ABIGAIL, RESTAURADORA DE VISIÓN


ABIGAIL, RESTAURADORA DE VISIÓN




Es necesario leer muy detenidamente esta historia que se encuentra en 1 Samuel 25. 

Si observamos las circunstancias presentes y las personas, nos vamos a dar cuenta que no son tan lejanos a nuestro cotidiano vivir. Seguramente vamos a encontrar reflejado tanto a David como a Nabal y Abigail en nosotros como en otras personas que se involucren en situaciones similares.

Sus reacciones, actitudes, decisiones y visiones van a determinar sobre diferentes consecuencias en el futuro. No olvidemos que las decisiones de hoy construyen el mañana. Todo lo que hoy hagamos tendrán en definitiva consecuencia positivas o negativas, de la misma manera que muchas de las situaciones actuales son resultados de decisiones pasadas.

Primeramente observemos los escenarios presentes en la historia bíblica, porque ellos determinaran tanto el tiempo como el espacio en que se sitúe David. Él es el centro del relato bíblico como eres tú el centro del mensaje en este momento. La vida de Nabal y Abigail, como las de todos los de su casa, giran alrededor del elegido de Dios. Cruzarse en su camino cambiará radicalmente su futuro.

No hay manera que Jesús pase por tu vida sin impactar el centro de tu universo. No puedes tener un encuentro con Cristo sin que cambie tu vida. Si hoy buscas su presencia en una relación personal con él, te aseguro que no volverás a ser el mismo otra vez. Todos los que se cruzaron en su camino, o Jesús se cruzó en el de ellos, no volvieron a ser las mismas personas. Ni el ciego Bartimeo, ni los leprosos, ni la viuda de Naín, ni Lázaro o Pedro o Pablo o vos y yo, ninguno somos los mismos si obtenemos solamente una mirada de Cristo; bástate reflejarte en sus ojos y todo cambia.

Cambian tus pensamientos; porque tus anhelos, deseos, expectativas y visión de la vida se transforman a la imagen de la voluntad de Dios. Vemos el mañana de acuerdo a sus promesas; y esperamos en lo que Dios hará en y con nosotros.

Las circunstancias son variables. Esa variabilidad puede modificar nuestra visión. Quien logra mantener estables sus emociones, pensamientos, creencias y, sobre todo, fe en lo que Dios prometió hacer con nosotros, seguramente logrará mantener una comunión con el Espíritu Santo que le dará visión sobre el presente y futuro, y sus consecuencias.

Los contextos históricos y sus situaciones particulares provocaron que David tomé algunas decisiones. Primeramente, el saber que más allá de las promesas de Saúl en el capítulo anterior, éste aún lo perseguiría. Además, Samuel falleció y todo el pueblo lloró su muerte. Quien tuvo la visión de ungirlo por rey en lugar de Saúl ya no estaba; él era su amigo y fiel aliado. Ante estos escenarios, David decidió ir a habitar al desierto de Parán.




“Y en Maón había un hombre que tenía su hacienda en Carmel, el cual era muy rico, y tenía tres mil ovejas y mil cabras. Y aconteció que estaba esquilando sus ovejas en Carmel. Y aquel varón se llamaba Nabal, y su mujer, Abigail. Era aquella mujer de buen entendimiento y de hermosa apariencia, pero el hombre era duro y de malas obras; y era del linaje de Caleb. Y oyó David en el desierto que Nabal esquilaba sus ovejas. Entonces envió David diez jóvenes y les dijo: Subid a Carmel e id a Nabal, y saludadle en mi nombre, y decidle así: Sea paz a ti, y paz a tu familia, y paz a todo cuanto tienes. He sabido que tienes esquiladores. Ahora, tus pastores han estado con nosotros; no les tratamos mal, ni les faltó nada en todo el tiempo que han estado en Carmel. Pregunta a tus criados, y ellos te lo dirán. Hallen, por tanto, estos jóvenes gracia en tus ojos, porque hemos venido en buen día; te ruego que des lo que tuvieres a mano a tus siervos, y a tu hijo David.

