martes, 10 de noviembre de 2015

SIENDO LIBRE DE TODOS, ME HE HECHO SIERVO DE TODOS

Por lo cual, siendo libre de todos, me he hecho siervo de todos.
 1 Corintios 9: 19


Este razonamiento del Apóstol Pablo tiene una lógica tan simple que espanta. Dice que para ser siervo de todos, tiene que ser libre de todos.

¿Qué quiere decir? Que si yo me hago siervo de una denominación, de una estructura, una religión o cúmulos de ideas que me quiten la libertad del Espíritu, jamás tendré libertad para ser siervo de cualquier otro hijo de Dios como es la voluntad del Padre.

Si me ato a cualquier estructura de pensamiento humano que no me permita obedecer libremente lo que Dios me pida por medio de su Espíritu, no podré ser, verdaderamente, siervo de Dios para con todas las personas.

Dios no hace acepción de personas. Los hombres, sí. Las estructuras religiosas hacen diferencias entre lo que piensan y lo que creen los demás en relación a lo propio. El juicio o prejuzgamiento de lo desaprobado por mi estructura no me permite la misericordia sobre el error ajeno. No se trata de la llamada tolerancia sin preservar la verdad de Dios, se trata de misericordia para servir a todos, dejando el juicio a Quien es el Juez de toda la tierra.

Cristo era libre para comer con comilones o pecadores, para relacionarse con prostitutas o publicanos; conversar con samaritanos o cualquiera sea su lugar de pertenencia. Era libre para poder morir y resucitar por todos. Por cuanto era libre, se hizo siervos de todos. Siervo de los leprosos, de los ricos, de los religiosos y de los traicioneros. No le importaba ni la condición física o espiritual de quien lo tocará. Su libertad era tan grande como su santidad.

Pienso. ¿Cuántas cadenas me atan de las cuales no soy consiente? ¿Cuántas estructuras mentales socavan mi fe para intentar que Dios no me use libremente?  ¿Cuántos de mis  prejuzgamientos hieren al Cuerpo de Cristo por creerme dueño y señor de la verdad? ¿Me hago llamar siervo de Dios y no soy libre para servir al otro?

Señor, hazme conocer cuánto privo a mis hermanos de ser libres por culpa de mi  apresamiento en mi amada estructura egocéntrica. Increíble, quienes tenían en su mano la libertad me hicieron esclavo de sus propios barrotes religiosos e intelectuales. ¿Y  yo? Teniendo en mis manos la Palabra que libera. Teniendo en mi corazón al Cristo que rompe las cadenas, ¿esclavizare a mis oyentes enseñándoles a obedecer a los hombres antes que a Dios? Líbrame Señor. Entrónate en mi corazón y dame tu mente.

Enséñanos a vivir libre de todos, para ser siervos de todos. Porque uno cree que se ha de comer de todo; otro, que es débil, come legumbres. El que come, no menosprecie al que no come; y el que no come, no juzgue al que come; porque Dios le ha recibido.
Uno hace diferencia entre día y día; otro juzga iguales todos los días. Cada uno esté plenamente convencido en su propia mente. El que hace caso del día, lo hace para el Señor; y el que no hace caso del día, para el Señor no lo hace. El que come, para el Señor come, y da gracias a Dios.
Porque ninguno de nosotros vive para sí, y ninguno muere para sí. Pues si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así, pues, sea que vivamos o que muramos, del Señor somos. [1]

La Verdad es una persona. El Camino es una persona. La Vida es una persona. Amemos la veracidad de Dios encarnada en esa persona; caminemos esa persona para llegar al Padre, y vivamos la vida de esa persona.

Jesús es esa persona y obedecerle nos hace libres de todos, y siervos de todos.




[1] Romanos 14: 2-8.

domingo, 3 de mayo de 2015

CINCO O SEIS GOLPES

cinco o seis golpes



Estaba Eliseo enfermo de la enfermedad de que murió. Y descendió a él Joás rey de Israel, y llorando delante de él, dijo: ¡Padre mío, padre mío, carro de Israel y su gente de a caballo! 
Y dijo Eliseo: Toma un arco y unas saetas. Tomó él entonces un arco y unas saetas. 
Y le dijo Eliseo al rey de Israel: Pon tu mano sobre el arco. Y puso él su mano sobre el arco. Entonces puso Eliseo sus manos sobre las manos del rey,  y dijo: Abre la ventana que da hacia el oriente. Y como él la abrió dijo Eliseo: Tira. Y tirando él, dijo Eliseo: Saeta de salvación de Jehová, saeta de salvación contra Siria; porque herirás a los sirios en Afec, hasta consumirlos. 
Y le volvió a decir: Toma las saetas. Y luego que el rey de Israel las hubo tomado, le dijo: Golpea la tierra. Y él la golpeó tres veces, y se detuvo. 
Entonces el varón de Dios, enojado contra él, le dijo: Al dar cinco o seis golpes, hubieras derrotado a Siria, hasta no quedar ninguno; pero ahora sólo tres veces derrotarás a Siria.
2 Reyes 13:14-19.

No tenemos una idea precisa de cuanto afectan nuestras decisiones, por más pequeña que parezcan, a nosotros mismo y a los demás. Pero lo más difícil es poder delinear esa línea espiritual que separa nuestro accionar propio con el propósito de Dios.

En esta historia bíblica el profeta Eliseo está a punto de morir y esto preocupa a un rey tan alejado de la voluntad de Dios como lo fue Joás. Siente el desamparo porque nunca aprendió a depender del Señor mediante una relación personal con él. Esta dependencia de otros para obtener la ayuda del Padre se refleja en toda esta historia.

Eliseo también percibe cuan frágil es la seguridad de su nación frente a sus enemigos. Entonces profetiza  la salvación que vendría de parte de Dios mediante el arco y las saetas. Esta profecía hablaba de una victoria total sobre Siria.

Hasta ese momento todo es perfecto, pero de pronto Dios necesita trazar esa línea invisible que puede separar o juntar nuestra voluntad con su propósito. Eliseo le pide que tome las saetas y golpeé la tierra. Y él la golpeó tres veces, y se detuvo. Entonces el varón de Dios, enojado contra él, le dijo: Al dar cinco o seis golpes, hubieras derrotado a Siria, hasta no quedar ninguno; pero ahora sólo tres veces derrotarás a Siria.

Podemos argumentar a favor del rey Joás que él no sabía cuantas veces golpear la tierra. También diremos que se le dijo golpea y él golpeó. Si supiéramos todo lo que Dios quiere con nosotros o lo que desea que hagamos, entonces no nos equivocaríamos jamás. Habló desde mi posición de nunca satisfecho y eterno buscador de su voluntad. Sin embargo, sabemos que su voluntad era una victoria total, y que la decisión de Joás priva del cumplimiento de esa profecía.

