ENTRA TÚ Y TODA TU CASA

 Casa, Hogar y Familia


“Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es.  Y amarás a Jehová tú Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas. Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes. Y las atarás como una señal en tu mano, y estarán como frontales entre tus ojos; y las escribirás en los postes de tu casa, y en tus puertas”. Deuteronomio 6:4-8.

INDICE:
Introducción                                                                    
Capítulo I: Sea tu Casa
Amor diferente en costumbres
Quiero hacer una Casa para Dios
Dios te hará Casa
Casa = Gobierno
Lo público y lo Privado: La Tierra. El trabajo. El Capital. El Tiempo.
El Poder de la Información. La Identidad
Casa = Gobierno espiritual
Edifica Tu Casa
Serás Salvo Tú
Y toda Tu Casa
Sé un transporte
Capítulo II: Familia
Fracaso de la Primera Casa
Gracia inmerecida
Dios es un Dios de Pactos
Benditas todas las familias de la tierra
Desde el Dios de Sem al dios de Taré
Descendencia es el Todo de la historia
El pecado de una generación
Conquista de la Promesa
Capítulo III: Legado de Familia
Habitantes del olvido
Legado familiar
La familia
Familia como proceso o sistema
Familia como unidad individual
Paradigma  familiar
Como la Casa de Fares
Engaño
Jacob. El que lucha con Dios y con los hombres, y vence
La Heridas y los Traumas
Pecados ocultos
Herencia
Capítulo IV: El Hogar
Lugar y no-lugar: Modernidad y posmodernidad
Carácter: Un israelita en quien no hay engaño

Conclusión

Bibliografía seleccionada
Citas y referencias bíblicas





Introducción

H
ablar de matrimonio es hablar de ilusiones, de cuentos de hadas y de príncipes azules. Un hogar cristiano deambula en el deseo de un pedazo de cielo en la tierra. Pero, las ilusiones desilusionan y los cuentos no siempre tienen finales felices.
La fe es una herramienta de Dios que te permite ver más allá de lo que los ojos naturales te permiten observar. La fe se manifiesta justo en el momento en que tomamos la decisión de dejar nuestros anhelos en las manos de Dios, confiando en sus promesas.
El hogar cristiano es producto de la fe; no pretende ser esa cosa ilusoria que luego se esfuma en la realidad cotidiana.
El relato bíblico de los hogares que sirvieron a los planes de Dios, te van a mostrar algo más real que un ideal. Te darán el descanso de saber que estas personas y sus hogares no eran perfectos.
Martín-Moreno González[1] sostiene que “esta es la primera gran saga de la Biblia, un cuento de sueños de inmigrantes y de promesas divinas que sirve como obertura colorista e inspiradora a la historia subsiguiente de la nación de Israel (…). El relato bíblico de la vida de los patriarcas es una historia brillante de la familia y de la nación. Su poder emocional deriva del hecho de ser el relato de las profundas luchas humanas de padres, madres, maridos. Mujeres, hijas e hijos. En cierto modo es una historia de familia típica, con todos sus gozos y tristezas, amor y odio, engaño y astucias, hambre y prosperidad. Es también una historia universal y filosófica sobre la relación de Dios con la humanidad, sobre la devoción y la obediencia, sobre el bien y el mal, sobre la fe, la piedad y la inmoralidad. Es la historia de Dios que se escoge una nación, de la promesa eterna que Dios hace de tierra, prosperidad y crecimiento”.
Entendamos que el hogar es racional. Es un lugar, no un espacio. Es un lugar mental.
Este producto mental encierra lo que la casa nos afectó. Es lo que va con nosotros donde quiera que estemos. Es un lugar idealizado cómodamente. Donde nos sentimos seguro. Es la esfera a la que pertenecemos. Pero ese lugar de pertenencia no se limita a un espacio físico.
Un hogar cristiano es la historia de una casa escogida por el Señor. Una casa con promesas, no solo de prosperidad y crecimiento, sino de bendición generacionales. Es el recado del Señor que te inspira y te alienta a formar esta clase de hogar con un paradigma familiar Cristo-céntrico.
Cuando hablamos de hogar cristiano, nos referimos a una construcción mental que da seguridad en Dios, en sus promesas terrenales y de Vida Eterna. Y en los cristianos.
El trabajo más eficaz del diablo recae en esto: hacer de nuestros hijos personas sin hogar, sin lugar, sin constructo mental que traspase nuestras generaciones. Nuestro embate contra estas artimañas es dejar un legado y formar un carácter cristiano semejante al carácter de Cristo.
El mundo patriarcal, aunque tenía un contexto histórico diferente al nuestro, necesitaba la decisión personal de los constructores del hogar la cual era traspasar esta relación a sus descendientes. Por eso Dios eligió a Abraham, porque él daba la seguridad de que desarrollaría este carácter relacional de hogar, enseñando a sus hijos a conocer y valorar el Amor de Dios y su propósito.
En conclusión, te propongo: Trabaja por tu legado. Que te vean orar en los momentos difíciles. Que te vean avanzar en la adversidad. Que disfruten de tu alabanza en medio de las tormentas de la vida. Deja legado en tus hijos para que ellos lo transmitan a tus nietos. Edifica un carácter belicista por la salvación y las bendiciones de Dios.
Entonces, ora y no te canses de orar; predica, y no te canses de predicar; amonesta y exhorta; cree y no te canses de creer. Te invito que construya a través de la fe en Jesús el Arca en que se salven tú y tu descendencia.
No podemos salvar a nuestras familias sin Dios. Pero, Dios tampoco lo hará sin nosotros.

 

Dios mira hacia abajo con ojos de gracia, sobre aquellos que sinceramente miran hacia arriba con ojos de Fe. 

Matthew Henry


 


Capítulo I: Sea tu casa

Amor diferente en costumbres

E
l júbilo alrededor manifiesta la importancia de lo que están celebrando, seguramente, el trabajo de invitación no fue sencillo. Una breve y concisa invitación estilo occidental y la pronta aceptación de ella se consideraría en Oriente, como poco digna.
En estas tierras el invitado no debe aceptar de inmediato, sino que se espera de él que rechace la invitación. Deben urgirle a que acepte, aunque desde el principio haya pensado responder positivamente; corresponde conceder a la persona que lo invita el privilegio de que “le compela a aceptar”[2].
Todos quieren estar vestidos para bodas[3]. Los invitados saben cuál es su papel en la celebración, no es solamente compartir la fiesta y la alegría, tienen una responsabilidad; están allí para ser testigos de que el matrimonio ha sido consumado[4] y como tal respetan esa posición.
Estas clases de banquetes antiguos se celebraban, por lo regular, por las noches en habitaciones muy iluminadas, y a cualquier persona a quien se excluía de la fiesta, se decía de ella “que ha sido arrojada de la luz a las tinieblas de afuera”[5] en la noche.
La novia se adorna como una reina[6]. Es evidente el tiempo y dedicación, tanto como el esfuerzo puesto por ella para hacer su rostro brillante y lustroso, un lustre parecido al mármol. Su cabello está trenzado con tantas piedras preciosas como posee, o pudiera pedir prestadas.[7] Las muchachas que le han vestido son sus “compañeras”[8]; comparten sueños y juegan con la novia. Todo es motivo de risa; una alegría que no da cabida a otro pensamiento que la vivencia del momento. Nadie ignora lo importante que es para ella este lapso; jamás podrá olvidar esta festividad matrimonial y especialmente su vestido de novia[9]. Esta toda dispuesta: una novia ataviada para su esposo”[10].
El comprometido va vestido con gran gala y enjoyado[11]. Camina acompañado por su “amigo”[12]. Sus vestidos están perfumados con incienso y mirra, y su cinto es de seda de brillantes colores. Sus sandalias cuidadosamente adornadas con listones, y en esto da la impresión de “paños volantes”, de capas sueltas con gracioso donaire peculiar de las tierras del Oriente[13]
Parecen un rey y una reina, y como tales actúan.
Mira a su amigo y sonríe. La mirada y la expresión son un dialogo de regocijo, agradecimiento, la dicha compartida por un momento esperado y único. Un amor inteligente y lleno de virtud que honra a la familia, a la sociedad y a Dios.[14]
Booz sale de su casa para buscar a su esposa.
Rut lo espera ansiosa. Lleva un velo que en un punto de la ceremonia, le será quitado y puesto sobre el hombro de él, declarando: “El dominio será sobre su hombro”.
Todo el poblado de Efrata un día la vio llegar acompañando a su suegra, con la cabeza baja y compartiendo la amargura de un regreso sin gloria. Hoy la ven dejar la humilde casa de Noemí, adornada, perfumada y con una corona en su cabeza[15].
Las calzadas son angostas. Las casas bajas. Los niños juegan y las niñas sueñan. Las ancianas recuerdan y los hombres se alegran. Una gran procesión les sigue por todo el camino hacía el nuevo hogar de la pareja. La oscura calle se ilumina con lámparas de aceite sostenidas por los invitados a la boda. Las canciones y las danzas[16] alegran el camino[17].
Ella lleva su cabello suelto flotando, y su cara está cubierta con un velo. Hay demostraciones de alegría en todo el trayecto hasta su destino. Parte de la procesión son hombres que tocan tambores y otros instrumentos musicales, y hay danza por todo el recorrido.
Al llegar a la casa[18], la novia y el novio se sitúan bajo un dosel, una enramada adornada de flores y mucho color. Desde allí presiden el convite nupcial. El saludo, el respeto y los buenos deseos de los invitados delante del dosel, le demuestran el aprecio.
Hay un dulce dialogo de amor en las miradas y en los labios:
-“Como lirio entre los espinos, así eres amiga mía entre las doncellas[19]”-.
-“Tu eres como manzano entre árboles silvestres, me llevaste a la casa del banquete y tu bandera sobre mí, fue amor”-.
Esa bandera sobre la casa donde se festeja el banquete es una gozosa señal de que el amor ha encontrado un sitio propicio, las necesarias provisiones y el poder de triunfar.
En el convite el tiempo pasa armoniosamente. Los días de celebración son muchos, comiendo y bebiendo[20]. Las festividades duran a menudo siete días[21], o quizás más; pero los novios no se preocupan por nada[22], solo reciben buenos augurios y bendiciones.
En un momento determinado, uno de los ancianos[23] se pone en pie e invoca la bendición de Dios sobre la pareja. La mano se eleva al cielo. Los ojos del anciano buscan desesperadamente en el infinito una palabra de Dios.
Mira a Rut y le dice: -El creador te haga fecunda, como a Raquel y Lea que edificaron la casa de Israel-[24].
Dirigiéndose a Booz[25]: -Y tú seas ilustre en Efrata, y seas de renombre en Belén-[26].
Todos pensaban que la bendición había concluido, pero los ojos espirituales del anciano atraviesan los tiempos. Mira a ambos, entiende que este acto simboliza la formación o extensión de un hogar[27], ante esto los bendice, diciendo: -Y sea tu casa, como la casa de Fares, el que Tamar[28] dio a luz a Judá, por la descendencia que esta joven te dé-.
Los nacidos en Belén son descendientes de Fares. Ahora, el anciano ora para que la familia de Booz, que era una sola familia[29] de entre ellos, se hiciese al correr de los años tan numerosa e ilustre como es ahora la descendencia entera del patriarca.

Había entre las esposas judías el anhelo universal y alegría en la esperanza de tener hijos. La ley de Dios enseñaba que los niños eran una señal de la bendición de Dios: “Bendito el fruto de tu vientre”[30]. El salmista nos pinta a un hombre bendecido por Dios, al decir: “Tu mujer será como vid que lleva fruto a los lados de tu casa”.[31]
Ellas siempre esperaban que su hijo fuera el Mesías. La promesa mesiánica de la Palabra, sin duda estaba siempre en los labios de las mujeres hebreas. “No será quitado el cetro de Judá, y el legislador de entre sus pies, hasta que venga Shiloh”[32]. “Saldrá estrella de Jacob y se levantará el cetro de Israel.”[33] Esto conservaba la esperanza de la venida del Mesías, y era causa de que las madres judías desearan un niño en cada alumbramiento, y que quizá ella pudiera ser la madre de Shiloh.
Durante los diez años de casamiento de Rut con Mahlón no había tenido hijos.  Las acertadas bendiciones en su matrimonio tenían, quizás, que ver con esto. Lo importante es que era tan fecunda como Lea, en forma natural; o como Raquel, por milagro de Dios. Ahora estaba a punto de dar a luz su primer hijo.
El corazón de Booz palpitaba con fuerza. Las mujeres rodean a Noemí y hablan entre ellas en la entrada de la casa[34]. Algunos criados, amigos y ancianos del pueblo les acompañan.
Dentro de la familia se dan cuatros ocasiones señaladas que marcan el progreso de la vida: el nacimiento, la pubertad, el matrimonio, y la muerte. Debido a la importancia de tales ocasiones, éstas se señalan como importantes acontecimientos sociales. Sin embargo, cuando las personas creen que Dios está involucrado en el proceso de la vida, tales acontecimientos adquieren una dimensión espiritual. Booz y toda Efrata entendían esto. Las bendiciones dada y esperada al casarse adquirían un mayor valor si Dios[35] les daba descendientes.
De pronto las risas y lágrimas se mezclaron. Las felicitaciones y buenos deseos, como tropel de sueños que cabalgaban desde el cielo, les brindaban cada labio.
Las mujeres rodearon a Noemí y alabaron a Dios diciendo: - ¡Loado sea Jehová, que hizo que no te faltase hoy pariente, cuyo nombre será celebrado en Israel![36]-. Esas miradas en el mañana agigantan el corazón y las vidas se elevan más allá del soñar.
- ¡Le ha nacido un hijo a Noemí! Y se llama[37] Obed -. Que significa Siervo de Dios[38]. -Este niño es el restaurador de tu alma y sustentador de tu vejez-. Bendecían las mujeres a la abuela.
Obed era la esperanza de una descendencia que sirva a Dios eternamente ¡dulce esperanza de una familia! Pero, aún les quedaba mucho trabajo por delante, más allá del buen deseo del nombre dado al niño. Sin lugar a dudas, la “casa”, la “familia” y el “hogar” serían fundamentales para el crecimiento espiritual de Obed, tanto, como para el de nuestros hijos.

Quiero hacer “una casa para Dios”

C

onocí a Jesús a los veintidós años; me casé en los caminos del Señor y trato de criar a mis hijos en la santidad de su Palabra. Como padre, mi preocupación es edificar mi casa, mi familia, mi hogar.
Recuerdo un día, en mi provincia natal, siendo joven, soltero y colaborador de la escuelita dominical en mi congregación, visite al pastor de una iglesia. Hablamos de la obra de Dios, del sacrificio y dedicación. Para concluir su exposición, el pastor me invitó a entrar al templo; subimos a un altillo y desde allí me mostró el salón. Me miró y agregó: “hay está mi vida, mi dedicación y mi tiempo: edificar una “casa” para el Señor”. Me fascinó esto. Quince años más tarde era ordenado Pastor. Mi primer pensamiento fue: -Tengo que hacer una “casa para Dios”-.
Estas dos preocupaciones, que son el fundamento de mi vida, se unen en un mismo eje: la “casa”.
Siempre tuve un concepto de “casa” hasta que un día oí una predicación sobre el tema. Allí escuche por primera vez la palabra “casa” en su traducción en griego. Esto produjo un giro de 180 grados en mi forma de interpretación, y comencé a indagar.
Me sentí muy reflejado con David, cuando en 2 de Samuel 7, Dios hace un pacto con él. En principio ambos utilizaban la palabra “casa”, pero en diferente sentido.
“Aconteció que cuando ya el rey habitaba en su casa, después que Jehová le había dado reposo de todos sus enemigos en derredor, dijo el rey al profeta Natán: Mira ahora, yo habito en casa de cedro, y el arca de Dios está entre cortinas”[39].
David tuvo este pesar en su corazón. Se sentía incomodo de habitar en una casa de cedro, mientras el Arca de Dios estaba entre cortinas. Este palacio en el cual habitaba lo había hecho construir con la ayuda de Hiram, rey de Tiro, luego de la conquista de Jerusalén, ciudad de David.[40]
Ante esto, decidió hacerle “casa” al Creador. La respuesta del Señor fue: -¿Tú me has de edificar casa en que yo more?-. Luego le hizo saber que él, edificaría casa a David[41].
El utilizar los mismos vocablos e interpretar diferente es lo que me preocupa. De allí parte mi propuesta de examinar cuidadosamente la interpretación y traducción de las palabras, sin descuidar su aspecto histórico, económico, social y cultural.
En el prefacio del libro “Palabras griegas del Nuevo Testamento. Su uso y su significado”; el autor, el doctor William Barclay[42] dice que traducir una lengua a otra es, en un sentido, casi imposible. Siempre se pueden traducir palabras con precisión cuando se refieren a cosas. Una silla es una silla en cualquier lengua. Pero cuando se trata de ideas, ya es otro asunto.
En este caso, algunas palabras precisan de una frase, una oración o incluso un párrafo para traducirlas, pues un simple vocablo resulta insuficiente para expresar todo el contenido de la idea que encierran”.
En el Antiguo Testamento, la palabra “bayit” se traduce en “casa” y tiene cognados en casi todas las lenguas semíticas incluyendo el arameo bíblico. Hay 2.048 casos de bayit en hebreo bíblico (44 en arameo), en todas las épocas.
En primer lugar, el nombre denota una estructura fija y estable hecha de algún tipo de material. Por lo general, como “lugar permanente de habitación”, se hace una distinción entre una casa y una tienda[43]. El vocablo puede también denotar una casa de una sola habitación[44]. Bayit se distingue también de enramadas o chozas provisionales[45].
En muchos pasajes (sobre todo cuando este término va acompañado del vocablo Dios) bayít se refiere a un lugar de adoración o “santuario”[46].  En otros, bayit puede significar las habitaciones y/o alas de una casa[47] y, también, bayit a veces señala el lugar en que algo o alguien moran o descansa. Es así como el submundo, el Seol, se denomina “casa”[48].
Por otro lado, Génesis 50:4 usa a bayit con el sentido de “corte real”, es decir, todos los cortesanos de un rey: “Y pasados los días de su duelo, José habló a los de la casa del faraón”. Se juntan las dos acepciones de “corte real” y “descendencia” en 1 de Samuel 20:16: “Así Jonatán hizo un pacto con la casa de David”.
En un grupo de pasajes bayit significa “territorio” o “país”: “¡Lleva la corneta a tus labios! Viene como un águila contra la casa de Jehová” (Óseas 8:1; 9.15; Jeremías 12:7; Zacarías 9:8).

Dios te hará casa.

D

esde estas definiciones entendemos en los términos que Dios y David se estaban comunicando. El rey ungido del Señor hablaba de una morada terrena y el Creador se refería a edificar una descendencia mesiánica, continuadora de la promesa dada a Abraham y a sus descendientes, entre ellos Fares, Booz, Obed, David y finalmente Jesús, con su reino sempiterno:
“Y cuando tus días sean cumplidos, y duermas con tus padres, yo levantaré después de ti a uno de tu linaje, (puede referirse tanto a uno como a muchos niños. También puede aplicarse a futuras generaciones de una línea de sucesión. Aquí se aplica tanto a Salomón como al Mesías), el cual procederá de tus entrañas, y afirmaré su reino. Él edificará casa a mi nombre, y yo afirmaré para siempre el trono de su reino.
Yo le seré a él padre, y él me será a mí hijo (Se habla de Dios como Padre más de 200 veces en el Nuevo Testamento; es una forma preferida que utiliza Jesús para referirse a Dios).  Y si él hiciere mal, yo le castigaré con vara de hombres, y con azotes de hijos de hombres; pero mi misericordia no se apartará de él como la aparté de Saúl, al cual quité de delante de ti, (A causa del pecado de idolatría cometido por Salomón al final de su vida, el reino le fue traspasado a su hijo Jeroboam. Sin embargo, una porción fue reservada bajo el nombre de David, y la línea del Mesías mantuvo su continuidad) Y será afirmada tu casa y tu reino para siempre delante de tu rostro, y tu trono será estable eternamente”[49].
Ante estas revelaciones del profeta Natán [50]entró el rey David y se puso delante de Jehová, y dijo: Señor Jehová, ¿quién soy yo, y qué es mi casa, para que tú me hayas traído hasta aquí? Y aun te ha parecido poco esto, Señor Jehová, pues también has hablado de la casa de tu siervo en lo por venir.  ¿Es así como procede el hombre, Señor Jehová? ¿Y qué más puede añadir David hablando contigo?  Pues tú conoces a tu siervo, Señor Jehová. Todas estas grandezas has hecho por tu palabra y conforme a tu corazón, haciéndolas saber a tu siervo. (…) Ahora pues, Jehová Dios, confirma para siempre la palabra que has hablado sobre tu siervo y sobre su casa, y haz conforme a lo que has dicho. Que sea engrandecido tu nombre para siempre, y se diga: Jehová de los ejércitos es Dios sobre Israel; y que la casa de tu siervo David sea firme delante de ti. Porque tú, Jehová de los ejércitos, Dios de Israel, revelaste al oído de tu siervo, diciendo: Yo te edificaré casa.  Por esto tu siervo ha hallado en su corazón valor para hacer delante de ti esta súplica.
Ahora pues, Jehová Dios, tú eres Dios, y tus palabras son verdad, y tú has prometido este bien a tu siervo.  Ten ahora a bien bendecir la casa de tu siervo, para que permanezca perpetuamente delante de ti, porque tú, Jehová Dios, lo has dicho, y con tu bendición será bendita la casa de tu siervo para siempre”.
Entendamos a Dios como lo hizo David. Este edificar “casa” es lo que Dios quiere hacer en mi vida y en la tuya. En este concepto la descendencia es fundamental, porque el propósito de familia de Dios es integral, es decir, abarca mil generaciones. Es una cadena donde nosotros somos un eslabón de concepciones que van afectando, respectivamente, nuestras generaciones. Los planes del Señor son mayores que nuestros pensamientos de servicio y fidelidad personal; abarca nuestros hijos, nietos, tataranietos, etc.
En el “hijo de David” se abre un nuevo abanico de promesas. Al aceptar a Jesús como salvador nos unimos al propósito global de Dios, con relación a la familia. El Señor habla sobre lo provenir con respecto a nuestros hijos. Lo hace “por su palabra y conforme a su corazón”, estos son los dos grandes motivos que están detrás de las bendiciones de Dios, son la fidelidad a su palabra y el generoso amor de su corazón.
Ora junto conmigo: – Señor, Ten ahora a bien bendecir la casa de tu siervo,  para que permanezca perpetuamente delante de ti,  porque tú,  Jehová Dios,  lo has dicho,  y con tu bendición será bendita la casa de tu siervo para siempre -.


CASA = GOBIERNO

El Griego del Nuevo Testamento.

A

l explicar sobre la utilización del griego en el Nuevo Testamento, el doctor Barclay explica que, “la Septuaginta” es la versión griega del Antiguo Testamento. Esta es de suprema importancia porque fue la Biblia de la iglesia cristiana antes que el Nuevo Testamento fuera escrito. Cuando los escritores del Nuevo Testamento citaban del Antiguo Pacto usaban muy a menudo la Septuaginta, y no el hebreo original. Por tanto, el lenguaje de esta versión griega del Antiguo Testamento llegó a estar entretejido con el pensamiento cristiano.
De todas las fuentes, los papiros son los que esclarecen más el lenguaje del Nuevo Testamento. El papiro era un material de escritura elaborado con la médula de los juncos que crecían a orillas del Nilo. Para fabricarlo, se cortaba la médula del junco en tiras, las cuales se superponían cruzadas y se prensaban, y, tan pronto perdían la humedad, tenían una duración prácticamente ilimitada.
En ellos encontramos la lengua griega tal como la hablaba la persona común, no los literatos, del tiempo del Nuevo Testamento. Vemos cómo se usaban las palabras y qué significado y sentido tenían en el hablar cotidiano, no en la estilizada prosa literaria.
En el Griego del Nuevo Testamento, la palabra “casa” es: Oikodespoteo. Es una conjunción de dos términos que unidos se refieren “al que gobierna una casa”.
Para un descendiente de Fares, hablar de “casa” era hablar de algo mucho más profundo que hablar del espacio o el lugar que se habita. Hablar de casa es referirse a una zona de gobierno.
La familia era, por tanto, “un pequeño reino” gobernado por el padre. Él gobernaba sobre su mujer, hijos, nietos y siervos: Sobre todos los pertenecientes a su casa.
Los hijos eran criados en la aceptación de esta autoridad, y si rehusaban reconocerla, amenazando con ello la seguridad de la unidad familiar, podían ser castigados con la muerte[51].
La esposa hebrea antigua no gozaba de una libertad ilimitada como las mujeres modernas de Occidente la tienen. Nunca comían con ellos, sino que al esposo y los hermanos se les servía primero, y la esposa, la madre y hermanas esperan para tomar lo que quedaba.
En un paseo la mujer nunca iba del brazo del hombre, sino que seguía a una respetuosa distancia. Actualmente, en algunos paises, la mujer es, por regla, estrechamente vigilada y observada con celo; cuando sale va con velo de la cabeza a los pies.
Esta actitud hacia las mujeres puede ilustrarse en la Biblia. Notemos como a las esposas de Jacob cuando viajaban se les daba lugares aparte y no con él[52]. No se dice que la madre del hijo pródigo estuviera presente en la fiesta que el padre ofreció a su hijo[53].
A pesar de estas cosas, debemos entender que el Antiguo Testamento no califica a la mujer como mera esclava del marido. Ella tiene gran influencia para bien o para mal sobre su esposo. Y él muestra gran respeto para con ella en la mayoría de los casos. Sara fue tratada por Abraham como una reina, y en asuntos de familia ella gobernaba de muchas maneras. Abraham le dijo acerca de Agar, la madre de Ismael, "He ahí tu sierva en tu mano, haz con ella lo que bien te pareciere"[54].
El tributo a una esposa madre hebrea en el libro de los Proverbios, indica que ella era una persona de gran influencia sobre su marido[55].
Mirando la época patriarcal nos ubicamos en un espacio y en un tiempo muy particular, el cual podemos comprender y aceptar, pero que no se adecua al momento que vivimos nosotros. Hemos sido afectados por miles de años de distancia. Estudiar modos e imitar formas es bueno, sobretodo siendo estas bíblicas, pero nos enfrentamos a la realidad que como padres no somos iguales y nuestros hijos no responden a ese modelo de personas.
La familia ha cambiado. Las unidades familiares en el siglo presente son llamadas nucleares porque son pequeñas: madre, padre y unos o dos hijos. Las familias en los tiempos del Antiguo Testamento eran grandes, e incluían a cada miembro de la familia: tías, tíos, primos y siervos. A estas se le da el nombre de familias extendidas. El cabeza de familia era el padre, y el cabeza de un grupo de familias era el jeque.
Abraham y sus herederos eran jeques, y en una ocasión Abraham pudo encabezar a 318 hombres de guerra “nacidos en su casa” (Génesis 14:14). María y José parecen haber viajado en el seno de una familia así cuando fueron con Jesús a Jerusalén cuando tenía doce años. Estaban viajando con “parientes y conocidos” (Lucas 2:44). Los había suficientes como para no poder ver a Jesús un día entero, y María y José tenían unos vínculos suficientemente estrechos con la familia extendida como para no preocuparse acerca de ello.
Nuestro margen de gobierno se ha achicado hasta lo incomparable en algunos casos. Este enfoque pone de manifiesto que, en un sistema patriarcal la respuesta de una casa es diferente a la contestación que hoy podemos tener, debido a un sentido cultural e histórico afectado por el espacio y el tiempo. 
No quiero decir que antes era más fácil y ahora más difícil. Quiero decir, que debemos adecuarnos al contexto intelectual, cultural, económico y social que nos rodea. Enfocarnos en percibir la forma en que las promesas de Dios se cumplen en nuestra descendencia hoy. Aprendiendo a leer el mundo que vivimos, entendiéndolo y adecuándonos en las cosas que han cambiado. Pero, revalorizando las que nunca cambiaran: La fe, la santidad, el compromiso, la búsqueda y la obediencia a Dios.
No estamos solos en esta empresa, Jesús es el mismo de ayer, de hoy y de siempre.

Lo público y lo privado

E

l ser humano es un individuo cultural. Se desarrolla entre lo público y lo privado.
Es un individuo domestico. Sin embargo, esa vida domestica, en el plano real y en el plano ideal, constituye no solo un fenómeno sociológico, sino también cultural e histórico.
Silverstone Roger[56] explica que históricamente, a partir de la creación de una clase burguesa que se elevó a una prominencia comercial y cultural en los comienzos del Siglo XIX, éste necesitó separar lo público de lo privado, de manera de proteger lo domestico de las preocupaciones sociales. Crear de esa manera un mundo diferente de imágenes deseos e ilusiones.
Walter Benjamín[57] escribiendo sobre la aparición del ciudadano privado en la época de Luís Felipe, dice que: “Por primera vez se distinguió el lugar donde se vive del lugar donde se trabaja. El primero se estableció como el interior. La oficina era su complemento. El ciudadano privado que en su oficina tomaba contacto con la realidad, necesitaba que el interior constituyere el sostén de sus ilusiones. Esa necesidad se hizo más apremiante porque ese ciudadano no tenía la menor intención de agregar a sus preocupaciones de negocios, otras preocupaciones de orden social”.
Refiriéndose a este periodo histórico, Silverstone dice que [58]“En esta sociedad industrial dominada por la producción y el intercambio de mercancías, en una sociedad capitalista de relaciones sociales burguesas y cada vez más privatizadas, lo domestico resultó marginado y políticamente insignificante”.
Históricamente, lo público y lo privado evolucionaron juntos (Sennett, 1986, páginas 89 y siguientes), y mientras estos campos se desarrollaban, era la domestica la que más sufría (Donzelot, 1979).
En otras palabras, en el mundo que vivimos la interrelación de nuestros hijos con Dios y su prójimo es aprendido en la casa. Pero, no es el único discurso que nuestros hijos oyen. Hoy, en un día una persona recibe el caudal de información que un individuo en esta época histórica que estamos observando, lo recibía en toda su vida. Cuanto más si lo comparamos al tiempo patriarcal.
Esto es una de las primeras realidades que debemos comprender. No es solamente mi discurso el que afecta a mis hijos, está el discurso de los amigos, de los medios de comunicación, de lo público que afecta lo privado.
Ahora vamos a desarrollar el concepto de domestico que tiene una consecuencia de acción en nuestros descendientes de tres dimensiones: el hogar, la familia y la casa.

La casa

Observamos que para un oriental, en la época patriarcal y aún en la actualidad, hablar de “casa” es hablar de algo mucho más profundo que hablar del espacio que se habita. Hablar de casa es referirse a una zona de gobierno. En la sociología moderna, la casa es una unidad económica y cultural.
Los hogares y las familias son categorías fluidas y entidades variables que pueden redefinirse desde el punto de vista subjetivo y diferenciarse cultural e históricamente. De manera semejante, las casas también son variables. También ellas pueden considerarse procesos (Wallman, 1984, página 20), pero son procesos de orden diferente. Mientras las familias se basan en lazos de parentescos, las casas se basan en una cuestión de proximidad. Es más, las casas pueden considerarse unidades económicas: son sistemas económicos.
Sandra Wallman sostiene que “Un modelo que entienda las casas como sistemas de recursos (…) las verá deslindarse de manera diferenciada según los diversos recursos de que disponen, los recursos que deciden gastar y exhibir, y los valores que asignan a tales recursos para destinarlos a propósitos particulares en diversos contextos locales y culturales” Wallman, 1984, página 21.
Entendiendo la casa como una unidad económica y cultural, comprendemos porque Dios exige que los hijos sean criados en la aceptación de la autoridad patriarcal, porque si rehusaban reconocerla, amenazaban con ello la seguridad de la unidad familiar por lo cual podían ser castigados con la muerte. Dice Deuteronomio 21:18-21 que “si un hombre tiene un hijo obstinado y rebelde, que no escucha a su padre ni a su madre, ni los obedece cuando lo disciplinan, su padre y su madre lo llevarán a la puerta de la ciudad y lo presentarán ante los ancianos. Y dirán los padres a los ancianos: “Este hijo nuestro es obstinado y rebelde, libertino y borracho. No nos obedece” Entonces todos los hombres de la ciudad lo apedrearán hasta matarlo. Así extirparás el mal que haya en medio de ti. Y todos en Israel lo sabrán, y tendrán temor”.
Bajo la administración patriarcal el mando del padre es supremo. La autoridad del padre se extiende a su mujer, sus hijos, sus nietas, sus siervos y a toda la familia, y si él es el jefe, su autoridad se extiende a la tribu. Muchos de los árabes beduinos de este tiempo no tienen otro gobierno más que el patriarcal.
Cuando Abraham, Isaac y Jacob vivían en tiendas en la Tierra Prometida, se gobernaban por el mismo sistema. Y cuando la ley de Moisés fue dada a Israel, la autoridad de los padres y específicamente la del padre, aún se reconocía. Uno de los Diez Mandamientos es "honra a tu padre y a tu madre". (Éxodo 12). En muchos casos el padre era la corte suprema de apelación en asuntos domésticos.
En la mayoría de los casos la gran autoridad que el padre tenía, la pasaba a su hijo mayor, quien tomaba el puesto de jefe a la muerte de su padre. Así Isaac vino a ser jefe de la familia de su padre a la muerte de éste. Él y Rebeca habían vivido en la familia bajo la autoridad de su padre, pero la sucesión de la autoridad pasó a él como hijo. Ismael, que era el de la sierva, no recibió herencia (Génesis 25).
En algunos casos el padre delegaba la sucesión de autoridad en otro que no fuera el mayor, como cuando Isaac la delegó en Jacob en lugar de Esaú, (observando el contexto de engaño y su trastorno cultural, Génesis 27)[59]. En este sistema de gobierno central la seguridad familiar tanto económica como física, dependía exclusivamente de esta clase de unidad familiar.
La casa nos enseña a desenvolvernos en el mundo económico y cultural. Debido a esto Silverstone Roger cita a Sandra Wallman en su escrito sobre “Televisión y consumo”[60] y dice que esta identifica como foco de las actividades de quienes comparten una casa seis recursos necesarios: la tierra, el trabajo, el capital, el tiempo, la información y la identidad. Sostiene que el análisis de esos recursos define las características particulares de la variación y la viabilidad de una casa.
Analizamos estos seis recursos:

La tierra

La casa nos enseña el uso de la tierra, el uso del espacio físico.
Desde la partida de Abraham, Dios proporciona la promesa de tierra. Cuando Moisés saca a Israel de la esclavitud lo hace con la misma oferta: una tierra en la que fluye leche y miel.
Estando en el desierto, Moisés ordenó el repartimiento de Canaán e intercedió en las controversias que podían existir, como el hecho de que hijas hereden tierra.
Dice el libro de Números 36:1-4 que “llegaron los príncipes de los padres de la familia de Galaad hijo de Maquir,  hijo de Manasés,  de las familias de los hijos de José;  y hablaron delante de Moisés y de los príncipes,  jefes de las casas paternas de los hijos de Israel, y dijeron:  Jehová mandó a mi señor que por sorteo diese la tierra a los hijos de Israel en posesión;  también ha mandado Jehová a mi señor,  que dé la posesión de Zelofehad nuestro hermano a sus hijas. Y si ellas se casaren con algunos de los hijos de las otras tribus de los hijos de Israel, la herencia de ellas será así quitada de la herencia de nuestros padres, y será añadida a la herencia de la tribu a que se unan; y será quitada de la porción de nuestra heredad. Y cuando viniere el jubileo de los hijos de Israel, la heredad de ellas será añadida a la heredad de la tribu de sus maridos; así la heredad de ellas será quitada de la heredad de la tribu de nuestros padres”.
Este conocimiento del uso de la tierra les permitía ver cuánto, una decisión tomada por una de las hijas herederas, podía perjudicar la economía global de la familia extendida. Por este motivo, las hijas herederas decidieron no casarse sino con hombres de su misma tribu: Números 36:10-12 dice que “como Jehová mandó a Moisés, así hicieron las hijas de Zelofehad. Y así Maala, Tirsa, Hogla, Milca y Noa, hijas de Zelofehad, se casaron con hijos de sus tíos paternos. Se casaron en la familia de los hijos de Manasés, hijo de José; y la heredad de ellas quedó en la tribu de la familia de su padre”.
El uso del espacio físico tiene mucha importancia para el desarrollo económico de la casa. En los tiempos actuales, nuestros niños aprenden el uso de la tierra. Saben que es lo que les pertenece. Cada espacio de la casa tiene su importancia y si hay lugar para una huerta, esto ayudará a la economía familiar.
Comprenden la importancia de la división de la vivienda. De las habitaciones. Del espacio de la cocina y del baño. Saben cuál es el uso que se hace de esos espacios y cuanto contribuye en la organización familiar. Ampliar la vivienda es sinónimo de progreso.
La casa le enseña el uso del espacio físico, conocimiento que desarrollaran en el mundo exterior a su hogar. Apreciarán los espacios de estudio tanto como los del trabajo secular. Este aprecio dependerá de la enseñanza en el espacio privado y se reflejará en la forma en que valorarán y respetarán los espacios públicos.

