros y sin números de depósitos, cosa que no sucedió a escondidas del pueblo. Todos lo vieron, pero pocos se dieron por percatados.
Por eso, cuando comenzaron a venir los siete años del hambre, como José había dicho; hubo hambre en todos los países, más en toda la tierra de Egipto había pan. Cuando se sintió el hambre en toda la tierra de Egipto, el pueblo clamó a Faraón por pan. Y dijo Faraón a todos los egipcios: Id a José, y haced lo que él os dijere.
El hambre estaba por toda la extensión del país. Entonces abrió José todo granero donde había, y vendía a los egipcios; porque había crecido el hambre en la tierra de Egipto. Y de toda la tierra venían a Egipto para comprar de José, porque por toda la tierra había crecido el hambre”. Las revelaciones de Dios no tienen el efecto que el Señor pretende sino es acompañada por un accionar obediente.
Pongamos atención a la economía de José donde, por supuesto, se manifiesta la fidelidad de aquel que conoce a Dios. Fue fiel en la casa de Potifar, en la cárcel y en la corte del Faraón.
Génesis 47:13-14: “No había pan en toda la tierra, y el hambre era muy grave, por lo que desfalleció de hambre la tierra de Egipto y la tierra de Canaán. Y recogió José todo el dinero que había en la tierra de Egipto y en la tierra de Canaán, por los alimentos que de él compraban; y metió José el dinero en casa de Faraón”.
José se apoderó de todo el dinero efectivo que había en Egipto y alrededores. Esto no quiere decir que lo hacía excediéndose en el precio, no es una cuestión de usura, sino de que fue el único reino que tuvo revelación de Dios y un gran administrador, sabio, prudente y fiel. Pero, ¿Cómo puede ser que habiendo proveído Dios de un líder semejante el pueblo sufra la pobreza?

Las revelaciones no tienen efecto si no es acompañada por obediencia

La profecía revelada debe ir acompañada por la fe que nos lleve a actuar en función a lo determinado por Dios. 


José no sufrió la pobreza pero si sus administradores, sean estos nobles de la corte o la elite económica de Egipto, lógicamente, también el pueblo egipcio y de los alrededores.
Para que nuestro dinero no vaya al tesoro egipcio debemos ser buenos mayordomos. Lo primero es reconocer que todo es de Dios. David lo comprendió y dijo: “Ahora pues, Dios nuestro, nosotros alabamos y loamos tu glorioso nombre. Porque ¿quién soy yo, y quién es mi pueblo, para que pudiésemos ofrecer voluntariamente cosas semejantes? Pues todo es tuyo, y de lo recibido de tu mano te damos”.
Sólo una persona que ha entregado su vida a Jesús totalmente puede razonar de esta manera, reconociendo que todo le pertenece al dador de la vida. Cuando hablamos de mayordomía no lo decimos en relación a lo económico solamente, es todo lo que somos y tenemos, desde nuestras capacidades, dones, talentos y, sobre todo, el tiempo que es el mayor de todas las gracias que poseemos.
Económicamente, nuestros bienes son un instrumento de adoración:
“Honra a Jehová con tus bienes, y con las primicias de todos tus frutos;
Y serán llenos tus graneros con abundancia,
Y tus lagares rebosarán de mosto” .
En los tiempos que vivimos cuesta mucho ahorrar dinero. La mayoría de las veces, a la menor parte de la gente el dinero alcanza apenas para solucionar las necesidades diarias. Quienes logran cubrir estas carestías pueden sentirse afortunados. El Apóstol Pablo enseñaba cual era el deseo de Dios en este sentido, “que procuremos tener tranquilidad, y ocuparnos en nuestros negocios, y trabajar con nuestras manos, a fin de que nos conduzcamos honradamente para con los de afuera, y no tengamos necesidad de nada”. ¡Qué difícil es vivir con tranquilidad cuando el dinero se acaba!
Génesis 47:15-17 dice que: “Acabado el dinero de la tierra de Egipto y de la tierra de Canaán, vino todo Egipto a José, diciendo: Danos pan; ¿por qué moriremos delante de ti, por haberse acabado el dinero? Y José dijo: Dad vuestros ganados y yo os daré por vuestros ganados, si se ha acabado el dinero. Y ellos trajeron sus ganados a José, y José les dio alimentos por caballos, y por el ganado de las ovejas, y por el ganado de las vacas, y por asnos; y les sustentó de pan por todos sus ganados aquel año”.
Este era el primer año de hambre y el pueblo egipcio ya no tenía dinero. Ahora José se apoderaba y añadía al tesoro de Faraón todo el ganado de Egipto y de la tierra de Canaán.
Fueron siete años los de gran abundancia, pero de la ganancia de éstos el pueblo muy poco había ahorrado. Si ellos hubieran guardado conforme a la revelación, no se hubieran quedado sin dinero. En este momento de la historia se hace muy difícil ahorrar cuando no había lo suficiente para comprar el pan del día. Cuando se acaba el dinero comienza a venderse o entregarse los bienes propios, como es el caso de los egipcios.
Nuestra cultura se resiste a esta acción. Nuestra mentalidad consumista prefiere el endeudamiento antes que deshacernos de los bienes materiales conseguidos, al menos que los perdamos por una hipoteca. Los egipcios optaron por entregar sus ganados. En un año de escasez se quedaron sin dinero y sin ganados.
José: el esclavo que en Dios esclavizó a sus señores
N
acimos para señorear y no ser esclavos. Cabeza y no cola. Pase lo que pase, ese es nuestro destino en Cristo Jesús: reinar por siempre.
Leamos Génesis 47:18-20: “Acabado aquel año, vinieron a él el segundo año, y le dijeron: No encubrimos a nuestro señor que el dinero ciertamente se ha acabado; también el ganado es ya de nuestro señor; nada ha quedado delante de nuestro señor sino nuestros cuerpos y nuestra tierra. ¿Por qué moriremos delante de tus ojos, así nosotros como nuestra tierra? Cómpranos a nosotros y a nuestra tierra por pan, y seremos nosotros y nuestra tierra siervos de Faraón; y danos semilla para que vivamos y no muramos, y no sea asolada la tierra. Entonces compró José toda la tierra de Egipto para Faraón; pues los egipcios vendieron cada uno sus tierras, porque se agravó el hambre sobre ellos; y la tierra vino a ser de Faraón.”
Proverbios 22:7 dice que “El que toma prestado es siervo del que presta” literalmente este fue el caso. En el segundo año, ya todo Egipto con sus riquezas, su dinero, sus tierras y sus hombres y mujeres le pertenecían a Faraón. Un pueblo que vivió y disfrutó de los tiempos de abundancia y no supo calcular y obedecer las advertencias dadas por Dios, ahora es esclavo del que obedeció.
En una oportunidad, dijo Jesús a los judíos que habían creído en él: --Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres--. Le respondieron: --Linaje de Abraham somos, y jamás hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: Seréis libres?--. Jesús les respondió: --De cierto, de cierto os digo, que todo aquel que hace pecado, esclavo es del pecado. Y el esclavo no queda en la casa para siempre; el hijo sí queda para siempre. Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres--.
Ante esta declaración de Jesús, ellos respondieron una verdad mental aprobada y heredada de siempre: No somos esclavos de nadie. Si a nosotros nos preguntaran lo mismo, seguramente responderíamos igual. ¡Qué terrible sería afirmar que somos esclavos!
José los venció y los hizo esclavos de Faraón. Ahora, ¿Fue realmente la revelación para esclavizar? De ninguna manera. La revelación es para liberar. Entonces, ¿Por qué lo que es para vida en mí produce muerte; lo que es para libertar me esclaviza? La respuesta es clara: Debemos permanecer en su Palabra. La revelación es para actuar en fe. La Palabra de Dios no es para esclavizarnos, todo lo contrario, es la verdad que nos hace libre. El sistema de este mundo, símbolo de Egipto es quien nos esclaviza.
El Apóstol Pablo asegura que nosotros, estábamos en esclavitud bajo los rudimentos del mundo. Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley, para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos.
Y por cuanto somos hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre! Así que ya no somos esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo. Ciertamente, en otro tiempo, no conociendo a Dios, servíamos a los que por naturaleza no son dioses; mas ahora, conociendo a Dios, o más bien, siendo conocidos por Dios, ¿Cómo es que nos volvemos de nuevo a los débiles y pobres rudimentos, a los cuales nos queremos volver a esclavizar?”
Miro a Dios a los ojos y clamo: ¡Abba Padre! ¡No quiero volver a esclavitud!
El sistema financiero mundial es el gran agente esclavizador de estos tiempos. Por supuesto, no es Dios quien lo promueve. La Palabra Profética de Dios nos llama a salir de Egipto. Es la única manera de poder responder a nuestro llamado profético por medio de su Diseño Divino.
El Espíritu Santo nos exhorta: “Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud. (…) Vosotros corríais bien; ¿Quién os estorbó para no obedecer a la verdad? Esta persuasión no procede de aquel que os llama. Un poco de levadura leuda toda la masa. Yo confío respecto de vosotros en el Señor, que no pensaréis de otro modo; mas el que os perturba llevará la sentencia, quienquiera que sea. (…) ¡Ojalá se mutilasen los que os perturban! Porque vosotros, hermanos, a libertad fuisteis llamados; solamente que no uséis la libertad como ocasión para la carne, sino servíos por amor los unos a los otros”.
Confío en el Señor que entenderás que la persuasión consumista que busca esclavizarnos, no procede de Aquel que pensó tu Diseño profético. No podemos servir a dos señores.

El sistema mundial económico es un señor

Continuemos observando la historia de José.

En Génesis 47:23-26 dice que: “José dijo al pueblo: He aquí os he comprado hoy, a vosotros y a vuestra tierra, para Faraón; ved aquí semilla, y sembraréis la tierra. De los frutos daréis el quinto a Faraón, y las cuatro partes serán vuestras para sembrar las tierras, y para vuestro mantenimiento, y de los que están en vuestras casas, y para que coman vuestros niños. Y ellos respondieron: La vida nos has dado; hallemos gracia en ojos de nuestro señor, y seamos siervos de Faraón. Entonces José lo puso por ley hasta hoy sobre la tierra de Egipto, señalando para Faraón el quinto, excepto sólo la tierra de los sacerdotes, que no fue de Faraón”.
La inteligencia lógico-matemática con la que Dios te ha bendecido es muy necesaria. Pero, de que sirve si no la acompañas con obediencia y fe. A libertad te ha llamado el Señor, de la misma manera que llamó a Israel en Egipto. La libertad económica es sumamente necesaria para poder responder al llamado de Jesús.
Hoy en día, si observamos en la fila de las cajas de los supermercados, nos vamos a dar cuenta que cada vez se usa menos el dinero efectivo y más los plásticos, es decir, las tarjetas. Hay una diferencia entre unas y otras: la de Débito me dice que gasto lo que tengo en mi cuenta. La de crédito que estoy gastando lo que no poseo.
Quizás pienses: --Si Dios me enviara su abundancia, entonces recogería y guardaría; y no estaría en la condición de esclavitud financiera en la que me encuentro--. Dios ya te envió su abundancia; Cristo es vida abundante para ti. Tampoco te muestra esta realidad para que te pierdas en un laberinto depresivo y sin evasiva. Sólo te está enseñando la salida, como lo hizo a faraón a través de la revelación de José.
El estado de indigencia más absoluta lo experimentó Israel durante el éxodo y no tanto en Egipto. En ese reino experimentó la esclavitud, pero ellos anhelaron en el desierto la comida de las cuales se servían en Egipto. Aunque físicamente eran libres, su mente todavía estaba esclavizada por el sistema de esclavitud egipcia.
Para los egipcios hacerlos esclavos era darle la vida: “La vida nos has dado; hallemos gracia en ojos de nuestro señor, y seamos siervos de Faraón”, dijeron a José. Faraón no los mataba de hambre, les daba placeres que ellos anhelaban despreciando la verdadera libertad.
Esta verdadera libertad quizás no te dará todo lo que el sistema financiero mundial te ofrece, pero serás libre. ¿Puedes apreciar esta libertad? ¡Valórala porque se pagó un precio muy alto por ella! “Esta persuasión no procede de aquel que os llama. Un poco de levadura leuda toda la masa. Yo confío respecto de vosotros en el Señor, que no pensaréis de otro modo; mas el que os perturba llevará la sentencia, quienquiera que sea”, dijo Pablo.
Libres del Pecado y esclavos en la mente. El Apóstol Pablo confiaba en que pensaríamos diferente. Yo también. Faraón recibió la sentencia; este sistema y sus agentes humanos también lo recibirán a su debido tiempo. No nos olvidemos que en el tiempo apocalíptico, “se permite infundir aliento a la imagen de la bestia, para que la imagen hablase e hiciese matar a todo el que no la adorase. Y hacía que a todos, pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y esclavos, se les pusiese una marca en la mano derecha, o en la frente; y que ninguno pudiese comprar ni vender, sino el que tuviese la marca o el nombre de la bestia, o el número de su nombre. Aquí hay sabiduría”.

“Deja ir a mi pueblo a celebrarme fiesta en el desierto”

Dios te está enseñando a disfrutar. Jesús quiere que le celebres fiesta todos los días de tu vida.


Llamó a los hebreos para que celebren festividad en el desierto. Denotaba un cambio de lágrimas por sonrisa; del manto de luto por alegría; de un espíritu angustiado por un corazón agradecido.
Dios te está enseñando a contentarte y a valorar. Pablo dice que gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento; porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar . Es muy difícil tener contentamiento cuando ante nuestros ojos pasan constantemente mil cosas que aspiran hacernos creer, que sin ellas no podemos vivir o no seremos felices.
En el desierto haremos fiestas. Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto, dice Pablo agregando que los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición; porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores. Dios quiere que puedas razonar y diferenciar entre sus bendiciones y los engaños esclavizadores.
Cuando Ana tuvo su primer hijo, luego de ser libertada de su esterilidad, le puso por nombre Samuel diciendo: “Porque a Jehová se lo pedí”. Mira y escudriña cuanto “Samueles” tienes entre tus bienes. Todo lo que a Dios pediste en oración, y estás firmemente convencido que él te respondió, es su bendición. El resto es producto de tu accionar ajeno a tu relación con el Señor o producto del sistema financiero esclavizador. Dios te está enseñando a vivir como una persona libre. Sólo en esta condición puedes responder a Dios y a su llamado.

“Deja ir a mi pueblo para que me sirva”

Entiende, no puedes amar a dos señores; amarás al uno y aborrecerás al otro. Esto no quiere decir que de servir, en sentido de esclavitud, al dinero odiarás a Jesús. Aborrecer en el contexto bíblico significa poner en segundo lugar. No ser libre económicamente de deudas obligará a ceder el primer lugar de prioridades a las obligaciones asumidas.

Sé que no deseas poner a Cristo y su diseño profético sobre tu vida en segundo lugar. Quieres obedecer a Jesús y a su llamado, pero tu situación económica no te permite decidir libremente. Si el Espíritu Santo te llamará en este momento a dejar tu trabajo para una tarea específica, o si tuvieras que dejarlo por otro que, aunque te de menores dividendos económicos, sin embargo te permitiera brindar más tiempo a la obra de Dios, ¿Lo podrías hacer? ¿Eres libre? Yo también, muchas veces, he sentido lo mismo.
Entonces clamó: --¡Abba, Padre! Ayúdame…--
La victoria, el triunfo, la corona, el acabar la carrera y mirar el podio de los vencedores ocupando mi lugar tiene un sólo objetivo que lo consigue: el vivir acorde a tus pensamientos. ¡Jesús! Me desespera el paso del tiempo. Me exaspera que mi existencia en esta tierra se acabe y se malgaste en tantas cosas que, quizás, ni la pensaste para mí. Necesito que me hables cada día, hora, minuto, segundos; porque mí tiempo se escapa entre los dedos de la mortalidad y quiero cumplir tu deseo conmigo.
La inteligencia lógico-matemática con la que Dios te ha bendecido es muy necesaria. Ponla al servicio del Señor Jesús. Entrégala a Él. Rinde esta capacidad como ofrenda ante su altar. No te olvides, todo es en Cristo y para Cristo. Todo es de Jesús.
Bienaventurada la congregación que tiene hombres y mujeres obedientes y que saben calcular los costos. Que tocan con sus manos los cielos, pero que tienen los pies en la tierra. Entonces, lo primero que tienes que buscar es ser libre de las deudas. Ante esto:
1.   No te endeudes más.
2. Antes de comprar piensa si realmente es necesario el gasto. Honra a Dios o es riqueza egipcia. Si necesitas comprar trata de hacerlo de contado. Si vas a sacar un crédito, fíjate si es un gasto o una inversión; si es inversión, a la larga te tiene que dar ganancias y no pérdidas.
3.  Ahorra.
Conviértete en aquella clase de persona que usa su inteligencia lógico-matemática para apoderarse de las bendiciones de ser obediente y vendrán sobre ti todas estas bendiciones, y te alcanzarán, si oyeres la voz de Dios:
 Bendito serás tú en la ciudad, y bendito tú en el campo.
 Bendito el fruto de tu vientre, el fruto de tu tierra, el fruto de tus bestias, la cría de tus vacas y los rebaños de tus ovejas.
 Benditas serán tu canasta y tu artesa de amasar.
 Bendito serás en tu entrar, y bendito en tu salir.
 Jehová derrotará a tus enemigos que se levantaren contra ti; por un camino saldrán contra ti, y por siete caminos huirán de delante de ti.
 Jehová te enviará su bendición sobre tus graneros, y sobre todo aquello en que pusieres tu mano; y te bendecirá en la tierra que Jehová tu Dios te da.
 Te confirmará Jehová por pueblo santo suyo, como te lo ha jurado, cuando guardares los mandamientos de Jehová tú Dios, y anduvieres en sus caminos. Y verán todos los pueblos de la tierra que el nombre de Jehová es invocado sobre ti, y te temerán.
 Y te hará Jehová sobreabundar en bienes, en el fruto de tu vientre, en el fruto de tu bestia, y en el fruto de tu tierra, en el país que Jehová juró a tus padres que te había de dar.
 Te abrirá Jehová su buen tesoro, el cielo, para enviar la lluvia a tu tierra en su tiempo, y para bendecir toda obra de tus manos.
Y prestarás a muchas naciones, y tú no pedirás prestado.
 Te pondrá Jehová por cabeza, y no por cola; y estarás encima solamente, y no estarás debajo, si obedecieres los mandamientos de Jehová tu Dios, que yo te ordeno hoy, para que los guardes y cumplas, y si no te apartares de todas las palabras que yo te mando hoy, ni a diestra ni a siniestra, para ir tras dioses ajenos y servirles.”
Es increíble cuando nos damos cuenta que fue en el desierto el tiempo de mayor necesidad del pueblo hebreo. Todo este recorrido lo hicieron como pueblo libre pero esclavos en su modo de pensar. En sus corazones se volvieron a Egipto .
Muchas veces desearon volver añorando el alimento de los egipcios. No podían comprender que Dios los estaba afligiéndolos y probándolos, para al final hacerles bien. Para que en el momento de la prosperidad no digan en su corazón: --Mi poder y la fuerza de mi mano me han traído esta riqueza--, y aprendan a disfrutar y a celebrar las victorias del Señor; sirviéndole con contentamiento de corazón, agradecido y con frutos de labios que confiesen su Nombre.
Los pensamientos de Dios acerca de nosotros son pensamientos de paz y no de mal. Siempre quiere bendecirnos. Jesús está hablando a tu corazón. Solo quiere probarte y enseñarte a disfrutar y a servirle conforme su Diseño Profético en tu vida.

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Sin visión [profética] el pueblo perecerá.


INTELIGENCIA ESPACIAL

Este tipo de inteligencia se relaciona con la capacidad que tenemos frente a aspectos como color, línea, forma, figura, espacio y la relación que existe entre ellos. Es la capacidad que tiene una persona para procesar información en tres dimensiones.

Las Competencias Intelectuales Básicas que tiene esta inteligencia son:
• Percibir la realidad, apreciando tamaños, direcciones y relaciones espaciales.
• Reproducir mentalmente objetos que se han observado.
• Reconocer el mismo objeto en diferentes circunstancias; la imagen queda tan fija que el individuo es capaz de identificarla, independientemente del lugar, posición o situación en que el objeto se encuentre.
• Anticiparse a las consecuencias de cambios espaciales, y adelantarse e imaginar o suponer cómo pueda variar un objeto que sufre algún tipo de cambio.
• Describir coincidencias o similitudes entre objetos que lucen distintos; identificar aspectos comunes o diferentes en los objetos que se encuentran alrededor del individuo.
Dijimos, sobre las inteligencias múltiples, que todos los seres humanos tenemos todas las descriptas; es un problema de tener un mayor o menor desarrollo en una inteligencia concreta. Que las inteligencias no son estáticas; se pueden desarrollar y que rara vez actúan solas; interactúan.
Debido a esto, debemos entender que al hablar sobre las inteligencias múltiples y como Dios las usó para sus fines, a veces, destaco a la misma persona entre tantos ejemplos que pudiéramos decidir examinar. La elección de los siervos del Señor para ejemplificar es una elección personal, ustedes pueden reflexionar sobre un montón de personas bíblicas diferentes.
En un marco de interacción sobre diferentes inteligencias, observaremos a Moisés y la capacidad espacial de percibir la realidad, apreciando tamaños, direcciones y relaciones espaciales y, a la vez, reproducir mentalmente objetos que ha observado, e ese caso: el Tabernáculo. Cuando veamos en el próximo capitulo otras de las inteligencias múltiples, en decir, la inteligencia corporal-cinética, veremos a los hombres y mujeres que ayudaron a que el modelo del tabernáculo fuera conforme al modelo de Dios. El uso de los materiales y la capacidad para trabajar con ellos serán parte del próximo análisis.

Mira y hazlos conforme al modelo

Inmediatamente a la firma del convenio hecho con Israel en el Monte Sinaí , Dios ordena específicamente edificar una casa a fin de morar en medio de su pueblo. 


Más adelante Dios declararía que este fue el propósito de sacar a Israel de Egipto : “Que hagan un santuario para Mí, para que Yo habite entre ellos. Conforme a todo lo que te voy a mostrar, conforme al diseño del tabernáculo y al diseño de todo su mobiliario, así lo haréis” .
En las instrucciones dadas a Moisés, el Señor enfatiza que su santuario deberá ser construido según el patrón mostrado. Toda la capacidad espacial se activó ante la orden de Dios en Éxodo 25:40: “Mira y hazlos conforme al modelo que te ha sido mostrado en el monte”.
Dijimos que este tipo de inteligencia se relaciona con la capacidad que tiene el individuo frente a aspectos como color, línea, forma, figura, espacio y la relación que existe entre ellos. Moisés debía observar detenidamente el tabernáculo en cuestión y hacerlo tal cual la figura. Esto nos lleva directamente a la pregunta: ¿Qué fue lo que vio Moisés? ¿Cuál es la importancia que tiene el hecho de conservar fielmente el parecido entre lo mostrado y lo por hacer?
Teológicamente, el tabernáculo como morada de Dios en la tierra tiene una importancia inmensa, por cuanto es el primero de una serie: el tabernáculo, el templo, la encarnación , el cuerpo del creyente individual , la iglesia . Le sigue el hecho de que el tabernáculo fue construido según el diseño de Dios como figura y sombra de las cosas celestiales y que sus símbolos trasmitían significado espiritual a los israelitas de la época.
Bíblicamente la mejor explicación que tenemos es que Dios permite a sus profetas, por medio de su Espíritu Santo, ser observadores de lugares, entidades y acontecimientos del mundo espiritual y del futuro. En ciertos casos, las visiones aparecen como reales eventos por suceder, mientras que otras se manifiestan de manera simbólica. En cualquier caso, muchos acontecimientos porvenires fueron revelados a los profetas. Es nuestra posición que algo muy similar fue lo que recibió Moisés en el Monte Sinaí .
Encontramos en Éxodo 36:8 y 39:31, un registro del cumplimiento palabra por palabra de las instrucciones dadas por Dios a Moisés durante su primera estadía en el monte . La similitud entre las instrucciones y su observancia indican que el pueblo obedeció a Dios al pie de la letra. Todo se hizo tal como Moisés había sido instruido.
A parte de mostrar que todo se hizo según las instrucciones de Dios, la repetición de esos detalles destaca la importancia del tabernáculo como lugar de morada de Dios. Esta repetición, que para algunos lectores les puede parecer aburrida, era la manera del antiguo autor de llamar la atención a asuntos importantes.
Una vez que el trabajo estuvo terminado todos los diferentes objetos fueron traídos a Moisés para su revisión. Cuando vio que todo se había hecho tal como Dios lo ordenó, bendijo al pueblo. Ahora todo estaba listo para que Moisés armara la habitación de Dios.

La gloria de Dios llenó la morada

El tabernáculo fue erigido el primer día del primer mes en el segundo año, justo a tiempo para que el pueblo celebrara el primer aniversario de su liberación de Egipto .

Cuando todo se hubo terminado, una nube cubrió el tabernáculo de reunión y la gloria de Jehová llenó la morada. Ahora Dios vivía en medio del pueblo. La presencia de Dios era visible a cada uno a través de la nube y el fuego que se asentó sobre el tabernáculo. Desde aquí él les guiaba en sus viajes. Así Éxodo llega a una conclusión apropiada al destacar la gloriosa presencia del Dios soberano en medio de su pueblo Israel.
La Epístola a los Hebreos da una interpretación inspirada del tabernáculo y su simbolismo. En Hebreos 8:5 dice que todo lo observado sobre el tabernáculo, sus figuras, sus medidas y cada uno de los detalles, sirven a lo que es figura y sombra de las cosas celestiales, como se le advirtió a Moisés cuando iba a erigir el tabernáculo, diciéndole: Mira, haz todas las cosas conforme al modelo que se te ha mostrado en el monte. Dios quiere revelar sus pensamientos y, según lo visto, su mente y su reino están llenos de figuras.
Hay un libro escrito con tu nombre; en él está todo el diseño de Dios sobre ti. Lo importante es que el terrenal sea idéntico al celestial. Estoy intentando describir un diseño profético en ti que debe ir tomando figura en tu mente. Si necesitas escribir en un papel sobre cuál es tu personalidad, tu herencia genética, tus charismata de parte del Padre, hazlo; y Dios te revele mediante su Espíritu Santo su diseño como lo hizo con Moisés y con David al mostrarle todas las cosas que fueron trazadas por la mano de Dios y, como le hizo entender todas las obras del diseño .

La fuerza de la imagen

La imagen ejerce una fuerte influencia sobre nuestro enemigo. La imagen de Jesús en nosotros es la imagen del Cristo resucitado y vencedor de todo lo visible e invisible. Dios la va formando en nosotros.

El Espíritu Santo de Dios es el agente encargado de revelarnos a Cristo y libertarnos a fin de que podamos observar la gloria de Jesús y, de esta manera, mirando como en un espejo la gloria del Señor, seamos transformados de gloria en gloria en la misma imagen (de Cristo) . Entonces, nosotros con gloria creciente reflejamos lo que observamos y, a la vez, somos transformados recuperando la imagen de Dios en nosotros.
Lo que buscamos es conocer el croquis, el diseño profético de Dios, y de este modo transformar nuestra vida conforme a las cosas que fueron trazadas por la mano de Dios haciéndonos entender todas las obras del diseño, como a David y Moisés. Este diseño abarca nuestro matrimonio, a nuestros hijos, nuestro ministerio. Es decir, maneras para desarrollarnos dentro de nuestro llamado, nuestra familia, iglesia y comunidad. De manera general, todos tenemos un diseño profético establecido por Dios lo que nos permite caminar en su voluntad y no en la nuestra propia.
Recuperando esta imagen profética tendremos el poder visual que tenía Israel al acampar en el desierto. La imagen ejercía un poder de persuasión y terror en sus enemigos. Observemos esta historia en Números capítulo 22, 23 y 24.
En aquella oportunidad se estableció un orden para que las tribus acamparan en torno al tabernáculo: Tres tribus acampaban a cada lado. La tribu del centro de cada trío servía para dominar su lado: Judá al este, Efraín al oeste, Rubén al sur y Dan al norte.
Cuando el pueblo de Dios iba en su peregrinaje por el desierto, Balaam fue llamado por Balac para maldecir al pueblo de Dios, pero al mirar la imagen profética y la obediencia al acampar conforme al diseño del Señor, dijo:
¡Cuán hermosas son tus tiendas, oh Jacob, Tus habitaciones, oh Israel!
Como arroyos están extendidas,
Como huertos junto al río,
Como áloes plantados por Jehová,
Como cedros junto a las aguas.
De sus manos destilarán aguas,
Y su descendencia será en muchas aguas;
Enaltecerá su rey más que Agag,
Y su reino será engrandecido.
Dios lo sacó de Egipto;
Tiene fuerzas como de búfalo.
Devorará a las naciones enemigas,
Desmenuzará sus huesos,
Y las traspasará con sus saetas.
Se encorvará para echarse como león,
Y como leona; ¿quién lo despertará?
Benditos los que te bendijeren,
Y malditos los que te maldijeren”.

Esta imagen profética que tuvo lugar al ordenar Dios la forma de acampar de Israel, desató un poder en el desierto que aterrorizó a sus enemigos y, a la vez, triunfo en las regiones celestes sobre el enemigo espiritual de los elegidos del Señor. El poder de la obediencia se manifestó y toda maldición se transformó en bendición.
Ese mismo poder se manifestará en tu vida, familia y ministerio mientras vas descubriendo tu diseño y la visión de Dios encuentra imagen terrenal en lo que haces, conforme al pensamiento de Dios hacía ti desde antes de la creación de todas las cosas.
Hay un sueño de Dios sobre ti y tiene muchas imágenes y figuras. Si cierra los ojos puedes ver el rostro de un hombre o una mujer, de tus hijos e hijas. Puedes observar muchas personas viniendo a conocer al Señor. Tu futura casa tiene formas y colores.
El Todopoderoso dio una inteligencia espacial a todos los seres humanos para ejecutar y dar forma a las visiones, en las representaciones y las figuras, en todas las cosas hechas por el hombre. A vos te sumó a esta capacidad la de ver más allá de lo visible.
En lo natural, puedes desarrollar esta inteligencia en la congregación de manera de planificar y llevar adelante edificaciones, proyecciones y planes urbanos de tal forma de impactar con el Evangelio ciudades y naciones enteras.
Úsala para Gloria de su Nombre.

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Una vez que el trabajo del Tabernáculo estuvo terminado ; todos los diferentes objetos fueron traídos a Moisés para su revisión. Cuando vio que todo se había hecho tal como Dios lo ordenó, bendijo al pueblo.

INTELIGENCIA CORPORAL-CINÉTICA

Este tipo de inteligencia se relaciona con la posibilidad que tiene el individuo para controlar sus movimientos y manejar objetos.

Las Competencias Intelectuales Básicas de esta inteligencia son:
• Controlar los movimientos del cuerpo, tanto de los segmentos gruesos (tronco, cabeza, brazos y piernas) como de los segmentos finos (dedos y partes de la cara).
• Coordinar movimientos del cuerpo, formando secuencias (carrera, salto, danza, etc.)
• Transmitir, a través de sus movimientos, ideas, sentimientos, emociones, etc.
• Manejar objetos; facilidad para utilizar las manos en la producción o transformación de los mismos.
• Manejar instrumentos de trabajo (pincel, bisturí, reglas y computadoras).
El libro de Éxodo describe con lujo de detalles los materiales empleados y las dimensiones básicas para la construcción del tabernáculo. Éste se edificó principalmente con materiales que se encontraban en el desierto, complementados con el producto del despojo de los egipcios al efectuarse el éxodo.
Hay un simbolismo en el uso de los metales. En el Lugar Santísimo se usó oro fino para simbolizar santidad. De allí hacia el exterior, a medida que se aleja del centro de la presencia de Jehová, se disminuye la santidad, la que está simbolizada por el uso de metales de calidad decreciente: oro fino, oro ordinario, plata y finalmente bronce.
Para llevar adelante la obra, Moisés le pidió al pueblo que hiciera una ofrenda a Jehová con el propósito de proveer los materiales requeridos para la construcción del tabernáculo y de los objetos relacionados con éste. Luego vino la solicitud de artesanos que llevaran a cabo la obra, seguido por un resumen de los diversos objetos que debían ser construidos.
Observemos el llamado a la construcción relatado en todo el capítulo 35, dividido en seis partes:
1. El Pacto: “Moisés convocó a toda la congregación de los hijos de Israel y les dijo: Estas son las cosas que Jehová ha mandado que sean hechas: Seis días se trabajará, más el día séptimo os será santo, día de reposo para Jehová; cualquiera que en él hiciere trabajo alguno, morirá. No encenderéis fuego en ninguna de vuestras moradas en el día de reposo”.
2. La ofrenda: “Y habló Moisés a toda la congregación de los hijos de Israel, diciendo: Esto es lo que Jehová ha mandado: Tomad de entre vosotros ofrenda para Jehová; todo generoso de corazón la traerá a Jehová; oro, plata, bronce, azul, púrpura, carmesí, lino fino, pelo de cabras, pieles de carneros teñidas de rojo, pieles de tejones, madera de acacia, aceite para el alumbrado, especias para el aceite de la unción y para el incienso aromático, y piedras de ónice y piedras de engaste para el efod y para el pectoral”.
3. Los obreros y los elementos a realizar: “Todo sabio de corazón de entre vosotros vendrá y hará todas las cosas que Jehová ha mandado: el tabernáculo, su tienda, su cubierta, sus corchetes, sus tablas, sus barras, sus columnas y sus bazas; el arca y sus varas, el propiciatorio, el velo de la tienda; la mesa y sus varas, y todos sus utensilios, y el pan de la proposición; el candelero del alumbrado y sus utensilios, sus lámparas, y el aceite para el alumbrado; el altar del incienso y sus varas, el aceite de la unción, el incienso aromático, la cortina de la puerta para la entrada del tabernáculo; el altar del holocausto, su enrejado de bronce y sus varas, y todos sus utensilios, y la fuente con su base; las cortinas del atrio, sus columnas y sus bazas, la cortina de la puerta del atrio; las estacas del tabernáculo, y las estacas del atrio y sus cuerdas; las vestiduras del servicio para ministrar en el santuario, las sagradas vestiduras de Aarón el sacerdote, y las vestiduras de sus hijos para servir en el sacerdocio. (…)
4. Las obreras y la Inteligencia corporal-cinética: “Además todas las mujeres sabias de corazón hilaban con sus manos, y traían lo que habían hilado: azul, púrpura, carmesí o lino fino. Y todas las mujeres cuyo corazón las impulsó en sabiduría hilaron pelo de cabra. (…)
5. Los obreros y la Inteligencia corporal-cinética: “Y dijo Moisés a los hijos de Israel: Mirad, Jehová ha nombrado a Bezaleel hijo de Uri, hijo de Hur, de la tribu de Judá; y lo ha llenado del Espíritu de Dios, en sabiduría, en inteligencia, en ciencia y en todo arte, para proyectar diseños, para trabajar en oro, en plata y en bronce, y en la talla de piedras de engaste, y en obra de madera, para trabajar en toda labor ingeniosa”.
6. Los obreros/a maestros/a y la Inteligencia corporal-cinética: “Y ha puesto en su corazón el que pueda enseñar, así él como Aholiab hijo de Ahisamac, de la tribu de Dan; y los ha llenado de sabiduría de corazón, para que hagan toda obra de arte y de invención, y de bordado en azul, en púrpura, en carmesí, en lino fino y en telar, para que hagan toda labor, e inventen todo diseño”.
Observamos que Dios provee al pueblo del Señor con diferentes personalidades (colaboradoras, generosas, ayudadoras, misericordiosas, dispuestas de corazón a ofrendar, etc.); y otras tantas con talentos, habilidades y capacidades necesarias para la edificación material. Algunos de estos pueden ser talentos recibidos genéticamente o perfeccionados con la práctica, pero lo más importante es multiplicarlo.
Se dice que un ser humano, cualquiera sea su sexo, es “el padre” o “la madre” en relación de lo que inventa. Como lo fue Sara con referencias a las naciones o Débora como arquitecta de la liberación de Israel y Jabal quien fue el “padre” de todos los que habitan en tiendas y crían ganado. Porque él era el preservador y protector, José dijo que Dios lo hizo “padre de Faraón” . Jubal , el cual fue padre de todos los que tocan arpa y flauta (Inteligencia musical).
Dentro de la charismata que Dios te ha dado, es tu deber ponerla al servicio del Señor y multiplicarte, pero esa multiplicación no es sobre el perfeccionamiento de tu talento solamente, sino sobre los demás. Nos multiplicamos en personas o no nos multiplicamos. Esto nos convierte en padres.
Lo bello es saber que Dios desea y necesita que nosotros descubramos nuestros dones y, es más, si te atreves a pedir con buenos propósitos y los buscas con intensidad, Dios te dará más de lo que tú puedes imaginar.
Las Competencias Intelectuales Básicas de esta inteligencia nos permiten controlar los movimientos del cuerpo, tanto de los segmentos gruesos (tronco, cabeza, brazos y piernas) como de los segmentos finos (dedos y partes de la cara). A la vez, podemos coordinar movimientos del cuerpo, formando secuencias (carrera, salto, danza, etc.), y transmitir a través de sus movimientos, ideas, sentimientos, emociones, etc.
¡Tantas personas honran a Dios con estas capacidades! En los teatros y en diferentes deportes, muchos hermanos/as se destacan glorificando y sirviéndose de su popularidad para predicar el Evangelio.
La capacidad de manejar computadoras es tan necesaria y nuestros jóvenes son tan capaces en el uso de estas nuevas tecnologías. Sólo es cuestión de encontrar nuestro diseño profético y observar que valioso es nuestro charisma dado por el Padre, para nuestra congregación o donde quiera el Señor que le sirvamos.

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Él es el objeto de tu alabanza, y él es tu Dios, que ha hecho contigo estas cosas grandes y terribles que tus ojos han visto. Deuteronomio 10:21

INTELIGENCIA MUSICAL

Esta inteligencia es la capacidad de expresarse mediante formas musicales.

A pesar de que la capacidad musical no se considera generalmente una capacidad intelectual, como la matemática, siguiendo los criterios del autor debería ser así. Incluye habilidades en el canto, tocar un instrumento, dirigir y componer y, en cierto grado, la apreciación musical. Sería, por tanto, no sólo la capacidad de componer e interpretar piezas con tono, ritmo y timbre, sino también de escuchar y de juzgar. Puede estar relacionada con la inteligencia lingüística, con la inteligencia espacial y con la inteligencia corporal-cinética.
Personalmente creo que en este tiempo el ministerio de la alabanza es uno de los más importantes en cuanto a la predicación y testimonio, tanto de la Palabra como de la obra de Cristo. Si tuviera que categorizarlos, lo pondría un escalón más abajo del de la palabra o, si le gusta, en el mismo nivel debido a su relación lingüística y su dirección: la exaltación de Dios.
El ministerio de la predicación intenta salir de los templos mediante los medios de comunicación, sin embargo, la música tiene la particularidad de llegar en una forma más atractiva a diferentes personas con el Evangelio. Sin lugar a dudas, todos los ministerios deben contar con el Poder del Espíritu Santo de Dios y de su unción como medio para tocar los corazones. Nuestra predicación no consiste en palabras ni en melodías, ni en una relación de estas, sino en Poder de Dios.
Este es un tiempo con mucha perdida de representatividad y de poder del discurso, sobre todo en el político, donde la palabra ya no coincide con lo que se dice, (digo esto y en realidad quiero decir esto otro y, a la vez, hago aquello). Antes, el signo expresaba lo que representaba, hoy lo que se dice no tiene relación con lo que representa. Esto hace que la gente, actualmente y más que nunca, oigan sin oír y vean sin ver. Necesitan menos palabras y más acción experimentada mediante ejemplos; si hablo de amor debo expresar amor; si digo poder quieren ver manifestado el poder. Las predicaciones nuevas testamentarias empezaban después de un milagro.
La inteligencia musical se hace evidente en el desarrollo lingüístico, por cuanto demanda del individuo procesos mentales que involucran la categorización de referencias auditivas y su posterior asociación con preconceptos; esto es, el desarrollo de una habilidad para retener estructuras lingüísticas y asimilarlas en sus realizaciones fonéticas. Por este motivo, las canciones cristianas tienen una responsabilidad tremenda en su contenido lingüístico. Una canción, sino dice nada, ha perdido su valor cognitivo. Esto es, la función de enseñar, comunicar e instruir al hombre en justicia. Su valor lingüístico es la herramienta que el Espíritu usará para convencer al mundo de pecado, de justicia y de juicio. Nuestra comisión es predicar.

EN LOS ÍNTEGROS ES HERMOSA LA ALABANZA

La inteligencia musical reforzada con la lingüística y una personalidad fiel, leal, sincera y consagrada de corazón, manifiesta el poder de la Palabra de Dios que no solo dice cosas, sino que hace cosas.


En el ministerio de David se manifestaba esto cuando un espíritu malo de parte de Dios venía sobre Saúl y David tomaba el arpa y tocaba con su mano, entonces Saúl tenía alivio y estaba mejor, y el espíritu malo se apartaba de él .
El pensamiento de todo siervo/a de Dios es tocar corazones y mediante revelación divina dar a Cristo a las personas. Es producir en el interior una fe que salve y genere milagros y liberación. La intimidad con Dios y el rendirse a su Espíritu Santo dará la necesaria unción, porque esta es la voluntad de Dios en Jesús.

La música en el culto y la cultura hebrea

Observando bíblicamente resulta evidente, dadas las frecuentes referencias en el Antiguo Testamento, que la música representaba un papel importante en la cultura hebrea.