Meditemos en todo lo que el Señor nos prometió. Lo profético de su palabra se vuelca en todo nuestro ser desde el vientre de nuestra madre, desde que somos en este mundo mortal, sin embargo, en el pasado profético del Señor fuimos predestinado para que se cumpla en nosotros su diseño profético.

Para Dios todo lo que diseño para ti, ya es. Pero para que se materialice en nuestro presente mortal es necesario ese encuentro de tu voluntad con su propósito. Lo complicado es que no sabemos cuantas veces golpear la tierra. 

Tratando de aprender de los errores ajenos, diremos que Joás no tenía una relación personal con Dios. De seguro que si ahondamos en nuestra búsqueda de su persona nos adentraremos más en conocer su propósito y, por ende, juntaremos estos dos mundos de mi hacer y su hacer.

Joás era una persona que dependía mucho de los demás. Miremos como Eliseo pone sus manos sobre la del rey y la flecha sale recta a la victoria. Pero apenas el varón de Dios le suelta las manos ya no sabe cuanta veces golpear la tierra. Seguramente hubiera deseado que Eliseo también hubiera tomado su mano y lo hubiera guiado en los golpes. Con seguridad no se hubiera equivocado.

La dependencia exagerada de otros para buscar la voluntad de Dios puede no permitirnos ejercitarnos personalmente. La soledad es nuestra mayor aliada cuando nos impulsa a los brazos de su propósito. Si nos miman demasiado no dejándonos ser, o si nos acostumbramos a la mano de los experimentados sobre las nuestras, cuando nos toque golpear por nosotros mismo podemos detenernos antes de tiempo.

¿Qué llevó al rey a golpear tres veces y detenerse? Una respuesta puede ser su incredulidad. Dar el primer golpe y no ver resultado. Dar el segundo y no entender que gana con golpear la tierra. Golpear por tercera vez y no divisar a los sirios siendo derrotados en cada golpe puede impulsar al abandono.

Entonces, golpeemos sabiendo que nuestra perseverancia produce efectos. Golpeemos confiando en que no golpeamos al aire. Peguemos mirando con los ojos espirituales lo que no podemos ver con los ojos físicos. Miremos con visión profética. Con fe en Aquél que llama a las cosas que no son como si fueran. Como Abraham, viendo hijos en las arenas y en cada estrella del cielo.

También podemos creer que tanto estar sentado en el trono lo hizo perezoso al rey Joás. El ser negligente puede causar que me detenga antes de tiempo. Debo ejercitar mi espíritu para no ser ocioso, de esta manera no me detendré. Si no tengo ganas de leer su Palabra, entonces es cuando más debo leerla. Si no deseo orar debo esforzarme más allá de mis sentimientos. Solo este ejercicio espiritual me asegurará que no me pararé antes de lo que Dios desea.

El creer que ya sé lo suficiente o vivir de las glorias pasadas pueden provocar que me contente demasiado pronto, ignorando que Dios quiere mucho más conmigo. Pensar que tres golpes son suficientes logrará que nunca comprenda que con cinco o seis hubiera entrado en la buena, santa y perfecta voluntad de Dios.

Detenerme antes de lo que el Señor quiere puede causarme mucho dolor a mí y a otros.
Hazael, pues, rey de siria, afligió a Israel todo el tiempo de Joacaz.

Pararte cuando el Espíritu Santo avanza puede causarte aflicción, pero no solo a ti, también otros pueden sufrir. Joás se detuvo y todo Israel fue afligido. Son pequeñas decisiones que pueden afectar tu descendencia. Abre tus ojos y mira. Si no hubiera sido por la misericordia de Dios, di ahora, si no hubiera sido por la misericordia de Dios que nos miró a través de la sangre de Cristo y su pacto sempiterno, de seguro nos hubiera consumido el enemigo. Pero aquí estamos, tratando de eclipsar nuestros tiempos con los de Dios, y nuestra voluntad con la suya.

Y volvió Joás hijo de Joacaz y tomó de mano Ben-adad hijo de Hazael las ciudades que éste había tomado en guerra de mano de Joacaz su padre. Tres veces lo derrotó Joás, y restituyó las ciudades a  Israel.[1]

Vencer tres veces seguidas a los sirios y restituir las ciudades son una gran victoria. Pero nada ante lo que Dios quería hacer a favor de Israel. Eliseo profetizó una victoria total y no tres victorias pequeñas que a la postré terminen en cautiverio como sucedió con Samaria.

Entiende que cada vez que te detienes desperdicias grandes oportunidades para que el Nombre de Cristo se glorifique en ti. Nuestra diligencia y falta de celo tanto como nuestra incredulidad, niegan la gloria a Dios. El enemigo no duerme ni perecea. Entonces, no te detengas. Golpea y golpea, ¡hasta la victoria profética total!





[1] 2 Reyes 13:25.

sábado, 11 de abril de 2015

DIOS NO CAMBIA

En un mundo tan cambiante,
¡Que bueno es tener un DIOS INMUTABLE!

 "Porque yo Jehová no cambio; por esto, hijos de Jacob, no habéis sido consumidos." Malaquías 3:6



Saber que pueden cambiar los gobiernos y sus políticas. Pueden variar los estilos y las modas. Pueden mudar los ciclos de la naturaleza y sus consecuencias. Pueden cambiar mis amigos y conocidos en cuanto a mí. Puedo cambiar yo en mis principios y pensamientos. Pueden revolucionarse mis sentimientos y enloquecer mi razonamiento. Pero no cambiará el Dios al cual le rendí mi vida. No hay sombra de variación en el Cristo de mi redención, ni en la luz del Espíritu santo y su Palabra.

Todo cambia. Pero Él no cambia en Sus atributos. Dios es Dios desde y hasta la eternidad. Jesús es Santo desde siempre, y aunque se hizo carne, esto no nubló su deidad ni su humanidad. En carne fue totalmente hombre y, en cuanto a su divinidad, siempre fue y será totalmente Dios.

Aunque en la cruz se hizo pecado por nosotros pecadores, sin embargo en Él nunca hubo pecado porque su santidad es inmutable. Su justicia es eterna. Es mi Dios que no cambia ni ante el orgulloso pecado de los que le rechazan, porque su amor es por siempre. Y ante el hombre reo de muerte proveyó el Cordero de la expiación, para demostrar que aun ante el amor su Justicia es inquebrantable.

Es mi Dios inmutable en Sus promesas. Es Quién habló y no se volverá atrás. Es Aquél que te prometió y nada lo hará arrepentirse, porque aun en nuestra infidelidad permanece fiel; Él no puede negarse a si mismo. ¿Qué esperas de Dios? ¿Cuál es la promesa que te sostiene? ¿Qué palabra te anima a despertar y enfrentar la vida, con la frente en alto, cada día? ¿Crees en el Dios Eterno y su palabra que es para siempre? Entonces crees en mi Dios que no cambia.