El trabajo

En la casa aprendemos el trabajo productivo.
En el Antiguo Testamento la instrucción de los niños y de las niñas era responsabilidad de las madres durante los primeros tres años de vida. Luego enseñaban a las niñas sus deberes domésticos a lo largo de la infancia.
A los niños el padre les enseñaba la ley desde los tres años, y eran responsables de enseñar un oficio a sus hijos. Esto producía un fenómeno similar al del sistema de casta, en lo referente a los oficios.
La casa nos enseña a ser productivo. Desde niños aprendemos las cosas que dentro del ámbito familiar nos corresponde hacer. A los niños se les asignan tareas, como ser: asear su habitación, hacer mandados, colaborar en la limpieza de la casa, etc.
El cumplimiento de esas tareas educará a un niño que luego lo trasladará, en adulto, al mundo laboral. Los niños aprenden del trabajo viendo a papá o mamá yendo y viniendo a su lugar de empleo. Ve en los otros y reproduce, de allí que veamos a nuestros hijos jugando al almacén sin ser nosotros almaceneros.
La casa debe reflejar a nuestros niños la realidad del mundo al que se enfrentaran cuando sean mayores. No deben ser criados ante la fantasía de que todo es fácil y nada cuesta; de otra forma no estarán capacitados para enfrentar la realidad cotidiana.

El capital

En el primer lugar que aprendemos a negociar el capital es en la casa.  Esto nos enseña que todo cuesta algo. La mensualidad para los gastos particulares de los hijos va a depender de cuanto ellos hayan respondido a las expectativas de sus progenitores. Los permisos para el tiempo de recreación con los amigos tendrá sus límites si al tiempo de estudio se lo hizo productivo o no, para dar algunos ejemplos. Esta clase de negociación que se utiliza en las casas son los que nos enseñaran a invertir el capital que poseemos, para luego utilizar esta capacidad de inversión en el mundo laboral.
[61]“Proverbios de Salomón: El hijo sabio es la alegría de su padre; el hijo necio es el pesar de su madre. Las riquezas mal adquiridas no sirven de nada, pero la justicia libra de la muerte. El Señor no deja sin comer al justo, pero frustra la avidez de los malvados. Las manos ociosas conducen a la pobreza; las manos hábiles atraen riquezas. El hijo prevenido se abastece en el verano, pero el sinvergüenza duerme en tiempo de cosecha. El justo se ve coronado de bendiciones, pero la boca del malvado encubre violencia. La memoria de los justos es una bendición, pero la fama de los malvados será pasto de los gusanos”.
Salomón parece coincidir con Silverstone Roger cuando este define a la casa como una “economía moral”. Dice el autor que “la casa es, o puede ser, una economía moral porque las actividades económicas de sus miembros en el interior de ella y en el mundo general del trabajo, el ocio y el consumo se definen y están constituidas por una serie de cogniciones, evaluaciones y estéticas que, a su vez, se definen y están constituidas por las historias, las biografías y las políticas de la casa y de sus miembros. (…)
“Vengo a sostener en consecuencia”, aclara Silverstone, “que las casas son unidades económicas y culturales, y que sus posiciones materiales establecen profundos límites en cuanto a las oportunidades de que disponen para el consumo y la expresión personal dentro de estos límites y, a veces, transgrediéndolos. En cierto modo, las casas pueden definir por sí misma un ámbito moral, emocional, evaluativo y estético privado y público –un estilo de vida- del cual dependen para su supervivencia y seguridad, así como dependen de sus recursos materiales”[62].
Salomón entendía esta economía moral enseñando a los hijos que todo cuesta algo. La casa nos enseña a negociar nuestro capital. Un niño que lo tiene todo sin que le cueste nada, crecerá creyendo que así sucede en el mundo exterior. La ley de la siembra y de la cosecha no nos instruye de esa manera.
La negociación en la casa no es mala cuando tiene el fundamento de enseñar la utilización del capital y sus consecuencias. Cuando enseñamos a los niños a ofrendar en la iglesia de sus propios ahorros, les enseñamos a conseguir la bendición del Señor y las promesas de su palabra dentro del plan de prosperidad del Creador.
El escritor del libro de Proverbios aconseja: “Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él. El rico se enseñorea de los pobres, y el que toma prestado es siervo del que presta. El que sembrare iniquidad, iniquidad segará, y la vara de su insolencia se quebrará. El ojo misericordioso será bendito, porque dio de su pan al indigente”. [63]
Esta economía moral se verá reflejada en todos los actos de los niños, desde la edad escolar. Aprenderá a negociar con sus pares: si quiere ser parte del grupo de amigos tendrá que aceptar las reglas del juego, dejar los berrinches y los mimos del hogar y ponerse en igual de condiciones frente a los otros niños, o no conseguirá nada. Si quiere tener buenas notas, tendrá que esforzarse y estudiar. Si quiere obtener el respeto de los demás, tendrá que aprender a respetar. Esta clase de negociación lo aprendió en la casa, que todo cuesta algo. El capital humano debe ser invertido para conseguir de los otros reciprocidad en lo que da.

El tiempo

La casa nos enseña el uso de los tiempos generacionales. Nosotros instruimos a nuestros hijos sobre las cosas que pueden realizar o no, según la instrucción generacional que le damos. Cuando la actitud del joven es de niño, le decimos: -“Ya eres grande para hacer eso”- o –“Todavía eres pequeño para ver esto”.
Existe una reacción Divina al uso irresponsable del tiempo: “Porque todos nuestros días declinan a causa de tu ira; acabamos nuestros años como un pensamiento. Los días de nuestra edad son setenta años; y si en los más robustos son ochenta años, con todo, su fortaleza es molestia y trabajo, porque pronto pasan, y volamos. ¿Quién conoce el poder de tu ira, y tu indignación según que debes ser temido? Enséñanos de tal modo a contar nuestros días, que traigamos al corazón sabiduría”. [64]
El salmista pide ser enseñado en el uso de los tiempos generacionales porque esto agrada a Dios. El Apóstol Pablo aconseja en su epístola a los efesios diciendo: “Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos. Por tanto, no seáis insensatos, sino entendidos de cuál sea la voluntad del Señor”[65].
Este aprovechar el tiempo, sobre todo por lo malo que son los días que vivimos, tiene consistencia, también, en saber enseñar generacionalmente a nuestros hijos los límites, las privaciones y los permisos que el tiempo otorga en la línea temporal de nuestra vida. Protegerlos de la información que llega a ellos del mundo exterior que es ajeno a la edad de inocencia que viven. Resguardando el legítimo derecho que tienen de vivir su niñez, su adolescencia o juventud. No pidiéndole ni permitiéndole nada que este por fuera del tiempo generacional que les toca vivir.
Los proverbios de Salomón instruyen sobre esto, enseñan que: “Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora. (…)”[66].
En el marco religioso, los diferentes rituales van marcando las obligaciones generacionales que deben ir adoptando los hijos de acuerdo al transcurso del tiempo en sus vidas. El catolicismo enseña a sus fieles a “bautizar” a sus niños muy pequeños, “hacer la primera comunión” y “la confirmación”; como una ritualidad sujeta al tiempo generacional.
“El muchacho judío era reconocido como entrando en la edad adulta a los treces años, pero no hay certidumbre acerca de cuándo comenzó esta práctica. Para la época del Nuevo Testamento, un muchacho de treces años venía a ser “un hijo de la ley”. El significado de Jesús permaneciendo en el templo era el de mostrar que estaba dejando la infancia (Lucas 2:41-49). Fue la última vez que asistiría a la Pascua como un niño. Sólo después de los treces años podía el muchacho venir a ser uno de los diez hombres que podían constituir una sinagoga”[67].
En nuestras congregaciones enseñamos los tiempos generacionales cuando permitimos a nuestros niños crecer sabiendo que de ellos es el reino de Dios. Pero, también les enseñamos que el hombre peca desde su juventud[68] y debe aprender a tener una relación personal con Dios a medida que crece.
Jesús y su familia son nuestro ejemplo: Su casa, en cumplir en enseñarle los tiempos generacionales, y Jesús, en tener claro estas enseñanzas y el compromiso con su edad. Lucas 2:40-52 dice que: “El niño crecía y se fortalecía, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios era sobre él. Iban sus padres todos los años a Jerusalén en la fiesta de la pascua; y cuando tuvo doce años, subieron a Jerusalén conforme a la costumbre de la fiesta. Al regresar ellos, acabada la fiesta, se quedó el niño Jesús en Jerusalén, sin que lo supiesen José y su madre. (…) Y aconteció que tres días después le hallaron en el templo, sentado en medio de los doctores de la ley, oyéndoles y preguntándoles. Y todos los que le oían, se maravillaban de su inteligencia y de sus respuestas. Cuando le vieron, se sorprendieron; y le dijo su madre: Hijo, ¿por qué nos has hecho así?  He aquí, tu padre y yo te hemos buscado con angustia. Entonces él les dijo: ¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que en los negocios de mi Padre me es necesario estar? Más ellos no entendieron las palabras que les habló. Y descendió con ellos, y volvió a Nazaret, y estaba sujeto a ellos. Y su madre guardaba todas estas cosas en su corazón. Y Jesús crecía en sabiduría y en estatura, y en gracia para con Dios y los hombres”.
La casa nos enseña que “Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, juzgaba como niño; mas cuando ya fui hombre, dejé lo que era de niño”[69].

El poder de la información

Esta unidad económica y cultural que es la casa, también nos enseña el poder que tiene la información.
Los padres les enseñamos el valor de estar informados. Es muy normal, como parte de nuestro diálogo cotidiano pedir a nuestros hijos que nos cuenten como fue su día. – ¿Hiciste tus tareas?-, es una de las preguntas más frecuentes. De esta manera ellos aprenden a ser productores de información.
Siempre el saber fue sinónimo de poder. Marca la diferencia entre el educador y el educando, el maestro y sus discípulos; los padres con los hijos. Estudiar les permite a nuestros niños apoderarse del conocimiento que le brindan los estudios y de esa manera, atesorando información, acrecientan su poder para enfrentar circunstancia en la vida laboral, etc. Por lo contrario, la ignorancia es sinónimo de esclavitud.
Sin embargo, en una lectura del tiempo que vivimos, fácilmente nos podemos dar cuenta que nuestros hijos reciben un bombardeo de información, el cual es muy difícil para nosotros, los mayores, equilibrar o superar ese nivel de conocimiento al cual ellos acceden. En segundos pueden “bajar” por Internet tanta información sobre un tema que nos admiran. Los jóvenes tienen más capacidad para entender el mundo que vivimos que los adultos.
Tras esto, ya el poder de la información no está en los educadores sino en la tecnología y en el uso de ésta. Un profesor con su libro en la mano, o sin este, hacía uso del poder del saber. Hoy, consciente o inconscientemente, los jóvenes saben que tienen en sus manos elementos informativos y que no es tan necesario ir a los mayores para ser informados. Un padre o un abuelo necesitan de sus hijos para hacer uso de la tecnología. La lectura de esto es que, si me necesitan, no son tan poderosos.
Algo similar sucedió en la conversación que tuvo Job con sus amigos, luego de sus desgracias. Job sostiene que “en los ancianos está la ciencia, y en la larga edad la inteligencia”[70]. En esta disputa, sus tres amigos presentaron argumentos en los cuales trataban de convencer a Job que las consecuencias por las que pasaba se debía a un mal proceder de él.
Entre ellos estaba un joven llamado Eliú. Este “había esperado a Job en la disputa, porque los otros eran más viejos que él. Pero viendo Eliú que no había respuesta en la boca de aquellos tres varones, se encendió en ira. Y respondió Eliú hijo de Baraquel buzita, y dijo: Yo soy joven, y vosotros ancianos; por tanto, he tenido miedo, y he temido declararos mi opinión. Yo decía: Los días hablarán, y la muchedumbre de años declarará sabiduría. Ciertamente espíritu hay en el hombre, y el soplo del Omnipotente le hace que entienda. No son los sabios los de mucha edad, ni los ancianos entienden el derecho”[71].
Este joven juzgó que la sabiduría y el entendimiento no estaban en los años, porque sintió que podía ser poseedor de ella por otros medios.
No podemos ignorar el tiempo que vivimos. Debemos ser sinceros en que la tecnología pone al alcance de los niños un caudal de información en un día, que la que recibían nuestros mayores en toda su vida. Debemos reconocer que como padres tenemos limitaciones en el conocimiento, de esa manera ellos también comprenderán sus propias limitaciones. Que la tecnología puede darle información, pero no experiencia de vida. Aún el caudal de instrucción y enseñanza bíblica que pueden recibir nunca le darán el conocimiento de Cristo, que viene de una relación personal con Dios.
Sin embargo, la casa debe seguir enseñando el poder de estar informado. En capítulos subsiguientes, al ver familia, vamos a entender la individualidad que obtiene una familia mediante un paradigma familiar, allí vamos a descansar en Dios sabiendo que podemos formar un hogar a la imagen de la voluntad de Dios en Cristo Jesús.

La identidad

Emile Durkheim (1858-1917) es uno de los padres fundadores de la sociología[72]. Según su teoría, en las sociedades preindustriales, la tradición servía para dar estabilidad a una sociedad y mantenerla unida. En sus propios términos, la conciencia colectiva (esto es, el sentimiento de pertenencia a esa sociedad y el grado en que sus miembros aceptan las normas y valores de esa comunidad) es fuerte. En las sociedades antiguas, la violación a las normas o las tradiciones es castigada inmediatamente. Estas sociedades permanecen unidas por lo que Durkheim llamaba “solidaridad mecánica”, esto es, por los lazos sociales, basados en una visión común del mundo, una moral común que mantiene unidos a los miembros de las sociedades preindustriales.
En cuanto a la sociedad industrial, El sociólogo sostiene que la evolución o desarrollo de una sociedad implicaba un menor grado de solidaridad mecánica. Esto hacia aparecer otros mecanismos que mantenían unida a la sociedad. Esos son los mecanismos propios que Durkheim llamó “solidaridad orgánica”, que se refiere a los lazos y vínculos sociales basados en la especialización y división del trabajo que unen a los miembros de la sociedad industrial. Por decirlo en otras palabras, en comparación con las sociedades tradicionales, cuya viabilidad dependía del consenso moral entre sus miembros, las sociedades modernas se hacen viables en virtud de una interdependencia funcional. En las sociedades modernas dependemos cada vez más de personas a las que no conocemos.
En las sociedades complejas actuales, avanzadas tecnológicamente y con alto grado de división del trabajo, las personas se han hecho más independientes. Durkheim sostiene que la modernidad cambio la identidad del discurso, por la identificación de cada individuo atravesado por múltiples discursos.
La identidad es un paquete cerrado: Soy esto. La identificación permite que el individuo se identifique con esto, aquello o lo otro. El sujeto posmoderno construye relaciones identificatorias con los múltiples fragmentos de discurso que lo atraviesan. Esto es una de las primeras realidades que debemos comprender. No solamente mi discurso afecta a mis hijos, está el discurso de los amigos, de los medios de comunicación, etc.
La casa es la que nos enseña a convivir con tantos discursos que nos llegan.
Job pregunta: -“¿Tendrán fin las palabras vacías?”[73]-. A la vez, Dios le reprocha por oscurecer el entendimiento hablando palabras sin sabiduría[74]. Isaías dice en el capítulo 50:4: “Jehová el Señor me dio lengua de sabios, para saber hablar palabras al cansado; despertará mañana tras mañana, despertará mi oído para que oiga como los sabios”.
Es nuestro deber enseñar a nuestros niños a lidiar con las relaciones identificatorias que construyen los múltiples fragmentos de discursos que oyen. Enseñarles que “la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón. Y no hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia; antes bien todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta”[75].
Nuestro discurso tendrá poder sobrenatural de Dios en cuanto nuestra relación con él aumente en veracidad. La mentira quita poder a nuestras palabras. Si nuestros hijos dejan de creer en lo que predicamos, muy difícilmente la casa logre este cometido de identidad.
Que en este mundo atravesados por tantos discursos, nuestras generaciones puedan responder a la pregunta de Jesús: “— ¿También vosotros queréis marcharos? — Señor —contestó Simón Pedro—, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna. Y nosotros hemos creído, y sabemos que tú eres el Santo de Dios”[76].


CASA = GOBIERNO ESPIRITUAL

E

n los días de los primeros patriarcas, el padre era el sacerdote de toda la familia. Este honor y responsabilidad de ejercer el sacerdocio comúnmente pasaba al hijo mayor a la muerte del padre. Esta práctica continuó hasta que la ley de Moisés transfirió este derecho a la tribu de Leví[77], de cuya familia salieron los sacerdotes para Israel como nación. Pero, el gobierno espiritual familiar siguió perteneciendo al padre.
La religión en los hogares de aquellos antiguos tiempos se centralizaba en torno a un altar, sobre el cual los animales sacrificados se ofrecían a Dios.
En la tierra de Babilonia de donde originalmente llegó Abraham, había adoración familiar a sus dioses, y el hogar tenía un altar con figuras de arcilla de estos dioses. Estos se llamaban "terafines". Estos dioses familiares servían como ángeles guardianes en el hogar.
A la muerte del padre, estos dioses del hogar, o terafin, eran siempre dejados al hijo mayor con la idea de que los demás miembros de la familia tenían derecho de adorarlos. Cuando Jacob dejó el hogar de Labán, su suegro, en Harán, nos dice el libro del Génesis que: "Raquel hurtó los ídolos (terafin) de su padre"[78]. Labán se perturbó por este hurto, siguió a Jacob con todo lo que este llevaba y le dijo, "¿Por qué has hurtado mis dioses?"[79].
Parecería que Raquel se trajo aquel serafín hurtado cuando la familia estaba para movilizarse de Siquem a Bethel, luego Jacob dijo a su familia: “Quitad los dioses ajenos que están entre vosotros, limpiaos y mudad vuestros vestidos”[80].
Jacob comprendía claramente el concepto de casa y la herencia que esta delegaba. La presencia de estas reliquias de antaño indicaba un esfuerzo para combinar la superstición y los maleficios paganos de una adoración idolátrica, con la adoración del Dios vivo y verdadero.
El patriarca deseaba que sus esposas discernieran esto y que ya no estuvieran bajo el amparo de los dioses de sus padres, sino bajo el amparo del Altísimo, bajo la sombra del Omnipotente, el Dios de Abraham e Isaac, los padres de Jacob.
La Escritura nos dice que Jacob, en obediencia al mandato de Dios, fue a Bethel, y como su abuelo, edificó un altar al Señor allí. Antes de hacer esto, dijo a su familia "Levantémonos, y subamos a Bethel; y haré allí altar a Dios que me respondió en el día de mi angustia, y ha sido conmigo en el camino que he andado" (Génesis 35:3).
El altar en la vida del hogar en aquellos días antiguos ayudaba a producir el sentido de pecado, una realización de la autoridad de Dios, y un conocimiento de que el camino para acercarse a Él era a través del sacrificio.
El altar es el precursor de la vida familiar de oración en un hogar cristiano actual, que se basa en el perdón del pecado a través de la sangre de Cristo, de quien el sacrificio de los animales era símbolo.

Orfa y Rut entendían bien el concepto de casa, entendían que casa es gobierno, no solo económico, sino, también, espiritual

Booz había alabado a Rut por el comportamiento que había tenido para con su suegra, al no desampararla luego de la muerte de los hombres de la familia de Noemí. Pero, más la alabó por la decisión de refugiarse bajos las alas del Dios de Israel[81].
Luego de la muerte de Elimelec, marido de Noemí, y posterior muerte de sus hijos Mahlón y Quelión. Esta decidió volver a Belén. En el camino Noemí dijo a sus nueras Orfa y Rut, ambas moabita y esposas de sus dos fallecidos hijos:
- Volveos cada una a la casa de su madre -.
Volver a la casa de su madre, significaba literalmente, volver a ser gobernada por sus progenitoras y estar bajo el gobierno de su padre. También significaba volver a los dioses de su patriarca y su casa, y dejar la cobertura del Dios de sus esposos.
Ante esto dice el libro de Rut 1:9 y 10 que las bendijo diciendo “os conceda Jehová que halléis descanso cada una en casa de su marido. Luego las besó, y ellas alzaron su voz y lloraron diciendo: Ciertamente nosotras iremos contigo a tu pueblo”. Literalmente, sujetarse voluntariamente bajo la autoridad de su suegra, y espiritualmente al Dios de Israel, (la óptica hebrea de Dios, como el Dios de Israel; se traduce en el vocablo Elohim, sujeto a un territorio, los límites del pueblo hebreo. Este es el pensamiento reinante en David al huir de Saúl a tierra de los filisteos. Se sentía obligado, en esta persecución del primer rey de Israel, a desertar a tierra extraña perdiendo de esa manera parte en la heredad de Jehová y obligado a servir a dioses ajenos[82]).
Noemí llama a Dios “Jehová” y no Elohim, que sería impersonal. La idea es demostrar que el Señor podía recompensarle en el lugar en que estuvieran. Lo presenta como el Señor del cielo y de la tierra, el Dios universal[83].
La viuda conocía el carácter de Jehová y ora para que sus nueras experimenten de su misericordia[84]. En tanto, declara que el Dios de Israel no solo es misericordioso, sino también digno de confianza.
Ante esta declaración de piedad ambas nueras deciden seguir a Noemí. Pero esta deja plasmado que no había en ella recursos para recompensarlas y que, aunque equivocada en su exposición, Dios había salido contra ella cuya mano la había tocado para mal y la había puesto en gran amargura[85].
Aunque Noemí era una mujer sincera y creyente, se revela vulnerable a la práctica común de culpar a Dios por aquellos acontecimientos que alejan, causan la muerte o perjudican a la gente. Pero la Escritura revela, a través de la integridad de su mensaje, que tal infortunio no provienen directamente de Dios, sino son el resultado del castigo que pesa sobre los seres humanos por el pecado original; o el fruto de la carne, cuando se decide seguir los propios caminos, no importa lo malicioso o inocente del intento; o consecuencia del asalto directo de nuestro gran adversario, el diablo[86].
Ante esto Orfa decide volver a su casa y a sus dioses.
A pesar de las palabras de Noemí, Rut invoca el nombre de Jehová, el Dios que la familia de su esposo le ayudó a conocer, para juramentarse ante su suegra. Para vida o para muerte, siempre estaría con ella: “- Así me haga Jehová, y aún me añada que solo la muerte hará separación entre nosotras dos -[87]".
Noemí no pretendía que sus nueras le siguieran sin examinar los costos de esta empresa y sin conocer el verdadero carácter de su Dios. El precio de estar bajo el amparo del Altísimo morando bajo la sombra del Omnipotente[88], era, nada más ni nada menos, que amarlo y buscarlo con todo el corazón. Sabiendo que es un Padre que corrige a los que ama y toma por hijos[89].
Rut entendió esto, y también, que era el Dios que había visitado a su pueblo. De esta forma Noemí consiguió lo que deseaba; que Rut tomase conciencia de lo que significaba marchar a un país extraño, dar la espalda al dios de sus padres, y resolviese acompañarla con toda libertad.

Edifica tu casa

C

ientos de años después, Dios vuelve visitar a su pueblo.
Oye el murmullo de la multitud en sus espaldas, también las conversaciones y las diferentes opiniones. Esos corazones atraídos por intereses terrenales que no comprenden; no lo entienden, ni deducen el verdadero significado de la conversión.
Querían comer pan en el Reino de Dios[90], solo porque escuchaban y veían que Dios había visitado la casa de pan, pero sin pagar ningún precio.
Jesús se volvió, los miró, y les dijo:
-Si alguno viene en pos de mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos y hermanas, y aún también su propia vida, no puede ser mi discípulo. (...) Sí un hombre quiere edificar una torre, un castillo una fortaleza, debe calcular los gastos primeramente[91]-.
Un joven[92] se retira triste. Las cosas no eran como él creía. El precio era muy alto. Tanto por sus posesiones, que eran muchas, como por el hecho de tener que creer en un tesoro que no se ve; un tesoro en el cielo. Un precio que iba contra el sistema en el cual se había criado y formado, terrenal y religioso.
El rostro de todos reflejaba asombro.
Jesús había presentado muy claramente el precio de ser un discípulo de Él. La pregunta era: -¿Entonces quien podrá ser salvo? ¿Qué tendremos nosotros que lo dejamos todo?-
-Cualquiera que allá dejado casas, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, por causa de mi nombre; recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna- es la respuesta de Jesús.
Ellos entendieron claramente el concepto de casa. Todo era casa. Familia, morada terrestre, tradiciones, costumbres; según la cultura y crianza, el precio se elevaba. Para un judío era dejar el gobierno natural, para aceptar el gobierno de Cristo.
La palabra “Aborrecer” nos fastidia. Da la impresión que no es vocablo para quien usa el lenguaje del amor. Cuando decimos “aborrecer” debemos captar el sentido del “amar” y del “aborrecer”, que se ha de interpretar, en conformidad con el uso bíblico de “preferir” y “poner en segundo lugar”.
Cuando Jesús hace referencia sobre aborrecer a los padres; no significa odiarlos a ellos, a su persona, sino dar el primer lugar al gobierno de Cristo en sus vidas y en segundo término lo relacionado a sus tradiciones. Literalmente renunciar al sistema de gobierno natural fuera del propósito presente de Dios en la persona de Jesús.
No puede el mismo Creador que nos manda a honrarlos y respetarlos[93], luego mandarnos a odiarlos. Cuando el Señor da los mandamientos a Moisés les enseña a “honrar a los padres”[94]. Honrar significa no juzgar, en este contexto. Entonces las palabras de Jesús se traducen en: - No juzgues a tus padres, pero aborrece el sistema de gobierno de su casa, mediante el cual te han instruido, porque esta fuera del propósito eterno de Dios. Entonces, no juzgamos personas, sino sistemas[95].
A todos nosotros, sea hombre o mujer le llega el momento de formar su casa. Dentro del contexto bíblico, esta será una zona de gobierno. Cuando hablamos de formar, puede ser a través del matrimonio o convertir la casa a la fe en Jesús. En ambos casos la influencia de este gobierno abarcara todas tus áreas de pertenencia.
Se dice que un ser humano, cualquiera sea su sexo, son "el padre" o “la madre” en relación de lo que inventa. Como lo fue Sara[96] con referencias a las naciones o Débora[97] como arquitecta de la liberación de Israel.
Jubal "fue padre de todos los que manejan arpa y órgano" y Jabal fue el "padre" de todos los que habitan en tiendas y crían ganado[98].
Porque él era el preservador y protector, José dijo que Dios lo hizo "padre de Faraón"[99].
Es mi deseo que se diga de ti: Padre o madre de una casa donde gobierna Cristo para su gloria y honor.

Serás salvo tú.

P

ara ser formador de una casa bajo el gobierno de Jesucristo, tanto por contraer matrimonio o como el arquitecto de la restauración de tu familia al propósito de Dios de salvación en Jesús, debes tener en cuenta que: primeramente debes renunciar al sistema de gobierno en el cual has vivido y debes aceptar el gobierno de Jesús en tu vida.
Medita en esto:
Ante los extraordinarios fenómenos que estaba presenciando y al ver en estos hombres algo sublime que les diferenciaba de los demás presos, el carcelero se postró a los pies de aquellos a los que había golpeado[100].
Esto tenía raíces en aquel encuentro personal con el Poder de Dios manifestado ante sus ojos y la convicción que trae el Espíritu Santo, quizás recordándole, el porqué aquellos hombres estaban presos.
Horas antes una joven con espíritu de adivinación había gritado tras ellos que eran siervos del Dios Altísimo y que anunciaban el camino de salvación. Pablo, como Cristo, no quería testimonios de procedencia diabólica. Dotado como estaba, tanto del don de discernimiento como del poder para expulsar demonios, volviéndose reprendió al espíritu de adivinación[101] que salió de ella en el acto; demostrando realmente que eran siervos de Dios.
Este acontecimiento, llevó a los que utilizaban a la joven y su poder diabólico para obtener ganancias a alborotar al pueblo. El resultado fue el encarcelamiento de Pablo y Silas.
En la cárcel y mientras ellos cantaban alabanzas a Dios, un terremoto sacudió los cimientos del presidio, soltándose las cadenas y abriéndose las puertas de todos.
El carcelero preocupado por lo que él creía era la huida de los presos intentó suicidarse; ante lo cual Pablo lo detiene demostrándole que ninguno había huido. Todo esto lleva al hombre a preocuparse por su situación espiritual y pregunta:
-¿Qué tengo que hacer para ser salvo?- Demostrando que no desconoce la importancia de la salvación, que tiene que hacer algo para conseguirla y está dispuesto a cumplir lo que se le exija, por alto que sea el precio.
La instrucción es breve, clara y concisa:
-“Cree en el Señor Jesucristo y serás salvo, tú y tu casa”-.
El relato bíblico nos dice; primeramente de que los apóstoles les hablaron la palabra del Señor a todos los que estaban en la casa del carcelero; entendiendo que casa es gobierno, relacionamos en esto también a los criados y todo lo que estaban bajo su autoridad.
Luego se bautizó él con todos los suyos y por último se regocijó con toda su casa de haber creído a Dios.
Creer en Jesús como Señor, es aceptar su señorío[102], su gobierno en nuestra vida primeramente y luego trasladar todo lo que es nuestro a su autoridad. No vivimos más nuestra vida bajo nuestra propia voluntad, sino bajo la voluntad de quien reconocemos como Señor. Voluntad es vida. Si Jesús vive su voluntad en nuestra vida, entonces ya no vivimos nosotros sino que Cristo vive en nosotros[103].
Creer en Jesús es aceptar su posición en la cruz, ocupando nuestro lugar[104]. Muriendo por nuestros pecados. Crucificado en el madero, Dios toma cuenta del pecado del mundo. Y a través de su propósito eterno nos da salvación y la única obra que acepta es creer en aquel Enviado por Él[105], como dijimos antes.
Creer en Jesús es aceptar nuestra nueva posición en Cristo. Espiritualmente hemos muerto al pecado[106], al igual que al sistema religioso, tradicionalista y originario en el cual fuimos formados. Muertos al gobierno natural ejercido sobre nosotros por nuestros antecesores, alejados de la Voluntad de Dios en Cristo y al gobierno espiritual ejercido por Satanás a través del pecado heredado de Adán. 
La Biblia declara que hemos sido sepultados juntamente con Jesús en la semejanza de su muerte, porque nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no lo sirvamos más[107].
Esto es posible aceptando a Jesús en tu corazón[108]. Creyendo en su nombre recibirás la potestad de ser hecho hijo de Dios.
Cuando esto sucede, hemos cambiado de Señor: La muerte no se señorea más de nosotros[109]. El pecado no reina en nuestras vidas, porque hemos renunciado al viejo sistema en el que vivíamos, y ahora estamos bajo la gracia de Dios en Jesús. Libertados del Diablo[110]a quien estábamos sujetos a servidumbre, nos convertimos en siervos de la justicia. Siervos de Jesús al aceptar su señorío en nosotros.
Serás parte de “La Casa real de Dios” que la constituye el dominio de Cristo sobre cada uno de nosotros que la componemos. Si no hay sujeción a la autoridad de Cristo no hay “Casa” aunque vivas en el Templo.

