Casa, Hogar y Familia
“Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno
es. Y amarás a Jehová tú Dios de todo tu
corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas. Y estas palabras que yo te
mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de
ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te
levantes. Y las atarás como una señal en tu mano, y estarán como frontales
entre tus ojos; y las escribirás en los postes de tu casa, y en tus puertas”. Deuteronomio 6:4-8.
INDICE:
Introducción
Capítulo I: Sea tu Casa
Amor diferente en costumbres
Quiero hacer una Casa para Dios
Dios te hará Casa
Casa = Gobierno
Lo público y lo Privado: La Tierra. El trabajo. El
Capital. El Tiempo.
El Poder de la Información. La
Identidad
Casa = Gobierno espiritual
Edifica Tu Casa
Serás Salvo Tú
Y toda Tu Casa
Sé un transporte
Capítulo
II: Familia
Fracaso de la Primera Casa
Gracia inmerecida
Dios es un Dios de
Pactos
Benditas
todas las familias de la tierra
Desde
el Dios de Sem al dios de Taré
Descendencia
es el Todo de la historia
El
pecado de una generación
Conquista
de la Promesa
Capítulo III: Legado de Familia
Habitantes del olvido
Legado familiar
La familia
Familia como proceso o
sistema
Familia como unidad
individual
Paradigma familiar
Como la Casa de Fares
Engaño
Jacob. El que lucha con
Dios y con los hombres, y vence
Pecados ocultos
Herencia
Capítulo IV: El Hogar
Lugar y no-lugar: Modernidad y posmodernidad
Carácter: Un israelita en quien no hay engaño
Conclusión
Bibliografía
seleccionada
Citas y referencias bíblicas
Introducción
H
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ablar de matrimonio es hablar de
ilusiones, de cuentos de hadas y de príncipes azules. Un hogar cristiano
deambula en el deseo de un pedazo de cielo en la tierra. Pero, las ilusiones
desilusionan y los cuentos no siempre tienen finales felices.
La fe es una herramienta de Dios
que te permite ver más allá de lo que los ojos naturales te permiten observar.
La fe se manifiesta justo en el momento en que tomamos la decisión de dejar
nuestros anhelos en las manos de Dios, confiando en sus promesas.
El hogar cristiano es producto de
la fe; no pretende ser esa cosa ilusoria que luego se esfuma en la realidad
cotidiana.
El relato bíblico de los hogares
que sirvieron a los planes de Dios, te van a mostrar algo más real que un
ideal. Te darán el descanso de saber que estas personas y sus hogares no eran
perfectos.
Martín-Moreno González[1]
sostiene que “esta es la primera gran saga de la Biblia , un cuento de sueños
de inmigrantes y de promesas divinas que sirve como obertura colorista e
inspiradora a la historia subsiguiente de la nación de Israel (…). El relato
bíblico de la vida de los patriarcas es una historia brillante de la familia y
de la nación. Su poder emocional deriva del hecho de ser el relato de las
profundas luchas humanas de padres, madres, maridos. Mujeres, hijas e hijos. En
cierto modo es una historia de familia típica, con todos sus gozos y tristezas,
amor y odio, engaño y astucias, hambre y prosperidad. Es también una historia
universal y filosófica sobre la relación de Dios con la humanidad, sobre la
devoción y la obediencia, sobre el bien y el mal, sobre la fe, la piedad y la
inmoralidad. Es la historia de Dios que se escoge una nación, de la promesa
eterna que Dios hace de tierra, prosperidad y crecimiento”.
Entendamos que el hogar es
racional. Es un lugar, no un espacio. Es un lugar mental.
Este producto mental encierra lo
que la casa nos afectó. Es lo que va con nosotros donde quiera que estemos. Es
un lugar idealizado cómodamente. Donde nos sentimos seguro. Es la esfera a la
que pertenecemos. Pero ese lugar de pertenencia no se limita a un espacio
físico.
Un hogar cristiano es la historia
de una casa escogida por el Señor. Una casa con promesas, no solo de
prosperidad y crecimiento, sino de bendición generacionales. Es el recado del Señor que te
inspira y te alienta a formar esta clase de hogar con un paradigma familiar
Cristo-céntrico.
Cuando hablamos de hogar
cristiano, nos referimos a una construcción mental que da seguridad en Dios, en
sus promesas terrenales y de Vida Eterna. Y en los cristianos.
El trabajo más eficaz del diablo
recae en esto: hacer de nuestros hijos personas sin hogar, sin lugar, sin
constructo mental que traspase nuestras generaciones. Nuestro embate contra
estas artimañas es dejar un legado y formar un carácter cristiano semejante al
carácter de Cristo.
El mundo patriarcal, aunque tenía
un contexto histórico diferente al nuestro, necesitaba la decisión personal de
los constructores del hogar la cual era traspasar esta relación a sus
descendientes. Por eso Dios eligió a Abraham, porque él daba la seguridad de
que desarrollaría este carácter relacional de hogar, enseñando a sus hijos a
conocer y valorar el Amor de Dios y su propósito.
En conclusión, te propongo:
Trabaja por tu legado. Que te vean orar en los momentos difíciles. Que te vean
avanzar en la adversidad. Que disfruten de tu alabanza en medio de las
tormentas de la vida. Deja legado en tus hijos para que ellos lo transmitan a
tus nietos. Edifica un carácter belicista por la salvación y las bendiciones de
Dios.
Entonces, ora y no te canses de
orar; predica, y no te canses de predicar; amonesta y exhorta; cree y no te
canses de creer. Te invito que construya a través de la fe en Jesús el Arca en
que se salven tú y tu descendencia.
No podemos salvar a nuestras
familias sin Dios. Pero, Dios tampoco lo hará sin nosotros.
Dios mira hacia abajo con ojos de gracia, sobre aquellos que sinceramente miran hacia arriba con ojos de Fe.
Matthew Henry
Capítulo I: Sea tu casa
Amor diferente en costumbres
E
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l júbilo alrededor manifiesta la
importancia de lo que están celebrando, seguramente, el trabajo de invitación
no fue sencillo. Una breve y concisa invitación estilo occidental y la pronta
aceptación de ella se consideraría en Oriente, como poco digna.
En estas tierras el invitado no
debe aceptar de inmediato, sino que se espera de él que rechace la invitación.
Deben urgirle a que acepte, aunque desde el principio haya pensado responder
positivamente; corresponde conceder a la persona que lo invita el privilegio de
que “le compela a aceptar”[2].
Todos quieren estar
vestidos para bodas[3].
Los invitados saben cuál es su papel en la celebración, no es solamente
compartir la fiesta y la alegría, tienen una responsabilidad; están allí para
ser testigos de que el matrimonio ha sido consumado[4]
y como tal respetan esa posición.
Estas clases de banquetes
antiguos se celebraban, por lo regular, por las noches en habitaciones muy
iluminadas, y a cualquier persona a quien se excluía de la fiesta, se decía de
ella “que ha sido arrojada de la luz a las tinieblas de afuera”[5]
en la noche.
La novia se adorna como una reina[6].
Es evidente el tiempo y dedicación, tanto como el esfuerzo puesto por ella para
hacer su rostro brillante y lustroso, un lustre parecido al mármol. Su cabello
está trenzado con tantas piedras preciosas como posee, o pudiera pedir
prestadas.[7]
Las muchachas que le han vestido son sus “compañeras”[8];
comparten sueños y juegan con la novia. Todo es motivo de risa; una alegría que
no da cabida a otro pensamiento que la vivencia del momento. Nadie ignora lo
importante que es para ella este lapso; jamás podrá olvidar esta festividad
matrimonial y especialmente su vestido de novia[9].
Esta toda dispuesta: una novia ataviada para su esposo”[10].
El comprometido va vestido con
gran gala y enjoyado[11].
Camina acompañado por su “amigo”[12].
Sus vestidos están perfumados con incienso y mirra, y su cinto es de seda de
brillantes colores. Sus sandalias cuidadosamente adornadas con listones, y en
esto da la impresión de “paños volantes”, de capas sueltas con gracioso donaire
peculiar de las tierras del Oriente[13].
Parecen un rey y una
reina, y como tales actúan.
Mira a su amigo y sonríe.
La mirada y la expresión son un dialogo de regocijo, agradecimiento, la dicha
compartida por un momento esperado y único. Un amor inteligente y lleno de
virtud que honra a la familia, a la sociedad y a Dios.[14]
Booz sale de su casa para buscar
a su esposa.
Rut lo espera ansiosa. Lleva un
velo que en un punto de la ceremonia, le será quitado y puesto sobre el hombro
de él, declarando: “El dominio será sobre su hombro”.
Todo el poblado de Efrata un día
la vio llegar acompañando a su suegra, con la cabeza baja y compartiendo la
amargura de un regreso sin gloria. Hoy la ven dejar la humilde casa de Noemí,
adornada, perfumada y con una corona en su cabeza[15].
Las calzadas son angostas. Las
casas bajas. Los niños juegan y las niñas sueñan. Las ancianas recuerdan y los
hombres se alegran. Una gran procesión les sigue por todo el camino hacía el
nuevo hogar de la pareja. La oscura calle se ilumina con lámparas de aceite
sostenidas por los invitados a la boda. Las canciones y las danzas[16]
alegran el camino[17].
Ella lleva su cabello
suelto flotando, y su cara está cubierta con un velo. Hay demostraciones de
alegría en todo el trayecto hasta su destino. Parte de la procesión son hombres
que tocan tambores y otros instrumentos musicales, y hay danza por todo el recorrido.
Al llegar a la casa[18],
la novia y el novio se sitúan bajo un dosel, una enramada adornada de flores y
mucho color. Desde allí presiden el convite nupcial. El saludo, el respeto y
los buenos deseos de los invitados delante del dosel, le demuestran el aprecio.
Hay un dulce dialogo de
amor en las miradas y en los labios:
-“Como lirio entre los espinos, así eres amiga mía
entre las doncellas[19]”-.
-“Tu eres como manzano entre árboles silvestres, me
llevaste a la casa del banquete y tu bandera sobre mí, fue amor”-.
Esa bandera sobre la casa
donde se festeja el banquete es una gozosa señal de que el amor ha encontrado
un sitio propicio, las necesarias provisiones y el poder de triunfar.
En el convite el tiempo
pasa armoniosamente. Los días de celebración son muchos, comiendo y bebiendo[20].
Las festividades duran a menudo siete días[21],
o quizás más; pero los novios no se preocupan por nada[22],
solo reciben buenos augurios y bendiciones.
En un momento determinado,
uno de los ancianos[23]
se pone en pie e invoca la bendición de Dios sobre la pareja. La mano se eleva
al cielo. Los ojos del anciano buscan desesperadamente en el infinito una
palabra de Dios.
Mira a Rut y le dice: -El
creador te haga fecunda, como a Raquel y Lea que edificaron la casa de Israel-[24].
Todos pensaban que la
bendición había concluido, pero los ojos espirituales del anciano atraviesan
los tiempos. Mira a ambos, entiende que este acto simboliza la formación o
extensión de un hogar[27],
ante esto los bendice, diciendo: -Y sea tu casa, como la casa de Fares, el que
Tamar[28]
dio a luz a Judá, por la descendencia que esta joven te dé-.
Los nacidos en Belén son
descendientes de Fares. Ahora, el anciano ora para que la familia de Booz, que
era una sola familia[29]
de entre ellos, se hiciese al correr de los años tan numerosa e ilustre como es
ahora la descendencia entera del patriarca.
Había entre las esposas
judías el anhelo universal y alegría en la esperanza de tener hijos. La ley de
Dios enseñaba que los niños eran una señal de la bendición de Dios: “Bendito el
fruto de tu vientre”[30].
El salmista nos pinta a un hombre bendecido por Dios, al decir: “Tu mujer será
como vid que lleva fruto a los lados de tu casa”.[31]
Ellas siempre esperaban
que su hijo fuera el Mesías. La promesa mesiánica de la Palabra , sin duda estaba
siempre en los labios de las mujeres hebreas. “No será quitado el cetro de
Judá, y el legislador de entre sus pies, hasta que venga Shiloh”[32].
“Saldrá estrella de Jacob y se levantará el cetro de Israel.”[33]
Esto conservaba la esperanza de la venida del Mesías, y era causa de que las
madres judías desearan un niño en cada alumbramiento, y que quizá ella pudiera
ser la madre de Shiloh.
Durante los diez
años de casamiento de Rut con Mahlón no había tenido hijos. Las acertadas bendiciones en su matrimonio
tenían, quizás, que ver con esto. Lo importante es que era tan fecunda como
Lea, en forma natural; o como Raquel, por milagro de Dios. Ahora estaba a punto
de dar a luz su primer hijo.
El corazón de
Booz palpitaba con fuerza. Las mujeres rodean a Noemí y hablan entre ellas en
la entrada de la casa[34].
Algunos criados, amigos y ancianos del pueblo les acompañan.
Dentro de la
familia se dan cuatros ocasiones señaladas que marcan el progreso de la vida:
el nacimiento, la pubertad, el matrimonio, y la muerte. Debido a la importancia
de tales ocasiones, éstas se señalan como importantes acontecimientos sociales.
Sin embargo, cuando las personas creen que Dios está involucrado en el proceso
de la vida, tales acontecimientos adquieren una dimensión espiritual. Booz y
toda Efrata entendían esto. Las bendiciones dada y esperada al casarse
adquirían un mayor valor si Dios[35]
les daba descendientes.
De pronto las
risas y lágrimas se mezclaron. Las felicitaciones y buenos deseos, como tropel
de sueños que cabalgaban desde el cielo, les brindaban cada labio.
Las mujeres
rodearon a Noemí y alabaron a Dios diciendo: - ¡Loado sea Jehová, que hizo que no te faltase hoy pariente, cuyo nombre
será celebrado en Israel![36]-.
Esas miradas en el mañana agigantan el corazón y las vidas se elevan más allá
del soñar.
- ¡Le ha nacido
un hijo a Noemí! Y se llama[37]
Obed -. Que significa Siervo de Dios[38].
-Este niño es el restaurador de tu alma y sustentador de tu vejez-. Bendecían
las mujeres a la abuela.
Obed era la
esperanza de una descendencia que sirva a Dios eternamente ¡dulce esperanza de
una familia! Pero, aún les quedaba mucho trabajo por delante, más allá del buen
deseo del nombre dado al niño. Sin lugar a dudas, la “casa”, la “familia” y el
“hogar” serían fundamentales para el crecimiento espiritual de Obed, tanto,
como para el de nuestros hijos.
Quiero hacer “una casa para Dios”
C
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onocí a Jesús a los veintidós años; me casé en los caminos del Señor y trato de criar a mis hijos en la santidad de su Palabra. Como padre, mi preocupación es edificar mi casa, mi familia, mi hogar.
Recuerdo
un día, en mi provincia natal, siendo joven, soltero y colaborador de la
escuelita dominical en mi congregación, visite al pastor de una iglesia.
Hablamos de la obra de Dios, del sacrificio y dedicación. Para concluir su
exposición, el pastor me invitó a entrar al templo; subimos a un altillo y
desde allí me mostró el salón. Me miró y agregó: “hay está mi vida, mi
dedicación y mi tiempo: edificar una “casa” para el Señor”. Me fascinó esto.
Quince años más tarde era ordenado Pastor. Mi primer pensamiento fue: -Tengo
que hacer una “casa para Dios”-.
Estas
dos preocupaciones, que son el fundamento de mi vida, se unen en un mismo eje:
la “casa”.
Siempre
tuve un concepto de “casa” hasta que un día oí una predicación sobre el tema.
Allí escuche por primera vez la palabra “casa” en su traducción en griego. Esto
produjo un giro de 180 grados en mi forma de interpretación, y comencé a indagar.
Me
sentí muy reflejado con David, cuando en 2 de Samuel 7, Dios hace un pacto con
él. En principio ambos utilizaban la palabra “casa”, pero en diferente sentido.
“Aconteció
que cuando ya el rey habitaba en su casa, después que Jehová le había dado reposo
de todos sus enemigos en derredor, dijo el rey al profeta Natán: Mira ahora, yo
habito en casa de cedro, y el arca de Dios está entre cortinas”[39].
David
tuvo este pesar en su corazón. Se sentía incomodo de habitar en una casa de
cedro, mientras el Arca de Dios estaba entre cortinas. Este palacio en el cual
habitaba lo había hecho construir con la ayuda de Hiram, rey de Tiro, luego de
la conquista de Jerusalén, ciudad de David.[40]
Ante
esto, decidió hacerle “casa” al Creador. La respuesta del Señor fue: -¿Tú
me has de edificar casa en que yo more?-. Luego le hizo saber que él,
edificaría casa a David[41].
El
utilizar los mismos vocablos e interpretar diferente es lo que me preocupa. De
allí parte mi propuesta de examinar cuidadosamente la interpretación y traducción
de las palabras, sin descuidar su aspecto histórico, económico, social y
cultural.
En el prefacio del libro “Palabras griegas del Nuevo
Testamento. Su uso y su significado”; el autor, el doctor William Barclay[42]
dice que traducir una lengua a otra es, en un sentido, casi imposible. Siempre
se pueden traducir palabras con precisión cuando se refieren a cosas. Una silla es una silla en
cualquier lengua. Pero cuando se trata de ideas,
ya es otro asunto.
En este caso, algunas palabras precisan de una frase, una
oración o incluso un párrafo para traducirlas, pues un simple vocablo resulta
insuficiente para expresar todo el contenido de la idea que encierran”.
En el Antiguo Testamento, la palabra “bayit” se traduce en
“casa” y tiene cognados en casi todas las lenguas semíticas incluyendo el
arameo bíblico. Hay 2.048 casos de bayit en hebreo bíblico (44 en arameo), en
todas las épocas.
En
primer lugar, el nombre denota una estructura fija y estable hecha de algún
tipo de material. Por lo general, como “lugar permanente de habitación”, se
hace una distinción entre una casa y una tienda[43].
El vocablo puede también denotar una casa de una sola habitación[44].
Bayit se distingue también de enramadas o chozas provisionales[45].
En
muchos pasajes (sobre todo cuando este término va acompañado del vocablo Dios)
bayít se refiere a un lugar de adoración o “santuario”[46]. En otros, bayit puede significar las
habitaciones y/o alas de una casa[47] y,
también, bayit a veces señala el lugar en que algo o alguien moran o descansa.
Es así como el submundo, el Seol, se denomina “casa”[48].
Por otro lado, Génesis 50:4 usa a bayit con el sentido de
“corte real”, es decir, todos los cortesanos de un rey: “Y pasados los días de
su duelo, José habló a los de la casa del faraón”. Se juntan las dos acepciones
de “corte real” y “descendencia” en 1 de Samuel 20:16: “Así Jonatán hizo un
pacto con la casa de David”.
En un grupo de pasajes bayit significa “territorio” o
“país”: “¡Lleva la corneta a tus labios! Viene como un águila contra la casa de
Jehová” (Óseas 8:1; 9.15; Jeremías 12:7; Zacarías 9:8).
Dios te hará casa.
D
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esde estas definiciones entendemos en los términos que Dios y David se estaban comunicando. El rey ungido del Señor hablaba de una morada terrena y el Creador se refería a edificar una descendencia mesiánica, continuadora de la promesa dada a Abraham y a sus descendientes, entre ellos Fares, Booz, Obed, David y finalmente Jesús, con su reino sempiterno:
“Y
cuando tus días sean cumplidos, y duermas con tus padres, yo levantaré después
de ti a uno de tu linaje, (puede
referirse tanto a uno como a muchos niños. También puede aplicarse a futuras
generaciones de una línea de sucesión. Aquí se aplica tanto a Salomón como al
Mesías), el cual procederá de tus entrañas, y afirmaré su reino. Él edificará
casa a mi nombre, y yo afirmaré para siempre el trono de su reino.
Yo le
seré a él padre, y él me será a mí hijo
(Se habla de Dios como Padre más de 200 veces en el Nuevo Testamento; es una
forma preferida que utiliza Jesús para referirse a Dios). Y si él hiciere mal, yo le castigaré con
vara de hombres, y con azotes de hijos de hombres; pero mi misericordia no se
apartará de él como la aparté de Saúl, al cual quité de delante de ti,
(A causa del pecado de idolatría cometido por Salomón al final de su vida, el
reino le fue traspasado a su hijo Jeroboam. Sin embargo, una porción fue
reservada bajo el nombre de David, y la línea del Mesías mantuvo su
continuidad) Y será afirmada tu casa y
tu reino para siempre delante de tu rostro, y tu trono será estable
eternamente”[49].
Ante
estas revelaciones del profeta Natán “[50]entró
el rey David y se puso delante de Jehová, y dijo: Señor Jehová, ¿quién soy yo,
y qué es mi casa, para que tú me hayas traído hasta aquí? Y aun te ha parecido
poco esto, Señor Jehová, pues también has hablado de la casa de tu siervo en lo
por venir. ¿Es así como procede el
hombre, Señor Jehová? ¿Y qué más puede añadir David hablando contigo? Pues tú conoces a tu siervo, Señor Jehová.
Todas estas grandezas has hecho por tu palabra y conforme a tu corazón,
haciéndolas saber a tu siervo. (…) Ahora pues, Jehová Dios, confirma para
siempre la palabra que has hablado sobre tu siervo y sobre su casa, y haz
conforme a lo que has dicho. Que sea engrandecido tu nombre para siempre, y se
diga: Jehová de los ejércitos es Dios sobre Israel; y que la casa de tu siervo
David sea firme delante de ti. Porque tú, Jehová de los ejércitos, Dios de
Israel, revelaste al oído de tu siervo, diciendo: Yo te edificaré casa. Por esto tu siervo ha hallado en su corazón
valor para hacer delante de ti esta súplica.
Ahora
pues, Jehová Dios, tú eres Dios, y tus palabras son verdad, y tú has prometido
este bien a tu siervo. Ten ahora a bien
bendecir la casa de tu siervo, para que permanezca perpetuamente delante de ti,
porque tú, Jehová Dios, lo has dicho, y con tu bendición será bendita la casa
de tu siervo para siempre”.
Entendamos
a Dios como lo hizo David. Este edificar “casa” es lo que Dios quiere hacer en
mi vida y en la tuya. En este concepto la descendencia es fundamental, porque
el propósito de familia de Dios es integral, es decir, abarca mil generaciones.
Es una cadena donde nosotros somos un eslabón de concepciones que van
afectando, respectivamente, nuestras generaciones. Los planes del Señor son
mayores que nuestros pensamientos de servicio y fidelidad personal; abarca
nuestros hijos, nietos, tataranietos, etc.
En el
“hijo de David” se abre un nuevo abanico de promesas. Al aceptar a Jesús como
salvador nos unimos al propósito global de Dios, con relación a la familia. El
Señor habla sobre lo provenir con respecto a nuestros hijos. Lo hace “por su
palabra y conforme a su corazón”, estos son los dos grandes motivos que están
detrás de las bendiciones de Dios, son la fidelidad a su palabra y el generoso
amor de su corazón.
Ora
junto conmigo: – Señor, Ten ahora a bien bendecir la casa de tu siervo, para que permanezca perpetuamente delante de
ti, porque tú, Jehová Dios,
lo has dicho, y con tu bendición
será bendita la casa de tu siervo para siempre -.
CASA = GOBIERNO
El Griego del Nuevo Testamento.
A
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l explicar sobre la utilización del griego en el Nuevo Testamento, el doctor Barclay explica que, “
De todas las fuentes, los papiros son los que esclarecen más el lenguaje
del Nuevo Testamento. El papiro era un material de escritura elaborado con la
médula de los juncos que crecían a orillas del Nilo. Para fabricarlo, se
cortaba la médula del junco en tiras, las cuales se superponían cruzadas y se
prensaban, y, tan pronto perdían la humedad, tenían una duración prácticamente
ilimitada.
En ellos encontramos la lengua griega tal como la hablaba la persona
común, no los literatos, del tiempo del Nuevo Testamento. Vemos cómo se usaban
las palabras y qué significado y sentido tenían en el hablar cotidiano, no en
la estilizada prosa literaria.
En el
Griego del Nuevo Testamento, la palabra “casa” es: Oikodespoteo. Es una
conjunción de dos términos que unidos se refieren “al que gobierna una casa”.
Para un
descendiente de Fares, hablar de “casa” era hablar de algo mucho más profundo
que hablar del espacio o el lugar que se habita. Hablar de casa es referirse a
una zona de gobierno.
La
familia era, por tanto, “un pequeño reino” gobernado por el padre. Él gobernaba
sobre su mujer, hijos, nietos y siervos: Sobre todos los pertenecientes a su
casa.
Los
hijos eran criados en la aceptación de esta autoridad, y si rehusaban
reconocerla, amenazando con ello la seguridad de la unidad familiar, podían ser
castigados con la muerte[51].
La
esposa hebrea antigua no gozaba de una libertad ilimitada como las mujeres
modernas de Occidente la tienen. Nunca comían con ellos, sino que al esposo y
los hermanos se les servía primero, y la esposa, la madre y hermanas esperan
para tomar lo que quedaba.
En un
paseo la mujer nunca iba del brazo del hombre, sino que seguía a una respetuosa
distancia. Actualmente, en algunos paises, la mujer es, por regla,
estrechamente vigilada y observada con celo; cuando sale va con velo de la
cabeza a los pies.
Esta
actitud hacia las mujeres puede ilustrarse en la Biblia. Notemos
como a las esposas de Jacob cuando viajaban se les daba lugares aparte y no con
él[52].
No se dice que la madre del hijo pródigo estuviera presente en la fiesta que el
padre ofreció a su hijo[53].
A pesar
de estas cosas, debemos entender que el Antiguo Testamento no califica a la
mujer como mera esclava del marido. Ella tiene gran influencia para bien o para
mal sobre su esposo. Y él muestra gran respeto para con ella en la mayoría de
los casos. Sara fue tratada por Abraham como una reina, y en asuntos de familia
ella gobernaba de muchas maneras. Abraham le dijo acerca de Agar, la madre de
Ismael, "He ahí tu sierva en tu mano, haz con ella lo que bien te
pareciere"[54].
El
tributo a una esposa madre hebrea en el libro de los Proverbios, indica que
ella era una persona de gran influencia sobre su marido[55].
Mirando
la época patriarcal nos ubicamos en un espacio y en un tiempo muy particular, el
cual podemos comprender y aceptar, pero que no se adecua al momento que vivimos
nosotros. Hemos sido afectados por miles de años de distancia. Estudiar modos e
imitar formas es bueno, sobretodo siendo estas bíblicas, pero nos enfrentamos a
la realidad que como padres no somos iguales y nuestros hijos no responden a
ese modelo de personas.
La
familia ha cambiado. Las unidades
familiares en el siglo presente son llamadas nucleares porque son pequeñas:
madre, padre y unos o dos hijos. Las familias en los tiempos del Antiguo
Testamento eran grandes, e incluían a cada miembro de la familia: tías, tíos,
primos y siervos. A estas se le da el nombre de familias extendidas. El cabeza
de familia era el padre, y el cabeza de un grupo de familias era el jeque.
Abraham
y sus herederos eran jeques, y en una ocasión Abraham pudo encabezar a 318
hombres de guerra “nacidos en su casa” (Génesis 14:14). María y José parecen
haber viajado en el seno de una familia así cuando fueron con Jesús a Jerusalén
cuando tenía doce años. Estaban viajando con “parientes y conocidos” (Lucas
2:44). Los había suficientes como para no poder ver a Jesús un día entero, y
María y José tenían unos vínculos suficientemente estrechos con la familia
extendida como para no preocuparse acerca de ello.
Nuestro
margen de gobierno se ha achicado hasta lo incomparable en algunos casos. Este
enfoque pone de manifiesto que, en un sistema patriarcal la respuesta de una
casa es diferente a la contestación que hoy podemos tener, debido a un sentido
cultural e histórico afectado por el espacio y el tiempo.
No
quiero decir que antes era más fácil y ahora más difícil. Quiero decir, que
debemos adecuarnos al contexto intelectual, cultural, económico y social que
nos rodea. Enfocarnos en percibir la forma en que las promesas de Dios se cumplen
en nuestra descendencia hoy. Aprendiendo a leer el mundo que vivimos,
entendiéndolo y adecuándonos en las cosas que han cambiado. Pero, revalorizando
las que nunca cambiaran: La fe, la santidad, el compromiso, la búsqueda y la
obediencia a Dios.
No
estamos solos en esta empresa, Jesús es el mismo de ayer, de hoy y de siempre.
Lo público y lo privado
E
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l ser humano es un individuo cultural. Se desarrolla entre lo público y lo privado.
Es un
individuo domestico. Sin embargo, esa vida domestica, en el plano real y en el
plano ideal, constituye no solo un fenómeno sociológico, sino también cultural
e histórico.
Silverstone
Roger[56]
explica que históricamente, a partir de la creación de una clase burguesa que
se elevó a una prominencia comercial y cultural en los comienzos del Siglo XIX,
éste necesitó separar lo público de lo privado, de manera de proteger lo
domestico de las preocupaciones sociales. Crear de esa manera un mundo
diferente de imágenes deseos e ilusiones.
Walter
Benjamín[57]
escribiendo sobre la aparición del ciudadano privado en la época de Luís
Felipe, dice que: “Por primera vez se distinguió el lugar donde se vive del
lugar donde se trabaja. El primero se estableció como el interior. La oficina
era su complemento. El ciudadano privado que en su oficina tomaba contacto con
la realidad, necesitaba que el interior constituyere el sostén de sus
ilusiones. Esa necesidad se hizo más apremiante porque ese ciudadano no tenía
la menor intención de agregar a sus preocupaciones de negocios, otras
preocupaciones de orden social”.
Refiriéndose
a este periodo histórico, Silverstone dice que [58]“En
esta sociedad industrial dominada por la producción y el intercambio de
mercancías, en una sociedad capitalista de relaciones sociales burguesas y cada
vez más privatizadas, lo domestico resultó marginado y políticamente
insignificante”.
Históricamente,
lo público y lo privado evolucionaron juntos (Sennett, 1986, páginas 89 y
siguientes), y mientras estos campos se desarrollaban, era la domestica la que
más sufría (Donzelot, 1979).
En
otras palabras, en el mundo que vivimos la interrelación de nuestros hijos con
Dios y su prójimo es aprendido en la casa. Pero, no es el único discurso que
nuestros hijos oyen. Hoy, en un día una persona recibe el caudal de información
que un individuo en esta época histórica que estamos observando, lo recibía en
toda su vida. Cuanto más si lo comparamos al tiempo patriarcal.
Esto es
una de las primeras realidades que debemos comprender. No es solamente mi
discurso el que afecta a mis hijos, está el discurso de los amigos, de los
medios de comunicación, de lo público que afecta lo privado.
Ahora
vamos a desarrollar el concepto de domestico que tiene una consecuencia de
acción en nuestros descendientes de tres dimensiones: el hogar, la familia y la
casa.
La casa
Observamos
que para un oriental, en la época patriarcal y aún en la actualidad, hablar de
“casa” es hablar de algo mucho más profundo que hablar del espacio que se
habita. Hablar de casa es referirse a una zona de gobierno. En la sociología
moderna, la casa es una unidad económica y cultural.
Los
hogares y las familias son categorías fluidas y entidades variables que pueden
redefinirse desde el punto de vista subjetivo y diferenciarse cultural e
históricamente. De manera semejante, las casas también son variables. También
ellas pueden considerarse procesos (Wallman, 1984, página 20), pero son
procesos de orden diferente. Mientras las familias se basan en lazos de
parentescos, las casas se basan en una cuestión de proximidad. Es más, las
casas pueden considerarse unidades económicas: son sistemas económicos.
Sandra
Wallman sostiene que “Un modelo que entienda las casas como sistemas de
recursos (…) las verá deslindarse de manera diferenciada según los diversos
recursos de que disponen, los recursos que deciden gastar y exhibir, y los
valores que asignan a tales recursos para destinarlos a propósitos particulares
en diversos contextos locales y culturales” Wallman, 1984, página 21.
Entendiendo
la casa como una unidad económica y cultural, comprendemos porque Dios exige
que los hijos sean criados en la aceptación de la autoridad patriarcal, porque
si rehusaban reconocerla, amenazaban con ello la seguridad de la unidad
familiar por lo cual podían ser castigados con la muerte. Dice Deuteronomio
21:18-21 que “si un hombre tiene un hijo obstinado y rebelde, que no escucha a
su padre ni a su madre, ni los obedece cuando lo disciplinan, su padre y su
madre lo llevarán a la puerta de la ciudad y lo presentarán ante los ancianos.
Y dirán los padres a los ancianos: “Este hijo nuestro es obstinado y rebelde,
libertino y borracho. No nos obedece” Entonces todos los hombres de la ciudad
lo apedrearán hasta matarlo. Así extirparás el mal que haya en medio de ti. Y
todos en Israel lo sabrán, y tendrán temor”.
Bajo la
administración patriarcal el mando del padre es supremo. La autoridad del padre
se extiende a su mujer, sus hijos, sus nietas, sus siervos y a toda la familia,
y si él es el jefe, su autoridad se extiende a la tribu. Muchos de los árabes
beduinos de este tiempo no tienen otro gobierno más que el patriarcal.
Cuando
Abraham, Isaac y Jacob vivían en tiendas en la Tierra Prometida ,
se gobernaban por el mismo sistema. Y cuando la ley de Moisés fue dada a
Israel, la autoridad de los padres y específicamente la del padre, aún se
reconocía. Uno de los Diez Mandamientos es "honra a tu padre y a tu
madre". (Éxodo 12). En muchos casos el padre era la corte suprema de
apelación en asuntos domésticos.
En la
mayoría de los casos la gran autoridad que el padre tenía, la pasaba a su hijo
mayor, quien tomaba el puesto de jefe a la muerte de su padre. Así Isaac vino a
ser jefe de la familia de su padre a la muerte de éste. Él y Rebeca habían
vivido en la familia bajo la autoridad de su padre, pero la sucesión de la
autoridad pasó a él como hijo. Ismael, que era el de la sierva, no recibió
herencia (Génesis 25).
En
algunos casos el padre delegaba la sucesión de autoridad en otro que no fuera
el mayor, como cuando Isaac la delegó en Jacob en lugar de Esaú, (observando el
contexto de engaño y su trastorno cultural, Génesis 27)[59].
En este sistema de gobierno central la seguridad familiar tanto económica como
física, dependía exclusivamente de esta clase de unidad familiar.
La casa
nos enseña a desenvolvernos en el mundo económico y cultural. Debido a esto
Silverstone Roger cita a Sandra Wallman en su escrito sobre “Televisión y
consumo”[60]
y dice que esta identifica como foco de las actividades de quienes comparten
una casa seis recursos necesarios: la tierra, el trabajo, el capital, el
tiempo, la información y la identidad. Sostiene que el análisis de esos
recursos define las características particulares de la variación y la
viabilidad de una casa.
Analizamos
estos seis recursos:
La tierra
La casa
nos enseña el uso de la tierra, el uso del espacio físico.