Es Aquél todopoderoso, omnisciente y omnipresente Dios. Aquél que logra combinar el Amor eterno con la Justicia eterna. Inmutable en Sus juicios, porque tanto sus promesas como advertencias se cumplirán. Dará Vida Eterna al que crea en Jesús, y condenación al que desprecie su gracia redentora en la sangre de su Hijo. Dará todos los beneficios de su Palabra, pero también ejecutará todo los juicios de su justicia. Habla y los Ángeles ejecutan. Dice y cumple conforme su santidad y justicia. Si tienes dudas, mira la Cruz y, dime: ¿Puedes ver el amor, la ira y la justicia del gran Yo Soy?

Bendito sea mi Dios que no cambia en los objetos de su amor. Sigue amando a esta humanidad pecadora como en la predestinación antes de los tiempos. Te sigue amando y te da el beneficio inmutable de los hijos de Jacob. Estos son los hijos de la elección. Elegidos desde el vientre de nuestra madre. A Jacob amé, dice la palabra, a Jacob y sus hijos de la elección.

Tú eres un elegido para ser adoptado en Cristo mediante derechos y títulos eternos: hijo por razón del beneficio de los que aceptan a Jesús como Salvador y Señor de sus vidas. El derecho de ser llamados Hijos de Dios, no nacido de sangre, ni de voluntad de carne, sino de Dios.

Hijos con revelaciones especiales como Jacob. Que sueñan sueños y ven visiones. Que luchan y vencen transformando y renovando sus vidas a la Imagen de su Dios. Hijos e hijas que pasan por multitudes de pruebas, pero vencen. Porque su carácter es diferente. Son hombres y mujeres de fe que ven mas allá de lo que puede ver un hombre natural.

Hijos que reciben un beneficio inmutable de un Dios que es Padre y Señor y, aun así, no cambia. Por eso no hemos sido consumidos.
Solo por este motivo no nos consumió el hombre y su maldad. Solo porque Él no cambia no nos consumieron los problemas. Solo por Cristo no me consumí a mi mismo.

¿Piensas que la situación actual te consumirá? Los tiempos mortales desgastan tu cuerpo externo, pero el interno se renueva cada día en el Espíritu Eterno. No se consumirá tu esperanza ni tus sueños. No podrá el enemigo consumir tu fe con sus artimañas. No serás consumido en el horno de fuego ardiente aunque lo caliente siete veces más de lo acostumbrado. Aunque consuma a otros, contigo no podrá.


Entiende, solo por eso aun estas de pie, porque tu Dios no cambia.

sábado, 28 de marzo de 2015

CONCIENCIA

CONCIENCIA

Bendeciré a Jehová que me aconseja; aun en las noches me enseña mi conciencia.
Salmos 16:7

La conciencia es a mi vida espiritual lo que mis nervios a mi cuerpo físico. Los nervios me producen dolor de manera que yo entienda que algo no está bien. Si toco algo caliente, mis nervios envían una señal a mi cerebro que me enseña que eso me hace mal. Sin los nervios me comería mi lengua sin discernir entre mi cuerpo y mi alimento. El dolor es su enseñanza.

La conciencia es mi capacidad para darme cuenta que he pecado. Ella me hace sentir mal cuando ofendo tu santidad. Es el pesar por mi equívoco. No me gusta el dolor, pero es lo que Tú has puesto en mí para que pueda examinarme, y corregir mis errores. De otra manera lo ignoraría y jamás solucionaría mis pecados. Sin la conciencia nos comeríamos unos a otros, consumiéndonos y siendo consumidos por nosotros mismos. Sin el más mínimo dolor.

Ofendo y me siento mal. Me equivoco en mis decisiones y sufro. Peco y me acongoja tu amor. ¡Aun en el dolor mereces mi adoración! De otra manera me perdería como aquél que nunca vio a Dios. Pero yo gusté tu amor y perdón, y el dolor producido por mi conciencia es mi aliado y restaurador, porque aun cuando duermo me enseñas de ella.

Sin embargo, Dios, no deseas que mi vida sea dirigida por mi conciencia. Ella puede cauterizarse y corromperse[1]. Puede, como Saulo, equivocarse y aprobar lo que es malo creyendo servirte. Puedo hacer mucho daño a mis hermanos débiles en sus conciencias con mi propia fortaleza en lo que apruebo como acertado[2].

Mi ser dirijo a ti, y te pido: Aun en las noches, enséñame mi conciencia. Aconséjame. 
El conocimiento de tu Palabra equilibra mi conciencia con tu verdad. Tu Palabra es verdad[3]. Me vacío de mis argumentos y convicciones propias. Dejo de lado mis prejuicios y preconceptos religiosos, y doy lugar en mí para tu santo consejo.

No podrán hoy los rituales religiosos tanto como no pudieron en el pasado. Porque no pueden hacerme perfecto, en cuanto a mi conciencia, aunque practique cultos vacíos de tu presencia, ya que consisten sólo de cosas exteriores, de diversas abluciones, y ordenanzas acerca de la carne, impuestas hasta el tiempo de reformar las cosas.
Pero estando ya presente Cristo, sumo sacerdote de los bienes venideros, por el más amplio y más perfecto tabernáculo, no hecho de manos, es decir, no de esta creación, y no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia sangre, entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiéndome obtenido eterna redención.
Porque si la sangre de los toros y de los machos cabríos, y las cenizas de la becerra rociadas a los inmundos, santifican para la purificación de la carne, ¿Cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará mi conciencia de obras muertas para que sirva al Dios vivo?[4]

Enséñame mi conciencia. Aconséjame. Límpiala con tu sangre preciosa de toda obra muerta. Amonéstame con tu Palabra. Que ella me de testimonio en el Espíritu Santo[5] de lo que pienso y lo que apruebo como hijo tuyo. Y, te prometo, aun en el dolor te adorare.





[1] 1 Timoteo 4:2; Tito 1:15.
[2] Romanos 14:10-23. 1 Corintios 8:1-8; 10:23-33.
[3] Juan 17:17.
[4] Hebreos 9:9-14.
[5] Romanos 9:1.

domingo, 1 de marzo de 2015

LEER LOS TIEMPOS

LEER LOS TIEMPOS


Leer los tiempos de Dios es detenerme. Observar. Tomar decisiones. Es preguntarme: ¿Cuál es mi relación con Dios? ¿Cuál el rumbo de mi familia? ¿Cuáles los fundamentos de mis sueños y proyectos?
Leer los tiempos es hundirme en la presencia de Dios y buscar sus caminos. Ver que está haciendo en estos tiempos, conociendo sus anhelos. Tratar de juntar los cielos con la tierra para que mis caminos no estén tan distantes de los suyos. Ni mis pensamientos en otro tiempo profético al de Cristo.
Es poder cumplir mi llamado. Acunar mi propósito, o mejor dicho, el propósito de Dios conmigo. Es movilizarme o detenerme a la luz de tu fuego y a la sombra de tu nube. Es ser declarado hijo con poder al ser guiado por el Espíritu Santo de Dios.
Leer los tiempos de Dios es ver lo que el hombre natural no puede ver. Más allá de lo físico y externo.