En una etapa posterior la música fue consagrada al servicio del culto en el templo, pero también tuvo expresión secular desde las primeras épocas. Así, Labán reprochó a Jacob el que se fuera secretamente sin darle la oportunidad de amenizar su partida con alegría y con cantares, con tamborín y arpa . Frecuentemente se usaba la música en momentos de regocijo, ocasiones en las que generalmente se la vinculaba con la danza. Había cantos de triunfo después de las victorias en las batallas. Miriam y las mujeres celebraron la caída del faraón y sus jinetes con panderos y danzas.
Así como la música formaba parte integral de la vida social hebrea, ella tenía, también, su lugar en la vida religiosa. David eligió, exclusivamente, levitas como músicos y cantores para el tabernáculo y organizó con esmero el coro y la orquesta. No es posible determinar con certeza el uso de la música en los servicios religiosos, dado que, aparte de las citas ya mencionadas, y alguna otra como 1 Crónicas 23.5 que se refiere a cuatro mil para alabar a Jehová, las referencias al respecto son escasas e indirectas.
David y los jefes del ejército eligieron como directores de la música del tabernáculo a Asaf, Hemán y Jedutún , levitas, quienes después ejercieron esta misma función en el templo que Salomón construyó. Asaf tenía cuatro hijos, Hemán catorce y Jedutún seis. Estos veinticuatro levitas, hijos de los tres grandes directores, estaban a la cabeza de veinticuatro bandas de música que se colocaban en orden alrededor del altar de los holocaustos y servían en el templo por turno. Se dedicaban únicamente a aprender y a practicar la música, ya fuese vocal o instrumental .
Los cantantes y músicos, levitas dirigidos por Asaf, tenían como misión alabar al Señor delante del Arca del Tabernáculo en Sion, en tanto que los coros de Hemán y de Jedutún estaban dispuestos para la alabanza en el antiguo Tabernáculo en Gabaón . Más tarde, los tres coros se reunieron para el servicio del Templo.
Sin lugar a dudas, el ambiente es muy importante para el desarrollo de este ministerio. David era “el dulce cantor de Israel” y se preocupó mucho en crear un ambiente favorable para el desarrollo de este ministerio. El pueblo hebreo era un pueblo cantor.
¿Cómo sería ser miembro de la iglesia del Antiguo Testamento? ¿Qué creían? ¿Cuál era su experiencia de Dios, personal y colectiva? ¿Su religión les hacía felices o les era una carga? ¿Eran seres extraños de otra época o nuestros hermanos y hermanas de hace mucho tiempo? Al mirar por la ventana del libro de los Salmos descubrimos que aquí, sin duda, tenemos al mismo Dios que ahora se nos ha revelado en Cristo, y aquí tenemos a gente de la misma naturaleza que nosotros enfrentando la misma clase de vida que nosotros, y descubriendo que su Dios aumenta sus alegrías y lleva sus cargas.
La consagración, la oración, el ardor, el conocimiento y la delicia de ellos son una reprensión a nuestras vacilaciones, falta de oración y reacciones indiferentes. Pero son nuestros hermanos y hermanas.
Sus cantos nos muestran que así como en el Nuevo Testamento la gracia de Dios lleva a obedecer su ley, así en el Antiguo Testamento la obediencia a la ley de Dios descansa sobre su obra de gracia. ¡Pero qué pueblo cantor era!
Grandes líderes como Moisés (Éxodo 15), Débora y Barac (Jueces 5), David (2 Samuel 1) y Ezequías (Isaías 38), y gente común como Ana (1 Samuel 2), y profetas como Habacuc (Habacuc 3) celebraron sus momentos importantes con canto. Los propios salmos revelan un culto desbordándose en himnos. ¡Con razón que de este pueblo y de tal devoción haya surgido una gran antología de salmodias!
Cuando el rey Salomón dedicó el templo, los músicos eran prominentes. Los dos mil que componían el coro tenían departamentos reservados y recibían salario. Esto habla de la importancia del ministerio de la música y de la valoración de esta inteligencia en particular.
En las ceremonias del segundo templo se redujo el personal de la orquesta y el coro. Constaba de dos salterios como mínimo y de seis como máximo, nueve arpas como mínimo y su máximo sin límites, dos oboes como mínimo y doce como máximo, y un címbalo. El coro estaba compuesto por doce hombres como mínimo y su máximo sin límite. Los miembros, todos varones, debían tener como requisito entre treinta y cincuenta años de edad y cinco años de preparación musical.
En el Templo de Herodes, ocupaban una gran escalinata que subía desde el atrio de Israel hasta el patio de los sacerdotes. En el Templo mismo, un coro de jóvenes, situados al pie de esta escalinata, unía sus voces de tono más agudo a las de los levitas. La música hebrea, poco conocida, tenía una gama de ocho sones. Los coros interpretaban, probablemente al unísono, la misma melodía sagrada, dividida en una parte masculina y otra femenina, cantada una octava más alta.
En tiempo de Cristo el servicio musical del templo era esencialmente el mismo que se practicaba en la época de Salomón. Había dos servicios diarios: el sacrificio matinal y el vespertino. Cada día de la semana se cantaba un salmo específico.
Acerca de los instrumentos de la Biblia tenemos algo más de información, si bien no hay manifestación definida en cuanto a su forma o construcción. Sin embargo, se han encontrado instrumentos pertenecientes a otras naciones antiguas del Medio Oriente, principalmente de los egipcios. La etimología de las palabras hebreas contribuye en alguna medida, como también las versiones antiguas, pero, con todo, el conocimiento que tenemos es muy limitado.
Los instrumentos que se mencionan en la Biblia se pueden dividir en tres grupos principales: cuerdas, vientos, y de percusión.

Oh Dios, a ti cantaré cántico nuevo

David entendía que un Dios que renueva cada mañana su misericordia y su fidelidad y se manifiesta en diversas y renovadas maneras, era digno de un cantico nuevo cada día que glorifique su Nombre.

El cantico nuevo no sólo era la manifestación de alegres victorias, también representaban momentos difíciles donde el adorador veía, por sobre toda dificultad, el diseño profético de Dios y su soberanía en el manejo de los tiempos y las respuestas.
Atrévete a darle al Señor un cántico nuevo en cada victoria y en cada situación difícil que te toca vivir. Engrándese su Nombre en medio de la alabanza, que él haga de tu cántico su habitación.
La inteligencia musical no es solamente cantar bien, sino también, poder apreciar, escuchar y juzgar sobre la música. Todos nosotros podemos emitir juicio y aceptar o rechazar diferentes géneros musicales y sus mensajes lingüísticos. Somos adoradores que gustamos de su presencia por este don del Padre.
Hace más de doscientos años los cristianos no tenían bonitos himnos como los tenemos ahora. Todo lo que existía, en cuando a canto se refiere, eran algunas malas versiones de los Salmos e himnos mal arreglados.
Un muchacho que siempre asistía a los cultos salía disgustado de los himnos, hasta que un día fue y le dijo a su padre: --Padre, ¿por qué cantan himnos tan feos en el templo? ----Si no te gustan--, le contestó el padre, --escribe otros mejores--. Isaac Watts, que así se llamaba el muchacho, no se disgustó sino que ese mismo día escribió un himno y lo llevó para que lo cantaran en la Iglesia.
El himno gustó tanto que rogaron al muchacho que escribiera otros, a lo cual él accedió gustoso. Escribía himnos cada vez que sentía deseos de hacerlo, y continuó escribiendo durante toda su vida. Uno de los himnos más hermosos que escribió y que se ha traducido a muchos idiomas es: “Al Contemplar La Excelsa Cruz”. Otro de sus hermosos himnos es: “Dominará Jesús el Rey”. A los quince aceptó a Cristo como su Salvador y a los veinticuatro predicó el primer sermón y continuó predicando y escribiendo himnos hasta una edad avanzada, pues murió a los setenta y cuatro años de edad.
Estoy seguro que coincidiremos en lo importante que es este ministerio en la manifestación de la presencia de Dios en medio nuestro. La Palabra de Dios misma dice que Él habita en medio de la alabanza de su pueblo. Dios es el objeto de nuestra alabanza, porque Él es nuestro Dios. Un Señor que renueva cada día su manifestación por medio de su accionar en nuestra vida. Que se manifiesta en todas las cosas creadas y recibe la alabanza por sus obras y por medio de ellas.
Si, como Isaac Watts, sientes una santa insatisfacción y tienes un mayor desarrollo en la inteligencia musical, entonces busca la forma de desarrollar esta capacidad y consagrarla a Jesús. A lo mejor, tu capacidad musical no es para que ocupemos una butaca en un teatro para escucharte pero Jesús se sentará en su trono y hará cesar el cantar de los ángeles para oír tu adoración en medio de tus luchas y victorias.
Sólo Cristo es digno de recibir nuestro cántico nuevo cada mañana.



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INTELIGENCIA INTRAPERSONAL

La inteligencia Intrapersonal es aquella que se refiere a la auto comprensión, el acceso a la propia vida emocional y espiritual, a la propia gama de sentimientos, la capacidad de efectuar discriminaciones de estas emociones y finalmente ponerles nombre, y recurrir a ellas como medio de interpretar y orientar la propia conducta.

SALMO 51. 
LA MARAVILLA DEL ARREPENTIMIENTO

"Lávame más y más de mi maldad, y límpiame de mi pecado.
Porque yo reconozco mis rebeliones, y mi pecado está siempre delante de mí.
Contra ti, contra ti solo he pecado, y he hecho lo malo delante de tus ojos; para que seas reconocido justo en tu palabra, y tenido por puro en tu juicio.
He aquí, en maldad he sido formado, y en pecado me concibió mi madre.
He aquí, tú amas la verdad en lo íntimo, y en lo secreto me has hecho comprender sabiduría.
Purifícame con hisopo, y seré limpio; lávame, y seré más blanco que la nieve.
Hazme oír gozo y alegría, y se recrearán los huesos que has abatido.
Esconde tu rostro de mis pecados, y borra todas mis maldades.
Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí.
No me eches de delante de ti, y no quites de mí tu Santo Espíritu.
Vuélveme el gozo de tu salvación, y espíritu noble me sustente.
Entonces enseñaré a los transgresores tus caminos, y los pecadores se convertirán a ti.
Líbrame de homicidios, oh Dios, Dios de mi salvación; cantará mi lengua tu justicia.
Señor, abre mis labios, y publicará mi boca tu alabanza.
Porque no quieres sacrificio, que yo lo daría; no quieres holocausto.
Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios.
Haz bien con tu benevolencia a Sion; edifica los muros de Jerusalén.
Entonces te agradarán los sacrificios de justicia, el holocausto u ofrenda del todo quemada; entonces ofrecerán becerros sobre tu altar".

Esta súplica individual, en razón de su contenido, es la oración de arrepentimiento por excelencia. El salmista pide a Dios que lo purifique y lo renueve interiormente, para que él, a su vez, pueda dar testimonio de la misericordia divina y trabajar por la conversión de los pecadores. Este es uno de los siete salmos llamados de arrepentimiento .
Hay un uso de la inteligencia Intrapersonal muy elocuente en el escrito, pero no sucede sin la intervención de Dios, o mejor dicho, no tendría la eficacia que tuvo en el Salmista si no fuera por la intervención divina. El contexto bíblico nos habla del pecado de adulterio y homicidio de David. Dios, usando a su siervo el profeta Natán, revela espiritualmente la real condición interior del rey de Israel.

Inteligencia Intrapersonal y el Espíritu de Dios

Al observar la teoría de las Inteligencias Múltiples de Howard Gardner hemos tratado de aprovechar lo que consideramos más adecuado en busca de conocer nuestras inteligencias y ponerlas al servicio de Dios quien nos la otorgó.

Considero muy importante prestar atención a lo que el autor enseña y lo que dice Dios al respecto. Desde la psicología, “esta inteligencia es el conocimiento de los aspectos internos de sí mismo: acceso al universo emocional interno, a la sucesión personal de sentimientos. Incluye la integridad personal, particularidad humana que se fortalece a través de la autoestima, la identidad, la autonomía, la humildad, la empatía, la capacidad de diálogo y los valores, factores indispensables para la construcción de contextos estables”.
Sin lugar a dudas vamos a coincidir, tanto nosotros como los estudiosos de Harvard, que el ser humano posee esta inteligencia tan necesaria para observar nuestro mundo interior. Secularmente se intenta profundizar una búsqueda interna con el único deseo de cambiar nuestros ámbitos íntimos, cercanos y lejanos, de manera que el examen nos otorgue imágenes del mundo emocional que habitamos. Nos permita la facultad de darnos cuenta y de aceptarnos, y la habilidad de aplicar las propias maneras de actuar a partir de ese conocimiento, lo que nos permite organizar y dirigir la vida personal.
Desde nuestro conocimiento de Dios, creemos que no puede haber un cambio radical en nuestro hombre interior sin la intervención Divina, en concordancia con su plan eterno de salvación. No hay arrepentimiento sin comunicación Intrapersonal. No hay inteligencia Intrapersonal totalmente eficaz, que pueda hacer del hombre una nueva criatura, sin la intervención del Espíritu Santo de Dios que nos convence de Pecado. No hay limpieza del Pecado sin la sangre de Cristo.
En particular, cuando el hombre se aleja voluntariamente de la dirección y el cuidado de Dios descubre que la consecuencia de su mal proceder es un mal a un mayor. Pero la persona que se arrepiente y se vuelve a él, encuentra a un Dios de misericordia y amor, y no de juicio. De ningún modo se pone en discusión la firmeza del juicio de Dios en contra del pecado. La Biblia nos habla de un Dios que odia al Pecado pero ama al pecador, de tal manera que entregó a su Hijo Unigénito a morir por él. Una y otra vez se ha mostrado como un Señor benevolente, fiel aun cuando le hayamos sido infieles.
El llamado al arrepentimiento es, en lo que respecta al hombre, un llamado para que vuelva a colocarse bajo la dependencia del Todopoderoso. En el Nuevo Testamento “arrepentimiento” generalmente significa “cambiar de pensamiento” y también “lamentar, sentir remordimiento”. Pero, el arrepentirse no es simplemente lamentar o cambiar de pensamiento sino hacer un vuelco completo, producir una completa y total alteración de la motivación básica y la dirección de la vida del individuo. Por ello, la mejor traducción es a menudo: “convertirse”.
La mejor manera de aprovechar al máximo esta inteligencia es con la verdad en lo íntimo. Es en esa intimidad con Dios donde podemos vernos tal cual somos. Es muy necesario apartarnos, darnos tiempo a solas con Dios para que en su presencia nos revele nuestro interior. Atendiendo a su Palabra y las diversas formas que tiene de comunicarse con nosotros mediante el Espíritu Santo.
A través del Espíritu podemos observarnos en el espejo del ser humano que logró agradar a Dios: Jesús. Él es quién, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Una muerte que nos permite lavar nuestros pecados en su sangre y mediante la aceptación de Cristo en nuestro interior, nacer de nuevo.