Desde
la partida de Abraham, Dios proporciona la promesa de tierra. Cuando Moisés
saca a Israel de la esclavitud lo hace con la misma oferta: una tierra en la
que fluye leche y miel.
Estando
en el desierto, Moisés ordenó el repartimiento de Canaán e intercedió en las
controversias que podían existir, como el hecho de que hijas hereden tierra.
Dice el
libro de Números 36:1-4 que “llegaron los príncipes de los padres de la
familia de Galaad hijo de Maquir, hijo
de Manasés, de las familias de los hijos
de José; y hablaron delante de Moisés y
de los príncipes, jefes de las casas
paternas de los hijos de Israel, y dijeron:
Jehová mandó a mi señor que por sorteo diese la tierra a los hijos de
Israel en posesión; también ha mandado
Jehová a mi señor, que dé la posesión de
Zelofehad nuestro hermano a sus hijas. Y si ellas se casaren con algunos de los
hijos de las otras tribus de los hijos de Israel, la herencia de ellas será así
quitada de la herencia de nuestros padres, y será añadida a la herencia de la
tribu a que se unan; y será quitada de la porción de nuestra heredad. Y cuando
viniere el jubileo de los hijos de Israel, la heredad de ellas será añadida a
la heredad de la tribu de sus maridos; así la heredad de ellas será quitada de
la heredad de la tribu de nuestros padres”.
Este
conocimiento del uso de la tierra les permitía ver cuánto, una decisión tomada
por una de las hijas herederas, podía perjudicar la economía global de la
familia extendida. Por este motivo, las hijas herederas decidieron no casarse
sino con hombres de su misma tribu: Números 36:10-12 dice que “como
Jehová mandó a Moisés, así hicieron las hijas de Zelofehad. Y así Maala, Tirsa,
Hogla, Milca y Noa, hijas de Zelofehad, se casaron con hijos de sus tíos
paternos. Se casaron en la familia de los hijos de Manasés, hijo de José; y la
heredad de ellas quedó en la tribu de la familia de su padre”.
El uso
del espacio físico tiene mucha importancia para el desarrollo económico de la
casa. En los tiempos actuales, nuestros niños aprenden el uso de la tierra.
Saben que es lo que les pertenece. Cada espacio de la casa tiene su importancia
y si hay lugar para una huerta, esto ayudará a la economía familiar.
Comprenden
la importancia de la división de la vivienda. De las habitaciones. Del espacio
de la cocina y del baño. Saben cuál es el uso que se hace de esos espacios y
cuanto contribuye en la organización familiar. Ampliar la vivienda es sinónimo
de progreso.
La casa
le enseña el uso del espacio físico, conocimiento que desarrollaran en el mundo
exterior a su hogar. Apreciarán los espacios de estudio tanto como los del
trabajo secular. Este aprecio dependerá de la enseñanza en el espacio privado y
se reflejará en la forma en que valorarán y respetarán los espacios públicos.
El trabajo
En la
casa aprendemos el trabajo productivo.
En el
Antiguo Testamento la instrucción de los niños y de las niñas era
responsabilidad de las madres durante los primeros tres años de vida. Luego
enseñaban a las niñas sus deberes domésticos a lo largo de la infancia.
A los
niños el padre les enseñaba la ley desde los tres años, y eran responsables de
enseñar un oficio a sus hijos. Esto producía un fenómeno similar al del sistema
de casta, en lo referente a los oficios.
La casa
nos enseña a ser productivo. Desde niños aprendemos las cosas que dentro del
ámbito familiar nos corresponde hacer. A los niños se les asignan tareas, como
ser: asear su habitación, hacer mandados, colaborar en la limpieza de la casa,
etc.
El
cumplimiento de esas tareas educará a un niño que luego lo trasladará, en
adulto, al mundo laboral. Los niños aprenden del trabajo viendo a papá o mamá
yendo y viniendo a su lugar de empleo. Ve en los otros y reproduce, de allí que
veamos a nuestros hijos jugando al almacén sin ser nosotros almaceneros.
La casa
debe reflejar a nuestros niños la realidad del mundo al que se enfrentaran
cuando sean mayores. No deben ser criados ante la fantasía de que todo es fácil
y nada cuesta; de otra forma no estarán capacitados para enfrentar la realidad
cotidiana.
El capital
En el
primer lugar que aprendemos a negociar el capital es en la casa. Esto nos enseña que todo cuesta algo. La
mensualidad para los gastos particulares de los hijos va a depender de cuanto
ellos hayan respondido a las expectativas de sus progenitores. Los permisos
para el tiempo de recreación con los amigos tendrá sus límites si al tiempo de estudio
se lo hizo productivo o no, para dar algunos ejemplos. Esta clase de
negociación que se utiliza en las casas son los que nos enseñaran a invertir el
capital que poseemos, para luego utilizar esta capacidad de inversión en el
mundo laboral.
[61]“Proverbios de Salomón: El hijo sabio es la alegría de su
padre; el hijo necio es el pesar de su madre. Las riquezas mal adquiridas no
sirven de nada, pero la justicia libra de la muerte. El Señor no deja sin comer
al justo, pero frustra la avidez de los malvados. Las manos ociosas conducen a
la pobreza; las manos hábiles atraen riquezas. El hijo prevenido se abastece en
el verano, pero el sinvergüenza duerme en tiempo de cosecha. El justo se ve
coronado de bendiciones, pero la boca del malvado encubre violencia. La memoria
de los justos es una bendición, pero la fama de los malvados será pasto de los
gusanos”.
Salomón parece coincidir con
Silverstone Roger cuando este define a la casa como una “economía moral”. Dice
el autor que “la casa es, o puede ser, una economía moral porque las
actividades económicas de sus miembros en el interior de ella y en el mundo
general del trabajo, el ocio y el consumo se definen y están constituidas por
una serie de cogniciones, evaluaciones y estéticas que, a su vez, se definen y están
constituidas por las historias, las biografías y las políticas de la casa y de
sus miembros. (…)
“Vengo a sostener en consecuencia”,
aclara Silverstone, “que las casas son unidades económicas y culturales, y que
sus posiciones materiales establecen profundos límites en cuanto a las
oportunidades de que disponen para el consumo y la expresión personal dentro de
estos límites y, a veces, transgrediéndolos. En cierto modo, las casas pueden
definir por sí misma un ámbito moral, emocional, evaluativo y estético privado
y público –un estilo de vida- del cual dependen para su supervivencia y
seguridad, así como dependen de sus recursos materiales”[62].
Salomón entendía esta economía
moral enseñando a los hijos que todo cuesta algo. La casa nos enseña a negociar
nuestro capital. Un niño que lo tiene todo sin que le cueste nada, crecerá
creyendo que así sucede en el mundo exterior. La ley de la siembra y de la
cosecha no nos instruye de esa manera.
La negociación en la casa no es
mala cuando tiene el fundamento de enseñar la utilización del capital y sus
consecuencias. Cuando enseñamos a los niños a ofrendar en la iglesia de sus
propios ahorros, les enseñamos a conseguir la bendición del Señor y las
promesas de su palabra dentro del plan de prosperidad del Creador.
El
escritor del libro de Proverbios aconseja: “Instruye al niño en su camino, y
aun cuando fuere viejo no se apartará de él. El rico se enseñorea de los
pobres, y el que toma prestado es siervo del que presta. El que sembrare
iniquidad, iniquidad segará, y la vara de su insolencia se quebrará. El ojo
misericordioso será bendito, porque dio de su pan al indigente”. [63]
Esta
economía moral se verá reflejada en todos los actos de los niños, desde la edad
escolar. Aprenderá a negociar con sus pares: si quiere ser parte del grupo de
amigos tendrá que aceptar las reglas del juego, dejar los berrinches y los
mimos del hogar y ponerse en igual de condiciones frente a los otros niños, o
no conseguirá nada. Si quiere tener buenas notas, tendrá que esforzarse y
estudiar. Si quiere obtener el respeto de los demás, tendrá que aprender a
respetar. Esta clase de negociación lo aprendió en la casa, que todo cuesta
algo. El capital humano debe ser invertido para conseguir de los otros
reciprocidad en lo que da.
El tiempo
La casa
nos enseña el uso de los tiempos generacionales. Nosotros instruimos a nuestros
hijos sobre las cosas que pueden realizar o no, según la instrucción
generacional que le damos. Cuando la actitud del joven es de niño, le decimos:
-“Ya eres grande para hacer eso”- o –“Todavía eres pequeño para ver esto”.
Existe
una reacción Divina al uso irresponsable del tiempo: “Porque todos nuestros días
declinan a causa de tu ira; acabamos nuestros años como un pensamiento. Los
días de nuestra edad son setenta años; y si en los más robustos son ochenta
años, con todo, su fortaleza es molestia y trabajo, porque pronto pasan, y
volamos. ¿Quién conoce el poder de tu ira, y tu indignación según que debes ser
temido? Enséñanos de tal modo a contar nuestros días, que traigamos al corazón
sabiduría”. [64]
El
salmista pide ser enseñado en el uso de los tiempos generacionales porque esto
agrada a Dios. El Apóstol Pablo aconseja en su epístola a los efesios diciendo:
“Mirad,
pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios, aprovechando
bien el tiempo, porque los días son malos. Por tanto, no seáis insensatos, sino
entendidos de cuál sea la voluntad del Señor”[65].
Este
aprovechar el tiempo, sobre todo por lo malo que son los días que vivimos,
tiene consistencia, también, en saber enseñar generacionalmente a nuestros
hijos los límites, las privaciones y los permisos que el tiempo otorga en la
línea temporal de nuestra vida. Protegerlos de la información que llega a ellos
del mundo exterior que es ajeno a la edad de inocencia que viven. Resguardando
el legítimo derecho que tienen de vivir su niñez, su adolescencia o juventud. No
pidiéndole ni permitiéndole nada que este por fuera del tiempo generacional que
les toca vivir.
Los
proverbios de Salomón instruyen sobre esto, enseñan que: “Todo tiene su tiempo, y todo lo
que se quiere debajo del cielo tiene su hora. (…)”[66].
En
el marco religioso, los diferentes rituales van marcando las obligaciones
generacionales que deben ir adoptando los hijos de acuerdo al transcurso del
tiempo en sus vidas. El catolicismo enseña a sus fieles a “bautizar” a sus
niños muy pequeños, “hacer la primera comunión” y “la confirmación”; como una
ritualidad sujeta al tiempo generacional.
“El
muchacho judío era reconocido como entrando en la edad adulta a los treces
años, pero no hay certidumbre acerca de cuándo comenzó esta práctica. Para la
época del Nuevo Testamento, un muchacho de treces años venía a ser “un hijo de
la ley”. El significado de Jesús permaneciendo en el templo era el de mostrar
que estaba dejando la infancia (Lucas 2:41-49). Fue la última vez que asistiría
a la Pascua
como un niño. Sólo después de los treces años podía el muchacho venir a ser uno
de los diez hombres que podían constituir una sinagoga”[67].
En
nuestras congregaciones enseñamos los tiempos generacionales cuando permitimos
a nuestros niños crecer sabiendo que de ellos es el reino de Dios. Pero,
también les enseñamos que el hombre peca desde su juventud[68]
y debe aprender a tener una relación personal con Dios a medida que crece.
Jesús y
su familia son nuestro ejemplo: Su casa, en cumplir en enseñarle los tiempos
generacionales, y Jesús, en tener claro estas enseñanzas y el compromiso con su
edad. Lucas 2:40-52 dice que: “El niño crecía y se fortalecía, y se
llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios era sobre él. Iban sus padres todos
los años a Jerusalén en la fiesta de la pascua; y cuando tuvo doce años,
subieron a Jerusalén conforme a la costumbre de la fiesta. Al regresar ellos,
acabada la fiesta, se quedó el niño Jesús en Jerusalén, sin que lo supiesen
José y su madre. (…) Y aconteció que tres días después le hallaron en el
templo, sentado en medio de los doctores de la ley, oyéndoles y preguntándoles.
Y todos los que le oían, se maravillaban de su inteligencia y de sus respuestas.
Cuando le vieron, se sorprendieron; y le dijo su madre: Hijo, ¿por qué nos has
hecho así? He aquí, tu padre y yo te
hemos buscado con angustia. Entonces él les dijo: ¿Por qué me buscabais? ¿No
sabíais que en los negocios de mi Padre me es necesario estar? Más ellos no
entendieron las palabras que les habló. Y descendió con ellos, y volvió a
Nazaret, y estaba sujeto a ellos. Y su madre guardaba todas estas cosas en su
corazón. Y Jesús crecía en sabiduría y en estatura, y en gracia para con Dios y
los hombres”.
La casa
nos enseña que “Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, juzgaba como
niño; mas cuando ya fui hombre, dejé lo que era de niño”[69].
El poder de la información
Esta unidad
económica y cultural que es la casa, también nos enseña el poder que tiene la
información.
Los
padres les enseñamos el valor de estar informados. Es muy normal, como parte de
nuestro diálogo cotidiano pedir a nuestros hijos que nos cuenten como fue su
día. – ¿Hiciste tus tareas?-, es una de las preguntas más frecuentes. De esta
manera ellos aprenden a ser productores de información.
Siempre
el saber fue sinónimo de poder. Marca la diferencia entre el educador y el
educando, el maestro y sus discípulos; los padres con los hijos. Estudiar les
permite a nuestros niños apoderarse del conocimiento que le brindan los
estudios y de esa manera, atesorando información, acrecientan su poder para
enfrentar circunstancia en la vida laboral, etc. Por lo contrario, la
ignorancia es sinónimo de esclavitud.
Sin
embargo, en una lectura del tiempo que vivimos, fácilmente nos podemos dar
cuenta que nuestros hijos reciben un bombardeo de información, el cual es muy
difícil para nosotros, los mayores, equilibrar o superar ese nivel de
conocimiento al cual ellos acceden. En segundos pueden “bajar” por Internet
tanta información sobre un tema que nos admiran. Los jóvenes tienen más
capacidad para entender el mundo que vivimos que los adultos.
Tras
esto, ya el poder de la información no está en los educadores sino en la
tecnología y en el uso de ésta. Un profesor con su libro en la mano, o sin
este, hacía uso del poder del saber. Hoy, consciente o inconscientemente, los
jóvenes saben que tienen en sus manos elementos informativos y que no es tan
necesario ir a los mayores para ser informados. Un padre o un abuelo necesitan
de sus hijos para hacer uso de la tecnología. La lectura de esto es que, si me
necesitan, no son tan poderosos.
Algo
similar sucedió en la conversación que tuvo Job con sus amigos,
luego de sus desgracias. Job sostiene que “en los ancianos está la ciencia, y
en la larga edad la inteligencia”[70].
En esta disputa, sus tres amigos presentaron argumentos en los cuales trataban
de convencer a Job que las consecuencias por las que pasaba se debía a un mal
proceder de él.
Entre
ellos estaba un joven llamado Eliú. Este “había esperado a Job en la disputa, porque
los otros eran más viejos que él. Pero viendo Eliú que no había respuesta en la
boca de aquellos tres varones, se encendió en ira. Y respondió Eliú hijo de
Baraquel buzita, y dijo: Yo soy joven, y vosotros ancianos; por tanto, he
tenido miedo, y he temido declararos mi opinión. Yo decía: Los días hablarán, y
la muchedumbre de años declarará sabiduría. Ciertamente espíritu hay en el
hombre, y el soplo del Omnipotente le hace que entienda. No son los sabios los
de mucha edad, ni los ancianos entienden el derecho”[71].
Este
joven juzgó que la sabiduría y el entendimiento no estaban en los años, porque
sintió que podía ser poseedor de ella por otros medios.
No
podemos ignorar el tiempo que vivimos. Debemos ser sinceros en que la
tecnología pone al alcance de los niños un caudal de información en un día, que
la que recibían nuestros mayores en toda su vida. Debemos reconocer que como
padres tenemos limitaciones en el conocimiento, de esa manera ellos también
comprenderán sus propias limitaciones. Que la tecnología puede darle
información, pero no experiencia de vida. Aún el caudal de instrucción y
enseñanza bíblica que pueden recibir nunca le darán el conocimiento de Cristo,
que viene de una relación personal con Dios.
Sin
embargo, la casa debe seguir enseñando el poder de estar informado. En
capítulos subsiguientes, al ver familia, vamos a entender la individualidad que
obtiene una familia mediante un paradigma familiar, allí vamos a descansar en
Dios sabiendo que podemos formar un hogar a la imagen de la voluntad de Dios en
Cristo Jesús.
La identidad
Emile
Durkheim (1858-1917) es uno de los padres fundadores de la sociología[72].
Según su teoría, en las sociedades preindustriales, la tradición servía para
dar estabilidad a una sociedad y mantenerla unida. En sus propios términos, la
conciencia colectiva (esto es, el sentimiento de pertenencia a esa sociedad y
el grado en que sus miembros aceptan las normas y valores de esa comunidad) es
fuerte. En las sociedades antiguas, la violación a las normas o las tradiciones
es castigada inmediatamente. Estas sociedades permanecen unidas por lo que
Durkheim llamaba “solidaridad mecánica”, esto es, por los lazos sociales,
basados en una visión común del mundo, una moral común que mantiene unidos a
los miembros de las sociedades preindustriales.
En
cuanto a la sociedad industrial, El sociólogo sostiene que la evolución o
desarrollo de una sociedad implicaba un menor grado de solidaridad mecánica.
Esto hacia aparecer otros mecanismos que mantenían unida a la sociedad. Esos
son los mecanismos propios que Durkheim llamó “solidaridad orgánica”, que se
refiere a los lazos y vínculos sociales basados en la especialización y
división del trabajo que unen a los miembros de la sociedad industrial. Por
decirlo en otras palabras, en comparación con las sociedades tradicionales,
cuya viabilidad dependía del consenso moral entre sus miembros, las sociedades
modernas se hacen viables en virtud de una interdependencia funcional. En las
sociedades modernas dependemos cada vez más de personas a las que no conocemos.
En las
sociedades complejas actuales, avanzadas tecnológicamente y con alto grado de
división del trabajo, las personas se han hecho más independientes. Durkheim
sostiene que la modernidad cambio la identidad del discurso, por la
identificación de cada individuo atravesado por múltiples discursos.
La
identidad es un paquete cerrado: Soy esto. La identificación permite que el
individuo se identifique con esto, aquello o lo otro. El sujeto posmoderno
construye relaciones identificatorias con los múltiples fragmentos de discurso
que lo atraviesan. Esto es una de las primeras realidades que debemos
comprender. No solamente mi discurso afecta a mis hijos, está el discurso de
los amigos, de los medios de comunicación, etc.
La casa
es la que nos enseña a convivir con tantos discursos que nos llegan.
Job
pregunta: -“¿Tendrán fin las palabras vacías?”[73]-.
A la vez, Dios le reprocha por oscurecer el entendimiento hablando palabras sin
sabiduría[74].
Isaías dice en el capítulo 50:4: “Jehová el Señor me dio lengua de sabios,
para saber hablar palabras al cansado; despertará mañana tras mañana,
despertará mi oído para que oiga como los sabios”.
Es
nuestro deber enseñar a nuestros niños a lidiar con las relaciones
identificatorias que construyen los múltiples fragmentos de discursos que oyen.
Enseñarles que “la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de
dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los
tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón. Y no hay
cosa creada que no sea manifiesta en su presencia; antes bien todas las cosas
están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta”[75].
Nuestro
discurso tendrá poder sobrenatural de Dios en cuanto nuestra relación con él
aumente en veracidad. La mentira quita poder a nuestras palabras. Si nuestros
hijos dejan de creer en lo que predicamos, muy difícilmente la casa logre este
cometido de identidad.
Que en
este mundo atravesados por tantos discursos, nuestras generaciones puedan
responder a la pregunta de Jesús: “— ¿También vosotros queréis marcharos? —
Señor —contestó Simón Pedro—, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna.
Y nosotros hemos creído, y sabemos que tú eres el Santo de Dios”[76].
CASA =
GOBIERNO ESPIRITUAL
E
|
n los días de los primeros patriarcas, el padre era el sacerdote de toda la familia. Este honor y responsabilidad de ejercer el sacerdocio comúnmente pasaba al hijo mayor a la muerte del padre. Esta práctica continuó hasta que la ley de Moisés transfirió este derecho a la tribu de Leví[77], de cuya familia salieron los sacerdotes para Israel como nación. Pero, el gobierno espiritual familiar siguió perteneciendo al padre.
La
religión en los hogares de aquellos antiguos tiempos se centralizaba en torno a
un altar, sobre el cual los animales sacrificados se ofrecían a Dios.
En la
tierra de Babilonia de donde originalmente llegó Abraham, había adoración
familiar a sus dioses, y el hogar tenía un
altar con figuras de arcilla de estos dioses. Estos se llamaban
"terafines". Estos dioses familiares servían como ángeles guardianes
en el hogar.
A la
muerte del padre, estos dioses del hogar, o terafin, eran siempre dejados al
hijo mayor con la idea de que los demás miembros de la familia tenían derecho
de adorarlos. Cuando Jacob dejó el hogar de Labán, su suegro, en Harán, nos
dice el libro del Génesis que: "Raquel hurtó los ídolos (terafin) de su
padre"[78].
Labán se perturbó por este hurto, siguió a Jacob con todo lo que este llevaba y
le dijo, "¿Por qué has hurtado mis dioses?"[79].
Parecería
que Raquel se trajo aquel serafín hurtado cuando la familia estaba para
movilizarse de Siquem a Bethel, luego Jacob dijo a su familia: “Quitad
los dioses ajenos que están entre vosotros, limpiaos y mudad vuestros vestidos”[80].
Jacob
comprendía claramente el concepto de casa y la herencia que esta delegaba. La
presencia de estas reliquias de antaño indicaba un esfuerzo para combinar la
superstición y los maleficios paganos de una adoración idolátrica, con la
adoración del Dios vivo y verdadero.
El
patriarca deseaba que sus esposas discernieran esto y que ya no estuvieran bajo
el amparo de los dioses de sus padres, sino bajo el amparo del Altísimo, bajo
la sombra del Omnipotente, el Dios de Abraham e Isaac, los padres de Jacob.
El
altar en la vida del hogar en aquellos días antiguos ayudaba a producir el
sentido de pecado, una realización de la autoridad de Dios, y un conocimiento
de que el camino para acercarse a Él era a través del sacrificio.
El
altar es el precursor de la vida familiar de oración en un hogar cristiano
actual, que se basa en el perdón del pecado a través de la sangre de Cristo, de
quien el sacrificio de los animales era símbolo.
Orfa y Rut entendían bien el concepto de casa,
entendían que casa es gobierno, no solo económico, sino, también, espiritual
Booz
había alabado a Rut por el comportamiento que había tenido para con su suegra,
al no desampararla luego de la muerte de los hombres de la familia de Noemí.
Pero, más la alabó por la decisión de refugiarse bajos las alas del Dios de
Israel[81].
Luego
de la muerte de Elimelec, marido de Noemí, y posterior muerte de sus hijos
Mahlón y Quelión. Esta decidió volver a Belén. En el camino Noemí dijo a sus nueras
Orfa y Rut, ambas moabita y esposas de sus dos fallecidos hijos:
-
Volveos cada una a la casa de su madre -.
Volver
a la casa de su madre, significaba literalmente, volver a ser gobernada por sus
progenitoras y estar bajo el gobierno de su padre. También significaba volver a
los dioses de su patriarca y su casa, y dejar la cobertura del Dios de sus
esposos.
Ante esto
dice el libro de Rut 1:9 y 10 que las bendijo diciendo “os conceda Jehová que halléis
descanso cada una en casa de su marido. Luego las besó, y ellas alzaron su voz
y lloraron diciendo: Ciertamente nosotras iremos contigo a tu pueblo”.
Literalmente, sujetarse voluntariamente bajo la autoridad de su suegra, y
espiritualmente al Dios de Israel, (la óptica hebrea de Dios, como el Dios de
Israel; se traduce en el vocablo Elohim, sujeto a un territorio, los límites
del pueblo hebreo. Este es el pensamiento reinante en David al huir de Saúl a
tierra de los filisteos. Se sentía obligado, en esta persecución del primer rey
de Israel, a desertar a tierra extraña perdiendo de esa manera parte en la
heredad de Jehová y obligado a servir a dioses ajenos[82]).
Noemí
llama a Dios “Jehová” y no Elohim, que sería impersonal. La idea es demostrar
que el Señor podía recompensarle en el lugar en que estuvieran. Lo presenta
como el Señor del cielo y de la tierra, el Dios universal[83].
La
viuda conocía el carácter de Jehová y ora para que sus nueras experimenten de
su misericordia[84].
En tanto, declara que el Dios de Israel no solo es misericordioso, sino también
digno de confianza.
Ante
esta declaración de piedad ambas nueras deciden seguir a Noemí. Pero esta deja
plasmado que no había en ella recursos para recompensarlas y que, aunque
equivocada en su exposición, Dios había salido contra ella cuya mano la había
tocado para mal y la había puesto en gran amargura[85].
Aunque
Noemí era una mujer sincera y creyente, se revela vulnerable a la práctica
común de culpar a Dios por aquellos acontecimientos que alejan, causan la
muerte o perjudican a la gente. Pero la Escritura revela, a través de la integridad de su
mensaje, que tal infortunio no provienen directamente de Dios, sino son el resultado
del castigo que pesa sobre los seres humanos por el pecado original; o el fruto
de la carne, cuando se decide seguir los propios caminos, no importa lo
malicioso o inocente del intento; o consecuencia del asalto directo de nuestro
gran adversario, el diablo[86].
Ante
esto Orfa decide volver a su casa y a sus dioses.
A pesar
de las palabras de Noemí, Rut invoca el nombre de Jehová, el Dios que la
familia de su esposo le ayudó a conocer, para juramentarse ante su suegra. Para
vida o para muerte, siempre estaría con ella: “- Así me haga Jehová, y aún me
añada que solo la muerte hará separación entre nosotras dos -[87]".
Noemí
no pretendía que sus nueras le siguieran sin examinar los costos de esta
empresa y sin conocer el verdadero carácter de su Dios. El precio de estar bajo
el amparo del Altísimo morando bajo la sombra del Omnipotente[88],
era, nada más ni nada menos, que amarlo y buscarlo con todo el corazón.
Sabiendo que es un Padre que corrige a los que ama y toma por hijos[89].
Rut
entendió esto, y también, que era el Dios que había visitado a su pueblo. De
esta forma Noemí consiguió lo que deseaba; que Rut tomase conciencia de lo que
significaba marchar a un país extraño, dar la espalda al dios de sus padres, y
resolviese acompañarla con toda libertad.
Edifica tu casa
C
|
ientos de años después, Dios vuelve visitar a su pueblo.
Oye el
murmullo de la multitud en sus espaldas, también las conversaciones y las
diferentes opiniones. Esos corazones atraídos por intereses terrenales que no
comprenden; no lo entienden, ni deducen el verdadero significado de la
conversión.
Querían
comer pan en el Reino de Dios[90], solo
porque escuchaban y veían que Dios había visitado la casa de pan, pero sin
pagar ningún precio.
Jesús
se volvió, los miró, y les dijo:
-Si
alguno viene en pos de mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos,
y hermanos y hermanas, y aún también su propia vida, no puede ser mi discípulo.
(...) Sí un hombre quiere edificar una torre, un castillo una fortaleza, debe
calcular los gastos primeramente[91]-.
Un
joven[92]
se retira triste. Las cosas no eran como él creía. El precio era muy alto.
Tanto por sus posesiones, que eran muchas, como por el hecho de tener que creer
en un tesoro que no se ve; un tesoro en el cielo. Un precio que iba contra el
sistema en el cual se había criado y formado, terrenal y religioso.
El
rostro de todos reflejaba asombro.
Jesús
había presentado muy claramente el precio de ser un discípulo de Él. La
pregunta era: -¿Entonces quien podrá ser salvo? ¿Qué tendremos nosotros que lo
dejamos todo?-
-Cualquiera
que allá dejado casas, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, por causa de
mi nombre; recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna- es la respuesta
de Jesús.
Ellos
entendieron claramente el concepto de casa. Todo era casa. Familia, morada
terrestre, tradiciones, costumbres; según la cultura y crianza, el precio se
elevaba. Para un judío era dejar el gobierno natural, para aceptar el gobierno
de Cristo.
La
palabra “Aborrecer” nos fastidia. Da la impresión que no es vocablo para quien
usa el lenguaje del amor. Cuando decimos “aborrecer” debemos captar el sentido
del “amar” y del “aborrecer”, que se ha de interpretar, en conformidad con el
uso bíblico de “preferir” y “poner en segundo lugar”.
Cuando
Jesús hace referencia sobre aborrecer a los padres; no significa odiarlos a
ellos, a su persona, sino dar el primer lugar al gobierno de Cristo en sus
vidas y en segundo término lo relacionado a sus tradiciones. Literalmente
renunciar al sistema de gobierno natural fuera del propósito presente de Dios
en la persona de Jesús.
No
puede el mismo Creador que nos manda a honrarlos y respetarlos[93],
luego mandarnos a odiarlos. Cuando el Señor da los mandamientos a Moisés les
enseña a “honrar a los padres”[94]. Honrar
significa no juzgar, en este contexto. Entonces las palabras de Jesús se
traducen en: - No juzgues a tus padres, pero aborrece el sistema de gobierno de
su casa, mediante el cual te han instruido, porque esta fuera del propósito
eterno de Dios. Entonces, no juzgamos personas, sino sistemas[95].
A todos
nosotros, sea hombre o mujer le llega el momento de formar su casa. Dentro del
contexto bíblico, esta será una zona de gobierno. Cuando hablamos de formar,
puede ser a través del matrimonio o convertir la casa a la fe en Jesús. En
ambos casos la influencia de este gobierno abarcara todas tus áreas de
pertenencia.
Se dice
que un ser humano, cualquiera sea su sexo, son "el padre" o “la
madre” en relación de lo que inventa. Como lo fue Sara[96]
con referencias a las naciones o Débora[97]
como arquitecta de la liberación de Israel.
Jubal
"fue padre de todos los que manejan arpa y órgano" y Jabal fue el
"padre" de todos los que habitan en tiendas y crían ganado[98].
Porque
él era el preservador y protector, José dijo que Dios lo hizo "padre de
Faraón"[99].
Es mi
deseo que se diga de ti: Padre o madre de una casa donde gobierna Cristo para
su gloria y honor.
Serás salvo tú.
P
|
ara ser formador de una casa bajo el gobierno de Jesucristo, tanto por contraer matrimonio o como el arquitecto de la restauración de tu familia al propósito de Dios de salvación en Jesús, debes tener en cuenta que: primeramente debes renunciar al sistema de gobierno en el cual has vivido y debes aceptar el gobierno de Jesús en tu vida.
Medita
en esto:
Ante
los extraordinarios fenómenos que estaba presenciando y al ver en estos hombres
algo sublime que les diferenciaba de los demás presos, el carcelero se postró a
los pies de aquellos a los que había golpeado[100].
Esto
tenía raíces en aquel encuentro personal con el Poder de Dios manifestado ante
sus ojos y la convicción que trae el Espíritu Santo, quizás recordándole, el
porqué aquellos hombres estaban presos.
Horas
antes una joven con espíritu de adivinación había gritado tras ellos que eran
siervos del Dios Altísimo y que anunciaban el camino de salvación. Pablo, como
Cristo, no quería testimonios de procedencia diabólica. Dotado como estaba,
tanto del don de discernimiento como del poder para expulsar demonios,
volviéndose reprendió al espíritu de adivinación[101]
que salió de ella en el acto; demostrando realmente que eran siervos de Dios.
Este acontecimiento, llevó a los
que utilizaban a la joven y su poder diabólico para obtener ganancias a
alborotar al pueblo. El resultado fue el encarcelamiento de Pablo y Silas.
En la cárcel y mientras ellos
cantaban alabanzas a Dios, un terremoto sacudió los cimientos del presidio,
soltándose las cadenas y abriéndose las puertas de todos.
El
carcelero preocupado por lo que él creía era la huida de los presos intentó
suicidarse; ante lo cual Pablo lo detiene demostrándole que ninguno había
huido. Todo esto lleva al hombre a preocuparse por su situación espiritual y
pregunta:
-¿Qué
tengo que hacer para ser salvo?- Demostrando que no desconoce la importancia de
la salvación, que tiene que hacer algo para conseguirla y está dispuesto a
cumplir lo que se le exija, por alto que sea el precio.
La
instrucción es breve, clara y concisa:
-“Cree
en el Señor Jesucristo y serás salvo, tú y tu casa”-.
El
relato bíblico nos dice; primeramente de que los apóstoles les hablaron la
palabra del Señor a todos los que estaban en la casa del carcelero; entendiendo
que casa es gobierno, relacionamos en esto también a los criados y todo lo que
estaban bajo su autoridad.
Luego
se bautizó él con todos los suyos y por último se regocijó con toda su casa de
haber creído a Dios.
Creer
en Jesús como Señor, es aceptar su señorío[102],
su gobierno en nuestra vida primeramente y luego trasladar todo lo que es
nuestro a su autoridad. No vivimos más nuestra vida bajo nuestra propia voluntad,
sino bajo la voluntad de quien reconocemos como Señor. Voluntad es vida. Si Jesús vive su voluntad en nuestra vida,
entonces ya no vivimos nosotros sino que Cristo vive en nosotros[103].
Creer
en Jesús es aceptar su posición en la cruz, ocupando nuestro lugar[104].
Muriendo por nuestros pecados. Crucificado en el madero, Dios toma cuenta del
pecado del mundo. Y a través de su propósito eterno nos da salvación y la única
obra que acepta es creer en aquel Enviado por Él[105],
como dijimos antes.
Creer
en Jesús es aceptar nuestra nueva posición en Cristo. Espiritualmente hemos
muerto al pecado[106],
al igual que al sistema religioso, tradicionalista y originario en el cual
fuimos formados. Muertos al gobierno natural ejercido sobre nosotros por
nuestros antecesores, alejados de la
Voluntad de Dios en Cristo y al gobierno espiritual ejercido
por Satanás a través del pecado heredado de Adán.
Esto es
posible aceptando a Jesús en tu corazón[108].
Creyendo en su nombre recibirás la potestad de ser hecho hijo de Dios.
Cuando
esto sucede, hemos cambiado de Señor: La muerte no se señorea más de nosotros[109].
El pecado no reina en nuestras vidas, porque hemos renunciado al viejo sistema
en el que vivíamos, y ahora estamos bajo la gracia de Dios en Jesús. Libertados
del Diablo[110]a
quien estábamos sujetos a servidumbre, nos convertimos en siervos de la
justicia. Siervos de Jesús al aceptar su señorío en nosotros.
Serás
parte de “La Casa
real de Dios” que la constituye el dominio de Cristo sobre cada uno de nosotros
que la componemos. Si no hay sujeción a la autoridad de Cristo no hay “Casa”
aunque vivas en el Templo.