Todos los seres humanos, cristianos o no, podemos leer los tiempos. Seguramente con diferentes fines y distintas visiones, pero todos pueden hacerlo.
Jesús se indignó con los fariseos y los saduceos que para tentarle, le pidieron que les mostrase señal del cielo. Mas él respondiendo, les dijo: Cuando anochece, decís: Buen tiempo; porque el cielo tiene arreboles. Y por la mañana: Hoy habrá tempestad; porque tiene arreboles el cielo nublado. ¡Hipócritas! que sabéis distinguir el aspecto del cielo, ¡mas las señales de los tiempos no podéis! La generación mala y adúltera demanda señal; pero señal no le será dada, sino la señal del profeta Jonás. Y dejándolos, se fue.[1]
Su indignación se debía a que Cristo esperaba más de aquellos que dicen buscarle. Más, de los que escudriñan su palabra. La mujer de Lot fue advertida de los tiempos que vivía, sin embargo, no supo leerlos condicionada por su amor a lo material. Fue convertida en monumento de lo que no se debe hacer. Su mirada hacía lo que quedaba atrás mostraba que no supo leer los tiempos, muy a pesar de la advertencia de los ángeles.
Uno de los mayores obstáculos para leer los tiempos de Dios es nuestra mirada centrada en lo terrenal. Es el manejo de nuestra alma, mediante tumulto de sentimientos, un condicionante para sintonizar su mover. Necesito detenerme, observar y tomar decisiones.

Leer los tiempos es parar el tráfico en mi mente y reconocer las señales. Es tomar decisiones en medio de las encrucijadas temporales. Puedo quedarme en el tiempo cuidando lo que tengo. Puedo avanzar con el tiempo transformando y transformándome a los nuevos designios y paradigmas culturales, sociales y espirituales. O puedo tomar distancia del tiempo. Sea como sea, por acción o inacción, ya he tomado partida en base a decisiones personales.

¿Cuáles son las señales del Espíritu Santo en estos tiempos para mi vida? ¿Qué quiere Dios con mi generación? Es más, ¿Qué está haciendo el Señor con esta generación? ¿Dónde se eclipsan mis sueños con los suyos? ¿Cuál es el punto de encuentro entre mi tiempo y su accionar profético al llamarme? ¿Y mi descendencia?

Me pregunto si aquellos religiosos interpretaron alguna vez la señal del profeta Jonás. Tenían sabiduría para interpretar muchas cosas, pero las cosas del Espíritu solo a través del Espíritu, acomodando lo espiritual con lo espiritual.

Tú puedes hacerlo. Porque Dios te capacita para leer los tiempos con sabiduría de Dios en misterio, la sabiduría oculta, la cual Dios predestinó antes de los siglos para nuestra gloria, la que ninguno de los príncipes de este siglo conoció; porque si la hubieran conocido, nunca habrían crucificado al Señor de gloria. 
Antes bien, como está escrito: Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, Ni han subido en corazón de hombre, Son las que Dios ha preparado para los que le aman. Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios.
Porque ¿quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Así tampoco nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios. Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha concedido, lo cual también hablamos, no con palabras enseñadas por sabiduría humana, sino con las que enseña el Espíritu, acomodando lo espiritual a lo espiritual. 
Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente. En cambio el espiritual juzga todas las cosas; pero él no es juzgado de nadie. Porque ¿quién conoció la mente del Señor? ¿Quién le instruirá? Mas nosotros tenemos la mente de Cristo.[2] 

Tengo esperanza de que algunos de aquellos sabios hayan alcanzado a leer los tiempos de profecías cumplidas que vivían. Nosotros confiamos en poder leer nuestros tiempos proféticos. Solo cuidemos de que no pase por nuestro lado el tiempo de profecías cumplidas sin llegar a interpretarlas. Cuidemos de leer los tiempos de oraciones respondidas y de la visitación de Dios, no nos distraigamos con la rapidez e inmediatez de la vida contemporánea sin detenernos, observar y tomar decisiones.

Cuando Jesús llegó cerca de Jerusalén, al verla, lloró sobre ella, diciendo: ¡Oh, si también tú conocieses, a lo menos en este tu día, lo que es para tu paz! Mas ahora está encubierto de tus ojos. Porque vendrán días sobre ti, cuando tus enemigos te rodearán con vallado, y te sitiarán, y por todas partes te estrecharán, y te derribarán a tierra, y a tus hijos dentro de ti, y no dejarán en ti piedra sobre piedra, por cuanto no conociste el tiempo de tu visitación.[3]

-Señor, Abre mi ojos para ver. Dame una brújula espiritual, el Gps de los cielos que me indiquen tus designios en mis tiempos. Enséñame a conocer el día  de tu visitación para conmigo, a reconocer y valorar lo que es para mi paz-.

Aquellos que leen los tiempos sin Dios lo hacen desde una sabiduría enloquecida, porque ¿Dónde está el sabio? ¿Dónde está el escriba? ¿Dónde está el disputador de este siglo? ¿No ha enloquecido Dios la sabiduría del mundo? Pues ya que en la sabiduría de Dios, el mundo no conoció a Dios mediante la sabiduría, agradó a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación. Porque los judíos piden señales, y los griegos buscan sabiduría; pero nosotros predicamos a Cristo crucificado, para los judíos ciertamente tropezadero, y para los gentiles locura; mas para los llamados, así judíos como griegos, Cristo poder de Dios, y sabiduría de Dios.[4]

Entonces, nuestra sabiduría no son conceptos volcados por hombres mediante siglos de estudios. Nuestra sabiduría no son resultados de pruebas científicas ni filosóficas o ideológicas. La sabiduría con la cual leemos los tiempos es una persona en nosotros. Mi sabiduría en Dios es una persona y no un cúmulo de verdades humanísticas o religiosas. Una persona es relacional. Mira; escucha; habla; siente; sufre; llora; ríe. Cristo en mi es Poder y Sabiduría de Dios. Leer los tiempos con sabiduría de Dios es leer en Cristo, con su mente, su manera de ver a Dios y a los demás; es Cristo viviendo su vida en mí. Y yo, muerto a mi yo, rindo mi voluntad para que la persona de Jesús sea en mi persona.