Cuando llegaron los jóvenes enviados por David, dijeron a Nabal todas estas palabras en nombre de David, y callaron. Y Nabal respondió a los jóvenes enviados por David, y dijo: ¿Quién es David, y quién es el hijo de Isaí? Muchos siervos hay hoy que huyen de sus señores. ¿He de tomar yo ahora mi pan, mi agua, y la carne que he preparado para mis esquiladores, y darla a hombres que no sé de dónde son? Y los jóvenes que había enviado David se volvieron por su camino, y vinieron y dijeron a David todas estas palabras. Entonces David dijo a sus hombres: Cíñase cada uno su espada. Y se ciñó cada uno su espada y también David se ciñó su espada; y subieron tras David como cuatrocientos hombres, y dejaron doscientos con el bagaje.

Lo que vamos a analizar a continuación es el carácter y las decisiones que toman ante este impensado intercambio de opiniones, primeramente, los dos hombres de esta historia: David y Nabal.

Nabal: Era muy rico, duro y de malas obras; y era del linaje de Caleb. Un criado dice que él es un hombre tan perverso, que no hay quien pueda hablarle. Y su mujer aconseja a David diciendo: No haga caso ahora mi señor de ese hombre perverso, de Nabal; porque conforme a su nombre, así es. Él se llama Nabal, y la insensatez está con él.

Me gusta mucho las palabras del Apóstol Pablo cuando dice: cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, juzgaba como niño; mas cuando ya fui hombre, deje lo que era de niño. Ahora vemos por espejo, oscuramente; mas entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte; pero entonces conoceré como fui conocido. En relación, oigamos lo que dicen lo demás de nosotros; estoy seguro que la manera de conocerse de Nabal a si mismo no era lo mismo que pensaban lo que lo conocían mas íntimamente. No seamos niños en nuestra manera de pensarnos.

Sin lugar a dudas, Nabal es el hombre que representa a la insensatez. El hombre insensato es aquel que edifica su casa sobre la arena. Y descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y dieron con ímpetu contra aquella casa; y cayó  y fue grande su ruina.[1] Cristo está puesto como cimiento y toda otra cosa fuera de Jesús es arena. Algunos construyen sus esperanzas en la prosperidad de este mundo; otros, en una profesión externa de religión. Sobre esto confían, pero esas son toda arena, demasiado débiles para soportar una esperanza tan grande como es la Salvación eterna.

Hay una tormenta que viene y probará la obra de todo hombre. Cuando Dios quita el alma, ¿Dónde está la esperanza del necio, de aquel que dice en su corazón: No hay Dios? La casa del insensato se derrumbó en la tormenta, cuando más la necesitaba, y esperaba que le fuera un refugio. Se cayó cuando era demasiado tarde para edificar otra. El Señor nos haga constructores sabios para la eternidad. Observemos la necedad de Nabal.

La primera insensatez es no preguntar ni saber escuchar; es no hacer caso al consejo divino de que donde no hay dirección sabia, caerá el pueblo; mas en la multitud de consejeros está la seguridad.[2] Esta insensatez está relacionada en todo el relato con la perversidad. David le dice que pregunte a sus criados, pero estos dicen que a él no hay quien pueda hablarle. Aún su esposa actúa sin contarle los graves problemas en que se encontraban ni pedirle autorización, como correspondería en este contexto cultural e histórico. La insensatez nos hace perder el respeto de los demás.

Aquellos hombres han sido muy buenos con nosotros, y nunca nos trataron mal, ni nos faltó nada en todo el tiempo que anduvimos con ellos, cuando estábamos en el campo. Muro fueron para nosotros de día y de noche, todos los días que hemos estado con ellos apacentando las ovejas. Ahora, pues, reflexiona y ve lo que has de hacer, porque el mal está ya resuelto contra nuestro amo y contra toda su casa; pues él es un hombre tan perverso, que no hay quien pueda hablarle; dijeron los criados a Abigail. En caso de no haber conocido a David o ignorar lo que éste hizo por sus bienes en el desierto, cosa poco probable, el solo hecho de preguntar le hubiera proporcionado la seguridad que ahora peligraba.

Hay un conocimiento de carácter  que los que nos rodean van percibiendo, y los hace tomar una posición en diferentes circunstancias, que no sucede de un momento para otro. Los demás van captando nuestra dureza en cada una de nuestras aptitudes. Atento a esto. Cuando las personas encuentran  en nosotros receptibilidad tanto para recibir como para dar consejos, entonces, siempre vendrán a nosotros, de lo contrario, puede que no.

En este caso, el criado prefiere recurrir a la mujer de Nabal porque tiene un pedido muy necesario que Abigail podía aportar en esta situación tan difícil que Nabal, o la insensatez, no lo posee: Saber reflexionar; y de este manera actuar en consecuencia. La insensatez no nos permite ver que ya no vienen a nosotros. Con el tiempo nos damos cuenta que nuestros hijos prefieren ir a la madre o al padre, al vecino, al amigo o el pariente, y no a nosotros. Escuchemos. La mirada atenta es negarnos a nosotros mismos; hacer contacto visual y saber decir con el corazón: Acá estoy, no importa lo difícil que sea la situación, estoy aquí para escucharte y tratar de reflexionar y ayudarte.

Otra insensatez es dar poco valor a las personas sobre las cuales el aceite de la unción ha sido derramado. Tener en poca estima a los siervos de Dios es menospreciar al Dios que los escogió. No te han desechado a ti, sino a mi me desecharon,[3] le dijo el Señor a Samuel cuando le pidieron un rey. Entonces, nadie te desechará sin hacerlo directamente a Cristo, porque él vive en ti, y te eligió ungiéndote con su Espíritu Santo para servirle.

Nabal tiene en poco a David actuando como si no lo conociera, quien era muy conocido tanto por Israel como por sus enemigos. Ninguna de las proezas del escogido de Dios pasó desapercibida, desde su victoria sobre Goliat hasta sus salidas y regreso al frente de los escuadrones de Israel, trayéndolos en victoria de las guerras.

La persecución que Saúl realizaba sobre su persona tampoco era oculta. Irónicamente menosprecia a David tratándolo como un criado que huye de su amo, por ese motivo dice: ¿Quién es David, y quién es el hijo de Isaí? Muchos siervos hay hoy que huyen de sus señores. También menosprecia a todos los seguidores que acompañaban a David diciendo: ¿He de tomar yo ahora mi pan, mi agua, y la carne que he preparado para mis esquiladores, y darla a hombres que no sé de dónde son? Los hombres que acompañaban al dulce cantor de Israel no eran muy sumisos de carácter, por lo tanto, no debe haber colaborado esta provocación.

Una insensatez lleva a otra. Ahora manifiesta su poca visión sobre el futuro. No avizora nada en el horizonte de David porque no cree en Dios; ni siquiera tiene en cuenta las promesas futuras que aun Saúl llega a reconocer versos anteriores. Esto se debe a que Nabal vive el hoy disfrutando de sus riquezas sin pensar en lo espiritual. No es una persona de fe aunque sea descendiente de Caleb.

Isaí, el padre de David, tampoco creyó que David pudiera ser el escogido de Dios. Tengamos cuidado de que nuestra necedad nos haga desechar simplemente porque no podemos ver como el Señor ve. No olvides, Dios mira la profundidad del hombre; por cortar lo que creemos que es cizaña podemos estar cortando el buen trigo que sembró el Padre Celestial.

¡Bástate saber que Dios te miró! Cristo escogió lo que no es, para deshacer lo que es, a fin de que nadie se jacte en su presencia.

El final de esta clase de insensatez es una sola: Y Abigail volvió a Nabal, y he aquí que él tenía banquete en su casa como banquete de rey; y el corazón de Nabal estaba alegre, y estaba completamente ebrio, por lo cual ella no le declaró cosa alguna hasta el día siguiente. Pero por la mañana, cuando ya a Nabal se le habían pasado los efectos del vino, le refirió su mujer estas cosas; y desmayó su corazón en él, y se quedó como una piedra. Y diez días después, Jehová hirió a Nabal, y murió.

Si alguien termina su vida como una piedra no es casualidad. Construimos nuestro futuro. Fue una persona dura toda su vida y así terminó. Dios tiene la capacidad de cambiar el corazón de piedra por uno de carne. Solo debemos dejar que lo haga.