Y toda tu casa
La Fe que
salva no consiste esencialmente en un asentimiento del intelecto, sino en una
entrega personal, de corazón
E
|
n el carcelero de Filipo observamos anteriormente la formula dada por Pablo a su necesidad de salvación: creer en Jesús. El resultado es primeramente la salvación personal: serás salvo tú.
En esta
condición, aceptando a Jesús en tu corazón, y creyendo en su nombre; recibes la
potestad de ser hecho hijo de Dios. Con esta potestad, que podemos definir como
autoridad, dominio, poder o potencia; puedes, ahora sí, trabajar en pos de la
salvación de tu casa. Al sujetarte a la autoridad de Cristo en tu vida, el
opera a través tuyo, según la potencia de él, la cual actúa poderosamente en ti[111].
En
segundo término Pablo afirma: Y tu casa.
Esta
palabra dada al carcelero no significa la promesa de que sus familiares también
habrían de ser salvos posteriormente; sino, que todos tendrían la misma
oportunidad de oír el mensaje de salvación y decidir.
Mucho
menos significa que pudieran salvarse por creer y ser salvo el cabeza de
familia, pues nadie puede creer y salvarse por otro. Pero si uno en la familia
cree y se convierte en la cabeza espiritual de esa casa, mediante el ejercicio
de esta potestad, puede orar y dar testimonio de la Fe en Jesús por la cual sé es
salvo.
En los
tiempos finales del periodo de Josué como líder de Israel, después de la muerte
de Moisés, amonestó al pueblo a elegir a quien servir. En su declaración de servicio
realiza su compromiso personal con Dios; y al hacerlo compromete a toda su
casa. Esto es un ejercicio de autoridad, pero en actitud de fe. [112]
Algo
similar sucedió en aquel momento tan decisivo a los pies del Monte Sinaí.
Luego
que los israelitas crearon el becerro de oro y le adoraron, se desenfrenaron
–rotos los vínculos de lealtad a su Dios-. Lleno de celos por el Señor, Moisés
se puso a la puerta del campamento, y convocó a que se pusieran a su lado
cuantos estuviesen de parte de Dios y en contra del becerro. ¡Qué importante es
realzar el hecho de que fue una casa la que se mantuvo fiel a Dios, en medio de
un pueblo desenfrenado! La casa de Leví, casa de Moisés[113].
Casa es
gobierno. Puedes ejercer potestad espiritual mediante el poder de Jesús que actúa
poderosamente en ti, para alcanzar con la Palabra a toda tu casa.
Convertirte
en un ministro/a que instruya en tu hogar a todos con la Palabra de Dios.
Lo
importante es ser el medio del cual Jesús se valga para entrar en tu hogar y puedas
ministrar con su potencia, tanto la
Palabra salvadora de Dios como el poder milagroso de dar vida
a los muertos. Pero el Señor solo lo va a hacer a través de ti. Para eso te
eligió.
Sé un transporte
J
|
esús estaba en Caná de Galilea[114] y un oficial del rey que vivía en Capernaúm oyó que Cristo estaba allí.
Este
hombre tenía un hijo gravemente enfermo. Fue en busca del Señor y al
encontrarle le rogó que descendiese con él y sanase a su hijo que agonizaba.
Jesús
le dijo:
- Ve,
tu hijo vive -. (Esta expresión quiere decir: - tu hijo está sano de la
enfermedad que ponía en peligro su vida-)
El
oficial cree[115]
a la palabra de Jesús y desciende a su casa. No ha visto todavía el milagro
pero lo cree.
Cuando
va descendiendo a su hogar, sus siervos salen a encontrarse con él en el camino
para darle la buena noticia de la sanidad de su hijo.
La
curación milagrosa del hijo ocasionó la salvación de toda su casa. Es decir, no
solo de los familiares, sino de todos los criados, pues este es el sentido de
“casa” en el griego del Nuevo Testamento. El día anterior, el hombre creyó a la
palabra de Jesús; ahora cree en la persona del Señor junto con toda su casa.
Ponte
en pie y camina en fe hacia las promesas de Jesús. No importa cuán negro sea el
panorama en tu hogar. Cree en las palabras de Jesús. Es más, agiganta tus pasos
de fe, y cree en su persona. Dispón tu corazón a obedecer, aunque no entendías
todo el propósito de Dios para tu vida, pero, sabiendo que existe en el corazón
del Señor.
Detente
y mira el mañana con los ojos de Dios. Verás que los planes de Jesús contigo
van más allá de tu vida terrena. Que el Señor no solo quiere ser Amo de tu
existencia, sino también de tus descendientes. El Oikodespote de tu
existir. El Gobernante de tu Casa. La obra que él comenzó en ti la extiende por
generaciones tras generaciones.
Dios se
gloría en casa de personas con nombre y apellido. El Señor quiere hacerte
“Casa” donde él glorifique su nombre.
Muchas
casas habían en Ur de los caldeos, pero Dios eligió a Abraham para hacer de él
una gran nación que bendiga a todas las naciones de la tierra.
Doce
eran los hijos de Jacob, pero Jehová prefirió la “casa de Judá”. Y de este,
Dios eligió la “Casa de Fares”.
Muchas
había en las tribus de Israel, pero el Señor eligió la “Casa de David” y a
Salomón para seguir la línea reinante hasta el Mesías Jesús.
Muchas casas
hay en tu nación, pero Dios eligió “tu casa”.
No
digas como Gedeón: -“Ah, Señor mío, ¿Con qué salvaré yo a Israel? He aquí que
mi familia es pobre en Manasés, y yo el menor en la casa de mi padre”[116].-
O como
David: -“¿Quién soy yo, y cuál es mi casa?”[117]-
Entre
los ascendientes de Jesús que tuvieron hermanos, generalmente lo fueron quienes
tenían hermanos mayores[118].
Ni Abraham, ni Jacob, ni Judá, ni Fares, ni David, ni siquiera Salomón fueron
primogénitos según la carne.
Esto
demuestra que la preeminencia de Cristo no se debía a la primogenitura de los
antepasados, que otorgaba estos méritos de acuerdo al gobierno natural que los
patriarcas de la época ejercían; sino a la pura voluntad de Dios, que exalta a
los humildes, y pone honor más abundante sobre aquella parte que no la tiene.
En la
genealogía de Jesús en Mateo, capítulo 1, se nombran únicamente a cuatro
mujeres, aparte de María. Dos de ellas eran originariamente extranjeras en
cuanto a los pactos de la promesa[119].
Rahab era cananea, y además prostituta. Rut era moabita. Las otras dos, Tamar y
Betsabé, eran adúlteras.
Sin
duda, la mención de estas cuatros mujeres, tiene como objetivo hacer notar que
a Dios no le importa la “pura sangre” en la descendencia carnal, sino el
nacimiento que viene de Dios[120].
Solo había un común denominador en todas estas personas: su fe.
Dice la Biblia : “Es, pues, la fe la
certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve. Porque por ella
alcanzaron buen testimonio los antiguos”[121].
Entonces:
La fe es
una firme convicción de cosas que no se ven, y segura esperanza de una
recompensa futura. La palabra griega que se traduce certeza es
literalmente pararse debajo, y se usaba en el sentido técnico de una
“escritura de propiedad”.
La idea básica es situarse
debajo del derecho a la propiedad para apoyar su validez. De esa manera la fe
es la certeza de lo que se espera[122].
Puedes
esperar firme en el Señor. Parado debajo de la “escritura de propiedad” que
hacen tuya todas las promesas de Dios a través de la obra de Jesús, en la cruz
del calvario.
Nada
hay que agrade más al Señor que aquel que confía en él y en sus promesas.
Porque “sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se
acerca a Dios crea que le ahí, y que es galardonador de los que le buscan”[123].
Prepárate
para ver con tus ojos el galardón de Dios a tu fe. Solo permíteme decirte que,
será tan grande que solo lo podrás ver desde la óptica de Dios, porque abarca
ciento de años y hasta la última generación sobre los que creen en su
misericordia en Cristo Jesús.
Capítulo II:
FAMILIA
La manifestación de Jesús en carne
estuvo canalizada a través de una familia humana. A la vez es la revelación del
Dios Trino; encauzando esta expresión del término “familia” como una palabra
radicada en Dios.
Jesucristo es la segunda persona
de la Trinidad
Divina. El es Dios. Es Dios hecho carne. Pero, en su
manifestación a los hombres utiliza el vocablo “Hijo” traduciendo de esta forma
el total propósito de Dios: añadir hijos[124],
a través de su “Hijo”, a su “familia divina”.
La relación revelada entre Jesús
y su Padre Celestial, nos ayuda a nosotros a encauzar nuestra relación con
Dios, a su manera, en un trato de padre e hijo. Jesús nos acostumbró a esto. Él
es la imagen del Dios invisible, y a la vez, es la representación relacional de
la Familia Divina.
“Ello a su vez se expresa en la
manera cómo Dios se relaciona con la gente. La Biblia revela este aspecto
de la naturaleza del Señor en un rico y variado uso de imágenes de la familia:
Dios es nuestro Padre, Dios es el esposo para su pueblo, Dios es como una madre
que cuida a sus hijos, Cristo es el esposo de la Iglesia”[125].
El Eterno expresa esta relación
voluntariosa con su pueblo Israel en todo el Antiguo Testamento. Jamás fue la
idea del Señor de convertirse en un Dios lejano y ajeno a su pueblo; sino todo
lo contrario, más que Señor, quiere ser un Padre.
“Yo le seré a él padre, y él me será a mí hijo. Y si él hiciere mal, yo
le castigaré con vara de hombres, y con azotes de hijos de hombres”[126], es la seguridad que da Dios a David
respecto de su hijo Salomón.
Isaías también se expresa en
oración, basándose en este sentido: “Pero tú eres nuestro padre, si bien Abraham nos ignora, e Israel no nos
conoce; tú, oh Jehová, eres nuestro padre; nuestro Redentor perpetuo es tu
nombre”[127];
“Ahora pues, Jehová, tú eres nuestro padre; nosotros barro, y tú el que nos
formaste; así que obra de tus manos somos todos nosotros”[128].
Los profetas, en su relación
personal con el Señor, entendían que esta era la voluntad de Dios; en este
sentido exhortan al pueblo elegido a relacionarse de esta manera, acercándose
al Creador como lo hace un hijo a su padre en un momento difícil.
Dios utiliza a través de Jeremías
esta clase de exhortación: “A lo menos desde ahora, ¿no me
llamarás a mí, Padre mío, guiador de mi juventud?”[129].
Al ofrecer esta rica relación, Dios solicita la reciprocidad en este
sentido: “El hijo honra al padre, y el siervo a su señor. Si, pues, soy yo
padre, ¿dónde está mi honra? Y si soy señor, ¿dónde está mi temor? dice Jehová
de los ejércitos a vosotros sacerdotes”[130].
El hombre fue hecho varón y hembra[131]
y bendecido con la bendición del fruto y de la multiplicación. En el capítulo 2
del libro de Génesis encontramos más detalladamente toda la creación,
inclusive, detalles de la hechura del mortal.
La misericordia del Creador,
quien conoce al ser humano y sabe lo que es bueno y mejor para él, declara que
“No es bueno que el hombre este solo”[132].
Esta solicitud de Dios tiene sus
raíces en el conocimiento que tiene del ser creado, como ser sociable. También
tiene mucha importancia para el incremento y continuidad de la raza humana. Es
imposible la multiplicación sin que allá una mutua relación del hombre y la
mujer. Por lo tanto, los intentos de uniones entre ambos sexos solo pronostican
la eliminación de la raza humana. Esta fue bendecida con esta bendición de
multiplicación, sin haber opción para otra forma que la estipulada por el
Creador.
Dios crea al hombre como una
institución social; los crea hombre y mujer; no como un individuo solo, sino
como dos personas. La comunidad que refleja la imagen de Dios es especial: la
comunidad de una mujer y un hombre. Cuando Dios eligió crear a la humanidad a
su imagen, creó el matrimonio, una familia. La entidad de la familia constituye
un reflejo de la comunidad de la Divinidad. Su identidad, vida y poder provienen
de Dios[133].
La institución familiar fue
creada en estado de inocencia. Es la voluntad Divina la que se expresó a favor,
en la necesidad del hombre, de que este habite en familia. El Señor mismo se
hace cargo de cuidar de aquellos que han perdido la protección otorgada por el
Creador a través de la corporación familiar; toma la responsabilidad de “padre”
de las viudas, los huérfanos y los desamparados. Entonces, familia es
protección y responsabilidad. [134]
Otro fundamento determinante es
la necesidad de ayuda idónea para el hombre[135].
Esto denota la incapacidad del hombre, por sí solo, de alcanzar todo lo que
estaba llamado a ser y hacer[136].
Era necesaria la idoneidad de esta ayuda; esto indica “complementariedad”. Esta
ayuda es necesaria para el trabajo diario, la procreación, y el apoyo y
compañía mutua. ¡Qué bueno es que lo tengas en cuenta el día de la elección!
porque tanto el hombre como la mujer se necesitan en pos de esta
complementariedad.
Cuando el hombre vio a la mujer,
se maravilló de la forma de ser creada (de su costilla)[137],
por lo tanto dijo: “Esto es ahora
hueso de mis huesos y carne de mi carne”; dando ejercicio a su potestad de
poner nombre a los seres creados dice: “ésta será llamada Varona, porque del varón
fue tomada”. Esto indica la creación de la raza humana como “el hombre”
en su versión femenina y masculina: “varón y varona”.
Dios determina una ley concerniente
a la institución matrimonial: “Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su
mujer, y serán una sola carne”[138]. Esta orden, en cuanto a la
conformación de la familia, deja ver que profundo son los lazos que unen;
superiores a los de la naturaleza.
En la restauración de la familia, a través de Cristo, el apóstol Pablo
hace referencia a esto determinando que el marido “debe amar a su mujer como a su
propio cuerpo. Porque el que ama a su mujer, a sí mismo se ama”[139].
Jesús tentados por los fariseos
sobre el repudiar a las mujeres, cita estos pasajes del principio de la
creación de las cosas y esta ley de ser una sola carne, agregando que “por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe
el hombre”. [140]
Si el matrimonio es honroso,
cuanto más este matrimonio primero, llevado a cabo en un estado de inocencia;
con el Señor en el papel de padre de la novia, entregando la mujer a Adán; Dios
celebrando el acto matrimonial y determinando la ley de unión matrimonial: Ya
no son más dos, sino una sola carne. Unidos en corazón y alma, en cuerpo y en
espíritu; dispuesto a servir a su Dios que le ministra su amor y propósito de
familia, para bienestar y procreación de la raza humana.
Fracaso de la primera Familia
L
|
a consecuencia de la decisión de
los padres afecta directamente sus descendientes. Quizás esta sea una de las
cosas que menos valoramos y meditamos de nuestras acciones. El pecado[141]
siempre va a involucrar, contaminar e influir negativamente sobre nuestro radio
de pertenencia.
Pecamos contra Dios; nuestros
prójimos; nosotros mismos y sobre todo, nuestros hijos.
Esta primera familia tomó
decisiones vencidas ante la seducción de Satanás[142]
quien no ignoraba, que tras no poder destruir al hombre, si podía cortar la
comunión de éste con su Dios. Tampoco desconocía, y por eso aplica un golpe
certero, que en esta primera pareja afectaba a la humanidad toda. Es decir, a
todos los hijos que estaban en los lomos de Adán y Eva.
El no pensar en el legado, no
meditar en nuestra influencia sobre quienes nos preceden, es un error el cual
debemos evitar. Estoy seguro, quizás me equivoco, de que al decidir comer del
árbol que Dios prohibió, desobedeciendo abiertamente al Creador, no pensaron o
tuvieron en cuenta el efecto que esto traería sobre su propia santidad y, sobre
todo, en su familia. Muerte, rivalidad, dolor y perdida de sus hijos[143],
todo producto de un no meditar en sus acciones y valorar a su Creador.
Como nuestro Dios es un Dios
invicto, inmediatamente mira hacía la simiente. Allí está la esperanza de
redención. La misma mirada que mira a tus hijos; y espera mucho de ti.
“Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la
simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar”[144].
A partir de este relato comienza la división de una simiente santa y
otra pecadora. Un camino que nos lleva a Cristo, quien venció al diablo
triunfando sobre toda potestad en la cruz.
Nuestro fracaso no es el fracaso del Señor. A él le pertenece el triunfo
por siempre. Nosotros entramos en su victoria cuando comprendemos su accionar.
Entendemos sus propósitos. Vemos con su visión.
Consagra tu descendencia al Señor; y esta será un instrumento en la mano
de Dios que sacudirá al mundo:
“Señor te entrego mi descendencia, mis hijos y los
hijos de mis hijos por siempre; los que aún están en mis lomos, pero, por tu
mirar los puedo contemplar. Comprendo que a partir de la caída de nuestros
primeros padres, tu pensamiento es la simiente. Tu simiente venció. Has
vencedora a mi simiente en Cristo Jesús. En su Nombre y por tu amor. Amén”.
Gracia inmerecida
L
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a descendencia de Adán y Eva
sufrieron las consecuencias del perder los beneficios que en un principio
privilegió a sus padres. Ya no disfrutan de los favores del Jardín del Edén, y principalmente
la perdida de la comunión íntima con Dios. Aunque no es cortada
definitivamente, sin embargo, el pecado ha puesto distanciamiento entre el
Creador y sus criaturas.
La muerte pronosticada por Dios a
causa de la desobediencia es inmediata en el orden espiritual. Físicamente la
palpan, por primera vez, donde más doloroso y terrible es: en el cuerpo inerte
de su hijo Abel. La familia es sacudida y dividida por el pecado. Caín debe
abandonar el hogar destinado a vivir errante[145].
Se retira errante por el castigo de haber matado a su hermano.
Adán y Eva se encuentran solos. Un
hijo nómada y el otro muerto, pero Dios, su misericordia y sus planes
originales de restaurar lo que el hombre deformó, siguen fieles. Casa continua
siendo prioridad y la simiente el camino por el cual se redimirá al ser humano.
Dios da un nuevo hijo a esta primer pareja.
Eva al abrazar a su nuevo hijo,
lo llama Set, “porque Dios (dijo ella) me ha sustituido otro hijo en lugar de Abel, a
quien mató Caín”[146]. Justamente,
este niño es la “semilla” dada para reemplazar al fallecido Abel. Fue el
primero en el linaje que llegaría hasta el nacimiento de Cristo Jesús.
Esta semilla da su fruto, y los
hombres comienzan a invocar el nombre de Jehová.
¿Será tu caso? ¿Serás tú la
semilla por la cual todos tus familiares, hoy y por siempre, invoquen el nombre
de Dios en tu casa? Oró al Señor por que así sea.
En el capítulo cinco del libro de
Génesis vemos el legado traspasado por esta familia sacudida por el error y la
muerte, pero que entienden la importancia de este. A través de esta nueva
oportunidad llamada Set, comienza una genealogía que muestra como en un mundo
que cada vez se corrompía más, esta familia invocaba el nombre de Dios. Su
santidad deja al desnudo la corrupción generalizada.
Era tal la degradación a la cual
el ser creado en inocencia había llegado, que se arrepintió Dios de haber hecho
al hombre y le dolió en su corazón[147].
El pensamiento de arrepentimiento
cruzó por la mente del Santo[148].
Pero su corazón está tan lleno de gracia que no puede contener el deseo de volcarla
sobre su creación.
El Señor está buscando un vaso
donde derramar su “favor
inmerecido”. Un vaso que abarque generaciones, volcando su gracia a sus hijos y
a los hijos de sus hijos, y estos a sus descendientes, hasta la consumación
final de la confianza que el Señor depositó en nosotros al llamarnos a su
misericordia.
Sin duda, la gracia de Dios
estuvo sobre la vida de Noé. La gracia es un favor inmerecido del Señor la cual
se manifestó en hombres imperfectos en todo el transcurso del periodo anterior
a Cristo; y se sigue manifestando en nosotros como un sello insalvable para
acercarnos a Dios Padre. El único fin es permitir al Creador utilizar nuestras
vidas a fin de cumplir, en nuestros linajes, su propósito eterno de salvación.
La gracia de Dios estaba en Noé;
lo capacitaba y favorecía. Así que, fue hecho por Dios un vaso de su
misericordia. No solo poseía la gracia de Dios, sino que era portador de esta;
y ofrecía, en su integridad y fe, gracia del Señor al que quisiera aceptarla.
Solo tenían que imitar su obediencia y construir el arca.
Un lugar seguro de salvación es
la gracia del Señor.
El carácter de Noé aparece en la declaración de que era varón justo, perfecto
en sus generaciones y que “con Dios caminó Noé”[151]. Esto se
presenta: o, como la razón del
favor que Dios le dispensó, pues, Dios ama a los que le aman; o, como efecto
del favor que el Señor le otorgó. Fue la buena voluntad del Creador la que
produjo esta buena obra en él. Era bueno, pero no mejor que lo que la gracia de
Dios lo había hecho[152].
Dios hace de Noé un miembro de su
consejo. Le comunica su decisión de destruir por agua aquel malvado mundo. Lo
instruye en cómo construir un arca en la cual serían salvo de su ira, tanto él
como su casa, incluidos los animales.
Cada golpe de sus hachas y de sus martillos era una llamada al
arrepentimiento, y a que también ellos preparasen sus arcas. Contrariamente sus
vecinos le ridiculizaban por su credulidad. Pero sobre todos los obstáculos Noé
venció por su fe y condenó por esta misma actitud hacía Dios, a los incrédulos.
Jesús dijo que “no envió Dios a su Hijo al mundo para
condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él”[154]. También
advirtió la doble acción de su obra; “El que en él cree, no es condenado; pero el
que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del
unigénito Hijo de Dios”.
Aún su venida sería como estos días. Los hombres vivirán ignorando a
Dios; enredados en sus propios caminos; comerán y beberán; se casaran y se
darán en casamiento[155];
hasta que la señal del Señor se vea en los cielos; y lo veamos venir sobre una
nube a buscarnos.
Atento pueblo; la mirada puesta en el cielo, de donde vendrá nuestro
redentor.
Dios es un Dios de pactos
E
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n el Antiguo Testamento el vocablo beréÆt (tyrib, 1285), traduce: pacto;
alianza; convenio; acuerdo; liga.
BeréÆt se encuentra más de 280 veces en todas las secciones del Antiguo
Testamento. El primer caso del vocablo está relacionado justamente con Noé: “estableceré
mi pacto contigo. Entraréis en el arca tú, tus hijos, tu mujer y las mujeres de
tus hijos contigo”[157].
Este es un pacto de salvación de las aguas del diluvio con Noé, y en
forma inclusiva, con toda su familia.
“Diatheke” es la palabra que se traduce “pacto” y es una de las más comunes en la
versión griega del Antiguo Testamento y de las más importantes del Nuevo
Testamento.
“Pacto”, en su uso ordinario, y no teológico, significa “acuerdo entre
dos o más personas o entidades”. Pero, se usa más comúnmente para significar la
relación emprendida entre Dios y el hombre.
En el Nuevo Testamento, el pacto con el pueblo de Israel es todavía
enfatizado[158]. Pero, muy
especialmente, la idea de pacto se usa respecto de la nueva relación entre el
hombre y Dios, relación que fue posible por la vida y muerte de Jesús.[159] Diatheke es la palabra característica de
la carta a los Hebreos para describir esta nueva y mejor relación entre Dios y
el hombre.
Hasta aquí, todo es correcto; pero el problema radica en que la palabra
griega normal para pacto es “suntheke”,
que es precisamente la usada en todas partes respecto de un compromiso
matrimonial o un acuerdo entre dos personas o estados. En el griego de todos
los tiempos, diatheke no significa
"pacto", sino, "testamento". Kata
diatheken es el término regular que significa "según las
estipulaciones del testamento".
¿Por qué el Nuevo Testamento no utiliza nunca suntheke y siempre usa diatheke?
La razón es la siguiente: Suntheke
describe siempre "un acuerdo hecho en igualdad de condiciones, que
cualquiera de las dos partes puede alterar. Pero la palabra "pacto"
significa algo diferente. Dios y el hombre no se encuentran en igualdad de
condiciones. Significa que Dios, a opción propia y en su libre gracia, ofreció
al hombre esta relación, que el hombre no puede alterar, cambiar ni anular,
sino sólo aceptar o rechazar.
Ahora bien, el supremo ejemplo de tal acuerdo es "un
testimonio". Las condiciones de un testamento son impuestas por una
persona y aceptadas por otra, que no puede alterarlas. No entramos en relación
con Dios por derecho propio ni según nuestras estipulaciones, sino por la
iniciativa y la gracia de Dios”[160].
Dios quiere hacer un pacto
contigo a través de Cristo; pero es fundamental comprender que, cuando Dios
hace un pacto con un individuo, abarca a su casa; toda su zona de gobierno.
El pensamiento principal de Dios
al llamar a un hombre es hacer de él una casa, la cual sea fiel testimonio del
gobierno y la “Shekinah”, la presencia
gloriosa de Dios en el santuario del hogar, ejecutando
su propósito. Un pueblo que glorifique su Nombre y lo haga conocer.
Entonces, cuando Dios piensa en
una persona, en forma particular; está pensando, en forma general, en todo lo
que está abarca: su casa, toda su simiente.
Esta relación de Noé con Dios y
viceversa, abarcaba a su casa y por ende, a toda la humanidad que nacería de
esa única familia. Esta sería un fiel testimonio de obediencia, de fe, un
monumento de misericordia de Dios en medio de un mundo tremendamente pecador y bajo
la ira del Señor.
Cuando las aguas del diluvio
disminuyeron, el primer acto de Noé fue rendir culto al Señor[161],
en agradecimiento y reconocimiento de su gracia. En respuesta Dios confirma el
pacto extendiéndolo sobre toda carne[162].
Las cláusulas de acuerdos entre
los hombres suelen sellarse. Así, pues, queriendo el Señor “mostrar más abundantemente a los
herederos de las promesas la inmutabilidad de su designio[163], ha
confirmado su pacto con su sello. El sello de este pacto de naturaleza fue
suficientemente natural: el arco iris[164].
Esperar en Dios es una cosa, la
conformidad es otra totalmente diferente y que niega la fe. Cuando nosotros nos
resignamos al hecho de que nuestros hijos o nietos se aparten de los caminos
del Señor y lo vemos como algo natural, o dejamos en libertad el hecho como
consecuencia al libre albedrío, entonces desconocemos o negamos la voluntad de
Dios. Sin negar que en muchos casos suceda, la conformidad y el creer que esto
es así es lo peligroso. Al fin, lo que creemos se hará.
La profundidad que tiene la
palabra pacto, nos habla a la clara de que el Señor se toma muy en serio
nuestra descendencia. Que su propósito la abarca, que las necesita y quiere
hacernos una casa donde se perpetué su Nombre. Que es su Santa, Perfecta y
Buena Voluntad, que entres tú y toda tu casa.
Dios se compromete a tratar con
nuestros hijos, nietos, etc. Lo que no debe fallar es nuestro compromiso
personal en obedecer a Dios, y nuestra fe en creer que Él hará la obra. Esta fe
debe tomar ejemplo en Noé. Habitante de un mundo totalmente corrompido.
Uno de los factores principales
que destruye la corrupción es “el gobierno”. Entendemos que en los últimos
tiempos una de las características de las personas será un desconocimiento de
la autoridad. La más afectada será la de los padres: “Desobedientes a los
padres” dice el apóstol Pablo[165].
Una casa debe tener gobierno. Ese
rasgos es fundamental (lo tratamos en todo el escrito). Esto llevó a que los
hijos de Noé y sus mujeres construyan el arca y obedezcan a su padre, aunque no
lo comprendan. Luego deben de haberle agradecido. Entonces, amonesta a tus
hijos, ínstalos a buscar a Dios. Hoy no te comprenden, mañana te agradecerán
eternamente.
Otros de los factores
primordiales en el tratamiento de Dios con Noé fue el trabajo. Jesús no va a
salvar a aquellos que no procuren su salvación. Tampoco sus hijos van a ser
tocados por Dios, si los padres bajan los brazos.
Noé y su familia debieron
trabajar duro para poder ser salvo. El pacto tenía toda la buena voluntad de
parte de Dios, la gracia estaba allí manifestada, pero Dios no iba a hacer lo
que les correspondía a ellos hacer. En esa obra se manifestaba su fe y
valoración por la salvación.
Entonces, ora y no te canses de
orar; predica, y no te canses de predicar; amonesta y exhorta[166];
cree y no te canses de creer. No podemos salvar a nuestras familias sin Dios,
pero Dios tampoco lo hará sin nosotros.
BENDITAS TODAS LAS
FAMILIAS DE LA TIERRA
A
|
l principio de este capítulo veíamos que Jesús es la imagen del
Dios invisible, y a la vez, es la representación relacional de la Familia Divina.
Queda de manifiesto que todo lo
que vemos es figura de lo que no se ve. De la misma manera que el Padre
Celestial posee un hogar para sus hijos[167]
y ofrece una relación familiar con su creación. También exige que los que son
partícula de su “casa” entiendan que: Ser parte de esta, es estar bajo su
gobierno.
Como pastores, edificar “casa” al
Señor va más allá del Templo; es edificar el Gobierno de Dios sobre las
personas, es decir, su pueblo.
Este fue el fracaso de la primera casa, la formada por Adán y Eva, quienes
engañados por el Diablo el cual tras insinuarle ventajas mentirosas que
obtendrían comiendo del árbol prohibido, desobedecieron abiertamente a Dios.
Esto trajo aparejado la destitución de los primeros padres del paraíso terrenal
y por ende, toda la humanidad fue destituida de la gloria de Dios[168].
El pecado traspasa las generaciones[169]
de la misma manera que la bendición del Señor.
Este hecho es claramente un fracaso de Adán y Eva; pero, de ninguna
manera el plan global de Dios fracasa. El Creador pone en marcha su propósito
de redención con la mirada fija en la simiente, esto es, Jesús; quien se sujeto
a su Padre en obediencia, hasta la muerte y muerte de cruz.[170]
La segunda casa trajo salvación momentánea a la raza humana y los seres
vivos creados. Noé y su familia hallaron gracia a los ojos del Señor. Este
relato hace resplandecer por primera vez la palabra pacto. También la fe se
manifiesta y estos dos elementos dan como resultado la salvación del diluvio,
preludio del plan de salvación eterna.
A la bondad y fidelidad del Señor se debe, y no a ninguna reforma
introducida en el mundo, el que la tierra no haya sido inundada muchas veces
con diluvio; y aún el que no esté inundada actualmente. El arco iris es señal
de este pacto.
La tercera casa a tratar es el llamamiento a Abraham. Este tiene su
elemento principal en la orden de dejar la casa de su padre, a fin de que Dios
haga de él una nueva casa. El llamamiento y la promesa refleja la voluntad
total de Dios en pos del Mesías redentor y esta tiene la fuerza que emana de un
pacto; pero, que pone todo su énfasis en las familias de la tierra.
[171]“Vete de tu tierra y de tu parentela, y de
la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré.
Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu
nombre, y serás bendición.
Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré;
y serán benditas en ti todas las familias de la tierra”.
Dios lo llama a Abraham para dejar una casa y formar otra dentro de los
propósitos del Señor. Esto es tan importante porque en esa casa iba a nacer la Simiente Santa ,
Jesús el Hijo de Dios. Él sería la bendición que traería salvación a todos los
hogares de la tierra.
Esta bendición entró físicamente en el hogar de Zaqueo[172].
Ante las críticas de los judíos, Jesús resalta la bendición heredada por
este hombre por pertenecer al linaje del patriarca[173].
Este linaje iba a ser tan extenso que Dios lo grafica diciendo que su objetivo
es darles descendientes al patriarca, como las arenas del mar y las estrellas
del cielo en cantidad.
Zaqueo obtenía su entrada al pacto, más allá de la muestra de conversión
en su fe, en ser carnalmente descendiente de Abraham. Esta descendencia del
patriarca, según la carne iba a ser como el polvo de la tierra, pero su
descendencia espiritual sería como las estrellas del cielo, no solo numerosa,
sino también gloriosa y muy preciosa. Zaqueo era uno de los polvos de la
tierra. Tú eres una de las estrellas del cielo.
Este pacto interpuesto
entre el Creador y Abraham tiene la característica de ser el comienzo de la
formación de una patria[174].
El Señor lo llama para hacerlo padre y jefe de una familia, de un clan.
Como derivado de
patria, se da el nombre de patriarcas a los antecesores del pueblo hebreo, de
la raza judía. Este nombre es dado: a Abraham[175],
a los doce hijos de Jacob[176],
al rey David[177]. En general, el título
de patriarca es dado a los hombres piadosos y a los jefes de familias de los
que el Antiguo Testamento nos da un relato biográfico y que vivieron antes de
Moisés.
En nuestra cultura, cuando hablamos de patria, nos estamos refiriendo a
la nación de pertenencia, considerada como unidad histórica a la que sus
naturales se sienten vinculados. Aunque esto es así, cabe destacar que otra
definición que nuestro diccionario nos da es que patria es relativa al padre o
que proviene de él. En la
Biblia , en general, tiene sus raíces en el término “familia”;
entonces, hablar de patria es hablar de familia.
Familia en el Nuevo Testamento se traduce: “patris” (patriav), significa
primariamente el país nativo de uno, y se traduce “patria” en Hebreos 11:14 y
“patroos”, traducido “de la patria” en Hechos 28:17 (de nuestros padres).
En el periodo patriarcal, la palabra que lo traduce es “Mishpajah”;
aparece 300 veces en el Antiguo Testamento hebreo.
La promesa de Dios a Abraham incluye a las naciones, en la traducción de
la palabra “patria” como familia: “Bendeciré a los que te bendigan, y al que
te maldiga, maldeciré. Y en ti serán benditas todas las familias de la tierra”[178]. El
significado más restringido de mishpajah es semejante a nuestro uso de
“familia” y también al del hebreo moderno.
La casa era la sociedad más pequeña en el culto, derecho y economía. Los
hijos varones casados y su prole pertenecían también a la familia en tanto
vivía el padre de la estirpe. El cabeza de familia (el padre, por lo general)
era el responsable único del culto religioso[179];
tenía poder judicial[180];
y debía asegurar el porvenir de la familia, a la cual pertenecían también los
esclavos y los bienes familiares.
El ejercicio de la autoridad patriarcal era un elemento muy respetado.
Esta “fuerte” posición de la familia correspondía a los usos, de un tiempo en
el que una autoridad superior apenas podía ser eficaz.
Llevados al temor de que cualquier desajuste de la solidaridad familiar,
provocaría el hundimiento de las mismas bases en las que descansaba la sociedad
emparentada, se intimaba de manera convincente la obediencia a los padres.
El Señor necesitaba que Abraham dejara la casa de su padre, es decir,
que se desligara del gobierno natural que su progenitor ejercía sobre él, de
manera que Dios pudiera ejercer su voluntad en la casa nueva.