Y toda tu casa

La Fe que salva no consiste esencialmente en un asentimiento del intelecto, sino en una entrega personal, de corazón

E

n el carcelero de Filipo observamos anteriormente la formula dada por Pablo a su necesidad de salvación: creer en Jesús. El resultado es primeramente la salvación personal: serás salvo tú.
En esta condición, aceptando a Jesús en tu corazón, y creyendo en su nombre; recibes la potestad de ser hecho hijo de Dios. Con esta potestad, que podemos definir como autoridad, dominio, poder o potencia; puedes, ahora sí, trabajar en pos de la salvación de tu casa. Al sujetarte a la autoridad de Cristo en tu vida, el opera a través tuyo, según la potencia de él, la cual actúa poderosamente en ti[111].
En segundo término Pablo afirma: Y tu casa.
Esta palabra dada al carcelero no significa la promesa de que sus familiares también habrían de ser salvos posteriormente; sino, que todos tendrían la misma oportunidad de oír el mensaje de salvación y decidir.
Mucho menos significa que pudieran salvarse por creer y ser salvo el cabeza de familia, pues nadie puede creer y salvarse por otro. Pero si uno en la familia cree y se convierte en la cabeza espiritual de esa casa, mediante el ejercicio de esta potestad, puede orar y dar testimonio de la Fe en Jesús por la cual sé es salvo.
En los tiempos finales del periodo de Josué como líder de Israel, después de la muerte de Moisés, amonestó al pueblo a elegir a quien servir. En su declaración de servicio realiza su compromiso personal con Dios; y al hacerlo compromete a toda su casa. Esto es un ejercicio de autoridad, pero en actitud de fe. [112]
Algo similar sucedió en aquel momento tan decisivo a los pies del Monte Sinaí.
Luego que los israelitas crearon el becerro de oro y le adoraron, se desenfrenaron –rotos los vínculos de lealtad a su Dios-. Lleno de celos por el Señor, Moisés se puso a la puerta del campamento, y convocó a que se pusieran a su lado cuantos estuviesen de parte de Dios y en contra del becerro. ¡Qué importante es realzar el hecho de que fue una casa la que se mantuvo fiel a Dios, en medio de un pueblo desenfrenado! La casa de Leví, casa de Moisés[113].
Casa es gobierno. Puedes ejercer potestad espiritual mediante el poder de Jesús que actúa poderosamente en ti, para alcanzar con la Palabra a toda tu casa.
Convertirte en un ministro/a que instruya en tu hogar a todos con la Palabra de Dios.
Lo importante es ser el medio del cual Jesús se valga para entrar en tu hogar y puedas ministrar con su potencia, tanto la Palabra salvadora de Dios como el poder milagroso de dar vida a los muertos. Pero el Señor solo lo va a hacer a través de ti. Para eso te eligió.

Sé un transporte

J

esús estaba en Caná de Galilea[114] y un oficial del rey que vivía en Capernaúm oyó que Cristo estaba allí.
Este hombre tenía un hijo gravemente enfermo. Fue en busca del Señor y al encontrarle le rogó que descendiese con él y sanase a su hijo que agonizaba.
Jesús le dijo:
- Ve, tu hijo vive -. (Esta expresión quiere decir: - tu hijo está sano de la enfermedad que ponía en peligro su vida-)
El oficial cree[115] a la palabra de Jesús y desciende a su casa. No ha visto todavía el milagro pero lo cree.
Cuando va descendiendo a su hogar, sus siervos salen a encontrarse con él en el camino para darle la buena noticia de la sanidad de su hijo.
La curación milagrosa del hijo ocasionó la salvación de toda su casa. Es decir, no solo de los familiares, sino de todos los criados, pues este es el sentido de “casa” en el griego del Nuevo Testamento. El día anterior, el hombre creyó a la palabra de Jesús; ahora cree en la persona del Señor junto con toda su casa.
Ponte en pie y camina en fe hacia las promesas de Jesús. No importa cuán negro sea el panorama en tu hogar. Cree en las palabras de Jesús. Es más, agiganta tus pasos de fe, y cree en su persona. Dispón tu corazón a obedecer, aunque no entendías todo el propósito de Dios para tu vida, pero, sabiendo que existe en el corazón del Señor.
Detente y mira el mañana con los ojos de Dios. Verás que los planes de Jesús contigo van más allá de tu vida terrena. Que el Señor no solo quiere ser Amo de tu existencia, sino también de tus descendientes. El Oikodespote de tu existir. El Gobernante de tu Casa. La obra que él comenzó en ti la extiende por generaciones tras generaciones.
Dios se gloría en casa de personas con nombre y apellido. El Señor quiere hacerte “Casa” donde él glorifique su nombre.
Muchas casas habían en Ur de los caldeos, pero Dios eligió a Abraham para hacer de él una gran nación que bendiga a todas las naciones de la tierra.
Doce eran los hijos de Jacob, pero Jehová prefirió la “casa de Judá”. Y de este, Dios eligió la “Casa de Fares”.
Muchas había en las tribus de Israel, pero el Señor eligió la “Casa de David” y a Salomón para seguir la línea reinante hasta el Mesías Jesús.
Muchas casas hay en tu nación, pero Dios eligió “tu casa”.
No digas como Gedeón: -“Ah, Señor mío, ¿Con qué salvaré yo a Israel? He aquí que mi familia es pobre en Manasés, y yo el menor en la casa de mi padre”[116].-
O como David: -“¿Quién soy yo, y cuál es mi casa?”[117]-
Entre los ascendientes de Jesús que tuvieron hermanos, generalmente lo fueron quienes tenían hermanos mayores[118]. Ni Abraham, ni Jacob, ni Judá, ni Fares, ni David, ni siquiera Salomón fueron primogénitos según la carne.
Esto demuestra que la preeminencia de Cristo no se debía a la primogenitura de los antepasados, que otorgaba estos méritos de acuerdo al gobierno natural que los patriarcas de la época ejercían; sino a la pura voluntad de Dios, que exalta a los humildes, y pone honor más abundante sobre aquella parte que no la tiene.
En la genealogía de Jesús en Mateo, capítulo 1, se nombran únicamente a cuatro mujeres, aparte de María. Dos de ellas eran originariamente extranjeras en cuanto a los pactos de la promesa[119]. Rahab era cananea, y además prostituta. Rut era moabita. Las otras dos, Tamar y Betsabé, eran adúlteras.
Sin duda, la mención de estas cuatros mujeres, tiene como objetivo hacer notar que a Dios no le importa la “pura sangre” en la descendencia carnal, sino el nacimiento que viene de Dios[120]. Solo había un común denominador en todas estas personas: su fe.
Dice la Biblia: “Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve. Porque por ella alcanzaron buen testimonio los antiguos”[121].

Entonces: La fe es una firme convicción de cosas que no se ven, y segura esperanza de una recompensa futura. La palabra griega que se traduce certeza es literalmente pararse debajo, y se usaba en el sentido técnico de una “escritura de propiedad”.
La idea básica es situarse debajo del derecho a la propiedad para apoyar su validez. De esa manera la fe es la certeza de lo que se espera[122].

Puedes esperar firme en el Señor. Parado debajo de la “escritura de propiedad” que hacen tuya todas las promesas de Dios a través de la obra de Jesús, en la cruz del calvario.
Nada hay que agrade más al Señor que aquel que confía en él y en sus promesas. Porque “sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le ahí, y que es galardonador de los que le buscan”[123].
Prepárate para ver con tus ojos el galardón de Dios a tu fe. Solo permíteme decirte que, será tan grande que solo lo podrás ver desde la óptica de Dios, porque abarca ciento de años y hasta la última generación sobre los que creen en su misericordia en Cristo Jesús.




Capítulo II:

FAMILIA

 


La manifestación de Jesús en carne estuvo canalizada a través de una familia humana. A la vez es la revelación del Dios Trino; encauzando esta expresión del término “familia” como una palabra radicada en Dios.
Jesucristo es la segunda persona de la Trinidad Divina. El es Dios. Es Dios hecho carne. Pero, en su manifestación a los hombres utiliza el vocablo “Hijo” traduciendo de esta forma el total propósito de Dios: añadir hijos[124], a través de su “Hijo”, a su “familia divina”.
La relación revelada entre Jesús y su Padre Celestial, nos ayuda a nosotros a encauzar nuestra relación con Dios, a su manera, en un trato de padre e hijo. Jesús nos acostumbró a esto. Él es la imagen del Dios invisible, y a la vez, es la representación relacional de la Familia Divina.
“Ello a su vez se expresa en la manera cómo Dios se relaciona con la gente. La Biblia revela este aspecto de la naturaleza del Señor en un rico y variado uso de imágenes de la familia: Dios es nuestro Padre, Dios es el esposo para su pueblo, Dios es como una madre que cuida a sus hijos, Cristo es el esposo de la Iglesia”[125].
El Eterno expresa esta relación voluntariosa con su pueblo Israel en todo el Antiguo Testamento. Jamás fue la idea del Señor de convertirse en un Dios lejano y ajeno a su pueblo; sino todo lo contrario, más que Señor, quiere ser un Padre.
“Yo le seré a él padre, y él me será a mí hijo. Y si él hiciere mal, yo le castigaré con vara de hombres, y con azotes de hijos de hombres”[126], es la seguridad que da Dios a David respecto de su hijo Salomón.
Isaías también se expresa en oración, basándose en este sentido: Pero tú eres nuestro padre, si bien Abraham nos ignora, e Israel no nos conoce; tú, oh Jehová, eres nuestro padre; nuestro Redentor perpetuo es tu nombre”[127]; “Ahora pues, Jehová, tú eres nuestro padre; nosotros barro, y tú el que nos formaste; así que obra de tus manos somos todos nosotros”[128].
Los profetas, en su relación personal con el Señor, entendían que esta era la voluntad de Dios; en este sentido exhortan al pueblo elegido a relacionarse de esta manera, acercándose al Creador como lo hace un hijo a su padre en un momento difícil.
Dios utiliza a través de Jeremías esta clase de exhortación: “A lo menos desde ahora,   ¿no me llamarás a mí, Padre mío, guiador de mi juventud?”[129].
Al ofrecer esta rica relación, Dios solicita la reciprocidad en este sentido: “El hijo honra al padre, y el siervo a su señor. Si, pues, soy yo padre, ¿dónde está mi honra? Y si soy señor, ¿dónde está mi temor? dice Jehová de los ejércitos a vosotros sacerdotes”[130].

El hombre fue hecho varón y hembra[131] y bendecido con la bendición del fruto y de la multiplicación. En el capítulo 2 del libro de Génesis encontramos más detalladamente toda la creación, inclusive, detalles de la hechura del mortal.
La misericordia del Creador, quien conoce al ser humano y sabe lo que es bueno y mejor para él, declara que “No es bueno que el hombre este solo”[132].
Esta solicitud de Dios tiene sus raíces en el conocimiento que tiene del ser creado, como ser sociable. También tiene mucha importancia para el incremento y continuidad de la raza humana. Es imposible la multiplicación sin que allá una mutua relación del hombre y la mujer. Por lo tanto, los intentos de uniones entre ambos sexos solo pronostican la eliminación de la raza humana. Esta fue bendecida con esta bendición de multiplicación, sin haber opción para otra forma que la estipulada por el Creador.
Dios crea al hombre como una institución social; los crea hombre y mujer; no como un individuo solo, sino como dos personas. La comunidad que refleja la imagen de Dios es especial: la comunidad de una mujer y un hombre. Cuando Dios eligió crear a la humanidad a su imagen, creó el matrimonio, una familia. La entidad de la familia constituye un reflejo de la comunidad de la Divinidad. Su identidad, vida y poder provienen de Dios[133].
La institución familiar fue creada en estado de inocencia. Es la voluntad Divina la que se expresó a favor, en la necesidad del hombre, de que este habite en familia. El Señor mismo se hace cargo de cuidar de aquellos que han perdido la protección otorgada por el Creador a través de la corporación familiar; toma la responsabilidad de “padre” de las viudas, los huérfanos y los desamparados. Entonces, familia es protección y responsabilidad. [134]
Otro fundamento determinante es la necesidad de ayuda idónea para el hombre[135]. Esto denota la incapacidad del hombre, por sí solo, de alcanzar todo lo que estaba llamado a ser y hacer[136]. Era necesaria la idoneidad de esta ayuda; esto indica “complementariedad”. Esta ayuda es necesaria para el trabajo diario, la procreación, y el apoyo y compañía mutua. ¡Qué bueno es que lo tengas en cuenta el día de la elección! porque tanto el hombre como la mujer se necesitan en pos de esta complementariedad.
Cuando el hombre vio a la mujer, se maravilló de la forma de ser creada (de su costilla)[137], por lo tanto dijo: “Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne”; dando ejercicio a su potestad de poner nombre a los seres creados dice: “ésta será llamada Varona, porque del varón fue tomada”. Esto indica la creación de la raza humana como “el hombre” en su versión femenina y masculina: “varón y varona”.
Dios determina una ley concerniente a la institución matrimonial: Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne”[138]. Esta orden, en cuanto a la conformación de la familia, deja ver que profundo son los lazos que unen; superiores a los de la naturaleza.
En la restauración de la familia, a través de Cristo, el apóstol Pablo hace referencia a esto determinando que el marido “debe amar a su mujer como a su propio cuerpo. Porque el que ama a su mujer, a sí mismo se ama”[139].
Jesús tentados por los fariseos sobre el repudiar a las mujeres, cita estos pasajes del principio de la creación de las cosas y esta ley de ser una sola carne, agregando que “por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre”. [140]
Si el matrimonio es honroso, cuanto más este matrimonio primero, llevado a cabo en un estado de inocencia; con el Señor en el papel de padre de la novia, entregando la mujer a Adán; Dios celebrando el acto matrimonial y determinando la ley de unión matrimonial: Ya no son más dos, sino una sola carne. Unidos en corazón y alma, en cuerpo y en espíritu; dispuesto a servir a su Dios que le ministra su amor y propósito de familia, para bienestar y procreación de la raza humana.

Fracaso de la primera Familia

L
a consecuencia de la decisión de los padres afecta directamente sus descendientes. Quizás esta sea una de las cosas que menos valoramos y meditamos de nuestras acciones. El pecado[141] siempre va a involucrar, contaminar e influir negativamente sobre nuestro radio de pertenencia.
Pecamos contra Dios; nuestros prójimos; nosotros mismos y sobre todo, nuestros hijos.
Esta primera familia tomó decisiones vencidas ante la seducción de Satanás[142] quien no ignoraba, que tras no poder destruir al hombre, si podía cortar la comunión de éste con su Dios. Tampoco desconocía, y por eso aplica un golpe certero, que en esta primera pareja afectaba a la humanidad toda. Es decir, a todos los hijos que estaban en los lomos de Adán y Eva.
El no pensar en el legado, no meditar en nuestra influencia sobre quienes nos preceden, es un error el cual debemos evitar. Estoy seguro, quizás me equivoco, de que al decidir comer del árbol que Dios prohibió, desobedeciendo abiertamente al Creador, no pensaron o tuvieron en cuenta el efecto que esto traería sobre su propia santidad y, sobre todo, en su familia. Muerte, rivalidad, dolor y perdida de sus hijos[143], todo producto de un no meditar en sus acciones y valorar a su Creador.
Como nuestro Dios es un Dios invicto, inmediatamente mira hacía la simiente. Allí está la esperanza de redención. La misma mirada que mira a tus hijos; y espera mucho de ti.
“Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar”[144].
A partir de este relato comienza la división de una simiente santa y otra pecadora. Un camino que nos lleva a Cristo, quien venció al diablo triunfando sobre toda potestad en la cruz.
Nuestro fracaso no es el fracaso del Señor. A él le pertenece el triunfo por siempre. Nosotros entramos en su victoria cuando comprendemos su accionar. Entendemos sus propósitos. Vemos con su visión.
Consagra tu descendencia al Señor; y esta será un instrumento en la mano de Dios que sacudirá al mundo:

“Señor te entrego mi descendencia, mis hijos y los hijos de mis hijos por siempre; los que aún están en mis lomos, pero, por tu mirar los puedo contemplar. Comprendo que a partir de la caída de nuestros primeros padres, tu pensamiento es la simiente. Tu simiente venció. Has vencedora a mi simiente en Cristo Jesús. En su Nombre y por tu amor. Amén”.

Gracia inmerecida

L
a descendencia de Adán y Eva sufrieron las consecuencias del perder los beneficios que en un principio privilegió a sus padres. Ya no disfrutan de los favores del Jardín del Edén, y principalmente la perdida de la comunión íntima con Dios. Aunque no es cortada definitivamente, sin embargo, el pecado ha puesto distanciamiento entre el Creador y sus criaturas.
La muerte pronosticada por Dios a causa de la desobediencia es inmediata en el orden espiritual. Físicamente la palpan, por primera vez, donde más doloroso y terrible es: en el cuerpo inerte de su hijo Abel. La familia es sacudida y dividida por el pecado. Caín debe abandonar el hogar destinado a vivir errante[145]. Se retira errante por el castigo de haber matado a su hermano.
Adán y Eva se encuentran solos. Un hijo nómada y el otro muerto, pero Dios, su misericordia y sus planes originales de restaurar lo que el hombre deformó, siguen fieles. Casa continua siendo prioridad y la simiente el camino por el cual se redimirá al ser humano. Dios da un nuevo hijo a esta primer pareja.
Eva al abrazar a su nuevo hijo, lo llama Set, “porque Dios (dijo ella) me ha sustituido otro hijo en lugar de Abel, a quien mató Caín”[146]. Justamente, este niño es la “semilla” dada para reemplazar al fallecido Abel. Fue el primero en el linaje que llegaría hasta el nacimiento de Cristo Jesús.
Esta semilla da su fruto, y los hombres comienzan a invocar el nombre de Jehová.
¿Será tu caso? ¿Serás tú la semilla por la cual todos tus familiares, hoy y por siempre, invoquen el nombre de Dios en tu casa? Oró al Señor por que así sea.
En el capítulo cinco del libro de Génesis vemos el legado traspasado por esta familia sacudida por el error y la muerte, pero que entienden la importancia de este. A través de esta nueva oportunidad llamada Set, comienza una genealogía que muestra como en un mundo que cada vez se corrompía más, esta familia invocaba el nombre de Dios. Su santidad deja al desnudo la corrupción generalizada.
Era tal la degradación a la cual el ser creado en inocencia había llegado, que se arrepintió Dios de haber hecho al hombre y le dolió en su corazón[147].
El pensamiento de arrepentimiento cruzó por la mente del Santo[148]. Pero su corazón está tan lleno de gracia que no puede contener el deseo de volcarla sobre su creación.
Miró a Noé[149] y encontró en él, en quien depositar toda su gracia[150].
El Señor está buscando un vaso donde derramar su “favor inmerecido”. Un vaso que abarque generaciones, volcando su gracia a sus hijos y a los hijos de sus hijos, y estos a sus descendientes, hasta la consumación final de la confianza que el Señor depositó en nosotros al llamarnos a su misericordia.
Sin duda, la gracia de Dios estuvo sobre la vida de Noé. La gracia es un favor inmerecido del Señor la cual se manifestó en hombres imperfectos en todo el transcurso del periodo anterior a Cristo; y se sigue manifestando en nosotros como un sello insalvable para acercarnos a Dios Padre. El único fin es permitir al Creador utilizar nuestras vidas a fin de cumplir, en nuestros linajes, su propósito eterno de salvación.
La gracia de Dios estaba en Noé; lo capacitaba y favorecía. Así que, fue hecho por Dios un vaso de su misericordia. No solo poseía la gracia de Dios, sino que era portador de esta; y ofrecía, en su integridad y fe, gracia del Señor al que quisiera aceptarla. Solo tenían que imitar su obediencia y construir el arca.
Un lugar seguro de salvación es la gracia del Señor.
El carácter de Noé aparece en la declaración de que era varón justo, perfecto en sus generaciones y que “con Dios caminó Noé”[151]. Esto se presenta: o, como la razón del favor que Dios le dispensó, pues, Dios ama a los que le aman; o, como efecto del favor que el Señor le otorgó. Fue la buena voluntad del Creador la que produjo esta buena obra en él. Era bueno, pero no mejor que lo que la gracia de Dios lo había hecho[152].
Dios hace de Noé un miembro de su consejo. Le comunica su decisión de destruir por agua aquel malvado mundo. Lo instruye en cómo construir un arca en la cual serían salvo de su ira, tanto él como su casa, incluidos los animales.
La Fe no solo salva, también condena. “Por la fe Noé, cuando fue advertido por Dios acerca de cosas que aún no se veían, con temor preparó el arca en que su casa se salvase; y por esa fe condenó al mundo, y fue hecho heredero de la justicia que viene por la fe”[153].
Cada golpe de sus hachas y de sus martillos era una llamada al arrepentimiento, y a que también ellos preparasen sus arcas. Contrariamente sus vecinos le ridiculizaban por su credulidad. Pero sobre todos los obstáculos Noé venció por su fe y condenó por esta misma actitud hacía Dios, a los incrédulos.
Jesús dijo que “no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él”[154]. También advirtió la doble acción de su obra; “El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios”.
Aún su venida sería como estos días. Los hombres vivirán ignorando a Dios; enredados en sus propios caminos; comerán y beberán; se casaran y se darán en casamiento[155]; hasta que la señal del Señor se vea en los cielos; y lo veamos venir sobre una nube a buscarnos.
Atento pueblo; la mirada puesta en el cielo, de donde vendrá nuestro redentor.

Dios es un Dios de pactos

E
n el Antiguo Testamento el vocablo beréÆt (tyrib, 1285), traduce: pacto; alianza; convenio; acuerdo; liga.
BeréÆt se encuentra más de 280 veces en todas las secciones del Antiguo Testamento. El primer caso del vocablo está relacionado justamente con Noé: “estableceré mi pacto contigo. Entraréis en el arca tú, tus hijos, tu mujer y las mujeres de tus hijos contigo”[157].
Este es un pacto de salvación de las aguas del diluvio con Noé, y en forma inclusiva, con toda su familia.
 “Diatheke” es la palabra que se traduce “pacto” y es una de las más comunes en la versión griega del Antiguo Testamento y de las más importantes del Nuevo Testamento.
“Pacto”, en su uso ordinario, y no teológico, significa “acuerdo entre dos o más personas o entidades”. Pero, se usa más comúnmente para significar la relación emprendida entre Dios y el hombre.
En el Nuevo Testamento, el pacto con el pueblo de Israel es todavía enfatizado[158]. Pero, muy especialmente, la idea de pacto se usa respecto de la nueva relación entre el hombre y Dios, relación que fue posible por la vida y muerte de Jesús.[159] Diatheke es la palabra característica de la carta a los Hebreos para describir esta nueva y mejor relación entre Dios y el hombre.
Hasta aquí, todo es correcto; pero el problema radica en que la palabra griega normal para pacto es “suntheke”, que es precisamente la usada en todas partes respecto de un compromiso matrimonial o un acuerdo entre dos personas o estados. En el griego de todos los tiempos, diatheke no significa "pacto", sino, "testamento".  Kata diatheken es el término regular que significa "según las estipulaciones del testamento".
¿Por qué el Nuevo Testamento no utiliza nunca suntheke y siempre usa diatheke?
La razón es la siguiente: Suntheke describe siempre "un acuerdo hecho en igualdad de condiciones, que cualquiera de las dos partes puede alterar. Pero la palabra "pacto" significa algo diferente. Dios y el hombre no se encuentran en igualdad de condiciones. Significa que Dios, a opción propia y en su libre gracia, ofreció al hombre esta relación, que el hombre no puede alterar, cambiar ni anular, sino sólo aceptar o rechazar.
Ahora bien, el supremo ejemplo de tal acuerdo es "un testimonio". Las condiciones de un testamento son impuestas por una persona y aceptadas por otra, que no puede alterarlas. No entramos en relación con Dios por derecho propio ni según nuestras estipulaciones, sino por la iniciativa y la gracia de Dios”[160].
Dios quiere hacer un pacto contigo a través de Cristo; pero es fundamental comprender que, cuando Dios hace un pacto con un individuo, abarca a su casa; toda su zona de gobierno.
El pensamiento principal de Dios al llamar a un hombre es hacer de él una casa, la cual sea fiel testimonio del gobierno y la “Shekinah”, la presencia gloriosa de Dios en el santuario del hogar, ejecutando su propósito. Un pueblo que glorifique su Nombre y lo haga conocer.
Entonces, cuando Dios piensa en una persona, en forma particular; está pensando, en forma general, en todo lo que está abarca: su casa, toda su simiente.
Esta relación de Noé con Dios y viceversa, abarcaba a su casa y por ende, a toda la humanidad que nacería de esa única familia. Esta sería un fiel testimonio de obediencia, de fe, un monumento de misericordia de Dios en medio de un mundo tremendamente pecador y bajo la ira del Señor.
Cuando las aguas del diluvio disminuyeron, el primer acto de Noé fue rendir culto al Señor[161], en agradecimiento y reconocimiento de su gracia. En respuesta Dios confirma el pacto extendiéndolo sobre toda carne[162].
Las cláusulas de acuerdos entre los hombres suelen sellarse. Así, pues, queriendo el Señor “mostrar más abundantemente a los herederos de las promesas la inmutabilidad de su designio[163], ha confirmado su pacto con su sello. El sello de este pacto de naturaleza fue suficientemente natural: el arco iris[164].
Esperar en Dios es una cosa, la conformidad es otra totalmente diferente y que niega la fe. Cuando nosotros nos resignamos al hecho de que nuestros hijos o nietos se aparten de los caminos del Señor y lo vemos como algo natural, o dejamos en libertad el hecho como consecuencia al libre albedrío, entonces desconocemos o negamos la voluntad de Dios. Sin negar que en muchos casos suceda, la conformidad y el creer que esto es así es lo peligroso. Al fin, lo que creemos se hará.
La profundidad que tiene la palabra pacto, nos habla a la clara de que el Señor se toma muy en serio nuestra descendencia. Que su propósito la abarca, que las necesita y quiere hacernos una casa donde se perpetué su Nombre. Que es su Santa, Perfecta y Buena Voluntad, que entres tú y toda tu casa.
Dios se compromete a tratar con nuestros hijos, nietos, etc. Lo que no debe fallar es nuestro compromiso personal en obedecer a Dios, y nuestra fe en creer que Él hará la obra. Esta fe debe tomar ejemplo en Noé. Habitante de un mundo totalmente corrompido.
Uno de los factores principales que destruye la corrupción es “el gobierno”. Entendemos que en los últimos tiempos una de las características de las personas será un desconocimiento de la autoridad. La más afectada será la de los padres: “Desobedientes a los padres” dice el apóstol Pablo[165].
Una casa debe tener gobierno. Ese rasgos es fundamental (lo tratamos en todo el escrito). Esto llevó a que los hijos de Noé y sus mujeres construyan el arca y obedezcan a su padre, aunque no lo comprendan. Luego deben de haberle agradecido. Entonces, amonesta a tus hijos, ínstalos a buscar a Dios. Hoy no te comprenden, mañana te agradecerán eternamente.
Otros de los factores primordiales en el tratamiento de Dios con Noé fue el trabajo. Jesús no va a salvar a aquellos que no procuren su salvación. Tampoco sus hijos van a ser tocados por Dios, si los padres bajan los brazos.
Noé y su familia debieron trabajar duro para poder ser salvo. El pacto tenía toda la buena voluntad de parte de Dios, la gracia estaba allí manifestada, pero Dios no iba a hacer lo que les correspondía a ellos hacer. En esa obra se manifestaba su fe y valoración por la salvación.
Entonces, ora y no te canses de orar; predica, y no te canses de predicar; amonesta y exhorta[166]; cree y no te canses de creer. No podemos salvar a nuestras familias sin Dios, pero Dios tampoco lo hará sin nosotros.


BENDITAS TODAS LAS FAMILIAS DE LA TIERRA

A
l principio de este capítulo veíamos que Jesús es la imagen del Dios invisible, y a la vez, es la representación relacional de la Familia Divina.
Queda de manifiesto que todo lo que vemos es figura de lo que no se ve. De la misma manera que el Padre Celestial posee un hogar para sus hijos[167] y ofrece una relación familiar con su creación. También exige que los que son partícula de su “casa” entiendan que: Ser parte de esta, es estar bajo su gobierno.
Como pastores, edificar “casa” al Señor va más allá del Templo; es edificar el Gobierno de Dios sobre las personas, es decir, su pueblo.
Este fue el fracaso de la primera casa, la formada por Adán y Eva, quienes engañados por el Diablo el cual tras insinuarle ventajas mentirosas que obtendrían comiendo del árbol prohibido, desobedecieron abiertamente a Dios. Esto trajo aparejado la destitución de los primeros padres del paraíso terrenal y por ende, toda la humanidad fue destituida de la gloria de Dios[168].
El pecado traspasa las generaciones[169] de la misma manera que la bendición del Señor.
Este hecho es claramente un fracaso de Adán y Eva; pero, de ninguna manera el plan global de Dios fracasa. El Creador pone en marcha su propósito de redención con la mirada fija en la simiente, esto es, Jesús; quien se sujeto a su Padre en obediencia, hasta la muerte y muerte de cruz.[170]
La segunda casa trajo salvación momentánea a la raza humana y los seres vivos creados. Noé y su familia hallaron gracia a los ojos del Señor. Este relato hace resplandecer por primera vez la palabra pacto. También la fe se manifiesta y estos dos elementos dan como resultado la salvación del diluvio, preludio del plan de salvación eterna.
A la bondad y fidelidad del Señor se debe, y no a ninguna reforma introducida en el mundo, el que la tierra no haya sido inundada muchas veces con diluvio; y aún el que no esté inundada actualmente. El arco iris es señal de este pacto.
La tercera casa a tratar es el llamamiento a Abraham. Este tiene su elemento principal en la orden de dejar la casa de su padre, a fin de que Dios haga de él una nueva casa. El llamamiento y la promesa refleja la voluntad total de Dios en pos del Mesías redentor y esta tiene la fuerza que emana de un pacto; pero, que pone todo su énfasis en las familias de la tierra.
[171]“Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré.
Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición.
Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra”.
Dios lo llama a Abraham para dejar una casa y formar otra dentro de los propósitos del Señor. Esto es tan importante porque en esa casa iba a nacer la Simiente Santa, Jesús el Hijo de Dios. Él sería la bendición que traería salvación a todos los hogares de la tierra.
Esta bendición entró físicamente en el hogar de Zaqueo[172].
Ante las críticas de los judíos, Jesús resalta la bendición heredada por este hombre por pertenecer al linaje del patriarca[173]. Este linaje iba a ser tan extenso que Dios lo grafica diciendo que su objetivo es darles descendientes al patriarca, como las arenas del mar y las estrellas del cielo en cantidad.
Zaqueo obtenía su entrada al pacto, más allá de la muestra de conversión en su fe, en ser carnalmente descendiente de Abraham. Esta descendencia del patriarca, según la carne iba a ser como el polvo de la tierra, pero su descendencia espiritual sería como las estrellas del cielo, no solo numerosa, sino también gloriosa y muy preciosa. Zaqueo era uno de los polvos de la tierra. Tú eres una de las estrellas del cielo.
Este pacto interpuesto entre el Creador y Abraham tiene la característica de ser el comienzo de la formación de una patria[174]. El Señor lo llama para hacerlo padre y jefe de una familia, de un clan.
Como derivado de patria, se da el nombre de patriarcas a los antecesores del pueblo hebreo, de la raza judía. Este nombre es dado: a Abraham[175], a los doce hijos de Jacob[176], al rey David[177]. En general, el título de patriarca es dado a los hombres piadosos y a los jefes de familias de los que el Antiguo Testamento nos da un relato biográfico y que vivieron antes de Moisés.
En nuestra cultura, cuando hablamos de patria, nos estamos refiriendo a la nación de pertenencia, considerada como unidad histórica a la que sus naturales se sienten vinculados. Aunque esto es así, cabe destacar que otra definición que nuestro diccionario nos da es que patria es relativa al padre o que proviene de él. En la Biblia, en general, tiene sus raíces en el término “familia”; entonces, hablar de patria es hablar de familia.
Familia en el Nuevo Testamento se traduce: “patris” (patriav), significa primariamente el país nativo de uno, y se traduce “patria” en Hebreos 11:14 y “patroos”, traducido “de la patria” en Hechos 28:17 (de nuestros padres).
En el periodo patriarcal, la palabra que lo traduce es “Mishpajah”; aparece 300 veces en el Antiguo Testamento hebreo.
La promesa de Dios a Abraham incluye a las naciones, en la traducción de la palabra “patria” como familia: “Bendeciré a los que te bendigan, y al que te maldiga, maldeciré. Y en ti serán benditas todas las familias de la tierra”[178]. El significado más restringido de mishpajah es semejante a nuestro uso de “familia” y también al del hebreo moderno.
La casa era la sociedad más pequeña en el culto, derecho y economía. Los hijos varones casados y su prole pertenecían también a la familia en tanto vivía el padre de la estirpe. El cabeza de familia (el padre, por lo general) era el responsable único del culto religioso[179]; tenía poder judicial[180]; y debía asegurar el porvenir de la familia, a la cual pertenecían también los esclavos y los bienes familiares.
El ejercicio de la autoridad patriarcal era un elemento muy respetado. Esta “fuerte” posición de la familia correspondía a los usos, de un tiempo en el que una autoridad superior apenas podía ser eficaz.
Llevados al temor de que cualquier desajuste de la solidaridad familiar, provocaría el hundimiento de las mismas bases en las que descansaba la sociedad emparentada, se intimaba de manera convincente la obediencia a los padres.
El Señor necesitaba que Abraham dejara la casa de su padre, es decir, que se desligara del gobierno natural que su progenitor ejercía sobre él, de manera que Dios pudiera ejercer su voluntad en la casa nueva.
Abraham no entendía el porqué de este mandamiento o no estaba dispuesto a dejar a su padre. Carnalmente estaba muy ligado a su padre terrenal, ligamento que no le permitía desarrollar su plan al Señor, en la vida del “amigo de Dios”.
Cuando estamos muy aferrados a nuestra familia y sus tradiciones nos cuesta mucho entender los designios del Creador, y obedecerle.
Esto nos impide confesar los pecados familiares y romper los lazos espirituales que nos atan a nuestros antepasados. No puede haber confesión sin estar de acuerdo con Dios porque, justamente, confesar es estar de acuerdo con el Señor.
Atendamos a la familia de Abraham y vamos a comprender las cosas que lo ataban y también las cosas que nos pueden atar a nosotros, sino estamos dispuestos a reconocer, confesar y renunciar a los pecados de nuestros ascendientes.