Mirar nuestro interior conforme Dios nos mira

Apartarnos y mirarnos a nosotros mismo debe ser a través de la luz de la Palabra de Dios. Si esta observación no lo hacemos por medio de los ojos de Dios, que nos ven a través de la cruz de Cristo, podemos caer en un juzgamiento personal que puede llevarnos a una falta de aceptación de nosotros mismo y hasta una caída depresiva.

El Apóstol Pablo decía sobre el particular: “Yo en muy poco tengo el ser juzgado por vosotros, o por tribunal humano; y ni aun yo me juzgo a mí mismo. Porque aunque de nada tengo mala conciencia, no por eso soy justificado; pero el que me juzga es el Señor. Así que, no juzguéis nada antes de tiempo, hasta que venga el Señor, el cual aclarará también lo oculto de las tinieblas, y manifestará las intenciones de los corazones; y entonces cada uno recibirá su alabanza de Dios”.
Nosotros debemos usar esta inteligencia Intrapersonal rindiéndola a Dios y de esa manera mirarnos como Dios nos mira.
Recuerdo la primera vez que entré y participé de un culto evangélico: el predicador con mucha euforia gritó: -¡Levanten las manos los santos!-. Todos en la congregación levantaron las manos y alabaron a Dios. Pienso que el pastor debió observar algún gesto en mi cara. Los miré pensando que todos estaban locos. Para mí, los santos estaban en un lugar muy elevado de perfección que los hacía merecedores del yeso. De ninguna manera levantaría mis manos ubicándome al nivel de ellos.
El pastor dijo unas palabras que aún están grabadas en mi mente con fuego: --Deja de mirarte cómo estás acostumbrado a mirarte y comienza a verte como te ve Dios. Él te ve santo, santificado por Cristo, redimido, limpio por su sangre, sentado en los lugares celestiales junto a Él--.
“Ni aún yo mismo me juzgo”, decía el Apóstol Pablo aceptando y exponiéndose delante del Juez de toda la tierra que conoce las intenciones del corazón y el más profundo pensamiento. La presencia del Señor es el mejor lugar para perfeccionar esta inteligencia y favorecer todo tu entorno.
La inteligencia Intrapersonal es la capacidad de ver con realismo y veracidad cómo somos, quienes somos y qué queremos, y de entender cabalmente cuáles son nuestras prioridades y anhelos, para así actuar en consecuencia. Esta inteligencia, usada para conocer nuestro diseño profético, nos permite saber quiénes somos en Cristo, como debemos ser y sobre todo, que quiere Dios de nosotros de manera que su deseo sea nuestro deseo y su propósito sea cumplido para su gloria.

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“Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos”

LA INTELIGENCIA INTERPERSONAL

La inteligencia interpersonal es aquella relacionada con la actuación y propia comprensión acerca de los demás, como por ejemplo notar las diferencias entre personas, entender sus estados de ánimo, sus temperamentos, intenciones, etc.
Es una inteligencia muy importante para aquellos que desempeñan tareas relacionadas con las relaciones humanas. Se pueden desarrollar carreras como: políticos, trabajadores sociales, comunicadores, locutores, diplomáticos, en general toda persona que tenga que desarrollarse con mucha gente y entenderla. Fundamental en el ministerio evangélico.
Me parece importante destacar a la inteligencia interpersonal y la Intrapersonal para lograr estabilidad emocional y comunión espiritual, tanto con Dios como con nuestro prójimo. De esta manera, poder dar lo mejor de nosotros mismo en las áreas que nos desempeñemos al aplicar la congruencia hacia adentro y hacia afuera.
La capacidad principal de la inteligencia interpersonal es la de poder entender a otras personas, interactuar con ellos y entablar empatía. Además, nos permite poder discernir, comprender qué le sucede a otra persona en determinado contexto y actuar de manera apropiada en relación con los estados de ánimo, las conductas y los deseos de esa persona.
Quienes poseen más desarrollada esta inteligencia y la ponen en práctica en la cotidianidad, les resulta sencillo captar las necesidades ajenas y reaccionar en consecuencia. Encuentran la palabra adecuada o el comportamiento que logra empatía en su interlocutor, y al leer emociones en otro pueden adoptar una actitud positiva, ya que es necesario tener en cuenta lo que la otra persona siente o necesita, para lograr una comunicación realmente efectiva.

Leer emociones, encontrar la palabra adecuada y tener empatía

Hemos observado anteriormente, al reflexionar sobre la personalidad investigadora, que debemos educar nuestra mirada. Esto es necesario para ver lo que a simple vista no vemos en la vida laboral, familiar, escolar o cotidiana. Ahora vamos a tratar de aprender a leer emociones.