Abraham no entendía el porqué de este mandamiento o no estaba dispuesto
a dejar a su padre. Carnalmente estaba muy ligado a su padre terrenal,
ligamento que no le permitía desarrollar su plan al Señor, en la vida del
“amigo de Dios”.
Cuando estamos muy aferrados a nuestra familia y sus tradiciones nos
cuesta mucho entender los designios del Creador, y obedecerle.
Esto nos impide confesar los pecados familiares y romper los lazos
espirituales que nos atan a nuestros antepasados. No puede haber confesión sin
estar de acuerdo con Dios porque, justamente, confesar es estar de acuerdo con el
Señor.
Atendamos a la familia de Abraham y vamos a comprender las cosas que lo
ataban y también las cosas que nos pueden atar a nosotros, sino estamos
dispuestos a reconocer, confesar y renunciar a los pecados de nuestros
ascendientes.
Desde el Dios de Sem, descendiendo
al dios de Taré.
L
|
uego del Diluvio, “comenzó
Noé a labrar la tierra, y
plantó una viña; y bebió del vino, y se embriagó, y estaba descubierto en medio
de su tienda. Y Cam, padre de Canaán, vio la desnudez de su padre, y lo dijo a
sus dos hermanos que estaban afuera. Entonces Sem y Jafet tomaron la ropa, y la
pusieron sobre sus propios hombros, y andando hacia atrás, cubrieron la
desnudez de su padre, teniendo vueltos sus rostros, y así no vieron la desnudez
de su padre. Cuando Noé despertó, supo lo que había hecho su hijo más joven”. [181]
Viene sobre Noé el espíritu de profecía y como Jacob en su lecho dice a
sus hijos lo que les ha de sobrevenir. Pronuncia una maldición sobre Canaán el
hijo de Cam, en quien Cam mismo queda maldito[182].
Bendice a Sem o, más bien bendice a Dios por él[183].
Llama a Jehová “el Dios de Sem” (así dice el original)[184].
El ánimo de transcribir las diferentes versiones bíblicas, (incluido el
Toráh en la nota al pie de este escrito), es para comparar y sacar conclusión
de que Noé al bendecir a Sem lo deja lo suficientemente recompensado, por el
respeto que ha tenido hacía su padre, al poner Dios sobre él este honor de ser
“su Dios”.
Tremendo honor de que Dios no se avergüence[185]
de llamarnos sus hijos, de que nunca sienta apocamiento y grite a todos los
seres celestiales: ¡Soy su Dios y su Padre! Solo la fe y la obediencia hacen
posible este título; solo Cristo y su obediencia ilimitada y sus mártires de fe
que lo honran, reciben este privilegio del Señor. La bendición de Sem es su
Dios.
Arfaxad es el primogénito de Sem y nace dos años después del diluvio[186].
Desde el nacimiento de Arfaxad hasta la inmigración de Abraham hay nueve
generaciones, 365 años. Solo este tiempo fue necesario para cambiar al Dios de
Sem por el dios extraño[187]
al cual servía Taré, el padre de Abraham.
Con esta autoridad patriarcal,
Taré crió a sus hijos. Nacor y Abraham sirvieron junto a su padre a dioses
extraños cuando habitaban en la región Mesopotámica, “al otro lado del río”. Su
país fue Ur de los caldeos. Este fue el lugar de su nacimiento, una región
idólatra, donde hasta los descendientes de Heber[188]
se habían degenerado.
Abraham, que fue después el
“amigo de Dios” y favorito de los cielos, fue criado en la idolatría y vivió
largo tiempo en ella, hasta que Dios, por su gracia, lo arrancó de allí. De ahí
que el apóstol Pablo haga de la justificación de Abraham un ejemplo del Dios
que “justifica al impío”.[189]
Dios podía trabajar en la casa
paterna de Abraham y amoldarla a sus planes. Pero no es el estilo del Señor ni
su forma de obrar. El hacer cosas nuevas es parte del carácter y propósito de
Dios.
Las cosas nuevas que el evangelio introduce para la presente obediencia
y realización son: un nuevo pacto[190];
un nuevo mandamiento[191];
un nuevo acto creativo[192],
una nueva criatura[193];
un nuevo hombre, esto es, un nuevo carácter de humanidad, espiritual y moral,
en conformidad a la pauta de Cristo[194];
un nuevo hombre, pero en el sentido de que “la iglesia es su Cuerpo (el de
Cristo)”[195].
Las cosas nuevas que se han de recibir y disfrutar en el más allá son:
un nombre nuevo, del creyente[196];
un nuevo nombre, del Señor[197];
un cántico nuevo[198];
un cielo nuevo y una tierra nueva[199];
la nueva Jerusalén[200].
“El que estaba sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas
las cosas[201]”, dice Juan casi al
final de las revelaciones.
¿Cómo podría cerrar el Apocalipsis, que es el final del principio de la
realización del plan global de Dios, haciendo nuevas todas las cosas; si al
principio del llamamiento del hombre de cuyo linaje vendría el Mesías no hace
su casa “nueva”?
Vino nuevo en odres nuevos. La
casa prometida a Abraham no debía estar dominada por un gobierno idolatra como
el de Taré, sino por un Nuevo Gobierno procedente de Dios.
Entiende que las órdenes que
emanan del Señor, aunque duras, son necesarias. Nacer de nuevo es necesario.
Una nueva vida es necesaria. Una casa nueva desafiaba una nueva actitud con los
lazos y herencias familiares que a Abraham le va a costar mucho cortar.
¿Y a ti? Obedecer a Dios es el
precio. Entenderlo es su empeño. Espero ser de ayuda a este propósito del
Señor: el afán de que le comprendas.
Según Esteban, el Dios de la
Gloria apareció a Abraham estando en Mesopotamia, antes que
morase en Harán. Y le dijo: Sal de tu tierra y de tu parentela, y ven a la tierra
que yo te mostraré. [202]
Abraham debe de haber comunicado esto a su padre el cual no conocía al
Dios verdadero. Acostumbrado a lidiar con sus dioses extraños, no podía conocer
el fundamento del llamado, ni aconsejar a su hijo. Taré consintió con Abraham en
ir a Canaán en respuesta a Dios, ignorando o a expensas que esta unión entre
Taré y Abraham, espiritualmente, era la conjunción de un dios extraño y el Dios
verdadero. Imposible.
Otros de los factores fundamentales del error de esta partida juntos,
entre el “Llamado” y su padre, estaba en el gobierno. Mientras Abraham esté con
su padre, o en la casa de su padre, Taré gobernaría sobre él. Por eso dice la Biblia que “tomó
Taré a Abram su hijo, y a Lot hijo de Harán, hijo de su hijo, y a Sarai su
nuera, mujer de Abram su hijo, y salió con ellos de Ur de los caldeos, para ir
a la tierra de Canaán; y vinieron hasta Harán, y se quedaron allí”[203].
El verbo “tomó” marca la autoridad patriarcal de Taré sobre Abraham,
Sara y Lot. No era esa la idea de Dios y su “amigo” no estaba entendiendo o no
estaba dispuesto a obedecer, o lo que es peor (como sucede en muchos casos),
dijo: “obedezco, pero yo pongo las condiciones. No renuncio a esto”.
Renunciar al gobierno natural ejercido por nuestros mayores y que están
fuera de los propósitos del Señor, es un requisito imprescindible y único[204].
Taré toma a Abraham, su sobrino y su esposa y salen para Canaán. Se
detienen en Harán, lugar a medio camino entre Ur y Canaán. Allí muere Taré.
Como un símbolo de aquellos que salen de Ur pero por una cuestión de carácter
en la toma de decisiones, no alcanzan a llegar hasta Canaán; no están lejos del
Reino de Dios, pero tampoco entran jamás; porque:
“¿Qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas? ¿Y
qué concordia Cristo con Belial? ¿O qué parte el creyente con el incrédulo? ¿Y
qué acuerdo hay entre el templo de Dios y los ídolos?” [205]
Qué fácil es comprender esto, pero que difícil aceptarlo. ¿Percibes
porque es tan necesario desarrollar un carácter digno de Cristo en nuestros
descendientes?
Taré pensó que podía beber de la copa del Señor y de los ídolos[206].
No se puede provocar a ira al Señor. Idolatría es que algo ocupe el lugar de
Dios en nuestra vida. Idolatría es amar, respetar, obedecer, a alguien o algo,
más que al Señor.
Si no renunciamos cediéndole al Padre el amor que entregamos a aquello,
puede que en su bondad, él decida quitarlo a fin de cumplir su propósito en
nuestra vida. Las buenas intenciones no son suficientes. La obediencia si lo
es.
Esta separación producida por el deceso de su padre coloca a Abraham al
frente de la casa. Ahora puede ejercer gobierno, o mejor dicho, puede dejarse
gobernar por Dios.
El capítulo doce de Génesis empieza con un “pero”, como aclarando que
hasta ese momento Dios no podía continuar con su plan de cumplir la palabra
dada al Patriarca. Aunque la promesa existía, Taré era el lazo que lo unía a
Abraham con Ur y su idolatría.
Solo concéntrate en esto: Cuanto más luchamos con el Creador, más
retardamos su propósito. No te detengas en Harán. Olvidando lo que quedo atrás,
prosigue al blanco[207].
Comparto el dolor de la perdida. El sufrimiento momentáneo que produce
el tratamiento del Señor con nuestras vidas[208],
a fin de quitar lo que nosotros no somos capaces de remover del camino hacía el
cumplimiento de la voluntad del Señor. El proceso de Abraham será tu proceso si
deseas que Dios cumpla su propósito en Ti y en tu simiente, heredera del Señor.
Recuerdo a Sadrac, Mesac y Abed-nego[209].
Pienso en el horno de fuego. Veo quemarse las amarras que le sujetaban, pero no
se quemaron sus pertenencias, es más, ni olor de humo tenían. No temas al fuego
del Dios consumidor, por misericordia quemará todo lo que te ata. Pero tú
pasaras por el fuego y no te quemaras[210],
porque Jesús es tu Salvador. Él está contigo, compartiendo este proceso con el
consuelo de su presencia.
Descendencia es el todo de la
historia.
E
|
l gran penar y enorme buscar de
Abraham y Sara fue la tenencia de un hijo por medio del cual tuviera un linaje.
La esterilidad[211] de Sara era, en manera
cierta, el gran obstáculo.
Las mujeres estériles en la Biblia son muchas. En las
más sobresalientes, ese niño nacido de un milagro tendría posteriormente un
desarrollo espiritual muy significativo en Dios.
La misma privación de un hijo
provoca que el deseo por tenerlo sea una herramienta en el plan general del
Señor. Esta privación la sufrió Abraham, Isaac y Jacob (referido a Raquel).
Desde otro
objetivo, tiene la figura de una maldición familiar, pero, desde la óptica del
Señor, es el plan de Dios para glorificarse en medio de la debilidad.
Contemplándose su grandeza como el dador de descendencia ante la imposibilidad
humana, en los casos referidos.
La promesa es el
instrumento utilizado por el Señor para fortalecer la fe.
Abraham sale, ante el llamado del
señor, con un ofrecimiento estimulante, o más bien, una combinación de
promesas, de parte del Creador hacía él. Seis en total:
1. Haré de ti una nación grande. Cuando
Dios le sacó de su pueblo, le prometió hacerlo cabeza de otro. Esta promesa fue
una gran bendición para Abraham, porque no tenía hijo; pero a la vez, una gran
prueba de su fe, por cuanto Sarai era estéril.
2.
Te
bendeciré. Deja la casa de tu padre, y yo te daré una bendición paterna.
3.
Engrandeceré
tu nombre. Al abandonar su “patria” dejó allí su nombre. Al no tener hijos,
temía quedarse también sin nombre; pero Dios iba a hacer de él una gran nación
y, por consiguiente un “gran nombre”.
4.
Serás
bendición. Esto es, “Tu felicidad será un modelo de felicidad, de suerte
que quienes bendigan a sus amigos, oraran solamente para que Dios los haga como
a Abraham”.
5.
Bendeciré
a los que te bendigan, y a los que te maldigan maldeciré. Esto implica una
especie de coalición, ofensiva y defensiva, entre Dios y Abraham.
6. Serán bendita en ti todas las familias de la
tierra. Esta fue la promesa que coronaba todas las demás, porque apunta
hacía el Mesías, en quien “todas las promesas son Si y Amén”[212]
La enseñanza de las promesas a
los descendientes crea una suerte de fuerza generacional, que ayuda a la
relación personal de nuestros hijos con Dios.
El Dios de Abraham, se convierte
en el Dios de Isaac y descendentemente en el Dios de Jacob y los doces
patriarcas, de tal manera, que aún José deja mandamiento acerca de sus huesos
antes de morir en Egipto.[213]
Las promesas se traspasan
generacionalmente[214];
aunque este traspaso requiere de una relación de obediencia de los hijos[215]
para la continuidad de esa palabra en los planes del Señor. La instrucción de
este propósito familiar hace que otro instrumento de poder se ejecute: la
confesión de fe de la promesa dada.
“Una de las enseñanzas explícitas
de la Biblia
se refiere a la importancia de las palabras que utilizamos. En Génesis 17:5[216],
Dios cambia el nombre de Abram a Abraham y le promete que llegara a ser el
padre de muchas naciones. Abram significa “patriarca” o “padre supremo”.
Abraham significa “padre de una multitud”. De esta manera, Dios se aseguraba
que cada vez que Abraham escuchara o pronunciara su nombre se acordara de la
promesa divina.
El comentario de Adam Clarke lo
expresa muy bien: “Dios acerca al patriarca más a sí mismo al otorgarle una
porción de su propio nombre””[217].
Pero esta confesión no debe ser
solamente patrimonio nuestro, sino de nuestros descendientes[218].
Es fundamental confesar sobre ellos las promesas de nuestra bendición[219].
No hay mejor alabanza a Dios que
creerle a sus promesas. El repetir y bendecir creyendo a sus palabras sobre
nuestros descendientes desatan el Poder sobrenatural de Dios. Hay poder en la
alabanza.
Contrario a esto es cuando de
nuestros labios salen palabras que atan en vez de liberar, maldicen en vez de
bendecir y frustran los planes del Señor en vez de colaborar en el cumplimiento
de sus promesas. Hemos sido llamados para ser bendecidos y bendecir.
En lo relacionado a nuestros
descendientes, bendigamos a nuestros hijos. Bendigamos a nuestro nietos como
Jacob a los hijos de José[220].
Ampliemos nuestra mirada porque la promesa es grande, tan grande que abarca
siglos sobre nuestros linajes.
Dios no solo quiere ser nuestro
Dios, dice el Señor: “Estableceré mi pacto entre mí y ti, y tu descendencia después de ti en
sus generaciones, por pacto perpetuo, para ser tu Dios, y el de tu descendencia
después de ti”[221]. Dios eternamente de tu casa.
Bendice tu familia y no la maldigas.
Usa tu autoridad para favorecer los planes del Señor. Se su amigo y no su
enemigo.
Para amar lo imposible de amar necesitas
el Amor de Dios. Para bendecir diciendo a tu hijo perdido “siervo de Dios”,
necesitas fe. Para mirar a tu hija atrevida y extraviada como una mujer
convertida, más allá de lo que la realidad actual te muestra, necesitas creer
en Jesús. No te pido que creas en tu hija. Cree en lo que dice sobre tu
descendencia el Señor.
Confesar, dijimos, es estar de
acuerdo con Dios. La confesión de fe de su palabra sobre nuestros hijos es
creer que, realmente, lo que el Señor dice sobre nuestra descendencia es
verdad.
Los hombres de Dios que
bendijeron a sus hijos sobre cosas venideras; eran hombres que estaban de
acuerdo con el Creador y su propósito. Personas de fe[222].
Creer al Señor es confesar su
Palabra. Confesar su Palabra es hablar el lenguaje de Cristo.
El lenguaje de Dios es lenguaje
de seguridad en lo que no se ve y convicción en lo que se espera; porque él
llama a las cosas que no son, como si fueran.
Bendecir en el Espíritu Santo a
nuestros hijos es estar, realmente, en sintonía con Dios. En un mismo canal de
comunicación. Hablando un mismo idioma en un entendimiento mutuo sobre lo que
Dios quiere y lo que creo.
El pecado de una generación.
N
|
o creer lo que Dios dice, es
pecado.
Hubo una trasgresión, en el
sentido de descendencia, en la generación que salió de Egipto que casi (a no
ser por la intervención Divina) hace que se pierda toda la generación
siguiente. Para entender ese pecado debemos conocer a la generación que peca y
la importancia de su pecado.
Su líder era Moisés.
El pecado: faltar al Pacto dado a
Abraham y su descendencia mediante la circuncisión.
Este pacto concertó el Creador
con el Patriarca en Génesis quince[223].
Pero después del nacimiento de Ismael, más exactamente cuando este niño tenía
trece años, la edad de la pubertad, Dios establece “la señal del pacto”[224].
De acuerdo al orden cronológico
de los acontecimientos, el acto de la circuncisión se requirió como señal del
pacto anteriormente establecido con Abraham. Esta era una señal externa que el
“amigo de Dios” y sus descendientes habrían de adoptar con la finalidad de
mostrar que ellos eran el pueblo del pacto de Dios con Abraham, al darle prole
por milagro y misericordia, debido a que literalmente afecta aquella parte del
hombre que hace posible la procreación.
Posterior al establecimiento de
la circuncisión como señal del pacto, Dios cambia el nombre de Saraí por Sara,
aunque ambos nombres significa “princesa”, este cambió tiene el sobresaliente
de incluirla en el pacto por derecho propio. La razón es que Dios decide
bendecir a Sara: “Y también te daré de ella hijo;
sí, la bendeciré, y vendrá a ser madre de naciones; reyes de pueblos vendrán de
ella”, dice el Señor al patriarca.
“Entonces tomó Abraham a Ismael su hijo, y a todos los siervos nacidos
en su casa, y a todos los comprados por su dinero, a todo varón entre los
domésticos de la casa de Abraham, y circuncidó la carne del prepucio de ellos
en aquel mismo día, como Dios le había dicho”. [225]
Esta señal especificaba que al cortar la piel del prepucio, de que todas
las cosas, según la ley, eran purificadas con sangre; sombra de lo porvenir: la
sangre de Cristo derramada en la cruz del Calvario; quien “en la
consumación de los siglos, se presentó una vez para siempre por el sacrificio
de sí mismo para quitar de en medio el pecado”. [226]
También manifiesta el significado de apartarse de la dependencia de la
carne; aseverando que su futura prosperidad no debería descansar en su habilidad
propia. Era una aseveración de que su confianza descansaba en la promesa y
fidelidad del Señor. Un corte con la carne[227].
La importancia de esta señal radicalmente se asemeja a todo lo que
mediante este escrito he tratado, con la ayuda del Espíritu de Dios, de
comunicar. Que nuestras decisiones no solo nos afectan a nosotros
individualmente, sino a nuestros descendientes directamente.
El pecado se multiplica, por esto el punto de corte con la carne es
justo en el órgano reproductivo masculino, con el fin de marcar la importancia
de traspaso de generaciones que esto tiene.
“Aunque frecuentemente medimos la capacidad de influir en otros en
términos cuantitativos, la aritmética humana no puede ser utilizada con
precisión para calcular el impacto de los justos. Dios salva a través de muchos
o de los pocos”[228].
Bajo este criterio, no puedo determinar hasta donde llega tu influencia sobre
los demás, y especialmente tus descendientes, producto de tu obediencia al
Señor Jesús.
Ahora, el desprecio de la circuncisión era un desprecio del pacto. El
pecado detallado al igual que cualquier pecado es un descrédito al Señor.
Desobedecer su Palabra es negar la razón que él tiene para ordenar lo
determinado. Es hacernos poseedores de la dirección de nuestra vida como más
sabios que Dios.
Si un hombre no se circuncidaba se exponía al castigo declarado por Dios
al decir que “el varón incircunciso, el que no hubiere
circuncidado la carne de su prepucio, aquella persona será cortada de su
pueblo; ha violado mi pacto”. (Las mujeres estaban incluidas en el
pacto por ser el varón cabeza de la mujer).
Más allá de la responsabilidad que tenían con sus hijos en cuanto a la
afectación, voluntaria o involuntaria sobre sus vidas, la deliberada acción de
no circuncidarlos era ignorar y aún desafiar lo dicho por el Señor. Era decidir
que sus hijos sean cortados del Pueblo de Dios violando su pacto.
Para entender el obrar del pueblo, hay que prestar atención al
pensamiento de sus dirigentes.
Moisés como hebreo tuvo en poco el pacto de su antepasado Abraham. Pero,
más indignó a Dios, que el hombre que él eligió para que saque al pueblo
heredero del Patriarca de la esclavitud de Egipto, no haya circuncidado a su
hijo.
El Señor ordenó a Moisés volver a Egipto con la orden de presentarse
ante Faraón y decirle que deje ir a su pueblo.
“Y aconteció en el camino, que en una posada Jehová le salió al
encuentro, y quiso matarlo. Entonces Séfora tomó un pedernal afilado y cortó el
prepucio de su hijo, y lo echó a sus pies, diciendo: A la verdad tú me eres un
esposo de sangre.
Así le dejó luego ir. Y ella dijo: Esposo de sangre, a causa de la
circuncisión”[229].
Este es un pasaje difícil y oscuro. Aparentemente Moisés se negó a que
su hijo fuese circuncidado. La no realización de esta señal del pacto de Dios
con la descendencia de Abraham puede deberse a la repugnancia que su mujer
sentía por esa práctica, o como una forma de adherirse al rito madianita.
Moisés estaba casado con una mujer que no era de su pueblo; Seforá era
descendiente de Madián e hija de un sacerdote madianita[230].
Fue criada y respondía, en alguna forma, todavía al gobierno natural ejercido
por su padre.
El acto de la circuncisión era también practicado por algunos otros
pueblos, como los egipcios, para los cuales, al igual que los madianitas, era
un rito de iniciación a la pubertad, con un significado muy distinto del que
tiene para Israel. En cambio, los filisteos, fenicios, moabitas, amonitas,
sirios, asirios, babilonios, y otras diversas naciones con las que los
israelitas tuvieron relaciones históricas eran ajenos a esta ordenanza.
Como cabeza de familia, Moisés debía llevar a cabo esta ceremonia cuando
su hijo tenía ochos días de nacido. Ante la premura de la situación, Dios
utiliza a Seforá para llevar a cabo lo que Moisés no había hecho.
Es increíble cómo, a los pecados de las tribus de Israel en su éxodo a
la tierra prometida, este pecado se añade. Pero, podemos mirarlo desde la
óptica de un líder dispuesto a desobedecer y luchar con Dios en lo relacionado
con el Pacto hecho a Abraham y que, sin duda, la desobediencia propia le resta
autoridad espiritual para enseñar a una generación, tanto presente como futura,
a ser fieles a Dios en este y en todos los aspectos.
Conquista de la promesa.
C
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onquistar las promesas rompiendo o evitando cumplir los fundamentos del
pacto en el cual se confía para obtenerlas es querer conquistar sin Dios, o
sea, por fuerza propia.
La promesa del Señor era que Dios le daría a él y a su descendencia
después de él, la tierra en que moraba, toda la tierra de Canaán en heredad
perpetua; y sería el Dios de ellos[231].
La parte de Abraham era guardar el pacto, él y su descendencia después
de él por sus generaciones. Ese pacto era la circuncisión de todo varón de
entre ellos.
Josué está delante de la conquista de un sueño. El sueño de sus mayores
y de toda una generación. La historia se repite, pero ahora él es el líder;
Moisés ya murió. Los espías volvieron de Jericó. El terror de Dios desmaya[232]
a sus enemigos[233]. El Jordán se abrió
delante de ellos. La generación es diferente porque está dispuesta a
conquistar.
Josué esta cerca de Jericó y, seguramente, esperando dirección de parte
del Creador. Está deseoso de una estrategia de ataque. Su corazón de guerrero
valeroso no teme las murallas y sus guardias. Solo espera la orden de Dios.
Lo urgente no es lo primero para el Señor, sino lo importante.
La primer orden del Señor, quizás contraria a lo esperado, es “Hazte
cuchillos afilados, y vuelve a circuncidar la segunda vez a los hijos de
Israel. Y Josué se hizo cuchillos afilados, y circuncidó a los hijos de Israel
en el collado de Aralot”[234].
La primera estrategia de Dios a Josué para la conquista es: Restaura la
señal del pacto por segunda vez con Israel. Aquella vez anterior a la cual se
refiere el Señor, tenía que ver con que, “todo los del pueblo que habían salido de
Egipto, los varones, estaban circuncidados” pero, sin embargo, esta
práctica no llegó a esta nueva generación, por eso, “todo el pueblo que había nacido
en el desierto, por el camino, después que hubieron salido de Egipto, no estaba
circuncidado”[235].
Esta generación de padres que
vieron las maravillas del Señor en el reino egipcio no circuncidó a sus hijos.
La práctica de la señal del pacto de Dios con Abraham estuvo en suspenso por
cuarenta años, probablemente como una manifestación de apatía y desobediencia
al mandamiento del Señor o por otro motivo que no conozco. Lo real es que esta
fue una generación de padres que por espacio de cuarenta años estuvo demasiado
preocupada en quejarse y ofender a Dios, que no tuvo tiempo para traspasar esta
herencia a sus descendientes.
"Porque los hijos de Israel anduvieron por el desierto cuarenta
años, hasta que todos los hombres de guerra que habían salido de Egipto fueron
consumidos, por cuanto no obedecieron a la voz de Jehová; por lo cual Jehová
les juró que no les dejaría ver la tierra de la cual Jehová había jurado a sus
padres que nos la daría, tierra que fluye leche y miel.
A los hijos de ellos, que él había hecho suceder en su lugar, Josué los
circuncidó; pues eran incircuncisos, porque no habían sido circuncidados por el
camino”. [236]
Que terrible es no atender a la santidad de nuestros hijos. A que sean
partes de la herencia de Dios. Incircuncisos conquistadores que quieren
conquistar tierra de incircuncisos. No hacían la diferencia.
Tú fuiste llamado a hacer la diferencia y conquistar.
La circuncisión es un corte con
la carne. Nosotros hemos sido circuncidados en Jesús con circuncisión no hecha
de mano, al echar de nosotros el cuerpo pecaminoso carnal[237].
El apóstol Pablo defiende
enfáticamente, al igual que Jeremías[238],
de que la verdadera circuncisión es interior. El legalismo del judaísmo la
convirtió en algo totalmente superficial; porque nosotros somos la circuncisión, los que en espíritu servimos a
Dios y nos gloriamos en Cristo Jesús, no teniendo confianza en la carne[239]. Porque, en realidad, “la circuncisión nada es, y la incircuncisión
nada es, sino el guardar los mandamientos de Dios”[240].
Es nuestro deber circuncidar a nuestros hijos. Enseñarles a cortar su
relación con la carne, a no depositar equivocadamente su confianza. Instruirles
sobre la bendición de guardar los mandamientos de Dios. Eso es circuncidar una
generación.
Es nuestro deber alentarles en guardar el linaje santo. En formar sus
hogares con jóvenes cristianos. En mirar el mañana y sus consecuencias.
Prevenirles; amonestarles; ejercer autoridad mientras están bajo nuestro
gobierno. No olvidarnos: Casa es gobierno. Que empieza y no termina en tus
hijos, trasciende a través de generaciones.
Pero, una congregación, por más que predique y se multiplique y
mira hacía dentro y no encuentra a los hijos de sus hijos, está perdiendo una
generación.
Aunque experimente por medio de un sistema de células u hogares de
oración o casa de crecimiento. Y aunque la multiplicación, con respecto al
perdido, sea una realidad (cierto es que tenemos que ir y predicar) pero, si no
impacta a sus niños nacidos en la congregación, y mira y no ve entre los suyos
sus descendientes, algo está fallando, algo se está descuidando. Esta falla no
está en su forma de evangelizar, sino en sus hogares.
Si predico a multitudes y salvo diez miles, y pierdo mi descendencia
¿Dónde está la gloria?
Si muevo montañas por la fe, y se levantan los muertos y, sin embargo,
entro al cielo sin mis hijos, ¿Dónde está la victoria total de Cristo en su
propósito con mi vida? ¿Le plació mi salvación y no la de mis futuras
generaciones?
Perder a mi hijo/a es perder mis nietos, quizás mis bisnietos, tal vez
toda mi descendencia.
¿Será esta una de las razones, por la cual el consejo de Dios ordena a
los siervos del Señor “que gobiernen bien su casa, que tengan a sus hijos en
sujeción con toda honestidad (pues el que no sabe gobernar su propia casa,
¿cómo cuidará de la iglesia de Dios?)”[241]
Cuantos gobiernan la iglesia y no se detienen a ver que algo han dejado
en el camino. Son aquellos niños que entregamos a los maestros de escuelas
dominicales para que lo eduquen en la Palabra. A los adolescentes que, por no
atrevernos a hablar y ejercer gobierno espiritual en nuestra casa, lo
amenazamos con llevarlo al pastor para ser disciplinado (algunos solo conocen
el consejo pastoral y la indiferencia de sus padres). Palabras para el pulpito
y las multitudes y silencio y reproche delante de lo más valioso, los hijos.
No es mi intención condenar a nadie, menos aún, hacer más pesada la
carga de ver a los hijos apartados del Señor, es mi intención sacudirte del
conformismo. Es mi intención desgarrar tu corazón y desatar cataratas en tus
ojos por tu descendencia. Como Jeremías luego del destierro de su pueblo: “El
corazón de ellos clamaba al Señor; Oh hija de Sión, echa lágrimas cual arroyo
día y noche; no descanses, ni cesen las niñas de tus ojos. Levántate, da voces
en la noche, al comenzar las vigilias; derrama como agua tu corazón ante la
presencia del Señor; alza tus manos a él implorando la vida de tus pequeñitos,
que desfallecen de hambre en las entradas de todas las calles”[242].
Es mi intención que entiendas el propósito de Dios y que le grites “Mira,
oh Jehová, y considera a quién has hecho así”[243]. A mí. A tu hijo/a. A este ser humano
por quien Jesús murió. A tu elegido y su descendencia escogida.
Solo el conocimiento de la voluntad de Dios te da autoridad para
reclamar lo que es tuyo. Tus hijos son tuyos, porque son herencia del Creador.
Entonces, tus descendientes son de Dios. Proclámalo al mundo espiritual: ¡Mi
descendencia es del Señor Jesús, porque él la compró en la cruz para Dios
Padre!
Apunta alto. Apunta a mil generaciones sirviendo a Dios.
Deseo para ti que mires tu comienzo y tu final:
“Éramos pocos cuando el Señor Jesús nos
rescató
Y Dios nos ha hecho como las estrellas del
cielo en multitud”[244].
Capítulo III Legado de
Familia
Habitantes del olvido
B
|
ooz abraza a su hijo y ve a través de aquel pequeño todos los motivos que una persona tiene para prosperar y superarse en la vida.
-
¡Loado sea Jehová, que hizo que no te faltase hoy pariente, cuyo nombre será
celebrado en Israel![245]-. Eran las palabras de bendición de las mujeres de Efrata
para con Noemí.
¡Nombre
que se celebre en Israel! Esas miradas en el mañana agigantan el corazón y las
vidas se elevan más allá del soñar. ¡Ver a nuestros hijos, y a los hijos de
nuestros hijos, hasta la última generación, adorando y sirviendo a Dios en una
relación intima y personal con Jesús, donde cada generación celebre los siervos
y siervas que de nuestros lomos demos al pueblo del Señor¡
Un
sucesor es alguien a quien dejar lo que uno tiene y es. Las generaciones
venideras son nuestros sucesores y lo que le dejemos será nuestro legado. Quien
vive la vida con la vista hacia adelante, mirando el mañana, sabe que su vida
se extiende más allá de su muerte sobre la tierra.
Debido a esto, los padres judíos
creían que seguían viviendo en sus hijos y estos eran considerados como una
gran bendición[246].
Cuantos más hijos pudiera tener alguien, tanto mejor. “Bienaventurado el hombre que
lleno su aljaba de ellos”[247],
es el buen deseo del salmista, refiriéndose a esto.
El miedo a la indiferencia, al no
ser recordado, al hecho de que no haya memoria de su persona en las
generaciones futuras, estaba cimentado en el acontecimiento de tener prole. Ser
habitante por siempre de la “tierra del olvido”[248],
era una tortura para el hombre o la mujer si no dejaba descendencia.
Dentro de las leyes que regían en
Israel había mandamientos precisos sobre esto, incluían deberes matrimoniales
del hermano sobreviviente[249]
a un pariente muerto, que no haya tenido hijos. La viuda no podía casarse fuera
de la familia, es decir, con un hombre extraño. El cuñado estaba obligado a
tomarla por mujer y suscitar nombre en Israel a su hermano, para que el nombre
de este no sea borrado de su pueblo y no caiga en el olvido.
Absalón sufrió este temor y en los
tiempos en que no tenía prole erigió una columna, como monumento que, a falta
de hijos, perpetuara su nombre.[250]
Quizás esperaba ser sepultado al pie de dicha columna. Al final, consiguió que
su nombre se perpetuara pero no para honor como él pensaba, sino para deshonra
y vergüenza. Esta clase de pensamiento siempre va coronado por el egoísmo. El
centro de interés es su propia preservación a través del tiempo y no el legado
que pudiera dejar a las descendencias venideras.
Legado es un rasgo intangible o una
característica que uno deja a la próxima generación
Desde esta óptica vemos que muy
pocos dejan un legado digno a sus hijos. Muchos ni siquiera dejan un buen
recuerdo en sus descendientes. De allí es que muy frecuentemente escuchemos a
algunas personas no desear ni siquiera caminar como sus padres.
Otros, sin darse cuenta, transitan
por los pasos dejados por sus progenitores. Una herencia de violencia familiar.
Un legado de alcohol corre por sus venas y su mente. Pensamientos de adulterio
y deshonestidad que gobiernan sus vidas.
A veces, son rasgos de una
idiosincrasia alejada de los propósitos de Dios. Una personalidad
independiente, superadora por fuerza propia y que no acepta el gobierno del
Señor sobre su vida.
Estas personas han sido formadas
bajo el sistema de este mundo. Enseñadas a competir y maquinar para ir delante
de los demás. Ganar es su pasaporte a la aceptación. Siempre decididos a
controlar a las personas y circunstancias para sus propios fines, por lo que le
es difícil ceder el control de su vida a Dios.
Otros solo tienen un legado de
fracaso. Fracasan en su matrimonio porque sus padres fracasaron, también sus
abuelos, etc. No se atreven a soñar, porque hacerlo es simplemente agigantar la
herida que su frustración conlleva.
Los más, fueron formados en una
aceptación de Dios distante. Él, allá en el cielo, y nosotros, lejanos acá en
la tierra. De vez en cuando nos ganamos unos favores con unas fiestas
religiosas. Basta ser un buen padre, un buen esposo, un buen vecino. Sin saber
que estas obras no encajan en el propósito de Dios, como suficiente en sí misma
para alcanzar la salvación.