Desde el Dios de Sem, descendiendo al dios de Taré.

L
uego del Diluvio, “comenzó Noé a labrar la tierra, y plantó una viña; y bebió del vino, y se embriagó, y estaba descubierto en medio de su tienda. Y Cam, padre de Canaán, vio la desnudez de su padre, y lo dijo a sus dos hermanos que estaban afuera. Entonces Sem y Jafet tomaron la ropa, y la pusieron sobre sus propios hombros, y andando hacia atrás, cubrieron la desnudez de su padre, teniendo vueltos sus rostros, y así no vieron la desnudez de su padre. Cuando Noé despertó, supo lo que había hecho su hijo más joven”. [181]
Viene sobre Noé el espíritu de profecía y como Jacob en su lecho dice a sus hijos lo que les ha de sobrevenir. Pronuncia una maldición sobre Canaán el hijo de Cam, en quien Cam mismo queda maldito[182].
Bendice a Sem o, más bien bendice a Dios por él[183]. Llama a Jehová “el Dios de Sem” (así dice el original)[184]
El ánimo de transcribir las diferentes versiones bíblicas, (incluido el Toráh en la nota al pie de este escrito), es para comparar y sacar conclusión de que Noé al bendecir a Sem lo deja lo suficientemente recompensado, por el respeto que ha tenido hacía su padre, al poner Dios sobre él este honor de ser “su Dios”.
Tremendo honor de que Dios no se avergüence[185] de llamarnos sus hijos, de que nunca sienta apocamiento y grite a todos los seres celestiales: ¡Soy su Dios y su Padre! Solo la fe y la obediencia hacen posible este título; solo Cristo y su obediencia ilimitada y sus mártires de fe que lo honran, reciben este privilegio del Señor. La bendición de Sem es su Dios.
Arfaxad es el primogénito de Sem y nace dos años después del diluvio[186].
Desde el nacimiento de Arfaxad hasta la inmigración de Abraham hay nueve generaciones, 365 años. Solo este tiempo fue necesario para cambiar al Dios de Sem por el dios extraño[187] al cual servía Taré, el padre de Abraham.
Con esta autoridad patriarcal, Taré crió a sus hijos. Nacor y Abraham sirvieron junto a su padre a dioses extraños cuando habitaban en la región Mesopotámica, “al otro lado del río”. Su país fue Ur de los caldeos. Este fue el lugar de su nacimiento, una región idólatra, donde hasta los descendientes de Heber[188] se habían degenerado.
Abraham, que fue después el “amigo de Dios” y favorito de los cielos, fue criado en la idolatría y vivió largo tiempo en ella, hasta que Dios, por su gracia, lo arrancó de allí. De ahí que el apóstol Pablo haga de la justificación de Abraham un ejemplo del Dios que “justifica al impío”.[189]
Dios podía trabajar en la casa paterna de Abraham y amoldarla a sus planes. Pero no es el estilo del Señor ni su forma de obrar. El hacer cosas nuevas es parte del carácter y propósito de Dios.
Las cosas nuevas que el evangelio introduce para la presente obediencia y realización son: un nuevo pacto[190]; un nuevo mandamiento[191]; un nuevo acto creativo[192], una nueva criatura[193]; un nuevo hombre, esto es, un nuevo carácter de humanidad, espiritual y moral, en conformidad a la pauta de Cristo[194]; un nuevo hombre, pero en el sentido de que “la iglesia es su Cuerpo (el de Cristo)”[195].
Las cosas nuevas que se han de recibir y disfrutar en el más allá son: un nombre nuevo, del creyente[196]; un nuevo nombre, del Señor[197]; un cántico nuevo[198]; un cielo nuevo y una tierra nueva[199]; la nueva Jerusalén[200].
“El que estaba sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas las cosas[201]”, dice Juan casi al final de las revelaciones.
¿Cómo podría cerrar el Apocalipsis, que es el final del principio de la realización del plan global de Dios, haciendo nuevas todas las cosas; si al principio del llamamiento del hombre de cuyo linaje vendría el Mesías no hace su casa “nueva”?
Vino nuevo en odres nuevos. La casa prometida a Abraham no debía estar dominada por un gobierno idolatra como el de Taré, sino por un Nuevo Gobierno procedente de Dios.
Entiende que las órdenes que emanan del Señor, aunque duras, son necesarias. Nacer de nuevo es necesario. Una nueva vida es necesaria. Una casa nueva desafiaba una nueva actitud con los lazos y herencias familiares que a Abraham le va a costar mucho cortar.
¿Y a ti? Obedecer a Dios es el precio. Entenderlo es su empeño. Espero ser de ayuda a este propósito del Señor: el afán de que le comprendas.
Según Esteban, el Dios de la Gloria apareció a Abraham estando en Mesopotamia, antes que morase en Harán. Y le dijo: Sal de tu tierra y de tu parentela, y ven a la tierra que yo te mostraré. [202]
Abraham debe de haber comunicado esto a su padre el cual no conocía al Dios verdadero. Acostumbrado a lidiar con sus dioses extraños, no podía conocer el fundamento del llamado, ni aconsejar a su hijo. Taré consintió con Abraham en ir a Canaán en respuesta a Dios, ignorando o a expensas que esta unión entre Taré y Abraham, espiritualmente, era la conjunción de un dios extraño y el Dios verdadero. Imposible.
Otros de los factores fundamentales del error de esta partida juntos, entre el “Llamado” y su padre, estaba en el gobierno. Mientras Abraham esté con su padre, o en la casa de su padre, Taré gobernaría sobre él. Por eso dice la Biblia que “tomó Taré a Abram su hijo, y a Lot hijo de Harán, hijo de su hijo, y a Sarai su nuera, mujer de Abram su hijo, y salió con ellos de Ur de los caldeos, para ir a la tierra de Canaán; y vinieron hasta Harán, y se quedaron allí”[203].
El verbo “tomó” marca la autoridad patriarcal de Taré sobre Abraham, Sara y Lot. No era esa la idea de Dios y su “amigo” no estaba entendiendo o no estaba dispuesto a obedecer, o lo que es peor (como sucede en muchos casos), dijo: “obedezco, pero yo pongo las condiciones. No renuncio a esto”.
Renunciar al gobierno natural ejercido por nuestros mayores y que están fuera de los propósitos del Señor, es un requisito imprescindible y único[204].
Taré toma a Abraham, su sobrino y su esposa y salen para Canaán. Se detienen en Harán, lugar a medio camino entre Ur y Canaán. Allí muere Taré. Como un símbolo de aquellos que salen de Ur pero por una cuestión de carácter en la toma de decisiones, no alcanzan a llegar hasta Canaán; no están lejos del Reino de Dios, pero tampoco entran jamás; porque:
“¿Qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia?  ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas? ¿Y qué concordia Cristo con Belial? ¿O qué parte el creyente con el incrédulo? ¿Y qué acuerdo hay entre el templo de Dios y los ídolos?” [205]
Qué fácil es comprender esto, pero que difícil aceptarlo. ¿Percibes porque es tan necesario desarrollar un carácter digno de Cristo en nuestros descendientes?
Taré pensó que podía beber de la copa del Señor y de los ídolos[206]. No se puede provocar a ira al Señor. Idolatría es que algo ocupe el lugar de Dios en nuestra vida. Idolatría es amar, respetar, obedecer, a alguien o algo, más que al Señor.
Si no renunciamos cediéndole al Padre el amor que entregamos a aquello, puede que en su bondad, él decida quitarlo a fin de cumplir su propósito en nuestra vida. Las buenas intenciones no son suficientes. La obediencia si lo es.
Esta separación producida por el deceso de su padre coloca a Abraham al frente de la casa. Ahora puede ejercer gobierno, o mejor dicho, puede dejarse gobernar por Dios.
El capítulo doce de Génesis empieza con un “pero”, como aclarando que hasta ese momento Dios no podía continuar con su plan de cumplir la palabra dada al Patriarca. Aunque la promesa existía, Taré era el lazo que lo unía a Abraham con Ur y su idolatría.
Solo concéntrate en esto: Cuanto más luchamos con el Creador, más retardamos su propósito. No te detengas en Harán. Olvidando lo que quedo atrás, prosigue al blanco[207].
Comparto el dolor de la perdida. El sufrimiento momentáneo que produce el tratamiento del Señor con nuestras vidas[208], a fin de quitar lo que nosotros no somos capaces de remover del camino hacía el cumplimiento de la voluntad del Señor. El proceso de Abraham será tu proceso si deseas que Dios cumpla su propósito en Ti y en tu simiente, heredera del Señor.
Recuerdo a Sadrac, Mesac y Abed-nego[209]. Pienso en el horno de fuego. Veo quemarse las amarras que le sujetaban, pero no se quemaron sus pertenencias, es más, ni olor de humo tenían. No temas al fuego del Dios consumidor, por misericordia quemará todo lo que te ata. Pero tú pasaras por el fuego y no te quemaras[210], porque Jesús es tu Salvador. Él está contigo, compartiendo este proceso con el consuelo de su presencia.

Descendencia es el todo de la historia.

E
l gran penar y enorme buscar de Abraham y Sara fue la tenencia de un hijo por medio del cual tuviera un linaje. La esterilidad[211] de Sara era, en manera cierta, el gran obstáculo.
Las mujeres estériles en la Biblia son muchas. En las más sobresalientes, ese niño nacido de un milagro tendría posteriormente un desarrollo espiritual muy significativo en Dios.
La misma privación de un hijo provoca que el deseo por tenerlo sea una herramienta en el plan general del Señor. Esta privación la sufrió Abraham, Isaac y Jacob (referido a Raquel).
Desde otro objetivo, tiene la figura de una maldición familiar, pero, desde la óptica del Señor, es el plan de Dios para glorificarse en medio de la debilidad. Contemplándose su grandeza como el dador de descendencia ante la imposibilidad humana, en los casos referidos.
La promesa es el instrumento utilizado por el Señor para fortalecer la fe.
Abraham sale, ante el llamado del señor, con un ofrecimiento estimulante, o más bien, una combinación de promesas, de parte del Creador hacía él. Seis en total:
1.      Haré de ti una nación grande. Cuando Dios le sacó de su pueblo, le prometió hacerlo cabeza de otro. Esta promesa fue una gran bendición para Abraham, porque no tenía hijo; pero a la vez, una gran prueba de su fe, por cuanto Sarai era estéril.
2.      Te bendeciré. Deja la casa de tu padre, y yo te daré una bendición paterna.
3.      Engrandeceré tu nombre. Al abandonar su “patria” dejó allí su nombre. Al no tener hijos, temía quedarse también sin nombre; pero Dios iba a hacer de él una gran nación y, por consiguiente un “gran nombre”.
4.      Serás bendición. Esto es, “Tu felicidad será un modelo de felicidad, de suerte que quienes bendigan a sus amigos, oraran solamente para que Dios los haga como a Abraham”.
5.      Bendeciré a los que te bendigan, y a los que te maldigan maldeciré. Esto implica una especie de coalición, ofensiva y defensiva, entre Dios y Abraham.
6.      Serán bendita en ti todas las familias de la tierra. Esta fue la promesa que coronaba todas las demás, porque apunta hacía el Mesías, en quien “todas las promesas son Si y Amén”[212]
La enseñanza de las promesas a los descendientes crea una suerte de fuerza generacional, que ayuda a la relación personal de nuestros hijos con Dios.
El Dios de Abraham, se convierte en el Dios de Isaac y descendentemente en el Dios de Jacob y los doces patriarcas, de tal manera, que aún José deja mandamiento acerca de sus huesos antes de morir en Egipto.[213]
Las promesas se traspasan generacionalmente[214]; aunque este traspaso requiere de una relación de obediencia de los hijos[215] para la continuidad de esa palabra en los planes del Señor. La instrucción de este propósito familiar hace que otro instrumento de poder se ejecute: la confesión de fe de la promesa dada.
“Una de las enseñanzas explícitas de la Biblia se refiere a la importancia de las palabras que utilizamos. En Génesis 17:5[216], Dios cambia el nombre de Abram a Abraham y le promete que llegara a ser el padre de muchas naciones. Abram significa “patriarca” o “padre supremo”. Abraham significa “padre de una multitud”. De esta manera, Dios se aseguraba que cada vez que Abraham escuchara o pronunciara su nombre se acordara de la promesa divina.
El comentario de Adam Clarke lo expresa muy bien: “Dios acerca al patriarca más a sí mismo al otorgarle una porción de su propio nombre””[217].
Pero esta confesión no debe ser solamente patrimonio nuestro, sino de nuestros descendientes[218]. Es fundamental confesar sobre ellos las promesas de nuestra bendición[219].
No hay mejor alabanza a Dios que creerle a sus promesas. El repetir y bendecir creyendo a sus palabras sobre nuestros descendientes desatan el Poder sobrenatural de Dios. Hay poder en la alabanza.
Contrario a esto es cuando de nuestros labios salen palabras que atan en vez de liberar, maldicen en vez de bendecir y frustran los planes del Señor en vez de colaborar en el cumplimiento de sus promesas. Hemos sido llamados para ser bendecidos y bendecir.
En lo relacionado a nuestros descendientes, bendigamos a nuestros hijos. Bendigamos a nuestro nietos como Jacob a los hijos de José[220]. Ampliemos nuestra mirada porque la promesa es grande, tan grande que abarca siglos sobre nuestros linajes.
Dios no solo quiere ser nuestro Dios, dice el Señor: “Estableceré mi pacto entre mí y ti, y tu descendencia después de ti en sus generaciones, por pacto perpetuo, para ser tu Dios, y el de tu descendencia después de ti”[221]. Dios eternamente de tu casa.
Bendice tu familia y no la maldigas. Usa tu autoridad para favorecer los planes del Señor. Se su amigo y no su enemigo.
Para amar lo imposible de amar necesitas el Amor de Dios. Para bendecir diciendo a tu hijo perdido “siervo de Dios”, necesitas fe. Para mirar a tu hija atrevida y extraviada como una mujer convertida, más allá de lo que la realidad actual te muestra, necesitas creer en Jesús. No te pido que creas en tu hija. Cree en lo que dice sobre tu descendencia el Señor.
Confesar, dijimos, es estar de acuerdo con Dios. La confesión de fe de su palabra sobre nuestros hijos es creer que, realmente, lo que el Señor dice sobre nuestra descendencia es verdad.
Los hombres de Dios que bendijeron a sus hijos sobre cosas venideras; eran hombres que estaban de acuerdo con el Creador y su propósito. Personas de fe[222].
Creer al Señor es confesar su Palabra. Confesar su Palabra es hablar el lenguaje de Cristo.
El lenguaje de Dios es lenguaje de seguridad en lo que no se ve y convicción en lo que se espera; porque él llama a las cosas que no son, como si fueran.
Bendecir en el Espíritu Santo a nuestros hijos es estar, realmente, en sintonía con Dios. En un mismo canal de comunicación. Hablando un mismo idioma en un entendimiento mutuo sobre lo que Dios quiere y lo que creo.

El pecado de una generación.

N
o creer lo que Dios dice, es pecado.
Hubo una trasgresión, en el sentido de descendencia, en la generación que salió de Egipto que casi (a no ser por la intervención Divina) hace que se pierda toda la generación siguiente. Para entender ese pecado debemos conocer a la generación que peca y la importancia de su pecado.
Su líder era Moisés.
El pecado: faltar al Pacto dado a Abraham y su descendencia mediante la circuncisión.
Este pacto concertó el Creador con el Patriarca en Génesis quince[223]. Pero después del nacimiento de Ismael, más exactamente cuando este niño tenía trece años, la edad de la pubertad, Dios establece “la señal del pacto”[224].
De acuerdo al orden cronológico de los acontecimientos, el acto de la circuncisión se requirió como señal del pacto anteriormente establecido con Abraham. Esta era una señal externa que el “amigo de Dios” y sus descendientes habrían de adoptar con la finalidad de mostrar que ellos eran el pueblo del pacto de Dios con Abraham, al darle prole por milagro y misericordia, debido a que literalmente afecta aquella parte del hombre que hace posible la procreación.
Posterior al establecimiento de la circuncisión como señal del pacto, Dios cambia el nombre de Saraí por Sara, aunque ambos nombres significa “princesa”, este cambió tiene el sobresaliente de incluirla en el pacto por derecho propio. La razón es que Dios decide bendecir a Sara: “Y también te daré de ella hijo; sí, la bendeciré, y vendrá a ser madre de naciones; reyes de pueblos vendrán de ella”, dice el Señor al patriarca.
“Entonces tomó Abraham a Ismael su hijo, y a todos los siervos nacidos en su casa, y a todos los comprados por su dinero, a todo varón entre los domésticos de la casa de Abraham, y circuncidó la carne del prepucio de ellos en aquel mismo día, como Dios le había dicho”. [225]
Esta señal especificaba que al cortar la piel del prepucio, de que todas las cosas, según la ley, eran purificadas con sangre; sombra de lo porvenir: la sangre de Cristo derramada en la cruz del Calvario; quien “en la consumación de los siglos, se presentó una vez para siempre por el sacrificio de sí mismo para quitar de en medio el pecado”. [226]
También manifiesta el significado de apartarse de la dependencia de la carne; aseverando que su futura prosperidad no debería descansar en su habilidad propia. Era una aseveración de que su confianza descansaba en la promesa y fidelidad del Señor. Un corte con la carne[227].
La importancia de esta señal radicalmente se asemeja a todo lo que mediante este escrito he tratado, con la ayuda del Espíritu de Dios, de comunicar. Que nuestras decisiones no solo nos afectan a nosotros individualmente, sino a nuestros descendientes directamente.
El pecado se multiplica, por esto el punto de corte con la carne es justo en el órgano reproductivo masculino, con el fin de marcar la importancia de traspaso de generaciones que esto tiene.
“Aunque frecuentemente medimos la capacidad de influir en otros en términos cuantitativos, la aritmética humana no puede ser utilizada con precisión para calcular el impacto de los justos. Dios salva a través de muchos o de los pocos”[228]. Bajo este criterio, no puedo determinar hasta donde llega tu influencia sobre los demás, y especialmente tus descendientes, producto de tu obediencia al Señor Jesús.
Ahora, el desprecio de la circuncisión era un desprecio del pacto. El pecado detallado al igual que cualquier pecado es un descrédito al Señor. Desobedecer su Palabra es negar la razón que él tiene para ordenar lo determinado. Es hacernos poseedores de la dirección de nuestra vida como más sabios que Dios.
Si un hombre no se circuncidaba se exponía al castigo declarado por Dios al decir que el varón incircunciso, el que no hubiere circuncidado la carne de su prepucio, aquella persona será cortada de su pueblo; ha violado mi pacto”. (Las mujeres estaban incluidas en el pacto por ser el varón cabeza de la mujer).
Más allá de la responsabilidad que tenían con sus hijos en cuanto a la afectación, voluntaria o involuntaria sobre sus vidas, la deliberada acción de no circuncidarlos era ignorar y aún desafiar lo dicho por el Señor. Era decidir que sus hijos sean cortados del Pueblo de Dios violando su pacto.
Para entender el obrar del pueblo, hay que prestar atención al pensamiento de sus dirigentes.
Moisés como hebreo tuvo en poco el pacto de su antepasado Abraham. Pero, más indignó a Dios, que el hombre que él eligió para que saque al pueblo heredero del Patriarca de la esclavitud de Egipto, no haya circuncidado a su hijo.
El Señor ordenó a Moisés volver a Egipto con la orden de presentarse ante Faraón y decirle que deje ir a su pueblo.
“Y aconteció en el camino, que en una posada Jehová le salió al encuentro, y quiso matarlo. Entonces Séfora tomó un pedernal afilado y cortó el prepucio de su hijo, y lo echó a sus pies, diciendo: A la verdad tú me eres un esposo de sangre.
Así le dejó luego ir. Y ella dijo: Esposo de sangre, a causa de la circuncisión”[229].
Este es un pasaje difícil y oscuro. Aparentemente Moisés se negó a que su hijo fuese circuncidado. La no realización de esta señal del pacto de Dios con la descendencia de Abraham puede deberse a la repugnancia que su mujer sentía por esa práctica, o como una forma de adherirse al rito madianita.
Moisés estaba casado con una mujer que no era de su pueblo; Seforá era descendiente de Madián e hija de un sacerdote madianita[230]. Fue criada y respondía, en alguna forma, todavía al gobierno natural ejercido por su padre.
El acto de la circuncisión era también practicado por algunos otros pueblos, como los egipcios, para los cuales, al igual que los madianitas, era un rito de iniciación a la pubertad, con un significado muy distinto del que tiene para Israel. En cambio, los filisteos, fenicios, moabitas, amonitas, sirios, asirios, babilonios, y otras diversas naciones con las que los israelitas tuvieron relaciones históricas eran ajenos a esta ordenanza.
Como cabeza de familia, Moisés debía llevar a cabo esta ceremonia cuando su hijo tenía ochos días de nacido. Ante la premura de la situación, Dios utiliza a Seforá para llevar a cabo lo que Moisés no había hecho.
Es increíble cómo, a los pecados de las tribus de Israel en su éxodo a la tierra prometida, este pecado se añade. Pero, podemos mirarlo desde la óptica de un líder dispuesto a desobedecer y luchar con Dios en lo relacionado con el Pacto hecho a Abraham y que, sin duda, la desobediencia propia le resta autoridad espiritual para enseñar a una generación, tanto presente como futura, a ser fieles a Dios en este y en todos los aspectos.

Conquista de la promesa.

C
onquistar las promesas rompiendo o evitando cumplir los fundamentos del pacto en el cual se confía para obtenerlas es querer conquistar sin Dios, o sea, por fuerza propia.
La promesa del Señor era que Dios le daría a él y a su descendencia después de él, la tierra en que moraba, toda la tierra de Canaán en heredad perpetua; y sería el Dios de ellos[231].
La parte de Abraham era guardar el pacto, él y su descendencia después de él por sus generaciones. Ese pacto era la circuncisión de todo varón de entre ellos.
Josué está delante de la conquista de un sueño. El sueño de sus mayores y de toda una generación. La historia se repite, pero ahora él es el líder; Moisés ya murió. Los espías volvieron de Jericó. El terror de Dios desmaya[232] a sus enemigos[233]. El Jordán se abrió delante de ellos. La generación es diferente porque está dispuesta a conquistar.
Josué esta cerca de Jericó y, seguramente, esperando dirección de parte del Creador. Está deseoso de una estrategia de ataque. Su corazón de guerrero valeroso no teme las murallas y sus guardias. Solo espera la orden de Dios.
Lo urgente no es lo primero para el Señor, sino lo importante.
La primer orden del Señor, quizás contraria a lo esperado, es “Hazte cuchillos afilados, y vuelve a circuncidar la segunda vez a los hijos de Israel. Y Josué se hizo cuchillos afilados, y circuncidó a los hijos de Israel en el collado de Aralot”[234].
La primera estrategia de Dios a Josué para la conquista es: Restaura la señal del pacto por segunda vez con Israel. Aquella vez anterior a la cual se refiere el Señor, tenía que ver con que, “todo los del pueblo que habían salido de Egipto, los varones, estaban circuncidados” pero, sin embargo, esta práctica no llegó a esta nueva generación, por eso, “todo el pueblo que había nacido en el desierto, por el camino, después que hubieron salido de Egipto, no estaba circuncidado”[235].
Esta generación de padres que vieron las maravillas del Señor en el reino egipcio no circuncidó a sus hijos. La práctica de la señal del pacto de Dios con Abraham estuvo en suspenso por cuarenta años, probablemente como una manifestación de apatía y desobediencia al mandamiento del Señor o por otro motivo que no conozco. Lo real es que esta fue una generación de padres que por espacio de cuarenta años estuvo demasiado preocupada en quejarse y ofender a Dios, que no tuvo tiempo para traspasar esta herencia a sus descendientes.
"Porque los hijos de Israel anduvieron por el desierto cuarenta años, hasta que todos los hombres de guerra que habían salido de Egipto fueron consumidos, por cuanto no obedecieron a la voz de Jehová; por lo cual Jehová les juró que no les dejaría ver la tierra de la cual Jehová había jurado a sus padres que nos la daría, tierra que fluye leche y miel.
A los hijos de ellos, que él había hecho suceder en su lugar, Josué los circuncidó; pues eran incircuncisos, porque no habían sido circuncidados por el camino”. [236]
Que terrible es no atender a la santidad de nuestros hijos. A que sean partes de la herencia de Dios. Incircuncisos conquistadores que quieren conquistar tierra de incircuncisos. No hacían la diferencia.
Tú fuiste llamado a hacer la diferencia y conquistar.
La circuncisión es un corte con la carne. Nosotros hemos sido circuncidados en Jesús con circuncisión no hecha de mano, al echar de nosotros el cuerpo pecaminoso carnal[237].
El apóstol Pablo defiende enfáticamente, al igual que Jeremías[238], de que la verdadera circuncisión es interior. El legalismo del judaísmo la convirtió en algo totalmente superficial; porque nosotros somos la circuncisión, los que en espíritu servimos a Dios y nos gloriamos en Cristo Jesús, no teniendo confianza en la carne[239]. Porque, en realidad, “la circuncisión nada es, y la incircuncisión nada es, sino el guardar los mandamientos de Dios”[240].
Es nuestro deber circuncidar a nuestros hijos. Enseñarles a cortar su relación con la carne, a no depositar equivocadamente su confianza. Instruirles sobre la bendición de guardar los mandamientos de Dios. Eso es circuncidar una generación.
Es nuestro deber alentarles en guardar el linaje santo. En formar sus hogares con jóvenes cristianos. En mirar el mañana y sus consecuencias. Prevenirles; amonestarles; ejercer autoridad mientras están bajo nuestro gobierno. No olvidarnos: Casa es gobierno. Que empieza y no termina en tus hijos, trasciende a través de generaciones.
Pero, una congregación, por más que predique y se multiplique y mira hacía dentro y no encuentra a los hijos de sus hijos, está perdiendo una generación.
Aunque experimente por medio de un sistema de células u hogares de oración o casa de crecimiento. Y aunque la multiplicación, con respecto al perdido, sea una realidad (cierto es que tenemos que ir y predicar) pero, si no impacta a sus niños nacidos en la congregación, y mira y no ve entre los suyos sus descendientes, algo está fallando, algo se está descuidando. Esta falla no está en su forma de evangelizar, sino en sus hogares. 
Si predico a multitudes y salvo diez miles, y pierdo mi descendencia ¿Dónde está la gloria?
Si muevo montañas por la fe, y se levantan los muertos y, sin embargo, entro al cielo sin mis hijos, ¿Dónde está la victoria total de Cristo en su propósito con mi vida? ¿Le plació mi salvación y no la de mis futuras generaciones?
Perder a mi hijo/a es perder mis nietos, quizás mis bisnietos, tal vez toda mi descendencia.
¿Será esta una de las razones, por la cual el consejo de Dios ordena a los siervos del Señor “que gobiernen bien su casa, que tengan a sus hijos en sujeción con toda honestidad (pues el que no sabe gobernar su propia casa, ¿cómo cuidará de la iglesia de Dios?)”[241]
Cuantos gobiernan la iglesia y no se detienen a ver que algo han dejado en el camino. Son aquellos niños que entregamos a los maestros de escuelas dominicales para que lo eduquen en la Palabra. A los adolescentes que, por no atrevernos a hablar y ejercer gobierno espiritual en nuestra casa, lo amenazamos con llevarlo al pastor para ser disciplinado (algunos solo conocen el consejo pastoral y la indiferencia de sus padres). Palabras para el pulpito y las multitudes y silencio y reproche delante de lo más valioso, los hijos.
No es mi intención condenar a nadie, menos aún, hacer más pesada la carga de ver a los hijos apartados del Señor, es mi intención sacudirte del conformismo. Es mi intención desgarrar tu corazón y desatar cataratas en tus ojos por tu descendencia. Como Jeremías luego del destierro de su pueblo: “El corazón de ellos clamaba al Señor; Oh hija de Sión, echa lágrimas cual arroyo día y noche; no descanses, ni cesen las niñas de tus ojos. Levántate, da voces en la noche, al comenzar las vigilias; derrama como agua tu corazón ante la presencia del Señor; alza tus manos a él implorando la vida de tus pequeñitos, que desfallecen de hambre en las entradas de todas las calles”[242].
Es mi intención que entiendas el propósito de Dios y que le grites “Mira, oh Jehová, y considera a quién has hecho así”[243]. A mí. A tu hijo/a. A este ser humano por quien Jesús murió. A tu elegido y su descendencia escogida.
Solo el conocimiento de la voluntad de Dios te da autoridad para reclamar lo que es tuyo. Tus hijos son tuyos, porque son herencia del Creador. Entonces, tus descendientes son de Dios. Proclámalo al mundo espiritual: ¡Mi descendencia es del Señor Jesús, porque él la compró en la cruz para Dios Padre!
Apunta alto. Apunta a mil generaciones sirviendo a Dios.
Deseo para ti que mires tu comienzo y tu final:

“Éramos pocos cuando el Señor Jesús nos rescató
Y Dios nos ha hecho como las estrellas del cielo en multitud”[244].

 

 


Capítulo III Legado de Familia

Habitantes del olvido


B

ooz abraza a su hijo y ve a través de aquel pequeño todos los motivos que una persona tiene para prosperar y superarse en la vida.
- ¡Loado sea Jehová, que hizo que no te faltase hoy pariente, cuyo nombre será celebrado en Israel![245]-. Eran las palabras de bendición de las mujeres de Efrata para con Noemí.
¡Nombre que se celebre en Israel! Esas miradas en el mañana agigantan el corazón y las vidas se elevan más allá del soñar. ¡Ver a nuestros hijos, y a los hijos de nuestros hijos, hasta la última generación, adorando y sirviendo a Dios en una relación intima y personal con Jesús, donde cada generación celebre los siervos y siervas que de nuestros lomos demos al pueblo del Señor¡
Un sucesor es alguien a quien dejar lo que uno tiene y es. Las generaciones venideras son nuestros sucesores y lo que le dejemos será nuestro legado. Quien vive la vida con la vista hacia adelante, mirando el mañana, sabe que su vida se extiende más allá de su muerte sobre la tierra.
Debido a esto, los padres judíos creían que seguían viviendo en sus hijos y estos eran considerados como una gran bendición[246]. Cuantos más hijos pudiera tener alguien, tanto mejor. “Bienaventurado el hombre que lleno su aljaba de ellos”[247], es el buen deseo del salmista, refiriéndose a esto.
El miedo a la indiferencia, al no ser recordado, al hecho de que no haya memoria de su persona en las generaciones futuras, estaba cimentado en el acontecimiento de tener prole. Ser habitante por siempre de la “tierra del olvido”[248], era una tortura para el hombre o la mujer si no dejaba descendencia.
Dentro de las leyes que regían en Israel había mandamientos precisos sobre esto, incluían deberes matrimoniales del hermano sobreviviente[249] a un pariente muerto, que no haya tenido hijos. La viuda no podía casarse fuera de la familia, es decir, con un hombre extraño. El cuñado estaba obligado a tomarla por mujer y suscitar nombre en Israel a su hermano, para que el nombre de este no sea borrado de su pueblo y no caiga en el olvido.
Absalón sufrió este temor y en los tiempos en que no tenía prole erigió una columna, como monumento que, a falta de hijos, perpetuara su nombre.[250] Quizás esperaba ser sepultado al pie de dicha columna. Al final, consiguió que su nombre se perpetuara pero no para honor como él pensaba, sino para deshonra y vergüenza. Esta clase de pensamiento siempre va coronado por el egoísmo. El centro de interés es su propia preservación a través del tiempo y no el legado que pudiera dejar a las descendencias venideras.

Legado es un rasgo intangible o una característica que uno deja a la próxima generación

Desde esta óptica vemos que muy pocos dejan un legado digno a sus hijos. Muchos ni siquiera dejan un buen recuerdo en sus descendientes. De allí es que muy frecuentemente escuchemos a algunas personas no desear ni siquiera caminar como sus padres.
Otros, sin darse cuenta, transitan por los pasos dejados por sus progenitores. Una herencia de violencia familiar. Un legado de alcohol corre por sus venas y su mente. Pensamientos de adulterio y deshonestidad que gobiernan sus vidas.
A veces, son rasgos de una idiosincrasia alejada de los propósitos de Dios. Una personalidad independiente, superadora por fuerza propia y que no acepta el gobierno del Señor sobre su vida.
Estas personas han sido formadas bajo el sistema de este mundo. Enseñadas a competir y maquinar para ir delante de los demás. Ganar es su pasaporte a la aceptación. Siempre decididos a controlar a las personas y circunstancias para sus propios fines, por lo que le es difícil ceder el control de su vida a Dios.
Otros solo tienen un legado de fracaso. Fracasan en su matrimonio porque sus padres fracasaron, también sus abuelos, etc. No se atreven a soñar, porque hacerlo es simplemente agigantar la herida que su frustración conlleva.
Los más, fueron formados en una aceptación de Dios distante. Él, allá en el cielo, y nosotros, lejanos acá en la tierra. De vez en cuando nos ganamos unos favores con unas fiestas religiosas. Basta ser un buen padre, un buen esposo, un buen vecino. Sin saber que estas obras no encajan en el propósito de Dios, como suficiente en sí misma para alcanzar la salvación.