-¡Lléname de ti, Señor! Vive tu persona en mi ser. Eres mi esperanza de Gloria. Comenzaste tu  ministerio anunciando el cumplimiento de los tiempos y el reino de Dios que se había acercado. Anunciabas la necesidad de arrepentirse y creer en el evangelio[5].  Nunca permitiste que el manejo de los demás, en cuanto a sus lecturas de los tiempos, te afectara en tu toma de decisiones. Porque tú tenías plenas claridad de los tiempos de Dios, porque sabías de donde venías y cual tu misión  profética en medio de la eternidad.[6]-

Mis tiempos son los postreros. Son aquellos de la nueva y falsa tolerancia. De las alianzas estratégicas entre creencias y poder humano, sin importar que se cree. Donde en el Nombre de Dios el fin parece justificar los medios.
Mis tiempos es el de una Iglesia poderosa ante su gran cosecha, pero,  también, la antesala de la apostasía. Porque en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios, que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella; a éstos debo evitar.[7] 
Me detengo y leo lo que el Espíritu dice claramente que en los últimos tiempos algunos apostatarán de la fe, prestando atención a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios[8]. Porque vendrá tiempo cuando no soportarán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oídos, acumularán para sí maestros conforme a sus propios deseos.[9] En los últimos tiempos habrá burladores que irán tras sus propias pasiones impías.[10]

Pero, también sé que en mis tiempos derramarás de tu Espíritu como nunca antes, y nuestros hijos y nuestras hijas profetizarán; y nuestros jóvenes verán visiones, y nuestros ancianos soñaran sueños. Y sobre tus siervos y siervas derramarás de tu Espíritu, y profetizarán.
Mis tiempos son aquellos donde la novia se prepara para las bodas del Cordero. Vestida de lino fino, limpio y resplandeciente que son las obras justas de los santos. Mi tiempo es tiempo de santidad, de búsqueda personal.

Enséñame a leer mis tiempos. A andar con diligencia, no como necio sino como sabio, aprovechándolo bien, porque los días son malos. Entendido de cuál sea tu voluntad.[11]

Señor Jesús, yo en ti confío, oh Señor; digo: Tú eres mi Dios. En tu mano están mis tiempos; líbrame de mis enemigos y de mis perseguidores.[12]


Inspirado en la predicación “Leyendo los tiempos” de Daniel Dardano
http://www.generacionenconquista.org/espanol/leyendo_los_tiempos.html








[1] Mateo 16:1-5.
[2] 1 Corintios 2:7-16.
[3] Lucas 19:41-44
[4] 1Corintios 1:20-24.
[5] Marcos 1:14-15
[6] Juan 7:6-8; 26:18-19; Lucas 9:51
[7] 2Timoteo 3: 1-5 
[11] Efesios 5:15-19.
[12] Salmo 31:14-15.

domingo, 22 de febrero de 2015

OJOS DE PALOMA

OJOS DE PALOMA
Evangelio según Juan Capítulo 9

No pregunten a mi madre, no lo hagan a mi padre. Porque aunque ellos me negaren o dejaren, con todo el que me dio luz me recogerá. Miren. Vean con sus ojos. La verdad es tan sencilla que hasta al simple lo hace sabio. ¡Qué misterio! El humilde humilla a los príncipes y el vil a los fuertes.
No busquen conocidos porque amigos no quedan ya. No hay testimonio ni testigo mayor que mi dolor pasado.
Digo yo: -Ciego era, y ahora veo la luz-.
No fueron mis padres, ni fui yo. No es el pecado de mis antepasados, sino la manifestación predestinada de su obra.
-¡Cuán grande son, oh Dios, tus pensamientos!-
-¡Cuán grande es la suma de ellos! Estoy maravillado-. Maravíllense conmigo el que crea.
No busquen misterio en un poco de lodo, ni milagros en el Estanque de Siloé. Busquen respuesta en la evidencia de mi vida:
-Si es pecador, no lo sé; una cosa sé, que habiendo yo sido ciego, ahora veo-.
Busquen confirmación en el que fui, y en quien ahora soy. Mírenme. Soy la labor de Dios manifestada. Soy un milagro que les habla.
Traten de comprenderme. Si pusiera en balanza la religiosidad de vuestras sinagogas, faltas serían halladas ante la majestad de la verdad de mis palabras. Tengo en poco toda su liturgia solemne, aunque sin ánimo de ofenderles. Pero mientras ustedes alaban el discurso y las tradiciones, la fe de nuestros padres se hizo hombre, y me tocó.
Cállense las palabras intelectuales y de sabiduría sin revelación santa. Enmudezca el enloquecido discurso religioso. ¿Cómo piensan convencerme?  Él se hizo carne y con una pregunta cambió mi corazón para siempre:
-¿Crees tú en el Hijo de Dios?-.
-¿Quién es, Señor, para que crea en él?-.
-Pues le has visto, y el que habla contigo, él es-.
Y digo: -Creo, Señor, y le adoro-.
Desde ese momento y para siempre mis ojos se hicieron como de palomas, no los puedo apartar de tu gloria. Miran fijamente a ti como única meta de mi existencia ¡Si habiendo yo sido ciego, ahora te veo! 
El Amado que desearon ver y oír los profetas. Aquel al cual saludaron de lejos los padres de la fe. Al glorioso Señor de los cielos y la tierra.
Jesús, dejo atrás lo que pasó y lo tengo por basura. Porque si vivo mirando de frente al sol, las sombras siempre estarán a mis espaldas. Te miro y cae detrás de mí todos mis problemas. Iluminado por la faz de tu rostro viviré y mi retaguardia será tu gloria.

Mis ojos están pegados a ti. Esa es la mejor adoración que puedo darte


martes, 17 de febrero de 2015

HERMOSA HEREDAD

Él nos elegirá nuestras heredades;
La hermosura de Jacob,  al cual amó.
Salmo 47:4



La herencia es aquello que recibimos de nuestros mayores u otros que afectan directa o indirectamente nuestra vida. Herencia es lo que dejamos a los que afectaremos nosotros. Lo importante es que podemos decidir que será parte de nuestra herencia recibida y la que dejaremos a un lado. Podemos escoger que recibir y que dar.

Cuando niños recibíamos de nuestros progenitores nuestra herencia material, genética, psicológica y espiritual. No teníamos muchas opciones para resistirnos. Aun de nuestros antepasados recibimos sin poder brindar una oposición fuerte.

Hoy te invito a que desistas de escoger tu heredad. Te animo a que renuncies al hecho de que sean tus mayores lo que escojan por ti. Te desafío a que deseches de tu vida toda heredad recibida y dejes que sea Dios quien escoja tu herencia. Él sabe mejor que vos lo que es bueno para ti.

Qué bueno es decir: Jehová es la porción de mi herencia y de mi copa; tú sustentas mi suerte. Las cuerdas me cayeron en lugares deleitosos, y es hermosa la heredad que me ha tocado[1]. La herencia de Dios es bendita.