Legado familiar
A
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l hablar de legado de familia, dada la individualidad propia, vamos a encontrar variantes.
Quizás
naciste en un hogar cristiano donde tus padres se esforzaron en santificar sus
vidas en la pureza de la Palabra
de Dios. En este caso tienes un legado precioso, y dependiendo de tu relación
con Jesús puedes agigantar esa herencia de santidad y servicio. Tu desafío es llevar
adelante el plan de Dios, como un eslabón más en la cadena de generaciones, que
como en Booz avanza en los propósitos de Dios tocando generaciones.
Existe
la posibilidad de mayores que aun sin ser cristianos activos en la búsqueda
personal de Dios, sin embargo, dejan un legado digno en su realización como
personas. Moralmente, intelectualmente y con valores éticos dignos de rescatar
en sus progenitores.
Apelo
al conocimiento personal y a la revelación de la voluntad de Dios para que cada
uno sepa desechar lo malo y retener lo bueno de lo heredado de nuestros
mayores, ya sea como personas, familia, congregaciones o pueblos. Que el Señor
añada la capacidad para sacar de lo atesorado, lo viejo y lo nuevo, a fin de
edificar el Reino de Dios en nuestra casa.
En
algunos, buscar en su tesoro lo almacenado por los padres se torna penoso. Es
tan poco el material que nuestros antepasados nos han dejado[251]
que al legado hay que edificarlo a pura fuerza.
En
alguna manera, porque es imposible que una generación pase sin dejar huellas,
algo queda del pasado para nosotros. Lo importante es que tenemos el privilegio
de pararnos y mirar el pasado desde la posición que hoy ocupamos como hijos de
Dios.
Siguiendo la línea de estudio de
Silverstone Roger y el concepto de domestico, (donde este dice que tiene una
consecuencia de acción en nuestros descendientes de tres dimensiones: el hogar,
la familia y la casa), observaremos ahora sobre la familia.
L
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a familia nos enseña las relaciones humanas; las emociones y las expresiones de las emociones, y la forma de reaccionar con el mundo y con los otros.
Para
David Schneider (1980), la familia es una unidad de reproducción sexual y, como
tal, distinguible de otras unidades sociales formadas por parientes. Por su
parte, Wilson y Pahl (1988) sostienen que la familia se puede considerar como
un grupo de acción, una fuente de solidaridad social y de charla y, también,
como una fuente muy útil de ayuda material cuando hay que afrontar problemas.
Las familias además proporcionan a sus miembros identidades sociales y
coordenadas sociales básicas, (ibid, Pág. 249).
Sin duda,
pretender hoy definir que es una familia se ha vuelto una tarea imposible
(véanse Bernardes, 1986; Wilson y Pahl, 1988). Pero, por frágil o conflictiva
que sea, en cada caso individual, es, sin embargo, la unidad social en la que
se produce la mayor parte de nuestros patrones de conducta social.
Las
unidades familiares del occidente, en el siglo presente, son llamadas nucleares
porque son pequeñas: madre, padre y unos o dos hijos. Las unidades familiares
en los tiempos del Antiguo Testamento eran grandes e incluían a cada miembro de
la familia: tías, tíos, primos y siervos. A estas se le da el nombre de
familias extendidas.
Aunque
los tiempos cambian, sin embargo, hay factores en la familia que son
esenciales. Sigue siendo una entidad social. Una realidad social donde las
personas aprenden a relacionarse con los demás. Las relaciones humanas que se
viven en el seno familiar serán luego expresadas en la sociedad. Esto es muy
especial; porque en esta característica emocional/relacional se va a centrar la
correlación de familia que los hijos transportaran al Cuerpo de Cristo. La
relación padre e hijo serán fundamentales para que nuestros hijos aprendan a
ver a Dios como Padre y reaccionen ante él como hijos. Somos una “familia
celestial”. Una hermandad.
De igual
forma, la manera en que las emociones se valoran y la forma en que nuestros
hijos expresan sus emociones dependerán de la enseñanza que reciban en la
familia. Podemos anular sus emociones hasta convertirlos en una maquina de
dañar o enseñarles a reaccionar ante el dolor ajeno de la misma forma en que
hemos reaccionados ante su dolor.
Familia como proceso y sistema
S
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ilverstone Roger sostiene que no está claramente establecido los limites que definen a una familia, manteniendo la línea de pensamiento de Wilson y Pahl (1980) y Bernardes (1986), que es preciso ver en la familia una entidad social dinámica que, potencial y verdaderamente, se extiende más allá de los límites del hogar y la casa, y que en verdad, en su historia y en su dinámica, se la debe entender como un proceso (véase Bott, 1971).
Proceso tiene que ver con
progreso. Con la acción de ir hacia adelante. Con el transcurso del tiempo. Es
el conjunto de las fases sucesivas de un fenómeno natural o artificial.
Entender la familia como
un proceso es donde trato de centrar este estudio. De esta forma, capturar la
visión de Dios que se extiende por todo este proceso de linaje que está en los
lomos de nuestros hijos.
Este
proceso de santificación y consagración familiar nos lleva a una acción en el tiempo
que nos permite conseguir una continuidad de fe en nuestros descendientes. Pero
de ninguna forma es un proceso dejado a la ventura, sino que a la vez debe
tener un sistema para llegar a ese fin.
Siendo
la familia una unidad social; entendemos este sistema como “un sistema social”,
o sea, un conjunto de interacciones constituidas por individuos que se orientan
entre sí para sus actividades sociales.
En una
reseña de la teoría sistemática y de la teoría familiar; y basado
principalmente, pero también muy sugestivamente, en la bibliografía sobre
terapia familiar, Gill Gorell Barnes ofrece una caracterización de la familia
como un sistema y lo hace con los siguientes términos: “Como la estructuración
de relaciones íntimas organizadas en el tiempo. En los procesos de
organización, se seleccionaran y conservaran ciertas secuencias de conductas,
mientras que otras quedan excluidas. Con el tiempo, las secuencias que se dan
en la estructura se asociaran con percepciones y sentimientos que condicionan a
los miembros de la familia de diversas maneras. Cuanto más interactué el grupo
sobre bases regulares en relación con ciertos sucesos repetidos, más
posibilidades hay de que los aspectos sistemáticos de la estructura influyan en
las interrelaciones de sus miembros” Barnes, 1985, página 226.
Estos
sucesos repetidos que posibilitan que los aspectos sistemáticos de la
estructura familiar influyan en la interrelación de los miembros, son algo que
fue muy tenido en cuenta por Dios.
Cuando Moisés enseñó la Ley al pueblo, lo llevó a cabo
mediante repetición y ejemplo, lectura pública y el empleo de composiciones
para ser cantadas:
Deuteronomio 11:19 Enseñádselas a vuestros hijos y
repetídselas cuando estéis en vuestra casa y cuando andéis por el camino,
cuando os acostéis y cuando os levantéis.
Deuteronomio 31:10-13 Luego les ordenó: “Cada siete años, en el
año de la cancelación de deudas, durante la fiesta de las Enramadas, cuando tú,
Israel, te presentes ante el Señor tu Dios en el lugar que él habrá de elegir,
leerás en voz alta esta ley en presencia de todo Israel. Reunirás a todos los
hombres, mujeres y niños de tu pueblo, y a los extranjeros que vivan en tus
ciudades, para que escuchen y aprendan a temer al Señor tu Dios, y obedezcan
fielmente todas las palabras de esta ley. Y los descendientes de ellos, para
quienes esta ley será desconocida, la oirán y aprenderán a temer al Señor tu
Dios mientras vivan en el territorio que vas a poseer al otro lado del Jordán”.
Esta
estructuración de relaciones íntimas organizadas en el tiempo tenía base firme
en La Palabra
de Dios como un registro de conducta de vida, en la forma de relacionarse del
individuo con su prójimo, su familia y nación. Obedecer estos mandamientos
permitía la relación adecuada para subsistir como pueblo. Su obediencia era
entrega y aceptación de la dirección divina en la forma de vivir y organizar la
vida personal, familiar y social, en rendición a la voluntad de Dios. Ejemplos:
Éxodo
12:24-27: “Obedeced estas instrucciones. Será una ley perpetua para vosotros y para
vuestros hijos. Cuando entréis en la tierra que el Señor ha prometido daros,
vosotros seguiréis celebrando esta ceremonia. Y cuando vuestros hijos os
pregunten: “¿Qué significa para vosotros esta ceremonia?”, les responderéis:
“Este sacrificio es la Pascua del Señor, que en Egipto pasó de largo por las
casas israelitas. Hirió de muerte a los egipcios, pero a nuestras familias les
salvó la vida.”
Deuteronomio 6:20-25: En el futuro, cuando tu hijo
te pregunte: “¿Qué significan los mandatos, preceptos y normas que el Señor
nuestro Dios os mandó?”, le responderás: “En Egipto nosotros éramos esclavos
del faraón, pero el Señor nos sacó de allí con gran despliegue de fuerza. Ante
nuestros propios ojos, el Señor realizó grandes señales y terribles prodigios
en contra de Egipto, del faraón y de toda su familia. Y nos sacó de allí para
conducirnos a la tierra que a nuestros antepasados había jurado que nos daría.
El Señor nuestro Dios nos mandó temerle y obedecer estos preceptos, para que
siempre nos vaya bien y sigamos con vida. Y así ha sido hasta hoy.”
Joel
1:3: “De esto contaréis a vuestros hijos, y vuestros hijos a sus hijos; y sus
hijos a la otra generación”.
Deuteronomio
4:9-10: “Por tanto, guárdate, y guarda tu alma con diligencia, para que no te olvides de las cosas que tus
ojos han visto, ni se aparten de tu
corazón todos los días de tu vida; antes
bien, las enseñarás a tus hijos, y a los hijos de tus hijos. El día que
estuviste delante de Jehová tu Dios en Horeb, cuando Jehová me dijo: Reúneme el
pueblo, para que yo les haga oír mis palabras, las cuales aprenderán, para
temerme todos los días que vivieren sobre la tierra, y las enseñarán a sus
hijos”.
Salmos
78:1-8: “Pueblo mío, atiende a mi enseñanza; presta oído a las palabras de mi
boca. Mis labios pronunciarán parábolas y evocarán misterios de antaño, cosas
que hemos oído y conocido, y que nuestros padres nos han contado. No las
esconderemos de sus descendientes; hablaremos a la generación venidera el poder
del Señor, de sus proezas, y de las maravillas que ha realizado.
Él
promulgó un decreto para Jacob, dictó una ley para Israel; ordenó a nuestros
antepasados enseñarlos a sus descendientes, para que los conocieran las
generaciones venideras y los hijos que habrían de nacer, que a su vez los enseñarían
a sus hijos. Así ellos pondrían su confianza en Dios y no se olvidarían de sus
proezas, sino que cumplirían sus mandamientos. Así no serían como sus
antepasados: generación obstinada y rebelde, gente de corazón fluctuante, cuyo
espíritu no se mantuvo fiel a Dios”.
Salmos
145:4-7: “Generación a generación celebrará tus obras, Y anunciará tus
poderosos hechos. En la hermosura de la gloria de tu magnificencia, Y en tus
hechos maravillosos meditaré. Del poder de tus hechos estupendos hablarán los
hombres, y yo publicaré tu grandeza. Proclamarán la memoria de tu inmensa
bondad, Y cantarán tu justicia”.
Esta en
ti trabajar por una casa con bendiciones generacionales de salvación y
prosperidad en Cristo Jesús.
Familia como unidad individual
“Percibir la familia como un sistema define con precisión
una característica primaria de cualquier entidad social existente, y por lo
tanto no es algo exclusivo de los terapeutas familiares (…). No obstante nos
brinda – potencialmente con toda precisión – un marco que permite describir y
analizar la singularidad de una familia como unidad social viable y vulnerable
y, por supuesto, comparar las diversas familias entre sí (véase Minuchin,
1974). Pero ante todo nos ofrece un camino para indagar la naturaleza de la
vida familiar gobernada por reglas y roles y la creciente capacidad de la familia
para presentarse ante sí misma y ante los demás, más o menos coherente, más o
menos independiente, más o menos especial”[252].
Esta
capacidad de pretender una independencia como familia nos permite a nosotros
trabajar por nuestro legado personal que traspasaremos a nuestras generaciones
venideras. Veremos, más adelante, en Jacob, el trabajo de Dios para
perfeccionar su carácter a la imagen de Jesús, donde la importancia de este
rasgo intangible que transferimos a nuestros hijos va a definir el carácter de
nuestra descendencia, en relación con Dios y el servicio en el Cuerpo de Cristo
y la sociedad en general.
Nuestra
consagración al Señor se trasladará en forma generacional de manera más o menos
independiente a lo que otros padres decidan con respectos a sus familias.
El
Evangelio es relación personal con Dios y no una religión. Esta es la
diferencia fundamental. En lo referente a la familia, nosotros podemos,
independientemente del mundo que nos rodea, formar una familia cuyo
oikodespoteo sea Cristo: El que gobierna nuestra casa.
Una
familia consagrada al Señor en amor y obediencia, con una óptica superadora de
toda barrera opositora a los planes de Dios, es lo que queremos encontrar,
tanto en el mundo como en la
Iglesia del Señor.
Digo
esto, porque muchas veces el ejemplo y consejo que queremos encontrar en el
Pueblo del Señor no es tal, y debemos explicar a nuestros hijos porque queremos
ser diferentes. Porque hay cosas que permitimos y otras que no. Asumimos
nuestra responsabilidad sobre las decisiones que tomamos en pos de nuestra
familia.
Como
compromiso personal déjame decirte que, formar un paradigma familiar con Jesús
en el centro y su Palabra iluminando tu camino, es victoria para ti y todas tus
generaciones.
Paradigma familiar
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ara David Reiss (1981), es esta aptitud de la familia[253] para regular y para ordenar su propia vida interna la que define, precisamente, el elemento central en su ambicioso intento de proporcionar un modelo de comprensión de ella. Esa aptitud nace a su vez de la experiencia de compartir un conjunto básico de supuestos esenciales sobre el mundo. Supuestos compartidos a pesar de los desacuerdos, las diferencias y los conflictos que puedan existir entre los diferentes miembros de la familia. Más aún, Reiss sostiene (1981) que la calidad de miembro de una familia se basa en una aceptación, a menudo inconsciente o no explícita, de esos supuestos permanentes; y en una creencia de estos.
Cuando
uno está pensando en formar un paradigma familiar basado en Cristo, el cual
traspasar a las generaciones venideras, y sobre la base de las ideas de Reiss y
a los pensamientos heredados de una cultura occidental basada mayoritariamente
en una tradición católica, la cual hemos rechazado, de la misma forma que los
primeros cristianos rechazaron la tradición judía; corremos el riesgo de
equivocar el pensamiento de Dios y querer acomodar nuestra familia detrás de
otra tradición basada en otra religión.
La idea
central es no confundir esto. En todo el escrito he manifestado dos
pensamientos dominantes: formar un legado y un carácter. Estos son internos. El
legado es un rasgo intangible o una característica que uno deja la generación
siguiente; y el carácter es el modo de ser peculiar y privativo de cada
persona. Hay una gran diferencia entre la tradición, que es externa, y lo
propuesto, que es interno.
Un
paradigma familiar, desde la óptica de Reiss, es esa aptitud de la familia para
regular y para ordenar su propia vida interna. Sostiene que la calidad de
miembro de una familia se basa en una aceptación de esos supuestos permanentes;
y en una creencia de estos.
Al
analizar los pensamientos de diferentes sociólogos y terapeutas familiares
debemos tratar de descifrar el fin buscado. No es nuestra meta que nuestros
descendientes sean mejores personas, aunque en calidad de cada miembro lo serán
como consecuencia, pero, nuestro anhelado fin es tener generaciones de
servidores de Dios que prediquen el evangelio de Cristo. No tradicionalmente,
sino en relación personal con Dios.
Jacob
no heredaba las promesas solo porque su abuelo era Abraham y su padre Isaac,
sino, también, porque Dios se comunicaba con él y él con Dios. Pero, debemos
reconocer que había un paradigma dominante en Abraham, que Dios reconoce y
valora.
Antes
de analizar el modelo del patriarca, escudriñemos el concepto de paradigma.
Reiss
alcanza una comprensión de la familia por el concepto de paradigma. Basado,
como lo hicieron otros en diferentes campos de investigación, en el uso que
Thomas Kuhn hace del término en su ensayo por caracterizar la historia y la
epistemología de la ciencia. Reiss define el paradigma familiar como “el
organizador central” de constructo, disposiciones, expectaciones y fantasías
que la familia comparte sobre su mundo social.
Sostiene
que las transacciones que realiza cada familia con su mundo social responden a
su propio paradigma, y que las familias pueden distinguirse entre sí
precisamente por las diferencias que presentan sus paradigmas.
Los
paradigmas familiares son el producto y la traducción del éxito (o del fracaso)
de cada familia a la hora de entretejer, a partir de la materia prima de sus
experiencias contradictorias y sus emociones conflictivas, una base más o menos
coherente para la acción.
Entonces,
un paradigma familiar es “el organizador central” y también, son el producto y
la traducción del éxito (o del fracaso) de cada familia a la hora de accionar.
Analizamos
Génesis 18: 17 y 19:
Y Jehová dijo: ¿Encubriré yo a Abraham lo que voy a
hacer, habiendo de ser Abraham una nación grande y fuerte, y habiendo de ser
benditas en él todas las naciones de la tierra?
Porque yo sé que mandará a sus hijos y a su casa
después de sí, que guarden el camino de Jehová, haciendo justicia y juicio,
para que haga venir Jehová sobre Abraham lo que ha hablado acerca de él.
El Padre Celestial justifica el hecho de hacer conocer sus planes a Abraham debido a las promesas dadas, por él mismo, a la hora del llamamiento al patriarca. A la vez resalta que recibirá estas promesas debido a que él entretejió un paradigma familiar. Este consistía en “que mandaría a sus hijos y a su casa después de sí, que guarden el camino de Jehová, haciendo justicia y juicio, para que haga venir Jehová sobre Abraham lo que ha hablado acerca de él”.
La traducción y el producto del
éxito o fracaso familiar de la descendencia del patriarca tenían consistencia
en esto: guardar el camino de Dios, hacer justicia y juicio.
Analicemos un paradigma familiar
establecido por Jonadab que se encuentra en Jeremías
35:1–11:
“Palabra
de Jehová que vino a Jeremías en días de Joacim hijo de Josías, rey de Judá,
diciendo: Ve a casa de los recabitas y habla con ellos, e introdúcelos en la
casa de Jehová, en uno de los aposentos, y dales a beber vino.
Tomé
entonces a Jaazanías hijo de Jeremías, hijo de Habasinías, a sus hermanos, a
todos sus hijos, y a toda la familia de los recabitas; y los llevé a la casa de
Jehová, al aposento de los hijos de Hanán hijo de Igdalías, varón de Dios, el
cual estaba junto al aposento de los príncipes, que estaba sobre el aposento de
Maasías hijo de Salum, guarda de la puerta. Y puse delante de los hijos de la
familia de los recabitas tazas y copas llenas de vino, y les dije: Bebed vino.
Mas ellos dijeron: No beberemos vino; porque Jonadab hijo de Recab nuestro
padre nos ordenó diciendo: No beberéis jamás vino vosotros ni vuestros hijos;
ni edificaréis casa, ni sembraréis sementera, ni plantaréis viña, ni la
retendréis; sino que moraréis en tiendas todos vuestros días, para que viváis
muchos días sobre la faz de la tierra donde vosotros habitáis.
Y
nosotros hemos obedecido a la voz de nuestro padre Jonadab hijo de Recab en
todas las cosas que nos mandó, de no beber vino en todos nuestros días, ni
nosotros, ni nuestras mujeres, ni nuestros hijos ni nuestras hijas; y de no
edificar casas para nuestra morada, y de no tener viña, ni heredad, ni
sementera. Moramos, pues, en tiendas, y hemos obedecido y hecho conforme a
todas las cosas que nos mandó Jonadab nuestro padre. Sucedió, no obstante, que
cuando Nabucodonosor rey de Babilonia subió a la tierra, dijimos: Venid, y
ocultémonos en Jerusalén, de la presencia del ejército de los caldeos y de la
presencia del ejército de los de Siria; y en Jerusalén nos quedamos”.
Este
modelo “organizador central” de esta familia era vivir una vida nómada habitando
en tiendas y no beber vino todos los días de su vida. Mediante la observación
de este mandamiento de su padre, ellos traducían el éxito o fracaso familiar. El producto sería “que vivirían muchos días sobre la faz
de la tierra donde ellos habitaban”.
“Las
pautas de interacción que regulan la vida familiar permiten que todos sus
miembros perciban sus propios valores y supuestos como si fueran componentes
incuestionables de la realidad externa. Esta transformación hace que el
paradigma familiar sirva a todos los miembros de guía o de marco para la acción
en el mundo real; acción que luego fortalece la convicción de que sus supuestos
son objetivos” Reiss, 1981, página 228.
Aunque
el paradigma familiar de Jonadab trasladado a su descendencia no era relacional
con Dios, sin embargo el Padre Celestial lo aprueba:
“Y vino
palabra de Jehová a Jeremías, diciendo: Así ha dicho Jehová de los ejércitos,
Dios de Israel: Ve y di a los varones de Judá, y a los moradores de
Jerusalén: ¿No aprenderéis a obedecer
mis palabras? Dice Jehová. Fue firme la palabra de Jonadab hijo de
Recab, el cual mandó a sus hijos que no bebiesen vino, y no lo han bebido hasta
hoy, por obedecer al mandamiento de su padre; y yo os he hablado a vosotros
desde temprano y sin cesar, y no me habéis oído” 35: 12-13.
Esta
aprobación está basada en la autoridad ejercida por los progenitores. Dijimos
que casa es gobierno. Toda nuestra área de influencia y ejercicio de autoridad
es nuestra casa. También recibe aprobación por la obediencia de sus hijos que
mandan a sus hijos y a los hijos de estos a mantener este modelo de familia, en
contraste con los varones de Judá y los moradores de Jerusalén que no
aprendieron a obedecer la
Palabra de Dios.
Pero, podemos afirmar sin temor a
equivocarnos, que hay una mirada positiva del Señor al ejercicio de autoridad y
de organización familiar. Sobre todo, si esta tiene una visión profunda sobre
el presente y el mañana, en pos de la salvación y el linaje sacerdotal en
nuestros descendientes.
Dios mismo nos dio un Paradigma Divino en su Palabra para que
obedezcamos y haciéndolo, todo nos irá bien. Puedo transcribir muchas citas
bíblicas para graficar el paradigma de Dios, pero, voy a dejarlo a Jesús que te
explique como un paradigma impacta a los hijos y como el efectivizó el
Paradigma de su Padre en pos de la salvación del mundo:
“Respondió
entonces Jesús, y les dijo: De cierto, de cierto os digo: No puede el Hijo
hacer nada por sí mismo, sino lo que ve hacer al Padre; porque todo lo que el
Padre hace, también lo hace el Hijo igualmente.
Porque
el Padre ama al Hijo, y le muestra todas las cosas que él hace; y mayores obras
que estas le mostrará, de modo que vosotros os maravilléis.
Porque
como el Padre levanta a los muertos, y les da vida, así también el Hijo a los
que quiere da vida.
Porque
el Padre a nadie juzga, sino que todo el juicio dio al Hijo, para que todos
honren al Hijo como honran al Padre. El
que no honra al Hijo, no honra al Padre que le envió.
De
cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida”.
San
Juan 5:19-24.
Tus
hijos harán lo que te vean hacer a ti. Levanta a los muertos y tus hijos
también levantaran muertos. Organiza tu familia y explícale los resultados de
ser fieles a Dios. Deja que Cristo gobierne tu vida y tu descendencia anhelara
ser gobernada por Jesús. Fiel es el Padre Celestial que en la persona del
Espíritu Santo te ayudará.
Que tu
paradigma sea aprobado por Dios. Que tu afán sea hacer su voluntad y glorificar
a Jesús a través de tu familia. Que el Espíritu de Dios de un espíritu de
obediencia a tus hijos, de modo que reciban recompensa del Señor, como
recibieron los recabitas: “Y dijo Jeremías a la familia de los
recabitas: Así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: Por cuanto
obedecisteis al mandamiento de Jonadab vuestro padre, y guardasteis todos sus
mandamientos, e hicisteis conforme a todas las cosas que os mandó; por tanto,
así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: No faltará de Jonadab
hijo de Recab un varón que esté en mi presencia todos los días”. Jeremías 35:
18-19.
Aprende
a mirar a través de lo visible lo invisible. Observa en la figura de tus
descendientes el plan general del Señor. Sírvele de acuerdo a esta visión.
Dios
siembra en ti para cosechar en tus hijos. Una cosecha que no tiene fin.
Como la casa de Fares
B
|
ooz podía mirar para atrás y ver su legado. El deseo de todo la ciudad de Efrata al bendecir su casamiento tenía este punto de partida. Desear que la descendencia de Booz y Rut sea tan fecunda y próspera como lo fue la casa de Fares, de la cual descendía todo Belén Errata.
Era un
buen deseo. Pero no dejaba de tener su historia. Lo más sorprendente de esto, y
es en lo que quiero que pongas atención, es que al introducirnos en los
antecedentes del legado familiar dejado a Booz a través de sus antepasados
vamos a encontrar muchos aciertos y errores. El valor que diferencia es que
estas personas, en forma individual, y como familia, en forma general, tenían
promesas de Dios, como tú y yo.
Pero no
basta con las promesas, hay que creerle al Señor. Esto supera todos los errores
y permite mirar más allá de ellos o por sobre las deficiencias humanas. Estos
levantaban la mirada y veían al Mesías nacer en su “Casa”.
También
vamos a entender que el deseo del Señor es nuestra santificación. En todo esto,
solo debe haber un pensamiento superior en nosotros que no es tanto el logro
personal lo buscado sino, también, el legado que dejamos a nuestros hijos.
Toda
familia tiene su historia. Ni buena ni mala, solamente humana. Lo importante es
mirar para atrás con los pies firme en lo que somos hoy en Cristo Jesús y sin
perder de vista el mañana.
Observemos
el legado familiar de Fares, como cuya casa deseaban que sea la “casa” de Booz.
Miremos el futuro con la idea de formar un paradigma familiar acorde a la Voluntad de Dios. El
Espíritu Santo de Dios lo hará en ti como lo hizo en Fares, impactando a Booz y
toda la línea generacional del Mesías Jesús, nuestro salvador.
Engaño
E
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ste pecado se convierte en una transgresión generacional en el legado familiar de la familia de Jacob y trae muchas desgracias en la casa del patriarca. Solo el intervenir de Dios hace que el rumbo ideado en el cielo se desarrolle, pero, las consecuencias de dolor son inevitables. Dios perdona el pecado pero las consecuencias dejan sus huellas inexorablemente.
Si
comenzamos observando a Jacob, el antepasado de Fares, debemos hacerlo en dos
etapas de su vida. Estas se grafican en el cambio de nombre de Israel por Jacob
en su encuentro con Dios en Peniel. Sin embargo, hay un común denominador en
Jacob que prevalecen en estas dos etapas y que esto es consecuencia de todo: Su
valoración por las cosas de Dios. Algo que Esaú dejó claro que le faltaba.
En el
embarazo de Rebeca, ya se manifestaba la diferencia de “carácter” de estos dos
hermanos.
Peleaban
en el vientre de su madre y, tras esto, Dios le revela a ella que no solo
estaba embarazada de dos bebes, sino de dos naciones. Estas no solo iban a
diferenciarse grandemente entre sí, en relación con sus costumbres y
disposiciones; sino que iban a enfrentarse por sus intereses respectivos.
La
pugna existente entre los dos por salir primero, lo refleja más claramente
Óseas[254]
quien advierte, dentro del carácter de Jacob en el vientre de su madre, un
perfil belicoso al tomar del calcañar, o talón, a su hermano; como si quisiera
dejarlo atrás e impedir que fuese el primogénito. También, físicamente eran
diferentes. Esaú salió pelirrojo y velludo como si ya fuese un hombre crecido.
Era una indicación de que era fuerte y cabría esperar de él que sería robusto,
atrevido y activo.
Jacob,
en cambio, era suave y delicado, como cualquier otro niño normal.
Al
nacer los gemelos, la historia va marcando el interés de uno y desinterés del
otro en relación a la primogenitura. Ésta pertenecía a Esaú por providencia y a
Jacob por promesa. Era un privilegio espiritual por la bendición que comportaba
y la promesa a la que estaba vinculada.
El
profeta Óseas (Capitulo 12 verso 3), hace referencia a lo observado
anteriormente: al Jacob “que en el seno de su madre tomó por el
calcañar a su hermano”[255].
Al
respecto observamos en su nombre el carácter de Jacob: El vocablo Jacob
(hebreo: yaaqob) viene del verbo aqab, que se suele traducir por “asir
del talón, pero también tiene el sentido de “ir pisándole los talones – como se
dice vulgarmente al que va adelante, para ver si este falla – (M. Trezzi).
Cuando
mayor, Jacob obtiene mediante engaño y en complicidad con su madre la bendición
de Isaac, su padre. Esaú enojado por el engaño dijo que “bien llamaron su nombre Jacob,
pues ya lo había suplantado dos veces: apoderándose de su primogenitura, y
ahora había tomado su bendición”[256]. En
este pasaje Esaú da origen al nombre de Jacob, como el “engañador”, “impostor”,
“el que suplanta”. Es menester entender que detrás de la primogenitura ambos
tenían un interés material, al cual Jacob agregó el espiritual.
Óseas a
continuación añade que el patriarca “Con su poder venció al ángel”. En contraste
a la primera parte del versículo que denunciaba al Jacob “usurpador”; esta
segunda parte describe al Jacob “luchador”.
Un
nuevo carácter trabajado por Dios, pero cuyo precio para el patriarca se elevó
por el mucho engañar y ser engañado, el excesivo huir y demasiado temer.
Jacob: Él que luchó con Dios y con los hombres y venció.
C
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argada su alma de ansiedad y preocupación, Jacob se prepara para encontrarse con su hermano Esaú. Este encuentro era fundamental para el cumplimiento de todos los deseos de Jacob. Todo lo que persiguió desde el vientre de su madre tendrían, en este momento clave de su vida, el resultado final.
Cuanto
había conseguido con engaño se esfumaría delante de la espada airada de su
pariente. Esaú venía a él con cuatrocientos hombres armados. Siente en su
interior, que aún su “casa” corre peligro de ser exterminada[257].
De la
misma manera que la definición de un luchador puede ser contradictorio; mucho
más si queremos definir al triunfo. Cuantas veces Jacob habrá pensado que en la
lucha que libró con su hermano por la primogenitura y la bendición había
vencido.
Asimismo,
nos podemos engañar con mucha facilidad al creer en las victorias momentáneas
que son productos del obrar, con buenas o malas intenciones, sin obedecer al
Señor o esperar a que él “cumpla sus propósitos en nosotros”[258]
a su modo y en sus tiempos. Luego, los espejismos de “haber ganado” se
desvanecen y nos encontramos con la realidad del fruto del engaño. No hay
victoria segura sino la que viene de luchar con las armas de Dios.
La
realidad de Jacob era su hermano viniendo hacia él. El aprovechamiento de la
debilidad ajena; sus mentiras, sus huidas, sus hijos y sus mujeres cosechaban
lo que él había sembrado. Lo vemos al patriarca pasando el vado de Jaboc y
dejar en una orilla a su familia, y quedarse solo. En esa soledad se encontró
con Dios.
Este es
uno de los relatos misteriosos de la Biblia. Un varón se le presenta y lucha con él.
Es identificado por Óseas como un “ángel”[259].
Lo más sobresaliente es que dice que “venció al ángel” y “prevaleció”. Concluye
este episodio diciendo que “lloró y le rogó”. “Así se quedó Jacob solo; y luchó
con él un varón hasta que rayaba el alba. Y cuando el varón vio que no podía
con él, tocó en el sitio del encaje de su muslo, y se descoyuntó el muslo de
Jacob mientras con él luchaba. Y dijo: Déjame, porque raya el alba. Y Jacob le respondió: No te dejaré, si no me
bendices. Y el varón le dijo: ¿Cuál es
tu nombre? Y él respondió: Jacob. Y el
varón le dijo: No se dirá más tu nombre Jacob, sino Israel; porque has luchado
con Dios y con los hombres, y has vencido”[260].
No se
puede justificar el engaño porque es algo que se hereda; (él sufrió el engaño
de sus hijos cuando vendieron a José a unos mercaderes madianitas. Cuenta la
historia bíblica que “Entonces tomaron ellos la túnica de
José, y degollaron un cabrito de las
cabras, y tiñeron la túnica con la
sangre; y enviaron la túnica de colores y la trajeron a su padre, y dijeron:
Esto hemos hallado; reconoce
ahora si es la túnica de tu hijo, o no.
Y él la reconoció, y dijo: La túnica de mi hijo es; alguna mala bestia lo devoró; José ha sido despedazado”[261],
Jacob sufrió lo que sembró).
El
pecado es cualquier transgresión o acción que ofende al carácter Santo de Dios.
Resulta lo opuesto a la Santidad
del Padre. Hemos observado las consecuencias del pecado heredado a través de la
primera casa, la de nuestros padres Adán y Eva.
El pecado resulta en "muerte". Romanos
5:12 dice que “Por tanto, como el
pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la
muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron”. En el verso 21, agrega además, “para que así como el pecado
reinó para muerte, así también la gracia reine por la justicia para vida eterna
mediante Jesucristo, Señor nuestro”.
La
consecuencia del pecar es esclavitud, dice Pablo en Romanos 6:16: “¿No sabéis que si os sometéis a alguien como esclavos para
obedecerle, sois esclavos de aquel a quien obedecéis, sea del pecado para
muerte, o sea de la obediencia para justicia?” y sostiene terminantemente que “Mas ahora que habéis sido
libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la
santificación, y como fin, la vida eterna. Porque la paga del pecado es muerte,
mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro”[262].
El
doctor William Barclay[263]
afirma que “El
pecado fue lo que arruinó e hizo naufragar la vida que Dios había soñado para
el hombre. Pero no es menos cierto que la muerte también alcanza al alma. La
muerte física y espiritual es, según Pablo, resultado del pecar. Una de las
mejores formas de averiguar el significado real de una palabra es examinar las
otras que la acompañan.
Hamartia está relacionada con
blasphemia (Mateo 12:31). El significado básico de blasphemia es insulto. El pecado
es, pues, un "insulto" a Dios. Insulta a Dios porque se burla de sus
mandamientos, porque pone al Yo en el lugar que corresponde a Dios y, sobre
todo, porque agravia su amor.
Hamartia está relacionada con
apate (Hebreos 3:13). Apate es
"engaño". El pecado es siempre engañoso, pues promete hacer lo que no
puede. El pecado es siempre una mentira. Cualquier hombre que peca, que hace o
toma algo prohibido, actúa así porque cree que será más feliz haciendo o
tomando ese algo. El pecado lo engaña para que piense de ese modo. Pero la
experiencia llana es que una acción o posesión, producto del pecado, nunca trae
felicidad a ningún hombre. Ya hace tiempo que Epicuro, con su moral
estrictamente utilitaria, dijo que el pecado nunca puede traer felicidad, porque,
entre otras cosas, deja al hombre con el constante temor de ser descubierto”.
Oró a Dios, para que a través
del Espíritu Santo, Jesús sea glorificado en ti y para que mediante el don de
revelación, todos los pecados ocultos tanto personales como familiares sean
revelados ante tus ojos y puedas pedir perdón a Dios. Eso te dará vida
espiritual.
El Jacob usurpador debía morir
para dar lugar a una nueva criatura en Dios. El pecado del engaño seguía
afrentando y lastimando a la familia de Jacob y se traspasaba a sus hijos.
Veamos al padre de Fares: Judá,
hijo de Jacob.
Con
toda probabilidad Judá se comprometió muy joven y con mucha precipitación;
asimismo dio en matrimonio a sus hijos demasiados adolescentes, cuando aún no
tenían ni la capacidad ni responsabilidad para comportarse debidamente.
La
madre de Fares, llamada Tamar, era apenas una niña cuando se concertó su
matrimonio. Tan joven como su primer marido quien se llamó Er. Éstos eran apenas
adolescentes, si tomamos como referencias los hechos que rodearon la salida de
Judá de la casa paterna, la casa de Jacob: José tenía 17 años[264]
cuando fue vendido por sus hermanos a Egipto. Tras este triste y vergonzoso
acontecimiento, donde Judá[265]
fue el de la idea de la venta, éste se retira de casa de su padre[266].
Luego las Escrituras nos dicen que José era de 30 años[267]
cuando es presentado a Faraón y nombrado segundo en el reino. Hubo siete años
de abundancia y otros siete de hambre sobre la tierra. En estos tiempos de
necesidad se lo ve a Judá volviendo a la casa de Jacob y negociando junta a la
familia por alimentos en Egipto[268].
En este periodo de aproximadamente 25
a 30 años, Judá se casó con una mujer cananea llamada
Súa. De esta le nacieron tres hijos, Er, Onán y Sela.
Casó a
su primer hijo Er con Tamar, una mujer cananea. Éste fue notoriamente malvado;
y lo fue “ante los ojos de Jehová”[269],
como si dijera, en desafío a Dios y su ley. Las escrituras atribuyen a Dios la
muerte prematura de Er[270].
Judá
obligó a su segundo hijo Onán a casarse con la viuda, de acuerdo con la antigua
costumbre para conservar el nombre de su hermano, que había muerto sin hijos.
Esta costumbre de casarse con la viuda del hermano fue después incorporada a la
ley de Moisés[271].
Aunque
aceptó casarse con Tamar, sin embargo Onán rehusó dar descendencia a su
hermano. Abuso de su propio cuerpo, del de su mujer, y de la memoria de su
fallecido hermano. “Y desagradó a Dios lo que hacía, y a él también le quitó la vida”[272].
Sin
lugar a dudas los acontecimientos se tornaron tristes para Judá. La pérdida de
sus dos hijos mayores; el compromiso con una viuda a quien estaba obligado a
darla en casamiento a su tercer y único hijo vivo. Sumado a esto, el miedo que
tenía a que Sela también muriera como si creyera que Tamar tenía alguna
responsabilidad en estas desgracias.
Por
este motivo la convence a esperar a que su hijo menor tenga la edad suficiente
para casarse, y luego la daría a ella en casamiento a Sela, para levantar
memoria a sus hijos muertos.
Pero la
muerte no se alejó demasiado de la casa de Judá. También murió Súa, su mujer.
El
tiempo pasó y Tamar se sintió engañada. Con el fin de llegar a su propósito,
casarse con Sela y salir de su viudez, utilizó el mismo método: el engaño.
Enterada
de que su suegro estaba en Timnat para trasquilar las ovejas[273],
se vistió como prostituta y se paró a la entrada de Enaim, que quedaba en el
camino del patriarca hacía su destino.
Cuando
el hijo de Jacob la vio, la tuvo por ramera. Tras negociar con ella tuvo
relación íntima de la cual ella quedó embarazada.
Pasado
el tiempo Judá se enteró de que Tamar estaba encinta e ignorando que era de él,
mandó matarla.
Cuando
era sacada para ser quemada, acusada de adulterio, la mujer hizo saber al
patriarca todo lo acontecido. Como prueba le envió las prendas personales de él[274],
que habían quedado en su poder luego de aquel encuentro íntimo.
El hijo
de Jacob reconoció que esto era verdad. “Aconteció que al tiempo de dar a luz, he
aquí había gemelos en su seno. Sucedió que cuando daba a luz, que sacó la mano
el uno, y la partera lo tomó y ató a su mano un hilo de grana, diciendo: Este
salió primero. Pero volviendo él a meter la mano, he aquí salió su hermano; y
ella dijo: ¡Qué brecha te has abierto! Y llamó su nombre Fares.
Después
salió su hermano, el que tenía en su mano el hilo de grana, y llamó su nombre
Zara”[275].
Es un buen momento para
detenernos. Mirar nuestro legado heredado. Ver aquello que no es nuestro sino
traspasado de generación a generación. Lo que pertenece a nuestra “Casa”, al
gobierno natural ejercido sobre nosotros. Allí vamos a encontrar rasgos
psicológicos, físicos y espirituales, pecados propios y generacionales, que de
no ser tratados trasladaremos a nuestras generaciones futuras. A continuación
una guía práctica para detectar la acción de estas herencias. El fundamento es
que las descubras y busques conserjería pastoral que te guié en una renuncia de
estos pecados.
Las Heridas o traumas
A) El abuso:
Se ha
implantado una estrategia diabólica en los últimos tiempos para destruir las
vidas de las personas. Este espíritu de abuso o maltrato intenta operar desde
que la persona es bien joven, para que cuando llegue a la edad adulta este
llena de sentimientos y emociones negativas. La experiencia del abuso es una
experiencia de dolor, difícil de procesar.
ABUSO FÍSICO: La ley de la
violencia.
ABUSO VERBAL: Palabras
hirientes, golpes verbales.
MALTRATO EMOCIONAL: Padres,
novios, esposos controladores.
ABUSO EMOCIONAL: Mentiras,
engaños de otras personas.
ABUSO ESPIRITUAL: Peor de
todos.
ABUSO SEXUAL: Sucede en todos
los extractos.
B) El rechazo: Ausencia de aceptación
incondicional.
Hay dos
tipos de rechazos:
1-
Rechazo abierto: Es definido como conducta obvia que lleva un mensaje: “El niño
no es amado”:
Decir
al niño que no fue deseado.
Decir
al niño que hubiera preferido que no naciera.
Decir
al niño que esperaban un hijo de otro sexo.
2-
Rechazo cubierto o cerrado: Tiene lugar de maneras más sutiles que, muchas veces,
no expresan las intenciones de los padres.
La
muerte del padre, puede ser recibida como un rechazo.
La
sobreprotección también tiene la tendencia de no permitir al niño desarrollarse
normalmente.
Niños
frente al divorcio de sus padres.
Padres
que hacen la diferencia entre los hermanos.
C) La Inferioridad : Proverbios 23:7.
Llaman
la atención.
Muestran
orgullo o superioridad.
D) La falsa culpa: Cuando no cumplimos con los
mandatos que otros nos imponen: “Los debes”.
La
indiferencia, la falta de afecto, los silencios.
Las
acusaciones y el contexto autoritario.
¿Que
debemos hacer si detectamos estas afectaciones en nosotros? (Siempre es mejor
recurrir a un pastor o líder espiritual que pueda guiarnos en esto):
1-
Renunciar a todo sentimiento de culpas falsas, baja autoestima, inferioridad,
abandono y rechazo.
2-
Perdonar a todas las personas que nos han herido.
3-
Echar fuera en el nombre de Jesús, todo espíritu inmundo de rechazo y otros
espíritus similares.
4-
Reconocer que mediante la sangre de Jesús, nosotros ahora estamos en “Cristo”
sentados con él en lugares celestiales.
Lo
importante es que tienes el privilegio de pararte y mirar el pasado desde la
posición que hoy ocupas. Como hijo de Dios. Renunciando al gobierno natural
para sujetarte al gobierno de Cristo[276].
En un proceso de transformación, a la misma imagen de Jesús por el Espíritu
Santo de Dios[277].
Prácticas ocultas
Niños y
niñas nacen afectados por pactos y ritos satánicos realizados por sus
antepasados. A veces estas costumbres están tan naturalizadas que nos son
familiares estas cosas. Muy comunes. Debemos investigar si, en forma personal o
nuestros mayores practicaron activa o pasivamente en:
*
Tirada de cartas
* Viajes astrales
*
Adivinación (cartomancia, quiromancia) * Grafología
*
Parapsicología: percepción, hipnosis, clarividencia. * Astrología
* Magia
blanca, roja, negra, amarilla. *
Contacto angelical.
*
Llamados de fuerzas espirituales. *
Espiritismo.
*
Lecturas o encuentros con ovnis. *
Meditación trascendental.
* Juego
con la tabla ouija (o juego de la copa) * Incorporación de
espíritus.
*
Conjuros, oraciones, encantamientos. *
Control mental.
*
Tarot.
*
Procesiones.
*
Orientalismo.
* Yoga.
* Carta
natal o zodiacal
* Medicina y psicología
de la nueva era.
*
Promesa a algún santo.
. * Visualización
*
Promesas o pactos: Confirmación, bautismo, etc.) * Terapia de vidas pasadas
*
Hechicería *
Pompa yira
*
Brujería
*
Espíritus territoriales (gauchito Gil, Pombero, Pancho Sierra, otros.
Involucramiento
en lo sectario:
* Testigo
de Jehová * Espiritismo * Umbanda
*
Macumba *
Vudú *
Mormones
*
Ciencias cristianas * Nueva
Apostólica * Orientalismo *
Otros.
Debemos
entender que el ocultismo está terminantemente prohibido en la Biblia :
“[278]No
sea hallado en ti quien haga pasar a su hijo o a su hija por el fuego, ni quien
practique adivinación, ni agorero, ni sortílego, ni hechicero, ni encantador,
ni adivino, ni mago, ni quien consulte a los muertos. Porque es abominación
para con Jehová cualquiera que hace estas cosas, y por estas abominaciones
Jehová tu Dios echa estas naciones de delante de ti. Perfecto serás delante de
Jehová tu Dios. Porque estas naciones que vas a heredar, a agoreros y a
adivinos oyen; mas a ti no te ha permitido esto Jehová tu Dios”.
No es
bueno pensar que uno tiene la suficiente capacidad para orar por estos
problemas espirituales, lo aconsejable es que usted recurra a un pastor y ore
una oración de renuncia, tanto por sus propias prácticas ocultistas como por
las de sus antepasados.
Herencias:
BIOLÓGICO--- PSICOLÓGICO
(CONDUCTAS) --- ESPIRITUAL.
Herencia
espiritual: (Éxodo 34:6-7).
Abuelo
golpeador --- Padre golpeador --- Hijo golpeador = Espíritu de Violencia.
Abuelo
suicida --- Padre suicida --- Hijo suicida = Espíritu de Suicidio.
El
objetivo es identificar los pecados generacionales y, así, descubrir los
espíritus familiares que han trabajado y destronarlos.
Pactos
o prácticas ocultistas heredados:
Practicas
ocultistas de sus antepasados.
Objetos
ocultistas heredados: Amuletos, crucifijo, etc.
Dones
ocultistas heredados.
Maldiciones
familiares: Tener cierto derecho sobre su ser (El de la autoridad legal o
paterna).
Maldiciones
ocultistas: Una adivina, umbandista, etc.
Maldiciones
emocionales: Frases descalificadoras, palabras de derrotas, malas palabras,
etc. Proverbios 12:18.
Es muy
importante identificarnos con los pecados de nuestros antepasados. Debemos
renunciar al pecado de nuestra familia y nuestro.
Leemos
en Ezequiel 13:18–23, donde el Señor muestra todo su enojo, nos enseña las
consecuencias y su deseo de accionar a favor de las personas: “y
di: Así ha dicho Jehová el Señor: ¡Ay de aquellas que cosen vendas mágicas para
todas las manos, y hacen velos mágicos para la cabeza de toda edad, para cazar
las almas! ¿Habéis de cazar las almas
de mi pueblo, para mantener así vuestra propia vida? ¿Y habéis de profanarme
entre mi pueblo por puñados de cebada y por pedazos de pan, matando a las
personas que no deben morir, y dando vida a las personas que no deben vivir,
mintiendo a mi pueblo que escucha la mentira?
Por tanto, así ha dicho Jehová el Señor: He aquí yo estoy contra
vuestras vendas mágicas, con que cazáis las almas al vuelo; yo las libraré de
vuestras manos, y soltaré para que vuelen como aves las almas que vosotras
cazáis volando. Romperé asimismo vuestros velos mágicos, y libraré a mi pueblo
de vuestra mano, y no estarán más como presa en vuestra mano; y sabréis que yo
soy Jehová. Por cuanto entristecisteis con mentiras el corazón del justo, al cual yo no entristecí, y fortalecisteis las manos del impío, para que no se apartase de su mal
camino, infundiéndole ánimo, por
tanto, no veréis más visión vana, ni practicaréis más adivinación; y libraré mi pueblo de vuestra mano, y sabréis que yo soy Jehová”.
Por lo
tanto, debemos renunciar a:
-
Estampitas - cristales - pirámides - ajos - rosarios - talismanes o amuletos-
Objetos o dibujos con inscripciones extrañas - Tambores, campanas (comprados en
santerías) - Objetos dados por: brujos,
ocultistas o sectas. - Cáliz (con
finalidad de magia) - música: rock, pesada, metal. - crucifijos - lechuzas - pósters extraños -
ídolos (chinos, indígenas, latinos, etc.)
- ekekos - imagines - cuadros religiosos - velas - sahumerios - libros
de ocultismo - anillos extraños - objetos de la Nueva Era : estatuas,
libros, elementos para ingerir como medicinas naturales, etc.
Las
tradiciones de nuestra familia. La religión de nuestros padres. Nuestras
costumbres, de nuestro pueblo, de nuestros antiguos, el legado de los
ancestros, todo se convierte en obstáculos a tratar cuando estos están alejados
del Propósito de Dios.
Escuche
decir a un hombre de quien platicábamos del Evangelio: - Creer algo diferente
es traicionar la religión de mis padres -.
Una
hermana con un llamado tremendo de parte de Dios decía: - No me pidan que me
deshaga de esta imagen, pues me la regaló mi marido -.
Una
joven expresaba: - Esta medallita fue de mi abuela, de mi bisabuela, de mi
madre y será de mi hija-, interrumpiendo, por su ligamento a algo que
representa una suerte de guardián protector y que ata a las personas por los
sentimientos o creencias, la voluntad del Señor en sus vidas.
Las
costumbres heredadas, en las cuales, quizás nunca supimos ni nos interesó estar
al corriente de sus raíces, casi siempre paganas, es uno de los instrumentos
utilizados por el Diablo para que las personas desoigan el llamado y no
respondan positivamente a Dios.
Lo más
tremendo de esto, es que esta atadura traspasa generaciones.
Entender,
reconocer, confesar y renunciar a estos pecados es el desafío.
-
Abraham, deja tu casa – fue la orden de Dios al patriarca. Mucho le costó al
“amigo de Dios”. Nos alienta saber que Dios quiere hacer una nueva casa a
partir de nosotros que afectara mil generaciones. Un nuevo paradigma familiar.
Un nuevo carácter en nuestros descendientes.
Vuelvo
a repetir que lo más aconsejable es buscar conserjería pastoral al hacer estas
clases de renuncias, de existir razones para realizarlo personalmente, añado un
modelo de oración de renuncia:
“Bendito Dios: Te pido en el Nombre de Jesús
que escuches mi oración.
Reconozco mis pecados. Renunció al pecado de…………………………………………….
(Realiza una lista de pecados personales a los cuales quieres renunciar).
También, en nombre de mis familiares y antecesores, pido perdón por los pecados
con que ofendimos tu Santidad por siglos (realiza una lista de pecados
familiares a los cuales quieres renunciar, ejemplo: alcoholismo, adulterio,
aborto, mentiras, falsedad, etc.).
Renuncio a las herencias heredadas, tanto
biológicas, psicológicas o espiritual…………………………………………………………………………………… (En
este caso agrega todas aquellas prácticas ocultistas que recuerdes de tus
antepasados y personales, también los patrones de conductas erróneos o todo
aquello en lo que hayas encontrado identificación durante el estudio).
Sé que me dañaron, pero con tu ayuda los
perdono. En el Nombre de Jesucristo de Nazaret y con tu autoridad rompo su
control en mi vida y en las de mis hijos y toda mi descendencia. La declaro
bendita y digo como David “Ten ahora a bien bendecir la casa de tu siervo/a,
para que permanezca perpetuamente delante de ti, porque tú, Jehová Dios, lo has
dicho, y con tu bendición será bendita la casa de tu siervo para siempre”.
Amén.
De
ninguna manera Dios quiere quedarse al margen de las circunstancias
desfavorables que acompañan al legado familiar erróneo que heredamos. Todo lo
contrario, su principal objetivo es revertir lo malo en bueno, las maldiciones
en bendiciones y la herencia negativa en un legado de victoria en Cristo Jesús,
como lo hizo con la familia de Jacob.
Capítulo
IV: El Hogar
E
|
l hogar es racional. Es un lugar,
no un espacio. Es un lugar mental.
Este producto mental encierra lo
que la casa me afectó a mí. Es lo que va con nosotros donde quiera que estemos[279].
Es un lugar idealizado
cómodamente. Donde nos sentimos seguro. Es la esfera a la que pertenecemos.
Pero, ese lugar de pertenencia no se limita a un espacio físico.
En todo análisis del hogar
hay siempre una distinción previa entre lugar y espacio (Relph, 1976; Seumon,
1979; Buttimer, 1980). “Esa distinción previa expresa una diferencia vivencial
entre esas dos zonas del mundo, amplias o estrechas, una de las cuales nos
despierta sentimientos y la otra no”[280].
Los lugares son espacios humanos, el foco de la experiencia y la intención, de
los recuerdos y los deseos. No son abstracciones. Son, quizá más que ninguna
otra cosa, fuentes importantes de la identidad individual y comunal (Relph,
1976, Pág. 141).
Cuando hablamos de un hogar
cristiano, entonces, no estamos hablando de un espacio sino de un lugar.
Estamos hablando de un rasgo intangible. De un lugar mental que va con nuestros
hijos donde quieran que ellos van en esta vida. Un lugar lleno de recuerdos y
emociones que a ellos les dan un sentido de pertenencia y seguridad. Un lugar
de relación, donde Jesús es el centro, o no.
El recuerdo de la casa[281]
hizo volver al hijo pródigo. Sabía que aún como siervo, estar en la casa le
daría el sustento diario. A veces cuando predicamos esta palabra, confundimos
el término hogar con casa. Decimos que el recuerdo del hogar cristiano hace
volver a los hijos que se alejan del Señor y eso es verdad, pero, este hijo
volvió, tanto por el alimento que proporcionaba la “casa” de su padre como
también por el recuerdo misericordioso que “aún a los jornaleros” hacía que no
les faltara de esta compasión. Porque, como vimos anteriormente, la casa es una
unidad cultural y económica, pero el hogar es un constructo mental.
Era de esperar que esta
construcción de hogar fuera con él donde quiera que este joven estuviera y
regiría su conducta, pero, los hijos tienen un periodo de tiempo en nuestro
hogar y luego salen para hacer su propio hogar. Al analizar “casa” nos damos cuenta
que esta no cumplió con el cometido que tenía como tal en este hijo. Pero,
tampoco el hogar estaba desarrollando una consecuencia de acción en la vida de
este joven.
Volver al hogar o volver a la
casa, son dos cosas totalmente diferentes. El joven pródigo dejó, tanto su casa
como su hogar.
Es sencillo, dice Silverstone
Roger, comprender en que circunstancia el hogar puede considerarse (y llega a
ser) un lugar que se abandona, que se evita y del cual se reniega. Es aquella
construcción mental, llena de recuerdos y emociones que no queremos repetir e
idealizamos otro hogar diferente.
El hogar del hijo pródigo era un
lugar de trabajo, de misericordia, de lealtad (ver al hijo mayor[282]).
Nuestros hijos dejan nuestro hogar cuando no están dispuestos a imitar el
constructo mental en el cual lo hemos criado. No están dispuesto a ejecutar
sobre sus descendientes lo que, como legado le dejamos.
“Integrado a la vida cotidiana
promedio, el hogar es la conciencia de un punto fijo en el espacio, una
posición firme desde la cual “obramos” (…) y a la cual regresamos
oportunamente. Esa posición firme es la que llamamos hogar (…) “Regreso al
hogar” debería significar: la vuelta a esa posición firme que conocemos, a la
que estamos habituados, en la que nos sentimos a salvos, y donde nuestros
vínculos emocionales son más intensos” Agnes Heller, 1984, Pág. 239.
Mirándolo desde los ojos de padre
terrenal y no de Dios. ¿Es el dejar el hogar, transmitido por su conducta
contraria a la de su padre[283]
y su hermano, lo que llevó a este padre a considerar muerto o perdido a su
hijo?[284]
La idealización de hogar cumple una función y, como tal, tiene consecuencias
para la conducta y la evaluación de nuestra vida cotidiana y para nuestros
sentimientos de seguridad, apego y pérdida.
“Hogar”, dice Silverstone, es un
concepto vigoroso. Decir de alguien que es una persona sin hogar implica
atribuirle cierta falta de moral o debilidad. Sentir apego a un lugar y ser una
persona “ubicable” son elementos esenciales de la vida contemporánea.
Cuando hablamos
de hogar cristiano, nos referimos a una construcción mental que da seguridad:
en Dios, en sus promesas terrenales y de Vida Eterna, y en los cristianos. Esta
seguridad se transmite en la forma de obrar hogareña. El recuerdo de hogar
cristiano va a surgir de lo que nuestros hijos lleven en sus emociones y
recuerdos[285].
Cuando nos pregunten sobre
nuestro hogar cristiano vamos a decir de nuestras oraciones en familia, el
recuerdo de la preparación familiar para el culto, el asiento en la Iglesia. La imagen de
papá y mamá orando y ayunando antes de encarar una situación difícil. La
interrelación con los demás cristianos, parte del Cuerpo de Cristo. El pedido
de perdón cuando como padres nos equivocamos. El discurso veraz de un
cristianismo real y de relación personal con Dios. El hogar cristiano va en el
corazón y nunca lo dejamos. Es algo digno de anhelar e imitar. Es la
construcción bíblica de un Arca de salvación en la fe en Cristo Jesús.
Este ser peculiar y privativo de
cada persona, que es el desarrollo del carácter, va a tener su fundamento en
una lucha cotidiana frente a un mundo de creciente no-lugar. El trabajo más eficaz
del diablo recae en esto: hacer de nuestros hijos personas sin hogar, sin
lugar, sin constructo mental que traspase nuestras generaciones. Nuestro embate
contra estas artimañas es dejar un legado y formar un carácter cristiano
semejante al carácter de Cristo.
El mundo patriarcal, aunque tenía
un contexto histórico diferente al nuestro, necesitaba la decisión personal de
los constructores del hogar de traspasar esta relación a sus descendientes. Por
eso Dios eligió a Abraham, porque él daba la seguridad de que desarrollaría
este carácter relacional de hogar, enseñando a sus hijos a conocer y valorar el
Amor de Dios y su propósito.
Lugar y No-lugar. Modernidad y posmodernidad.
M
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uchos geógrafos han definido esa
potencia que se asigna al lugar y que se anuncia en ideas e ideologías del
hogar como una clave, si no ya de la modernidad, al menos de una crítica de la
modernidad.
“Quizás sea cierto que el hombre
moderno es (…) un ser sin hogar y que la falta de apego por los lugares que
representan el hogar se haya extendido ampliamente. Pero desdeñar la
importancia del hogar (…) es demasiado terminante; sin duda hay más estadios de
asociación con los sitios que representan el hogar entre el apego completo y el
más absoluto desapego”. Relph, 1976, Pág. 40; véase Berger y otros, 1974.
Es muy importante atender a este
hecho histórico de un periodo moderno que nos afectó[286].
Una posmodernidad que intenta vaciarnos de estos sitios que representan al
hogar y llevarnos a un profundo desapego. Si sumamos a esto el momento
sociocultural, económico e histórico de crisis que afecta este nuevo milenio,
donde la globalización, la crisis de los Estados, enmarcándose nuevos Estados
transnacionales como el Mercosur o la Comunidad Europea
y que tiende a generalizarse en el mundo entero, como un nuevo orden mundial
que arrasa con lo heterogéneo y tiende a homogeneizar.
Nuestros hijos están inmersos en
este aparato dispuesto a alejarlos del hogar.
Edward Relph insinúa la
posibilidad de que en nuestra vida cotidiana seamos en gran medida
inconscientes de los lazos que nos atan a los lugares, sin embargo, esto no
altera su significación. “Pero si realmente tenemos nuestras raíces en un lugar
y nos sentimos atados a él, y si ese lugar es auténticamente nuestro hogar,
entonces todas estas facetas son profundamente significativa e inseparables.
Esos lugares-hogares son en realidad las piedras fundamentales de la existencia
del hombre, pues suministran no solo el contexto para toda actividad humana,
sino también la seguridad y la identidad a los individuos y a los grupos”,
Relph, 1976, Pág. 41.
La condición de
no-lugar implica separar a la humanidad de los lugares. Denota un ambiente,
dice Silverstone, que carece de lugares significativos y también una actitud
básica que no asigna significación a los lugares. “Alcanza los niveles más
profundos del lugar, corta las raíces, borra los símbolos, remplaza la
diversidad por la uniformidad, y el orden vivencial, por el orden conceptual.
En su nivel más profundo, implica una alineación completa y quizás irreversible
de los lugares como hogares de las personas (Relph, 1976, Pág. 143). La lucha
entre lugares y no lugares quizá sea una lucha entre modernidad y posmodernidad
(Berman, 1983; Harvey, 1989). Pero también es una lucha cotidiana en la que
bregamos por crear y mantener el lugar y el hogar en un mundo de creciente
no-lugar.
El hecho de que nosotros a veces
ignoremos lo que sucede, no quiere decir que no suceda. El misterio de la
iniquidad está en marcha. Avanza y es nuestro deber leer el mundo, el sistema
que lucha contra nuestro hogar.
Entendiendo la significación del
hogar, como una construcción mental. Un lugar mental que irá con nuestros hijos
donde quiera que ellos vayan. Que estos lugares se alojaran en nuestra
sensibilidad por diversas razones asociadas con nuestro propio presente y
nuestro propio pasado, así como el presente y el pasado de otras personas.
Debemos trabajar por construir este producto mental llamado hogar, que encierra
lo que la casa afectó a nuestros hijos, fundamentado en el desarrollo de un
carácter cristiano.
El carácter es el modo de ser
peculiar y privativo de cada persona. También se define como, fuerza y
elevación de ánimo, firmeza, energía. D. L. Moody decía: “El carácter es lo que
somos en medio de la oscuridad, cuando nadie nos mira”. En otras palabras:
Carácter es lo que somos en realidad, más allá de las caretas que disimulen
nuestro interior.
Carácter: Un verdadero israelita, en quien no hay engaño
L
|
uego de su
encuentro con Jesús, Felipe halló a Natanael. Después de unos intercambios de
palabras, los encontramos caminando juntos para ver su gran descubrimiento: el
Mesías.
“Cuando Jesús vio a Natanael que
se le acercaba, dijo de él:
-He aquí un verdadero israelita,
en quien no hay engaño-.
Le dijo Natanael: -¿De dónde me
conoces?
Respondió Jesús y le dijo:
-Antes que Felipe te llamará,
cuando estabas debajo de la higuera te vi.”-[287].
Las palabras de Jesús al
describir a Natanael no eran una adulación. Si no que estaba describiendo el
real carácter de este hombre, sincero y genuino, sin hipocresía ni duplicidad.
Natanael se sorprende de que lo
conozca personalmente, y su pregunta refleja su modestia, como si dijera: -¿De
dónde me conoces? No soy una persona importante para ser tan conocida-.
Su carácter era bien conocido por
el Señor, lo que él era realmente en medio de la oscuridad, cuando nadie lo
miraba.
-“Cuando estabas debajo de la
higuera te vi”-. Jesús centro su conocimiento de él en algo muy privativo de su
persona. Jesús le recuerda que lo ha conocido a la distancia, en la intimidad
del santuario personal. Debajo de la higuera, donde Natanael, como buen
israelita hacía su lectura diaria de la
Ley.
Esta alusión a su intimidad con
Dios bajo la higuera era muy personal que solo el propio Natanael sabía, por
eso su exclamación admirativa:
-¡Rabí, tú eres el Hijo de Dios;
tú eres el Rey de Israel!-.
Jesús descubrió el verdadero
carácter de Natanael. Y el Padre le reveló el verdadero carácter mesiánico de
Jesús. El carácter profético al llamarle Rabí.
Su misión divina; al llamarle Hijo de Dios. Y su realeza mesiánica al
llamarle Rey de Israel.
El carácter de una persona se conoce con el tiempo.
El tiempo es quien determina en
realidad quienes somos. En referencia a esto Jesús dijo que con el tiempo, a
través de los frutos conoceríamos verdaderamente a los individuos[288].
Esto no nos permite sacar conclusiones a la ligera sobre una persona, ni para
bien ni para mal. Tampoco podemos ignorar que Dios transforma al hombre en una
nueva criatura. Cuando esta transformación sucede, no nos equivocaríamos al
decir que esta tiene un nuevo carácter. No estoy hablando si se es colérico, o
tímido, o melancólico, o flemático. Estoy hablando de lo que es en esencia,
como persona.
En el relato anterior queda claro
que el Señor sabe quiénes somos en nuestra más profunda intimidad. Pero él
también sabe lo que podemos llegar a ser, permitiendo el obrar restaurador del
Espíritu Santo de Dios en nosotros[289].
Nuestra santidad, nuestro
accionar errado, nuestras palabras ociosas, todo colabora en un constructo
mental que nuestros hijos van a aceptar o rechazar. Que va a influir sobre
nuestros nietos y, a la vez, sobre los hijos de ellos hasta un punto impensado
de generaciones siendo fieles a Dios.
Madera sobre madera. Respetando
los detalles. Atendiendo las medidas. La construcción del Arca es una
construcción de fe, pero racional, de trabajo y fidelidad al Maestro
Constructor, el Espíritu Santo de Dios.
Es en el mundo donde se originan
los métodos que atacan nuestra fe. Saber leer estos sistemas es leer las
maquinaciones del enemigo. El sistema de gobierno espiritual que opera en las
regiones celestes, tanto en los tiempos de Moisés, de José, de Daniel, David
hasta Jesús y los Apóstoles, fue el mismo, porque el diablo no cambia, no sabe
definir estrategia, solo imita. Por eso, Dios todo lo centró en el hogar, desde
la Ley hasta la Gracia.
Transmitir la Palabra es una
construcción mental, como cuando hacemos repetir a los niños las citas bíblicas
para que penetren hasta lo profundo de su corazón. El ministerio de Jesús fue
el ministerio de la Palabra ,
es más, Él es la Palabra.
Su ministerio también fue el
ejemplo[290], dejando huellas para
que sigamos sus pisadas. En la
Palabra y en el ejemplo construyó un hogar para nosotros en
Dios, y lo instaló en nuestra mente a través del Espíritu Santo[291];
un lugar que va en nosotros donde quiera que estemos.
Construye tu hogar sabiendo que
es hogar: Un lugar mental. Un lugar donde debe reinar el amor a Dios[292].
Donde se centra el Pacto del Señor como depósito de su Palabra[293].
Un lugar construido con el ejemplo[294].
Cuando tus hijos digan “mi hogar”
se llenaran de recuerdos y sentimientos. Cuando tus nietos digan “el hogar de
mis abuelos” pensaran en las huellas que dejaste. Depende de vos que quieran
seguir tus pisadas. Si las tuyas van detrás de Jesús, seguro te seguirán.
Comparte tiempo, salidas,
momentos inolvidables. Hazlos inolvidables.
En los hombres que Dios usó había
un gobierno de Dios sobre su persona y se impregnaba por toda su casa, como la
savia recorre la vid y nutre los sarmientos. Son formadores de paradigmas
familiares imitando el cielo. Hacen de su hogar un constructo mental digno de
ser imitado.
El Espíritu Santo trabajará en ti para que a través tuyo formes una
“casa” donde exista gobierno de Dios. Una descendencia que entienda que su
consagración, su obediencia, el saber dónde poner su confianza, discerniendo
los planes de Dios por entrar en su secreto, sumado a esto, el obrar eficaz del
poder de Dios a través de su Espíritu Santo es poderosa.
Hogar es un constructo mental que irá con nuestros hijos en medio de los
vaivenes de la vida. Es el recuerdo de un hogar cristiano.
Atiende a los momentos de felicidad. El gozo es fortaleza en nuestros
hijos. Llena su niñez de alegría. Su adolescencia de momentos de regocijo en
familia. Habla. Habla mucho con tus hijos. Explícales todo, nunca dejes que la
oscuridad del no saber gane ventajas. Sincérate y muéstrate tal cual eres. El
resto lo hará el Señor Jesús a través del Espíritu Santo.
CONCLUSIÓN
No se tiene noticia desde cuando
los hombres intentaron cambiar las opiniones de los demás, pero hay que suponer
que esos intentos surgieron con el desarrollo del lenguaje, porque del lenguaje
procede la capacidad de persuadir a la gente sin necesidad de recurrir a la
fuerza física.
Todo lo que se relaciona con
cambiar a la gente suscita cuestiones importantes de tipo científicos y moral.
En una era de ideologías en conflicto, cuando se está sometiendo a naciones
enteras a través de los nuevos medios de Comunicación Social y de las nuevas
técnicas, es necesario saber hasta qué punto se puede producir un cambio auténtico
en la forma de pensar individual o de grupo.
Por otra parte, hay veces en que
los cambios de actitud parecen necesarios y deseables, como es todo lo
referente a enfermedades mentales, problemas raciales y sociales, etc. Algunos
autores consideran que estos caminos que virtualmente se dan en los medios de
comunicación, en su interacción sobre el individuo, no son tales ya que lo que
verdaderamente produce el cambio es la actitud del individuo y está se produce
en edades muy tempranas, cuando no ha tenido acceso a los medios.
Define el diccionario de la Real Academia
Española a “la actitud” como la disposición de ánimo de alguna manera
manifestada. En general, se entiende por actitud un estado de disposición
mental y nerviosa, organizado a través de la experiencia que ejerce una
influencia sobre la respuesta del individuo a todos los objetos y situaciones
con los que está relacionado.