Legado familiar

A

l hablar de legado de familia, dada la individualidad propia, vamos a encontrar variantes.
Quizás naciste en un hogar cristiano donde tus padres se esforzaron en santificar sus vidas en la pureza de la Palabra de Dios. En este caso tienes un legado precioso, y dependiendo de tu relación con Jesús puedes agigantar esa herencia de santidad y servicio. Tu desafío es llevar adelante el plan de Dios, como un eslabón más en la cadena de generaciones, que como en Booz avanza en los propósitos de Dios tocando generaciones.
Existe la posibilidad de mayores que aun sin ser cristianos activos en la búsqueda personal de Dios, sin embargo, dejan un legado digno en su realización como personas. Moralmente, intelectualmente y con valores éticos dignos de rescatar en sus progenitores.
Apelo al conocimiento personal y a la revelación de la voluntad de Dios para que cada uno sepa desechar lo malo y retener lo bueno de lo heredado de nuestros mayores, ya sea como personas, familia, congregaciones o pueblos. Que el Señor añada la capacidad para sacar de lo atesorado, lo viejo y lo nuevo, a fin de edificar el Reino de Dios en nuestra casa.
En algunos, buscar en su tesoro lo almacenado por los padres se torna penoso. Es tan poco el material que nuestros antepasados nos han dejado[251] que al legado hay que edificarlo a pura fuerza.
En alguna manera, porque es imposible que una generación pase sin dejar huellas, algo queda del pasado para nosotros. Lo importante es que tenemos el privilegio de pararnos y mirar el pasado desde la posición que hoy ocupamos como hijos de Dios.
Siguiendo la línea de estudio de Silverstone Roger y el concepto de domestico, (donde este dice que tiene una consecuencia de acción en nuestros descendientes de tres dimensiones: el hogar, la familia y la casa), observaremos ahora sobre la familia.


LA FAMILIA

L

a familia nos enseña las relaciones humanas; las emociones y las expresiones de las emociones, y la forma de reaccionar con el mundo y con los otros.
Para David Schneider (1980), la familia es una unidad de reproducción sexual y, como tal, distinguible de otras unidades sociales formadas por parientes. Por su parte, Wilson y Pahl (1988) sostienen que la familia se puede considerar como un grupo de acción, una fuente de solidaridad social y de charla y, también, como una fuente muy útil de ayuda material cuando hay que afrontar problemas. Las familias además proporcionan a sus miembros identidades sociales y coordenadas sociales básicas, (ibid, Pág. 249).
Sin duda, pretender hoy definir que es una familia se ha vuelto una tarea imposible (véanse Bernardes, 1986; Wilson y Pahl, 1988). Pero, por frágil o conflictiva que sea, en cada caso individual, es, sin embargo, la unidad social en la que se produce la mayor parte de nuestros patrones de conducta social.
Las unidades familiares del occidente, en el siglo presente, son llamadas nucleares porque son pequeñas: madre, padre y unos o dos hijos. Las unidades familiares en los tiempos del Antiguo Testamento eran grandes e incluían a cada miembro de la familia: tías, tíos, primos y siervos. A estas se le da el nombre de familias extendidas.
Aunque los tiempos cambian, sin embargo, hay factores en la familia que son esenciales. Sigue siendo una entidad social. Una realidad social donde las personas aprenden a relacionarse con los demás. Las relaciones humanas que se viven en el seno familiar serán luego expresadas en la sociedad. Esto es muy especial; porque en esta característica emocional/relacional se va a centrar la correlación de familia que los hijos transportaran al Cuerpo de Cristo. La relación padre e hijo serán fundamentales para que nuestros hijos aprendan a ver a Dios como Padre y reaccionen ante él como hijos. Somos una “familia celestial”. Una hermandad.
De igual forma, la manera en que las emociones se valoran y la forma en que nuestros hijos expresan sus emociones dependerán de la enseñanza que reciban en la familia. Podemos anular sus emociones hasta convertirlos en una maquina de dañar o enseñarles a reaccionar ante el dolor ajeno de la misma forma en que hemos reaccionados ante su dolor.

Familia como proceso y sistema

S

ilverstone Roger sostiene que no está claramente establecido los limites que definen a una familia, manteniendo la línea de pensamiento de Wilson y Pahl (1980) y Bernardes (1986), que es preciso ver en la familia una entidad social dinámica que, potencial y verdaderamente, se extiende más allá de los límites del hogar y la casa, y que en verdad, en su historia y en su dinámica, se la debe entender como un proceso (véase Bott, 1971).
Proceso tiene que ver con progreso. Con la acción de ir hacia adelante. Con el transcurso del tiempo. Es el conjunto de las fases sucesivas de un fenómeno natural o artificial.
Entender la familia como un proceso es donde trato de centrar este estudio. De esta forma, capturar la visión de Dios que se extiende por todo este proceso de linaje que está en los lomos de nuestros hijos.
Este proceso de santificación y consagración familiar nos lleva a una acción en el tiempo que nos permite conseguir una continuidad de fe en nuestros descendientes. Pero de ninguna forma es un proceso dejado a la ventura, sino que a la vez debe tener un sistema para llegar a ese fin.
Siendo la familia una unidad social; entendemos este sistema como “un sistema social”, o sea, un conjunto de interacciones constituidas por individuos que se orientan entre sí para sus actividades sociales.
En una reseña de la teoría sistemática y de la teoría familiar; y basado principalmente, pero también muy sugestivamente, en la bibliografía sobre terapia familiar, Gill Gorell Barnes ofrece una caracterización de la familia como un sistema y lo hace con los siguientes términos: “Como la estructuración de relaciones íntimas organizadas en el tiempo. En los procesos de organización, se seleccionaran y conservaran ciertas secuencias de conductas, mientras que otras quedan excluidas. Con el tiempo, las secuencias que se dan en la estructura se asociaran con percepciones y sentimientos que condicionan a los miembros de la familia de diversas maneras. Cuanto más interactué el grupo sobre bases regulares en relación con ciertos sucesos repetidos, más posibilidades hay de que los aspectos sistemáticos de la estructura influyan en las interrelaciones de sus miembros” Barnes, 1985, página 226.
Estos sucesos repetidos que posibilitan que los aspectos sistemáticos de la estructura familiar influyan en la interrelación de los miembros, son algo que fue muy tenido en cuenta por Dios.
Cuando Moisés enseñó la Ley al pueblo, lo llevó a cabo mediante repetición y ejemplo, lectura pública y el empleo de composiciones para ser cantadas:
Deuteronomio 11:19 Enseñádselas a vuestros hijos y repetídselas cuando estéis en vuestra casa y cuando andéis por el camino, cuando os acostéis y cuando os levantéis.
Deuteronomio 31:10-13 Luego les ordenó: “Cada siete años, en el año de la cancelación de deudas, durante la fiesta de las Enramadas, cuando tú, Israel, te presentes ante el Señor tu Dios en el lugar que él habrá de elegir, leerás en voz alta esta ley en presencia de todo Israel. Reunirás a todos los hombres, mujeres y niños de tu pueblo, y a los extranjeros que vivan en tus ciudades, para que escuchen y aprendan a temer al Señor tu Dios, y obedezcan fielmente todas las palabras de esta ley. Y los descendientes de ellos, para quienes esta ley será desconocida, la oirán y aprenderán a temer al Señor tu Dios mientras vivan en el territorio que vas a poseer al otro lado del Jordán”.
Esta estructuración de relaciones íntimas organizadas en el tiempo tenía base firme en La Palabra de Dios como un registro de conducta de vida, en la forma de relacionarse del individuo con su prójimo, su familia y nación. Obedecer estos mandamientos permitía la relación adecuada para subsistir como pueblo. Su obediencia era entrega y aceptación de la dirección divina en la forma de vivir y organizar la vida personal, familiar y social, en rendición a la voluntad de Dios. Ejemplos:
Éxodo 12:24-27: “Obedeced estas instrucciones. Será una ley perpetua para vosotros y para vuestros hijos. Cuando entréis en la tierra que el Señor ha prometido daros, vosotros seguiréis celebrando esta ceremonia. Y cuando vuestros hijos os pregunten: “¿Qué significa para vosotros esta ceremonia?”, les responderéis: “Este sacrificio es la Pascua del Señor, que en Egipto pasó de largo por las casas israelitas. Hirió de muerte a los egipcios, pero a nuestras familias les salvó la vida.”
Deuteronomio 6:20-25: En el futuro, cuando tu hijo te pregunte: “¿Qué significan los mandatos, preceptos y normas que el Señor nuestro Dios os mandó?”, le responderás: “En Egipto nosotros éramos esclavos del faraón, pero el Señor nos sacó de allí con gran despliegue de fuerza. Ante nuestros propios ojos, el Señor realizó grandes señales y terribles prodigios en contra de Egipto, del faraón y de toda su familia. Y nos sacó de allí para conducirnos a la tierra que a nuestros antepasados había jurado que nos daría. El Señor nuestro Dios nos mandó temerle y obedecer estos preceptos, para que siempre nos vaya bien y sigamos con vida. Y así ha sido hasta hoy.”
Joel 1:3: “De esto contaréis a vuestros hijos, y vuestros hijos a sus hijos; y sus hijos a la otra generación”.
Deuteronomio 4:9-10: “Por tanto,  guárdate,  y guarda tu alma con diligencia,  para que no te olvides de las cosas que tus ojos han visto,  ni se aparten de tu corazón todos los días de tu vida;  antes bien,  las enseñarás a tus hijos,  y a los hijos de tus hijos. El día que estuviste delante de Jehová tu Dios en Horeb, cuando Jehová me dijo: Reúneme el pueblo, para que yo les haga oír mis palabras, las cuales aprenderán, para temerme todos los días que vivieren sobre la tierra, y las enseñarán a sus hijos”.
Salmos 78:1-8: “Pueblo mío, atiende a mi enseñanza; presta oído a las palabras de mi boca. Mis labios pronunciarán parábolas y evocarán misterios de antaño, cosas que hemos oído y conocido, y que nuestros padres nos han contado. No las esconderemos de sus descendientes; hablaremos a la generación venidera el poder del Señor, de sus proezas, y de las maravillas que ha realizado.
Él promulgó un decreto para Jacob, dictó una ley para Israel; ordenó a nuestros antepasados enseñarlos a sus descendientes, para que los conocieran las generaciones venideras y los hijos que habrían de nacer, que a su vez los enseñarían a sus hijos. Así ellos pondrían su confianza en Dios y no se olvidarían de sus proezas, sino que cumplirían sus mandamientos. Así no serían como sus antepasados: generación obstinada y rebelde, gente de corazón fluctuante, cuyo espíritu no se mantuvo fiel a Dios”.
Salmos 145:4-7: “Generación a generación celebrará tus obras, Y anunciará tus poderosos hechos. En la hermosura de la gloria de tu magnificencia, Y en tus hechos maravillosos meditaré. Del poder de tus hechos estupendos hablarán los hombres, y yo publicaré tu grandeza. Proclamarán la memoria de tu inmensa bondad, Y cantarán tu justicia”.
La Iglesia Cristiana toma como fundamento de su Fe a la Biblia en su conjunto, con prioridad en las enseñanzas de Jesús y las cartas apostólicas. Sin embargo, como en todos los tiempos, tanto patriarcales como contemporáneos, las familias son en parte independientes para aceptar o rechazar, poner énfasis o no, en diferentes secuencias de conductas hacía Dios y por ende hacía sus prójimos. Tu hogar se convierte en parte de un pueblo dispuesto a obedecer al Señor, pero, dentro de este sistema general de obediencia a la Palabra, encontramos diferencias entre las heterogéneas familias de la hermandad cristiana. Esto hace a tu familia única y responsable de su actitud de fe y obediencia a Dios.
Esta en ti trabajar por una casa con bendiciones generacionales de salvación y prosperidad en Cristo Jesús.

Familia como unidad individual

 “Percibir la familia como un sistema define con precisión una característica primaria de cualquier entidad social existente, y por lo tanto no es algo exclusivo de los terapeutas familiares (…). No obstante nos brinda – potencialmente con toda precisión – un marco que permite describir y analizar la singularidad de una familia como unidad social viable y vulnerable y, por supuesto, comparar las diversas familias entre sí (véase Minuchin, 1974). Pero ante todo nos ofrece un camino para indagar la naturaleza de la vida familiar gobernada por reglas y roles y la creciente capacidad de la familia para presentarse ante sí misma y ante los demás, más o menos coherente, más o menos independiente, más o menos especial”[252].
Esta capacidad de pretender una independencia como familia nos permite a nosotros trabajar por nuestro legado personal que traspasaremos a nuestras generaciones venideras. Veremos, más adelante, en Jacob, el trabajo de Dios para perfeccionar su carácter a la imagen de Jesús, donde la importancia de este rasgo intangible que transferimos a nuestros hijos va a definir el carácter de nuestra descendencia, en relación con Dios y el servicio en el Cuerpo de Cristo y la sociedad en general.
Nuestra consagración al Señor se trasladará en forma generacional de manera más o menos independiente a lo que otros padres decidan con respectos a sus familias.
El Evangelio es relación personal con Dios y no una religión. Esta es la diferencia fundamental. En lo referente a la familia, nosotros podemos, independientemente del mundo que nos rodea, formar una familia cuyo oikodespoteo sea Cristo: El que gobierna nuestra casa.
Una familia consagrada al Señor en amor y obediencia, con una óptica superadora de toda barrera opositora a los planes de Dios, es lo que queremos encontrar, tanto en el mundo como en la Iglesia del Señor.
Digo esto, porque muchas veces el ejemplo y consejo que queremos encontrar en el Pueblo del Señor no es tal, y debemos explicar a nuestros hijos porque queremos ser diferentes. Porque hay cosas que permitimos y otras que no. Asumimos nuestra responsabilidad sobre las decisiones que tomamos en pos de nuestra familia.
Como compromiso personal déjame decirte que, formar un paradigma familiar con Jesús en el centro y su Palabra iluminando tu camino, es victoria para ti y todas tus generaciones.

Paradigma familiar

P

ara David Reiss (1981), es esta aptitud de la familia[253] para regular y para ordenar su propia vida interna la que define, precisamente, el elemento central en su ambicioso intento de proporcionar un modelo de comprensión de ella. Esa aptitud nace a su vez de la experiencia de compartir un conjunto básico de supuestos esenciales sobre el mundo. Supuestos compartidos a pesar de los desacuerdos, las diferencias y los conflictos que puedan existir entre los diferentes miembros de la familia. Más aún, Reiss sostiene (1981) que la calidad de miembro de una familia se basa en una aceptación, a menudo inconsciente o no explícita, de esos supuestos permanentes; y en una creencia de estos.
Cuando uno está pensando en formar un paradigma familiar basado en Cristo, el cual traspasar a las generaciones venideras, y sobre la base de las ideas de Reiss y a los pensamientos heredados de una cultura occidental basada mayoritariamente en una tradición católica, la cual hemos rechazado, de la misma forma que los primeros cristianos rechazaron la tradición judía; corremos el riesgo de equivocar el pensamiento de Dios y querer acomodar nuestra familia detrás de otra tradición basada en otra religión.
La idea central es no confundir esto. En todo el escrito he manifestado dos pensamientos dominantes: formar un legado y un carácter. Estos son internos. El legado es un rasgo intangible o una característica que uno deja la generación siguiente; y el carácter es el modo de ser peculiar y privativo de cada persona. Hay una gran diferencia entre la tradición, que es externa, y lo propuesto, que es interno.
Un paradigma familiar, desde la óptica de Reiss, es esa aptitud de la familia para regular y para ordenar su propia vida interna. Sostiene que la calidad de miembro de una familia se basa en una aceptación de esos supuestos permanentes; y en una creencia de estos.
Al analizar los pensamientos de diferentes sociólogos y terapeutas familiares debemos tratar de descifrar el fin buscado. No es nuestra meta que nuestros descendientes sean mejores personas, aunque en calidad de cada miembro lo serán como consecuencia, pero, nuestro anhelado fin es tener generaciones de servidores de Dios que prediquen el evangelio de Cristo. No tradicionalmente, sino en relación personal con Dios.
Jacob no heredaba las promesas solo porque su abuelo era Abraham y su padre Isaac, sino, también, porque Dios se comunicaba con él y él con Dios. Pero, debemos reconocer que había un paradigma dominante en Abraham, que Dios reconoce y valora.
Antes de analizar el modelo del patriarca, escudriñemos el concepto de paradigma.
Reiss alcanza una comprensión de la familia por el concepto de paradigma. Basado, como lo hicieron otros en diferentes campos de investigación, en el uso que Thomas Kuhn hace del término en su ensayo por caracterizar la historia y la epistemología de la ciencia. Reiss define el paradigma familiar como “el organizador central” de constructo, disposiciones, expectaciones y fantasías que la familia comparte sobre su mundo social.
Sostiene que las transacciones que realiza cada familia con su mundo social responden a su propio paradigma, y que las familias pueden distinguirse entre sí precisamente por las diferencias que presentan sus paradigmas.
Los paradigmas familiares son el producto y la traducción del éxito (o del fracaso) de cada familia a la hora de entretejer, a partir de la materia prima de sus experiencias contradictorias y sus emociones conflictivas, una base más o menos coherente para la acción.
Entonces, un paradigma familiar es “el organizador central” y también, son el producto y la traducción del éxito (o del fracaso) de cada familia a la hora de accionar.
Analizamos Génesis 18: 17 y 19:

Y Jehová dijo: ¿Encubriré yo a Abraham lo que voy a hacer, habiendo de ser Abraham una nación grande y fuerte, y habiendo de ser benditas en él todas las naciones de la tierra?
Porque yo sé que mandará a sus hijos y a su casa después de sí, que guarden el camino de Jehová, haciendo justicia y juicio, para que haga venir Jehová sobre Abraham lo que ha hablado acerca de él.

El Padre Celestial justifica el hecho de hacer conocer sus planes a Abraham debido a las promesas dadas, por él mismo, a la hora del llamamiento al patriarca. A la vez resalta que recibirá estas promesas debido a que él entretejió un paradigma familiar. Este consistía en “que mandaría a sus hijos y a su casa después de sí, que guarden el camino de Jehová, haciendo justicia y juicio, para que haga venir Jehová sobre Abraham lo que ha hablado acerca de él”.
La traducción y el producto del éxito o fracaso familiar de la descendencia del patriarca tenían consistencia en esto: guardar el camino de Dios, hacer justicia y juicio.
Analicemos un paradigma familiar establecido por Jonadab que se encuentra en Jeremías 35:1–11:
“Palabra de Jehová que vino a Jeremías en días de Joacim hijo de Josías, rey de Judá, diciendo: Ve a casa de los recabitas y habla con ellos, e introdúcelos en la casa de Jehová, en uno de los aposentos, y dales a beber vino.
Tomé entonces a Jaazanías hijo de Jeremías, hijo de Habasinías, a sus hermanos, a todos sus hijos, y a toda la familia de los recabitas; y los llevé a la casa de Jehová, al aposento de los hijos de Hanán hijo de Igdalías, varón de Dios, el cual estaba junto al aposento de los príncipes, que estaba sobre el aposento de Maasías hijo de Salum, guarda de la puerta. Y puse delante de los hijos de la familia de los recabitas tazas y copas llenas de vino, y les dije: Bebed vino. Mas ellos dijeron: No beberemos vino; porque Jonadab hijo de Recab nuestro padre nos ordenó diciendo: No beberéis jamás vino vosotros ni vuestros hijos; ni edificaréis casa, ni sembraréis sementera, ni plantaréis viña, ni la retendréis; sino que moraréis en tiendas todos vuestros días, para que viváis muchos días sobre la faz de la tierra donde vosotros habitáis.
Y nosotros hemos obedecido a la voz de nuestro padre Jonadab hijo de Recab en todas las cosas que nos mandó, de no beber vino en todos nuestros días, ni nosotros, ni nuestras mujeres, ni nuestros hijos ni nuestras hijas; y de no edificar casas para nuestra morada, y de no tener viña, ni heredad, ni sementera. Moramos, pues, en tiendas, y hemos obedecido y hecho conforme a todas las cosas que nos mandó Jonadab nuestro padre. Sucedió, no obstante, que cuando Nabucodonosor rey de Babilonia subió a la tierra, dijimos: Venid, y ocultémonos en Jerusalén, de la presencia del ejército de los caldeos y de la presencia del ejército de los de Siria; y en Jerusalén nos quedamos”.

Este modelo “organizador central” de esta familia era vivir una vida nómada habitando en tiendas y no beber vino todos los días de su vida. Mediante la observación de este mandamiento de su padre, ellos traducían el éxito o fracaso familiar. El producto sería “que vivirían muchos días sobre la faz de la tierra donde ellos habitaban”.
“Las pautas de interacción que regulan la vida familiar permiten que todos sus miembros perciban sus propios valores y supuestos como si fueran componentes incuestionables de la realidad externa. Esta transformación hace que el paradigma familiar sirva a todos los miembros de guía o de marco para la acción en el mundo real; acción que luego fortalece la convicción de que sus supuestos son objetivos” Reiss, 1981, página 228.
Aunque el paradigma familiar de Jonadab trasladado a su descendencia no era relacional con Dios, sin embargo el Padre Celestial lo aprueba:
“Y vino palabra de Jehová a Jeremías, diciendo: Así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: Ve y di a los varones de Judá, y a los moradores de Jerusalén:   ¿No aprenderéis a obedecer mis palabras?  Dice Jehová.  Fue firme la palabra de Jonadab hijo de Recab, el cual mandó a sus hijos que no bebiesen vino, y no lo han bebido hasta hoy, por obedecer al mandamiento de su padre; y yo os he hablado a vosotros desde temprano y sin cesar, y no me habéis oído” 35: 12-13.
Esta aprobación está basada en la autoridad ejercida por los progenitores. Dijimos que casa es gobierno. Toda nuestra área de influencia y ejercicio de autoridad es nuestra casa. También recibe aprobación por la obediencia de sus hijos que mandan a sus hijos y a los hijos de estos a mantener este modelo de familia, en contraste con los varones de Judá y los moradores de Jerusalén que no aprendieron a obedecer la Palabra de Dios. 
Pero, podemos afirmar sin temor a equivocarnos, que hay una mirada positiva del Señor al ejercicio de autoridad y de organización familiar. Sobre todo, si esta tiene una visión profunda sobre el presente y el mañana, en pos de la salvación y el linaje sacerdotal en nuestros descendientes.
Dios mismo nos dio un Paradigma Divino en su Palabra para que obedezcamos y haciéndolo, todo nos irá bien. Puedo transcribir muchas citas bíblicas para graficar el paradigma de Dios, pero, voy a dejarlo a Jesús que te explique como un paradigma impacta a los hijos y como el efectivizó el Paradigma de su Padre en pos de la salvación del mundo:
“Respondió entonces Jesús, y les dijo: De cierto, de cierto os digo: No puede el Hijo hacer nada por sí mismo, sino lo que ve hacer al Padre; porque todo lo que el Padre hace, también lo hace el Hijo igualmente.
Porque el Padre ama al Hijo, y le muestra todas las cosas que él hace; y mayores obras que estas le mostrará, de modo que vosotros os maravilléis.
Porque como el Padre levanta a los muertos, y les da vida, así también el Hijo a los que quiere da vida.
Porque el Padre a nadie juzga, sino que todo el juicio dio al Hijo, para que todos honren al Hijo como honran al Padre.  El que no honra al Hijo, no honra al Padre que le envió.
De cierto,  de cierto os digo:  El que oye mi palabra,  y cree al que me envió,  tiene vida eterna;  y no vendrá a condenación,  mas ha pasado de muerte a vida”.
San Juan 5:19-24.
Tus hijos harán lo que te vean hacer a ti. Levanta a los muertos y tus hijos también levantaran muertos. Organiza tu familia y explícale los resultados de ser fieles a Dios. Deja que Cristo gobierne tu vida y tu descendencia anhelara ser gobernada por Jesús. Fiel es el Padre Celestial que en la persona del Espíritu Santo te ayudará.
Que tu paradigma sea aprobado por Dios. Que tu afán sea hacer su voluntad y glorificar a Jesús a través de tu familia. Que el Espíritu de Dios de un espíritu de obediencia a tus hijos, de modo que reciban recompensa del Señor, como recibieron los recabitas: “Y dijo Jeremías a la familia de los recabitas: Así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: Por cuanto obedecisteis al mandamiento de Jonadab vuestro padre, y guardasteis todos sus mandamientos, e hicisteis conforme a todas las cosas que os mandó; por tanto, así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: No faltará de Jonadab hijo de Recab un varón que esté en mi presencia todos los días”. Jeremías 35: 18-19.
Aprende a mirar a través de lo visible lo invisible. Observa en la figura de tus descendientes el plan general del Señor. Sírvele de acuerdo a esta visión.
Dios siembra en ti para cosechar en tus hijos. Una cosecha que no tiene fin.

Como la casa de Fares

B

ooz podía mirar para atrás y ver su legado. El deseo de todo la ciudad de Efrata al bendecir su casamiento tenía este punto de partida. Desear que la descendencia de Booz y Rut sea tan fecunda y próspera como lo fue la casa de Fares, de la cual descendía todo Belén Errata.
Era un buen deseo. Pero no dejaba de tener su historia. Lo más sorprendente de esto, y es en lo que quiero que pongas atención, es que al introducirnos en los antecedentes del legado familiar dejado a Booz a través de sus antepasados vamos a encontrar muchos aciertos y errores. El valor que diferencia es que estas personas, en forma individual, y como familia, en forma general, tenían promesas de Dios, como tú y yo.
Pero no basta con las promesas, hay que creerle al Señor. Esto supera todos los errores y permite mirar más allá de ellos o por sobre las deficiencias humanas. Estos levantaban la mirada y veían al Mesías nacer en su “Casa”.
También vamos a entender que el deseo del Señor es nuestra santificación. En todo esto, solo debe haber un pensamiento superior en nosotros que no es tanto el logro personal lo buscado sino, también, el legado que dejamos a nuestros hijos.
Toda familia tiene su historia. Ni buena ni mala, solamente humana. Lo importante es mirar para atrás con los pies firme en lo que somos hoy en Cristo Jesús y sin perder de vista el mañana.
Observemos el legado familiar de Fares, como cuya casa deseaban que sea la “casa” de Booz. Miremos el futuro con la idea de formar un paradigma familiar acorde a la Voluntad de Dios. El Espíritu Santo de Dios lo hará en ti como lo hizo en Fares, impactando a Booz y toda la línea generacional del Mesías Jesús, nuestro salvador.

Engaño

E

ste pecado se convierte en una transgresión generacional en el legado familiar de la familia de Jacob y trae muchas desgracias en la casa del patriarca. Solo el intervenir de Dios hace que el rumbo ideado en el cielo se desarrolle, pero, las consecuencias de dolor son inevitables. Dios perdona el pecado pero las consecuencias dejan sus huellas inexorablemente.
Si comenzamos observando a Jacob, el antepasado de Fares, debemos hacerlo en dos etapas de su vida. Estas se grafican en el cambio de nombre de Israel por Jacob en su encuentro con Dios en Peniel. Sin embargo, hay un común denominador en Jacob que prevalecen en estas dos etapas y que esto es consecuencia de todo: Su valoración por las cosas de Dios. Algo que Esaú dejó claro que le faltaba.
En el embarazo de Rebeca, ya se manifestaba la diferencia de “carácter” de estos dos hermanos.
Peleaban en el vientre de su madre y, tras esto, Dios le revela a ella que no solo estaba embarazada de dos bebes, sino de dos naciones. Estas no solo iban a diferenciarse grandemente entre sí, en relación con sus costumbres y disposiciones; sino que iban a enfrentarse por sus intereses respectivos.
La pugna existente entre los dos por salir primero, lo refleja más claramente Óseas[254] quien advierte, dentro del carácter de Jacob en el vientre de su madre, un perfil belicoso al tomar del calcañar, o talón, a su hermano; como si quisiera dejarlo atrás e impedir que fuese el primogénito. También, físicamente eran diferentes. Esaú salió pelirrojo y velludo como si ya fuese un hombre crecido. Era una indicación de que era fuerte y cabría esperar de él que sería robusto, atrevido y activo.
Jacob, en cambio, era suave y delicado, como cualquier otro niño normal.
Al nacer los gemelos, la historia va marcando el interés de uno y desinterés del otro en relación a la primogenitura. Ésta pertenecía a Esaú por providencia y a Jacob por promesa. Era un privilegio espiritual por la bendición que comportaba y la promesa a la que estaba vinculada.
El profeta Óseas (Capitulo 12 verso 3), hace referencia a lo observado anteriormente: al Jacob “que en el seno de su madre tomó por el calcañar a su hermano”[255].
Al respecto observamos en su nombre el carácter de Jacob: El vocablo Jacob (hebreo: yaaqob) viene del verbo aqab, que se suele traducir por “asir del talón, pero también tiene el sentido de “ir pisándole los talones – como se dice vulgarmente al que va adelante, para ver si este falla – (M. Trezzi).
Cuando mayor, Jacob obtiene mediante engaño y en complicidad con su madre la bendición de Isaac, su padre. Esaú enojado por el engaño dijo que “bien llamaron su nombre Jacob, pues ya lo había suplantado dos veces: apoderándose de su primogenitura, y ahora había tomado su bendición”[256]. En este pasaje Esaú da origen al nombre de Jacob, como el “engañador”, “impostor”, “el que suplanta”. Es menester entender que detrás de la primogenitura ambos tenían un interés material, al cual Jacob agregó el espiritual.
Óseas a continuación añade que el patriarca “Con su poder venció al ángel”. En contraste a la primera parte del versículo que denunciaba al Jacob “usurpador”; esta segunda parte describe al Jacob “luchador”.
Un nuevo carácter trabajado por Dios, pero cuyo precio para el patriarca se elevó por el mucho engañar y ser engañado, el excesivo huir y demasiado temer.

Jacob: Él que luchó con Dios y con los hombres y venció.

C

argada su alma de ansiedad y preocupación, Jacob se prepara para encontrarse con su hermano Esaú. Este encuentro era fundamental para el cumplimiento de todos los deseos de Jacob. Todo lo que persiguió desde el vientre de su madre tendrían, en este momento clave de su vida, el resultado final.
Cuanto había conseguido con engaño se esfumaría delante de la espada airada de su pariente. Esaú venía a él con cuatrocientos hombres armados. Siente en su interior, que aún su “casa” corre peligro de ser exterminada[257].
De la misma manera que la definición de un luchador puede ser contradictorio; mucho más si queremos definir al triunfo. Cuantas veces Jacob habrá pensado que en la lucha que libró con su hermano por la primogenitura y la bendición había vencido.
Asimismo, nos podemos engañar con mucha facilidad al creer en las victorias momentáneas que son productos del obrar, con buenas o malas intenciones, sin obedecer al Señor o esperar a que él “cumpla sus propósitos en nosotros”[258] a su modo y en sus tiempos. Luego, los espejismos de “haber ganado” se desvanecen y nos encontramos con la realidad del fruto del engaño. No hay victoria segura sino la que viene de luchar con las armas de Dios.
La realidad de Jacob era su hermano viniendo hacia él. El aprovechamiento de la debilidad ajena; sus mentiras, sus huidas, sus hijos y sus mujeres cosechaban lo que él había sembrado. Lo vemos al patriarca pasando el vado de Jaboc y dejar en una orilla a su familia, y quedarse solo. En esa soledad se encontró con Dios.
Este es uno de los relatos misteriosos de la Biblia. Un varón se le presenta y lucha con él. Es identificado por Óseas como un “ángel”[259]. Lo más sobresaliente es que dice que “venció al ángel” y “prevaleció”. Concluye este episodio diciendo que “lloró y le rogó”. “Así se quedó Jacob solo; y luchó con él un varón hasta que rayaba el alba. Y cuando el varón vio que no podía con él, tocó en el sitio del encaje de su muslo, y se descoyuntó el muslo de Jacob mientras con él luchaba. Y dijo: Déjame, porque raya el alba.  Y Jacob le respondió: No te dejaré, si no me bendices.  Y el varón le dijo: ¿Cuál es tu nombre?  Y él respondió: Jacob. Y el varón le dijo: No se dirá más tu nombre Jacob, sino Israel; porque has luchado con Dios y con los hombres, y has vencido”[260].
No se puede justificar el engaño porque es algo que se hereda; (él sufrió el engaño de sus hijos cuando vendieron a José a unos mercaderes madianitas. Cuenta la historia bíblica que “Entonces tomaron ellos la túnica de José,  y degollaron un cabrito de las cabras,  y tiñeron la túnica con la sangre; y enviaron la túnica de colores y la trajeron a su padre,  y dijeron:  Esto hemos hallado;  reconoce ahora si es la túnica de tu hijo,  o no. Y él la reconoció,  y dijo:  La túnica de mi hijo es;  alguna mala bestia lo devoró;  José ha sido despedazado”[261], Jacob sufrió  lo que sembró).
El pecado es cualquier transgresión o acción que ofende al carácter Santo de Dios. Resulta lo opuesto a la Santidad del Padre. Hemos observado las consecuencias del pecado heredado a través de la primera casa, la de nuestros padres Adán y Eva.
El pecado resulta en "muerte". Romanos 5:12 dice que “Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron”. En el verso 21, agrega además, “para que así como el pecado reinó para muerte, así también la gracia reine por la justicia para vida eterna mediante Jesucristo, Señor nuestro”.
La consecuencia del pecar es esclavitud, dice Pablo en Romanos 6:16: ¿No sabéis que si os sometéis a alguien como esclavos para obedecerle, sois esclavos de aquel a quien obedecéis, sea del pecado para muerte, o sea de la obediencia para justicia?” y sostiene terminantemente que “Mas ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin, la vida eterna. Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro”[262].
El doctor William Barclay[263] afirma que “El pecado fue lo que arruinó e hizo naufragar la vida que Dios había soñado para el hombre. Pero no es menos cierto que la muerte también alcanza al alma. La muerte física y espiritual es, según Pablo, resultado del pecar. Una de las mejores formas de averiguar el significado real de una palabra es examinar las otras que la acompañan.
Hamartia está relacionada con blasphemia (Mateo 12:31). El significado básico de blasphemia es insulto. El pecado es, pues, un "insulto" a Dios. Insulta a Dios porque se burla de sus mandamientos, porque pone al Yo en el lugar que corresponde a Dios y, sobre todo, porque agravia su amor.
Hamartia está relacionada con apate (Hebreos 3:13).  Apate es "engaño". El pecado es siempre engañoso, pues promete hacer lo que no puede. El pecado es siempre una mentira. Cualquier hombre que peca, que hace o toma algo prohibido, actúa así porque cree que será más feliz haciendo o tomando ese algo. El pecado lo engaña para que piense de ese modo. Pero la experiencia llana es que una acción o posesión, producto del pecado, nunca trae felicidad a ningún hombre. Ya hace tiempo que Epicuro, con su moral estrictamente utilitaria, dijo que el pecado nunca puede traer felicidad, porque, entre otras cosas, deja al hombre con el constante temor de ser descubierto”.
Oró a Dios, para que a través del Espíritu Santo, Jesús sea glorificado en ti y para que mediante el don de revelación, todos los pecados ocultos tanto personales como familiares sean revelados ante tus ojos y puedas pedir perdón a Dios. Eso te dará vida espiritual.
El Jacob usurpador debía morir para dar lugar a una nueva criatura en Dios. El pecado del engaño seguía afrentando y lastimando a la familia de Jacob y se traspasaba a sus hijos.