Por este motivo, no te preocupes tanto por tu heredad. Dale al Señor el privilegio de que escoga por ti, para que veas el bien de sus escogidos, para que te goces en la alegría de su nación, y te gloríes con su heredad.[2]

Di conmigo: No será el error ni los pecados de mis antepasados. No serán sus idolatrías ni sus supersticiones. Ni siquiera habrá ser espiritual que elija mi heredad. No dejaré a Satanás escoger lo mío. Solo tú, oh Dios, elegirás mis heredades; la hermosura de tu pueblo, y lo harás por amor.

Por amor a Cristo en el cual asimismo tengo herencia, habiendo sido predestinado conforme al propósito del que hace todas las cosas según el designio de su voluntad, a fin de que sea para alabanza de su gloria, nosotros los que primeramente esperábamos en Cristo. En él también tú, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de tu salvación, y habiendo creído en él, fuiste sellado con el Espíritu Santo de la promesa, que es las arras de tu herencia hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria.[3]

Señor Jesús, elige mis heredades; tú sabes que es lo mejor para mi.
Mis heredades son mi futuro. Son el mañana de mis hijos y los hijos de mis hijos, hasta mil generaciones. Elígelas cual Israel en el desierto; llévame como Abraham a la heredad de  tus deseos.
Las herencias pasadas las clavo en la cruz de mi Señor. Las expongo públicamente ante los poderes espirituales, y declaro: ¡Elige mis heredades, Señor de mis anhelos!

Leche y miel fluirá de mis adentros, cual tierra que se besa con el cielo. Soy tu herencia y tú proveedor de la mía, porque ¿A quién tengo yo en los cielos sino a ti? Y fuera de ti nada deseo en la tierra. Mi carne y mi corazón desfallecen; mas la roca de mi corazón y mi porción es Dios para siempre.[4]






[1] Salmo16:5-6.                                                                      
[2] Salmo106:5. 
[3] Efesios 1:11-14.
[4] Salmo 73:25.  