Ahora observemos a David.
Pienso que una de las razones que alentó a David a pedir provisiones a Nabal es que era descendiente de Caleb, quien en tiempo de Moisés fue el delegado de la tribu de Judá en el reconocimiento de la Tierra prometida. Judá era su  tribu; no le pedía a cualquiera sino a quien creía cercano por el linaje. Además, un pacto con los calebitas era muy ventajoso para David, ya que esto le permitiría extender su liderazgo a otro de los grupos que poblaban las montañas de Judá. De hecho, él será consagrado rey en Hebrón, la ciudad más importante en el área ocupada por la tribu de Caleb.

A veces cometemos el error de creer que los demás actuaran de la misma manera en que lo haríamos nosotros en diferentes circunstancias. Saúl reconoció que David actuó diferente cuando Dios lo puso en sus manos. En el capítulo anterior, David tuvo a su merced a Saúl y le perdonó la vida. Al hacerlo saber, Saúl dijo: Más justo eres tú que yo, que me has pagado con bien, habiéndote yo pagado con mal. Tú has mostrado hoy que has hecho conmigo bien; pues no me has dado muerte, habiéndome entregado Jehová en tu mano.[4]

Creer que los demás piensan y actúan como nosotros puede traernos muchas desilusiones, aunque estos comparta nuestra misma fe. David había hecho bien a Nabal y esperaba que éste actué de igual manera con él. No sucedió así. Debemos entender que todos somos diferentes; actuamos y juzgamos de manera diferente. Aceptar al otro no significa aprobar sus decisiones; simplemente darnos cuenta que no piensa igual, y por lo tanto no actúa de igual manera que lo hubiéramos hecho nosotros. Creer en Dios es saber que es un Dios que juzga rectamente sobre los hombres. David lo entiende al final de esta historia al ver la justicia del Señor sobre su causa, en este momento fue arrastrado por la necedad de Nabal a otra versión de ésta que es la justicia y venganza propia.

Perdió visión del mal. Esta es la necedad que nos hace ignorar que nada bueno sacaremos de lo malo, aunque en el nombre de Dios lo hagamos. Abigail es muy clara al referirle las consecuencias que evitaría si no actuaba impulsado por su propia justicia: no tendrás motivo de pena ni remordimientos por haber derramado sangre sin causa, o por haberte vengado por ti mismo. Guárdese, pues, mi señor.

Si perdemos visión de lo que está bien y mal delante del Señor, entonces perderemos la capacidad de agradar a Dios. Sabemos que sin fe es imposible agradarle; guardarnos de hacer mal es guardar su consejo, tanto en lo ordenativo como en sus promesas.

El Apóstol Pablo dice que él era, en cuanto a la justicia que es en la ley, irreprensible. Pero ahora que lo perdió todo en lo que confiaba según la carne y ganó a Cristo, solo desea  ser hallado en él,  no teniendo su propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe.[5]

David confió en esa justicia del Dios santo, justo y perfecto que puso a Saúl a su merced cuando dejo todo juicio en su mano. Ahora se olvidó de esa justicia basada en lo que no se ve pero con convicción en lo que se espera, para ordenar a sus hombres tomar sus espadas y él empuñar la propia.
Nosotros tenemos como mandamiento buscar el Reino de Dios y su justicia. La justicia de Dios se revela plenamente en Jesucristo porque ahora, sin la ley, se ha manifestado la justicia de Dios, atestiguada por la ley y los profetas; justicia de Dios mediante la fe en Jesucristo, para todos los creyentes, sin distinción alguna[6]. En Jesucristo, Dios ofrece al hombre la justicia, o sea, la salvación.

Por consiguiente, la justicia de Dios es la salvación divina ya presente en la existencia del cristianismo, aunque en esperanza todavía, y que se cumplirá solamente al final. Dios da y manifiesta su justicia entre los hombres que creen. El que no cree no se somete a la justicia divina: Pues no reconociendo la justicia de Dios y buscando establecer la justicia propia, no se sometieron a la justicia de Dios.[7]

Nosotros, como cuerpo de Cristo y como esposa suya, debemos vivir nuevas estructuras de relaciones entre los cristianos y de éstos con el resto de la humanidad, en una fisonomía de comunidad cristiana en la que reina la justicia dada por Dios, según lo enseñado por su Espíritu Santo: El amor sea sin fingimiento. Aborreced lo malo, seguid lo bueno. Amaos los unos a los otros con amor fraternal; en cuanto a honra, prefiriéndoos los unos a los otros. En lo que requiere diligencia, no perezosos; fervientes en espíritu, sirviendo al Señor; gozosos en la esperanza; sufridos en la tribulación; constantes en la oración; compartiendo para las necesidades de los santos; practicando la hospitalidad.

Bendecid a los que os persiguen; bendecid, y no maldigáis. Gozaos con los que se gozan;  llorad con los que lloran. Unánimes entre vosotros; no altivos, sino asociándoos con los humildes. No seáis sabios en vuestra propia opinión. No paguéis a nadie mal por mal;  procurad lo bueno delante de todos los hombres. Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres. No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor. Así que, si tu enemigo tuviere hambre, dale de comer; si tuviere sed, dale de beber; pues haciendo esto, ascuas de fuego amontonarás sobre su cabeza. No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal.[8]

Nuestro compromiso fundamental consiste en no conformarnos a este mundo, a sus estructuras e ideologías, sino discernir la voluntad de Dios, es decir, qué es lo bueno. Al obrar así vivimos realmente no ya en la carne, o sea, de forma egoísta e injusta, sino en el Espíritu. La justicia es fruto del Espíritu presente en el hombre y se expresa en amor, paz, gozo, longanimidad, bondad, benevolencia, confianza, mansedumbre, dominio de sí mismo. Tanto a nivel individual como en cuanto a comunidad cristiana en el mundo.

Si perdemos de vista la justicia de Dios y queremos establecer la nuestra propia, entonces también perderemos visión sobre las promesas del Padre y, por ende, sobre nuestro futuro. Esto es lo que le pasó a David. Sin la intervención divina quizás nunca se hubiera dado cuenta, pero la misericordia de Dios se manifestó de una manera especial utilizando a Abigail como la portadora de esa gracia.

Hay algo en la vida de David que siempre me impresionó y es que no fue una persona sin errores, pero cada error que cometió permitió hacer resplandecer la misericordia del Padre. Cuando abunda el pecado sobreabunda la gracia, dice el Apóstol Pablo. Pero esa gracia solo sobreabunda cuando hay arrepentimiento. David descubrió ese secreto.

El arrepentimiento significa volverse, cambiar. Se refiere a volverse del camino del pecado. Somos llamados por Dios para abandonar el pecado. De hecho, Dios manda a todos los hombres en todas partes que se arrepientan de sus pecados. La paciencia de Dios nos lleva al arrepentimiento como también su misericordia. Hay arrepentimiento verdadero y falso, dependiendo de la motivación del corazón: La tristeza que es según Dios produce arrepentimiento para salvación, del cual no hay que arrepentirse; pero la tristeza del mundo produce muerte.[9]

El Apóstol Pablo, disertando en Antioquía de Pisidia, dice que Dios levantó por rey a David, de quien dio también testimonio diciendo: --He hallado a David hijo de Isaí, varón conforme a mi corazón, quién hará todo lo que quiero--.  El Señor está mirando el futuro y no el pasado ni el presente. --David hará todo lo que quiero--, dice Dios. Por supuesto, nosotros podemos saber lo que hizo David en el futuro porque conocemos la historia bíblica. Podemos recordarlo como un hombre pecador; cometió adulterio; mató a otros; mintió; traicionó a su nación; ejecutó varios errores de juicio; no fue un perfecto administrador, y finalmente, ni siquiera pudo atender adecuadamente su hogar. ¡Éste es el hombre que haría todo lo que quiere el Señor!

El verdadero arrepentimiento siempre nos regresará a su presencia. Después de cada error siempre debe haber un volvernos sincero. Aprenderemos de nuestros propios traspiés. Escucharemos a nuestros críticos como a nuestros enemigos. Pero, por sobre todas las cosas, prestaremos atención y oiremos a sus profetas. Esto es lo que hizo David, lo que Dios esperaba de él, y espera de nosotros. El dulce cantor de Israel conocía el secreto de lo que Dios espera de un corazón conforme al suyo: --Al corazón contristo y humillado no despreciarás tú, oh Dios--.