Nunca ha sido
tan importante, como ahora, descubrir porque la gente mantiene ciertos
criterios y los métodos con los que los otros tratan de influir sobre ellos.
Para hacerlo, es conveniente dejar bien sentado que todas las actitudes surgen
de estas fuentes:
1.
En las experiencias del niño durante sus cincos o seis
primeros años de vida, con respecto a las relaciones con sus padres;
2.
En la asociación entre individuos o el encuentro de
grupos formales o informales, en un momento posterior de la vida, y
3.
En las experiencias únicas y aisladas o experiencias
similares repetidas a lo largo de la vida.
En primer lugar se trata de la
cultura que los padres tratan de inculcarle al hijo en sus primeros años. Esta
situación relacional con la casa, la familia y el hogar va a ser fundamental en
la actitud que nuestros hijos van a tener hacía Dios. Esto se conoce con el
nombre de influencia sociocultural
mediatizada.
Posteriormente, la persona, en
pleno desarrollo o ya desarrollada, aprende aún más a través de lo que se
conoce como influencia sociocultural directa,
ya sea por sí misma o a través de los grupos sociales a los que pertenece.
La congregación es fundamental en
la influencia que produce convertibilidad. Los líderes de jóvenes y el
liderazgo de grupos pequeños permiten esta influencia
sociocultural directa dentro de la Iglesia. Uno de los procedimientos más eficaces, utilizados en la
actualidad para conseguir un cambio de actitud, es la creación de un grupo en
el cual se sientan integrados sus miembros, porque en estas circunstancias el
individuo acepta el nuevo sistema de valores y creencias al aceptar su
pertenencia al grupo.
Es útil distinguir entre
opiniones, las actitudes propiamente dichas y los rasgos de carácter.
Las opiniones suelen ser efímeras
y reflejan el sentimiento de la persona en el momento; en muchos casos reflejan
más de lo que el individuo piensa que debería sentir que lo que de hecho
siente. Se cambian con facilidad y pueden ser susceptibles, tanto a los
consejos persuasivos como a una argumentación razonada.
Las actitudes, por otra parte,
suelen ser duraderas y no reflejan necesariamente los sentimientos de las
personas en general, aunque sí suele plasmarlos de algún grupo al que el
individuo se haya asociado. Normalmente están enraizadas en los rasgos de
carácter, que son lo que hacen que el individuo seleccione, de entre el
torrente de estímulos que acuden constantemente a sus sentidos, sólo aquellos
que están en consonancia con sus propias creencias profundamente arraigadas.
Los rasgos de carácter que surgen
en los primeros años de la vida, son extraordinariamente resistentes al cambio.
Todo el estudio presente trata de estimular hacía esto. El gobierno bíblico y
la obediencia al Señor, llevó a los hijos de Noé y sus mujeres a construir el
arca y obedecer a su padre, aunque no lo comprendían.
Otros de los factores
primordiales en el tratamiento de Dios con Noé, fue el trabajo. Noé y su
familia debieron trabajar duro para poder ser salvo. El pacto tenía toda la buena
voluntad de parte de Dios y la gracia estaba allí manifestada. Pero, Dios no
iba a hacer lo que les correspondía a ellos hacer. En esa obra se manifestaba
su fe y valoración por la salvación. Con sus manos construyeron el arca.
Nuestro trabajo es formar un
carácter en nuestra descendencia que la relacione con el Señor; una actitud que
resista los embates de este mundo.
Los padres muchas veces cometemos
el error de abandonar a nuestros hijos. Observemos el ejemplo de Jacob ante la
insistencia de Esaú a ir con él:
“Y Esaú dijo: Anda, vamos; y yo
iré delante de ti. Y Jacob le dijo: Mi señor sabe que los niños son tiernos, y
que tengo ovejas y vacas paridas; y si las fatigan, en un día morirán todas las
ovejas. Pase ahora mi señor delante de su siervo, y yo me iré poco a poco al
paso del ganado que va delante de mí y al paso de los niños, hasta que llegue a
mi señor a Seir”. [295]
En nuestro anhelo por servir a
Jesús muchas veces corremos, y no nos damos cuenta que nuestra familia no puede
correr a nuestro ritmo. Son tiernos en los caminos del Señor. Que hermosa
actitud de Jacob “iré poco a poco al paso de ellos”. No los abandonaré.
El Espíritu de Dios te dé
revelación y seas un verdadero pastor/a en tu casa. Servidores que entienden
que amar a Jesús es cuidar de sus ovejas y sus corderos que él nos dio. Que
nuestros hijos no son nuestros, Dios los confió a nuestro cuidado.
Bendice a tu descendencia; a tus
hijos y a los hijos de tus hijos. Bendícelos con autoridad, con paradigmas
familiares, con carácter; bendícelos con el ejemplo.
“Jehová habló a Moisés,
diciendo:
Habla a Aarón y a sus hijos y diles: Así bendeciréis a los
hijos de Israel, diciéndoles:
Jehová te bendiga, y te guarde;
Jehová haga resplandecer su rostro sobre ti, y tenga de ti
misericordia;
Jehová alce sobre ti su rostro, y ponga en ti paz. Y pondrán
mi nombre sobre los hijos de Israel, y yo los bendeciré”. [296]
Bibliografía selecta:
Comentario Bíblico de Matthew
Henry. Traducido y titulado por Francisco Lacueva. Editorial Clie.
Biblia Plenitud. Editorial Caribe:
Dinámica del Reino: La oración y el desarrollo
espiritual. Larry Lea.
Dinámica del Reino: Orden Familiar,
Larry Christenson.
Dinámica
del Reino: La Sangre del Pacto.
Charles Simpson.
“Palabras griegas del Nuevo
Testamento. Su uso y significado” Doctor
William Barclay. Profesor de Lenguas y Literatura del Nuevo Testamento en la Universidad de
Glasgow, Escocia, entre sus obras “El Nuevo Testamento comentado por William
Barclay”.
Diccionario Bíblico facilitado por Ministerio Ebenezer.
Nuevo Manual de Usos y Costumbres de los tiempos Bíblicos
de Ralph Gower, 1990, pp 400, por Editorial Portavoz, filial de Kregel
Publications, Grand Rapids, Michigan EE.UU.A.
Usos y costumbres de las tierras bíblicas por Fred H.
Wight. Grand Rapids: Editorial Portavoz, 1981, 336 pp. (Seminario Reina Valera:
www.seminarioReinavalera.com)
Silverstone Roger. Capítulo II: Televisión y Consumo,
Página 51, 67, 93. La televisión y un lugar donde nos sentimos “en casa”, Página
81, 89.
Sociología. Jhon
J. Macionis, Ken Plummer. Sociedad, página 93-94.
Escuela
de Liderazgo de Avanzada: Córdoba, Argentina. Pastor Ballistieri
CITAS Y REFERENCIAS BÍBLICAS
[1] Martín-Moreno González, Juan Manuel, Historia de Israel,
Universidad Comillas de Madrid.
[2] Fue así seguramente, como Lidia debe haber
hecho, y la forma en que, Pablo y sus compañeros deben haber aceptado la
invitación de su hospitalidad. "Si habéis juzgado que yo sea fiel al
Señor, entrad en mi casa, y posad: y nos obligo a quedarnos” (Hechos de los
apóstoles 16:15). Cuando uno de los fariseos invitó a Jesús a su casa a comer,
él no aceptó de inmediato la invitación, aunque finalmente fue: "Y le rogó
uno de los fariseos, que comiese con él" (Lucas 7:36). Todo esto era guardar
las costumbres orientales.
[3] A cada invitado que asiste a una fiesta de bodas se le
exige usar vestido de bodas (Mateo 22:12).
[4] (Génesis
29:22-23); las cubiertas de la cama manchada de sangre se exhibían para
demostrar que la esposa había sido virgen (Deuteronomio 22:13-21). (Parece que
el velo no fue quitado a Lea hasta después de haberse consumado el matrimonio;
Jacob no supo que era Lea hasta que rompió el día, (Génesis 29:23).
[5] A los convidados que no fueron a la casa de la novia, se
les permitía unirse a la comitiva por el camino, e iban con todo el grupo a la
fiesta del matrimonio. Sin lámpara o antorcha no podían unirse a la procesión,
o entrar a la casa del novio. En el relato de Jesús, sobre las vírgenes
insensatas, estas esperaron que la procesión llegara al punto en que ellas
estaban, y las cinco prudentes pudieron unirse porque ellas tenían reserva de
aceite para sus lámparas. Pero las Insensatas no tenían reserva de aceite y de
esa manera, no estaban preparadas, por lo tanto no pudieron entrar a las bodas
(Mateo 25:1-13). Las lámparas consistían en un receptáculo redondo para poner
resina o el aceite para la mecha. Esta se colocaba en una taza, o en platillo
hondo... que estaba afianzada por el cabo aguzado a un madera, con el cual era
llevada en alto.
En las
enseñanzas de Jesús, tal expresión venía a ser semejante al día del juicio.
"Más los hijos del reino serán echados a las tinieblas de afuera"
(Mateo 8:12) - "Atado de pies y de manos tomadle, y echadle en las
tinieblas de afuera" (Mateo 22:13). "Y al siervo inútil echadle en
las tinieblas de afuera: allí será el lloro y el crujir de dientes" (Mateo
25:30). La expresión de "las tinieblas de afuera" toma un nuevo
significado, cuando se piensa en el miedo que los orientales tienen a la oscuridad
de la noche. En Oriente la lámpara se mantiene encendida toda la noche. El
dormir en la oscuridad como los occidentales hacen, viene a ser una experiencia
terrible para los orientales. Por causa de este miedo a la oscuridad, el Señor
no podía haber escogido palabras más apropiadas que "las tinieblas de
afuera" para representar el castigo futuro para los injustos.
[6] Apocalipsis 21:2;
Isaías 61: 10: “Como a novio me atavió, y como novia adornada con sus joyas”.
Se tenían que hacer unos pagos como compensación (el mohar) por la perdida de
trabajo que significaba la cesión de la muchacha, y se debía pagar una dote al
padre de la muchacha. Él podía emplear el interés de la dote, pero no podía
gastar el capital (véase Génesis 31-15) porque se guardaba en depósito para la
esposa en caso de que esta quedara viuda o fuera divorciada. Cuando estas sumas
no se podían pagar debido a la pobreza del pretendiente, se pagaba en especias,
como por medio del servicio (Génesis 29:18) o de la eliminación de enemigos (1 Samuel
18:25). Llego a hacerse costumbre que parte de la dote consistiera en unos
conjuntos de monedas que se cosían al tocado de la cabeza de la mujer. Venían a
ser un símbolo, como una alianza actual; y por ello la preocupación por la
perdida de una de estas monedas (Lucas. 15:8-10). Como parte del contrato
matrimonial, el padre de la novia hacia un regalo de bodas (la dote) a su hija
(Génesis 24:59-61; Jueces 1:12-15).
[7] Salmos. 45:14-15; Isaías. 61:10; Ezequiel 16:11-12:
“Te atavié con adornos, y puse brazaletes en tus brazos y collar a tu cuello.
Puse joyas en tu nariz, y zarcillos en tus orejas, y una hermosa diadema en tu
cabeza”.
[9] Jeremías 2:32: hace una referencia a este pensamiento.
"¿Se olvida la virgen de su atavío y la desposada de sus galas?"
[12] Juan 3:29:”El
que tiene la esposa, es el esposo; mas el amigo del esposo que está a su lado y
le oye, se alegra grandemente de la voz del esposo”. Las costumbres orientales
en ciertas regiones de la tierra, cuando inician las negociaciones para
asegurar la novia para su hijo, ilustra en muchos aspectos las prácticas
bíblicas. Si un joven tiene los medios suficientes para proveer una dote
matrimonial, entonces sus padres escogen la joven y se da principio a las
negociaciones. El padre llama a un hombre que actúa como agente para él y su
hijo. El agente es llamado "el amigo del esposo" por Juan el Bautista
(Juan. 3:29). Este hombre está perfectamente informado respeto de la dote que
el joven puede pagar por su novia. Entonces junto con el padre del joven o
algún otro pariente, o de ambos, va al hogar de la novia. El padre anuncia que
su agente hablará de parte de ellos, y luego el padre de la novia designará
otro agente que lo represente. Cuando ha habido acuerdo en esto, los agentes se
levantan y cambian congratulaciones. Entonces se trae el café, y todos beben de
él como un sello del convenio en que han entrado.
[13] Esta preparación del novio para su matrimonio ha sido
aptamente descrita en la profecía de Isaías, "Porque me vistió de vestidos
de salud, me rodeo de manto de justicia, como a novio me atavió, y como a novia
compuesta de sus joyas" (Isaías 61:10).
[15] La descripción que en la Escritura hace Ezequiel
de la novia, es muy apropiada, "Y te atavié con ornamentos, puse ajorcas
en tus brazos, y collar a tu cuello; y puse joyas sobre tus narices, y
zarcillos en tus orejas, y diadema de hermosura en tu cabeza" (Ezequiel
16:11, 12).
[16] El baile era otra parte del entretenimiento en aquellas
fiestas. Cuando el Hijo Pródigo volvió al hogar, su padre hizo fiesta, y música
y baile (Lucas 15:24, 25). El baile era una diversión de las mujeres hebreas y
las señoritas, especialmente cuando estaban contentas. Los hombres también
participaban, como cuando David danzó al traer el arca a Jerusalén (2 Samuel
6:14). Pero con frecuencia era actividad del sexo femenino (Jeremías 31:4). No
hay ninguna referencia en la
Escritura que los judíos bailaran con mujeres, como es ahora
la costumbre en Occidente. Tampoco algo que indique que hubiese bailes públicos
de mujeres, como hay en algunos lugares de Oriente en la actualidad. El baile
de la hija de Herodías (Mateo 14:6), delante de los hombres en un banquete
sensual, fue la clase de baile introducido entre los judíos por la influencia
corrompida de los griegos.
[18] Después de haber llegado a la casa del novio, algunas de
las mujeres más ancianas toman la tarea de arreglarle el cabello a la novia. Su
cabellera flotante quedarán escondidas bajo el grueso velo. Desde este momento
en adelante, la costumbre dicta que su cara no sea revelada en público.
[19] Cantares 2:2-4.
[20] Cantares 2:4
puede que haga alusión al dosel. En la boda de Caná, Jesús proveyó
cuatrocientos ochenta litros de vino para los invitados, pero estos ya habían
bebido tanto que el que estaba al cargo de las provisiones (el maestresala)
pensó que era una pena que aquel excelente vino hubiera sido dejado para el final,
cuando los comensales no podían apreciarlo debidamente (Juan. 2:6-10).
[21] Las festividades matrimoniales con parientes y amigos
duraban toda una semana (Jueces 14:17), pero el número completo de días, de lo
que se llamaba días del "matrimonio", eran treinta.
[22] El banquete de bodas es presidido por el maestresala
(Juan. 2:8, 9). Es su obligación tener cuidado de los preparativos, y durante
la fiesta, él anda en derredor y entre invitados, para ver qué les hace falta.
El da orden a los sirvientes para que lleven a cabo todos los detalles
necesarios. La expresión "hijos de la cámara nupcial" (Mateo 9:15),
usada por Jesús (véase texto griego) simplemente quería decir los invitados al
matrimonio. El maestresala de la fiesta daba gracias en la comida y pronunciaba
la bendición en los momentos señalados. También bendecía el vino.
[23] Durante el festejo, se invocaba la bendición de Dios sobre
la pareja, y bien puede ser que por esta razón se extendiera la invitación de
Jesús a la boda de Caná (Juan. 2:2).
[27] Para un nómada, un hogar no es un lugar poseído, por
cuanto se desplaza de un sitio a otro; se trata más bien de un lugar donde uno
recibe acogida. Cuando el gobierno británico emitió la declaración Balfour y
dijo que Palestina iba a ser el “hogar nacional” de los judíos, los árabes lo
entendieron como un lugar en el que darían la bienvenida a sus invitados. En
cambio, los judíos consideran el hogar y la tierra como una posesión, un lugar
donde se ejerce gobierno. Por ello entendieron el termino “hogar” en la
declaración Balfour como un lugar para ser poseído. Una buena parte del
malentendido árabe/israelí proviene de esta manera diferente de entender la
palabra “hogar nacional o patria”.
La idea nómada de un hogar como un refugio
queda reflejada en pasajes que describes a Dios como un refugio (Salmo 61:3-4;
Isaías 4:6 “Habrá un abrigo para sombra contra el calor del día, para refugio y
escondedero contra el turbión y el aguacero”).
[28] Génesis 38:
6-29. La referencia a
Tamar nos recuerda a otra mujer desventurada cuya situación cambió gracias a la
providencia divina y que también entró a formar parte de la genealogía del
Mesías (Mateo 1:3).
[29] Familia: mishpachac; Strong # 4940. Una familia, un tipo,
una clase o un género de gente o cosas; una especie de animales, un grupo de
individuos relacionados (una tribu), o un grupo de cosas relacionadas (una
categoría). El principal concepto de mishpachac es que la gente, los animales o
las cosas que comparten parentesco o relación similar de algún tipo, forman una
familia, clan o especie. De ahí que el término designe tanto a un grupo de
familiares cercanos como a toda una nación (Génesis 10:31-32¸ Amos 3:2).
[30] Deuteronomio 28:4. “Benditos serán el fruto de tu vientre,
tus cosechas, las crías de tu ganado, los terneritos de tus manadas los
corderitos de tus rebaños”.
[31] Salmos 128:3. “En el seno de tu hogar, tu esposa será como
vid llena de uvas; alrededor de tu mesa, tus hijos serán como vástagos de
olivo”.
[32] Génesis 49:10. “El cetro no se apartará de
Judá, ni de entre sus pies el bastón de mando, hasta que llegue el verdadero
rey, quien merece la obediencia de los pueblos”. SILOH: Siloh; Strong #7886.
Siloh era una de las ciudades donde se colocó el tabernáculo (Josué 18:1). En
Génesis 49:10, parece ser un nombre propio o título, el cual los creyentes
generalmente aceptan como una designación mesiánica de Jesús. Su etimología es
incierta. Para algunos shiloh significa “el pacifico”. Según otro punto de
vista, shiloh es un sustantivo con un sufijo pronominal que debe entenderse
como “su hijo”; por lo tanto, los príncipes y los legisladores no se apartarían
de Judá hasta que viniera su hijo. Otra posibilidad sería dividir shiloh en dos
palabras shay y loh, lo cual indicaría “aquel a quien se le brinda tributo”. El
significado más probable de shiloh es el aceptado por la mayoría de las
autoridades judías antiguas, para las cuales se trataba de una palabra
compuesta de shel y loh, que significaba “al que pertenece”. En español sheloh,
Podría entenderse como: “a quien pertenece el dominio”, “aquel que tiene el
derecho de reinar”. Ezequiel 21:27.
[33] Números 24:17. “Lo veo, pero no ahora; lo
contemplo, pero no de cerca. Una estrella saldrá de Jacob; un rey surgirá en
Israel. Aplastará las sienes de Moab y el cráneo de todos los hijos de Set”.
[34] La comadrona local la asistía durante el parto, que
generalmente tenía lugar en el hogar. Éxodo 1:15-19. Había dos parteras hebreas, llamadas Sifrá y Fuvá, a las
que el rey de Egipto ordenó: “Cuando ayudéis a las hebreas en sus partos,
fijaos en el sexo: si es niño, matadlo; pero si es niña, dejadla con
vida”. (Jeremías 20:14-15).
[35] Debido a que los
padres creían a que seguían viviendo en sus hijos, estos eran considerados como
una gran bendición (Deuteronomio 28:4; Salmo 128:3).
[36] Rut 4: 14 –15. Las mujeres le decían a Noemí: “¡Alabado
sea el Señor, que no te ha dejado hoy sin un redentor! ¡Que llegue a tener
renombre en Israel! Este niño renovará tu vida y te sustentará en la vejez,
porque lo ha dado a luz tu nuera, que te ama y es para ti mejor que siete
hijos”.
[37] Los niños judíos
eran circuncidados a los ocho días de nacidos. El que hacía la circuncisión
decía las siguientes palabras: "Bendito el Señor nuestro Dios, que nos ha
santificado por sus preceptos, y nos dio la circuncisión". Entonces el
padre del niño pronunciaba estas palabras: "Quien nos ha santificado por
sus preceptos, y nos permite introducir nuestro niño en el pacto de Abrahán
nuestro padre". Porque se decía que Dios había cambiado los nombres de
Abraham y que le había dicho, "Este será mi pacto, que guardaréis entre mi y vosotros y tu simiente después de
ti" (Génesis 17:10). Jesús fue circuncidado al octavo día de su
nacimiento, llamándosele "Jesús" en esa ocasión (Lucas 2:21). Después
del nacimiento, la madre judía pasaba un período de purificación de siete días
por un niño; y de catorce días si era niña. Y después permanecía en casa
treinta y tres días por un niño, y seis días por una niña. Entonces ya podía ir
al templo para presentar las ofrendas por el nacimiento del niño. Si era rica
llevaba un cordero como ofrenda, pero si era pobre ofrendaba dos pichones
jóvenes o un par de tórtolas (Lucas 2:24).
[38] Era una costumbre muy común entre los hebreos de incluir
el nombre de Dios como parte del nombre del niño. Se dan aquí algunos ejemplos,
de nombres hebreos que van con su significado: Abdías, "Siervo de
Jehová", Abías, "Cuyo padre es Dios", Azarías, "Ayudado por
Jehová", Daniel, "Dios es mi Juez", Elías, "Mi Dios es
Jehová", Elcana, "A quien Dios creo”, Ezequiel, "Dios
fortalecerá", Ocozías, "Poseído por Jehová".
Jonatán
significa “don de Jehová”. Otros nombres recuerdan las circunstancias rodeando
el nacimiento. Moisés significa “sacado”, porque fue sacado del río Nilo.
[39] 2 Samuel 7:1-2.
[40] 2 Samuel 5:11 “También Hiram rey de Tiro envió embajadores
a David, y madera de cedro, y carpinteros, y canteros para los muros, los
cuales edificaron la casa de David”.
[42] Profesor de Lenguas y Literatura del Nuevo Testamento en la Universidad de
Glasgow, Escocia, escribió numerosas obras, incluyendo la serie “El Nuevo
Testamento comentado por William Barclay”.
[43] 2 de Samuel 16:21-22. “Ajitofel le respondió: —Acuéstate
con las concubinas que tu padre dejó al cuidado del palacio. De ese modo todos
los israelitas se darán cuenta de que has roto con tu padre, y quienes te
apoyan a ti se fortalecerán en el poder. Entonces instalaron una tienda de
campaña en la azotea para que Absalón se acostara con las concubinas de su
padre a la vista de todos los israelitas”
[44] Génesis 19:2: “[Lot] les dijo: He aquí, señores míos,
venid, por favor, a la casa de vuestro siervo”
[45] Génesis 33:17. “Entonces Jacob se dirigió a Sucot y
edificó allí una casa para sí. Hizo también cabañas para su ganado”
[46] Éxodo 23:19. “Traerás lo mejor de las primicias de tu
tierra a la casa de Jehová tu Dios”
[47] Ester 2:3.
“Nombre el rey oficiales en todas las provincias de su reino, para que reúnan
en Susa, la capital, a todas las jóvenes vírgenes de hermosa apariencia, en el
harén” (literalmente “la casa de las mujeres”).
[48] “Aunque espere, el Seol será mi casa; tenderé mi cama en
las tinieblas” (Job 17:13). La “casa eterna” es la tumba: “El hombre se va a su
morada eterna, y los que hacen duelo rondan alrededor de la plaza” (Eclesiastés
12.5).
[49] 2 Samuel 7: 12-16.
[50] 2 Samuel 7: 18-29.
[51] Deuteronomio 21:18-21.
[55] "El corazón de su marido está en ella confiado"
(Proverbios 31:11). "Abrió su boca con sabiduría" (Proverbios 31:26).
"Sus hijos la llamaran bienaventurada; y su marido también la alabó"
(Proverbios 31:28).
[56] Silverstone Roger. Capítulo II: Televisión y Consumo, Página 51.
[57] Benjamín. 1976 (1983), página 176.
[59] Usos y costumbres de las tierras bíblicas por Fred H. Wight
[60] Silverstone Roger. Televisión y Consumo Capítulo II: La
televisión y un lugar donde nos sentimos “en casa”, Página 81.
[61] Proverbios 10:1-7. (BAD)
[62] Silverstone Roger. Televisión y Consumo Capítulo II: La
televisión y un lugar donde nos sentimos “en casa”, Página 89.
[63] Proverbios 22:6-9.
[64] Salmos 90:10-12.
[65] Efesios 5:15-17.
[66] Proverbios 3:1-8.
[67] “Nuevo Manual de Usos y Costumbres de los tiempos
bíblicos”, Ralph Gower. Editorial Portavoz.
[68] Génesis 8:21 “Y percibió Jehová olor grato; y dijo Jehová
en su corazón: No volveré más a maldecir la tierra por causa del hombre; porque
el intento del corazón del hombre es malo desde su juventud; ni volveré más a
destruir todo ser viviente, como he hecho”.
[69] 1Corintios
13:11.
[70] Job 12:12
[71] Job 32:4 -9.
[72] Sociología. Jhon J. Macionis
Ken Plummer. Sociedad,
página 93-94.
[73] Job 16:3
[74] Job 38:2 “¿Quién
es ése que oscurece el consejo con palabras sin sabiduría?”.
[75] Hebreos 4:12
[76] Juan 6:67-69 (BAD).
[77] Éxodo 2:1. El ascendiente sacerdotal de Moisés, se
convirtió en un elemento importante para su papel de dirigente.
[78] Gen. 31:19. Mientras Laban estaba ausente esquilando sus
ovejas, Raquel aprovechó el momento para robar los ídolos familiares.
[79] Génesis 31:30. Ahora bien, entiendo que hayas querido irte
porque añoras la casa de tu padre, pero, ¿por qué me robaste mis dioses?
[80] Génesis 35.
[81] Rut 2:11-12. “—Ya
me han contado —le respondió Booz— todo lo que has hecho por tu suegra desde
que murió tu esposo; cómo dejaste padre y madre, y la tierra donde naciste, y
viniste a vivir con un pueblo que antes no conocías. ¡Que el Señor te
recompense por lo que has hecho! Que el Señor, Dios de Israel, bajo cuyas alas
has venido a refugiarte, te lo pague con creces”.
[82] 1 Samuel 26:19. Ve y sirve a dioses ajenos: No que David
se volviera a otros dioses, sino que a través de la acción de Saúl había sido
separado del lugar donde se adoraba al Señor y obligado a vivir en tierra
extraña donde se adoraba otros dioses paganos.
[83] Isaías 6:3. Y el uno al otro daban voces, diciendo: Santo,
santo, santo, Jehová de los ejércitos; toda la tierra está llena de su
gloria. Apocalipsis 4:8. Salmo 72:19.
[84] Rut 1:8. Misericordia: Traduce el vocablo hebreo Heded,
que encierra la idea de amor y lealtad: un pacto de constancia.
[85] Rut 1:13 “¿habíais vosotras de esperarlos hasta que fuesen
grandes? ¿Habíais de quedaros sin casar
por amor a ellos? No, hijas mías; que mayor amargura tengo yo que
vosotras, pues la mano de Jehová ha
salido contra mí”
[86] Juan 10:10. El ladrón no viene más que a robar, matar y
destruir; yo he venido para que tengan vida, y la tengan en abundancia.
[87] Rut 1:6-17.
[88] Salmo 91:1. El que habita al abrigo del Altísimo se acoge
a la sombra del Todopoderoso.
[89] Hebreos 12: 5- 11.
[90] Lucas 14:15. Al oír esto, uno de los que estaban sentados
a la mesa con Jesús le dijo: — ¡Dichoso el que coma en el banquete del reino de
Dios!
[91] Lucas: 14:25-33.
[92] Mateo 19:22-30. Si quieres ser perfecto, anda, vende lo
que tienes y dáselo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo. Luego ven y
sígueme. Cuando el joven oyó esto, se fue triste porque tenía muchas riquezas.
[93] La reverencia de los niños para sus padres, y
especialmente para el padre, es casi universal en el Oriente, aún en la
actualidad. Entre los árabes, muy raramente se oye decir que un hijo sea
desobligado. Es costumbre que él salude a su padre por la mañana, besándole la
mano y luego continua de pie delante de él en actitud de humildad, listo para
recibir sus órdenes o esperando el permiso para retirarse.
La obediencia a
los padres se requería en la ley mosaica, un hijo rebelde y desobediente podía
ser castigado hasta con la muerte. (Deuteronomio 21:18-21). El Apóstol Pablo
reiteró el mandamiento de que los hijos deben obedecer a sus padres (Efesios
6:1; Col. 3:20).
[94] Uno de Diez Mandamientos es "honra a tu padre y a tu
madre". (Éxodo 12). En muchos casos el padre era la corte suprema de
apelación en asuntos domésticos. Como la familia es el componente fundamental
de la sociedad, en su seno se debe mantener apropiadas relaciones. Honrar
significa tener en alta estima, mostrar respeto, glorificar y exaltar.
[95] Escuela de Liderazgo de Avanzada: Córdoba,
Argentina. Pastor Ballistieri
[96] Génesis 17:16.
[97] Jueces 5:7.
[98] Génesis 4:20, 21.
[99] Génesis 45:8.
[100] Hechos de los apóstoles 16:16-34.
[101] Poseía un espíritu Pitón. Era una especie de Médium de la
que se servía el demonio para profetizar; nos recuerda, dice Leal, “la
serpiente Pitón del oráculo de Delfos”, donde se imaginaba la gente que el
pagano dios Apolo respondía a las consultas que se le hacían. De esta forma
cautivaba Satanás la mente y el corazón de la gente. Con este don diabólico, la
muchacha daba grandes ganancias a sus amos.
[102] Lucas 6:46. “¿Porque me llamáis Señor, Señor; y no hacéis
lo que os mando?”
[103] Gálatas 2:20 “Con Cristo estoy juntamente
crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por
mí”.
[104] Romanos 5: 6-11.
“Porque Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los
impíos. (…). Más Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún
pecadores, Cristo murió por nosotros.
Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos
salvos de la ira. Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por
la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su
vida. Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en Dios por el Señor
nuestro Jesucristo, por quien hemos recibido ahora la reconciliación”.
[105] San Juan 6:28-29.
[106] Romanos 6:2 “En ninguna manera. Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo
viviremos aún en él?”
[107] Romanos 6: 6-7.
“Sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con
él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más
al pecado. Porque el que ha muerto, ha
sido justificado del pecado”.
[108] San Juan 1: 11-13. “A lo suyo vino, y los suyos no le
recibieron. Mas a todos los que le
recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos
de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni
de voluntad de varón, sino de Dios”.
[109] Romanos 6: 9. “Sabiendo que Cristo, habiendo resucitado de
los muertos, ya no muere; la muerte no se enseñorea más de él. Porque en cuanto
murió, al pecado murió una vez por todas; más en cuanto vive, para Dios
vive. Así también vosotros consideraos
muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro”.
[110] Hebreos 2: 15-16. “Así que, por cuanto los hijos
participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir
por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al
diablo, y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda
la vida sujetos a servidumbre.
[111] Colosenses 1: 29 “Para lo cual también trabajo, luchando
según la potencia de él, la cual actúa poderosamente en mí”.
[112] Josué 24:15. “Y si mal os parece servir a Jehová, escogeos
hoy a quién sirváis; si a los dioses a quienes sirvieron vuestros padres,
cuando estuvieron al otro lado del río, o a los dioses de los amorreos en cuya
tierra habitáis; pero yo y mi casa serviremos a Jehová”.
[113] Éxodo 32:26 “Se puso
Moisés a la puerta del campamento, y dijo: ¿Quién está por Jehová? Júntese conmigo. Y se juntaron con él todos
los hijos de Leví”.
[114] San Juan 4: 46-54.
[115] San Juan 4: 50. Prestemos atención a la construcción
gramatical; “creyó la palabra” y comparemos con el “creyó él con toda…” Del
versículo 53, y se notará que, en el versículo 50 todavía no se halla la fe que
salva, sino la fe que da crédito a una noticia.
[116] Jueces 6:15.
[117] 1 Crónicas 17:16.
[118] Mateo 1:1-17.
[119] Efesios 2:12. “En aquel tiempo estabais sin Cristo,
alejados de la ciudadanía de Israel, y ajenos a los pactos de la promesa, sin
esperanza y sin Dios en el mundo”.
[120] San Juan 1:12-13. (…) “los cuales no son engendrados de
sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios”.
[121] Hebreos 11: 1.
[122] Biblia Plenitud, Editorial Caribe.
[123] Hebreos 11: 6.
[124] Juan 1:11. A los suyos vino, y los suyos no le recibieron.
Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio
potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre,
ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios.
[126]2 Samuel 7:14
[127]Isaías 63:16
[128]Isaías 64:8
[129] Jeremías 3:4
[130] Malaquías 1: 6
[131] Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo
creó; varón y hembra los creó. Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y
multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla.
[132] Génesis 2:18. Y dijo Jehová Dios: No es
bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él.
[133]
Dinámica del Reino. Biblia Plenitud Editorial Caribe. (Orden familiar, Larry Christenson).
[134] Salmos 68:5-6. Padre de
huérfanos y defensor de viudas es Dios en su santa morada. Dios hace habitar en
familia a los desamparados.
[135] Y puso Adán nombre a toda bestia y ave
de los cielos y a todo ganado del campo; mas para Adán no se halló ayuda idónea
para él.
[136] Eclesiastés 4:9-12. Mejores son dos que
uno; porque tienen mejor paga de su trabajo. Porque si cayeren, el uno
levantará a su compañero; pero ¡ay del solo!
que cuando cayere, no habrá segundo que lo levante. También si dos
durmieren juntos, se calentarán mutuamente; más ¿cómo se calentará uno solo? Y
si alguno prevaleciere contra uno, dos le resistirán; y cordón de tres dobleces
no se rompe pronto.
[137] Génesis 2:21-22. Entonces
Jehová Dios hizo caer sueño profundo sobre Adán, y mientras éste dormía, tomó
una de sus costillas, y cerró la carne en su lugar. Y de la costilla que Jehová
Dios tomó del hombre, hizo una mujer, y la trajo al hombre.
[138] Génesis 2:24.
[139] Efesios 5:28.
[140] Mateo 19:3-6. Entonces vinieron a él los fariseos,
tentándole y diciéndole: ¿Es lícito al hombre repudiar a su mujer por cualquier
causa? El, respondiendo, les dijo: ¿No habéis leído que el que los hizo al
principio, varón y hembra los hizo, y dijo: Por esto el hombre dejará padre y
madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne? Así que no son ya
más dos, sino una sola carne; por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el
hombre.