domingo, 8 de febrero de 2015

UN REINO DE CHACALES O DE SIERVOS

un reino de chacales o de siervos

El capítulo 33 de Génesis habla del reencuentro de Jacob con su hermano Esaú. Una historia de dos hermanos que comienza en el vientre de su madre. Una historia de enfrentamientos y contiendas en pos de intereses valederos para uno, pero no tanto para  el otro.
Fueron tan remarcadas esas diferencias que sellaron el futuro de cada uno de los hermanos. Estos intereses fueron la ruta que ellos decidieron transitar y podemos observar sus resultados y consecuencia, en toda la biografía bíblica.
En el embarazo de Rebeca ya se manifestaba la diferencia de carácter entre ellos. Peleaban en el vientre de su madre y, tras esto, Dios le revela a ella que no solo estaba embarazada de dos bebes, sino de dos naciones. Estas no solo iban a diferenciarse grandemente entre sí, en relación con sus costumbres y disposiciones, sino que iban a enfrentarse por sus intereses respectivos.
Cuando hablamos de naciones entonces hablamos de reino. Estos hermanos recibieron reinos proféticos donde un pueblo será más fuerte que el otro, y el mayor serviría al menor. Entonces, los dos tenían un destino profético de reinos, diferentes y enfrentados, pero definidos proféticamente.
La pugna existente entre los dos por salir primero lo refleja más claramente. Óseas es quien advierte dentro del carácter de Jacob un perfil belicoso al tomar del calcañar, o talón, a su hermano, como si quisiera dejarlo atrás e impedir que fuese el primogénito.
También físicamente eran diferentes. Esaú salió pelirrojo y velludo como si ya fuese un hombre crecido. Era una indicación de que era fuerte y cabría esperar de él que sería robusto, atrevido y activo. Jacob, en cambio, era suave y delicado, como cualquier otro niño normal.
Al nacer los gemelos, la historia va marcando el interés de uno y desinterés del otro en relación a la primogenitura. Ésta pertenecía a Esaú por providencia y a Jacob por promesa. Era un privilegio espiritual por la bendición que comportaba y la promesa a la que estaba vinculada.
Jacob compra a Esaú su primogenitura por un guisado rojo. Mas adelante obtiene mediante engaño y en complicidad con su madre la bendición de Isaac, su padre. Esaú enojado por el engaño dijo que “bien llamaron su nombre Jacob, pues ya lo había suplantado dos veces: apoderándose de su primogenitura, y ahora había tomado su bendición”[1]. En este pasaje Esaú da origen al nombre de Jacob, como el “engañador”, “impostor”, “el que suplanta”.
Luego de consumados estos engaños de parte de Jacob, Esaú promete matarlo después de la muerte de sus padres.
¿Qué difícil es definir al triunfo? Cuantas veces Jacob habrá pensado que en la lucha que libró con su hermano, por la primogenitura y la bendición, había vencido.
A veces nos podemos engañar con mucha facilidad al creer en las victorias momentáneas que son productos del obrar, con buenas o malas intenciones, sin obedecer al Señor o esperar a que él cumpla sus propósitos en nosotros, a su modo y en sus tiempos. Luego, los espejismos de “haber ganado” se desvanecen y nos encontramos con la realidad del fruto del engaño. No hay victoria segura sino la que viene de luchar con las armas de Dios.
La realidad de Jacob era su hermano viniendo hacia él. El aprovechamiento de la debilidad ajena y sus mentiras comenzaban a dar frutos y Jacob sabía que cosechaba lo  sembrado.
En el capítulo 32 lo vemos al patriarca pasando el vado de Jaboc. Dejar en una orilla a su familia y quedarse solo. En esa soledad se encontró con Dios.
Este es uno de los relatos misterioso de la Biblia. Un varón se le presenta y lucha con él. Es identificado por Óseas como un “ángel”. Lo más sobresaliente es que dice que “venció al ángel” y “prevaleció”. Concluye este episodio diciendo que “lloró y le rogó”[2].
En el capítulo 33 de Génesis leemos sobre el encuentro de Jacob con Esaú. Ya habían pasado veinte años desde que Jacob había salido huyendo de la furia de su hermano.  Sin duda se preguntaba si Esaú todavía le guardaba resentimiento o ya lo había perdonado.  A primera vista, parecía que venía con ánimos de pelear, ya que venía acompañado de una gran compañía de hombres. [3] 
Observemos el actuar de Jacob ante tal situación, pero también a donde condujo a cada uno sus intereses primordiales que, como dije antes, marcaron sus futuros.
La primera cualidad de Jacob en esta situación es la humildad. Ésta le permitió actuar con mucha sabiduría en su encuentro con Esaú.  No se puso en una actitud agresiva sino defensiva. 
La Biblia dice que la respuesta suave aplaca la ira[4], y esa fue la actitud que tomó Jacob ante Esaú.  Jacob no llegó con prepotencia o con excusas, sino con humildad. Él se les adelantó, y se inclinó hasta el suelo siete veces hasta que llegó cerca de su hermano.
Según las costumbres antiguas, cuando uno se acercaba a un rey debía inclinarse siete veces.  ¿Acaso Esaú era rey?  Es muy posible que se hubiera convertido en el rey de Edom.
La Biblia nos revela que Esaú dejó la tierra de Canaán para establecerse en Seir.  Esa era una región desértica y despoblada, pero Esaú y sus descendientes habitaron allí y formaron el reino de Edom.  Esaú sabía que él no iba a poder ser alguien de mucha importancia en Canaán, porque él y su familia vivían como extranjeros entre las poblaciones amorreas. Por eso dejó la Tierra Prometida, y se fue al desierto para establecer un reino allí. 
Esaú no era un hombre paciente, y seguramente no estaba dispuesto a esperar a la promesa divina.  Por lo que vemos en la Biblia, él buscaba la gratificación inmediata, y no la recompensa eterna.  Esaú decidió dejar la Tierra Prometida en busca de “mejores oportunidades”. Toda su vida menospreció la herencia divina, y por eso él no fue contado entre el pueblo de Dios.
Ambos tenían destino profético de reinos. Los dos tenían en común la falta de paciencia ante lo profetizado. Esaú edificó su reino en Edom, Jacob lo intentaba por medio de engaños.
Nuestros intereses marcan y definen nuestros futuros. Estos pueden parecer exitosos de acuerdo al cristal con el cual lo veamos. Desde la óptica del mundo puede serlo: Esaú era rey ¡lo logró! Su hermano estaba postrándose siete veces delante de él. Le enviaba regalos. Parecía vencer la profecía de su nacimiento. Desde el mirar de Dios, no era éxito sino derrota.
La Biblia dice que Dios rechazó a Esaú. Esto vino como consecuencia de su rechazo al Señor y a su herencia.
Malaquías 1:2-3 dice: Yo os he amado--dice el SEÑOR--. Pero vosotros decís: ¿En qué nos has amado? ¿No era Esaú hermano de Jacob? --declara el SEÑOR--. Sin embargo, yo amé a Jacob, y aborrecí a Esaú, e hice de sus montes desolación, y di su heredad a los chacales del desierto.
La herencia que Esaú escogió fue ser rey de los chacales del desierto, en lugar de ser siervo de Dios. Por eso lo vemos fuera de la Tierra Prometida. Nada sucede porque si, cada uno elegimos donde estará nuestro tesoro y cual será nuestro reino.
Todos hemos sido llamados a reinar. Solo debemos decidir en que clase de reino. Podemos edificar un reino de chacales o ser siervos del Reino de Dios. El salmista decía: Porque mejor es un día en tus atrios que mil fuera de ellos. Escogería antes estar a la puerta de la casa de mi Dios, que habitar en las moradas de maldad[5]. Ser portero en tu casa es mejor que ser rey en un reino de chacales.
Esaú venía acompañado de 400 hombres, dispuestos a pelear. Pero la actitud de humildad de Jacob desarmó a Esaú. Entonces corrió a su encuentro y lo abrazó, y echándose sobre su cuello lo besó, y lloraron.
En lugar de atacarlo, Esaú se emocionó al verlo y lo abrazó.  Luego quiso conocer a su familia. Y alzó sus ojos y vio a las mujeres y a los niños, y dijo: ¿Quiénes son éstos que vienen contigo? Y él respondió: Son los hijos que Dios en su misericordia ha concedido a tu siervo. Entonces se acercaron las siervas con sus hijos, y se inclinaron. Lea también se acercó con sus hijos, y se inclinaron; y después José se acercó con Raquel, y se inclinaron.
Esaú venía recibiendo mensajes de parte de Jacob. La inclinación por siete veces delante de él. Luego la familia. Esaú entendía que su hermano reconocía su reinado. Al fin rompería con esa profecía al nacer. Al fin el menor serviría al mayor.
Luego de conocer a la familia, Esaú le preguntó a Jacob acerca de los regalos que le había enviado en el camino.
Y dijo Esaú: ¿Qué te propones con toda esta muchedumbre que he encontrado? Y él respondió: Hallar gracia ante los ojos de mi señor.