El arrepentimiento de David siempre fue sincero. Este fue el camino que permitió a Abigail hacerlo entrar en razón, para que de esta manera pueda recuperar la visión de la justicia de Dios y ver cuanto afectaba esta decisión equivocada el propósito de Dios con su vida. 





Pero uno de los criados dio aviso a Abigail mujer de Nabal, diciendo: He aquí David envió mensajeros del desierto que saludasen a nuestro amo, y él los ha zaherido. Y aquellos hombres han sido muy buenos con nosotros, y nunca nos trataron mal, ni nos faltó nada en todo el tiempo que anduvimos con ellos, cuando estábamos en el campo. Muro fueron para nosotros de día y de noche, todos los días que hemos estado con ellos apacentando las ovejas. Ahora, pues, reflexiona y ve lo que has de hacer, porque el mal está ya resuelto contra nuestro amo y contra toda su casa; pues él es un hombre tan perverso, que no hay quien pueda hablarle.

El criado que le comunica a Abigail sobre los acontecimientos que sucedieron conoce muy bien a todos los integrantes de la casa, debió ser una persona de mucha confianza como para hablar con Abigail de Nabal en los términos que lo hace. Además, sabe que ella desconoce lo sucedido y que no hay otra persona con las capacidades necesarias para actuar en cuestión, es decir, marca el contraste entre la necedad y el buen entendimiento, y esto es la reflexión.

La reflexión requiere pensar sobre el particular detenidamente y con cuidado. A veces los tiempos apremian y el accionar debe ser rápido. Entonces Abigail tomó luego doscientos panes, dos cueros de vino, cinco ovejas guisadas, cinco medidas de grano tostado, cien racimos de uvas pasas, y doscientos panes de higos secos, y lo cargó todo en asnos. Y dijo a sus criados: Id delante de mí, y yo os seguiré luego; y nada declaró a su marido Nabal. Y montando un asno, descendió por una parte secreta del monte; y he aquí David y sus hombres venían frente a ella, y ella les salió al encuentro. Y David había dicho: Ciertamente en vano he guardado todo lo que éste tiene en el desierto, sin que nada le haya faltado de todo cuanto es suyo; y él me ha vuelto mal por bien. Así haga Dios a los enemigos de David y aun les añada, que de aquí a mañana, de todo lo que fuere suyo no he de dejar con vida ni un varón.

Y cuando Abigail vio a David, se bajó prontamente del asno, y postrándose sobre su rostro delante de David, se inclinó a tierra; y se echó a sus pies, y dijo:

A partir de este momento analizaremos el resultado de su reflexión que se manifiesta en sus palabras porque Abigail es el instrumento de Dios para la recuperación de lo perdido. Así como hacemos nosotros al tener inconvenientes con el sistema de la computadora y nos vemos con la necesidad de restaurarlo a un punto guardado de restauración. Así, David debía ser restaurado en sus pensamientos al punto anterior de su encuentro con Nabal, aunque no haya sido físico sino a través de mensajeros, la necedad de Nabal se pegó a David haciéndolo actuar de una manera alejada de Dios.

Recuperar la visión es el punto de restauración sobre el cual Dios usa su instrumento, en este caso Abigail, en el tuyo no lo sé. Creo que es necesario detenerse y reflexionar cuidadosamente. Dios te promete: Yo te restaurare el doble. No te preocupes por los puntos de restauración porque el Señor lo sabe, solamente mira delante de ti y veras los instrumentos usados por su Espíritu para tal fin. El arrepentimiento sincero hará el resto.

Primeramente, Abigail ocupa el lugar de intercesora, se hace cargo del pecado. Señor mío, sobre mí sea el pecado; mas te ruego que permitas que tu sierva hable a tus oídos, y escucha las palabras de tu sierva.

Interceder es la acción de uno que busca el bien de otro, interviniendo en su favor, para conseguirle un beneficio, perdón, etc. Hay muchos casos de intercesión en las Escrituras, y se puede señalar en el Antiguo Testamento la intercesión de Abraham ante Dios por Sodoma; las múltiples intercesiones de Moisés buscando el perdón de Dios hacia una nación rebelde y muchos otros ejemplos, como los de Samuel, Daniel, Esdras y Nehemías, orando por la bendición y restauración de su pueblo.

Abigail es símbolo de tú gran Intercesor, Cristo. La intercesión de Jesús ante Dios Padre en tu favor, mientras te hallas en tu estado presente, es para llevarte a ser como corresponde a la posición que te ha sido dada por el perdón justificador al hacerse cargo de tu pecado en la cruz, y también para levantarte por encima de tus pruebas, y conducirte como sacerdote a los goces y actividades correspondientes al santuario espiritual. El Espíritu Santo también intercede por ti, cuando no sabes como orar, él lo hace con gemidos indecibles.

También, Abigail es símbolo del Cristo restaurador de visiones, porque Jesús es el punto de restauración y, a la vez, el restaurador de tu visión.
Observemos, primeramente, la restauración de una visión clara de la realidad: No haga caso ahora mi señor de ese hombre perverso, de Nabal; porque conforme a su nombre, así es. Él se llama Nabal, y la insensatez está con él; mas yo tu sierva no vi a los jóvenes que tú enviaste.

Tener una visión clara de la realidad es separar la luz de las tiniebla; entonces podemos ver. Lo blanco es blanco, lo negro es negro. Abigail nunca negó como era su esposo realmente. La mayoría de nosotros tenemos una idea de la realidad. Pero para poder continuar, veamos su definición. La realidad es: aquello que existe, objetivamente, son todas tus experiencias, que determinan tu apreciación de las cosas; en otras palabras, es la totalidad de todas las cosas que contienen propiedad, existencia o esencia. La suma total de nuestras experiencias es lo que da forma a nuestra realidad.

Negar la realidad es enfrentar situaciones o conflictos negando su existencia. Se trata de un mecanismo instintivo de defensa ante lo desagradable. En la pareja negar la realidad puede servir para idealizar virtudes y minimizar defectos. Los celos se ven como pasión, la obstinación como agudo sentido moral, ocultar algo puede ser un simple error de cálculo. Los que niegan suelen vivir más tiempo junto y admitir tropiezos, confusiones o errores. La admisión pasiva lleva al autoengaño. Lo que rompe la negación es una crisis.

El conflicto entre David y Nabal fue la crisis que ayudó a Abigail a hablar con una visión clara de la realidad, que además ayudó a David a recuperar su propia visión. 

Ahora pues, señor mío, vive Jehová, y vive tu alma, que Jehová te ha impedido el venir a derramar sangre y vengarte por tu propia mano. Sean, pues, como Nabal tus enemigos, y todos los que procuran mal contra mi señor. Y ahora este presente que tu sierva ha traído a mi señor, sea dado a los hombres que siguen a mi señor.

Dios impidió que David cometa el error que se propuso llevado por sus pasiones vengativas. El Reino de Dios transforma nuestra realidad. Nuestras acciones revelan el fundamento invisible que conforma nuestras creencias. La realidad que estamos viviendo, es la manifestación de aquello que creemos, y de aquellos en quienes creemos.

Jesús hizo de las Escrituras su propia realidad; siempre buscó las promesas de Dios en las Escrituras, y se las apropió por medio de creerlas. De esta manera, su alma poseía la mente de Dios. Nosotros tenemos la mente de Cristo, por lo tanto, la fe es la sustancia de nuestra realidad. Lo que él prometió es lo real. No lo que yo siento, ni lo que pienso, ni lo que me muestran mis ojos. Lo invisible es más real que lo visible. Esto significa que sus promesas para nosotros, no están basadas en especulación, ni en suposición, sino en lo que Dios pensó para y sobre nosotros. Necesitamos volver a llenar nuestra realidad con su palabra; ella debe ser el fundamento de nuestra creencia.

Abigail apartó los ojos de David de Nabal y los ubicó espiritualmente en el Señor que lo llamó. Mediante su razonamiento iluminó la visión oscurecida del mañana con la luz de lo que Dios hará.