Veamos al padre de Fares: Judá, hijo de Jacob.
Con toda probabilidad Judá se comprometió muy joven y con mucha precipitación; asimismo dio en matrimonio a sus hijos demasiados adolescentes, cuando aún no tenían ni la capacidad ni responsabilidad para comportarse debidamente.
La madre de Fares, llamada Tamar, era apenas una niña cuando se concertó su matrimonio. Tan joven como su primer marido quien se llamó Er. Éstos eran apenas adolescentes, si tomamos como referencias los hechos que rodearon la salida de Judá de la casa paterna, la casa de Jacob: José tenía 17 años[264] cuando fue vendido por sus hermanos a Egipto. Tras este triste y vergonzoso acontecimiento, donde Judá[265] fue el de la idea de la venta, éste se retira de casa de su padre[266]. Luego las Escrituras nos dicen que José era de 30 años[267] cuando es presentado a Faraón y nombrado segundo en el reino. Hubo siete años de abundancia y otros siete de hambre sobre la tierra. En estos tiempos de necesidad se lo ve a Judá volviendo a la casa de Jacob y negociando junta a la familia por alimentos en Egipto[268]. En este periodo de aproximadamente 25 a 30 años, Judá se casó con una mujer cananea llamada Súa. De esta le nacieron tres hijos, Er, Onán y Sela.
Casó a su primer hijo Er con Tamar, una mujer cananea. Éste fue notoriamente malvado; y lo fue “ante los ojos de Jehová”[269], como si dijera, en desafío a Dios y su ley. Las escrituras atribuyen a Dios la muerte prematura de Er[270]
Judá obligó a su segundo hijo Onán a casarse con la viuda, de acuerdo con la antigua costumbre para conservar el nombre de su hermano, que había muerto sin hijos. Esta costumbre de casarse con la viuda del hermano fue después incorporada a la ley de Moisés[271].
Aunque aceptó casarse con Tamar, sin embargo Onán rehusó dar descendencia a su hermano. Abuso de su propio cuerpo, del de su mujer, y de la memoria de su fallecido hermano. “Y desagradó a Dios lo que hacía, y a él también le quitó la vida”[272].
Sin lugar a dudas los acontecimientos se tornaron tristes para Judá. La pérdida de sus dos hijos mayores; el compromiso con una viuda a quien estaba obligado a darla en casamiento a su tercer y único hijo vivo. Sumado a esto, el miedo que tenía a que Sela también muriera como si creyera que Tamar tenía alguna responsabilidad en estas desgracias.
Por este motivo la convence a esperar a que su hijo menor tenga la edad suficiente para casarse, y luego la daría a ella en casamiento a Sela, para levantar memoria a sus hijos muertos.
Pero la muerte no se alejó demasiado de la casa de Judá. También murió Súa, su mujer.
El tiempo pasó y Tamar se sintió engañada. Con el fin de llegar a su propósito, casarse con Sela y salir de su viudez, utilizó el mismo método: el engaño.
Enterada de que su suegro estaba en Timnat para trasquilar las ovejas[273], se vistió como prostituta y se paró a la entrada de Enaim, que quedaba en el camino del patriarca hacía su destino.
Cuando el hijo de Jacob la vio, la tuvo por ramera. Tras negociar con ella tuvo relación íntima de la cual ella quedó embarazada.
Pasado el tiempo Judá se enteró de que Tamar estaba encinta e ignorando que era de él, mandó matarla.
Cuando era sacada para ser quemada, acusada de adulterio, la mujer hizo saber al patriarca todo lo acontecido. Como prueba le envió las prendas personales de él[274], que habían quedado en su poder luego de aquel encuentro íntimo.
El hijo de Jacob reconoció que esto era verdad. “Aconteció que al tiempo de dar a luz, he aquí había gemelos en su seno. Sucedió que cuando daba a luz, que sacó la mano el uno, y la partera lo tomó y ató a su mano un hilo de grana, diciendo: Este salió primero. Pero volviendo él a meter la mano, he aquí salió su hermano; y ella dijo: ¡Qué brecha te has abierto! Y llamó su nombre Fares.
Después salió su hermano, el que tenía en su mano el hilo de grana, y llamó su nombre Zara”[275].
Es un buen momento para detenernos. Mirar nuestro legado heredado. Ver aquello que no es nuestro sino traspasado de generación a generación. Lo que pertenece a nuestra “Casa”, al gobierno natural ejercido sobre nosotros. Allí vamos a encontrar rasgos psicológicos, físicos y espirituales, pecados propios y generacionales, que de no ser tratados trasladaremos a nuestras generaciones futuras. A continuación una guía práctica para detectar la acción de estas herencias. El fundamento es que las descubras y busques conserjería pastoral que te guié en una renuncia de estos pecados.

Las Heridas o traumas
A)   El abuso: 
Se ha implantado una estrategia diabólica en los últimos tiempos para destruir las vidas de las personas. Este espíritu de abuso o maltrato intenta operar desde que la persona es bien joven, para que cuando llegue a la edad adulta este llena de sentimientos y emociones negativas. La experiencia del abuso es una experiencia de dolor, difícil de procesar.
                  ABUSO FÍSICO: La ley de la violencia.
                  ABUSO VERBAL: Palabras hirientes, golpes verbales.
                  MALTRATO EMOCIONAL: Padres, novios, esposos controladores.
                  ABUSO EMOCIONAL: Mentiras, engaños de otras personas.
                  ABUSO ESPIRITUAL: Peor de todos.
                  ABUSO SEXUAL: Sucede en todos los extractos.
B)   El rechazo: Ausencia de aceptación incondicional.
Hay dos tipos de rechazos:
1- Rechazo abierto: Es definido como conducta obvia que lleva un mensaje: “El niño no es amado”: 
Decir al niño que no fue deseado.
Decir al niño que hubiera preferido que no naciera.
Decir al niño que esperaban un hijo de otro sexo.
2- Rechazo cubierto o cerrado: Tiene lugar de maneras más sutiles que, muchas veces, no expresan las intenciones de los padres.
La muerte del padre, puede ser recibida como un rechazo.
La sobreprotección también tiene la tendencia de no permitir al niño desarrollarse normalmente.
Niños frente al divorcio de sus padres.
Padres que hacen la diferencia entre los hermanos.
C)  La Inferioridad: Proverbios 23:7.
Llaman la atención.
Muestran orgullo o superioridad.
D)  La falsa culpa: Cuando no cumplimos con los mandatos que otros nos imponen: “Los debes”.
La indiferencia, la falta de afecto, los silencios.
Las acusaciones y el contexto autoritario.
¿Que debemos hacer si detectamos estas afectaciones en nosotros? (Siempre es mejor recurrir a un pastor o líder espiritual que pueda guiarnos en esto):
1- Renunciar a todo sentimiento de culpas falsas, baja autoestima, inferioridad, abandono y rechazo.
2- Perdonar a todas las personas que nos han herido.
3- Echar fuera en el nombre de Jesús, todo espíritu inmundo de rechazo y otros espíritus similares.
4- Reconocer que mediante la sangre de Jesús, nosotros ahora estamos en “Cristo” sentados con él en lugares celestiales.
Lo importante es que tienes el privilegio de pararte y mirar el pasado desde la posición que hoy ocupas. Como hijo de Dios. Renunciando al gobierno natural para sujetarte al gobierno de Cristo[276]. En un proceso de transformación, a la misma imagen de Jesús por el Espíritu Santo de Dios[277].

Prácticas ocultas
Niños y niñas nacen afectados por pactos y ritos satánicos realizados por sus antepasados. A veces estas costumbres están tan naturalizadas que nos son familiares estas cosas. Muy comunes. Debemos investigar si, en forma personal o nuestros mayores practicaron activa o pasivamente en:
* Tirada de cartas                                                                         * Viajes astrales
* Adivinación (cartomancia, quiromancia)                                  * Grafología
* Parapsicología: percepción, hipnosis, clarividencia.                 * Astrología                                        
* Magia blanca, roja, negra, amarilla.                                          * Contacto angelical.
* Llamados de fuerzas espirituales.                                              * Espiritismo.
* Lecturas o encuentros con ovnis.                                              * Meditación trascendental.
* Juego con la tabla ouija (o juego de la copa)                            * Incorporación de espíritus.
* Conjuros, oraciones, encantamientos.                                       * Control mental.
* Tarot.                                                                                         * Procesiones.
* Orientalismo.                                                                             * Yoga.
* Carta natal o zodiacal                                           * Medicina y psicología de la nueva era.
* Promesa a algún santo.                 .                                             * Visualización    
* Promesas o pactos: Confirmación, bautismo, etc.)                     * Terapia de vidas pasadas
* Hechicería                                                                                   * Pompa yira
* Brujería                                                      
* Espíritus territoriales (gauchito Gil, Pombero, Pancho Sierra, otros.
Involucramiento en lo sectario:
* Testigo de Jehová            * Espiritismo                    * Umbanda
* Macumba                          * Vudú                             * Mormones
* Ciencias cristianas            * Nueva Apostólica         * Orientalismo * Otros.
Debemos entender que el ocultismo está terminantemente prohibido en la Biblia:
 “[278]No sea hallado en ti quien haga pasar a su hijo o a su hija por el fuego, ni quien practique adivinación, ni agorero, ni sortílego, ni hechicero, ni encantador, ni adivino, ni mago, ni quien consulte a los muertos. Porque es abominación para con Jehová cualquiera que hace estas cosas, y por estas abominaciones Jehová tu Dios echa estas naciones de delante de ti. Perfecto serás delante de Jehová tu Dios. Porque estas naciones que vas a heredar, a agoreros y a adivinos oyen; mas a ti no te ha permitido esto Jehová tu Dios”.
No es bueno pensar que uno tiene la suficiente capacidad para orar por estos problemas espirituales, lo aconsejable es que usted recurra a un pastor y ore una oración de renuncia, tanto por sus propias prácticas ocultistas como por las de sus antepasados.


Herencias:
              BIOLÓGICO--- PSICOLÓGICO (CONDUCTAS) --- ESPIRITUAL.
Herencia espiritual: (Éxodo 34:6-7).
Abuelo golpeador --- Padre golpeador --- Hijo golpeador = Espíritu de Violencia.
Abuelo suicida      --- Padre suicida      --- Hijo suicida     = Espíritu de Suicidio.
El objetivo es identificar los pecados generacionales y, así, descubrir los espíritus familiares que han trabajado y destronarlos.
Pactos o prácticas ocultistas heredados:
Practicas ocultistas de sus antepasados.
Objetos ocultistas heredados: Amuletos, crucifijo, etc.
Dones ocultistas heredados.
Maldiciones familiares: Tener cierto derecho sobre su ser (El de la autoridad legal o paterna).
Maldiciones ocultistas: Una adivina, umbandista, etc.
Maldiciones emocionales: Frases descalificadoras, palabras de derrotas, malas palabras, etc. Proverbios 12:18.
Es muy importante identificarnos con los pecados de nuestros antepasados. Debemos renunciar al pecado de nuestra familia y nuestro.
Leemos en Ezequiel 13:18–23, donde el Señor muestra todo su enojo, nos enseña las consecuencias y su deseo de accionar a favor de las personas: “y di: Así ha dicho Jehová el Señor: ¡Ay de aquellas que cosen vendas mágicas para todas las manos, y hacen velos mágicos para la cabeza de toda edad, para cazar las almas!   ¿Habéis de cazar las almas de mi pueblo, para mantener así vuestra propia vida? ¿Y habéis de profanarme entre mi pueblo por puñados de cebada y por pedazos de pan, matando a las personas que no deben morir, y dando vida a las personas que no deben vivir, mintiendo a mi pueblo que escucha la mentira?  Por tanto, así ha dicho Jehová el Señor: He aquí yo estoy contra vuestras vendas mágicas, con que cazáis las almas al vuelo; yo las libraré de vuestras manos, y soltaré para que vuelen como aves las almas que vosotras cazáis volando. Romperé asimismo vuestros velos mágicos, y libraré a mi pueblo de vuestra mano, y no estarán más como presa en vuestra mano; y sabréis que yo soy Jehová. Por cuanto entristecisteis con mentiras el corazón del justo,  al cual yo no entristecí,  y fortalecisteis las manos del impío,  para que no se apartase de su mal camino,  infundiéndole ánimo, por tanto,  no veréis más visión vana,  ni practicaréis más adivinación;  y libraré mi pueblo de vuestra mano,  y sabréis que yo soy Jehová”.
Por lo tanto, debemos renunciar a:
- Estampitas - cristales - pirámides - ajos - rosarios - talismanes o amuletos- Objetos o dibujos con inscripciones extrañas - Tambores, campanas (comprados en santerías)   - Objetos dados por: brujos, ocultistas o sectas.  - Cáliz (con finalidad de magia) - música: rock, pesada, metal.  - crucifijos - lechuzas - pósters extraños - ídolos (chinos, indígenas, latinos, etc.)  - ekekos - imagines - cuadros religiosos - velas - sahumerios - libros de ocultismo - anillos extraños - objetos de la Nueva Era: estatuas, libros, elementos para ingerir como medicinas naturales, etc.
Las tradiciones de nuestra familia. La religión de nuestros padres. Nuestras costumbres, de nuestro pueblo, de nuestros antiguos, el legado de los ancestros, todo se convierte en obstáculos a tratar cuando estos están alejados del Propósito de Dios.
Escuche decir a un hombre de quien platicábamos del Evangelio: - Creer algo diferente es traicionar la religión de mis padres -.
Una hermana con un llamado tremendo de parte de Dios decía: - No me pidan que me deshaga de esta imagen, pues me la regaló mi marido -.
Una joven expresaba: - Esta medallita fue de mi abuela, de mi bisabuela, de mi madre y será de mi hija-, interrumpiendo, por su ligamento a algo que representa una suerte de guardián protector y que ata a las personas por los sentimientos o creencias, la voluntad del Señor en sus vidas.
Las costumbres heredadas, en las cuales, quizás nunca supimos ni nos interesó estar al corriente de sus raíces, casi siempre paganas, es uno de los instrumentos utilizados por el Diablo para que las personas desoigan el llamado y no respondan positivamente a Dios.
Lo más tremendo de esto, es que esta atadura traspasa generaciones.
Entender, reconocer, confesar y renunciar a estos pecados es el desafío.
- Abraham, deja tu casa – fue la orden de Dios al patriarca. Mucho le costó al “amigo de Dios”. Nos alienta saber que Dios quiere hacer una nueva casa a partir de nosotros que afectara mil generaciones. Un nuevo paradigma familiar. Un nuevo carácter en nuestros descendientes.
Vuelvo a repetir que lo más aconsejable es buscar conserjería pastoral al hacer estas clases de renuncias, de existir razones para realizarlo personalmente, añado un modelo de oración de renuncia:
“Bendito Dios: Te pido en el Nombre de Jesús que escuches mi oración.
Reconozco mis pecados. Renunció al pecado de……………………………………………. (Realiza una lista de pecados personales a los cuales quieres renunciar). También, en nombre de mis familiares y antecesores, pido perdón por los pecados con que ofendimos tu Santidad por siglos (realiza una lista de pecados familiares a los cuales quieres renunciar, ejemplo: alcoholismo, adulterio, aborto, mentiras, falsedad, etc.).
Renuncio a las herencias heredadas, tanto biológicas, psicológicas o espiritual…………………………………………………………………………………… (En este caso agrega todas aquellas prácticas ocultistas que recuerdes de tus antepasados y personales, también los patrones de conductas erróneos o todo aquello en lo que hayas encontrado identificación durante el estudio).
Sé que me dañaron, pero con tu ayuda los perdono. En el Nombre de Jesucristo de Nazaret y con tu autoridad rompo su control en mi vida y en las de mis hijos y toda mi descendencia. La declaro bendita y digo como David “Ten ahora a bien bendecir la casa de tu siervo/a, para que permanezca perpetuamente delante de ti, porque tú, Jehová Dios, lo has dicho, y con tu bendición será bendita la casa de tu siervo para siempre”. Amén.

De ninguna manera Dios quiere quedarse al margen de las circunstancias desfavorables que acompañan al legado familiar erróneo que heredamos. Todo lo contrario, su principal objetivo es revertir lo malo en bueno, las maldiciones en bendiciones y la herencia negativa en un legado de victoria en Cristo Jesús, como lo hizo con la familia de Jacob.






  

Capítulo IV: El Hogar



E
l hogar es racional. Es un lugar, no un espacio. Es un lugar mental.
Este producto mental encierra lo que la casa me afectó a mí. Es lo que va con nosotros donde quiera que estemos[279].
Es un lugar idealizado cómodamente. Donde nos sentimos seguro. Es la esfera a la que pertenecemos. Pero, ese lugar de pertenencia no se limita a un espacio físico.
En todo análisis del hogar hay siempre una distinción previa entre lugar y espacio (Relph, 1976; Seumon, 1979; Buttimer, 1980). “Esa distinción previa expresa una diferencia vivencial entre esas dos zonas del mundo, amplias o estrechas, una de las cuales nos despierta sentimientos y la otra no”[280]. Los lugares son espacios humanos, el foco de la experiencia y la intención, de los recuerdos y los deseos. No son abstracciones. Son, quizá más que ninguna otra cosa, fuentes importantes de la identidad individual y comunal (Relph, 1976, Pág. 141).
Cuando hablamos de un hogar cristiano, entonces, no estamos hablando de un espacio sino de un lugar. Estamos hablando de un rasgo intangible. De un lugar mental que va con nuestros hijos donde quieran que ellos van en esta vida. Un lugar lleno de recuerdos y emociones que a ellos les dan un sentido de pertenencia y seguridad. Un lugar de relación, donde Jesús es el centro, o no.
El recuerdo de la casa[281] hizo volver al hijo pródigo. Sabía que aún como siervo, estar en la casa le daría el sustento diario. A veces cuando predicamos esta palabra, confundimos el término hogar con casa. Decimos que el recuerdo del hogar cristiano hace volver a los hijos que se alejan del Señor y eso es verdad, pero, este hijo volvió, tanto por el alimento que proporcionaba la “casa” de su padre como también por el recuerdo misericordioso que “aún a los jornaleros” hacía que no les faltara de esta compasión. Porque, como vimos anteriormente, la casa es una unidad cultural y económica, pero el hogar es un constructo mental.
Era de esperar que esta construcción de hogar fuera con él donde quiera que este joven estuviera y regiría su conducta, pero, los hijos tienen un periodo de tiempo en nuestro hogar y luego salen para hacer su propio hogar. Al analizar “casa” nos damos cuenta que esta no cumplió con el cometido que tenía como tal en este hijo. Pero, tampoco el hogar estaba desarrollando una consecuencia de acción en la vida de este joven.
Volver al hogar o volver a la casa, son dos cosas totalmente diferentes. El joven pródigo dejó, tanto su casa como su hogar.
Es sencillo, dice Silverstone Roger, comprender en que circunstancia el hogar puede considerarse (y llega a ser) un lugar que se abandona, que se evita y del cual se reniega. Es aquella construcción mental, llena de recuerdos y emociones que no queremos repetir e idealizamos otro hogar diferente.
El hogar del hijo pródigo era un lugar de trabajo, de misericordia, de lealtad (ver al hijo mayor[282]). Nuestros hijos dejan nuestro hogar cuando no están dispuestos a imitar el constructo mental en el cual lo hemos criado. No están dispuesto a ejecutar sobre sus descendientes lo que, como legado le dejamos.
“Integrado a la vida cotidiana promedio, el hogar es la conciencia de un punto fijo en el espacio, una posición firme desde la cual “obramos” (…) y a la cual regresamos oportunamente. Esa posición firme es la que llamamos hogar (…) “Regreso al hogar” debería significar: la vuelta a esa posición firme que conocemos, a la que estamos habituados, en la que nos sentimos a salvos, y donde nuestros vínculos emocionales son más intensos” Agnes Heller, 1984, Pág. 239.
Mirándolo desde los ojos de padre terrenal y no de Dios. ¿Es el dejar el hogar, transmitido por su conducta contraria a la de su padre[283] y su hermano, lo que llevó a este padre a considerar muerto o perdido a su hijo?[284] La idealización de hogar cumple una función y, como tal, tiene consecuencias para la conducta y la evaluación de nuestra vida cotidiana y para nuestros sentimientos de seguridad, apego y pérdida.
“Hogar”, dice Silverstone, es un concepto vigoroso. Decir de alguien que es una persona sin hogar implica atribuirle cierta falta de moral o debilidad. Sentir apego a un lugar y ser una persona “ubicable” son elementos esenciales de la vida contemporánea.
Cuando hablamos de hogar cristiano, nos referimos a una construcción mental que da seguridad: en Dios, en sus promesas terrenales y de Vida Eterna, y en los cristianos. Esta seguridad se transmite en la forma de obrar hogareña. El recuerdo de hogar cristiano va a surgir de lo que nuestros hijos lleven en sus emociones y recuerdos[285].
Cuando nos pregunten sobre nuestro hogar cristiano vamos a decir de nuestras oraciones en familia, el recuerdo de la preparación familiar para el culto, el asiento en la Iglesia. La imagen de papá y mamá orando y ayunando antes de encarar una situación difícil. La interrelación con los demás cristianos, parte del Cuerpo de Cristo. El pedido de perdón cuando como padres nos equivocamos. El discurso veraz de un cristianismo real y de relación personal con Dios. El hogar cristiano va en el corazón y nunca lo dejamos. Es algo digno de anhelar e imitar. Es la construcción bíblica de un Arca de salvación en la fe en Cristo Jesús.
Este ser peculiar y privativo de cada persona, que es el desarrollo del carácter, va a tener su fundamento en una lucha cotidiana frente a un mundo de creciente no-lugar. El trabajo más eficaz del diablo recae en esto: hacer de nuestros hijos personas sin hogar, sin lugar, sin constructo mental que traspase nuestras generaciones. Nuestro embate contra estas artimañas es dejar un legado y formar un carácter cristiano semejante al carácter de Cristo.
El mundo patriarcal, aunque tenía un contexto histórico diferente al nuestro, necesitaba la decisión personal de los constructores del hogar de traspasar esta relación a sus descendientes. Por eso Dios eligió a Abraham, porque él daba la seguridad de que desarrollaría este carácter relacional de hogar, enseñando a sus hijos a conocer y valorar el Amor de Dios y su propósito.

Lugar y No-lugar. Modernidad y posmodernidad.

M
uchos geógrafos han definido esa potencia que se asigna al lugar y que se anuncia en ideas e ideologías del hogar como una clave, si no ya de la modernidad, al menos de una crítica de la modernidad.
“Quizás sea cierto que el hombre moderno es (…) un ser sin hogar y que la falta de apego por los lugares que representan el hogar se haya extendido ampliamente. Pero desdeñar la importancia del hogar (…) es demasiado terminante; sin duda hay más estadios de asociación con los sitios que representan el hogar entre el apego completo y el más absoluto desapego”. Relph, 1976, Pág. 40; véase Berger y otros, 1974.
Es muy importante atender a este hecho histórico de un periodo moderno que nos afectó[286]. Una posmodernidad que intenta vaciarnos de estos sitios que representan al hogar y llevarnos a un profundo desapego. Si sumamos a esto el momento sociocultural, económico e histórico de crisis que afecta este nuevo milenio, donde la globalización, la crisis de los Estados, enmarcándose nuevos Estados transnacionales como el Mercosur o la Comunidad Europea y que tiende a generalizarse en el mundo entero, como un nuevo orden mundial que arrasa con lo heterogéneo y tiende a homogeneizar.
Nuestros hijos están inmersos en este aparato dispuesto a alejarlos del hogar.
Edward Relph insinúa la posibilidad de que en nuestra vida cotidiana seamos en gran medida inconscientes de los lazos que nos atan a los lugares, sin embargo, esto no altera su significación. “Pero si realmente tenemos nuestras raíces en un lugar y nos sentimos atados a él, y si ese lugar es auténticamente nuestro hogar, entonces todas estas facetas son profundamente significativa e inseparables. Esos lugares-hogares son en realidad las piedras fundamentales de la existencia del hombre, pues suministran no solo el contexto para toda actividad humana, sino también la seguridad y la identidad a los individuos y a los grupos”, Relph, 1976, Pág. 41.
La condición de no-lugar implica separar a la humanidad de los lugares. Denota un ambiente, dice Silverstone, que carece de lugares significativos y también una actitud básica que no asigna significación a los lugares. “Alcanza los niveles más profundos del lugar, corta las raíces, borra los símbolos, remplaza la diversidad por la uniformidad, y el orden vivencial, por el orden conceptual. En su nivel más profundo, implica una alineación completa y quizás irreversible de los lugares como hogares de las personas (Relph, 1976, Pág. 143). La lucha entre lugares y no lugares quizá sea una lucha entre modernidad y posmodernidad (Berman, 1983; Harvey, 1989). Pero también es una lucha cotidiana en la que bregamos por crear y mantener el lugar y el hogar en un mundo de creciente no-lugar.
El hecho de que nosotros a veces ignoremos lo que sucede, no quiere decir que no suceda. El misterio de la iniquidad está en marcha. Avanza y es nuestro deber leer el mundo, el sistema que lucha contra nuestro hogar.
Entendiendo la significación del hogar, como una construcción mental. Un lugar mental que irá con nuestros hijos donde quiera que ellos vayan. Que estos lugares se alojaran en nuestra sensibilidad por diversas razones asociadas con nuestro propio presente y nuestro propio pasado, así como el presente y el pasado de otras personas. Debemos trabajar por construir este producto mental llamado hogar, que encierra lo que la casa afectó a nuestros hijos, fundamentado en el desarrollo de un carácter cristiano.
El carácter es el modo de ser peculiar y privativo de cada persona. También se define como, fuerza y elevación de ánimo, firmeza, energía. D. L. Moody decía: “El carácter es lo que somos en medio de la oscuridad, cuando nadie nos mira”. En otras palabras: Carácter es lo que somos en realidad, más allá de las caretas que disimulen nuestro interior.

Carácter: Un verdadero israelita, en quien no hay engaño

L
uego de su encuentro con Jesús, Felipe halló a Natanael. Después de unos intercambios de palabras, los encontramos caminando juntos para ver su gran descubrimiento: el Mesías.
“Cuando Jesús vio a Natanael que se le acercaba, dijo de él:
-He aquí un verdadero israelita, en quien no hay engaño-.
Le dijo Natanael: -¿De dónde me conoces?
Respondió Jesús y le dijo:
-Antes que Felipe te llamará, cuando estabas debajo de la higuera te vi.”-[287].
Las palabras de Jesús al describir a Natanael no eran una adulación. Si no que estaba describiendo el real carácter de este hombre, sincero y genuino, sin hipocresía ni duplicidad.
Natanael se sorprende de que lo conozca personalmente, y su pregunta refleja su modestia, como si dijera: -¿De dónde me conoces? No soy una persona importante para ser tan conocida-.
Su carácter era bien conocido por el Señor, lo que él era realmente en medio de la oscuridad, cuando nadie lo miraba.
-“Cuando estabas debajo de la higuera te vi”-. Jesús centro su conocimiento de él en algo muy privativo de su persona. Jesús le recuerda que lo ha conocido a la distancia, en la intimidad del santuario personal. Debajo de la higuera, donde Natanael, como buen israelita hacía su lectura diaria de la Ley.
Esta alusión a su intimidad con Dios bajo la higuera era muy personal que solo el propio Natanael sabía, por eso su exclamación admirativa:
-¡Rabí, tú eres el Hijo de Dios; tú eres el Rey de Israel!-.
Jesús descubrió el verdadero carácter de Natanael. Y el Padre le reveló el verdadero carácter mesiánico de Jesús. El carácter profético al llamarle Rabí.  Su misión divina; al llamarle Hijo de Dios. Y su realeza mesiánica al llamarle Rey de Israel.
El carácter de una persona se conoce con el tiempo.
El tiempo es quien determina en realidad quienes somos. En referencia a esto Jesús dijo que con el tiempo, a través de los frutos conoceríamos verdaderamente a los individuos[288]. Esto no nos permite sacar conclusiones a la ligera sobre una persona, ni para bien ni para mal. Tampoco podemos ignorar que Dios transforma al hombre en una nueva criatura. Cuando esta transformación sucede, no nos equivocaríamos al decir que esta tiene un nuevo carácter. No estoy hablando si se es colérico, o tímido, o melancólico, o flemático. Estoy hablando de lo que es en esencia, como persona.
En el relato anterior queda claro que el Señor sabe quiénes somos en nuestra más profunda intimidad. Pero él también sabe lo que podemos llegar a ser, permitiendo el obrar restaurador del Espíritu Santo de Dios en nosotros[289].
Nuestra santidad, nuestro accionar errado, nuestras palabras ociosas, todo colabora en un constructo mental que nuestros hijos van a aceptar o rechazar. Que va a influir sobre nuestros nietos y, a la vez, sobre los hijos de ellos hasta un punto impensado de generaciones siendo fieles a Dios.
Madera sobre madera. Respetando los detalles. Atendiendo las medidas. La construcción del Arca es una construcción de fe, pero racional, de trabajo y fidelidad al Maestro Constructor, el Espíritu Santo de Dios.
Es en el mundo donde se originan los métodos que atacan nuestra fe. Saber leer estos sistemas es leer las maquinaciones del enemigo. El sistema de gobierno espiritual que opera en las regiones celestes, tanto en los tiempos de Moisés, de José, de Daniel, David hasta Jesús y los Apóstoles, fue el mismo, porque el diablo no cambia, no sabe definir estrategia, solo imita. Por eso, Dios todo lo centró en el hogar, desde la Ley hasta la Gracia.
Transmitir la Palabra es una construcción mental, como cuando hacemos repetir a los niños las citas bíblicas para que penetren hasta lo profundo de su corazón. El ministerio de Jesús fue el ministerio de la Palabra, es más, Él es la Palabra.
Su ministerio también fue el ejemplo[290], dejando huellas para que sigamos sus pisadas. En la Palabra y en el ejemplo construyó un hogar para nosotros en Dios, y lo instaló en nuestra mente a través del Espíritu Santo[291]; un lugar que va en nosotros donde quiera que estemos.
Construye tu hogar sabiendo que es hogar: Un lugar mental. Un lugar donde debe reinar el amor a Dios[292]. Donde se centra el Pacto del Señor como depósito de su Palabra[293]. Un lugar construido con el ejemplo[294].
Cuando tus hijos digan “mi hogar” se llenaran de recuerdos y sentimientos. Cuando tus nietos digan “el hogar de mis abuelos” pensaran en las huellas que dejaste. Depende de vos que quieran seguir tus pisadas. Si las tuyas van detrás de Jesús, seguro te seguirán.
Comparte tiempo, salidas, momentos inolvidables. Hazlos inolvidables.
En los hombres que Dios usó había un gobierno de Dios sobre su persona y se impregnaba por toda su casa, como la savia recorre la vid y nutre los sarmientos. Son formadores de paradigmas familiares imitando el cielo. Hacen de su hogar un constructo mental digno de ser imitado.
El Espíritu Santo trabajará en ti para que a través tuyo formes una “casa” donde exista gobierno de Dios. Una descendencia que entienda que su consagración, su obediencia, el saber dónde poner su confianza, discerniendo los planes de Dios por entrar en su secreto, sumado a esto, el obrar eficaz del poder de Dios a través de su Espíritu Santo es poderosa.
Hogar es un constructo mental que irá con nuestros hijos en medio de los vaivenes de la vida. Es el recuerdo de un hogar cristiano.
Atiende a los momentos de felicidad. El gozo es fortaleza en nuestros hijos. Llena su niñez de alegría. Su adolescencia de momentos de regocijo en familia. Habla. Habla mucho con tus hijos. Explícales todo, nunca dejes que la oscuridad del no saber gane ventajas. Sincérate y muéstrate tal cual eres. El resto lo hará el Señor Jesús a través del Espíritu Santo.