En el Medio Oriente hay toda una cultura en relación con los regalos.  Se dan regalos principalmente por dos razones: los regalo de reconocimiento, los cuales son los obsequios que se dan porque uno debe algo.  Esto aplica también a los regalos para alguien que se considera como superior, reconociendo lo que ha hecho. Y los regalos de compromisos, es decir, los obsequios cuyo objetivo es obtener un favor a cambio. Sabiendo esto, podemos entender la pregunta de Esaú.  Él estaba preguntando cuál era la intención de Jacob al enviarle tantos regalos.
El recibía mensajes pero quería oír de labios de Jacob cual era el significado de esos presentes. Si deseaba un favor de él o lo reconocía como rey.
Pero Esaú dijo: Tengo bastante, hermano mío; sea tuyo lo que es tuyo. Mas Jacob respondió: No, te ruego que si ahora he hallado gracia ante tus ojos, tomes el presente de mi mano, porque veo tu rostro como uno ve el rostro de Dios, y favorablemente me has recibido. Acepta, te ruego, el presente que se te ha traído, pues Dios me ha favorecido, y porque yo tengo mucho. Y le insistió, y él lo aceptó.
Esaú no quería comprometerse con Jacob, y por eso le dijo que él tenía suficiente, y no necesitaba más. Pero Jacob le explicó que los regalos eran de reconocimiento, y no de compromiso.
Es interesante ver la diferente reacción que tienen Jacob y Esaú al respeto de sus bienes y riquezas.
Esaú dijo: “tengo bastante”.  En hebreo es “Rav”, y también significa: mucho, abundante. “Bastante” implica abundancia, pero siempre hay espacio para más.
En contraste, Jacob dijo que tenía “mucho”.  En hebreo es “Kol” que significa: todo, plenitud.  Esto implica que tiene todo lo que necesita, y por lo tanto, no necesita más.
Es el pensamiento que transmite Pablo cuando dice: En gran manera me gocé en el Señor de que ya al fin habéis revivido vuestro cuidado de mí; de lo cual también estabais solícitos, pero os faltaba oportunidad. No lo digo porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación. Sé vivir humildemente, y se tener ABUNDANCIA; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.[6]
No es que Pablo no quisiera que lo ayudaran, sino que él en Cristo lo tenía todo.
Muchas gentes tienen bastante pero es muy difícil encontrar alguien que diga todo, es decir, estoy pleno con lo que Dios me ha dado. Porque, sin dudas, solo en Dios lo tenemos todo. En su Reino hay plenitud.
Jacob y Esaú eligieron un reino. Pero lo contraste de estos reinos son muy notorios. Tan notorios como la definición que da Jesús al respecto: El ladrón no vino sino para hurtar y, matar y destruir; yo vine para que tengan vida y para que la tengan en abundancia. [7]
Los chacales buscan comerse lo que nos queda. Comerán nuestra vida si es posible. Viven de rapiña. Nosotros Buscamos primeramente el Reino Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas[8]
En la aclaración de Jacob hubo un mal entendido.  Al oír Esaú que su hermano lo estaba reconociendo como rey, él creyó que su hermano se estaba convirtiendo en su súbdito, pero esa no era la intención de Jacob.  Él lo estaba reconociendo como “rey de Edom”, pero no como “su rey”.
Quizás había buenas intenciones en Esaú para con su hermano. Quizás pensó que ahora que lo reconocía como rey, convirtiéndose en súbdito, le haría bien en su reino. Quizás solo pensó como el diablo ante Jesús: Te daré todos los reinos de la tierra, si postrado me adorares.
Pero Jacob no quería ir a Edom, sino a la Tierra Prometida.  Aunque allí fuera peregrino y extranjero, para él esa era la tierra que Dios le había prometido dar a sus descendientes. Esa era la tierra que consideraba su herencia eterna. Sabía que en las promesas de Dios tenía todo, porque sus palabras son dignas de confianza. Nunca fallan. En Dios tenía plenitud de vida, aún viviendo como extranjero y peregrino en la tierra prometida. ¿Lo entiendes?
El problema es que Jacob no sabía cómo decirle esto a Esaú.  Sin duda quería evitar que su hermano se enojara de nuevo.
Entonces Esaú dijo: Pongámonos en marcha y vámonos; yo iré delante de ti.  Pero él le dijo: Mi señor sabe que los niños son tiernos, y que debo cuidar de las ovejas y las vacas que están criando. Si los apuramos mucho, en un solo día todos los rebaños morirán.  Adelántese ahora mi señor a su siervo; y yo avanzaré sin prisa, al paso del ganado que va delante de mí, y al paso de los niños, hasta que llegue a mi señor en Seir. Y Esaú dijo: Permíteme dejarte parte de la gente que está conmigo. Pero él dijo: ¿Para qué? Halle yo gracia ante los ojos de mi señor.
La intención de Jacob no era seguir a Esaú a Seir, sino seguir su camino hacia la Tierra Prometida.
Aquel mismo día regresó Esaú por su camino a Seir; y Jacob siguió hasta Sucot, y se edificó una casa, e hizo cobertizos para su ganado; por eso al lugar le puso el nombre de Sucot. Y Jacob llegó sin novedad a la ciudad de Siquem, que está en la tierra de Canaán, cuando vino de Padán-aram, y acampó frente a la ciudad.
Mientras tanto Esaú regresó a su tierra en Seir (hoy, al sur de Jordania).
Es curioso que “Sucot” sea la palabra hebrea para “tabernáculos o cabañas”.   También es el nombre de la última fiesta de redención que celebra la vida de los israelitas en el desierto, justamente antes de entrar a la Tierra Prometida.
Jacob estaba profetizando con su vida. Su accionar era profético, y quizás no lo sabía. Años más adelante, Moisés instauraría por mandato de Dios la Fiesta de los Tabernáculos en Sucot.
Nosotros no debemos ignorar que lo que hoy hacemos es profético. Debemos aprender a profetizar con nuestra vida. Es mas, aunque no lo pensemos, nuestra vida es una profecía. Lo que hago hoy definirá mi mañana. Escribo y siento que profetizo sobre ti y sobre mí, mientras lo hago. Los tiempos a venir lo dirán.
La Fiesta de los Tabernáculos es un tiempo para celebrar la presencia, el reposo, la bendición, el gozo y la gloria de Dios en medio de su pueblo.
"Celebrarás la fiesta solemne de los Tabernáculos durante siete días, cuando hayas hecho la cosecha de tu era y de tu lagar. Te alegrarás en tus fiestas solemnes, tú, tu hijo, tu hija, tu siervo, tu sierva, y el levita, el extranjero, el huérfano y la viuda que viven en tus poblaciones.  Durante siete días celebrarás la fiesta solemne en honor de Jehová, tu Dios, en el lugar que Jehová escoja, porque te habrá bendecido Jehová, tu Dios, en todos tus frutos y en todas las obras de tus manos, y estarás verdaderamente alegre." (Deuteronomio 16:13-15)
En esta Fiesta solemne se entregaban todo tipo de ofrenda. Se celebraba en tiendas y enramadas. Y en su diseño y celebración se usaban cuatro diferentes tipos de ramas: Ramas con fruto de árbol hermoso, de palmera, de árboles frondosos y sauces.
El objetivo principal que Dios estableció para esta fiesta fue que el pueblo recordara que ellos habitaron en tiendas durante su travesía en el desierto; y que recordaran que Dios también habitó en medio de ellos en el Tabernáculo de Reunión: "En tabernáculos habitaréis siete días; todo natural de Israel habitará en tabernáculos,  para que sepan vuestros descendientes que en tabernáculos hice yo habitar a los hijos de Israel cuando los saqué de la tierra de Egipto. Yo, Jehová, vuestro Dios."[9]
Los Israelitas fueron ordenados a vivir durante siete días bajo “enramadas” hechas de ramas de árboles. Después de completados los siete días el octavo día era de gran regocijo.
La fiesta de los Tabernáculos era tiempo de dar gracias por el fruto de la época de cosecha anterior, y además tiempo de alegre anticipación por la pronta venida de la lluvia para la semilla (la lluvia temprana) que marca el comienzo del nuevo año de agricultura.
Su relación con Jacob tiene que ver con el Reino. En todos los días de la fiesta debían ofrendar a Dios. Esto declaraba al mundo espiritual que Reino quería construir. Donde estaba el todo en el cual ellos confiaban económicamente, al relacionarlo con la siembra y cosecha del pueblo. Solo en Dios y su Reino tenemos vida abundante.
Jacob compró una propiedad en Siquem e hizo un altar y honró a Dios llamando ese lugar El-Elhoe-Israel. Tenía muy claro quien deseaba él que fuera su Dios y rey. Estaba seguro de las promesas y los beneficios de la fe, pero también entendía los pensamientos de Dios y ordenaba su vida de acuerdo a estos.

En Jesús lo tienes todo. El  reino de Dios no es un reino de chacales sino de siervos, eso hace la diferencia.





[1] Génesis 27:36.
[2] Génesis 32:24-27.
[3] Génesis 33:1-2. 
[4] Proverbios 15:1.
[5] Salmos 84:10.
[6] Filipenses 4:10-20.
[7] Juan 10:10.
[8] Mateo 6:33.
[9] Levíticos 23:42-43.