Y yo te ruego que perdones a tu sierva esta ofensa; pues Jehová de cierto hará casa estable a mi señor, por cuanto mi señor pelea las batallas de Jehová, y mal no se ha hallado en ti en tus días. Aunque alguien se haya levantado para perseguirte y atentar contra tu vida, con todo, la vida de mi señor será ligada en el haz de los que viven delante de Jehová tu Dios, y él arrojará la vida de tus enemigos como de en medio de la palma de una honda. Y acontecerá que cuando Jehová haga con mi señor conforme a todo el bien que ha hablado de ti, y te establezca por príncipe sobre Israel, entonces, señor mío, no tendrás motivo de pena ni remordimientos por haber derramado sangre sin causa, o por haberte vengado por ti mismo. Guárdese, pues, mi señor, y cuando Jehová haga bien a mi señor, acuérdate de tu sierva.

Abigail comienza a hablar con fe. Así como la necedad se contagia; así también la fe. La fe viene por el oír, y el oír por la palabra de Dios. Cuando Jehová haga, cuando Jehová haga, repite una y otra vez restaurando la visión de David sobre las promesas del Señor.

David demuestra una vez más que es un barro dispuesto en la mano de su hacedor. Reconoce el hacer de Dios a través de Abigail y  dice a Abigail:

Bendito sea Jehová Dios de Israel, que te envió para que hoy me encontrases. Y bendito sea tu razonamiento, y bendita tú, que me has estorbado hoy de ir a derramar sangre, y a vengarme por mi propia mano. Porque vive Jehová Dios de Israel que me ha defendido de hacerte mal, que si no te hubieras dado prisa en venir a mi encuentro, de aquí a mañana no le hubiera quedado con vida a Nabal ni un varón. Y recibió David de su mano lo que le había traído, y le dijo: Sube en paz a tu casa, y mira que he oído tu voz, y te he tenido respeto.

Cuídate en santidad esperando ese día porque sin duda Dios hará, por cuanto tú tienes por primer propósito pelear las batallas de Dios; agradarle no es una opción sino un objetivo. Aunque alguien se levante para perseguirte y atentar contra tu visión, con todo, tu vida está ligada en el haz de los que viven delante del Señor, y él te dará la victoria conseguida para ti en la cruz del calvario.

Y Abigail volvió a Nabal, y he aquí que él tenía banquete en su casa como banquete de rey; y el corazón de Nabal estaba alegre, y estaba completamente ebrio, por lo cual ella no le declaró cosa alguna hasta el día siguiente. Pero por la mañana, cuando ya a Nabal se le habían pasado los efectos del vino, le refirió su mujer estas cosas; y desmayó su corazón en él, y se quedó como una piedra. Y diez días después, Jehová hirió a Nabal, y murió.

Luego que David oyó que Nabal había muerto, dijo: Bendito sea Jehová,  que juzgó la causa de mi afrenta recibida de mano de Nabal, y ha preservado del mal a su siervo; y Jehová ha vuelto la maldad de Nabal sobre su propia cabeza. Después envió David a hablar con Abigail,  para tomarla por su mujer.

Y los siervos de David vinieron a Abigail en Carmel, y hablaron con ella, diciendo: David nos ha enviado a ti, para tomarte por su mujer. Y ella se levantó e inclinó su rostro a tierra, diciendo: He aquí tu sierva, que será una sierva para lavar los pies de los siervos de mi señor.  Y levantándose luego Abigail con cinco doncellas que le servían,  montó en un asno y siguió a los mensajeros de David,  y fue su mujer.

Abigail es símbolo de la iglesia, la novia del cordero, la amada de su Señor. La manera que ella tenía de ver el presente y el mañana es lo que Cristo espera de su pueblo. Un pueblo con clara visión del mal; con una mirada veraz de la realidad; y siempre creyendo en lo que el Señor hará. Todo basado en lo que dice su palabra, desde lo hecho hasta lo por venir en nosotros. No olvides: la fe es la sustancia de tu realidad.






[1] Mateo 7:26-27.
[2] Proverbios 11:14
[3] 1 Samuel 8:7
[4] 1Samuel 24:17-18. 
[5] Filipenses 3:6-9.
[6] Romanos 3:21-22.
[7] Romanos 10:3.
[8] Romanos 12:9-21. 
[9] 2 Corintios 7:10.
Predicado el 8 de abril del 2012.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Excelente, bendiciones

Unknown dijo...

Excelente reflexión, que el Señor te siga iluminando y dando mas escritos, Saludos desde LA rioja. Dios te bendiga poderosamente.

Unknown dijo...

Muy lindo estudio Dios los Bendiga mucho,