  

CONCLUSIÓN


No se tiene noticia desde cuando los hombres intentaron cambiar las opiniones de los demás, pero hay que suponer que esos intentos surgieron con el desarrollo del lenguaje, porque del lenguaje procede la capacidad de persuadir a la gente sin necesidad de recurrir a la fuerza física.
Todo lo que se relaciona con cambiar a la gente suscita cuestiones importantes de tipo científicos y moral. En una era de ideologías en conflicto, cuando se está sometiendo a naciones enteras a través de los nuevos medios de Comunicación Social y de las nuevas técnicas, es necesario saber hasta qué punto se puede producir un cambio auténtico en la forma de pensar individual o de grupo.
Por otra parte, hay veces en que los cambios de actitud parecen necesarios y deseables, como es todo lo referente a enfermedades mentales, problemas raciales y sociales, etc. Algunos autores consideran que estos caminos que virtualmente se dan en los medios de comunicación, en su interacción sobre el individuo, no son tales ya que lo que verdaderamente produce el cambio es la actitud del individuo y está se produce en edades muy tempranas, cuando no ha tenido acceso a los medios.
Define el diccionario de la Real Academia Española a “la actitud” como la disposición de ánimo de alguna manera manifestada. En general, se entiende por actitud un estado de disposición mental y nerviosa, organizado a través de la experiencia que ejerce una influencia sobre la respuesta del individuo a todos los objetos y situaciones con los que está relacionado.
Nunca ha sido tan importante, como ahora, descubrir porque la gente mantiene ciertos criterios y los métodos con los que los otros tratan de influir sobre ellos. Para hacerlo, es conveniente dejar bien sentado que todas las actitudes surgen de estas fuentes:
1.      En las experiencias del niño durante sus cincos o seis primeros años de vida, con respecto a las relaciones con sus padres;
2.      En la asociación entre individuos o el encuentro de grupos formales o informales, en un momento posterior de la vida, y
3.      En las experiencias únicas y aisladas o experiencias similares repetidas a lo largo de la vida.
En primer lugar se trata de la cultura que los padres tratan de inculcarle al hijo en sus primeros años. Esta situación relacional con la casa, la familia y el hogar va a ser fundamental en la actitud que nuestros hijos van a tener hacía Dios. Esto se conoce con el nombre de influencia sociocultural mediatizada.
Posteriormente, la persona, en pleno desarrollo o ya desarrollada, aprende aún más a través de lo que se conoce como influencia sociocultural directa, ya sea por sí misma o a través de los grupos sociales a los que pertenece.
La congregación es fundamental en la influencia que produce convertibilidad. Los líderes de jóvenes y el liderazgo de grupos pequeños permiten esta influencia sociocultural directa dentro de la Iglesia. Uno de los procedimientos más eficaces, utilizados en la actualidad para conseguir un cambio de actitud, es la creación de un grupo en el cual se sientan integrados sus miembros, porque en estas circunstancias el individuo acepta el nuevo sistema de valores y creencias al aceptar su pertenencia al grupo.
Es útil distinguir entre opiniones, las actitudes propiamente dichas y los rasgos de carácter.
Las opiniones suelen ser efímeras y reflejan el sentimiento de la persona en el momento; en muchos casos reflejan más de lo que el individuo piensa que debería sentir que lo que de hecho siente. Se cambian con facilidad y pueden ser susceptibles, tanto a los consejos persuasivos como a una argumentación razonada.
Las actitudes, por otra parte, suelen ser duraderas y no reflejan necesariamente los sentimientos de las personas en general, aunque sí suele plasmarlos de algún grupo al que el individuo se haya asociado. Normalmente están enraizadas en los rasgos de carácter, que son lo que hacen que el individuo seleccione, de entre el torrente de estímulos que acuden constantemente a sus sentidos, sólo aquellos que están en consonancia con sus propias creencias profundamente arraigadas.
Los rasgos de carácter que surgen en los primeros años de la vida, son extraordinariamente resistentes al cambio. Todo el estudio presente trata de estimular hacía esto. El gobierno bíblico y la obediencia al Señor, llevó a los hijos de Noé y sus mujeres a construir el arca y obedecer a su padre, aunque no lo comprendían.
Otros de los factores primordiales en el tratamiento de Dios con Noé, fue el trabajo. Noé y su familia debieron trabajar duro para poder ser salvo. El pacto tenía toda la buena voluntad de parte de Dios y la gracia estaba allí manifestada. Pero, Dios no iba a hacer lo que les correspondía a ellos hacer. En esa obra se manifestaba su fe y valoración por la salvación. Con sus manos construyeron el arca.
Nuestro trabajo es formar un carácter en nuestra descendencia que la relacione con el Señor; una actitud que resista los embates de este mundo.
Los padres muchas veces cometemos el error de abandonar a nuestros hijos. Observemos el ejemplo de Jacob ante la insistencia de Esaú a ir con él: 
“Y Esaú dijo: Anda, vamos; y yo iré delante de ti. Y Jacob le dijo: Mi señor sabe que los niños son tiernos, y que tengo ovejas y vacas paridas; y si las fatigan, en un día morirán todas las ovejas. Pase ahora mi señor delante de su siervo, y yo me iré poco a poco al paso del ganado que va delante de mí y al paso de los niños, hasta que llegue a mi señor a Seir”. [295]
En nuestro anhelo por servir a Jesús muchas veces corremos, y no nos damos cuenta que nuestra familia no puede correr a nuestro ritmo. Son tiernos en los caminos del Señor. Que hermosa actitud de Jacob “iré poco a poco al paso de ellos”. No los abandonaré.
El Espíritu de Dios te dé revelación y seas un verdadero pastor/a en tu casa. Servidores que entienden que amar a Jesús es cuidar de sus ovejas y sus corderos que él nos dio. Que nuestros hijos no son nuestros, Dios los confió a nuestro cuidado.
Bendice a tu descendencia; a tus hijos y a los hijos de tus hijos. Bendícelos con autoridad, con paradigmas familiares, con carácter; bendícelos con el ejemplo.
 “Jehová habló a Moisés, diciendo:
Habla a Aarón y a sus hijos y diles: Así bendeciréis a los hijos de Israel, diciéndoles:
Jehová te bendiga, y te guarde;
Jehová haga resplandecer su rostro sobre ti, y tenga de ti misericordia;
Jehová alce sobre ti su rostro, y ponga en ti paz. Y pondrán mi nombre sobre los hijos de Israel, y yo los bendeciré”. [296]




Bibliografía selecta:

Comentario Bíblico de Matthew Henry. Traducido y titulado por Francisco Lacueva. Editorial Clie.
Biblia Plenitud. Editorial Caribe:
Dinámica del Reino: La oración y el desarrollo espiritual. Larry Lea.
Dinámica del Reino: Orden Familiar, Larry Christenson.
Dinámica del Reino: La Sangre del Pacto. Charles Simpson.
“Palabras griegas del Nuevo Testamento. Su uso y significado” Doctor William Barclay. Profesor de Lenguas y Literatura del Nuevo Testamento en la Universidad de Glasgow, Escocia, entre sus obras “El Nuevo Testamento comentado por William Barclay”.
Diccionario Bíblico facilitado por Ministerio Ebenezer.
Nuevo Manual de Usos y Costumbres de los tiempos Bíblicos de Ralph Gower, 1990, pp 400, por Editorial Portavoz, filial de Kregel Publications, Grand Rapids, Michigan EE.UU.A.
Usos y costumbres de las tierras bíblicas por Fred H. Wight. Grand Rapids: Editorial Portavoz, 1981, 336 pp. (Seminario Reina Valera: www.seminarioReinavalera.com)
Silverstone Roger. Capítulo II: Televisión y Consumo, Página 51, 67, 93. La televisión y un lugar donde nos sentimos “en casa”, Página 81, 89.
Sociología. Jhon J. Macionis, Ken Plummer. Sociedad, página 93-94.
Escuela de Liderazgo de Avanzada: Córdoba, Argentina. Pastor Ballistieri


CITAS Y REFERENCIAS BÍBLICAS



[1] Martín-Moreno González, Juan Manuel, Historia de Israel, Universidad Comillas de Madrid.

[2] Fue así seguramente, como Lidia debe haber hecho, y la forma en que, Pablo y sus compañeros deben haber aceptado la invitación de su hospitalidad. "Si habéis juzgado que yo sea fiel al Señor, entrad en mi casa, y posad: y nos obligo a quedarnos” (Hechos de los apóstoles 16:15). Cuando uno de los fariseos invitó a Jesús a su casa a comer, él no aceptó de inmediato la invitación, aunque finalmente fue: "Y le rogó uno de los fariseos, que comiese con él" (Lucas 7:36). Todo esto era guardar las costumbres orientales.
[3] A cada invitado que asiste a una fiesta de bodas se le exige usar vestido de bodas (Mateo 22:12).
[4] (Génesis 29:22-23); las cubiertas de la cama manchada de sangre se exhibían para demostrar que la esposa había sido virgen (Deuteronomio 22:13-21). (Parece que el velo no fue quitado a Lea hasta después de haberse consumado el matrimonio; Jacob no supo que era Lea hasta que rompió el día, (Génesis 29:23).
[5] A los convidados que no fueron a la casa de la novia, se les permitía unirse a la comitiva por el camino, e iban con todo el grupo a la fiesta del matrimonio. Sin lámpara o antorcha no podían unirse a la procesión, o entrar a la casa del novio. En el relato de Jesús, sobre las vírgenes insensatas, estas esperaron que la procesión llegara al punto en que ellas estaban, y las cinco prudentes pudieron unirse porque ellas tenían reserva de aceite para sus lámparas. Pero las Insensatas no tenían reserva de aceite y de esa manera, no estaban preparadas, por lo tanto no pudieron entrar a las bodas (Mateo 25:1-13). Las lámparas consistían en un receptáculo redondo para poner resina o el aceite para la mecha. Esta se colocaba en una taza, o en platillo hondo... que estaba afianzada por el cabo aguzado a un madera, con el cual era llevada en alto.
En las enseñanzas de Jesús, tal expresión venía a ser semejante al día del juicio. "Más los hijos del reino serán echados a las tinieblas de afuera" (Mateo 8:12) - "Atado de pies y de manos tomadle, y echadle en las tinieblas de afuera" (Mateo 22:13). "Y al siervo inútil echadle en las tinieblas de afuera: allí será el lloro y el crujir de dientes" (Mateo 25:30). La expresión de "las tinieblas de afuera" toma un nuevo significado, cuando se piensa en el miedo que los orientales tienen a la oscuridad de la noche. En Oriente la lámpara se mantiene encendida toda la noche. El dormir en la oscuridad como los occidentales hacen, viene a ser una experiencia terrible para los orientales. Por causa de este miedo a la oscuridad, el Señor no podía haber escogido palabras más apropiadas que "las tinieblas de afuera" para representar el castigo futuro para los injustos.
[6] Apocalipsis 21:2; Isaías 61: 10: “Como a novio me atavió, y como novia adornada con sus joyas”. Se tenían que hacer unos pagos como compensación (el mohar) por la perdida de trabajo que significaba la cesión de la muchacha, y se debía pagar una dote al padre de la muchacha. Él podía emplear el interés de la dote, pero no podía gastar el capital (véase Génesis 31-15) porque se guardaba en depósito para la esposa en caso de que esta quedara viuda o fuera divorciada. Cuando estas sumas no se podían pagar debido a la pobreza del pretendiente, se pagaba en especias, como por medio del servicio (Génesis 29:18) o de la eliminación de enemigos (1 Samuel 18:25). Llego a hacerse costumbre que parte de la dote consistiera en unos conjuntos de monedas que se cosían al tocado de la cabeza de la mujer. Venían a ser un símbolo, como una alianza actual; y por ello la preocupación por la perdida de una de estas monedas (Lucas. 15:8-10). Como parte del contrato matrimonial, el padre de la novia hacia un regalo de bodas (la dote) a su hija (Génesis 24:59-61; Jueces 1:12-15).
[7] Salmos. 45:14-15; Isaías. 61:10;  Ezequiel 16:11-12: “Te atavié con adornos, y puse brazaletes en tus brazos y collar a tu cuello. Puse joyas en tu nariz, y zarcillos en tus orejas, y una hermosa diadema en tu cabeza”.
[8] Salmos. 45:14-15: “Vírgenes irán en pos de ella, compañeras suyas serán traídas a ti”.
[9] Jeremías 2:32: hace una referencia a este pensamiento. "¿Se olvida la virgen de su atavío y la desposada de sus galas?"
6 Isaías 61: 2. Apocalipsis 21: 2: “Y yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, dispuesta como una esposa ataviada para su marido”.
[11] Isaías 61:10: “Como a novio me atavió, y como novia adornada con sus joyas”.
[12] Juan 3:29:”El que tiene la esposa, es el esposo; mas el amigo del esposo que está a su lado y le oye, se alegra grandemente de la voz del esposo”. Las costumbres orientales en ciertas regiones de la tierra, cuando inician las negociaciones para asegurar la novia para su hijo, ilustra en muchos aspectos las prácticas bíblicas. Si un joven tiene los medios suficientes para proveer una dote matrimonial, entonces sus padres escogen la joven y se da principio a las negociaciones. El padre llama a un hombre que actúa como agente para él y su hijo. El agente es llamado "el amigo del esposo" por Juan el Bautista (Juan. 3:29). Este hombre está perfectamente informado respeto de la dote que el joven puede pagar por su novia. Entonces junto con el padre del joven o algún otro pariente, o de ambos, va al hogar de la novia. El padre anuncia que su agente hablará de parte de ellos, y luego el padre de la novia designará otro agente que lo represente. Cuando ha habido acuerdo en esto, los agentes se levantan y cambian congratulaciones. Entonces se trae el café, y todos beben de él como un sello del convenio en que han entrado.
[13] Esta preparación del novio para su matrimonio ha sido aptamente descrita en la profecía de Isaías, "Porque me vistió de vestidos de salud, me rodeo de manto de justicia, como a novio me atavió, y como a novia compuesta de sus joyas" (Isaías 61:10).
[14] Rut 8-11.
[15] La descripción que en la Escritura hace Ezequiel de la novia, es muy apropiada, "Y te atavié con ornamentos, puse ajorcas en tus brazos, y collar a tu cuello; y puse joyas sobre tus narices, y zarcillos en tus orejas, y diadema de hermosura en tu cabeza" (Ezequiel 16:11, 12).
[16] El baile era otra parte del entretenimiento en aquellas fiestas. Cuando el Hijo Pródigo volvió al hogar, su padre hizo fiesta, y música y baile (Lucas 15:24, 25). El baile era una diversión de las mujeres hebreas y las señoritas, especialmente cuando estaban contentas. Los hombres también participaban, como cuando David danzó al traer el arca a Jerusalén (2 Samuel 6:14). Pero con frecuencia era actividad del sexo femenino (Jeremías 31:4). No hay ninguna referencia en la Escritura que los judíos bailaran con mujeres, como es ahora la costumbre en Occidente. Tampoco algo que indique que hubiese bailes públicos de mujeres, como hay en algunos lugares de Oriente en la actualidad. El baile de la hija de Herodías (Mateo 14:6), delante de los hombres en un banquete sensual, fue la clase de baile introducido entre los judíos por la influencia corrompida de los griegos.
[17] (Jeremías 16:9) y en ocasiones la misma novia se unía a la danza (Cantares 6:13).
[18] Después de haber llegado a la casa del novio, algunas de las mujeres más ancianas toman la tarea de arreglarle el cabello a la novia. Su cabellera flotante quedarán escondidas bajo el grueso velo. Desde este momento en adelante, la costumbre dicta que su cara no sea revelada en público.
[19] Cantares 2:2-4.
[20] Cantares 2:4 puede que haga alusión al dosel. En la boda de Caná, Jesús proveyó cuatrocientos ochenta litros de vino para los invitados, pero estos ya habían bebido tanto que el que estaba al cargo de las provisiones (el maestresala) pensó que era una pena que aquel excelente vino hubiera sido dejado para el final, cuando los comensales no podían apreciarlo debidamente (Juan. 2:6-10).
[21] Las festividades matrimoniales con parientes y amigos duraban toda una semana (Jueces 14:17), pero el número completo de días, de lo que se llamaba días del "matrimonio", eran treinta.
[22] El banquete de bodas es presidido por el maestresala (Juan. 2:8, 9). Es su obligación tener cuidado de los preparativos, y durante la fiesta, él anda en derredor y entre invitados, para ver qué les hace falta. El da orden a los sirvientes para que lleven a cabo todos los detalles necesarios. La expresión "hijos de la cámara nupcial" (Mateo 9:15), usada por Jesús (véase texto griego) simplemente quería decir los invitados al matrimonio. El maestresala de la fiesta daba gracias en la comida y pronunciaba la bendición en los momentos señalados. También bendecía el vino.
[23] Durante el festejo, se invocaba la bendición de Dios sobre la pareja, y bien puede ser que por esta razón se extendiera la invitación de Jesús a la boda de Caná (Juan. 2:2).
[24] Rut 11-12.
[25] Hebreo Boáz: Fuerza, “en él hay fuerza”.
[26] Hebreo jayil: nuevo lustre, nueva fuerza.
[27] Para un nómada, un hogar no es un lugar poseído, por cuanto se desplaza de un sitio a otro; se trata más bien de un lugar donde uno recibe acogida. Cuando el gobierno británico emitió la declaración Balfour y dijo que Palestina iba a ser el “hogar nacional” de los judíos, los árabes lo entendieron como un lugar en el que darían la bienvenida a sus invitados. En cambio, los judíos consideran el hogar y la tierra como una posesión, un lugar donde se ejerce gobierno. Por ello entendieron el termino “hogar” en la declaración Balfour como un lugar para ser poseído. Una buena parte del malentendido árabe/israelí proviene de esta manera diferente de entender la palabra “hogar nacional o patria”.
  La idea nómada de un hogar como un refugio queda reflejada en pasajes que describes a Dios como un refugio (Salmo 61:3-4; Isaías 4:6 “Habrá un abrigo para sombra contra el calor del día, para refugio y escondedero contra el turbión y el aguacero”).
[28] Génesis 38: 6-29. La referencia a Tamar nos recuerda a otra mujer desventurada cuya situación cambió gracias a la providencia divina y que también entró a formar parte de la genealogía del Mesías (Mateo 1:3).
[29] Familia: mishpachac; Strong # 4940. Una familia, un tipo, una clase o un género de gente o cosas; una especie de animales, un grupo de individuos relacionados (una tribu), o un grupo de cosas relacionadas (una categoría). El principal concepto de mishpachac es que la gente, los animales o las cosas que comparten parentesco o relación similar de algún tipo, forman una familia, clan o especie. De ahí que el término designe tanto a un grupo de familiares cercanos como a toda una nación (Génesis 10:31-32¸ Amos 3:2). 
[30] Deuteronomio 28:4. “Benditos serán el fruto de tu vientre, tus cosechas, las crías de tu ganado, los terneritos de tus manadas los corderitos de tus rebaños”.
[31] Salmos 128:3. “En el seno de tu hogar, tu esposa será como vid llena de uvas; alrededor de tu mesa, tus hijos serán como vástagos de olivo”.
[32] Génesis 49:10. “El cetro no se apartará de Judá, ni de entre sus pies el bastón de mando, hasta que llegue el verdadero rey, quien merece la obediencia de los pueblos”. SILOH: Siloh; Strong #7886. Siloh era una de las ciudades donde se colocó el tabernáculo (Josué 18:1). En Génesis 49:10, parece ser un nombre propio o título, el cual los creyentes generalmente aceptan como una designación mesiánica de Jesús. Su etimología es incierta. Para algunos shiloh significa “el pacifico”. Según otro punto de vista, shiloh es un sustantivo con un sufijo pronominal que debe entenderse como “su hijo”; por lo tanto, los príncipes y los legisladores no se apartarían de Judá hasta que viniera su hijo. Otra posibilidad sería dividir shiloh en dos palabras shay y loh, lo cual indicaría “aquel a quien se le brinda tributo”. El significado más probable de shiloh es el aceptado por la mayoría de las autoridades judías antiguas, para las cuales se trataba de una palabra compuesta de shel y loh, que significaba “al que pertenece”. En español sheloh, Podría entenderse como: “a quien pertenece el dominio”, “aquel que tiene el derecho de reinar”. Ezequiel 21:27.
[33] Números 24:17. “Lo veo, pero no ahora; lo contemplo, pero no de cerca. Una estrella saldrá de Jacob; un rey surgirá en Israel. Aplastará las sienes de Moab y el cráneo de todos los hijos de Set”.
[34] La comadrona local la asistía durante el parto, que generalmente tenía lugar en el hogar. Éxodo 1:15-19. Había dos parteras hebreas, llamadas Sifrá y Fuvá, a las que el rey de Egipto ordenó: “Cuando ayudéis a las hebreas en sus partos, fijaos en el sexo: si es niño, matadlo; pero si es niña, dejadla con vida”. (Jeremías 20:14-15).
[35] Debido a que los padres creían a que seguían viviendo en sus hijos, estos eran considerados como una gran bendición (Deuteronomio 28:4; Salmo 128:3).
[36] Rut 4: 14 –15. Las mujeres le decían a Noemí: “¡Alabado sea el Señor, que no te ha dejado hoy sin un redentor! ¡Que llegue a tener renombre en Israel! Este niño renovará tu vida y te sustentará en la vejez, porque lo ha dado a luz tu nuera, que te ama y es para ti mejor que siete hijos”.
[37] Los niños judíos eran circuncidados a los ocho días de nacidos. El que hacía la circuncisión decía las siguientes palabras: "Bendito el Señor nuestro Dios, que nos ha santificado por sus preceptos, y nos dio la circuncisión". Entonces el padre del niño pronunciaba estas palabras: "Quien nos ha santificado por sus preceptos, y nos permite introducir nuestro niño en el pacto de Abrahán nuestro padre". Porque se decía que Dios había cambiado los nombres de Abraham y que le había dicho, "Este será mi pacto, que guardaréis entre mi y vosotros y tu simiente después de ti" (Génesis 17:10). Jesús fue circuncidado al octavo día de su nacimiento, llamándosele "Jesús" en esa ocasión (Lucas 2:21). Después del nacimiento, la madre judía pasaba un período de purificación de siete días por un niño; y de catorce días si era niña. Y después permanecía en casa treinta y tres días por un niño, y seis días por una niña. Entonces ya podía ir al templo para presentar las ofrendas por el nacimiento del niño. Si era rica llevaba un cordero como ofrenda, pero si era pobre ofrendaba dos pichones jóvenes o un par de tórtolas (Lucas 2:24).
[38] Era una costumbre muy común entre los hebreos de incluir el nombre de Dios como parte del nombre del niño. Se dan aquí algunos ejemplos, de nombres hebreos que van con su significado: Abdías, "Siervo de Jehová", Abías, "Cuyo padre es Dios", Azarías, "Ayudado por Jehová", Daniel, "Dios es mi Juez", Elías, "Mi Dios es Jehová", Elcana, "A quien Dios creo”, Ezequiel, "Dios fortalecerá", Ocozías, "Poseído por Jehová".
Jonatán significa “don de Jehová”. Otros nombres recuerdan las circunstancias rodeando el nacimiento. Moisés significa “sacado”, porque fue sacado del río Nilo.