Cuantos problemas evitaríamos si logramos darnos cuenta en qué momento tener o detener un intercambio de palabras. Los rasgos en el otro van mostrándonos sus cambios anímicos como reflejo de sus emociones. Solemos decir de una persona, al oír o experimentar algo que motivó un cambio en sus emociones, que está “se transformó”. Lo leímos en su cara y en su gesto aunque no pronuncie ni un vocablo.
También podemos leer lo bueno que producimos con nuestras palabras. Isaías reconocía esta inteligencia como un charisma de Dios Padre: “Jehová el Señor me dio lengua de sabios, para saber hablar palabras al cansado; despertará mañana tras mañana, despertará mi oído para que oiga como los sabios. Jehová el Señor me abrió el oído, y yo no fui rebelde, ni me volví atrás”.
Recuerdo un curso sobre Mediación escolar en el cual participé. En un momento determinado hicimos un ejercicio sobre escucha atenta. Realmente fue difícil. Teníamos que oír a nuestro interlocutor y luego de unos minutos parafrasear lo que nos contó. No debía ser cualquier cosa sino algo relacionado con los momentos que estaba viviendo.
El profesor, que me tocó en suerte, me contó sobre los problemas que tenía con su vehículo que lo había prestado y esto derivó en tener que llevarlo al mecánico, donde se originaron otros inconvenientes. Yo le conté sobre mi hija que estaba enferma en casa. De todo el curso esto es lo que más recuerdo; lo que sucede es que tuve que hacer mucho esfuerzo para lograr una escucha atenta. Esto se debía al poco ejercicio que tenía sobre esto, de otra manera, seguramente no me habría costado tanto.
Si no leo las emociones ni escucho atentamente ¿Cómo lograré tener empatía con los demás?
La empatía es esencial en nuestras relaciones con quienes nos rodean. Para lograrla es útil estar en una posición relajada, de receptividad, sin preconceptos ni defensivas estériles. Una de las claves a tener en cuenta, para generar empatía, es prestar mucha atención tanto al lenguaje verbal como al no verbal: tono de voz, expresiones de la cara, movimientos del cuerpo, gestos, accesos oculares, etc. En caso que las palabras y el lenguaje no verbal de una persona no concuerden, es conveniente centrarse en cómo se dice algo más que en las palabras que se utilizan para expresarlo.
Tener empatía es dejar nuestra posición para ponernos en el lugar del otro. Significa negarnos atención para dársela al necesitado. Es apenas una expresión del mandamiento divino de amar a nuestro prójimo como nos amamos a nosotros mismo.
Acostumbrados a ser el centro de nuestro universo personal requerirá de mucho negación de atención propia, para brindarnos al otro. Mirar sus ojos y escuchar atentamente de manera que al mirarnos lean en nuestros ojos que, en ese momento, es dueño de toda nuestra atención.
El primer lugar en el cual debemos practicar la empatía es en nuestro hogar. Trabajo con adolescentes y ellos están ansiosos por encontrar una mirada atenta; por sentirse escuchados y vistos. Suplican atención. En otras palabras, piden amor. Sus actitudes son como un grito desesperado diciendo: --¡Aquí estoy!--
Mira a los ojos, lee las emociones y déjate leer por los demás; sé un libro abierto donde cada página diga lo que eres y lo que tienes: a Cristo en tu corazón.
Tener empatía no es ocupar una posición ajena en modo vacío, por el simple hecho de cumplir. Es hacer tuyo el dolor ajeno; es cargar las cargas de los demás, una o dos millas si fuera necesario; es orar hasta que Dios responda como si fuera tu propia necesidad; es clamar intercediendo con lágrimas y ruegos regados con amor.
En una oportunidad, Jesús entró a la ciudad de Capernaum donde habitaba un Centurión romano que tenía un siervo, a quien éste quería mucho, el cual estaba enfermo y a punto de morir. Cuando el centurión oyó hablar de Jesús, le envió unos ancianos de los judíos, rogándole que viniese y sanase a su siervo. (…) Y Jesús fue con ellos. Pero cuando ya no estaban lejos de la casa, el centurión envió a él unos amigos, diciéndole: Señor, no te molestes, pues no soy digno de que entres bajo mi techo; (…) pero di la palabra, y mi siervo será sano. Cristo exaltó la fe del centurión y sanó totalmente a aquel criado.
Este hombre era una persona muy respetada, tanto por su condición romana como humana. Tenía la simpatía de los judíos porque les había construido una sinagoga; estimación que se hacía reciproca hacía el Dios a quien él había prestado servicio. Poseía una autoridad que reconoce ante Jesús debido a su condición de centurión romano. Ante todo esto, ¿Qué lo lleva a suplicar y humillarse ante Jesús? El amor por un siervo.
Esto es empatía. La enfermedad y el dolor del criado era su dolor. El sufrimiento de la familia del moribundo y la idea de la muerte se hizo carne en él. No espero que otro vaya a suplicar, sólo respetó la condición judía de Cristo y envió a los ancianos de la ciudad, pero la humillación y el dolor era propio. La suplica le pertenecía. No esperó que alguien lo enviara de lo alto, hizo suya la carga ajena y por amor se hizo dueño de la situación.
Jesús sabe de empatía, de ponerse en el lugar del otro, de ocupar un lugar ajeno. Él sabe lo que es sentir compasión. Lo experimentó delante de la viuda de Naín. La miró y se compadeció de ella. Aunque no haya sido su intención primaría resucitar a su hijo, obró en consecuencia porque hizo suyo su dolor, como hace propio el tuyo. Sus lágrimas fueron suyas y las tuyas recorren sus mejillas mientras lloras en tu interior.
--¡Mujer, no llores!-- dijo Jesús. No son palabras vacías; son las palabras de quien sufre con tu sufrimiento. De alguien que puede ver en tu corazón y compadecerse.
Jesús sabe leer las emociones, encontrar las palabras justas y tener empatía, pero conseguir esto no queda en el logro sino que produce acción. El amor es acción.
Cristo relató el siguiente episodio cuando un intérprete de la ley le preguntó, para probarle: Maestro, ¿haciendo qué cosa heredaré la vida eterna? Él le dijo: ¿Qué está escrito en la ley? ¿Cómo lees? Aquél, respondiendo, dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo. Y le dijo: Bien has respondido; haz esto, y vivirás. Pero él, queriendo justificarse a sí mismo, dijo a Jesús: ¿Y quién es mi prójimo?
Respondiendo Jesús, dijo: Un hombre descendía de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de ladrones, los cuales le despojaron; e hiriéndole, se fueron, dejándole medio muerto. Aconteció que descendió un sacerdote por aquel camino, y viéndole, pasó de largo. Asimismo un levita, llegando cerca de aquel lugar, y viéndole, pasó de largo. Pero un samaritano, que iba de camino, vino cerca de él, y viéndole, fue movido a misericordia; y acercándose, vendó sus heridas, echándoles aceite y vino; y poniéndole en su cabalgadura, lo llevó al mesón, y cuidó de él.
Otro día al partir, sacó dos denarios, y los dio al mesonero, y le dijo: Cuídamele; y todo lo que gastes de más, yo te lo pagaré cuando regrese. ¿Quién, pues, de estos tres te parece que fue el prójimo del que cayó en manos de los ladrones? Él dijo: El que usó de misericordia con él. Entonces Jesús le dijo: Ve, y haz tú lo mismo”.
No es necesario que nos unan lazos de amor familiar o por vínculos cercanos para sentir empatía. El mandamiento del amor es hacía el prójimo. Todas las personas, cercanas o lejanas, son nuestro prójimo.
Otro pensamiento que nos lleva a la empatía es reflexionar sobre lo que hubiéramos deseados que hagan los demás con nosotros si cayéramos en esta situación. Quizás sea esto lo que produjo empatía en el samaritano que lo llevó a compadecerse del asaltado en el camino. Acaso se vio golpeado y herido, solo y abandonado por los demás. Tal vez lo vivió alguna vez. Sea como sea, fue puesto como ejemplo para merecer la orden de ir y hacer lo mismo que él.
Nadie como Jesús para leer las emociones de las personas y hablar las palabras seguidas de acción. Todo reflejado en un amor que produce milagros.
Cristo no era un milagrero ni era su principal objetivo hacer milagros. Los hacía movido por la misericordia y la compasión. El clamor de los diez leprosos y el ciego Bartimeo, entre otros, dan muestra fehaciente de esta verdad. --¡Hijo de David, ten misericordia de mí!-- clamaron. Una clave eficiente que genera la empatía de Aquél que se hizo carne; el Dios-Hombre que puede comprendernos y socorrernos en nuestras debilidades.
La experiencia humana de Cristo es de vital importancia y la mayor seguridad que te da Dios, para que entiendas que puede comprenderte en cualquiera sea la situación por la cual estés pasando. La encarnación de Cristo, nacido de mujer y habitando entre nosotros sujeto a todas nuestras experiencias humanas, es una empatía total la cual hace, indiscutiblemente, grande al misterio de la piedad: Dios manifestado en carne.
El Mesías es Dios y nunca dejó ni dejará de serlo. Pero, en su encarnación, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa ha que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres.
En la condición humana, Jesús adquirió la inmejorable posición intercesora que podía obtener. Cristo es Dios y tiene todo conocimiento, pero en nuestra débil humanidad nos ayuda muchísimo saber que, por cuanto nosotros participamos de carne y sangre, (naturaleza humana), él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo, y librar a todos los que por el temor de la muerte estuvimos durante toda la vida sujetos a servidumbre.
Jesús debía ser en todo semejante a nosotros, para venir a ser misericordioso y fiel sumo sacerdote en lo que a Dios se refiere, para expiar los pecados de todos los seres humanos. Pues en cuanto él mismo padeció siendo tentado, es poderoso para socorrer a los que son tentados. Como un sumo sacerdote debe identificarse con la gente para poder representarla, era indispensable la encarnación para que se consumara la obra redentora de Jesús.
¿Por qué es necesario observar esto? Porque el Apóstol Pablo nos pide que haya, pues, en nosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús. Para que nada hagamos por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimándonos cada uno a los demás como superiores a nosotros mismo; no mirando por lo propio, sino cada cual también por lo de los otros.
Jesús es el ejemplo del amor. La empatía puede llegar a ser muy profunda, pero el clímax del amor, el mayor de todos los amores, es poner la vida por los amigos. Su humillación se profundizó aún mucho más, porque estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.
Un lugar en una cruz que no le pertenecía. Una muerte ajena, pero aceptada como propia. Su vida no le quitaron, él la puso por nosotros; voluntariamente. Aceptó la muerte más vergonzosa, la muerte de cruz, que fue haciéndose cada vez más vergonzosa a medida que Dios comenzó a clavar a través de su carne el pecado de todos nosotros en esa cruz.
Cualquier pecado, el más terrible, despiadado y brutal; el más sucio y escalofriante accionar fueron colocados en Cristo. Jesús se hizo pecado. Se convirtió en asesino, en violador, en mentiroso, en adúltero, en fornicario, en abortivo, en lascivo, en lo que te puedas imaginar, siendo sin pecado.
Lo vimos en una cruz. Dios lo vio en esa cruz hecho pecado y lo desamparó. Todos nosotros lo tuvimos por herido de Dios y abatido, mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados. Jesús llevó nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores.
¿Nos atrevemos a hablar de empatía?
En esa cruz, tu pecado fue su pecado. Tu enfermedad la hizo propia y en cada latigazo que molía su carne, en cada llaga causada por los golpes, se convertía en su enfermedad. Cada insulto, cada desprecio, el abandono y la traición, el desamparo y el dolor de tu corazón se convirtieron en su dolor. El castigo de tu paz fue sobre él. Si no aceptas la paz que Cristo te da, entonces haces vano su sacrificio. ¿Estás dispuesta a seguir sufriendo y llevando tu propia cruz, y no la de Cristo?
Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros. Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca. Por cárcel y por juicio fue quitado; y su generación, ¿quién la contará? Porque fue cortado de la tierra de los vivientes, y por la rebelión de mi pueblo fue herido. Y se dispuso con los impíos su sepultura, mas con los ricos fue en su muerte; aunque nunca hizo maldad, ni hubo engaño en su boca. Con todo eso, Jehová quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento (…).

Un día, Jesús buscó empatía

Un profundo sentimiento embarga mi corazón cuando pienso en Jesús buscando empatía. Cuando lo miro en el jardín de Getsemaní. Llevó consigo a sus discípulos y separando a tres de los más íntimos los apartó con él.
Tomó a Pedro, y a los dos hijos de Zebedeo, y comenzó a entristecerse y a angustiarse en gran manera. Miró a sus amigos y les hizo una confesión que quiebra mi corazón. Los contempló a los ojos suplicándole un poquito de empatía, que entiendan el momento que estaba viviendo, dejó que lean sus emociones, les dijo: --Mi alma está muy triste, hasta la muerte; quedaos aquí, y velad conmigo--. Este velad es mucho más que estar despierto, es compartir el momento, es estar con él, entenderlo y darle compañía.
Yendo un poco adelante, se postró sobre su rostro, orando y diciendo: --Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú--. Vino luego a sus discípulos, y los halló durmiendo, y dijo a Pedro: --¿Así que no habéis podido velar conmigo una hora?--. Se dirigió a quien, minutos antes, dijo que daría la vida por él y que en la realidad no podía compartir ni tan sólo una hora de su dolor.
Tantas personas nos ofrecen todo su tiempo y cuando más necesario es, los buscamos y no están. No es así Cristo; cuando no quede nadie, él siempre estará. Velará por ti, callará de amor.
Otra vez fue, y oró por segunda vez, diciendo: --Padre mío, si no puede pasar de mí esta copa sin que yo la beba, hágase tu voluntad--. Vino otra vez y los halló durmiendo, porque los ojos de ellos estaban cargados de sueño. Entonces ya no dijo nada, para que insistir. ¡Qué solo se habrá sentido Jesús! Me lo imagino mirando dormir a sus amigos; menear la cabeza e ir a su lugar de oración, por tercera vez, diciendo las mismas palabras. Entonces vino a sus discípulos y les dijo: --Dormid ya, y descansad. He aquí ha llegado la hora, y el Hijo del Hombre es entregado en manos de pecadores. Levantaos, vamos; ved, se acerca el que me entrega--.

HOY, JESÚS BUSCA TU EMPATÍA

Hay un momento en que las personas te necesitan. Precisan tu escucha atenta, tu mirada, tus palabras de consolación, tu amor. Luego, el momento pasa y no podemos volver atrás.

El tiempo de la angustia y las lágrimas pasaron para Jesús y sus amigos no estuvieron allí. Lo hicieron físicamente pero su corazón lejos del Señor.
¿Sabes leer los latidos del corazón del Señor? ¿Puedes deletrear sus emociones? ¿Qué te quita el sueño bendito Jesús?
Pega tu corazón junto al de Cristo; oye sus latidos; lee su pasión. Sus lágrimas son por las almas que no hallan consuelo. Sufre por aquel que no puede salir de su soledad. Por el niño que llora en silencio y ve a sus padres separarse sin poder hacer nada. Llora el llanto del desamparado y del matrimonio que se acuesta a dormir sin saber que dará a sus hijos de comer al levantarse.
Ocupa el lugar de Cristo y déjate usar por el Señor. Jesús te lo agradecerá con una sonrisa desde lo alto.
Mira el cielo con fe; allí está Cristo intercediendo por ti. Él es tu intercesor y tu mediador delante de Dios Padre. Nadie tendrá mayor empatía y te comprenderá mejor que lo que Jesucristo hombre puede hacerlo.