[141] El pecado resulta en "muerte" (Romanos 5:12, 21; 6:16; 6:23;
Santiago 1:15). Indudablemente, esto es así. Pablo creía que la muerte entró en
el mundo por el pecado de Adán. El pecado fue lo que arruinó e hizo naufragar
la vida que Dios había soñado para el hombre. Pero no es menos cierto que la
muerte también alcanza al alma. La muerte física y espiritual es, según Pablo,
resultado del pecar. Una de las mejores formas de averiguar el significado real
de una palabra es examinar las otras que la acompañan.
Hamartia está relacionada con blasphemia (Mateo 12:31). El significado
básico de blasphemia es insulto. El pecado es, pues, un "insulto" a
Dios. Insulta a Dios porque se burla de sus mandamientos, porque pone al Yo en
el lugar que corresponde a Dios y, sobre todo, porque agravia su amor.
Hamartia está relacionada con apate (Hebreos 3:13). Apate es "engaño". El pecado es
siempre engañoso, pues promete hacer lo que no puede. El pecado es siempre una
mentira. Cualquier hombre que peca, que hace o toma algo prohibido, actúa así
porque cree que será más feliz haciendo o tomando ese algo. El pecado lo engaña
para que piense de ese modo. Pero la experiencia llana es que una acción o
posesión, producto del pecado, nunca trae felicidad a ningún hombre. Ya hace
tiempo que Epicuro, con su moral estrictamente utilitaria, dijo que el pecado
nunca puede traer felicidad, porque, entre otras cosas, deja al hombre con el
constante temor de ser descubierto. Dr. William Barclay.
[142] Génesis 3:1-7. Pero la
serpiente era astuta, más que todos los animales del campo que Jehová Dios
había hecho; la cual dijo a la mujer: ¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de
todo árbol del huerto? Y la mujer respondió a la serpiente: Del fruto de los
árboles del huerto podemos comer; pero del fruto del árbol que está en medio
del huerto dijo Dios: No comeréis de él, ni le tocaréis, para que no muráis.
Entonces la serpiente dijo a la mujer: No moriréis; sino que sabe Dios que el
día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios,
sabiendo el bien y el mal. Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y
que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y
tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual comió así como
ella. Entonces fueron abiertos los ojos de ambos, y conocieron que estaban
desnudos; entonces cosieron hojas de higuera, y se hicieron delantales.
[143] Génesis 4:1, 2, 8. Conoció Adán a su mujer Eva, la cual concibió
y dio a luz a Caín, y dijo: Por voluntad de Jehová he adquirido varón. Después dio a luz a su hermano
Abel. Y Abel fue pastor de ovejas, y
Caín fue labrador de la tierra. Y dijo Caín a su hermano Abel: Salgamos
al campo. Y aconteció que estando ellos
en el campo, Caín se levantó contra su hermano Abel, y lo mató.
[145] Génesis 4:11-12. Ahora, pues,
maldito seas tú de la tierra, que abrió su boca para recibir de tu mano la
sangre de tu hermano. Cuando labres la tierra, no te volverá a dar su fuerza;
errante y extranjero serás en la tierra.
[146] Génesis 4.25.
[147] Génesis 6:5-6. Y vio Jehová
que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los
pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal. Y se
arrepintió Jehová de haber hecho hombre en la tierra, y le dolió en su corazón.
[148] Génesis 6:7. Y dijo
Jehová: Raeré de sobre la faz de la tierra a los hombres que he creado, desde
el hombre hasta la bestia, y hasta el reptil y las aves del cielo; pues me
arrepiento de haberlos hecho.
[150] Gracia: Favor inmerecido. En este pasaje: Nombres jen (ºje, 2580),
«favor; gracia». La raíz, que significa «favorecer», es un término semítico
común. En acádico, el verbo enenu («compadecer») está relacionado con hinnu
(«favor»), que solo aparece como nombre propio. El nombre hebreo jen está 69
veces, sobre todo en el Pentateuco y en los libros históricos hasta Samuel. Es
un poco más frecuente en los libros poéticos, aunque casi no figura en los
libros proféticos. El primer caso se encuentra en Génesis 6:8 «Pero Noé halló
gracia en los ojos de Jehová». El significado básico de jen es «favor».
Cualquier cosa «placentera y agradable» se puede describir con esta palabra.
Cuando se dice que una mujer tiene jen, es porque es «graciosa o agraciada»
(Proverbios 11:16). Las palabras de una persona pueden tener «gracia»: «El que
ama la pureza de corazón y tiene gracia al hablar tendrá por amigo al rey»
(Proverbios 22:11). Jen también denota la reacción a cualquier cosa
«agradable». Los siguientes verbos se usan con este vocablo: «extender»
(Génesis 39:21), «dar» (Éxodo 3:21) y «hallar» (Génesis 6:8). Las expresiones
idiomáticas equivalen en castellano a los verbos «gustar» o «querer»: « ¿Por
qué he hallado gracia ante tus ojos, para que tú te hayas fijado en mí, siendo
yo una extranjera?» (Rut 2.10 rva).
[151] Génesis 6: 9. Estas son las
generaciones de Noé: Noé, varón justo, era perfecto en sus generaciones; con
Dios caminó Noé.
[152] 1 Corintios 5:7-10. Después
apareció a Jacobo; después a todos los apóstoles; y al último de todos, como a
un abortivo, me apareció a mí. Porque yo soy el más pequeño de los apóstoles,
que no soy digno de ser llamado apóstol, porque perseguí a la iglesia de Dios.
Pero por la gracia de Dios soy lo que soy; y su gracia no ha sido en vano para
conmigo, antes he trabajado más que todos ellos; pero no yo, sino la gracia de
Dios conmigo.
[154] San Juan 3:18-19.
[155] Lucas 17:26-27. Como fue en los días de
Noé, así también será en los días del Hijo del Hombre. Comían, bebían, se
casaban y se daban en casamiento, hasta el día en que entró Noé en el arca, y
vino el diluvio y los destruyó.
[156] Antes de Noé el concepto de pacto solo puede ser inferido
en la Biblia. El
uso del término pacto aparece por primera vez cuando se relata en relación con
Noé (Génesis 6:18; 9:9). El pacto se establece mediante su ofrenda de
sacrificio después del diluvio. En gratitud por su liberación, Noé construyó un
altar y ofreció sacrificios de sangre. No hay ningún mandamiento específico que
exija a Noé ofrecer sacrificio de sangre, lo cual claramente sugiere que ya se
había establecido un precedente que databa desde Abel hasta las lecciones del
Edén, donde se requirió de un sacrificio de sangre para vestir a Adán y Eva. El
sacrificio de Noé agradó a Dios, y Él respondió ofreciendo un pacto para no
volver a destruir la creación mediante un diluvio. Esta es la primera ocasión
en la historia bíblica cuando el término “pacto” se aplica en relación entre
Dios y un individuo, así como a sus descendientes; y que se establece como un
pacto de sangre. Dinámica del Reino. Biblia Plenitud. La Sangre del Pacto. Charles
Simpson.
[160] William Barclay: Profesor de Lenguas y Literatura del
Nuevo Testamento en la
Universidad de Glasgow, Escocia, y escribió numerosas obras,
incluyendo la serie “El Nuevo Testamento comentado por William Barclay”.
[161] Génesis 8:15-20. Entonces habló Dios a
Noé, diciendo: Sal del arca tú, y tu mujer, y tus hijos, y las mujeres de tus
hijos contigo. Todos los animales que están contigo de toda carne, (…).
Entonces salió Noé, y sus hijos, su mujer, y las mujeres de sus hijos con él.
Todos los animales, (…). Y edificó Noé un altar a Jehová, y tomó de todo animal
limpio y de toda ave limpia, y ofreció holocausto en el altar.
[162] Génesis 8:21-22. Y percibió Jehová olor
grato; y dijo Jehová en su corazón: No volveré más a maldecir la tierra por
causa del hombre; porque el intento del corazón del hombre es malo desde su
juventud; ni volveré más a destruir todo ser viviente, como he hecho. Mientras
la tierra permanezca, no cesarán la sementera y la siega, el frío y el calor,
el verano y el invierno, y el día y la noche.
[163] Hebreos 6:17. Por lo cual,
queriendo Dios mostrar más abundantemente a los herederos de la promesa la
inmutabilidad de su consejo, interpuso juramento;
[164] Génesis 9:8-15. Y habló Dios a Noé y a
sus hijos con él, diciendo: He aquí que yo establezco mi pacto con vosotros, y
con vuestros descendientes después de vosotros; y con todo ser viviente que
está con vosotros; (…). Estableceré mi pacto con vosotros, y no exterminaré ya
más toda carne con aguas de diluvio, ni habrá más diluvio para destruir la
tierra. Y dijo Dios: Esta es la señal del pacto que yo establezco entre mí y
vosotros y todo ser viviente que está con vosotros, por siglos perpetuos: Mi
arco he puesto en las nubes, el cual será por señal del pacto entre mí y la
tierra. Y sucederá que cuando haga venir nubes sobre la tierra, se dejará ver
entonces mi arco en las nubes. Y me acordaré del pacto mío, que hay entre mí y
vosotros y todo ser viviente de toda carne; y no habrá más diluvio de aguas
para destruir toda carne.
[165] 2 Timoteo
3:1-5. También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos
peligrosos. Porque habrá hombres amadores de sí mismos, (…) desobedientes a los
padres, (…); a éstos evita.
[166] 2 Timoteo 4:1-3. Te encarezco
delante de Dios y del Señor Jesucristo, que juzgará a los vivos y a los muertos
en su manifestación y en su reino, que prediques la palabra; que instes a
tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y
doctrina. Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que
teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias
concupiscencias.
[167] San Juan 14: 1-3 No se turbe vuestro corazón; creéis en
Dios, creed también en mí. En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no
fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si
me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para
que donde yo estoy, vosotros también estéis.
[168] Romanos 5:12. Por tanto, como el pecado entró en el mundo
por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los
hombres, por cuanto todos pecaron. Colosenses 15:20. Porque así como en Adán todos
mueren, también en Cristo todos serán vivificados.
[169] Romanos 3:23. Por cuanto todos pecaron, y están
destituidos de la gloria de Dios.
[170] Filipenses 2:5-8.
Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el
cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que
aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho
semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí
mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.
[171] Génesis12:1-3.
[172] Lucas 19:1-6. Habiendo entrado Jesús en Jericó, iba
pasando por la ciudad. Y sucedió que un varón llamado Zaqueo, (…), subió a un
árbol sicómoro para verle; porque había de pasar por allí. Cuando Jesús llegó a
aquel lugar, mirando hacia arriba, le vio, y le dijo: Zaqueo, date prisa,
desciende, porque hoy es necesario que pose yo en tu casa. Entonces él descendió
aprisa, y le recibió gozoso.
[173] Lucas 19:7. Al ver esto, todos murmuraban, diciendo que
había entrado a posar con un hombre pecador. (…). Jesús le dijo: Hoy ha venido
la salvación a esta casa; por cuanto él también es hijo de Abraham. Porque el
Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.
[174] Patria (patriav, 3965), primariamente ascendencia, linaje.
Significa en el Nuevo Testamento, familia o tribu. En la Septuaginta se usa de
personas relacionadas, en un sentido más amplio que “oikos”, pero más
restringido que “fule”, tribu (por ejemplo, Éxodo 12:3; Números 32:28).
[175] Hebreos 7:4. Considerad la grandeza de
ese hombre, a quien nada menos que el patriarca Abraham dio la décima parte del
botín.
[176] Hechos 7:8, 9. Hizo con Abraham el
pacto que tenía por señal la circuncisión. Así, cuando Abraham tuvo a su hijo
Isaac, lo circuncidó a los ocho días de nacer, e Isaac a Jacob, y Jacob a los
doce patriarcas. Por envidia los patriarcas vendieron a José como esclavo,
quien fue llevado a Egipto; pero Dios estaba con él.
[177] Hechos 2:29. Hermanos, permitidme
hablaros con franqueza acerca del patriarca David, que murió y fue sepultado, y
cuyo sepulcro está entre nosotros hasta el día de hoy.
[178] Génesis 12:3.
[179] Jueces 17:5. Y este hombre Micaía tuvo casa de dioses, e
hizo efod y terafines, y consagró a uno de sus hijos para que fuera su
sacerdote.
[180] Génesis 42:37. Y Rubén habló a su padre, diciendo: Harás
morir a mis dos hijos, si no te lo devuelvo; entrégalo en mi mano, que yo lo
devolveré a ti.
[181] Génesis 9:20-24.
[182] Génesis 9:25. Y dijo: Maldito sea Canaán; Siervo de
siervos será a sus hermanos.
[183] RV 60. Génesis 9:26. Dijo más: Bendito por Jehová mi Dios
sea Sem, Y sea Canaán su siervo. RV 95. Gen
9:26. Y añadió: "¡Bendiga Jehová, mi Dios, a Sem y sea Canaán su siervo!
[184] Toráh: Génesis 9:26. Y dijo: "¡Bendito sea Adonaí, el
Di-s de Sem, y sea Canaán esclavo suyo! BAD: Génesis 9:26 Y agregó: ¡Bendito
sea el Señor, Dios de Sem! ¡Que Canaán sea su esclavo!
[185] Hebreos 11:16. Pero anhelaban una mejor, esto es, celestial;
por lo cual Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos; porque les ha
preparado una ciudad.
[186] Génesis 11:10. Estas son las generaciones de Sem: Sem, de
edad de cien años, engendró a Arfaxad, dos años después del diluvio.
[187] Josué 24:2. Y dijo Josué a todo el pueblo: Así dice
Jehová, Dios de Israel: Vuestros padres habitaron antiguamente al otro lado del
río, esto es, Taré, padre de Abraham y de Nacor; y servían a dioses extraños.
[188] Heber es probablemente el descendiente de Sem del cual
provienen los hebreos.
[189] Romanos 4:1-8. ¿Qué, pues, diremos que halló Abraham,
nuestro padre según la carne? Porque si Abraham fue justificado por las obras,
tiene de qué gloriarse, pero no para con Dios. Porque ¿qué dice la Escritura ? Creyó Abraham
a Dios, y le fue contado por justicia. Pero al que obra, no se le cuenta el
salario como gracia, sino como deuda; mas al que no obra, sino cree en aquel
que justifica al impío, su fe le es contada por justicia. Como también David
habla de la bienaventuranza del hombre a quien Dios atribuye justicia sin
obras, diciendo: Bienaventurados aquellos cuyas iniquidades son perdonadas, Y
cuyos pecados son cubiertos. Bienaventurado el varón a quien el Señor no
inculpa de pecado.
[190] Mateo 26:28. Porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que
por muchos es derramada para remisión de los pecados.
[191] Juan 13:34. Un
mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que
también os améis unos a otros.
[192] Gálatas 6:15. Porque en Cristo Jesús ni la circuncisión
vale nada, ni la incircuncisión, sino una nueva creación.
[193] 2Corintios 5:17. De modo que si alguno está en Cristo,
nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.
[194] Efesios 4:24. Y vestíos del nuevo hombre, creado según
Dios en la justicia y santidad de la verdad.
[195] Efesios 2:15-16. Aboliendo en su carne las enemistades, la
ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en sí mismo de los
dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz, y mediante la cruz reconciliar con
Dios a ambos en un solo cuerpo, matando en ella las enemistades.
[196] Apocalipsis 2:17. El que tiene oído, oiga lo que el
Espíritu dice a las iglesias. Al que venciere, daré a comer del maná escondido,
y le daré una piedrecita blanca, y en la piedrecita escrito un nombre nuevo, el
cual ninguno conoce sino aquel que lo recibe.
[197] Apocalipsis 3:12. Al que venciere, yo lo haré columna en
el templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí; y escribiré sobre él el
nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la
cual desciende del cielo, de mi Dios, y mi nombre nuevo.
[198] Apocalipsis 5:9-10. Y cantaban un nuevo cántico, diciendo:
Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado,
y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y
nación; y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos
sobre la tierra.
[199] Apocalipsis 21:1. Vi un cielo nuevo y una tierra nueva;
porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más.
[200] Apocalipsis 21:2. Y yo Juan vi la santa ciudad, la nueva
Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada
para su marido.
[201] Apocalipsis 21:5.
[202] Hechos 7:2. Y él
dijo: Varones hermanos y padres, oíd: El Dios de la gloria apareció a nuestro
padre Abraham, estando en Mesopotamia, antes que morase en Harán. Y le dijo:
Sal de tu tierra y de tu parentela, y ven a la tierra que yo te mostraré.
[203] Génesis 11:31.
[204] Lucas 14:25-35. Grandes multitudes iban con él; y volviéndose,
les dijo: Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e
hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su propia vida, no puede ser mi
discípulo. Y el que no lleva su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi
discípulo. (…) Así, pues, cualquiera de vosotros que no renuncia a todo lo que
posee, no puede ser mi discípulo. Buena es la sal; mas si la sal se hiciere
insípida, ¿con qué se sazonará? (…) El que tiene oídos para oír, oiga.
[205] 2 Corintios 6:14-16.
[206] 1Corintios 10:19-22. ¿Qué digo, pues? ¿Que el ídolo es algo, o que sea algo lo que
se sacrifica a los ídolos? Antes digo que lo que los gentiles sacrifican, a los
demonios lo sacrifican, y no a Dios; y no quiero que vosotros os hagáis partícipes
con los demonios. No podéis beber la
copa del Señor, y la copa de los demonios; no podéis participar de la mesa del
Señor, y de la mesa de los demonios. ¿O provocaremos a celos al Señor? ¿Somos más fuertes que él?
[207] Filipenses 3:13-14. Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo
ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y
extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo
llamamiento de Dios en Cristo Jesús.
[208] Hebreos 12:11. Es verdad que ninguna disciplina al
presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto
apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados.
[209] Daniel 3:15-30.
[210] Isaías 43:2-3. Cuando pases por las aguas, yo estaré
contigo; y si por los ríos, no te anegarán. Cuando pases por el fuego, no te
quemarás, ni la llama arderá en ti. Porque yo Jehová, Dios tuyo, el Santo de
Israel, soy tu Salvador.
[211] ESTERILIDAD: MDIC COST vet, Considerada en la Biblia como un oprobio
(1Samuel 1:1-10), en tanto que la fecundidad era una bendición de parte de Dios
(Salmos 127:3-5; 128:1-4).
[212] 2 Corintios 1:20.
[213] Génesis 50:24-25. Y José dijo a sus hermanos: Yo voy a
morir; mas Dios ciertamente os visitará, y os hará subir de esta tierra a la
tierra que juró a Abraham, a Isaac y a Jacob. E hizo jurar José a los hijos de
Israel, diciendo: Dios ciertamente os visitará, y haréis llevar de aquí mis
huesos.
[214] Génesis 26:2-5. Y se le apareció Jehová, y le dijo: No
desciendas a Egipto; habita en la tierra que yo te diré. Habita como forastero
en esta tierra, y estaré contigo, y te bendeciré; porque a ti y a tu
descendencia daré todas estas tierras, y confirmaré el juramento que hice a
Abraham tu padre. Multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo, y
daré a tu descendencia todas estas tierras; y todas las naciones de la tierra
serán benditas en tu simiente, por cuanto oyó Abraham mi voz, y guardó mi
precepto, mis mandamientos, mis estatutos y mis leyes.
[215] Genesis 26:6. Habitó, pues, Isaac en Gerar.
[216] Genenesis 17:4-6. He aquí mi pacto es contigo, y serás padre
de muchedumbre de gentes. Y no se llamará más tu nombre Abram, sino que será tu
nombre Abraham, porque te he puesto por padre de muchedumbre de gentes. Y te
multiplicaré en gran manera, y haré naciones de ti, y reyes saldrán de ti.
[217] Biblia Plenitud. Editorial Caribe. Dinámica del Reino: La
confesión de fe del Palabra de Dios. Roy Hicks, padre. La confesión de fe de la Palabra de Dios. Roy
Hicks, padre.
“Permite
que las palabras divinas, que revelaron su voluntad y su promesa para tu vida,
lleguen a fijarse en tu mente y gobiernen tu conversación, así como el cambio
de nombre en Abraham moldeó su concepto de sí mismo. No te des un “nombre” por
debajo de lo que Dios quiere de ti”.
[218] Hechos 2:39. Porque para vosotros es la promesa, y para
vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro
Dios llamare.
[219] Génesis 28:3-4. Y el Dios omnipotente te bendiga, y te
haga fructificar y te multiplique, hasta llegar a ser multitud de pueblos; y te
dé la bendición de Abraham, y a tu descendencia contigo, para que heredes la
tierra en que moras, que Dios dio a Abraham.
[220] Génesis 48:13-20. Y los tomó José a ambos, Efraín a su
derecha, a la izquierda de Israel, y Manasés a su izquierda, a la derecha de
Israel; y los acercó a él (…) Y bendijo a José, diciendo: El Dios en cuya
presencia anduvieron mis padres Abraham e Isaac, el Dios que me mantiene desde
que yo soy hasta este día, el Ángel que me liberta de todo mal, bendiga a estos
jóvenes; y sea perpetuado en ellos mi nombre, y el nombre de mis padres Abraham
e Isaac, y multiplíquense en gran manera en medio de la tierra. (…) Y los
bendijo aquel día, diciendo: En ti bendecirá Israel, diciendo: Hágate Dios como
a Efraín y como a Manasés. Y puso a Efraín antes de Manasés.
[221] Génesis 17:7.
[222] Hebreos 11:20-21. Por la fe bendijo Isaac a Jacob y a Esaú
respecto a cosas venideras. Por la fe Jacob, al morir, bendijo a cada uno de
los hijos de José, y adoró apoyado sobre el extremo de su bordón.
[223] Génesis 15:4-6. Luego vino a él palabra de Jehová,
diciendo: No te heredará éste, sino un hijo tuyo será el que te heredará. Y lo
llevó fuera, y le dijo: Mira ahora los cielos, y cuenta las estrellas, si las
puedes contar. Y le dijo: Así será tu descendencia. Y creyó a Jehová, y le fue
contado por justicia.
[224] Génesis 17:7-14. Y estableceré mi pacto entre mí y ti, y
tu descendencia después de ti en sus generaciones, por pacto perpetuo, para ser
tu Dios, y el de tu descendencia después de ti. Y te daré a ti, y a tu
descendencia después de ti, la tierra en que moras, toda la tierra de Canaán en
heredad perpetua; y seré el Dios de ellos. (...) Y de edad de ocho días será
circuncidado todo varón entre vosotros por vuestras generaciones; el nacido en
casa, y el comprado por dinero a cualquier extranjero, que no fuere de tu
linaje. Debe ser circuncidado el nacido en tu casa, y el comprado por tu
dinero; y estará mi pacto en vuestra carne por pacto perpetuo. Y el varón
incircunciso, el que no hubiere circuncidado la carne de su prepucio, aquella
persona será cortada de su pueblo; ha violado mi pacto.
[226] Hebreos 9:20-26. diciendo: Esta es la sangre del pacto que
Dios os ha mandado. Y además de esto, roció también con la sangre el
tabernáculo y todos los vasos del ministerio. Y casi todo es purificado, según
la ley, con sangre; y sin derramamiento de sangre no se hace remisión. Fue,
pues, necesario que las figuras de las cosas celestiales fuesen purificadas
así; pero las cosas celestiales mismas, con mejores sacrificios que estos.
Porque no entró Cristo en el santuario hecho de mano, figura del verdadero,
sino en el cielo mismo para presentarse ahora por nosotros ante Dios; y no para
ofrecerse muchas veces, como entra el sumo sacerdote en el Lugar Santísimo cada
año con sangre ajena. De otra manera le hubiera sido necesario padecer muchas
veces desde el principio del mundo; pero ahora, en la consumación de los
siglos, se presentó una vez para siempre por el sacrificio de sí mismo para
quitar de en medio el pecado.
[227] Romanos 8:1-8. Ahora, pues, ninguna condenación hay para
los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino
conforme al Espíritu. (…) Porque los que son de la carne piensan en las cosas
de la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu. Porque
el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz.
Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se
sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden; y los que viven según la carne no
pueden agradar a Dios.
[228] Biblia Plenitud. Editorial Caribe. Dinámica del Reino: La
oración y el desarrollo espiritual. Larry Lea.
[229] Éxodo 4:24-26.
[230] Éxodo 18:1-4. Oyó Jetro sacerdote de Madián, suegro de
Moisés, todas las cosas que Dios había hecho con Moisés, y con Israel su
pueblo, y cómo Jehová había sacado a Israel de Egipto. Y tomó Jetro suegro de
Moisés a Séfora la mujer de Moisés (…).
[231] Génesis 17:8.
[232] Éxodo 23:27. Yo enviaré mi terror delante de ti, y
consternaré a todo pueblo donde entres, y te daré la cerviz de todos tus
enemigos.
[233] Josué 2:9-11. Sé que Jehová os ha dado esta tierra; porque
el temor de vosotros ha caído sobre nosotros, y todos los moradores del país ya
han desmayado por causa de vosotros. Porque hemos oído que Jehová hizo secar
las aguas del Mar Rojo delante de vosotros cuando salisteis de Egipto, y lo que
habéis hecho a los dos reyes de los amorreos que estaban al otro lado del
Jordán, a Sehón y a Og, a los cuales habéis destruido. Oyendo esto, ha
desmayado nuestro corazón; ni ha quedado más aliento en hombre alguno por causa
de vosotros, porque Jehová vuestro Dios es Dios arriba en los cielos y abajo en
la tierra.
[234] Éxodo 5:2-3.
[235] Josué 5:5.
[236] Josué 5:6-7.
[237] Colosenses 2:11. En él también fuisteis circuncidados con
circuncisión no hecha a mano, al echar de vosotros el cuerpo pecaminoso carnal,
en la circuncisión de Cristo.
[238] Jeremías 4:4. Circuncidaos a Jehová, y quitad el prepucio
de vuestro corazón, varones de Judá y moradores de Jerusalén; no sea que mi ira
salga como fuego, y se encienda y no haya quien la apague, por la maldad de
vuestras obras.
[239] Filipenses 3:3.
[240] 1Corintios 7:19.
[241] 1Timoteo 3:4-5.
[242] Lamentaciones 2:18-19.
[243] Lamentaciones 2:20.
[244] Deuteronomio 10:20-22. A Jehová tu Dios temerás, a él solo
servirás, a él seguirás, y por su nombre jurarás. El es el objeto de tu
alabanza, y él es tu Dios, que ha hecho contigo estas cosas grandes y terribles
que tus ojos han visto. Con setenta personas descendieron tus padres a Egipto,
y ahora Jehová te ha hecho como las estrellas del cielo en multitud.
[245] Rut 4: 14 –15.
[246] Deuteronomio 28:4; Salmo 128:3
[247] Salmo 127: 5a.
[248] Salmo 88:12. Job 10:21.
[249] Deuteronomio 25: 5-10.
[250] 2 Samuel 18:18.
[251] 2 Corintios 12:14: “Porque no deben atesorar los hijos para
los padres, sino los padres para los hijos”.
[252] Silverstone Roger. Capítulo II: Televisión y Consumo,
Página 67.
[253] FAMILIA: therapeia
(qerapeiva, 2322), servicio, cuidado, atención. Se usa también en el sentido
colectivo de una familia.
[254] Óseas 12:4. En el comentario bíblico de Matthew Henry, dice este, con
referencia a “con su poder venció al ángel”, que el hebreo B℮onó (verso 3b)
significa propiamente “en su madurez” (mejor que con su fuerza), es decir,
cuando ya era un hombre hecho y derecho, en contraste con lo de “en el seno de
su madre” de la primera parte del versículo.
En
efecto, lo de “con su fuerza” no cuadra bien con lo que añade el versículo 4b
“luchó con un ser divino” (literalmente, luchó con Dios) en la presencia del
ángel, como aclara el verso 4. Comentario Bíblico de Mathew Henry. Traducido y
adaptado al castellano por Francisco Lacueva. Editorial CLIE.
[255] Óseas 12:3-4. En el seno materno tomó por el calcañar a su
hermano, y con su poder venció al ángel. Venció al ángel, y prevaleció; lloró,
y le rogó; en Bethel le halló, y allí habló con nosotros.
[256] Génesis 27.36. Y Esaú respondió: Bien llamaron su nombre
Jacob, pues ya me ha suplantado dos veces: se apoderó de mi primogenitura, y he
aquí ahora ha tomado mi bendición. Y
dijo: ¿No has guardado bendición para mí?
[257] Génesis 32:7-8. Entonces
Jacob tuvo gran temor, y se angustió; y distribuyó el pueblo que tenía consigo,
y las ovejas y las vacas y los camellos, en dos campamentos. Y dijo: Si viene
Esaú contra un campamento y lo ataca, el otro campamento escapará.
[258] Salmo 138:8.
[259] Óseas 12:4.
En el seno materno tomó por el calcañar a su hermano, y con su poder venció al
ángel. Venció al ángel, y prevaleció; lloró, y le rogó; en Bethel le halló, y
allí habló con nosotros.
[260] Génesis 32:24-27.
[262] Romanos 6:23.
[263] William Barclay: Profesor de Lenguas y Literatura del
Nuevo Testamento en la
Universidad de Glasgow, Escocia, y escribió numerosas obras,
incluyendo la serie “El Nuevo Testamento comentado por William Barclay”.
[264] Génesis 37:2. “Esta es la historia de la familia de Jacob:
José siendo de 17 años, apacentaba las ovejas con sus hermanos…”
[265] Génesis 37:26. “Entonces Judá dijo a sus hermanos: ¿Qué
provecho hay que matemos a nuestro hermano y encubramos su muerte? Venid y
vendámosle a los ismaelita, y no sea nuestra mano sobre él…”
[266] Génesis 38:1. “Aconteció en aquel tiempo, que Judá se
apartó de sus hermanos, y se fue a un varón aduladita que se llamaba Hira.”
[267] Génesis 41:46. “Era José de edad de treinta años cuando
fue presentado delante de Faraón rey de Egipto”.
[268] Génesis 42:3-4. 43:8 “Entonces Judá dijo a Israel su
padre: Envía al joven conmigo, y nos levantaremos e iremos, a fin de que
vivamos y no muramos nosotros, y tú, y nuestros niños”. Hijos de Judá nombrados
implícitamente en este pasaje, pero que en Génesis 46:12 se los nombra entre
los setenta que entraron con Jacob a Egipto: Sela, Fares y Zara; Er y Onán
murieron en la tierra de Canaán.
[269] Génesis 38:7.
[270] 1 Crónica 2:3.
[271] Deuteronomio 25.5-6. “Cuando hermanos habitaren juntos, y
muriere alguno de ellos, y no tuviere hijo, la mujer del muerto no se casará
con hombre extraño; su cuñado se llegará a ella, y la tomará por su mujer, y
hará con ella parentesco. Y el primogénito que ella diere a luz sucederá en el
nombre de su hermano muerto, para que el nombre de éste no sea borrado de
Israel”.
[274] Génesis 38:24-25.
[275] Génesis 38:25-30.
[276] Lucas: 14:25-33.
[277] 2 Corintios: 3:18.
[278] Deuteronomio 18:10-14.
[279] “El hogar ya no es solamente un lugar. Es una
localización. El hogar es ese lugar que permite y alienta diversas perspectivas
siempre variables, un lugar en el que uno descubre nuevas formas de ver la
realidad, las fronteras o las diferencias. Uno compara y acepta la dispersión y
la fragmentación como parte de las construcciones de un nuevo orden mundial que
muestra más plenamente dónde estamos, quienes podemos llegar a ser” Bell hokks,
1991 Pág. 149, citado en Massey, 1992, Pág. 15.
Tu
hogar debe mostrar a tus hijos quienes son en Cristo y quienes pueden llegar a
ser, en relación a su comunión personal con Jesús.
[280] Silverstone Roger. Capítulo II: Televisión y Consumo,
Página 55.
[281] Lucas 15:17-19. Y volviendo en sí, dijo: ¡Cuántos jornaleros
en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre! Me
levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y
contra ti. Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus
jornaleros.
[282] Lucas 15:29. Mas
él, respondiendo, dijo al padre: He aquí, tantos años te sirvo, no habiéndote
desobedecido jamás, y nunca me has dado ni un cabrito para gozarme con mis
amigos.
[283] Lucas 15:13 No muchos días después, juntándolo todo el
hijo menor, se fue lejos a una provincia apartada; y allí desperdició sus
bienes viviendo perdidamente.
[284] Lucas 15:32. Mas
era necesario hacer fiesta y regocijarnos, porque este tu hermano era muerto, y
ha revivido; se había perdido, y es hallado.
[285] Como olvidarnos de nuestro hogar: “Junto a los ríos de Babilonia, Allí nos sentábamos, y aun llorábamos,
Acordándonos de Sión. Sobre los sauces en medio de ella Colgamos nuestras
arpas. Y los que nos habían llevado cautivos nos pedían que cantásemos, Y los
que nos habían desolado nos pedían alegría, diciendo:
Cantadnos algunos de los cánticos de Sión.
¿Cómo cantaremos cántico de Jehová en tierra de extraños?
Si me olvidare de ti, oh Jerusalén, Pierda mi
diestra su destreza. Mi lengua se pegue a mi paladar, Si de ti no me acordare;
Si no enalteciere a Jerusalén Como preferente asunto de mi alegría” Salmos
137:1- 6
[286] “La importancia del hogar procede de su capacidad de
proporcionar un espacio de acción e interacción en el cual una persona puede
desarrollar, conservar y cambiar su propia identidad (…) El hogar es un abrigo
para las personas y los objetos que definen al “yo”; de ahí que, para la mayor
parte de la gente, constituya un ambiente simbólico indispensable” Czikszentmihalyi
y Rochberg Halton (1981, Pág. 144)
[287] San Juan
1:43-51.
[288] Mateo 7:15-20.
[289] Tito 3:4-5. “Pero cuando se manifestó la bondad de Dios
nuestro Salvador, y su amor para con los hombres, nos salvo, no por obras de
justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento
de la regeneración, y de la renovación del Espíritu Santo”.
[290] 1 Pedro 2:21-23. Pues para esto fuisteis llamados; porque
también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus
pisadas; el cual no hizo pecado, ni se halló engaño en su boca; quien cuando le
maldecían, no respondía con maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino
encomendaba la causa al que juzga justamente.
[291] 1Corintios 2:10-16. Pero Dios nos las reveló a nosotros
por el Espíritu; (…) En cambio el espiritual juzga todas las cosas; pero él no
es juzgado de nadie. Porque ¿quién conoció la mente del Señor? ¿Quién le instruirá? Más nosotros tenemos la mente de Cristo.
[292] Lucas 10:27. Amarás al Señor tu Dios con todo (…), y con
toda tu mente (…).
[293] Hebreos 10:16. Este
es el pacto que haré con ellos después de aquellos días, dice el Señor: Pondré
mis leyes en sus corazones, Y en sus mentes las escribiré.
[294] Tito 2:7. Presentándote tú en todo como ejemplo de buenas
obras; en la enseñanza mostrando integridad, seriedad, palabra sana e
irreprochable, de modo que el adversario se avergüence, y no tenga nada malo
que decir de vosotros.
[295] Génesis 33: 12- 15.
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