[39] 2 Samuel 7:1-2.
[40] 2 Samuel 5:11 “También Hiram rey de Tiro envió embajadores a David, y madera de cedro, y carpinteros, y canteros para los muros, los cuales edificaron la casa de David”.
[41] 2 Samuel 7:11 “Asimismo Jehová te hace saber que él te hará casa”.
[42] Profesor de Lenguas y Literatura del Nuevo Testamento en la Universidad de Glasgow, Escocia, escribió numerosas obras, incluyendo la serie “El Nuevo Testamento comentado por William Barclay”.
[43] 2 de Samuel 16:21-22. “Ajitofel le respondió: —Acuéstate con las concubinas que tu padre dejó al cuidado del palacio. De ese modo todos los israelitas se darán cuenta de que has roto con tu padre, y quienes te apoyan a ti se fortalecerán en el poder. Entonces instalaron una tienda de campaña en la azotea para que Absalón se acostara con las concubinas de su padre a la vista de todos los israelitas”
[44] Génesis 19:2: “[Lot] les dijo: He aquí, señores míos, venid, por favor, a la casa de vuestro siervo”
[45] Génesis 33:17. “Entonces Jacob se dirigió a Sucot y edificó allí una casa para sí. Hizo también cabañas para su ganado”
[46] Éxodo 23:19. “Traerás lo mejor de las primicias de tu tierra a la casa de Jehová tu Dios”
[47] Ester 2:3. “Nombre el rey oficiales en todas las provincias de su reino, para que reúnan en Susa, la capital, a todas las jóvenes vírgenes de hermosa apariencia, en el harén” (literalmente “la casa de las mujeres”).
[48] “Aunque espere, el Seol será mi casa; tenderé mi cama en las tinieblas” (Job 17:13). La “casa eterna” es la tumba: “El hombre se va a su morada eterna, y los que hacen duelo rondan alrededor de la plaza” (Eclesiastés 12.5).
[49] 2 Samuel 7: 12-16.
[50] 2 Samuel 7: 18-29.
[51] Deuteronomio 21:18-21.
[52] Génesis 32.
[53] Lucas 15:11-32.
[54] Génesis 16:6.
[55] "El corazón de su marido está en ella confiado" (Proverbios 31:11). "Abrió su boca con sabiduría" (Proverbios 31:26). "Sus hijos la llamaran bienaventurada; y su marido también la alabó" (Proverbios 31:28).
[56] Silverstone Roger. Capítulo II: Televisión y Consumo, Página 51.
[57] Benjamín. 1976 (1983), página 176.
[58] Silverstone Roger. Página 93.
[59] Usos y costumbres de las tierras bíblicas por Fred H. Wight 
[60] Silverstone Roger. Televisión y Consumo Capítulo II: La televisión y un lugar donde nos sentimos “en casa”, Página 81.
[61] Proverbios 10:1-7. (BAD)
[62] Silverstone Roger. Televisión y Consumo Capítulo II: La televisión y un lugar donde nos sentimos “en casa”, Página 89.
[63] Proverbios 22:6-9.
[64] Salmos 90:10-12.
[65] Efesios 5:15-17.
[66] Proverbios 3:1-8.
[67] “Nuevo Manual de Usos y Costumbres de los tiempos bíblicos”, Ralph Gower. Editorial Portavoz.
[68] Génesis 8:21 “Y percibió Jehová olor grato; y dijo Jehová en su corazón: No volveré más a maldecir la tierra por causa del hombre; porque el intento del corazón del hombre es malo desde su juventud; ni volveré más a destruir todo ser viviente, como he hecho”.
[69] 1Corintios 13:11. 
[70] Job 12:12 
[71] Job 32:4 -9.
[72] Sociología. Jhon J. Macionis  Ken Plummer. Sociedad, página 93-94.
[73] Job 16:3  
[74] Job 38:2   “¿Quién es ése que oscurece el consejo con palabras sin sabiduría?”.
[75] Hebreos 4:12 
[76] Juan 6:67-69 (BAD).
[77] Éxodo 2:1. El ascendiente sacerdotal de Moisés, se convirtió en un elemento importante para su papel de dirigente.
[78] Gen. 31:19. Mientras Laban estaba ausente esquilando sus ovejas, Raquel aprovechó el momento para robar los ídolos familiares.
[79] Génesis 31:30. Ahora bien, entiendo que hayas querido irte porque añoras la casa de tu padre, pero, ¿por qué me robaste mis dioses?
[80] Génesis 35.
[81] Rut 2:11-12.  “—Ya me han contado —le respondió Booz— todo lo que has hecho por tu suegra desde que murió tu esposo; cómo dejaste padre y madre, y la tierra donde naciste, y viniste a vivir con un pueblo que antes no conocías. ¡Que el Señor te recompense por lo que has hecho! Que el Señor, Dios de Israel, bajo cuyas alas has venido a refugiarte, te lo pague con creces”.
[82] 1 Samuel 26:19. Ve y sirve a dioses ajenos: No que David se volviera a otros dioses, sino que a través de la acción de Saúl había sido separado del lugar donde se adoraba al Señor y obligado a vivir en tierra extraña donde se adoraba otros dioses paganos.
[83] Isaías 6:3. Y el uno al otro daban voces, diciendo: Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos; toda la tierra está llena de su gloria.  Apocalipsis 4:8. Salmo 72:19.
[84] Rut 1:8. Misericordia: Traduce el vocablo hebreo Heded, que encierra la idea de amor y lealtad: un pacto de constancia.
[85] Rut 1:13 “¿habíais vosotras de esperarlos hasta que fuesen grandes?  ¿Habíais de quedaros sin casar por amor a ellos?  No,  hijas mías; que mayor amargura tengo yo que vosotras,  pues la mano de Jehová ha salido contra mí”
[86] Juan 10:10. El ladrón no viene más que a robar, matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y la tengan en abundancia.
[87] Rut 1:6-17.
[88] Salmo 91:1. El que habita al abrigo del Altísimo se acoge a la sombra del Todopoderoso.
[89] Hebreos 12: 5- 11.
[90] Lucas 14:15. Al oír esto, uno de los que estaban sentados a la mesa con Jesús le dijo: — ¡Dichoso el que coma en el banquete del reino de Dios!
[91] Lucas: 14:25-33.
[92] Mateo 19:22-30. Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes y dáselo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo. Luego ven y sígueme. Cuando el joven oyó esto, se fue triste porque tenía muchas riquezas.
[93] La reverencia de los niños para sus padres, y especialmente para el padre, es casi universal en el Oriente, aún en la actualidad. Entre los árabes, muy raramente se oye decir que un hijo sea desobligado. Es costumbre que él salude a su padre por la mañana, besándole la mano y luego continua de pie delante de él en actitud de humildad, listo para recibir sus órdenes o esperando el permiso para retirarse.
La obediencia a los padres se requería en la ley mosaica, un hijo rebelde y desobediente podía ser castigado hasta con la muerte. (Deuteronomio 21:18-21). El Apóstol Pablo reiteró el mandamiento de que los hijos deben obedecer a sus padres (Efesios 6:1; Col. 3:20).
[94] Uno de Diez Mandamientos es "honra a tu padre y a tu madre". (Éxodo 12). En muchos casos el padre era la corte suprema de apelación en asuntos domésticos. Como la familia es el componente fundamental de la sociedad, en su seno se debe mantener apropiadas relaciones. Honrar significa tener en alta estima, mostrar respeto, glorificar y exaltar.
[95] Escuela de Liderazgo de Avanzada: Córdoba, Argentina. Pastor Ballistieri
[96] Génesis 17:16.
[97] Jueces 5:7.
[98] Génesis 4:20, 21.
[99] Génesis 45:8.
[100] Hechos de los apóstoles 16:16-34.
[101] Poseía un espíritu Pitón. Era una especie de Médium de la que se servía el demonio para profetizar; nos recuerda, dice Leal, “la serpiente Pitón del oráculo de Delfos”, donde se imaginaba la gente que el pagano dios Apolo respondía a las consultas que se le hacían. De esta forma cautivaba Satanás la mente y el corazón de la gente. Con este don diabólico, la muchacha daba grandes ganancias a sus amos.
[102] Lucas 6:46. “¿Porque me llamáis Señor, Señor; y no hacéis lo que os mando?”
[103] Gálatas 2:20 “Con Cristo estoy juntamente crucificado,  y ya no vivo yo,  mas vive Cristo en mí;  y lo que ahora vivo en la carne,  lo vivo en la fe del Hijo de Dios,  el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí”.
[104] Romanos 5: 6-11.  “Porque Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos. (…). Más Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.  Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira. Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida. Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en Dios por el Señor nuestro Jesucristo, por quien hemos recibido ahora la reconciliación”.
[105] San Juan 6:28-29.
[106] Romanos 6:2 “En ninguna manera.  Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él?”
[107] Romanos 6: 6-7.  “Sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado.  Porque el que ha muerto, ha sido justificado del pecado”.
[108] San Juan 1: 11-13. “A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron.  Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios”.
[109] Romanos 6: 9. “Sabiendo que Cristo, habiendo resucitado de los muertos, ya no muere; la muerte no se enseñorea más de él. Porque en cuanto murió, al pecado murió una vez por todas; más en cuanto vive, para Dios vive.  Así también vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro”.
[110] Hebreos 2: 15-16. “Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo, y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre.
[111] Colosenses 1: 29 “Para lo cual también trabajo, luchando según la potencia de él, la cual actúa poderosamente en mí”.
[112] Josué 24:15. “Y si mal os parece servir a Jehová, escogeos hoy a quién sirváis; si a los dioses a quienes sirvieron vuestros padres, cuando estuvieron al otro lado del río, o a los dioses de los amorreos en cuya tierra habitáis; pero yo y mi casa serviremos a Jehová”.
[113] Éxodo 32:26 “Se puso Moisés a la puerta del campamento, y dijo: ¿Quién está por Jehová?  Júntese conmigo. Y se juntaron con él todos los hijos de Leví”.
[114] San Juan 4: 46-54.
[115] San Juan 4: 50. Prestemos atención a la construcción gramatical; “creyó la palabra” y comparemos con el “creyó él con toda…” Del versículo 53, y se notará que, en el versículo 50 todavía no se halla la fe que salva, sino la fe que da crédito a una noticia.
[116] Jueces 6:15.
[117] 1 Crónicas 17:16.
[118] Mateo 1:1-17.
[119] Efesios 2:12. “En aquel tiempo estabais sin Cristo, alejados de la ciudadanía de Israel, y ajenos a los pactos de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo”.
[120] San Juan 1:12-13. (…) “los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios”.
[121] Hebreos 11: 1.
[122] Biblia Plenitud, Editorial Caribe.
[123] Hebreos 11: 6.
[124] Juan 1:11. A los suyos vino, y los suyos no le recibieron. Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios.
[125] Biblia Plenitud. Dinámica del Reino: Orden Familiar, Larry Christenson.
[126]2 Samuel 7:14 
[127]Isaías 63:16  
[128]Isaías 64:8  
[129] Jeremías 3:4 
[130] Malaquías 1: 6 
[131] Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla.
[132] Génesis 2:18. Y dijo Jehová Dios: No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él.
[133]  Dinámica del Reino. Biblia Plenitud Editorial Caribe.  (Orden familiar, Larry Christenson).
[134] Salmos 68:5-6. Padre de huérfanos y defensor de viudas es Dios en su santa morada. Dios hace habitar en familia a los desamparados.
[135] Y puso Adán nombre a toda bestia y ave de los cielos y a todo ganado del campo; mas para Adán no se halló ayuda idónea para él.
[136] Eclesiastés 4:9-12. Mejores son dos que uno; porque tienen mejor paga de su trabajo. Porque si cayeren, el uno levantará a su compañero; pero ¡ay del solo!  que cuando cayere, no habrá segundo que lo levante. También si dos durmieren juntos, se calentarán mutuamente; más ¿cómo se calentará uno solo? Y si alguno prevaleciere contra uno, dos le resistirán; y cordón de tres dobleces no se rompe pronto.
[137] Génesis 2:21-22. Entonces Jehová Dios hizo caer sueño profundo sobre Adán, y mientras éste dormía, tomó una de sus costillas, y cerró la carne en su lugar. Y de la costilla que Jehová Dios tomó del hombre, hizo una mujer, y la trajo al hombre.
[138] Génesis 2:24.
[139] Efesios 5:28.
[140] Mateo 19:3-6.  Entonces vinieron a él los fariseos, tentándole y diciéndole: ¿Es lícito al hombre repudiar a su mujer por cualquier causa? El, respondiendo, les dijo: ¿No habéis leído que el que los hizo al principio, varón y hembra los hizo, y dijo: Por esto el hombre dejará padre y madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne? Así que no son ya más dos, sino una sola carne; por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre.
[141] El pecado resulta en "muerte" (Romanos 5:12, 21; 6:16; 6:23; Santiago 1:15). Indudablemente, esto es así. Pablo creía que la muerte entró en el mundo por el pecado de Adán. El pecado fue lo que arruinó e hizo naufragar la vida que Dios había soñado para el hombre. Pero no es menos cierto que la muerte también alcanza al alma. La muerte física y espiritual es, según Pablo, resultado del pecar. Una de las mejores formas de averiguar el significado real de una palabra es examinar las otras que la acompañan.
Hamartia está relacionada con blasphemia (Mateo 12:31). El significado básico de blasphemia es insulto. El pecado es, pues, un "insulto" a Dios. Insulta a Dios porque se burla de sus mandamientos, porque pone al Yo en el lugar que corresponde a Dios y, sobre todo, porque agravia su amor.
Hamartia está relacionada con apate (Hebreos 3:13).  Apate es "engaño". El pecado es siempre engañoso, pues promete hacer lo que no puede. El pecado es siempre una mentira. Cualquier hombre que peca, que hace o toma algo prohibido, actúa así porque cree que será más feliz haciendo o tomando ese algo. El pecado lo engaña para que piense de ese modo. Pero la experiencia llana es que una acción o posesión, producto del pecado, nunca trae felicidad a ningún hombre. Ya hace tiempo que Epicuro, con su moral estrictamente utilitaria, dijo que el pecado nunca puede traer felicidad, porque, entre otras cosas, deja al hombre con el constante temor de ser descubierto. Dr. William Barclay.
[142] Génesis 3:1-7. Pero la serpiente era astuta, más que todos los animales del campo que Jehová Dios había hecho; la cual dijo a la mujer: ¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto? Y la mujer respondió a la serpiente: Del fruto de los árboles del huerto podemos comer; pero del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No comeréis de él, ni le tocaréis, para que no muráis. Entonces la serpiente dijo a la mujer: No moriréis; sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal. Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual comió así como ella. Entonces fueron abiertos los ojos de ambos, y conocieron que estaban desnudos; entonces cosieron hojas de higuera, y se hicieron delantales.
[143] Génesis 4:1, 2, 8.  Conoció Adán a su mujer Eva, la cual concibió y dio a luz a Caín, y dijo: Por voluntad de Jehová he adquirido varón. Después dio a luz a su hermano Abel.  Y Abel fue pastor de ovejas, y Caín fue labrador de la tierra. Y dijo Caín a su hermano Abel: Salgamos al campo.  Y aconteció que estando ellos en el campo, Caín se levantó contra su hermano Abel, y lo mató.
[144] Génesis 3:15.
[145] Génesis 4:11-12. Ahora, pues, maldito seas tú de la tierra, que abrió su boca para recibir de tu mano la sangre de tu hermano. Cuando labres la tierra, no te volverá a dar su fuerza; errante y extranjero serás en la tierra.
[146] Génesis 4.25.
[147] Génesis 6:5-6. Y vio Jehová que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal. Y se arrepintió Jehová de haber hecho hombre en la tierra, y le dolió en su corazón.
[148] Génesis 6:7. Y dijo Jehová: Raeré de sobre la faz de la tierra a los hombres que he creado, desde el hombre hasta la bestia, y hasta el reptil y las aves del cielo; pues me arrepiento de haberlos hecho.
[149] Génesis 6:8. Pero Noé halló gracia ante los ojos de Jehová.
[150] Gracia: Favor inmerecido. En este pasaje: Nombres jen (ºje, 2580), «favor; gracia». La raíz, que significa «favorecer», es un término semítico común. En acádico, el verbo enenu («compadecer») está relacionado con hinnu («favor»), que solo aparece como nombre propio. El nombre hebreo jen está 69 veces, sobre todo en el Pentateuco y en los libros históricos hasta Samuel. Es un poco más frecuente en los libros poéticos, aunque casi no figura en los libros proféticos. El primer caso se encuentra en Génesis 6:8 «Pero Noé halló gracia en los ojos de Jehová». El significado básico de jen es «favor». Cualquier cosa «placentera y agradable» se puede describir con esta palabra. Cuando se dice que una mujer tiene jen, es porque es «graciosa o agraciada» (Proverbios 11:16). Las palabras de una persona pueden tener «gracia»: «El que ama la pureza de corazón y tiene gracia al hablar tendrá por amigo al rey» (Proverbios 22:11). Jen también denota la reacción a cualquier cosa «agradable». Los siguientes verbos se usan con este vocablo: «extender» (Génesis 39:21), «dar» (Éxodo 3:21) y «hallar» (Génesis 6:8). Las expresiones idiomáticas equivalen en castellano a los verbos «gustar» o «querer»: « ¿Por qué he hallado gracia ante tus ojos, para que tú te hayas fijado en mí, siendo yo una extranjera?» (Rut 2.10 rva).
[151] Génesis 6: 9. Estas son las generaciones de Noé: Noé, varón justo, era perfecto en sus generaciones; con Dios caminó Noé.
[152] 1 Corintios 5:7-10. Después apareció a Jacobo; después a todos los apóstoles; y al último de todos, como a un abortivo, me apareció a mí. Porque yo soy el más pequeño de los apóstoles, que no soy digno de ser llamado apóstol, porque perseguí a la iglesia de Dios. Pero por la gracia de Dios soy lo que soy; y su gracia no ha sido en vano para conmigo, antes he trabajado más que todos ellos; pero no yo, sino la gracia de Dios conmigo.
[153] Hebreos 11:7 
[154] San Juan 3:18-19.
[155] Lucas 17:26-27. Como fue en los días de Noé, así también será en los días del Hijo del Hombre. Comían, bebían, se casaban y se daban en casamiento, hasta el día en que entró Noé en el arca, y vino el diluvio y los destruyó.
[156] Antes de Noé el concepto de pacto solo puede ser inferido en la Biblia. El uso del término pacto aparece por primera vez cuando se relata en relación con Noé (Génesis 6:18; 9:9). El pacto se establece mediante su ofrenda de sacrificio después del diluvio. En gratitud por su liberación, Noé construyó un altar y ofreció sacrificios de sangre. No hay ningún mandamiento específico que exija a Noé ofrecer sacrificio de sangre, lo cual claramente sugiere que ya se había establecido un precedente que databa desde Abel hasta las lecciones del Edén, donde se requirió de un sacrificio de sangre para vestir a Adán y Eva. El sacrificio de Noé agradó a Dios, y Él respondió ofreciendo un pacto para no volver a destruir la creación mediante un diluvio. Esta es la primera ocasión en la historia bíblica cuando el término “pacto” se aplica en relación entre Dios y un individuo, así como a sus descendientes; y que se establece como un pacto de sangre. Dinámica del Reino. Biblia Plenitud. La Sangre del Pacto. Charles Simpson.
[157] Génesis 6:18.
[158] (Hechos. 3:25; Romanos 9:4)
[159] (Mateo 26:28; Marcos 14:24; Lucas 22:20; 2 Corintios 3:6).
[160] William Barclay: Profesor de Lenguas y Literatura del Nuevo Testamento en la Universidad de Glasgow, Escocia, y escribió numerosas obras, incluyendo la serie “El Nuevo Testamento comentado por William Barclay”.
[161] Génesis 8:15-20. Entonces habló Dios a Noé, diciendo: Sal del arca tú, y tu mujer, y tus hijos, y las mujeres de tus hijos contigo. Todos los animales que están contigo de toda carne, (…). Entonces salió Noé, y sus hijos, su mujer, y las mujeres de sus hijos con él. Todos los animales, (…). Y edificó Noé un altar a Jehová, y tomó de todo animal limpio y de toda ave limpia, y ofreció holocausto en el altar.
[162] Génesis 8:21-22. Y percibió Jehová olor grato; y dijo Jehová en su corazón: No volveré más a maldecir la tierra por causa del hombre; porque el intento del corazón del hombre es malo desde su juventud; ni volveré más a destruir todo ser viviente, como he hecho. Mientras la tierra permanezca, no cesarán la sementera y la siega, el frío y el calor, el verano y el invierno, y el día y la noche.
[163] Hebreos 6:17. Por lo cual, queriendo Dios mostrar más abundantemente a los herederos de la promesa la inmutabilidad de su consejo, interpuso juramento;
[164] Génesis 9:8-15. Y habló Dios a Noé y a sus hijos con él, diciendo: He aquí que yo establezco mi pacto con vosotros, y con vuestros descendientes después de vosotros; y con todo ser viviente que está con vosotros; (…). Estableceré mi pacto con vosotros, y no exterminaré ya más toda carne con aguas de diluvio, ni habrá más diluvio para destruir la tierra. Y dijo Dios: Esta es la señal del pacto que yo establezco entre mí y vosotros y todo ser viviente que está con vosotros, por siglos perpetuos: Mi arco he puesto en las nubes, el cual será por señal del pacto entre mí y la tierra. Y sucederá que cuando haga venir nubes sobre la tierra, se dejará ver entonces mi arco en las nubes. Y me acordaré del pacto mío, que hay entre mí y vosotros y todo ser viviente de toda carne; y no habrá más diluvio de aguas para destruir toda carne.
[165] 2 Timoteo 3:1-5. También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá hombres amadores de sí mismos, (…) desobedientes a los padres, (…); a éstos evita.
[166] 2 Timoteo 4:1-3. Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo, que juzgará a los vivos y a los muertos en su manifestación y en su reino, que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina. Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias.
[167] San Juan 14: 1-3 No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí. En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis.
[168] Romanos 5:12. Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron. Colosenses 15:20. Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados.
[169] Romanos 3:23. Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios.
[170] Filipenses 2:5-8.  Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.
[171] Génesis12:1-3.
[172] Lucas 19:1-6. Habiendo entrado Jesús en Jericó, iba pasando por la ciudad. Y sucedió que un varón llamado Zaqueo, (…), subió a un árbol sicómoro para verle; porque había de pasar por allí. Cuando Jesús llegó a aquel lugar, mirando hacia arriba, le vio, y le dijo: Zaqueo, date prisa, desciende, porque hoy es necesario que pose yo en tu casa. Entonces él descendió aprisa, y le recibió gozoso.
[173] Lucas 19:7. Al ver esto, todos murmuraban, diciendo que había entrado a posar con un hombre pecador. (…). Jesús le dijo: Hoy ha venido la salvación a esta casa; por cuanto él también es hijo de Abraham. Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.
[174] Patria (patriav, 3965), primariamente ascendencia, linaje. Significa en el Nuevo Testamento, familia o tribu. En la Septuaginta se usa de personas relacionadas, en un sentido más amplio que “oikos”, pero más restringido que “fule”, tribu (por ejemplo, Éxodo 12:3; Números 32:28).
[175] Hebreos 7:4. Considerad la grandeza de ese hombre, a quien nada menos que el patriarca Abraham dio la décima parte del botín.
[176] Hechos 7:8, 9. Hizo con Abraham el pacto que tenía por señal la circuncisión. Así, cuando Abraham tuvo a su hijo Isaac, lo circuncidó a los ocho días de nacer, e Isaac a Jacob, y Jacob a los doce patriarcas. Por envidia los patriarcas vendieron a José como esclavo, quien fue llevado a Egipto; pero Dios estaba con él.
[177] Hechos 2:29. Hermanos, permitidme hablaros con franqueza acerca del patriarca David, que murió y fue sepultado, y cuyo sepulcro está entre nosotros hasta el día de hoy.
[178] Génesis 12:3.
[179] Jueces 17:5. Y este hombre Micaía tuvo casa de dioses, e hizo efod y terafines, y consagró a uno de sus hijos para que fuera su sacerdote.
[180] Génesis 42:37. Y Rubén habló a su padre, diciendo: Harás morir a mis dos hijos, si no te lo devuelvo; entrégalo en mi mano, que yo lo devolveré a ti.
[181] Génesis 9:20-24. 
[182] Génesis 9:25. Y dijo: Maldito sea Canaán; Siervo de siervos será a sus hermanos.
[183] RV 60. Génesis 9:26. Dijo más: Bendito por Jehová mi Dios sea Sem, Y sea Canaán su siervo. RV 95. Gen 9:26. Y añadió: "¡Bendiga Jehová, mi Dios, a Sem y sea Canaán su siervo!
[184] Toráh: Génesis 9:26. Y dijo: "¡Bendito sea Adonaí, el Di-s de Sem, y sea Canaán esclavo suyo! BAD: Génesis 9:26 Y agregó: ¡Bendito sea el Señor, Dios de Sem! ¡Que Canaán sea su esclavo!
[185] Hebreos 11:16. Pero anhelaban una mejor, esto es, celestial; por lo cual Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos; porque les ha preparado una ciudad.
[186] Génesis 11:10. Estas son las generaciones de Sem: Sem, de edad de cien años, engendró a Arfaxad, dos años después del diluvio.
[187] Josué 24:2. Y dijo Josué a todo el pueblo: Así dice Jehová, Dios de Israel: Vuestros padres habitaron antiguamente al otro lado del río, esto es, Taré, padre de Abraham y de Nacor; y servían a dioses extraños.
[188] Heber es probablemente el descendiente de Sem del cual provienen los hebreos.
[189] Romanos 4:1-8. ¿Qué, pues, diremos que halló Abraham, nuestro padre según la carne? Porque si Abraham fue justificado por las obras, tiene de qué gloriarse, pero no para con Dios. Porque ¿qué dice la Escritura? Creyó Abraham a Dios, y le fue contado por justicia. Pero al que obra, no se le cuenta el salario como gracia, sino como deuda; mas al que no obra, sino cree en aquel que justifica al impío, su fe le es contada por justicia. Como también David habla de la bienaventuranza del hombre a quien Dios atribuye justicia sin obras, diciendo: Bienaventurados aquellos cuyas iniquidades son perdonadas, Y cuyos pecados son cubiertos. Bienaventurado el varón a quien el Señor no inculpa de pecado.
[190] Mateo 26:28. Porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados.
[191] Juan 13:34.  Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros.
[192] Gálatas 6:15. Porque en Cristo Jesús ni la circuncisión vale nada, ni la incircuncisión, sino una nueva creación.
[193] 2Corintios 5:17. De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.
[194] Efesios 4:24. Y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad.
[195] Efesios 2:15-16. Aboliendo en su carne las enemistades, la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz, y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo, matando en ella las enemistades.
[196] Apocalipsis 2:17. El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venciere, daré a comer del maná escondido, y le daré una piedrecita blanca, y en la piedrecita escrito un nombre nuevo, el cual ninguno conoce sino aquel que lo recibe.
[197] Apocalipsis 3:12. Al que venciere, yo lo haré columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí; y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de mi Dios, y mi nombre nuevo.
[198] Apocalipsis 5:9-10. Y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación; y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra.
[199] Apocalipsis 21:1. Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más.
[200] Apocalipsis 21:2. Y yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido.
[201] Apocalipsis 21:5.
[202] Hechos 7:2.  Y él dijo: Varones hermanos y padres, oíd: El Dios de la gloria apareció a nuestro padre Abraham, estando en Mesopotamia, antes que morase en Harán. Y le dijo: Sal de tu tierra y de tu parentela, y ven a la tierra que yo te mostraré.
[203] Génesis 11:31. 
[204] Lucas 14:25-35. Grandes multitudes iban con él; y volviéndose, les dijo: Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su propia vida, no puede ser mi discípulo. Y el que no lleva su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo. (…) Así, pues, cualquiera de vosotros que no renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo. Buena es la sal; mas si la sal se hiciere insípida, ¿con qué se sazonará? (…) El que tiene oídos para oír, oiga.
[205] 2 Corintios 6:14-16.
[206] 1Corintios 10:19-22. ¿Qué digo, pues?  ¿Que el ídolo es algo, o que sea algo lo que se sacrifica a los ídolos? Antes digo que lo que los gentiles sacrifican, a los demonios lo sacrifican, y no a Dios; y no quiero que vosotros os hagáis partícipes con los demonios.  No podéis beber la copa del Señor, y la copa de los demonios; no podéis participar de la mesa del Señor, y de la mesa de los demonios. ¿O provocaremos a celos al Señor?  ¿Somos más fuertes que él?
[207] Filipenses 3:13-14. Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.
[208] Hebreos 12:11. Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados.
[209] Daniel 3:15-30.
[210] Isaías 43:2-3. Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán. Cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti. Porque yo Jehová, Dios tuyo, el Santo de Israel, soy tu Salvador. 
[211] ESTERILIDAD: MDIC COST vet, Considerada en la Biblia como un oprobio (1Samuel 1:1-10), en tanto que la fecundidad era una bendición de parte de Dios (Salmos 127:3-5; 128:1-4).
[212] 2 Corintios 1:20.
[213] Génesis 50:24-25. Y José dijo a sus hermanos: Yo voy a morir; mas Dios ciertamente os visitará, y os hará subir de esta tierra a la tierra que juró a Abraham, a Isaac y a Jacob. E hizo jurar José a los hijos de Israel, diciendo: Dios ciertamente os visitará, y haréis llevar de aquí mis huesos.
[214] Génesis 26:2-5. Y se le apareció Jehová, y le dijo: No desciendas a Egipto; habita en la tierra que yo te diré. Habita como forastero en esta tierra, y estaré contigo, y te bendeciré; porque a ti y a tu descendencia daré todas estas tierras, y confirmaré el juramento que hice a Abraham tu padre. Multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo, y daré a tu descendencia todas estas tierras; y todas las naciones de la tierra serán benditas en tu simiente, por cuanto oyó Abraham mi voz, y guardó mi precepto, mis mandamientos, mis estatutos y mis leyes.
[215] Genesis 26:6. Habitó, pues, Isaac en Gerar.
[216] Genenesis 17:4-6. He aquí mi pacto es contigo, y serás padre de muchedumbre de gentes. Y no se llamará más tu nombre Abram, sino que será tu nombre Abraham, porque te he puesto por padre de muchedumbre de gentes. Y te multiplicaré en gran manera, y haré naciones de ti, y reyes saldrán de ti.
[217] Biblia Plenitud. Editorial Caribe. Dinámica del Reino: La confesión de fe del Palabra de Dios. Roy Hicks, padre. La confesión de fe de la Palabra de Dios. Roy Hicks, padre.
“Permite que las palabras divinas, que revelaron su voluntad y su promesa para tu vida, lleguen a fijarse en tu mente y gobiernen tu conversación, así como el cambio de nombre en Abraham moldeó su concepto de sí mismo. No te des un “nombre” por debajo de lo que Dios quiere de ti”.
[218] Hechos 2:39. Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare.
[219] Génesis 28:3-4. Y el Dios omnipotente te bendiga, y te haga fructificar y te multiplique, hasta llegar a ser multitud de pueblos; y te dé la bendición de Abraham, y a tu descendencia contigo, para que heredes la tierra en que moras, que Dios dio a Abraham.
[220] Génesis 48:13-20. Y los tomó José a ambos, Efraín a su derecha, a la izquierda de Israel, y Manasés a su izquierda, a la derecha de Israel; y los acercó a él (…) Y bendijo a José, diciendo: El Dios en cuya presencia anduvieron mis padres Abraham e Isaac, el Dios que me mantiene desde que yo soy hasta este día, el Ángel que me liberta de todo mal, bendiga a estos jóvenes; y sea perpetuado en ellos mi nombre, y el nombre de mis padres Abraham e Isaac, y multiplíquense en gran manera en medio de la tierra. (…) Y los bendijo aquel día, diciendo: En ti bendecirá Israel, diciendo: Hágate Dios como a Efraín y como a Manasés. Y puso a Efraín antes de Manasés.
[221] Génesis 17:7.
[222] Hebreos 11:20-21. Por la fe bendijo Isaac a Jacob y a Esaú respecto a cosas venideras. Por la fe Jacob, al morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyado sobre el extremo de su bordón.
[223] Génesis 15:4-6. Luego vino a él palabra de Jehová, diciendo: No te heredará éste, sino un hijo tuyo será el que te heredará. Y lo llevó fuera, y le dijo: Mira ahora los cielos, y cuenta las estrellas, si las puedes contar. Y le dijo: Así será tu descendencia. Y creyó a Jehová, y le fue contado por justicia.
[224] Génesis 17:7-14. Y estableceré mi pacto entre mí y ti, y tu descendencia después de ti en sus generaciones, por pacto perpetuo, para ser tu Dios, y el de tu descendencia después de ti. Y te daré a ti, y a tu descendencia después de ti, la tierra en que moras, toda la tierra de Canaán en heredad perpetua; y seré el Dios de ellos. (...) Y de edad de ocho días será circuncidado todo varón entre vosotros por vuestras generaciones; el nacido en casa, y el comprado por dinero a cualquier extranjero, que no fuere de tu linaje. Debe ser circuncidado el nacido en tu casa, y el comprado por tu dinero; y estará mi pacto en vuestra carne por pacto perpetuo. Y el varón incircunciso, el que no hubiere circuncidado la carne de su prepucio, aquella persona será cortada de su pueblo; ha violado mi pacto.
[225] Génesis 17:23 
[226] Hebreos 9:20-26. diciendo: Esta es la sangre del pacto que Dios os ha mandado. Y además de esto, roció también con la sangre el tabernáculo y todos los vasos del ministerio. Y casi todo es purificado, según la ley, con sangre; y sin derramamiento de sangre no se hace remisión. Fue, pues, necesario que las figuras de las cosas celestiales fuesen purificadas así; pero las cosas celestiales mismas, con mejores sacrificios que estos. Porque no entró Cristo en el santuario hecho de mano, figura del verdadero, sino en el cielo mismo para presentarse ahora por nosotros ante Dios; y no para ofrecerse muchas veces, como entra el sumo sacerdote en el Lugar Santísimo cada año con sangre ajena. De otra manera le hubiera sido necesario padecer muchas veces desde el principio del mundo; pero ahora, en la consumación de los siglos, se presentó una vez para siempre por el sacrificio de sí mismo para quitar de en medio el pecado.
[227] Romanos 8:1-8. Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. (…) Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu. Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz. Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden; y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios.
[228] Biblia Plenitud. Editorial Caribe. Dinámica del Reino: La oración y el desarrollo espiritual. Larry Lea.
[229] Éxodo 4:24-26.
[230] Éxodo 18:1-4. Oyó Jetro sacerdote de Madián, suegro de Moisés, todas las cosas que Dios había hecho con Moisés, y con Israel su pueblo, y cómo Jehová había sacado a Israel de Egipto. Y tomó Jetro suegro de Moisés a Séfora la mujer de Moisés (…).
[231] Génesis 17:8.
[232] Éxodo 23:27. Yo enviaré mi terror delante de ti, y consternaré a todo pueblo donde entres, y te daré la cerviz de todos tus enemigos.
[233] Josué 2:9-11. Sé que Jehová os ha dado esta tierra; porque el temor de vosotros ha caído sobre nosotros, y todos los moradores del país ya han desmayado por causa de vosotros. Porque hemos oído que Jehová hizo secar las aguas del Mar Rojo delante de vosotros cuando salisteis de Egipto, y lo que habéis hecho a los dos reyes de los amorreos que estaban al otro lado del Jordán, a Sehón y a Og, a los cuales habéis destruido. Oyendo esto, ha desmayado nuestro corazón; ni ha quedado más aliento en hombre alguno por causa de vosotros, porque Jehová vuestro Dios es Dios arriba en los cielos y abajo en la tierra.
[234] Éxodo 5:2-3.
[235] Josué 5:5.
[236] Josué 5:6-7.
[237] Colosenses 2:11. En él también fuisteis circuncidados con circuncisión no hecha a mano, al echar de vosotros el cuerpo pecaminoso carnal, en la circuncisión de Cristo.
[238] Jeremías 4:4. Circuncidaos a Jehová, y quitad el prepucio de vuestro corazón, varones de Judá y moradores de Jerusalén; no sea que mi ira salga como fuego, y se encienda y no haya quien la apague, por la maldad de vuestras obras.
[239] Filipenses 3:3.
[240] 1Corintios 7:19.
[241] 1Timoteo 3:4-5.
[242] Lamentaciones 2:18-19. 
[243] Lamentaciones 2:20.
[244] Deuteronomio 10:20-22. A Jehová tu Dios temerás, a él solo servirás, a él seguirás, y por su nombre jurarás. El es el objeto de tu alabanza, y él es tu Dios, que ha hecho contigo estas cosas grandes y terribles que tus ojos han visto. Con setenta personas descendieron tus padres a Egipto, y ahora Jehová te ha hecho como las estrellas del cielo en multitud.

[245] Rut 4: 14 –15.
[246] Deuteronomio 28:4; Salmo 128:3
[247] Salmo 127: 5a.
[248] Salmo 88:12. Job 10:21.
[249] Deuteronomio 25: 5-10.
[250] 2 Samuel 18:18.
[251] 2 Corintios 12:14: “Porque no deben atesorar los hijos para los padres, sino los padres para los hijos”.
[252] Silverstone Roger. Capítulo II: Televisión y Consumo, Página 67.
[253] FAMILIA: therapeia (qerapeiva, 2322), servicio, cuidado, atención. Se usa también en el sentido colectivo de una familia.
[254] Óseas 12:4. En el comentario bíblico de Matthew Henry, dice este, con referencia a “con su poder venció al ángel”, que el hebreo B℮onó (verso 3b) significa propiamente “en su madurez” (mejor que con su fuerza), es decir, cuando ya era un hombre hecho y derecho, en contraste con lo de “en el seno de su madre” de la primera parte del versículo.
En efecto, lo de “con su fuerza” no cuadra bien con lo que añade el versículo 4b “luchó con un ser divino” (literalmente, luchó con Dios) en la presencia del ángel, como aclara el verso 4. Comentario Bíblico de Mathew Henry. Traducido y adaptado al castellano por Francisco Lacueva. Editorial CLIE.
[255] Óseas 12:3-4. En el seno materno tomó por el calcañar a su hermano, y con su poder venció al ángel. Venció al ángel, y prevaleció; lloró, y le rogó; en Bethel le halló, y allí habló con nosotros.
[256] Génesis 27.36. Y Esaú respondió: Bien llamaron su nombre Jacob, pues ya me ha suplantado dos veces: se apoderó de mi primogenitura, y he aquí ahora ha tomado mi bendición.  Y dijo: ¿No has guardado bendición para mí?
[257] Génesis 32:7-8. Entonces Jacob tuvo gran temor, y se angustió; y distribuyó el pueblo que tenía consigo, y las ovejas y las vacas y los camellos, en dos campamentos. Y dijo: Si viene Esaú contra un campamento y lo ataca, el otro campamento escapará.
[258] Salmo 138:8.
[259] Óseas 12:4. En el seno materno tomó por el calcañar a su hermano, y con su poder venció al ángel. Venció al ángel, y prevaleció; lloró, y le rogó; en Bethel le halló, y allí habló con nosotros.
[260] Génesis 32:24-27.
[261] Génesis 37:31-33.                
[262] Romanos 6:23.
[263] William Barclay: Profesor de Lenguas y Literatura del Nuevo Testamento en la Universidad de Glasgow, Escocia, y escribió numerosas obras, incluyendo la serie “El Nuevo Testamento comentado por William Barclay”.
[264] Génesis 37:2. “Esta es la historia de la familia de Jacob: José siendo de 17 años, apacentaba las ovejas con sus hermanos…”
[265] Génesis 37:26. “Entonces Judá dijo a sus hermanos: ¿Qué provecho hay que matemos a nuestro hermano y encubramos su muerte? Venid y vendámosle a los ismaelita, y no sea nuestra mano sobre él…”
[266] Génesis 38:1. “Aconteció en aquel tiempo, que Judá se apartó de sus hermanos, y se fue a un varón aduladita que se llamaba Hira.”
[267] Génesis 41:46. “Era José de edad de treinta años cuando fue presentado delante de Faraón rey de Egipto”.
[268] Génesis 42:3-4. 43:8 “Entonces Judá dijo a Israel su padre: Envía al joven conmigo, y nos levantaremos e iremos, a fin de que vivamos y no muramos nosotros, y tú, y nuestros niños”. Hijos de Judá nombrados implícitamente en este pasaje, pero que en Génesis 46:12 se los nombra entre los setenta que entraron con Jacob a Egipto: Sela, Fares y Zara; Er y Onán murieron en la tierra de Canaán.
[269] Génesis 38:7.
[270] 1 Crónica 2:3.
[271] Deuteronomio 25.5-6. “Cuando hermanos habitaren juntos, y muriere alguno de ellos, y no tuviere hijo, la mujer del muerto no se casará con hombre extraño; su cuñado se llegará a ella, y la tomará por su mujer, y hará con ella parentesco. Y el primogénito que ella diere a luz sucederá en el nombre de su hermano muerto, para que el nombre de éste no sea borrado de Israel”.
[272] Génesis 38:10.
[273] Génesis 38:13-23.
[274] Génesis 38:24-25.
[275] Génesis 38:25-30.
[276] Lucas: 14:25-33.
[277] 2 Corintios: 3:18.
[278] Deuteronomio 18:10-14.
[279] “El hogar ya no es solamente un lugar. Es una localización. El hogar es ese lugar que permite y alienta diversas perspectivas siempre variables, un lugar en el que uno descubre nuevas formas de ver la realidad, las fronteras o las diferencias. Uno compara y acepta la dispersión y la fragmentación como parte de las construcciones de un nuevo orden mundial que muestra más plenamente dónde estamos, quienes podemos llegar a ser” Bell hokks, 1991 Pág. 149, citado en Massey, 1992, Pág. 15.
Tu hogar debe mostrar a tus hijos quienes son en Cristo y quienes pueden llegar a ser, en relación a su comunión personal con Jesús.
[280] Silverstone Roger. Capítulo II: Televisión y Consumo, Página 55.
[281] Lucas 15:17-19.  Y volviendo en sí, dijo: ¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre! Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus jornaleros.
[282] Lucas 15:29.  Mas él, respondiendo, dijo al padre: He aquí, tantos años te sirvo, no habiéndote desobedecido jamás, y nunca me has dado ni un cabrito para gozarme con mis amigos.
[283] Lucas 15:13 No muchos días después, juntándolo todo el hijo menor, se fue lejos a una provincia apartada; y allí desperdició sus bienes viviendo perdidamente.
[284] Lucas 15:32.  Mas era necesario hacer fiesta y regocijarnos, porque este tu hermano era muerto, y ha revivido; se había perdido, y es hallado.
[285] Como olvidarnos de nuestro hogar: “Junto a los ríos de Babilonia, Allí nos sentábamos, y aun llorábamos, Acordándonos de Sión. Sobre los sauces en medio de ella Colgamos nuestras arpas. Y los que nos habían llevado cautivos nos pedían que cantásemos, Y los que nos habían desolado nos pedían alegría, diciendo:
Cantadnos algunos de los cánticos de Sión. ¿Cómo cantaremos cántico de Jehová en tierra de extraños?
Si me olvidare de ti, oh Jerusalén, Pierda mi diestra su destreza. Mi lengua se pegue a mi paladar, Si de ti no me acordare; Si no enalteciere a Jerusalén Como preferente asunto de mi alegría” Salmos 137:1- 6
[286] “La importancia del hogar procede de su capacidad de proporcionar un espacio de acción e interacción en el cual una persona puede desarrollar, conservar y cambiar su propia identidad (…) El hogar es un abrigo para las personas y los objetos que definen al “yo”; de ahí que, para la mayor parte de la gente, constituya un ambiente simbólico indispensable” Czikszentmihalyi y Rochberg Halton (1981, Pág. 144)
[287] San Juan 1:43-51.
[288] Mateo 7:15-20.
[289] Tito 3:4-5. “Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y su amor para con los hombres, nos salvo, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración, y de la renovación del Espíritu Santo”.
[290] 1 Pedro 2:21-23. Pues para esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas; el cual no hizo pecado, ni se halló engaño en su boca; quien cuando le maldecían, no respondía con maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino encomendaba la causa al que juzga justamente.
[291] 1Corintios 2:10-16. Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; (…) En cambio el espiritual juzga todas las cosas; pero él no es juzgado de nadie. Porque ¿quién conoció la mente del Señor?  ¿Quién le instruirá?  Más nosotros tenemos la mente de Cristo.
[292] Lucas 10:27. Amarás al Señor tu Dios con todo (…), y con toda tu mente (…).
[293] Hebreos 10:16.  Este es el pacto que haré con ellos después de aquellos días, dice el Señor: Pondré mis leyes en sus corazones, Y en sus mentes las escribiré.
[294] Tito 2:7. Presentándote tú en todo como ejemplo de buenas obras; en la enseñanza mostrando integridad, seriedad, palabra sana e irreprochable, de modo que el adversario se avergüence, y no tenga nada malo que decir de vosotros.
[295] Génesis 33: 12- 15.
[296] Números 6:22 -27.


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