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EN CONCLUSIÓN:


“No dejes que otro día se te vaya. Comienza a clarificar lo que Dios quiere que seas… y hazlo. Comienza evaluando tus dones y recursos.
Tómate un tiempo, mira honestamente en lo que eres bueno y en lo que no lo eres. Haz una lista. Pregúntales a otras personas su opinión sincera. Diles que estás buscando la verdad y no cumplidos.
Los dones espirituales y las habilidades naturales son siempre confirmados por otros. Si piensas que has sido dotado para ser maestro o cantante, y otra persona no está de acuerdo contigo, ¿Qué crees? Si quieres saber si tienes el don de liderazgo, ¡pues mira sobre tus hombros! Si nadie te sigue, no eres un líder.
¿Dónde he visto frutos en mi vida que otras personas puedan confirmarlos? ¿En que he visto que soy exitoso?
La evaluación de tus dones espirituales y los inventarios de tus habilidades pueden tener valor, pero son limitados en su utilidad (…)
La mejor manera de descubrir tus dones y habilidades es experimentando en las diferentes áreas de servicio.
Yo pude haber tomado cientos de exámenes para determinar mis dones y habilidades cuando era joven, y nunca haber descubierto que recibí el don de la enseñanza ¡Porque nunca enseñé! Sucedió solo después de que comencé a aceptar oportunidades para hablar que vi más resultados, recibí confirmación de otros, y me di cuenta de que “¡Dios me había dotado para que hiciera eso!”
Muchos libros llegan a descubrir este proceso al revés. Enseña: “Descubre tu don espiritual para que conozcas qué ministerio se supone que tienes”.
Realmente esto opera de manera opuesta. Comienza sirviendo, experimenta en diferentes ministerios y descubrirás tus dones.
Hasta que realmente no te involucres en el servicio, no sabrás para qué eres bueno.
Tienes docenas de habilidades y dones escondidos que no sabes que lo tienes, porque nunca los has puesto a prueba.
No trates de encontrar tus dones antes de enrolarte a servir en algo.
Simplemente, empieza a servir ya.
Descubres tus dones involucrándote en el ministerio.
Intenta enseñar, dirigir, organizar, tocar un instrumento o trabajar con los jóvenes. Hasta que no te involucres en el servicio, no sabrás para qué eres bueno”.

Fuente: Revista mensual “La Corriente del Espíritu”. Año IX / Nº 110. Enero 2006. Tomado del libro: “Una vida con propósito” por Rick Warren. Editorial Vida.


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AMBIENTE Y TALENTO

Dijimos que a pesar de tener los mismos padres, cada hijo hereda un conjunto de cromosomas diferentes. A su vez, esta predisposición genética los puede llevar a elegir experiencias diversas.

Potencialmente hay en nosotros capacidades, talentos, dones espirituales y naturales que son parte de la madera proporcionada por Dios, mediante su diseño profético, para ser usado en su obra. Este mapa divino es parte de un gran diseño del Señor quien está dispuesto a ayudarnos a escudriñarlo y, rompiendo la caparazón del desconocimiento, dejemos salir el potencial que hay en nosotros.
Hemos observado como todo ayuda para bien, conforme al propósito de Aquél que nos llamó. Desde nuestra historia personal, nuestra herencia genética y los dones dados por el Padre, manifestado en nuestra personalidad y nuestras inteligencias múltiples. Todo hace un conjunto de potenciales dispuestos a favorecer los planes de Cristo con nuestra vida.
Particularmente, siempre hoy decir a mi madre que mi padre tenía una capacidad para redactar cartas, por lo cual no le era necesario hacer un borrador previo. Es allí donde considero mi inclinación, desde siempre, para escribir. Lo hago desde que fui recibiendo la adecuada enseñanza. Toda mi adolescencia escribí pensamientos ajenos, es decir, escritos, reflexiones y poemas de otros, y algunos míos. Luego busqué, y sigo buscando, escribir mis propias reflexiones. Es algo que me cuesta, pero a la vez me da placer.
Cuando tenía que decidir sobre mis estudios superiores me encontré en una encrucijada. Estaba con mi esposa en el patio del edificio de Estudios Superiores que articulaba con la Universidad de La Plata, Buenos Aires, con dos solicitudes de inscripción. Una de ellas era referida a lo contable y la otra a Comunicación Social. Luché, aun sabiendo en mi interior la respuesta. Cerré los ojos y decidí estudiar Comunicación, más allá que me fascina la contabilidad. Mi decisión pesó a favor de lo comunicativo cuando al mirar lo curricular de la materia leí que durante tres años enseñaban comunicación escrita. Fue suficiente para mí.
Siempre escribí. Cuando comencé a predicar en los pulpitos, aunque este es un ministerio relacionado con el lenguaje oral, siempre escribía mis mensajes antes de predicarlo. Hubo un tiempo en que no escribí, pero sentía algo en mi interior que me llamaba a hacerlo; una voz que no me dejaba resignarme ni olvidarme de esto.
Algún día se publicará un libro de mi autoría, pero lo que produce hoy en mi interior es suficiente para hacerlo merecedor del tiempo que le brindo; el hecho de que tú lo estés leyendo y encuentres algo de Dios, es suficiente para mí. Lo demás queda en la voluntad del Señor.
Cuando desarrollamos una actividad que va de acuerdo con la formación personal y eclipsa los pensamientos de Dios en lo que hacemos, entonces sentimos la paz de hacer su voluntad que se traduce en un gozo procedente de Dios. Esto no quiere decir que sea fácil, pero las dificultades, el cansancio y las adversidades, se superan más fácilmente con el gozo que produce saber que estamos dentro del diseño profético del Señor con nosotros.
No hay manera de encontrar el Propósito de Dios si no experimentamos en el servicio.
Nunca había entrado a una Escuela Dominical, sin embargo, lo primero que hice fue colaborar en ella. No sabía ni como se comenzaba, cuál era su rutina ni siquiera si podía llegar al corazón de un niño. Durante diez años serví al Señor entre ellos. Dios y los responsables de mi congregación me confirmaron la voluntad de Dios de que ese era el círculo de mi servicio. Hoy trabajo con jóvenes aún en lo secular.
El ambiente lo generamos nosotros. Nuestra decisión nos va a llevar a los lugares donde podemos desarrollar nuestro talento. Esto no quiere decir que debes cambiar de congregación si no encuentras en ella lo necesario para desarrollarte; lo que tienes que hacer es buscar en el Cuerpo de Cristo o en algún medio secular la perfección de tu talento y llevarlo a tu congregación. El hecho de que en ella no esté, quizás, se debe a que Dios está esperando que seas tú quien lo implementes y desarrolles.
Si una niña nace con una capacidad especial para el dibujo y pide a sus padres que la lleven a tomar clases, ella misma estará fomentado el desarrollo de esta capacidad. Así, nosotros podemos moldear nuestros propios ambientes y nuestras propias capacidades tanto como las de nuestros hijos.
Conocer hasta qué punto un rasgo se ve influenciado por el ambiente es de gran importancia porque permite establecer un programa de intervención. Por ejemplo, si sabemos que la inteligencia se ve influenciada por el ambiente, entonces, como padres, tenderemos a estimular a nuestros hijos intelectualmente (hablar y leer a ellos, proporcionarles juegos y juguetes que los ayuden a desarrollar su inteligencia, etc.), mientras que si consideramos que la inteligencia está determinada genéticamente en su totalidad, no haremos nada para desarrollarla.
Es difícil pensar que algunos elementos del talento no estén ligados a la herencia genética. Lo que podemos asegurar es que son Charismata del Padre.
Ciertos factores que podríamos considerar básicos están bajo fuerte control genético. Por ejemplo, el coeficiente intelectual general, al que se le calcula un nivel de heredabilidad de alrededor del 70%. Otro factor que puede ser ejemplo de cómo se heredaría genéticamente el talento es el “oído absoluto”: la capacidad de percibir con precisión la afinación de los sonidos, 100% heredada. Cuando uno se encuentra con personas que lo tienen, la sensación es de asombro: es como “tener otro sentido”; y no quedan dudas de que se trata de un “don”.
También, es evidente que la herencia cultural juega un papel clave en la sucesión del talento. Cuestiones ligadas al ambiente cultural, de crianza, de los elementos disponibles en la infancia, e incluso éticos, son determinantes en el desarrollo de diferentes aptitudes. Crecer en un ambiente en donde se respire confianza en el hecho de que una actitud creativa puede ser útil, es un factor esencial para posteriormente ejercer una actividad creativa.
Las iglesias deben crear esta clase de ambiente, los cuales, permitan a sus miembros desarrollarse junto a elementos que faciliten el fortalecimiento de los talentos naturales. Tú debes facilitarte y facilitar a tus hijos un ambiente fértil para los talentos, capacidades y todo don dado por Dios.
Para concluir este escrito, quiero decirte que todo te ayudará para bien si amas a Dios y tu propósito se ajusta al Propósito con el cual el Padre Celestial te llamó. He propuesto una observación de nuestra herencia mirando el pasado desde la posición que hoy tenemos en Cristo apoderándonos de la paz que él nos dio.
Miré el presente prestando atención a conocer nuestra personalidad y perfeccionarla en la personalidad de Jesús. Busqué que distingamos en nuestras inteligencias múltiples las más desarrolladas y aquellas que son potenciales en nosotros procurando un mayor desarrollo de éstas.
Descubre tus dones involucrándote en el ministerio. Intenta enseñar, dirigir, organizar, escribir, tocar un instrumento o trabajar en la obra material. Hasta que no te involucres en el servicio y te hundas en la profundidad de la presencia de Dios no sabrás cuál es tu Diseño Profético.
Todo es de Cristo, por Cristo y para Cristo. Consagra tu vida al Señor. Todo lo que eres; todo lo que tienes; toda tu fuerza y vigor; todo tu futuro le pertenece al que murió por ti. Valora los dones dado por el Padre. No entierres tu talento y bendice a tu congregación.
Personalmente, gracias por haber llegado hasta este punto de la lectura de este escrito. Tú valorizas mi esfuerzo y me permites encontrar mi propio diseño que es la búsqueda más trascendental para mí.
Dios te lo recompense.






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Bibliografía

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Laidlaw, en Hastings’ Bible Dictionary
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El Púlpito del Tabernáculo Metropolitano: El Pacificador. NO. 422. Un sermón para los tiempos, predicado la mañana del Domingo 8 de Diciembre, 1861, por Charles Haddon Spurgeon. En el Tabernáculo Metropolitano, Newington, Londres. "Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios." Mateo 5: 9.
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Salmos. Introducción: Ventana del Antiguo Testamento. Comentario Bíblico Siglo veintiuno
Diccionario de Anécdotas e ilustraciones. Extraído de www.ministros.org (Ilustraciones A a la Z) recopilatorio de 903 ilustraciones. Creada con Microsoft Access. Modificada con Biblos. Creada/Modificada con (Made/Modifiedwith) Biblos
“Las Inteligencias Múltiples en el Aula”. Thomas Armstrong. 1999. Ediciones Manantial S.R.L. Buenos Aires. Inventario de las Inteligencias Múltiples para adultos: Fuente: 7 Kinds of Smart (Siete formas de inteligencia) por Thomas Armstrong. Copyrightº1993 por Thomas Armstrong.
Carlos Smith. Comunicación Intrapersonal. Enviado por Método CIN.
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PENSAMIENTO LATERAL, APRENDIZAJE Y COTIDIANIDAD. Por: Julio César Arboleda. Revista Magisterio (marzo- abril, 2008) Julio César Arboleda. Cali- Colombia, 1959. j.c.arboleda@hotmail.com, jcarboleda1@yahoo.com






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