martes, 17 de febrero de 2015

HERMOSA HEREDAD

Él nos elegirá nuestras heredades;
La hermosura de Jacob,  al cual amó.
Salmo 47:4



La herencia es aquello que recibimos de nuestros mayores u otros que afectan directa o indirectamente nuestra vida. Herencia es lo que dejamos a los que afectaremos nosotros. Lo importante es que podemos decidir que será parte de nuestra herencia recibida y la que dejaremos a un lado. Podemos escoger que recibir y que dar.

Cuando niños recibíamos de nuestros progenitores nuestra herencia material, genética, psicológica y espiritual. No teníamos muchas opciones para resistirnos. Aun de nuestros antepasados recibimos sin poder brindar una oposición fuerte.

Hoy te invito a que desistas de escoger tu heredad. Te animo a que renuncies al hecho de que sean tus mayores lo que escojan por ti. Te desafío a que deseches de tu vida toda heredad recibida y dejes que sea Dios quien escoja tu herencia. Él sabe mejor que vos lo que es bueno para ti.

Qué bueno es decir: Jehová es la porción de mi herencia y de mi copa; tú sustentas mi suerte. Las cuerdas me cayeron en lugares deleitosos, y es hermosa la heredad que me ha tocado[1]. La herencia de Dios es bendita.

Por este motivo, no te preocupes tanto por tu heredad. Dale al Señor el privilegio de que escoga por ti, para que veas el bien de sus escogidos, para que te goces en la alegría de su nación, y te gloríes con su heredad.[2]

Di conmigo: No será el error ni los pecados de mis antepasados. No serán sus idolatrías ni sus supersticiones. Ni siquiera habrá ser espiritual que elija mi heredad. No dejaré a Satanás escoger lo mío. Solo tú, oh Dios, elegirás mis heredades; la hermosura de tu pueblo, y lo harás por amor.

Por amor a Cristo en el cual asimismo tengo herencia, habiendo sido predestinado conforme al propósito del que hace todas las cosas según el designio de su voluntad, a fin de que sea para alabanza de su gloria, nosotros los que primeramente esperábamos en Cristo. En él también tú, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de tu salvación, y habiendo creído en él, fuiste sellado con el Espíritu Santo de la promesa, que es las arras de tu herencia hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria.[3]

Señor Jesús, elige mis heredades; tú sabes que es lo mejor para mi.
Mis heredades son mi futuro. Son el mañana de mis hijos y los hijos de mis hijos, hasta mil generaciones. Elígelas cual Israel en el desierto; llévame como Abraham a la heredad de  tus deseos.
Las herencias pasadas las clavo en la cruz de mi Señor. Las expongo públicamente ante los poderes espirituales, y declaro: ¡Elige mis heredades, Señor de mis anhelos!

Leche y miel fluirá de mis adentros, cual tierra que se besa con el cielo. Soy tu herencia y tú proveedor de la mía, porque ¿A quién tengo yo en los cielos sino a ti? Y fuera de ti nada deseo en la tierra. Mi carne y mi corazón desfallecen; mas la roca de mi corazón y mi porción es Dios para siempre.[4]






[1] Salmo16:5-6.                                                                      
[2] Salmo106:5. 
[3] Efesios 1:11-14.
[4] Salmo 73:25.  

No hay comentarios: