NO NOS SENTAREMOS A LA MESA
HASTA QUE TU LLEGUES
HASTA QUE TU LLEGUES
Cierro mis ojos y pienso en ti. No sé dónde estás. Ignoro lo que haces; en que piensas. Cuáles son tus anhelos, el llanto silencioso y la ira contenida o desatada que arrasa con todo a tu lado. Hay tanto dolor. Son tantos los caminos y senderos de esta vida. No sé si te encontraré, si leerás estas palabras. El bullicio es ensordecedor, las voces se multiplican y la desesperación por acallarlas te puede llevar a tomar decisiones de las cuales algunas son sin regreso. Digo en mi corazón: --¡No puede ser así!--. Miro el cuerno en las manos del profeta y pienso en ti. ¿Sabrás lo que Dios ha preparado para vos? ¿Conoces el propósito de Dios con tu vida?
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A mi
esposa:
Margarita,
te
agradezco todo tu cuidado, amor y dedicación. Por mis estudios, mis desiertos y
mi tiempo invertido, que es el tuyo.
A mis hijas:
Cynthia y
Carolina, colmaron mi pasado, mi presente y todo lo que deseo en mis postreros
años está en ustedes.
Para Jonattán,
todo un párrafo aparte, como corresponde a un escogido entre miles.
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CONTENIDO
No nos sentaremos a la
mesa sin ti
.............................................................Expectativas
Conforme el corazón de
Dios
.............................................................Rey y siervo. Hombre y Dios
Corazón de hijo
.............................................................¿Cuál es tu lugar?
Corazón de siervo
.............................................................Un siervo diferente
Soberano que supo esperar
.............................................................David a sus diez miles
Dios, enséñame a adorarte
............................................................Adorarte en espíritu y
verdad
Derrama sobre mí tu unción
.............................................................¡Ven, estemos a cuenta!
.............................................................Vasija
Hablemos de la unción
.............................................................Profetas
.............................................................Reyes y sacerdotes
¡Sé lleno del Espíritu!
.............................................................¿Para qué la unción?
¿Hay un lugar en tu mesa
para hacer misericordia de Dios?
Referencias Bíblicas:
TODAS LAS CITAS
BÍBLICAS PERTENECEN A LA BIBLIA REINA VALERA 60.
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Dijo Jehová a Samuel: ¿Hasta cuándo llorarás a Saúl, habiéndolo yo desechado para que no reine sobre Israel? Llena tu cuerno de aceite, y ven, te enviaré a Isaí de Belén, porque de sus hijos me he provisto de rey.
Y dijo Samuel: ¿Cómo iré? Si Saúl lo supiera, me mataría. Jehová
respondió: Toma contigo una becerra de la vacada, y di: A ofrecer sacrificio a
Jehová he venido.
Y llama a Isaí al sacrificio, y yo te enseñaré lo que has de hacer; y me
ungirás al que yo te dijere.
Hizo, pues, Samuel como le dijo Jehová; y luego que él llegó a Belén,
los ancianos de la ciudad salieron a recibirle con miedo, y dijeron: ¿Es
pacífica tu venida?
El respondió: Sí, vengo a ofrecer sacrificio a Jehová; santificaos, y
venid conmigo al sacrificio. Y santificando él a Isaí y a sus hijos, los llamó
al sacrificio.
Y aconteció que cuando ellos vinieron, él vio a Eliab, y dijo: De cierto
delante de Jehová está su ungido.
Y Jehová respondió a Samuel: No mires a su parecer, ni a lo grande de su
estatura, porque yo lo desecho; porque Jehová no mira lo que mira el hombre;
pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el
corazón.
Entonces llamó Isaí a Abinadab, y lo hizo pasar delante de Samuel, el
cual dijo: Tampoco a éste ha escogido Jehová.
Hizo luego pasar Isaí a Sama. Y él dijo: Tampoco a éste ha elegido
Jehová.
E hizo pasar Isaí siete hijos suyos delante de Samuel; pero Samuel dijo
a Isaí: Jehová no ha elegido a éstos.
Entonces dijo Samuel a Isaí: ¿Son éstos todos tus hijos? Y él respondió:
Queda aún el menor, que apacienta las ovejas. Y dijo Samuel a Isaí: Envía por
él, porque no nos sentaremos a la mesa hasta que él venga aquí.
Envió, pues, por él, y le hizo entrar; y era rubio, hermoso de ojos, y
de buen parecer. Entonces Jehová dijo: Levántate y úngelo, porque éste es.
Y Samuel tomó el cuerno del aceite, y lo ungió en medio de sus hermanos;
y desde aquel día en adelante el Espíritu de Jehová vino sobre David.
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No nos sentaremos a la mesa sin ti
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No nos sentaremos a la mesa sin ti
L
|
a mesa está servida. El
profeta tiene el cuerno lleno del aceite de la unción[1].
Viajó mucho y está cansado. Las fuerzas no son las mismas; los años han pasado
y siente la extenuación. Además, los tiempos son peligrosos. Una vez tomó un
cuerno semejante y ungió a quien hoy teme.
El mandato es desafiante a todo un orden político, lo cual puede provocar el ser acusado de traición y muerto por lo que va a hacer.
Mira el cuerno. Toda la
bendición de Dios está en él. Una vez que su contenido sea derramado sobre la
cabeza de alguien, el Espíritu de Dios vendrá y se posará sobre él.
Políticamente se convertirá en rey, el señor de su pueblo, el único, el ungido,
el señalado entre mil. Todo lo que pueda desear está allí, a un paso de
elección.
Cierro los ojos. He gustado
en mi vida la unción del Todopoderoso. En diferentes oportunidades, todo mi ser
y mi corazón apenas se sostenían en mi pecho por causa de la unción. Sé lo que
es ser usado por Dios. Tener en mi mente por mucho tiempo palabras que
pronuncié; momentos que compartí; presencia santa manifestada de manera
especial. ¡Tocar apenas el manto del Señor y recibir el poder que sale de él!
No ignoro todo lo que Dios puede dar. Te escribo sobre esto y reflexiono en que
son las arras del Espíritu[2],
tan sólo un anticipo de nuestra herencia.
Lo que sucede en la casa de
Isaí es diferente. Dios tiene algo distinto para esta persona al cual el
profeta busca sin saber quién es. Lo que tiene en sus manos es una unción
especial y única, (el Señor tiene algo especial también para vos), en la escena
en la humilde casa de Belén no falta nada: está el profeta, la familia
escogida, la voluntad de Dios, su gracia, ¡El cielo permanece atento!
No es poca cosa lo que va a
suceder. Uno a uno los hijos de Isaí pasan delante de Samuel. Cuando Dios diga
quién es, entonces, Samuel lo ungirá, y nos sentaremos a la mesa y
celebraremos. A los ojos humanos todo está allí. Es hora de disfrutar. Pero a
los ojos de Dios no. Faltas tú y no nos sentaremos a la mesa hasta que llegues.
Cierro mis ojos y pienso en
ti. No sé dónde estás. Ignoro lo que haces; en que piensas. Cuáles son tus
anhelos, el llanto silencioso y la ira contenida o desatada que arrasa con todo
a su lado. Hay tanto dolor. Son tantos los caminos y senderos de esta vida. No
sé si te encontraré, si leerás estas palabras. El bullicio es ensordecedor. Las
voces se multiplican y la desesperación por acallarlas te puede llevar a tomar
decisiones de las cuales, algunas pueden no tener retorno.
Digo en mi corazón: --No
puede ser así-- Miro el cuerno en las manos del profeta y pienso en ti. ¿Sabrás
lo que Dios ha preparado para vos? ¿Conoces el propósito del Señor? Quizás lo
oíste de pequeño, en los labios de tus padres o de algún pariente. Quizás de
algún conocido o amigo, en la televisión o en alguna Escuela Dominical.
Elevo una oración a Dios para
que esas palabras salgan a la superficie en tu mente. No interesa dónde hayan
quedado enterradas por los vaivenes de la vida ¡Qué surjan a la superficie!, como
agua que riega la tierra como rocío que moja el desierto, lenta y
abundantemente inunden tu vida. No te acuerdes de las cosas pasadas, ni traigas
a memoria las cosas antiguas. Dios tiene una nueva unción; cosas nuevas para
ti; porque otra vez abrirá camino en el desierto, ríos en la soledad[3].
¿Dónde estás tú? Quiero
sentarme en la mesa y disfrutar de lo que el Señor ha preparado para nosotros.
Levanto mi mirada y veo los cielos abiertos. En cualquier momento, en un cerrar
y abrir de ojos toda mi fe se hará realidad: Mi Jesús vendrá.
Nos sentaremos a la mesa y
celebraremos. Aún en un lugar muy distante y ajeno a nuestra mortalidad se
libran interrogantes los cuales dan cuenta de la desesperación que produce la
mesa puesta por Dios: --¿Hasta cuándo, Señor, santo y verdadero?--[4]
Jesús mira la mortalidad y a la inmortalidad, y responde: --Todavía no--. Tú no
estás y no nos sentaremos sin ti.
Pienso en Dios. Veo el Huerto
del Edén y su perfecta vegetación, los animales totalmente puros y libres de toda
corrupción. De pronto algo cambia en el aire. Se percibe en el ambiente como
una brisa contaminante. La naturaleza comienza a gemir y hasta hoy lo hace
esperando ser redimida, anhelando volver a este principio.[5]
Dios Padre se pasea por el
Huerto, sus ojos tienen un brillo de amor y gracia que lo iluminan todo. Él
sabe que pasó, nada se oculta delante de su presencia, aún la oscuridad
resplandece delante de su faz. Sin embargo, la voz de la gracia pregunta:
¿Dónde estás tú?[6]
Busca al hombre y a la mujer
que creó; formó con sus manos y en quienes sopló aliento de vida. Aquellos con
los cuales solía dialogar haciéndole partícipe de sus propósitos, cómplice de
sus sueños. Se deleitaba oyéndoles poner nombre a las cosas creadas con la
intencionalidad de que la piensen propias.
--¿Por qué te escondes de mí?
¿Mi presencia te aleja? ¿Cuál es ese sentimiento negativo que produce mi voz al
llamarte?--. Todo cambió. Cierra sus ojos y piensa en Jesús; ¡Y se goza!
Solo quiero compartir
contigo, ¡hijo mío! Lo que tengo, lo que Dios me ha dado, lo que hizo con mi
vida y quiere hacer con la tuya. Lo dulce, lo bueno, lo apreciable; todo el
huerto lo hizo el Padre para nosotros. ¿Por qué corres? ¿De quién o de qué
escapas? ¿Por qué te escondes?
Que duro sería para mí que
mis hijos se marcharan huyendo al oírme, que se escondieran sabiendo que llegué
a casa. Verme paseando por el huerto, a la luz del día, llamarlos y notar que
se esconden de mí. Puede pasar. Recuerdo una familia amiga donde los hijos
protestaban y maldecían el momento en que su padre volvía a la casa. Yo no lo podía
interpretar, huérfano desde los siete años como iba a comprender la sensación
de esconderme de mi padre.
Viene a mi mente cuando
casado y con tres hijos decidimos vivir a 5000 kilómetros de
distancia de nuestro hogar. Teníamos un perrito. Desde que nos fuimos, él solía
ir a la parada de ómnibus y esperar nuestro regreso. Con sol, con lluvia o
frío, siempre estaba allí y esperaba. Mi familia lo recogía y lo llevaba a su
hogar para que no sufra. Pero él siempre volvía. Y esperaba.
Tantas veces miré
las calles vacías esperando verlo venir. Caminé por aquella provincia distante,
donde quedó y murió mi padre luego de la separación familiar, esperando verlo.
Tan solo una foto en un cementerio encontré. Quizás, de acuerdo a mi historia
de vida, de haber vivido hubiera llegado a la situación de esconderme de él al
verlo llegar al hogar. No lo sé. ¿Lo sabes tú? ¿Has vivido situaciones como
éstas? ¿Sabes lo qué es tener un padre y una madre? ¿Lo eres? ¿Dónde estás?
En cuanto a Dios, no lo puedo
entender. No hay nada más dulce y delicado que su presencia. ¡Ojalá viviera, todos los días de mi vida,
sumergido en ella! Cada minuto en que mi mente se debe concentrar y responder a
las exigencias de mi trabajo secular, o de las preocupaciones o quehaceres y
obligaciones diarias, digo: --¡Ojalá
viviera todos los días de mi vida sumergido en tu presencia!--.
No sé si te encontraré, si leerás estas palabras. Menos aún, ¿Cómo
podré explicarte lo que siente mi corazón al estar frente a mi Señor? Mirar a
Jesús. Sentir como mis ojos se humedecen de amor y como mi alma se aquieta
recostado sobre su pecho. Sentir su latir. Saber que vive, siente, piensa y
comprende, y calla de amor por mí. En este momento no siento mi humanidad o,
quizás, es cuando más humano soy. No lo sé. Sólo te puedo asegurar que de oír
su voz correría a encontrarme con él. Besaría las heridas de sus manos y
callaría de pasión por su presencia.
Pero no siempre fue así.
También oí la voz de Dios preguntando: --¿Hugo, dónde estás?--. Lo ignoré. Le
di la espalda. Ni siquiera me escondí, desvergonzadamente tomé lo que creí que
era mío[7]
y me fui buscando a ciegas lo que consideraba necesario para ser feliz.
Hundido en depresión y
soledad un día entré en una iglesia. Lloré; y lloré; y lloré. No sabía por qué
y de haberlo sabido no hubiera podido responder al pastor que se acercó a mí en
aquel momento. Mis labios se abrían pero mis cuerdas vocales no podían expresar
palabra. Tampoco las hubiera tenido para explicar lo que sentía, lo que corría
por mi interior y se agitaba como quien agita las aguas de un río tempestuoso
que se lleva todo.
Todo mi dolor, mi soledad, mi
depresiva forma de pensar, esa manera visionaria de mirar que me caracteriza,
pero que en aquél entonces sólo visionaba derrotas y fracasos. Pensaba de mi
mismo como un mal encarnado, que de amar a alguien huiría y nunca confesaría mi
amor. Una voz me decía y me convencía: --Hugo, si logras amar, ¡aléjate! Si le
amas no la dañes. Todo lo que toques será dañado por ti--.
Nunca antes pensé en el Amor
de Dios. No recuerdo haber pensado anteriormente en un Padre con sentimientos,
en un Dios que me ame, a pesar que siempre estuvo presente en mi vida y en mis
pensamientos. Estudié sobre él desde pequeño. Quise buscarle y llenarme de
religiosidad que saciará mi necesidad. Recorrí caminos místicos sin encontrar lo
que buscaba. Con solo doce años enfrenté líderes espirituales pidiéndoles que
me den algo de Dios. No lo encontré.
No conocer de su amor me
imposibilitaba entender y visionarlo como Padre. Como dije antes, siempre
busqué a mi padre en la multitud pero jamás hubiera pensado en él buscándome. Lo esperaba, (como mi
perrito nos esperaba a nosotros), pero nunca lo hubiera visionado esperándome. Y, sin embargo, Dios me
esperaba como te espera a ti. Me aguardaba y apenas me miró a lo lejos se
manifestó su misericordia; y corrió; y se echó a mi cuello; y me besó.
Hay un becerro gordo
reservado para el día en que tú vuelvas; lo mataremos y comeremos. Hay un lugar
en la mesa del Padre para ti, pero no nos sentaremos hasta que tú no estés
presente. Me pararé con el Padre a la puerta de la casa. Miraré el horizonte
esperando ver tu silueta que retorna. No me importará tu condición. Le prometí
a Dios no dejarlo solo. Compartiré su espera porque sé de su dolor. Puedo
percibir los latidos de mi Salvador. Sufre por ti. Quiere verte regresar para
echarse en tu cuello; y besarte.
¿Dónde estás tú? Escribir estas
líneas es una forma de buscarte. No quiero, como el hijo mayor de la parábola
del hijo prodigo, seguir mi vida sin pensar en ti. Eres mi hermano. Me importas.
Toda la familia de Dios se interesa por ti. No somos perfectos pero te amamos.
Nos equivocamos, y juzgamos, pero nuestro Padre es compasivo y nos hace
reflexionar.
Libero estas palabras para
que salgan tras tuyo. Que mi bendición te persiga, y te alcance. Como el
viento, como la brisa de primavera. Que llegue a ti y seque tus húmedas
mejillas. Que sanen tu interior. Que besen tu corazón.
El becerro sigue engordando,
pero no nos sentaremos a la mesa sin ti.
Expectativas
S
|
amuel vio a Eliab, y dijo:
--De cierto delante de Jehová está su ungido-- Pero no estaba allí. Luego
pasaron uno a uno los sietes hijos de Isaí y el profeta recapacitaba y esperaba
la decisión de Dios en cada uno de ellos. La desazón fue cuando pasó el último
y no hubo una respuesta afirmativa de parte del Señor.
Cerró los ojos. Esto no podía estar sucediendo. Dios no le mentiría ni lo enviaría a una empresa imposible. Alguien está mintiendo. Algo está pasando que esconde lo buscado. Un plan maléfico se lleva a cabo que quiere dificultar y, de ser posible, evitar que Samuel cumpla su misión.
Siempre me
pregunté: ¿Cómo podía ser posible que su padre lo ignorara? ¿Ninguno de sus
hermanos dijo: --¡Falta David!--? ¿Nadie
se acordó de él, o mejor dicho, nadie lo tuvo en sus pensamientos? Así fue,
nadie pensó que David pudiera ser. Las circunstancias, guiadas por el Señor,
provocaron que del pequeño se oyera en la casa y se supiera que estaba
apacentando las ovejas. Quizás, más que nunca, la inspiración profética del
Espíritu le susurraría al corazón solitario del dulce cantor de Israel:
--Aunque afligido
yo y necesitado, Jehová pensará en mí. Mi ayuda y mi libertador eres tú; Dios
mío, no te tardes--[8].
¡Cuán preciosos me son, oh
Dios, tus pensamientos! ¡Cuán grande es la suma de ellos! Si los enumero, se
multiplican más que la arena; despierto, y aún estoy contigo.[9]
Insondable mar de tu mente, ¿Quién puede navegarlo y descubrir tus secretos? Si
graficare la mente de Dios, de seguro tu silueta vería. Hay estás tú. Eres la
principal razón del pensamiento de Dios. Tu nombre está grabado con sangre,
(¡Preciosa Sangre!), en su mente.
A lo mejor digas: --Nadie
piensa en mí--. Quizás la soledad del desierto nubló tu visión espiritual y tu
percepción de los acontecimientos te hacen creer que estás muy lejos de ser
tenido en cuenta por Dios.
David sintió esta sensación,
dijo en su desazón: --¿Hasta cuándo, Jehová? ¿Me olvidarás para siempre?--[10]
¡No te tardes, Señor! ¿Te olvidarás de mí? ¿Te olvidará el Señor? Dime, ¿Sé
olvidará la mujer de lo que dio a luz, para dejar de compadecerse del hijo de
su vientre? ¿Sé olvidará tu padre, tus hermanos, tu esposo o tus hijos de ti?
Aunque ellos te olviden, ¡Yo nunca me olvidaré de ti![11]
Dice el Señor, Dios Todopoderoso.
¿Cómo aceptar la soledad? ¿Cómo
creer en las voces ajenas que te dicen: --¡Nadie te tiene en cuenta!--? En la
mente más sublime, más fiel, perfecta y santa, allí estás tú. ¡Dios pensará en
ti! Aunque tu padre y tu madre te dejarán, con todo, Dios te recogerá[12].
David escribió estas
palabras, no quiere decir que se haya sentido abandonado por sus progenitores,
sólo obsérvalo como un proverbio que intenta expresarte que Dios se preocupa
más por tu bienestar, de lo que tu padre y madre lo harían. El amor de Dios va
más allá de cualquier amor. Nadie te amará jamás como Jesús te ama.
Dile: --¡No te tardes,
Señor!--. Oye los pasos del mensajero; corre por los montes; cruza los ríos;
salta por los collados: --¡David, tu padre te llama! Alguien pensó en ti; y te
espera; y no nos sentaremos en la mesa hasta que tú vengas--. Aunque no lo
veas, (como Bartimeo el ciego), escucha, percibe, unos pasos se arriman, lentos
y perplejos, y te dicen: --¡Levántate ciego, el Maestro te llama!--.
¿Cuántas son las expectativas
acerca de ti? ¿Quiénes son los que fomentan y creen en tu potencial para lograr
lo que tienes por delante? Si enumeras y pones delante de ti todos sus
pensamientos, la suma de ellos, ¿Qué te dirían? ¿Creen en ti o las expectativas
son pocas?
Si hubiera promoción en tu
trabajo, ¿Te tendrían en cuenta? Si en tu congregación hubiera que tomar
dediciones para compartir responsabilidades, ¿Pensarían en ti? Si fuese negativa la respuesta, ¿Por qué
crees que no lo harían? ¿Opinas que es injusto? ¿Cuál es tu consideración de ti
mismo respecto a promociones y demás? ¿Tienes expectativas propias? ¿Cómo te
piensas?
David desconoce por completo
lo que sucede en su casa. Apacienta las ovejas. La mesa está servida, algo
tremendo va a suceder. El cuerno rebalsa del aceite de la unción. Un nuevo rey
será ungido. Diferente. No como el primero que el pueblo eligió. --A éste lo
elijo yo--, dijo el Señor, --Uno conforme a mi corazón--.
Hay tantas cosas que no
sabemos. Las oportunidades se presentan cuando menos lo esperamos. Dijo una vez
un predicador, (como título de su predicación): “El amanecer no viene dos veces
para despertarte”[13]. Uno
es el amanecer hoy, el de mañana será otro.
Jesús dijo que cada día trae
su propio afán, en relación al escrito, te digo que cada día trae su propia
oportunidad, pero a veces la que perdemos o dejamos pasar, no vuelve nunca más.
Lo importante es saber que nosotros somos constructores del mañana. Cimentamos
dándonos posibilidades de aprovechamiento de las oportunidades. Todo lo que
hagamos hoy nos permitirá tener las herramientas necesarias para aprovechar las
ocasiones de uso y crecimiento que vendrán. El mejor profeta del futuro es el
pasado[14].
Quizás las repuestas ha
muchos de tus interrogantes radiquen en tus actitudes. En la forma en que te
piensas, a tus propias expectativas sobre lo que podes conseguir, a tus
percepciones, deseos, actitudes y proyectos. La manera en que te pienses y
valorices se transmitirá por medio de tu accionar. ¿Cómo pretendemos que los demás
tengan una expectación diferente con nosotros, cuando no somos capaces de
modificar nuestra propia forma de vernos? Nuestras expectativas personales nos
permitirán proyectarnos llevándonos a una acción que nos permita capitalizar y
desarrollar nuestro potencial.
David tenía un corazón de
pastor. Pero no nació así, más allá de sus capacidades innatas, se formó y
desarrolló de acuerdo a lo que le era necesario para la labor pastoril. Ante
cada situación fue tomando una decisión, ser un pastor asalariado o el dueño de
las ovejas. Esto tiene que ver directamente con su forma de pensarse. Quizás
pastoreaba las ovejas sólo porque era el más chico, o por la situación de
reproche y forma negativa de pensarlo que tenían sus hermanos, sea como fuera,
David se pensaba pastor de “sus” ovejas. Esta manera de pensarse le permitía un
accionar acorde a sus expectativas: ¡Nadie las arrebataría de sus manos!
El que es fiel en lo poco lo
será en lo mucho. Su personalidad fiel, sin permitir una contaminación externa
por un espíritu quejoso y de reproche, le daba a Dios la herramienta necesaria
para pensarlo como “Pastor de Israel”.
Promociónate con tus
acciones. Los demás verán y optarán por usar y permitirte desarrollar tu
potencial, o no. Pero, no te desilusiones si no siempre los otros valoran tu
esfuerzo. Sigue esforzándote, por sobre todo y todos. ¿No era lo que sucedía
con David?
¿No sé dónde estás o qué
harás? Sólo sé que la mesa está servida y los intereses son muchos. Quizás
pienses que tú no despiertas expectativas ni en ti ni en los demás. Quizás sea
cierto. Pero Dios tiene muchas expectaciones con tu vida.
Las reuniones de obreros en
mi congregación se realizaban los días sábados. El Pastor seleccionaba a los
participantes que constaba de obreros, diáconos y ancianos. Ser invitado a
estos encuentros era ocupar uno de estos niveles de servicio, siempre se debía
a que el ministerio propio era reconocido por el pastorado de la iglesia.
Un día, el pastor me invitó a
estas reuniones. Sabía lo que esto significaba y era un privilegio. Compartiría
con estos hombres de Dios tiempo de ayuno, de estudios, conversaciones, cambio
de opiniones de un valor espiritual tremendo.
Lo que quiero rescatar son
las palabras que el pastor dijo a todos los presentes en mi presentación
“oficial”: --He decidido que Hugo nos acompañe porque en todos los cultos está
dirigiendo o predicando y esto se debe a que ustedes lo deciden, (cada
encargado de reuniones tomaba la decisión de determinar el quién lo hacía),
esto ha permitido ver algo de Dios en él que debemos tener en cuenta--, luego
dijo en forma de broma, --¡Consideren que también hay otros en la iglesia!--.
Dios me tenía en cuenta y se
manifestaba en la decisión de cada uno de los encargados de culto hasta mostrar
y dar vida a una manera de pensarme conforme el pensamiento del Señor.
En una hermandad que no
ordena pastores y sostiene tradicionalmente el ordenamiento de un solo pastor “cabeza de congregación”, hubiera sido
necesario ponerme en una fila extensa de candidatos con mínima o casi nada de
posibilidad de ser tenido en consideración para un pastorado.
Un día Dios lo hizo. Modificó
todas las estructuras y saltó por sobre todos los obstáculos burocráticos y
tradicionales para manifestar su pensamiento. ¡Gracias a Dios por mi pastor, el
Apóstol Guillermo Oscar Tejeda, porque siempre obedeció al Señor y su
sensibilidad al Espíritu de Gracia le permite ser usado como lo es!
Compartir contigo parte de mi
historia es con ánimo de que entiendas que cuando el Señor Jesús decide
bendecirte, nadie lo puede impedir. Hay una bendición tremenda esperando por
ti. Necesitas dar un paso de fe y, posiblemente, ese paso sólo sea cambiar las
expectativas que tienes sobre ti mismo y pensarte como Dios te piensa.
Cuando recapacito en lo
relacionado a esto, digo: --Unas son aquellas expectativas que nadie tiene
sobre mí, otras las que puedo o no tener pensándome ser. Las más difíciles son
aquellas que nunca voy a poder satisfacer--.
Te cuento una intimidad:
Aquella noche rompí el silencio y le pregunté sobre sus expectativas sobre mí.
Me respondió sobrepasando mi humanidad. Nombró tres expectativas sobre lo que esperaba
de mí. ¡Qué dolor! Nunca podré satisfacerle. Se lamenta mi alma que no
considere mis limitaciones, que sólo soy un ser humano, que quiero darle todo,
pero no lo poseo. No es falta de gana, ni dinero, sólo mortalidad.
Dios tiene expectativas muy
altas con nosotros. Las tiene contigo. ¿Sabes cuál es la diferencia? Tomará lo
que le demos y lo que falte lo cubrirá su Gracia.
Porque Cristo cumplió con todas las expectativas de Dios sobre la humanidad. En
Jesús, Dios siempre se sentirá satisfecho. Tu fe lo satisface.
¡Qué diferente es tu amor al
del ser humano! ¡Tú lo tienes todo! me pregunto: ¿Cómo satisfacerte? Tú te
proveíste, oh Dios, el fruto de tu propia satisfacción. No es falta de gana, ni
dinero; es tu inmortalidad vistiendo mi pobre humanidad.
Quisiera ser el mensajero que
te vaya a buscar. Correría descomunalmente como aquél que fue apresurado a
buscar a David. Isaí se desesperó cuando escuchó al profeta decir: --No nos
sentaremos a la mesa hasta que él venga-- Con toda autoridad debe haber
mantenido la firmeza de Dios: --No lo haremos; y nadie me moverá de esta
decisión--.
--¡Corre; corre y no te
detengas en el camino! ¡Ve y dile a David que venga! ¡Cuéntale que Samuel está
en casa! Dile que se apresure. Cruza los ríos y los collados. Intérnate en el
desierto; busca las huellas de las ovejas y dile al pastorcito que esperamos
por él--.
¿Cómo? ¿Por qué tanto trabajo
en buscarme? Nunca lo habían hecho anteriormente. ¿Se acordaron mi padre y mis
hermanos de mí? ¿Qué fue lo que cambió en mi familia?
No. Ellos no cambiaron. No
todavía. Siguen sin tener expectativas con tu vida. Creen que eres bueno para
pastorear unas cuantas ovejas, pero no creen que puedas pastorear Israel. Es
Dios quien cree en ti. Es él quien tiene sus ojos puestos en tu corazón.
Las circunstancias que vivimos
no se pueden justificar ni tampoco es la intención, pero es bueno que sepas que
el Señor siempre estuvo allí, trabajando con tu vida. Transformando todo lo
malo en bien. Enseñándote y preparándote. Cuando el oso o el león quisieron
arrebatarte las ovejas, Dios te estaba mirando. Podrías haber ignorado lo que
sucedía. Podrías haber dicho: --Sólo es una oveja--. Pero arriesgaste tu vida.
Diste todo lo que tenías y la arrebataste de las garras de la bestia.
Solemos pensar que sólo los
pastores ordenados de las iglesias pastorean, pero no es así. Todos pastoreamos
y somos pastoreados. Dentro y fuera de una congregación. Cuando compartís tu
pan con el hambriento, cuando al pobre albergas y das palabras al cansado.
Cuando cedés tu tiempo por otros y te sacrificas en medio de tu propio dolor
para prestar tu oído a aquel que nadie escucha. Todo lo que hacemos por otro, a
Cristo se lo hacemos; pastoreamos sus corderos por amor a él.[15]
Calzo mis pies, cubro mi
cuerpo y dispongo mi corazón. Quiero ser yo quien cruce valles, desiertos y
ríos. Quiero ser el mensajero que te diga: --Ven. Deja por un momento las
ovejas. Desciende a tu casa porque no se sentaran a la mesa hasta que tú
llegues--.
Conforme el corazón de Dios
D
|
ios se había
buscado un varón conforme a su corazón[16].
Necesitaba que Samuel pudiera mirar como él miraba y buscar lo que el Señor buscaba.
¿Cómo podemos definir al
Corazón de Dios? ¿A qué se asemeja? ¡Qué terrible es poder intentar siquiera
arrimarnos a una idea de la inmensidad de su corazón! Sin embargo, él se
manifestó a nuestras vidas. Jesús es la imagen y esencia de su corazón.
La habitación es pequeña. Las
paredes parecen cerrarse sobre mí permitiendo al silencio devorarme de a poco.
--¡Todo terminó!--, pensé. Y en medio de mi desesperación deseaba que así sea.
¿Conoces esta sensación? Yo
la sentí muchas veces. Pero poco a poco fui conociendo el corazón de mi Señor y
sé que nunca me dejará. Pienso en él y digo: --Aún del pozo cenagoso me
sacarás--. Una voz en mi interior me dice que también esto pasará. Pienso que
nada tendría que haber sido así. Es como un sismo que tiene epicentro en mi
corazón pero afecta en mayor o menor grado a los que me rodean. Entonces pienso
en mi esposa, en mis hijos, que son los más cercanos, y reflexiono: --No tiene
porque ser así--. Pero lo es.
Buscar un corazón conforme al
de Dios parece una búsqueda imposible. ¿Quién puede comprenderlo? Sobre todo, porque
engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿Quién lo conocerá?
El Señor responde a esta pregunta: --Yo Jehová, que escudriño la mente, que
pruebo el corazón, para dar a cada uno según su camino, según el fruto de sus
obras--.[17]
Nadie más que Dios puede revelártelo.
Señor, mi corazón aún no es
conforme al tuyo. Perdóname, hijo mío. Perdóname amada si vivo para ti y todos
mis sueños son tuyos. Me desvela tu felicidad y, sin embargo, en muchas
ocasiones te hago infeliz. ¡Transforma mi corazón conforme al tuyo, Jesús!
David, hago mías tus palabras: --¡Examíname, Señor, y conoce mi ser interior;
pruébame y conoce mis pensamientos; y ve si hay en mí camino de perversidad, y
guíame en el camino eterno!--.[18]
¿Y tu corazón? Si pudiéramos
hablar cara a cara intercambiaríamos pensamientos y estoy seguro que en muchos
aspectos coincidiríamos. Pero, todavía no nos hemos sentado a la mesa. Quizás estás
esperando al lado de tu silla que otros lleguen para que nos sentemos juntos. A
lo mejor aún no llegaste, pero te seguimos esperando.
Conocer el corazón. ¡Qué
difícil!
En el nuevo Testamento denota
interpretar toda nuestra
actividad mental y moral, incluyendo tanto nuestros elementos racionales como
emocionales. En otras palabras, se usa el corazón de manera figurada para
denotar las corrientes escondidas de la vida personal. ¡Imagínate! ¿Quién podrá conocerlo?
La manera en que se
manifiestan y en las cuales basamos nuestro gozo[19], dolor[20], deseos[21] y afectos[22], hablaran de lo que aprobamos y desaprobamos en nuestro corazón. En
cualquier circunstancia por la que pasemos: nuestros más íntimos pensamientos[23],
todo nuestro entendimiento[24]
y los poderes de raciocinio[25],
de la imaginación[26] y
nuestras percepciones[27], responderán a
nuestro patrón mental.
Nuestra conciencia[28], propósito[29], voluntad[30] y fe[31] reaccionaran mediante los designios de nuestro ser interior. Finalmente, nuestra boca declarará
todo lo que hay en las corrientes escondidas de nuestra vida personal.[32]
En todo esto manifestamos nuestra semejanza de corazón con Jesús, o no.
¿Cuáles son tus deseos más
ocultos o transparentes? ¿Qué te produce mayor gozo? ¿Cómo reaccionas ante el
dolor? ¿Y tus pensamientos, percepciones, voluntad, propósitos y fe? Ora
conmigo: --Jesús, moldea mi carácter y hazlo más como el tuyo. No estoy
hablando de ser colérico, o tímido, o melancólico, o flemático. Estoy hablando
de lo que soy en esencia, como persona. El carácter es mi modo de ser peculiar
y privativo. Es lo que soy en medio de la oscuridad, cuando nadie me mira[33].
Es lo que soy en realidad, sin caretas que disimulen mi interior. Oh, Jesús,
¡Haz mi carácter como el tuyo!--.
Quisiera situarme en una
posición donde pueda hablarte tratando de transmitirte soluciones para
conformar tu corazón al de Dios. Seguramente voy a poder darte conocimiento bíblico
de su voluntad, pero sólo en Cristo encontré el corazón que Dios busca y su
Espíritu Santo quiere transformarnos a su imagen. Lo que me cuesta muchísimo es
ocupar una posición de consejero. Está tan distante de mí. Quizás por esto Jesús
dijo que ninguno de nosotros pretendamos o seamos llamados maestros; porque uno
es nuestro maestro, el Cristo[34].
Repito en mi mente, una y
otra vez, las palabras de Jonathan Edwards: --Cuando veo adentro de mi corazón
y percibo su infinita maldad, creo que es un abismo más hondo que el infierno.
Cuando oro, peco; cuando predico, peco; tengo que arrepentirme de mi
arrepentimiento, y mis lágrimas necesitan lavarse en la sangre de Cristo--.
No es imposible posicionarnos
en lugar de ejemplo. Pablo pidió que seamos sus imitadores de la misma manera
que él era imitador de Jesús[35].
Viven hombres de Dios los cuales son dignos que les imitemos, pero seguramente
coincidirían conmigo en que hay patrones espirituales donde sólo podemos mirar
a Jesús, cada uno en forma personal.
¿Eres así, David, para con
Dios? ¿Eres tú el ejemplo para conformar mi corazón al tuyo?
Sin lugar a dudas hay muchas
cosas que discutir sobre él, pero para no juzgarle, intentemos entender al
Espíritu inspirador de la Palabra: El Apóstol Pablo, disertando en Antioquía de
Pisidia, dice que Dios levantó por rey a David, de quien dio también testimonio
diciendo: --He hallado a David hijo de Isaí, varón conforme a mi corazón, quién
hará todo lo que quiero--.[36]
El Señor está mirando el futuro y no el pasado ni el presente. --David hará
todo lo que quiero--, dice Dios.
Por supuesto, nosotros
podemos saber lo que hizo David en el futuro porque conocemos la historia bíblica.
Podemos recordarlo como un hombre pecador; cometió adulterio; mató a otros;
mintió; traicionó a su nación; ejecutó varios errores de juicio; no fue un
perfecto administrador, y finalmente, ni siquiera pudo atender adecuadamente su
hogar[37].
¡Éste es el hombre que haría todo lo que quiere el Señor!
¿Es lo que querías, Dios? Sin
lugar a dudas, no. Miro alrededor, y preguntó: --¿Es lo que quieres de mí,
Señor?--. Cierro mis ojos avergonzado. Tantas voces acusadoras y es tan grande
mi incapacidad de agradarte. ¡Tengo que arrepentirme de mi arrepentimiento, y
mis lágrimas necesitan lavarse en tu sangre, Cristo!
Quizás sentís lo mismo que
yo. Déjame consolarte con el consuelo con el cual Cristo me consuela. Él sabe
lo que harás. Siempre volverás a su presencia. Después de cada error te
arrepentirás. Aprenderás de tus propios traspiés. Escucharás a tus críticos
como a tus enemigos. Pero, por sobre todas las cosas, prestarás atención y
oirás a sus profetas. Esto es lo que hizo David, lo que Dios esperaba de él, y espera
de nosotros. El dulce cantor de Israel conocía el secreto de lo que Dios espera
de un corazón conforme al suyo: --Al corazón contristo y humillado no
despreciarás tú, oh Dios--.[38]
El Padre moldeará al tuyo
como el alfarero moldea el barro. Hará de ti una vasija para honra. Te usará, y
se gozará haciéndote bien.
Rey y siervo, HOMBRE Y DIOS
D
|
eseo observar a Jesús
desde cuatros enfoques distintos. Quiero conocerlo como Rey, Siervo, Hombre y
Dios.
Al inquirir en Cristo buscaremos entender lo que Dios quiere hacer de nosotros. El Señor enseñó a David a tener un corazón de hijo, a ser siervo, a saber esperar para reinar, por sobre todas las cosas, a ser un adorador conforme al corazón de Cristo.
Los cuatros Evangelios
relatan su vida, obras, milagros, palabras, muerte, resurrección y ascensión a
la Gloria de Dios Padre. Mi búsqueda es que podamos rescatar estos diferentes
perfiles de Cristo desde la visión de cada uno de los evangelistas. Cuatros
miradas que nos permiten obtener perspectivas distintas para destinatarios con
intereses diferentes.
El Evangelio según Mateo
fue escrito para los judíos y lo presenta como el Rey de Israel, el Hijo de
David. En él encontramos su reino con sus leyes. Presenta la genealogía de
Cristo la cual contiene 42 nombres ordenados en tres series de catorce cifras
simbólicas; no es una lista completa. Jesús es hijo de Abraham padre de los
creyentes, a quien Dios prometió que todas las naciones se reunirían en torno a
su linaje. Jesús es también hijo de David pues es el Salvador prometido a
Israel.
El Evangelio según Marcos
revela a Jesús a los romanos. Lo presenta como el siervo. Por este motivo lo
vemos en continua acción; milagros tras milagros. Menos palabras que en los
otros evangelios y mucho trabajo. En este escrito no hay genealogía, un siervo
no la tiene.
Lucas escribe en su
Evangelio otra genealogía pero mucho más extensa en el tiempo, no retrocede
hasta David y Abraham, sino hasta Adán, el primer hombre. Este libro tiene un
mensaje hacía los estudiosos griegos que buscaban el origen del hombre, y
presenta a Jesús como el hombre perfecto: el Hijo del Hombre. Cristo se arraiga
en la humanidad al cabo de siglos de una historia marcada por el pecado y
también por la esperanza. Se lo ve orar mucho, transmitiendo toda su humana
necesidad al encarnarse y habitar entre nosotros.
Juan es el evangelista
que va mucho más allá de todas las genealogías, nos traslada al principio. El
verdadero principio no es la creación del universo. Este comienzo del tiempo,
del espacio, de la materia y de los seres vivos no explica nada sino, por el
contrario, requiere una explicación. El verdadero comienzo está fuera del
tiempo. Dice es que en el principio era la Palabra y ésta era Dios. Ahora bien,
vamos a encontrar esta palabra viva en Aquel que es el Hijo hecho hombre,
Jesús. Pero tal vez nos va a desconcertar, pues el Hijo tiene su propio
misterio: es realmente Dios, tal como lo es el Padre. Juan presenta a Jesús
como Dios y sus destinatarios son todos los que creen.
Corazón de hijo
Evangelio según Lucas. JESÚS: El hombre perfecto. A los Griegos.
H
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ay una virtud muy especial en
David y es que más allá de las expectativas de su padre y sus hermanos, siempre
trató de hacer lo encomendado lo mejor que pudo. Puso todo de él para cuidar
las ovejas de su familia. Expuso su vida por lo que pertenecía a su padre y,
aunque no era muy placentera, siempre hizo la voluntad de su progenitor. No le
importó el desprecio ni la angustia. Sólo puso su mirada en el Señor y en su
nombre enfrentó las situaciones. Aprendió a ser hijo.
Permíteme contarte: David procedía de la tribu de Judá. Gran parte de sus antecedentes se encuentran en el libro de Rut donde se presenta la genealogía de David, la cual se remonta diez generaciones hasta Fares, hijo de Judá.
Booz y Rut vivieron en Belén,
una recóndita aldea que estaba a ocho o nueve kilómetros al sudoeste de la
actual Jerusalén. En esta ciudad nació y vivió su hijo Obed y el nieto de
ellos, Isaí; también, allí fue donde nació David el cual era el menor de diez hijos,
ochos varones y dos mujeres.
Su familia era pobre. Booz
había sido bien acomodado teniendo muchos siervos, pero para el tiempo de Isaí,
la familia aparentemente había entrado en tiempos duros. Como se le consideraba
el miembro de más bajo rango, a David se le asignaban los trabajos aburridos,
difíciles y despreciados que normalmente llevaban a cabo los siervos y los
asalariados.
--Ahora, pues, dirás así a mi
siervo David: Yo te tomé del redil, de detrás de las ovejas, para que seas
príncipe sobre mi pueblo, sobre Israel--, fue el mensaje del Creador por medio
del profeta Natán.
David era un don nadie que
había nacido en una aldea sin importancia, en el seno de una familia pobre,
alguien a quien sus hermanos despreciaban y ridiculizaban, sin posibilidad
alguna de salir de un trabajo que nadie más quería hacer.
Recordando esta condición,
David responde: --Señor Jehová, ¿Quién soy yo, y qué es mi casa, para que tú me
hayas traído hasta aquí? Y aún te ha parecido poco esto, Señor Jehová, pues
también has hablado de la casa de tu siervo en lo por venir. ¿Es así como
procede el hombre, Señor Jehová?--.[39]
¿Es así como procede el
hombre? ¿Es así la ley humana? ¿Cuál es el parámetro que usa este mundo para
medir los éxitos y los fracasos? ¿Cuál la medida con que se valorizan o
desvalorizan a las personas? ¿Qué pautas usaron con vos para calificarte o
descalificarte? ¿En qué se basaron o cuál es el modelo de perfección o la vara
de lo aceptado y estipulado para juzgar? ¿Quién idea, diseña y ejecuta estos
valores poniéndose a sí mismo como alguien capacitado para emitir juicio?
Las personas pueden despertar
muchas expectativas ante los ojos humanos, (como fue el caso de Eliab, el
hermano mayor de David), pero no todos despiertan expectativas en Dios. ¿Cómo
procedieron contigo? No lo sé. Lo que si comprendo es como procede el Espíritu
de Dios. Él mira lo que nadie puede mirar. Su proceder es conforme su ley
divina y no conforme los argumentos del hombre. Dios mira lo que realmente
somos y no lo que parecemos ser.
El más íntimo y escondido
pensamiento o la acción no recompensada por ninguno. Aquel momento del cual
nadie tiene memoria hasta tal punto que parece no haber existido. Todo está
abierto ante los ojos de Dios. Cuando él decide sacar a luz un corazón recupera
del olvido todo lo oculto y permite ser exhibido por la luminosidad de su
presencia, sea bueno o malo. Hay un propósito piadoso detrás de esto, sea para
perdonar o para recompensar, el fundamento es hacerte bien.
Los corazones se moldean,
(visto como el asiento de nuestra vida física, de nuestra naturaleza moral y
espiritual). David se dejó moldear. Dios comenzó con su corazón de hijo.
Isaí fue invitado por
Samuel al sacrificio y llevó a sus hijos (casi todos). Al pasar delante del
profeta los descendientes de Isaí presentes, ninguno fue señalado por Dios como
el elegido. Entonces Samuel le preguntó a Isaí: --¿Son éstos todos tus hijos?--Quizás
el padre sintió un poquito de vergüenza al tener que decir: --Queda aún el
menor, que apacienta las ovejas--.
¿Por qué no fue invitado
David a la fiesta? Tal vez porque habría sido incómodo emplear a alguien para
que lo sustituyera en el cuidado de las ovejas; pero podía haberse hecho para
esta ocasión especial. Todos los hijos habían sido invitados. ¿Por qué no llevó
Isaí a David? ¿Qué sientes en tu corazón cuando eres ignorado? ¿Cómo reaccionas
ante semejante dolor? Los supuestos comienzan a jugar con tus percepciones y
tus afectos se confunden. Nuestra voluntad es tentada.
Jesús contó una parábola
sobre un hombre que tenía dos hijos. Se acercó al primero y le dijo: --Hijo, ve
hoy a trabajar en mi viña--. Respondiendo él, dijo: --No quiero--, pero
después, arrepentido, fue. Y acercándose al otro, le dijo de la misma manera; y
respondiendo él, dijo: --Si, Señor, voy--. Y no fue.[40]
Este mundo y su filosofía de
juicio, sumado a los problemas, las dificultades de todos los días y las
artimañas del diablo para tentar tu voluntad, intentan limitar tu gozo. Quieren
generar obstáculos para que no logres encausar positivamente tu dolor;
desequilibrar tus deseos y afectos; nublar tus pensamientos y percepciones. Su
único fin es que tu respuesta al llamado de Dios sea negativa, y de ser
posible, ni siquiera lo oigas.
Dios sabía que David tenía un
corazón conforme al suyo y que haría todo lo que él quería. Dentro de este
querer está nuestro arrepentimiento. El Padre nos conoce interiormente, sabe
todos nuestros pensamientos y procederes. Nuestra conciencia, propósito,
voluntad y fe son tentados. Muchas veces podemos ceder un instante, pero Dios
sabe que tú quieres hacer su voluntad. Como hijo obediente quieres respetar su
Palabra.
Muchas veces David habrá dicho:
--¡Basta, que vaya otro!--. Recapacitando habrá cerrado sus ojos, apretando sus
puños y mordiendo los labios, obedeció diciendo: --Si padre, sea como tú
quieras--. Dios lo ayudó.
El Espíritu de su hijo te
ayudará; clama en ti: --¡Abba, Padre! ¡Abba, Padre!--.
¡Qué fácil debió de haber
sido para él amargarse! ¡Cuán fácil debió de haber sido para David convertirse
en un rebelde y culpar a Dios, a su familia y a la sociedad, de su condición!
No obstante, no fue esta su reacción; David dejo que Dios moldee su corazón de
hijo natural para ser usado como hijo en lo sobrenatural.
A lo mejor no has tenido o tienes los mejores padres.
Quizás sí. Lo seguro es que no son perfectos. Ni ellos, ni tus jefes, ni tu
esposo o esposa, ni tus hermanos. Ninguno. No son ellos a quienes quiero buscar
en este día. Es a ti. Tú eres quien te creíste no invitado a la fiesta de Dios.
Por montes y collados, tras las huellas de las ovejas, allí te encontraré; y te
diré: --Ven pronto, aunque en otros tiempos dijiste ¡No!; hoy es un nuevo
amanecer. Hoy Samuel está en casa y espera por ti--.
Hay tantos que le dicen a
Jesús: --Si, Señor--. Los vemos con corbata y grandes Biblias, ¡Pero su corazón
está tan lejos del Señor! Nunca van ni hacen su voluntad. No hablo de servir
ocupándote de algo, digo: ¡Hacer su voluntad! Dios quiere hacer de tu corazón
una réplica del corazón de Cristo. Quién, siendo en forma de Dios, no estimó el
ser igual a Dios, como cosa ha que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo,
tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en condición
de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y
muerte de cruz.[41]
¿Cómo te estimas? ¿A qué te
aferras? ¿Cuál es tu semejanza? ¿Qué cosa en este mundo te impide obedecer?
¿Consideras tan valioso lo material para ignorar lo espiritual?
Ora conmigo: --Jesús, tú no te
estimaste ni siquiera en lo que eras: Dios. No te aferraste a nada y de todo te
despojaste hasta la condición de sirviente nuestro. Humillaste tu alma y tu
corazón de Hijo. Por lo que sufriste, aprendiste obediencia.
¿Me negaré, Señor? ¿Me
burlaré de ti diciéndote: --¡Sí!--, y luego te ignoraré despiadada y
deliberadamente? ¡Líbrame, Jesús! Haz mi corazón de hijo conforme el tuyo. Aunque
otros no vayan, yo iré. A pesar de que todos te ignoren; no lo haré yo. Puedo
rezongar un poco, (no es mi intención), pero correré. Pastorearé tus ovejas sin
importarme sus apariencias. Las amaré, porque desvelan tu amor. Las aceptaré,
porque tú las aceptaste. Limpiaré sus pobrezas y sanaré sus miserias. Daré mi
vida por ellas, porque tú diste la tuya para recuperarlas. ¡Abba, Padre!--.
¿CUÁL ES TU LUGAR?
C
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uando Isaí fue invitado
por Samuel al sacrificio debe haberse gozado tremendamente. Su abuelo, Booz,
había sido uno de los ciudadanos más respetados de la comunidad. Tal vez las
cosas por fin iban a mejorar para él. Isaí hizo que sus hijos (es decir, la
mayoría de sus hijos) se bañaran y se pusieran sus mejores “vestidos para ir a
la iglesia”, y se fueron a la celebración. Al pasar delante de Samuel todos sus
hijos y no ser aceptados ninguno, Samuel preguntó si quedaba alguien y David
entró en escena. Por mandato de Samuel, Isaí manda a buscarlo apresuradamente.
Sorprendido, David mira al mensajero que llega corriendo y, jadeante, le dice: --¡David, David, te esperan en la fiesta!--. Seguramente no podía dar crédito a sus oídos.
--Pero, ¿qué hago
con las ovejas?--
--No te preocupes.
Estarán bien.--
--Bueno, en tal
caso, iré contigo, pero deja que primero vaya a asearme y a cambiarme mis
vestidos.--
--No, tienes que
venir de inmediato. ¡Nadie se podrá sentar a la mesa mientras no estés allí!--
Cuando David llegó a la
fiesta estaba lleno de polvo, sudoroso, todavía llevaba puesto su atuendo de
pastor y olía a ovejas. ¡No era el mejor de los olores! Olor a calle, como dice
mi hijo.
Su entrada fue temerosa, un
poco avergonzada, como si ese no fuera su lugar. Quizás pensó: --Mejor me
hubiera quedado con las ovejas--. Lo que David no sabía es que el desierto no
era su lugar permanente, sólo una circunstancia de los tiempos. El palacio del
rey era su lugar.
¿Puedes diferenciar entre lo
permanente y lo circunstancial? ¿Qué es lo que más te preocupa? El desierto no es tu lugar permanente.
Jesús nos contó de otro hijo
que debió aprender, dejando que su corazón sea moldeado conforme al corazón del
Hijo de Dios. El padre del relato también tenía dos hijos. El menor de ellos le
dijo: --Padre, dame la parte de los bienes que me corresponde--. Y les repartió
los bienes[42]. ¿Conoces
la historia? Yo la conozco muy bien.
Todo le salió mal a este joven,
o casi todo, sólo su padre no le falló. No tuvo suerte al invertir. Sus amigos
y conocidos estuvieron mientras había dinero. El hambre golpeó a aquella
provincia y no tuvo piedad con él. Apacentando cerdos deseaba llenar su vientre
de las algarrobas que estos animales comían. Recapacitó: --¡Cuántos jornaleros
en la casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre!
Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: --Padre he pecado contra el cielo y
contra ti. Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como uno de tus
jornaleros--.
El joven del relato tampoco
olía muy bien. El olor de la porqueriza de los cerdos estaba impregnado en sus
ropas; en su piel; casi diría, hasta en lo profundo de su ser. Se sintió sucio,
abandonado, tuvo asco de sí mismo. Quizás se paró a la distancia pensando que
dirían los jornaleros, los conocidos, aún su padre, al ver su condición.
No tuvo demasiado tiempo,
cuando aún estaba lejos, lo vio su padre. A lo mejor le costó esfuerzo
reconocerlo, pero no había duda, era él. Y fue movido a misericordia; y corrió;
y se echó sobre su cuello; y le besó. A este padre no le importó los olores ni
la condición de su hijo, estaba seguro de cuál era el lugar que le pertenecía a
él.
Inmediatamente ordenó a sus
siervos: --Sacad el mejor vestido, y vestidle; y poned anillo en su mano, y
calzados en sus pies. Y traed el becerro gordo y matadlo, y comamos y hagamos
fiesta; porque este mi hijo muerto era, y ha revivido; se había perdido, y es
hallado--.
--Padre he pecado contra el
cielo y contra ti. Ya no soy digno de ser llamado tu hijo--, esta era la
confesión que el joven había preparado y comenzó a decir, aún faltaba el pedido
de ser hecho un jornalero. Pero no pudo terminar. El Padre se echó a su cuello
asegurándole que era bienvenido y selló con un beso el perdón generoso y
completo.
--¡Por favor, padre, hazme
como uno de tus jornaleros!--, fue la frase que nunca dijo y jamás diría,
porque el padre no se lo permitiría. --Ese no es tu lugar, nunca lo fue y no lo
será de ningún modo. Eres mi hijo--.
¿Cómo reaccionarías en una
situación semejante con un hijo tuyo? ¿Lo harías tu jornalero? ¿Soportarías
verlo con ropaje de sirviente mientras tú te vistes de gala? ¿Disfrutarías tus
manjares mientras tu hijo come con los sirvientes? Nada de esto está mal ni es
indigno; pero no es para tu hijo. Simplemente, no es su lugar.
--Poned un anillo en su
mano--, dijo el padre. ¿Qué anillo? Nadie preguntó. Todos lo sabían. Era el
anillo de sello con los blasones de la casa en señal de haber sido recibido
como miembro del linaje de la familia. Simbolizaba respeto en lugar de
deshonra. Ordenaba que al afligido se le dé gloria en lugar de ceniza, óleo de
gozo en lugar de luto, manto de alegría en lugar del espíritu angustiado.[43]
Grita conmigo: --¡Tú eres,
Jesús, mi gloria, y el que levanta mi cabeza!--.[44]
¿Cuál es tu lugar? Quizás no
estás conforme con tu trabajo actual. Tu posición delante de los demás no es lo
esperado y deseado. Dentro de tu familia hay cosas que tienen que cambiar. Hay
situaciones que no deben ni tienen que ser así. Tus deseos, anhelos y
propósitos parecen estar perdido en medio de una nebulosa distante, en tiempo y
espacio, de tu realidad actual.
El desierto es extenso y
solitario. A lo mejor ya te acostumbraste a él. No lo hagas. Ese lugar es solo
momentáneo. La casa del Padre es tu lugar. Hay un lugar en la mesa que nadie lo
va a ocupar. Si tiene que estar vacío por la eternidad, te lo aseguro, lo
estará. El Padre no permitirá que nadie lo ocupe. Es tu lugar.
En la mesa de Dios hay muchas
bendiciones. Todas son tuyas. Cristo pagó con su vida cada una de ellas. Sólo
ven, siéntate a la mesa y sírvete de Dios. No quiero decir que se acabaran los
problemas. Solamente quiero compartirte que Cristo es todo suficiente para mí.
Aunque falte el sol y la vida, la luz y las estrellas, la sonrisa y el mar.
Aunque falte la alegría y el amor, el amanecer y los sueños. Jesús es todo para
mí. En ti lo tengo todo y sin tu presencia nada es, amado Señor.
Dios es un Padre dador.
Cuidemos que esta verdad no nos haga perder de vista la realidad de que algo
está esperando de nosotros. Hay vocablos que deben resignificarse en nuestro
lenguaje de hijo. Sobre todo, un verbo debe cambiar. Ese verbo usado por el hijo
pródigo y tan gastado por todos nosotros. Un corazón de hijo conforme al
corazón del Hijo de Dios no dice: --Padre, dame lo que me corresponde--, sino
--Padre, hazme--.
--¡Hazme, Señor! Transfórmame
a tu imagen. Haz mi corazón conforme al tuyo. Hazlo de nuevo, porque viciado
por la manera de proceder de este mundo, no sé obedecerte y responder como hijo
a tu llamado. Quiero oír tu voz que diga de mí: --¡Este es mi hijo amado, en
quien mi alma tiene complacencia!--. Complácete de mi forma de hablar, mi
manera de mirar, mi caminar, pensar, fidelidad, mi capacidad de amar.
Complácete en mi corazón de hijo--.
Corazón de siervo
Evangelio según Marcos. JESÚS: El siervo. A los
Romanos.
U
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na vez escuché una
alabanza que tocó profundamente mi corazón y no recuerdo haberla vuelto a
escuchar otra vez. Su estribillo decía: “¡Dame un corazón de siervo, sin tu
amor no puedo serlo; transformado a tu imagen yo quiero ser!” Jesús es la
imagen del Siervo de Dios, el escogido, ungido, elegido entre miles de miles, pero
el más humilde de los servidores. ¡Siervo de siervos!
Comprende esta gran
verdad: cuando Dios buscó a alguien que dirigiera a su pueblo, no se fijó en un
encanto mimado que estuviera acostumbrado a que le sirvieran. Dios buscó a
alguien que sabía trabajar, alguien que conocía la responsabilidad, que podía
soportar privaciones. Alguien que podía hacer el trabajo, costara lo que
costara. Esas fueron las lecciones que David aprendió en los solitarios pastos
en las afueras de Belén.
Él aprendió a apacentar
al pueblo de Israel, aprendiendo primero a apacentar ovejas. Dios eligió a
David su siervo, y lo tomó de las majadas de las ovejas; de tras las paridas lo
trajo, para que apacentase a Jacob su pueblo, y a Israel su heredad. Y los
apacentó conforme a la integridad de su corazón, los pastoreó con la pericia de
sus manos.[45]
A la elección de Dios no
podemos encuadrarla dentro de parámetros generales. No podemos decir que el
Señor escoge sólo a aquellos que trabajan de día y noche. Esto no capacita a
una persona para tener un corazón de siervo. Conozco personas así, pero que son
altamente orgullosas y vanidosas, haciendo por contender y no por servir. Lo
que quiero decirte es que Dios está capacitando y conformando de a poco tu
corazón de siervo. David comenzó sirviendo en su casa, a su padre y a sus
hermanos.
No sé cuál es tu realidad
hogareña. Personalmente creo que es más difícil servir en el ámbito familiar
que en el secular. Lo veo todos los días en mis hijos. En cuanto a David, Dios
comenzó a moldear su corazón de siervo en medio de su familia.
Muchas veces, la tarea
del pastoreo correspondía al hijo menor, (no fue éste el caso de José; Jacob lo
mimó de una manera especial)[46].
Lo revelado en la Biblia es que David servía en su hogar como pastor de las
ovejas de la familia y ésta fue el instrumento usado por Dios para formar su
corazón de siervo.
Cuando Samuel le preguntó
a Isaí si tenía un hijo más, respondió: --Queda aún el menor, que apacienta las
ovejas--.[47]
Y más adelante leemos: --Pero David había ido y vuelto (…) para apacentar las
ovejas de su padre en Belén--.[48]
También, cuando David les llevó provisiones a tres de los hermanos mayores que
estaban en el ejército, uno de ellos preguntó sarcásticamente: --¿A quién has
dejado aquellas pocas ovejas en el desierto?--.[49]
Siéntate humilde como un
niño y te contaré una historia de escuelita dominical, (seguramente mis hijos
se reirán recordando esta lección tantas veces escuchada):
“Había una vez un hierro
pequeñito. Estaba en la herrería junto a otros muchos hierros. El herrero los
observó y comenzó a trabajar sobre ellos. Seleccionó cuidadosamente. De pronto,
el hierrito se vio separado del resto. Observó un martillo tremendo que subía
sobre él. Sus ojos se abrieron espantosamente cuando el mazo comenzó a caer
sobre su punta. Cerró los ojos y soportó los golpes. Ignoraba que el herrero
estaba trabajando sobre él con un propósito.
Cuando creyó que todo
había terminado, unas pinzas tremendas lo tomaron y lo introdujeron en un horno
calentado siete veces más de la cuenta. ¡No podía ser lo que le estaba pasando!
Quiso confiar, pero su mente estaba perturbada. Encima observaba a los otros
hierros; ellos estaban terminados y ninguno pasó por las mismas circunstancias
que él estaba pasando.
¿Qué sucede? ¿Acaso estás
enojado conmigo? ¿Por qué me separaste a mí? ¿Sólo para hacerme sufrir más que
al resto? ¡El fuego es intenso, no lo soporto más! ¡Me derrito, siento que mi
interior se ablanda! ¡Voy a desarmarme de a poco! ¿Por qué debo terminar así?
¿Qué hice para merecer tan mal trato?
De pronto, el herrero lo
saca del fuego. ¡Al fin!
Las tremendas manos
sostienen una vez más la maza. Los enormes brazos del herrero dibujan sus
músculos monstruosos que se desfiguran por la fuerza empleada. La maza golpea
fuertemente al hierro y su imagen se deforma. Sus puntas se aplanan y chispas
salen de su cuerpo rojo por la incandescencia de su exposición al horno de
fuego ardiente.
Quiere gritar y no puede.
Desea suplicar y no sabe cómo hacerlo. El herrero parece inconmovible. --¿No me
oyes acaso? ¿Por qué te empeñas conmigo? ¡Déjame ya! Me sedujiste, y fui
seducido; más fuerte fuiste que yo, y me venciste; cada día he sido
escarnecido, los otros hierros se burlan de mí. No lo aceptaré más. Me
rebelaré. Sin embargo, hay en mi corazón como un fuego ardiente metido en mis
huesos; trato de sufrirlo, y no puedo--[50].
Cerró sus ojos. Se rindió
a la voluntad de su hacedor. Una vez más el fuego; y luego los golpes. ¿Cuánto
tiempo? Lo ignoro. Hasta que el herrero
sonrió. Sus ojos se iluminaron viendo su obra. Lo puso sobre la mesa de trabajo
y se sentó orgulloso.
El hierrito tomó fuerza y
se observó. Su temperatura ahora era normal. Se sintió fuerte e inquebrantable.
Listo para ser él quien corte otros hierros. Oyó la voz del trabajador decir:
--Conviértanse ellos a ti, y tú no te conviertas a ellos[51].
Quiébrense ellos y tú no te quiebres--.
Entonces, recién entonces,
sonrió. Comprendió porque tanto trabajo, tanta dedicación. Agradeció por el
fuego, por el agua, por ser moldeado a voluntad de su hacedor.
Un corazón de siervo se
moldea mediante las circunstancias y el temple necesario sólo lo da el horno de
fuego”.
El desierto fue el horno
que templó el carácter de liderazgo en David.
No sé cuáles son las circunstancias
por las que puedes pasar. Sólo quiero decirte que el desierto no es un lugar
permanente para ti. Hay un propósito de Dios con tu vida. No desesperes, no es
para siempre. Nada por lo que estés pasando es eterno. Sus designios solamente
son por siempre y para toda la eternidad.
--¡No desesperes! He aquí que
yo te atraeré y te llevaré al desierto, y hablaré a tu corazón. El único lugar
en el cual puedo conocer tu corazón es allí, en el desierto[52].
Es el lugar donde hablé a
Moisés. En el cual mi Hijo fue tentado y venció. Donde llevé a mi pueblo
cuarenta años, para afligirle, para probarle, para saber lo que había en su
corazón, si había de guardar o no mis mandamientos. Y sufrió aflicción, y supo
lo que era el hambre, y lo sustenté con maná, comida que no conocían ellos, ni
sus padres la habían conocido, para hacerle saber que no sólo de pan vivirá el
hombre, más de todo lo que sale de mi boca vivirá el hombre. (…)
Lo saqué de tierra de Egipto,
de casa de servidumbre; le hice caminar por un desierto grande y espantoso,
lleno de serpientes ardientes, y de escorpiones, y de sed, donde no había agua,
y le saqué agua de la roca del pedernal; le sustenté con maná en el desierto,
comida que sus padres no habían conocido, afligiéndole y probándole, para a la
postre hacerle bien.
No era el lugar de mi pueblo
el desierto, sólo era temporal. Tampoco era el hambre, la aflicción y la prueba
por siempre. Sólo conocía y moldeaba su corazón. Describí a Palestina como la
región bendita, en la cual fluyen leche y miel, y que produce aceite, vino y
trigo en gran abundancia. Ese era su lugar. Al final, siempre te haré bien--.[53]
¿Cómo pretendemos tener un
corazón de siervo conforme al de Cristo, sin pasar por el desierto? Allí te
sientes solo. Con hambre y sed. Parece que todos se fueron y se olvidaron. No
hay palabras, ni fiestas, ni multitudes, ni vítores. Sólo silencio y soledad.
El corazón del pastor vivía esta
vida solitaria, una vida en la que nadie le acompañaba, excepto sus ovejas. Una
vida responsable, un carácter trabajado. Debía conocer sus ovejas y cómo cuidar
de ellas. Correspondía estar al tanto de los senderos en los que se encontraban
los pastos y las aguas de reposo. Era su deber buscar las que se extraviaban.
Ser tierno con las enfermas y lastimadas, y ayudar a las hembras en el momento
de su parición cuidando, además, de los corderos recién nacidos.
La vida del pastor era
dura. Si al imaginarte a David cuidando de sus ovejas, crees que él andaba por
hermosos y ricos pastos de color verde, que ondulaban bajo un benévolo cielo
azul; cambia esa imagen por la de las ásperas faldas de los montes de Judá, que
sufren el azote de un abrasante sol, y están expuestas a un quemante viento del
desierto que al soplar levanta el polvo. El pastoreo era en Palestina un
trabajo caluroso, polvoriento, maloliente y por lo general poco apreciado.
Él tuvo que guiar a sus
ovejas por barrancos llenos de peligro, por valles de sombras de muerte. Tuvo
que proteger las ovejas de ladrones que trataban de robarlas. Debió pelear con animales
salvajes y aves voraces que trataban de cazar a las jóvenes e indefensas del
rebaño.
Si hablaras con David te diría:
--Yo era pastor de las ovejas de mi padre; y cuando venía un león, o un oso, y
tomaba algún cordero de la manada, salía yo tras él, y lo hería, y lo libraba
de su boca; y si se levantaba contra mí, yo le echaba mano de la quijada, y lo
hería y lo mataba. Fuese león, fuese oso, yo lo mataba.[54]
Luego, añadiría: --¡Porque
el buen pastor su vida da por las ovejas! Mas el asalariado, y que no es el
pastor, de quien no son propias las ovejas, ve venir al lobo y deja las ovejas
y huye, y el lobo arrebata las ovejas y las dispersa. Así que el asalariado
huye, porque es asalariado, y no le importan las ovejas. Yo soy el buen pastor;
y conozco mis ovejas, y las mías me conocen, así como el padre me conoce, y yo
conozco al padre; y pongo mi vida por las ovejas.[55]
David conocía tan
bien el oficio de pastor que un día, en esos días solitarios y llenos de
desesperación, miró los cielos y escribió a Dios, de corazón de pastor a
corazón de Pastor:
“Tú eres mi
pastor; nada me faltará. En lugares de delicados pastos me harás descansar;
junto a aguas de reposo me pastorearás. Confortarás mi alma; me guiarás por
sendas de justicia por amor de su nombre. Aunque ande en valle de sombra de
muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; tu vara y tu cayado me
infundirán aliento. Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis
angustiadores; unges mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando. Ciertamente
el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida, y en la casa
de Jehová moraré por largos días”.[56]
Sólo quien tiene un
corazón de pastor puede comprender a otro. Porque sabe del sufrimiento, del
constante peligro, del dolor y la soledad. Sabe de la constancia, del
sacrificio, del amor. Solamente David podía ver a Dios como pastor y escribir
tan bien su labor pastoril con tu vida. Sólo Jesús podía describir al Buen
pastor.
Golpes tras golpes. Calor
insoportable; y más golpes. Duele la transformación de un corazón. Renueva tu
vocabulario de hijo. En vez de ¡Padre, dame!, di, ¡Padre, hazme! El palacio es
tu lugar. Naciste para reinar y la mesa de tu Padre es tu espacio reservado.
Jesús es el ejemplo de
servicio por excelencia. Es el buen pastor, el gran amigo, el esplendor del
amor ¡El mayor de todos los amores! Es quién entregó su vida por ti.
Ocupó un lugar en una cruz
que no le pertenecía. Una muerte ajena, pero aceptada como propia. Su vida no
le quitaron, él la puso por nosotros; voluntariamente. Aceptó la muerte más
vergonzosa, la muerte de cruz. Fue haciéndose cada vez más afrentosa a medida
que Dios comenzó a clavar en su carne el pecado de todos nosotros. Cualquier
pecado. El más terrible, despiadado y brutal; el más sucio y escalofriante fue
crucificado en el cuerpo de Cristo. Todo él se hizo pecado al ser nuestro
representante. Se convirtió en asesino, violador, mentiroso, adúltero, fornicario,
abortivo, lascivo; en lo que te puedas imaginar, siendo sin pecado.
Lo vimos en una cruz. Dios lo
vio hecho pecado y lo desamparó. Todos nosotros lo tuvimos por herido de Dios y
abatido, mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros
pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros
curados. Jesús llevó nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores.
En esa cruz, tu pecado fue su
pecado. Tu enfermedad la hizo propia, y en cada latigazo que molía su carne, en
cada llaga causada por los golpes, se convertía en su enfermedad. Cada insulto,
cada desprecio, el abandono y la traición, el desamparo y el dolor de tu
corazón, se transformaron por siempre en su dolor. El castigo de tu paz fue
sobre él.
Todos nosotros nos
descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó
en él el pecado de todos nosotros. Angustiado él, y afligido, no abrió su boca;
como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus
trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca. Por cárcel y por juicio fue
quitado; y su generación, ¿quién la contará? Porque fue cortado de la tierra de
los vivientes, y por la rebelión de mi pueblo fue herido.
Y se dispuso con los impíos
su sepultura, mas con los ricos fue en su muerte; aunque nunca hizo maldad, ni
hubo engaño en su boca. Con todo eso, Jehová quiso quebrantarlo, sujetándole a
padecimiento (…).[57]
¿Pasaremos alguna vez un
desierto cómo el que pasó Jesús? Jamás. Oye su clamor: --¡Dios mío, Dios mío!,
¿Por qué me has desamparado?-- ¡Mira al siervo sufriente colgado en una cruz!
¿Te sientes desamparada?
¿Dónde están los que dicen amarte? ¿Cuánta es, si puedes medirla, la soledad a
tu alrededor? Nunca será mayor de la que sufrió Jesús al llevar sobre sus
hombros todos tus pecados. Aunque el horno se caliente siete veces más de lo
acostumbrado, Cristo siempre estará en tu desierto. A veces en silencio, en un
sufrido e interminable silencio, pero siempre está. Paseándose en medio de las
llamas; soltando las ataduras con las cuales te ataron tus angustiadores[58].
Valoro tu sacrificio para
seguir luchando. Dios lo estima mucho más. Cierra tus ojos y mira a Cristo;
cuéntale todas tus angustias; abre delante de su compasión tu corazón; nadie te
comprenderá y te ayudará como él.
--No temas, yo te
ayudo--, Dice el Señor.
UN SIERVO DIFERENTE
¿P
|
or qué no fue invitado David a la fiesta? ¿Por qué no lo llevó Isaí? ¿Era solamente el no despertar expectativas en su padre y hermanos una razón para ignorarlo?
Quizás sólo era un problema
económico, al no contar con criados que cuiden las ovejas. Tal vez se debía a
que David era diferente.
¿Diferente? ¿En qué sentido? ¿Eres
distinto?
Samuel le preguntó a Isaí: --¿Son éstos todos tus hijos?-- Y él respondió: --Queda aún el menor, que apacienta las ovejas--. Y dijo Samuel a Isaí: --Envía por él, porque no nos sentaremos en la mesa hasta que él venga aquí--. Envió, pues, por él, y le hizo entrar; y era rubio, hermosos de ojos, y de buen parecer. Entonces Jehová dijo: --Levántate y úngelo, porque éste es.--[59]
El escritor del libro de
Samuel lo describe como rubio y atractivo. “Rubio” proviene del vocablo hebreo
que significa “rojo”; es la misma palabra que se usa para describir a Esaú, el
cual estaba cubierto de vello de color rojo[60].
Aparentemente, algunos de los genes extranjeros que le heredaron sus
antepasados resurgieron en la composición física de David. Puede que la palabra
“rubio” signifique sencillamente que David era de piel blanca. A lo mejor, era
pecoso y pelirrojo.
Pelirrojo o rubio, lo cierto
es que no encajaba en el molde normal de la raza judía. ¿Puede ser ésta una
razón valedera para no invitarlo a la cena con Samuel, dada la importancia? Quizás
no, pero ¿La diferencia produce discriminación?
Todo nacimiento tiene en sí mismo implícito un misterio económico, genético,
emocional, espiritual, y de historia de vida, pasada y futura, para un recién
nacido.Nadie me preguntó a mí cómo quería ser al nacer,
dónde quería hacerlo y con cuánto dinero contar en una cuenta personal en un
banco de mi elección. No elegí mi color de ojos, ni el largo o corto de mis
extremidades. Tampoco decidí sobre mis talentos. ¿Y vos?
Nacer no es un momento de
decisión del recién nacido. La realidad es que simplemente nacemos sin tomar
conciencia directa desde nuestro intelecto o percepciones. Solamente nacemos,
con todo un bagaje cultural, psicológico y hasta económico, sobre el cual no
decidimos ni trabajamos en su construcción, sencillamente lo heredamos.
La ropa que vestimos, los
lugares que podemos ver y los que nunca veremos, nuestro vocabulario y el
contexto familiar nos serán favorables, o no. Todo está ahí, esperándonos, y lo
percibimos de a poco, como asimilándolo suavemente desde el momento en que
abrimos nuestros sentidos a la vida.
Un
niño que nace en una familia rica va a tener muchas más posibilidades que los
que nacen en familias pobres de tener mejor salud, de obtener un título
universitario, de triunfar profesionalmente o, sencillamente llegar a viejos.
Ni los ricos ni los pobres son directamente responsables del sistema de
estratificación social, pero el sistema acaba teniendo un impacto diferente en
unos y otros.[61]
No sé
que tanto afectó tu historia de vida a tu corazón. ¿Qué
sientes cuando eres ignorado o discriminado? ¿Cómo reaccionas ante las
actitudes ajenas? Sólo una cosa pido a Dios: ¡Qué no te paralicen! El miedo al
cambio puede inmovilizarte.
El Diablo es como un león
rugiente. Una de sus mayores armas es rugir para atemorizar a sus víctimas y de
esa manera paralizarlas de temor. Ruge en la boca de tus angustiadores, en
medio de tormentas de problemas y en el mar embravecido de las dificultades. Brama
de odio por verte diferente.
Jesús es el verdadero León de
Judá. Él se levanta en medio de la tempestad, y el mar y el viento le obedecen.
Su perfecto amor echa fuera el temor.
Nunca te quedes estático.
Cambia todo lo que tengas que cambiar. No te conformes al pasado; escribe tu
propia historia. Si tienes que borrar y volver a empezar, borra y empieza de
nuevo. Su Espíritu Santo te ayudará. Hace la diferencia siendo original.
Como dije anteriormente, tus
percepciones y tus afectos se confunden. Tu voluntad es tentada. Este mundo y
su filosofía de juicio, sumado a los problemas, las dificultades de todos los
días y las artimañas del diablo para quebrar tu voluntad, intentan limitar tu
gozo. Quieren generar obstáculos para que no logres encausar positivamente tu
dolor; desequilibrar tus deseos y afectos; nublar tus pensamientos y entendimiento.
Su único fin es que no tengas una visión exacta de Dios como Padre, Amigo y
Señor. Renueva tu visión. Aprende a ser un hijo diferente, un siervo distinto a
todos los siervos.
David no sólo parecía
diferente, sino que también se comportaba de modo diferente. No actuaba como un
hombre estimado entre los hombres, pues ¡escribía poesía y tocaba el arpa! Es
peligroso ser diferente.
Un estereotipo es, según el
diccionario, una imagen mental global, no fundamentada científicamente, más
emocional que racional con que se pretende definir, tipificar y caracterizar al
conjunto de individuos de una etnia, pueblo, grupo social, generación,
colectivo profesional, etcétera.
Con David, la imagen mental
de cómo debe ser un hombre no encuadraba dentro de lo estereotipado entre sus
hermanos y jóvenes de la época. Aún su padre ignoraba o no tenía en cuenta su
valentía. Quizás nunca prestó atención o jamás se preguntó cómo era que sus
ovejas iban y venían del desierto sin faltar una siquiera. No importaba eso, sólo
preocupaba que él fuera diferente. Un poeta y cantor demasiado lindo y con
pinta de poco rudo, y para rematar ¡rubio!
Quisiera verte, y de algún
modo te veo, no me preguntes cómo, ni me tengas por delirante. Soy diferente y
tú también lo eres. De otro modo no estarías leyendo esta misiva. Porque es una
carta con un destinatario especifico, elegido, seleccionado por Dios.
Correspondencia para un escogido. Si así no fuera, yo no estaría sentado en
esta computadora, escuchando una alabanza y escribiendo a alguien que no
conozco y quizás nunca vea personalmente en esta vida. Pero te veo y su
Espíritu me permite entablar una comunicación tan distinta como nosotros mismo.
¿Qué equivocado está este
mundo? ¿Cómo te equivocaste Isaí? Tampoco es mucho lo que se puede decir de
Samuel en su favor. A lo mejor al ver a Eliab, el profeta pensó en Saúl quien
sobresalía por sobre los demás jóvenes por su estatura al ser elegido rey, por
ese motivo, dijo: --De cierto delante de Jehová está su ungido--. ¡Qué error!
¿Te imaginas cómo se
sorprenderán los que te desecharon cuando Dios derramé sobre ti su unción? ¡Cuándo
salgan a luz sus pensamientos! ¡Cuándo Jehová hiciere, serás como los que
sueñan! Entonces tu boca se llenará de risa, y tu lengua de alabanza. Entonces
dirán los que te desecharon: Grandes cosas ha hecho Dios con éste ¡Grandes cosas
hará el Señor Jesús contigo!
Di conmigo: --¡Aderezas mesa
delante de mí en presencia de mis angustiadores!--.[62]
Jesús acomoda la mantelería
sobre su brazo y prepara mesa para ti. Allí hay bendición, salvación, sanidad,
prosperidad, consuelo, amistad, amparo, protección, respuestas. Compañía,
milagros, expectativas, sueños, amor. Fruto del Espíritu, plenitud, vida en
abundancia, sabiduría y entendimiento espiritual. Poder, firmeza, propósito,
eternidad, más y más, y muchísimas más bendiciones.
También estarán todos
aquellos que te angustiaron. Mirándote. Dios les permitirá estar presentes para
que observen como decidió bendecirte ¡De pura gracia! Míralos. Son los que no
creían en ti; aquellos en quienes no despertabas expectativas. ¡Cómo se
equivocaron!
Jehová respondió a Samuel: --No
mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho; porque
Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante
de sus ojos, pero Jehová mira el corazón--.
Si tus sentimientos sufren
porque quién amas prefirió otro camino, Dios tiene algo para ti. Ni más ni
menos. ¡Lo tuyo! Alguien que realmente sepa mirar como él mira; como tú miras;
que te complemente. Te lo aseguro, la falta de valoración será suplida por el
Juez de toda la tierra.
Eliab, su hermano mayor, se
encendió en ira contra David y dijo: --¿Para qué has descendido acá? ¿Y a quién
has dejado aquellas pocas ovejas en el desierto? Yo conozco tu soberbia y la
malicia de tu corazón, que para ver la batalla has venido--[63].
¿Cómo se equivocó? ¿Nunca leyeron en las escrituras: La piedra que desecharon
los edificadores ha venido a ser cabeza de ángulo. El Señor ha hecho esto, y es
cosa maravillosa a nuestros ojos?[64]
¡Cuántos creen conocerte y,
realmente, no te conocen! Qué no te subyuguen los estereotipos, ni los
prejuicios, ni los angustiadores o discriminadores. ¡Qué no te paralicen de
temor! Sé diferente. Dios conoce, verdaderamente, tu corazón.
Hay quienes tienen miedo a
ser distinto, justamente por el peligro que traen las diferencias. Si estás en
el colegio o con tus amigos, el sistema de este mundo ajeno a la voluntad de
Dios trata de forzar violenta o sutilmente tu voluntad, para obligarte a
rendirte al estándar que impone. Homogeneizar voluntades es su manera de
dominar.
Tratar de someterte a lo
establecido mundanamente es su búsqueda. Los amigos, los pares en el colegio,
los modelos establecidos por conductas distantes de Dios, los medios de
comunicación y sus patrones mentales, todo responde al propósito de confundirte
y alejarte de Dios.
Si quieres conservarte casto
para el matrimonio, lo hacen parecer de otros tiempos y tontamente anticuado.
Si quieres consagrarte para servirle a Dios con tus talentos, lo encuadran en una
pérdida de tiempo, dinero y juventud. Si santificas tu lenguaje te llaman
religioso. Si no compartes sus maneras de divertimento, te separan como a
alguien con una peste rara.
Es peligroso ser diferente.
Te pueden dejar en el desierto y no invitarte a sus fiestas. Aún tu familia puede
tenerte por raro. Por loca, (¡pero loca linda! Por Cristo). Atrévete a ser un
siervo diferente. Diferente en el colegio, en el trabajo, en medio de tu
familia, en la iglesia. Diferente en tu forma de pensar, en tu forma de hablar
y de mirar. Distinto en tu forma de amar. Sé original.
Dios no eligió a David por
ser rubio, con ojos hermosos y de buen parecer, lo escogió por ser diferente en
su corazón. No una diferencia cualquiera. Una diferenciación basada en una
conformidad con el corazón de Dios. Esto significa que su corazón guardaba
armonía con el del Salvador.
--Él hará todo lo que
quiero--, dijo Dios. No era sólo obediencia, era una forma de pensar, percibir,
entender, hacer y vivir conforme a lo que el Señor espera y desea. No hablo de
perfección, digo: conocer la voluntad de Dios y ponerla en práctica con total
sinceridad de corazón, tanto para cumplirla como para arrepentirse en el
momento en que hay que hacerlo.
Tú eres diferente porque tu
corazón se asemeja al de Dios. Tus pensamientos se están haciendo cada día más
armónicos con los del Señor. Ya no están tan lejos como el cielo de la tierra.
Te place hablar con Jesús, y a él estar contigo. Tus actitudes reflejan a
Cristo, porque sólo él actúa de esa manera ante quienes lo ofenden. Tu oración
se asemeja más y más a su oración, porque sólo él ora de ese modo. Tus palabras
son un reflejo de las de Jesús, porque ya no vives sólo de pan.
Es normal que te pienses
diferente. Lo lógico es que si estás siendo transformado a imagen de Cristo, te
sientas cada vez más desigual con los estándares seculares. Jesús no es de este
mundo ni como él. Nada tiene Satanás, el príncipe de este mundo, en Cristo.
Si no encuentras tu lugar, no
te preocupes, aquí no es. Es en la mesa preparada para ti en la casa de tu
Padre.
Soberano que supo esperar
Evangelio según Mateo. JESÚS: El Rey. A los judíos.
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amuel tomó el
cuerno del aceite, y lo ungió en medio de sus hermanos; y desde aquel día en
adelante el Espíritu de Jehová vino sobre David.
El líquido santo descendió por su cabeza, como el buen óleo que resbaló sobre la barba de Aarón, y bajó hasta el borde de sus vestiduras.[65] Pensó en el desierto y en sus pocas ovejas. En los momentos de soledad y de peligro. Todo parecía un sueño: Su padre haciéndolo entrar con una sonrisa de oreja a oreja, sus hermanos, serios y observadores. Samuel, la unción, y el título nuevo: ¡Rey de Israel!
Dice Josefo que en ese
momento Samuel se inclinó y le susurró a David al oído: --Tú serás el próximo
rey--.[66]
Le susurrara o no, lo cierto es que David supo que algo especial había
ocurrido. Es probable que ni su padre ni sus hermanos entendieran a plenitud el
significado de lo que estaba sucediendo. Fue inevitable, sin embargo, que se dieran
cuenta de que David había sido escogido para algo honroso, y ellos no. Una vez
terminada su misión, Samuel volvió a su casa.
Todo parecía un sueño que David
nunca hubiera soñado. Sólo existía en la mente de Dios. Porque el Señor tiene
sueños con tu vida e idealiza lo imposible que nunca te atreverías ni a pensar.
¿Te sucedió alguna vez? ¡Dios me sorprendió tantas veces!, como a Sara me hizo
reír con sus ocurrencias. Nunca lo hubiera pensado y jamás lo habría soñado. El
Señor va a sorprenderte. Tus ojos saldrán de su órbita y tus deseos serán nada
en comparación a los sueños de Dios contigo.
David jamás debe haber
pensado ni en sus más alocadas fantasías y divagaciones producto del calor y
soledad del desierto, que un día sería elegido para reinar en Israel. A lo
mejor, su único deseo fuera ser un mejor pastor. Cada dificultad lo viera como
una capacitación para cosas superiores. ¡Vaya si eran superiores!
No se trata de ser optimista
o pesimista, sino de tener fe. Creer que Dios tiene el control sobre cualquier
circunstancia y, mediante esta convicción, pensar, obrar, mirar las
adversidades buscando en ella oportunidades de parte del Señor para crecer.
El dulce cantor de Israel
podía descubrir oportunidades transformadoras de su carácter, entorno y todo el
contexto de su vida, en cada situación difícil que pudiera pasar. Luego de cada
obstáculo superado, el siguiente parecía más pequeño y posible. Fue así como
Goliat se convirtió en algo viable de superar y vencer.
Samuel volvió a su casa. La
familia del joven pastor retornó a sus tareas diarias. ¿Y David? Regresó a sus
ovejas. Parecía que nada había sucedido ni cambiado. La significativa visita
del profeta pronto pasó a ser una anécdota del lugar: --Un día nos visitó
Samuel; realizó sacrificio; y se fue tal como llegó--.
Tal vez pienses que al
terminar este escrito todo volverá a ser como antes. Volverás a tu desierto,
conversarás con tus ovejas y quizás digas: --Un día leí un libro--. ¡Qué triste
sería que fuera así! Pero no lo puedo evitar. Sólo puedo confiar en que su
palabra nunca volverá vacía y será prosperada en aquello para lo cual fue
enviada. Emprendí este camino al desierto con el fin de buscarte; y encontrarte;
y que vengas conmigo al encuentro de la unción que Dios preparó para ti.
¡Prospera, Señor, mi camino!
Nadie volvió a ser la misma
persona luego de tener un encuentro personal con Jesús. No lo fue Pedro, ni
Juan, ni Mateo, ninguno pudo volver a vivir la vida que vivía. Tampoco las
circunstancias volvieron a ser las mismas, ni para Bartimeo, ni para la viuda
de Naín o la mujer cananea. Tampoco yo volví a ser el mismo ni mi vida igual.
El desierto siempre fue desierto, pero mi visión de él nunca fue el mismo.
Porque mi mente cambió. ¿Cómo explicártelo? Nací de nuevo. Morí. Es complicado,
¿Verdad?
Presencie mi muerte a mi viejo
Yo plagado de pecado y corrupción. ¿Sabes cómo murió? Crucificado en una cruz
en Cristo. Me reí delante del féretro de toda mi depresión y forma errónea de
pensar. Me despedí de una vida alejada de Dios y sus propósitos. Fue la mejor
inhumación que presencié.
A la vez, fui partícipe de mi
propio nuevo parto; no de un ser humano, sino de Dios. Nací de nuevo por la fe
al aceptar a Jesús como Señor y Salvador de mi vida. Quienes me miraban y
conocían no podían notar lo que pasó. Era como si nada hubiera sucedido. Pero
poco a poco mi nueva vida florecía. Nuevos pensamientos y forma de ser se
dejaban ver. Algo había cambiado en el mundo espiritual y, éste algo,
necesitaba tiempo para manifestarse en el mundo material.
¡Oro a Dios para que hoy
tengas un encuentro personal con Jesús! Que cada día lo experimentes. Que sea
en ti tan familiar como hablar con tus padres, hijos o tu conyugue. Que su presencia
cambie todo tu ser cada instante, un poquito más.
Ora conmigo: --¡Manifiéstate,
Jesús, en mi vida! ¡Te necesito tanto!--. Al orar algo acaba de pasar en mi
interior, pienso en mi esposa y en mis hijos, quizás no noten nada, pero algo
pasó en el mundo que no se ve. Mi esposa me llama a almorzar. Me levanto; voy;
todo parece igual, pero no es así.
Los que te observan no lo
comprenden, porque no lo ven. Tan acostumbrados a lo material no pueden ver lo
espiritual. Aquello incomprensible racionalmente. No importa, Dios está
haciendo su obra en ti, y no te dejará hasta que acabe.
Samuel se fue a su lugar y
David a sus labores, pero algo cambió en el mundo espiritual. Te invitó que los
veas: El aceite desciende por su cabeza y la unción del Espíritu Santo de Dios
que estaba en el rey Saúl lo abandona en el acto; y desde aquel día en adelante
el Espíritu de Jehová vino sobre David.
Nadie lo vio. Ni Samuel, ni
David, ni su familia. En el lugar donde estaba Saúl, nadie pudo darse cuenta ni
retener al Espíritu de Dios. Si Saúl comprendiera lo que estaba pasando habría
ordenado a su guardia que accione para impedir lo imposible. Todavía parece que
nada sucedió. Pero algo pasó, y pronto comenzó a notarse. El Espíritu de Jehová
se apartó de Saúl, y le atormentaba un espíritu malo de parte de Jehová.
Y los criados de Saúl le
dijeron: --He aquí ahora, un espíritu malo de parte de Dios te atormenta. Diga,
pues, nuestro señor a tus siervos que están delante de ti, que busquen a alguno
que sepa tocar el arpa, para que cuando esté sobre ti el espíritu malo de parte
de Dios, él toque con su mano, y tengas alivio--. Este remedio sugerido
provenía de una creencia antigua de que la música ejercía una influencia
misteriosa para sanar las enfermedades mentales.
Y Saúl respondió a sus
criados: --Buscadme, pues, ahora alguno que toque bien, y traédmelo--.
Todo lo que sucede en el
orden espiritual tiene impacto en el natural, y viceversa. Por ese motivo, todo
lo que atemos o desatemos en la tierra será atado o desatado en el cielo; y
todo lo que pidamos creyendo, lo recibiremos. Cuando cierras tus ojos con fe y
comienzas a mirar con tus ojos espirituales tus peticiones tomando forma
corporal, estás graficando en tu mente lo que luego tus ojos corpóreos lo verán
materializados. No se trata de mentalismo sino de fe en el conocimiento de su
voluntad.
Recuerdo cuando compré mi
terreno en mi provincia natal. Una sobrina nuestra nos visitó. Comencé a decirle
como iba a ser mi casa, donde estarían las habitaciones, el comedor y los
mobiliarios. Cuando llegué al garaje, ella sonrió y me dijo: --No sé que ve
usted tío, pero yo no veo nada--. Hoy lo puede ver con sus ojos, y ríe cada vez
que recuerda este episodio.
En relación al pedido de Saúl
sobre la búsqueda de un cantor, uno de los criados respondió diciendo: --He
aquí yo he visto a un hijo de Isaí de Belén, que sabe tocar, y es valiente y
vigoroso y hombre de guerra, prudente en sus palabras, y hermoso, y Jehová está
con él--. ¡Vaya descripción! ¿Quién puede describirte con tanta exactitud,
David?
Siempre digo lo mismo, nadie
me conoce como mi esposa y mis hijos. Ellos saben de mis momentos de éxitos y
de mis más grandes oscuridades. Conocen mi despertar y mi acostarme. Uno de los
mayores desafíos de mi ministerio es poder subir al púlpito, mirarlos a los
ojos y percibir que me creen. Si ellos aceptan lo que predico, (porque lo
vivo), entonces sigo siendo confiable. Cuando me miren diciéndome: --Otro día
te escucharé--, entonces sabré que algo pasó con mi carácter. No hay careta ni
para ellos ni para Dios. Pero esto es personal.
Referente a David, es
increíble la descripción que el criado de Saúl hace de él:
ü Buen cantor.
ü Valiente.
ü Vigoroso.
ü Hombre de guerra.
ü Prudente en sus palabras.
ü Hermoso.
ü Dios está con él.
¡Tremendo!
Pienso si algo le faltó al
puntualizar sobre el carácter de David y no encuentro que más agregar. ¿De dónde
será que lo conocía? Creo que ni su padre podría haber realizado una
radiografía total tan cierta como la de este hombre. A diferencia de lo que
dije hablando personalmente, creo que te sorprenderías al saber cuántas
personas están dispuestas a recomendarte. A veces, quien menos crees.
Lo que si estoy seguro, es
que este criado habló por revelación de Dios. Sólo el Señor podía dar tan buena
referencia a Saúl acerca de David. Cuando quieras una carta de recomendación,
di: --Señor, tú me conoces, dame una carta que abra caminos; agrega a mi
currículo lo espiritual, que al entrevistarme puedan ver en mí lo que
naturalmente jamás observarían--. Jesús en tu corazón es tu mayor recomendación.
Viene a mi mente una
entrevista de trabajo muy importante para nosotros, (seguramente tendrás tus
propias anécdotas, por favor, soporta las mías). Era en una empresa de venta de
electrodoméstico muy reconocida. Desde que me casé no había logrado conseguir
un trabajo estable y ya habían pasado varios años. Luego de diversos trámites
llegó el día esperado. El jefe de personal no quería decirme quien me
entrevistaría para que no me traicionaran los nervios; era el dueño de la
empresa y su decisión era inamovible.
Me acompañó a la oficina y,
cuando se lo permitieron, me hizo pasar. Al entrar me encontré con una oficina
enorme, cómoda, con un escritorio a varios metros lo que le daba un toque novelesco.
Un saludo cordial, luego la
invitación a sentarme y las preguntas propias de toda entrevista de trabajo. En
un momento me interrumpió y preguntó: --¿Tienes formación o militas
religiosamente?--. Me sorprendió la pregunta pero me alivio entrar en un
terreno conocido y donde dominaba la conversación, pues es muy familiar para mí
hablar de la iglesia. Le expliqué de mi labor en la Escuela Dominical y mi
relación con Dios.
Mi interlocutor diferenció el
ser activo en la fe y no serlo y luego me explicó porque me preguntaba eso. Me
dijo que cuando entré a la oficina distinguió una luz que le habló de una espiritualidad
que iluminó aquel lugar. No quería perder el trabajo antes de obtenerlo, por
eso no le dije que para mí había demasiada tiniebla en ese ambiente.
Luego vino la recomendación
que me permitió conseguir el puesto, me dijo: --Hace años que trabaja en esta
empresa un joven de apellido Sosa; él también es cristiano. Una persona que se
ganó la confianza de todos por su honradez--. Bendita recomendación de Dios por
medio de su hijo. Pido al Señor, y me esfuerzo, para que cuando vayas buscando
algo en algún lugar donde yo haya pasado, sea trabajo, estudios, o demás; el Espíritu
Santo use mi testimonio recomendándote satisfactoriamente.
Saúl fue convencido por este
criado que tan fantásticamente describió a David. Por este motivo envió
mensajeros a Isaí, diciendo: --Envíame a David tu hijo, el que está con las
ovejas--. Luego de un tiempo, rogó a Isaí que permita que su hijo menor se
quede con él pues había hallado gracia en sus ojos.
Lo historia bíblica cuenta
que cuando el espíritu malo de parte de Dios venía sobre Saúl, David tomaba el
arpa y tocaba con su mano; y Saúl tenía alivio y estaba mejor, y el espíritu
malo se apartaba de él. Algo había pasado luego de la unción. El ambiente
espiritual en Israel cambió empezando por su cabeza, es decir, su rey.
Aunque parezca que nada varió,
te lo aseguro, es mucho lo que está cambiando en tu vida; ya sucedió en el
mundo espiritual y pronto lo comenzarás a notar en tu persona y en todo tu
entorno.
Ahora David vivía en el
palacio. Estaba habitando su lugar. Pero todavía no era su tiempo y él lo sabía.
Ahora estaba aprendiendo a tener un corazón que sabe esperar.
DAVID A SUS DIEZ MILES
L
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eí, en un almanaque
cristiano, la historia de un misionero en África quien estaba traduciendo la
Biblia al léxico de la aldea. Cuando llegó a la frase “esperar en fe” no
encontraba la manera de traducirlo de tal forma que los aldeanos pudieran
comprender la profundidad de lo que significa esto.
Pasado el tiempo, la esposa
del misionero falleció. Los africanos lo observaron junto al féretro, calmado y
confiado en lo prometido por Dios, más allá del dolor. Su mirada estaba
distante, lejos y observando. Un anciano se arrimó y le dijo: --Usted está
mirando más allá del horizonte--. Entonces comprendió lo que significaba para
ellos esperar en fe: “Es mirar más allá del horizonte”.
Mirar más allá de donde
nuestros ojos pueden mirar físicamente, por sobre lo mortal. Observar con los
ojos de Dios que ven desde y hasta lo eterno. El horizonte marca el final del
límite para nuestra visión terrenal. Más allá del horizonte hay algo que no
podemos ver, pero existe. No todo se termina ahí[67].
Si no logramos mirar más allá
de lo que una persona puede mirar en forma natural, entonces no podremos
esperar en Dios. Digo esto sin conocer tu vida. No sé los problemas por los que
estás pasando. No conozco tu familia, si estás enferma, si luchas con alguna
inclinación insalubre o carencia económica o afectiva. Tal vez es alguien
cercano a ti a quien quieres ver diferente, trasformado, libre, sirviendo a Jesús.
Esperar en Dios es mirar más
allá del horizonte. Es tener fe. Seguridad que hay algo más esperando por ti; convicción
en lo que no se ve, creyendo que se hará realidad. Ese algo puede ser identificado.
Tiene nombre. Hace con todo estos datos una oración. Cierra tus ojos; visualiza
en tu mente lo que deseas de parte de Dios. Míralo hecho realidad; confiésalo
en el nombre de Jesús; ríndete a su voluntad.
Orar en el Nombre de Jesús
fue usado muchas veces como un cheque en blanco donde todo lo que le pidamos a
Dios lo obliga a responder, “porque lo prometió en su palabra”.[68]
Pero no es así.
Cuando nos presentamos ante
otro en el nombre de alguien estamos representando a esa persona. Seguramente
puso mucha confianza al condescendernos pedir en su nombre. Imagínate que me envías
ante un amigo tuyo a quien dijiste que voy a ir y que me dé todo lo que le pida
en tu nombre, como si fueras tú. Me aprovechó de la situación y comienzo a
pedir lo que tú nunca pedirías y en la manera en que jamás lo harías. ¡Qué
vergüenza para ti!
Precisamente eso es pedir en
el Nombre de Jesús; pedir lo que él pediría; suplicar cómo sólo Cristo
suplicaría. Si oras por tus hijos en el Nombre de Jesús, pide lo que sabes que
es la voluntad del Señor ¿Lo sabes? Escudriña su palabra, sabrás que todo lo
bueno, lo amable, lo de buen nombre; hacerte bien es su voluntad.
Orar como Jesús oraría es
derramar tu alma delante de la presencia de Dios. Quien estando en agonía,
oraba más intensamente; y era su sudor como grandes gotas de sangre que caían
hasta la tierra.
Sucede que a veces el Señor
se toma tiempo para responder. Entonces comenzamos la gran lección de aprender
a esperar en Dios, a tener paciencia.
Piensa en David. Samuel lo
ungió. Saúl lo invitó a su palacio y lo hizo su paje de arma. ¿Qué hizo David?
¿Acaso comenzó a probarse coronas y vestidos reales? ¿Hizo, tal vez, que le
imprimieran nuevas tarjetas de presentación, pidiendo que quitaran el título de
“pastor” y escribieran el de “rey”? ¿Le sacó brillo a su placa y la colocó en
su pecho donde todos puedan verla? ¿Anduvo mostrando su carnet habilitante? No,
no hizo nada de lo anterior.
Como leímos recientemente,
Saúl envió su mensajero a Isaí sabiendo donde estaba el recomendado; “el que
está con las ovejas” decía el mensaje. Incluso, estando ya en el palacio
tocando para Saúl, fue y volvió, dejando al rey, para apacentar las ovejas de
su padre en Belén. David había sido ungido para ser soberano. Era el rey
electo, pero también era conforme al corazón de Dios, lo que le permitía
esperar que llegara el momento y el lugar señalado por el Señor. Así que volvió
a sus ovejas.
Luego sucedió otro hecho muy
significativo, todo por supuesto encarrilado en episodios que manifestaban lo decidido
por el Señor. Hubo guerra entre Israel y los filisteos. Preocupado su padre por
tres de sus hijos mayores, los cuales habían seguido al rey Saúl a la campaña,
le pidió a David que fuera a llevarles víveres a sus hermanos.
Cuando llegó al lugar de la
batalla, los enemigos estaban sobre un monte a un lado, e Israel estaba sobre
otro monte al otro lado, y el valle entre ellos. Salió entonces del campamento
de los filisteos un paladín, el cual se llamaba Goliat, de Gat, y tenía de
altura tres metros veinte centímetros aproximadamente[69].
Traía un casco de bronce en su cabeza, y llevaba una cota de malla; y era el
peso de la cota cinco mil siclos de bronce. Sobre sus piernas traía grebas de
bronce, y jabalina de bronce entre sus hombros. El asta de su lanza era como un
rodillo de telar, y tenía el hierro de su lanza seiscientos siclos de hierro; e
iba su escudero delante de él.
Este guerrero filisteo se
paró y dio voces a los escuadrones de Israel, diciéndoles: --¿Para qué os
habéis puesto en orden de batalla? ¿No soy yo el filisteo, y vosotros los
siervos de Saúl? Escoged de entre
vosotros un hombre que venga contra
mí. Si él pudiere pelear conmigo, y me venciere, nosotros seremos vuestros
siervos; y si yo pudiere más que él, y lo venciere, vosotros seréis nuestros
siervos y nos serviréis. Y añadió el filisteo: Hoy yo he desafiado al
campamento de Israel; dadme un hombre
que pelee conmigo--.
¿Te parece conocida esa voz?
¿Y su desafiantes y atronadoras palabras, capaz de paralizar de miedo al más
valiente? Venía, pues, aquel filisteo por la mañana y por la tarde, y así lo
hizo durante cuarenta días[70].
Y todos los varones de Israel que veían aquel hombre huían de su presencia, y
tenían gran temor.
Cuarenta días es mucho
tiempo, pero para una persona enseñada en el arte de esperar no lo es tanto. El
desierto era la escuela donde la lección “Esperar” fue aprobada por David. Las
largas e interminables caminatas buscando la oveja pérdida o el lugar más
propicio para el pastoreo, la paciencia para seguir las huellas del rebaño y
evitar o enfrentar las bestias depredadoras, fueron conformando su carácter
paciente. Pero para el ejército de Israel cada día sumaba más vergüenza sobre
sus cabezas y era más desesperante la situación. Parecían interminables las
carcajadas y las burlas. Si Dios no hacía algo daba la impresión que jamás terminaría
aquella campaña.
El Señor está dispuesto a actuar,
sólo hace falta un hombre, (o una mujer, Dios no cuestiona el género
para usar una vida, hacer un estudio sobre las mujeres bíblicas usadas por Dios
me llevaría mucho tiempo, máximo si tuviera que dar testimonio de las mujeres
en la historia contemporánea). En este contexto, hacía falta un hombre. Lo
pedía Goliat, lo anhelaba el Señor. Lo demandó Ezequiel; buscó entre ellos hombre que hiciese vallado y que se
pusiese en la brecha delante de Dios, a favor de la tierra, para que no la
destruyese; y no lo halló[71].
Cuando D. L. Moody estaba
visitando Inglaterra, escuchó a Henry Varley decir: “el mundo aún no ha visto
lo que Dios pudiera hacer con un hombre
completamente dedicado y consagrado al Espíritu Santo”. Más tarde Moody comentó:
“El dijo “un hombre”. El No dijo un
“gran hombre” o un “hombre educado” o un “hombre rico”. Simplemente dijo “un hombre”. Yo soy un hombre y está
dentro del mismo hombre decidir si habrá esa consagración completa o no. Yo
intentaré hasta lo máximo ser ese hombre”.
¡Dame un hombre, una mujer
como Esther o Deborah, y haré obras que harán estremecer a los valientes y
humillará a los grandes!
Goliat tenía una imagen
imponente. Pero la visión de David fue trabajada por Dios para ver más allá de
las apariencias. Lo midió; observó su contextura física y su vociferación.
Nunca tan potente como el rugir del león o el oso enojado y hambriento. --No es
más grande ni más feroz que ellos--, pensó, y agregó: --¡Nunca más grande que
mi Dios!--. Entonces se decidió y dijo a Saúl: --No desmaye el corazón de
ninguno a causa de él; tu siervo irá y peleará contra este filisteo--.
--No podrás tú ir contra
aquel filisteo, para pelear con él; porque tú eres muchacho, y él un hombre de
guerra desde su juventud--, dijo Saúl a David.
David le respondió: --Jehová,
que me ha librado de las garras del león y de las garras del oso, él también me
librará de la mano de este filisteo. Y
dijo Saúl a David: --Ve, y Jehová esté contigo--.
El corazón de David fue
formándose a semejanza del modelo de corazón que Dios quería, el corazón de su
Hijo Jesús. El ejercicio de formación fue cada dificultad, cada oso o león, o
ladrones, o su padre o sus hermanos, todo fue usado por Dios para hacer su obra
en David. Todo lo que te sucede, las personas a tu alrededor, los problemas y
las dificultades; todo será usado para bien en tu vida.
Cuando dos gladiadores se
encontraban en batalla, generalmente cada uno decía un discurso, y algunas
veces recitaban versos con alusiones y epítetos de la clase más injuriosa,
lanzando desprecios y provocaciones el uno al otro. Esta clase de diálogo
injurioso todavía es muy común entre los combatientes árabes. Goliat miró y vio
a David y le tuvo en poco; porque era muchacho, y rubio, y de hermoso parecer.
Y dijo el filisteo a David: --¿Soy yo perro, para que vengas a mí con palos?--
Y maldijo a David por sus dioses. Dijo luego el filisteo a David: --Ven a mí, y
daré tu carne a las aves del cielo y a las bestias del campo--.
¿Crees que las palabras de
Goliat hirieron los sentimientos de David? En otros momentos quizás se hubiera
retirado al desierto deprimido. Pero su carácter de cortafierros fue templado a
fuego. Golpe tras golpe; fuego y agua templaban su personalidad de hierro. ¿Qué
era este insulto comparado a todo lo vivido?
A veces, el pasado vuelve
otra vez a tu encuentro, quiere una vez más recordarte palabras hirientes,
desafíos no logrados, etiquetas con las cuales te han querido marcar el futuro.
El enemigo, por boca de Goliat, usó ese mecanismo para desanimar a David ¿Lo
logrará contigo? Espero que nunca lo consiga. Que tú desánimo no cuelgue de la
estantería de sus trofeos de guerra. Así sea.
Te cuento: Nuestra gatita
parió tres hermosos gatos, dos machitos y una hembra. Ésta última era
pequeñita, demasiado chiquita en comparación con los otros gatitos. Daba la
impresión que su nacimiento había sido prematuro. Le costaba llegar a la teta y
a mis hijos les llamó la atención que siempre estaba lejos de la mamá y que
ésta no hacía nada para atraerla, protegerla y amamantarla.
Cuando pienso en David, la
imagen con que lo asocio es la de la “cría segregada de la camada”. Cuando la
hembra tiene más cachorros de los que puede amamantar a una sola vez, el más
pequeño de ellos es marginado. Apenas sobrevive con la leche que queda cuando
los más grandes han llenado sus barrigas. A menudo este pequeño puede ser el
más simpático, y el más valiente, pero sigue llevando el estigma de “cachorro
marginado”.
No quiero llevarte a un
masoquismo ajeno a la voluntad de Dios. Simplemente, deseo que sí sufres
molestias padeciendo injustamente, y lo soportas, entiendas que esto es
aprobado delante de Dios. Pues para esto fuimos llamado; porque también Cristo
padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigamos sus pisadas; el cual
no hizo pecado, ni se halló engaño en su boca; quien cuando le maldecían, no
respondía con maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino encomendaba la
causa al que juzga justamente; quien llevó él mismo nuestros pecados en su
cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados,
vivamos a la justicia; y por cuya herida fuimos sanados.[72]
Sólo quiero que entiendas que
tu corazón debe ser conforme al de Cristo. El estigma de cachorro marginado es
mi pensamiento sobre David. Pero para nada era la manera en que él se pensaba. Muchas
personas pueden querer consolarte, sin darse cuenta que no te favorecen, diciéndote:
--¡Pobrecito!--. Pero no te lo creas.
Entonces dijo David al
filisteo: --Tú vienes a mí con espada y lanza y jabalina; mas yo vengo a ti en
el nombre de Jehová de los ejércitos, el Dios de los escuadrones de Israel, a
quien tú has provocado. Jehová te entregará hoy en mi mano, y yo te venceré, y
te cortaré la cabeza, y daré hoy los cuerpos de los filisteos a las aves del
cielo y a las bestias de la tierra; y toda la tierra sabrá que hay Dios en Israel.
Y sabrá toda esta congregación que Jehová no salva con espada y con lanza;
porque de Jehová es la batalla, y él os entregará en nuestras manos--.
El discurso de David presenta
un contraste notable con el curso usual de estas invectivas. Era lleno de una
confianza piadosa, y él atribuía a Dios toda la gloria del triunfo que preveía.
No parecía para nada un cachorrito relegado.
Y aconteció que cuando el
filisteo se levantó y echó a andar para ir al encuentro de David, David se dio
prisa, y corrió a la línea de batalla contra el filisteo. Y metiendo David su
mano en la bolsa, tomó de allí una piedra, y la tiró con la honda, e hirió al
filisteo en la frente; y la piedra quedó clavada en la frente, y cayó sobre su
rostro en tierra. Así venció David al filisteo con honda y piedra; e hirió al
filisteo y lo mató, sin tener David espada en su mano. (…)
Y cuando Saúl vio a David que
salía a encontrarse con el filisteo, dijo a Abner general del ejército: --Abner,
¿de quién es hijo ese joven?--. Y Abner respondió: --Vive tu alma, oh rey, que
no lo sé--. Y el rey dijo: --Pregunta de
quién es hijo ese joven--.Y cuando David volvía de matar al filisteo, Abner lo
tomó y lo llevó delante de Saúl, teniendo David la cabeza del filisteo en su mano.
Y le dijo Saúl: --Muchacho, ¿de quién eres hijo?-- Y David respondió: --Yo soy
hijo de tu siervo Isaí de Belén--.[73]
¿Quién soy? Un total
desconocido. Alguien que camina por las calles silencioso. No salgo en los
diarios, nadie ve mi rostro en televisión. No soy el sobresaliente de mi
generación. ¿Quiénes son mis padres en medio de esta nación? ¿Qué es mi familia?
Sólo una más entre miles que la pelean todos los días.
Sin embargo, los ojos de Dios
están sobre mí, y sobre ti. Te ha mirado el Señor y ha observado tu corazón y
me ha mandado a buscarte. Y escribo; escribo pensando en vos. En encontrarte.
Quiero que sepas que la victoria es lo único predestinado para ti. Pero antes
es necesaria la unción. Te estamos esperando. Ven. No nos sentaremos a la mesa
hasta que vengas. El cuerno aún está lleno. El profeta espera. Naciste para ser
rey y un lugar en la mesa del Padre está reservado con tu nombre.
Podemos hablar mucho del
predestino, la elección y los designios de Dios, pero es indudable, que la
victoria era lo que seguía a David. Quizás pensó en esto cuando escribió:
--Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días--.[74]
No era esta confesión un mero hablar, sino una creencia llena de fe. Realmente
Dios estaba con él; y poco a poco todo se iba acomodando para ser aceptado por
una nación dependiente de la dirección de Dios; a quienes ya les había elegido
un rey conforme su corazón.
Aconteció que cuando volvían
ellos, después que David mató al filisteo, salieron las mujeres de todas las
ciudades de Israel cantando y danzando, para recibir al rey Saúl, con panderos,
con cánticos de alegría y con instrumentos de música. Y cantaban las mujeres
que danzaban, y decían: Saúl hirió a sus miles, y David a sus diez miles[75].
El festejo molestó mucho a
Saúl, y no era para menos.
Hay personas a quienes les
interesa más lo que piensan los demás que el concepto que Dios pueda tener de
ellos. Es importante nuestra imagen reflejando nuestro carácter. Es decir, lo
que somos manifestándose en nuestros actos, en nuestras palabras, en nuestra
conducta. Pero cuando nos preocupamos en exceso, muchas veces sólo es una
búsqueda de los medios necesarios para ocultar, engañar o persuadir a los demás
para que crean de nosotros lo que no somos.
Hay expertos en engañar y
estudian la habilidad de la persuasión con el sólo fin de simular ante
multitudes. No somos así nosotros. Dios sabe lo que somos y, al final, lo verdadero
saldrá a la luz y revelará lo oculto de cada corazón. Esto sucedía en los
acontecimientos relatados, pese al enojo de Saúl y sus intentos de asesinato.
Quiero ir haciendo una
sumatoria de aquello que se iba revelando sobre David: el llamado; la unción;
el Espíritu de Dios, manifestándose cuando él tocaba el arpa; la victoria sobre
Goliat; el reconocimiento del pueblo, exteriorizado en el cántico de las
mujeres; ahora, por temor, Saúl lo nombra jefe de mil soldados. Por encima de
todo esto, la presencia de Dios que le susurraba al oído: --Yo estoy contigo--.
¿Por qué hago esta suma de
sucesos y resultados? Porque quiero que comprendas que David tenía muchos
motivos por los cuales querer apurar los tiempos del Señor. Uno de los peores
errores que podes cometer es tratar de usar atajos para llegar a donde Dios te
quiere conducir. A sus tiempos no debes intentar infringirlos por tu
impaciencia. ¡No trates de ayudar a Dios!
Fuiste llamado a reinar. Un
soberano debe aprender a esperar; la esperanza es compañera de la fe. Sólo
esperamos aquello que creemos llegará. Saber esperar es tener la facultad de
saberte contener y de no proceder sin reflexión.
Si crees que la desesperación
y frustración la sufres solamente tú, observa al profeta Habacuc preguntando
desesperadamente: --¿Hasta cuándo, oh Jehová, clamaré, y no oirás; y daré voces
a ti a causa de la violencia, y no salvarás? ¿Por qué me haces ver iniquidad, y
haces que vea molestia? (…) Muy limpio eres de ojos para ver el mal, ni
puedes ver el agravio; ¿Por qué ves a los menospreciadores, y callas cuando
destruye el impío al más justo que él, y haces que sean los hombres como los
peces del mar, como reptiles que no tienen quien los gobierne?--.[76]
Ahora observa bien su actitud
y la respuesta de Dios: --Sobre mi guarda estaré, y sobre la fortaleza afirmaré
el pie, y velaré para ver lo que se me dirá, y qué he de responder tocante a mi
queja. Y Jehová me respondió, y dijo: --Escribe la visión, y declárala en
tablas, para que corra el que leyere en ella. Aunque la visión tardará aún por
un tiempo, mas se apresura hacia el fin, y no mentirá; aunque tardare,
espéralo, porque sin duda vendrá, no tardará. He aquí que aquel cuya alma no es
recta, se enorgullece; mas el justo por su fe vivirá--.[77]
Para el profeta, estar sobre
su guarda, afirmar su pie sobre la fortaleza, y velar, son sinónimos de esperar
la respuesta de Dios.
Si aún estás en el desierto,
quizás todavía estás sin esperanza; si bajaste a encontrarte con el profeta, a
lo mejor estás comprendiendo lo que Dios quiere con tu vida y saberlo te hace
mirar el mañana totalmente diferente. ¡No desesperes! ¡Prepárate! ¡Espéralo! Porque
sin duda vendrá, ¡No tardará!
La respuesta del Señor es
para alimentar la confianza. A menudo se menciona a la esperanza como compañera
de la fe. Los héroes de la fe en Hebreo 11son también faros de confianza. Lo
más extraordinario quizás sea la frecuente relación entre la esperanza y el
amor, además de la fe. Por en su relación con el amor, la esperanza cristiana
está libre de todo egoísmo. Es imposible para un cristiano esperar bendiciones
para sí sin desear al mismo tiempo que otros las disfruten también. Cuando ama
a su prójimo desea que reciba todas las buenas cosas que Dios desea darle.
Sin conocerte, te amo. Y
deseo que vengas pronto y te sientes a la mesa con nosotros. Que Dios llene tu
corazón de esperanza. Pero no de esa secular, ilusoria, fantasmal, y alejada de
la verdadera esperanza cristiana.
La esperanza en el sentido
bíblico específico es posible cuando crees en el Dios viviente, que actúa e
interviene en tu vida, y en quien puedes confiar en que llevará a cabo lo que te
ha prometido. Esta esperanza no es producto de tu temperamento, ni está
condicionada por las circunstancias u otras posibilidades humanas. No depende
de lo que posees, ni de lo que eres capaz de hacer por ti mismo, o de lo que
otro pueda hacer por vos.
Piensa en Abraham, el padre
de la fe que justifica su confianza de que Sara diera a luz un hijo a pesar de
su vejez, creyendo a Dios. Pudo creer “en esperanza contra esperanza”[78].
Es decir, si tú esperanza humana se termina o es insuficiente, aun queda otra
esperanza que nunca falla, la esperanza en Jesús.
Quien cree en Dios sabe que nunca
se agota para él la bondad del Señor. No ignora que lo mejor es lo que todavía
está por venir. Todavía está por delante. Sólo cuida de no apresurar los
tiempos y espera con fe. Mira más allá del horizonte.
Dios, enséñame a adorarte
Evangelio según Juan. JESÚS = Dios. A todos los que
creen.
T
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e preguntaste
alguna vez ¿Cómo puede suceder que una persona cambie de posición tan
notoriamente?¿Cómo hace un pastor, que es rey electo, la transición del pasto
al trono? Es todo un desafío. Hay personas que se equivocan en este periodo de
cambio.
Pienso en Moisés quien pasó
de bebé hebreo condenado a muerte, a ser el adoptado por la hija de faraón;
desde príncipe egipcio a pastor doblemente desterrado, (tanto que al nacer su
hijo en tierra de Madián, le puso por nombre Gersón, porque dijo: Forastero soy
en tierra ajena)[79].
Desde las ovejas de su suegro a libertador y líder del pueblo de Dios.
Recapacito en José quien
tuvo una transición extraordinaria: de hijo mimado y soñador de Dios a esclavo;
de esclavo a presidiario; de presidario a primer ministro de Egipto. ¡Oh
profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán
insondables son sus juicios, e inescrutables sus caminos![80]
Nunca sabrás cómo y dónde te llevará su voluntad y su poder.
Los peligros en este
tiempo de transición pueden ser muchos. No saber esperar los tiempos de Dios y
confundirnos, dejándonos engañar por un espíritu de superioridad vestido de
oveja, son mentirosos enemigos. ¿Entiendes lo que quiero decir con esto último?
A veces somos tan espirituales que la relación con los demás se convierte en
discriminatoria, acusadora y condenatoria. Nuestras palabras son tan
celestiales que parecen la más dulce de las ovejas y, en realidad, son feroces
lobos que obstruyen la obra de Dios en los corazones.
Hay un error que cometió
Israel como nación y que podemos cometer nosotros si no ponemos la debida
atención a los propósitos santos. Dios hizo su promesa especialmente a este
pueblo, de los cuales son la adopción, la gloria, el pacto, la promulgación de
la Ley, el culto y las promesas; de quienes son los patriarcas, y de los
cuales, según la carne, vino Cristo.[81]
Ofreció a Israel ocupar
una posición sin par entre las naciones; en un sentido, éste era su pueblo
peculiar. La desdicha de esta nación fue malentender sus funciones. Se
convenció a sí mismo de habérsele prometido privilegios y honores especiales,
cuando, en realidad, lo que se le había ofrecido eran deberes y responsabilidades
concretas. El ofrecimiento de Dios es siempre el de una tarea que hacer para
él.
Este es el principal
motivo por lo cual Dios está buscando corazones conforme al suyo. No espera ni
busca perfección; solamente un carácter dócil que quiera llevar el yugo sobre
sí, y aprender de Cristo, que es manso y humilde de corazón.[82]
Corazones cuyo principal deseo sea ser semejante a él, en obediencia, santidad
y compromiso.
Cuando veo a Jesús en el
desierto, ayunando, siendo tentado y resistiendo firme en la palabra de Dios. A
Moisés pastoreando las ovejas de Jetro su suegro y, temeroso y fascinado,
arrimarse a la zarza ardiente para oír la voz del Padre. A David y sus pocas ovejas.
Ante esto, pienso que en diferente medida y con distintas experiencias, todos
pasamos por aquel desierto. Pero en cada uno de nosotros tiene un impacto diferente,
muchos se perdieron y nunca más volvieron, otros sacaron fuerzas de debilidad y
aún sobreviven, y los más, le temen.
Muy pocos ven
oportunidades en cada desierto que les toca pasar. Los que logran cultivar este
carácter son personas que han comprendido que fueron llamadas con un propósito.
Tienen el sello de aquellos que lograron percibir que poseen, no solo una
misión en la vida, sino también una visión que les permite soñar con los sueños
de Dios sobre su existencia.
Ora conmigo: --¡Dios abre
mis ojos espirituales! Quiero ver. Ser un visionario--.
Tener visión es ver más
allá de lo contingente y pragmático, mucho más allá de lo que el común de la
gente puede ver. Es adquirir una mirada que logra traspasar el espacio y los tiempos.
Conviértete en un revolucionario. Construir nuevas realidades y hacerlas
posible es lo que hace un atrevido opositor al régimen gobernante de este
mundo.
Sé como el Salmón. Este pez
nace en los ríos, alcanza la adultez en el mar y retorna al río para el desove.
Pero sólo puede hacerlo remontándolo, nadando contra la corriente que quiere
llevarlo otra vez al mar. No puede dejarse vencer por el torrente de agua, debe
llegar al río porque tiene una razón, es la época en que las hembras deben
soltar sus huevos. Debe vencer, sus crías sólo tienen una posibilidad de nacer
y es en el río.
Tú también tienes una
razón. Debes encontrar el por qué de tu desierto. ¿Qué quiere Dios hacer en tu
vida? Yo sólo sé que la mesa está servida y esperamos por vos. Que hay una
unción, una silla y un reino. Seguramente, nadar contra la corriente requiere
de energía y fuerza para el Salmón. Que Dios te de carácter y potencia, pero también
pasión en lo que crees.
La energía y fuerza están
dadas por la confianza que tenemos y en quien creemos, es optimismo y fe
respecto al Señor que nos llamó. Pasión es el empeño en llegar al objetivo que
nos proponemos focalizando nuestra energía y siendo muy perseverantes en el camino.
Es tu convicción de amor.
Un reformador transforma
problemas en oportunidades, esta característica se denomina “resiliencia”, que
consiste en la capacidad de sobreponerse a la adversidad, creciendo a partir de
ella. Es enfrentar cambios y sobresaltos de una manera contractiva no
dejándonos abatir por la frustración. Sosteniéndonos “como viendo al invisible”.
Si no ves a Dios obrando y bendición tu vida, muy difícilmente podrás
convertirte en un agradecido adorador. Dios formó un corazón de hijo en David,
de pastor, de soberano, pero sobre todo, de adorador.
No es sencillo lo que el
Padre está haciendo en tu vida. Te llamó y desea que cual su Hijo respondas a
su llamado y le obedezcas. Deja que te ame y te cuide, quiere darte todas sus
riquezas en gloria y poner mesa delante de ti.
Anhela que como pastor le
sirvas; cuides de sus ovejas; pastorees sus corderos. Colocó corona en tu
cabeza y te enseña a esperar, conquistar y gobernar. Por último, en el desierto
quiere darte un corazón de adorador mediante el cual no sólo le des adoración,
sino que todo vos sea una adoración.
ADORARTE EN ESPÍRITU Y VERDAD
¿
|
Como puedo adorarte si no te conozco? Conocer no es solamente saber tu Nombre; ni observar una religión o ser fiel a diferentes ritos establecidos, sea por la Biblia, normas religiosas, o quién sabe qué o cómo.
Conocerte es más profundo.
Es intimar con alguien y compartir los secretos; recostarse sobre su pecho como
lo hacía Juan con Jesús.
¿De qué manera puedes vivir
esta efectiva relación con Cristo? No hay otro modo, sólo uniéndote
espiritualmente con él. Jesús quiere hacerlo ¿Lo anhelas tú? Deja que llene tu
corazón; que se siente en el trono de tu vida. Cristo quiere revelarse a ti y
relacionarse íntimamente. Lo necesitas.
Ora conmigo: --¡Espíritu
Santo de Dios lléname de ti! Sé en mí como un rio de aguas vivas que salten de
mi interior. Te necesito porque sólo tú puedes revelar a Cristo en mi vida para
que realmente pueda conocerlo y adorarle conforme a ese conocimiento. Jesús, tú
eres Dios encarnado[83].
Te adoraron apenas naciste[84],
durante tu ministerio[85]
y también en tu resurrección[86].
¡Enséñame, Espíritu, a adorarlo!--.
Jesús dijo que el
Espíritu Santo le glorificaría; porque tomaría de lo suyo, y nos lo haría
saber.[87]
El Espíritu que recibimos de su Hijo es quien trabaja en nuestro corazón para
conformarlo con su voluntad. Es quien hace posible que lo conozcas y lo sirvas
según la verdad. ¡Glorifica a Cristo en mi corazón!
Quiero contarte del encuentro
de una mujer de Samaria con Jesús. La charla fue extensa y se tocaron
diferentes temas; en este punto de la conversación el centro de la plática era
la adoración. La mujer dijo a Jesús: --Nuestros padres adoraron en este monte,
y vosotros decís que en Jerusalén es el lugar donde se debe adorar--.
Jesús le explicó: --Mujer,
créeme, que la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre.
Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos; porque la
salvación viene de los judíos. Mas la hora viene, y ahora es, cuando los
verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también
el Padre tales adoradores busca que le adoren. Dios es Espíritu; y los que le
adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren--.[88]
Ella había hablado simplemente de “adoración”; nuestro Señor presenta delante
de ella el gran Objeto de toda adoración aceptable: “El Padre”.
¿Cómo puedes adorarle
sino le reconoces primeramente como Padre? Esta posición paternal permite tener
una relación cercana, y no lejana. La mayoría de las personas tienen esta última
manera relacionaría con Dios, distante. Pero no es la que el Señor quiere tener
contigo. Ese es el motivo de que este escribiendo estas palabras para ti. Dios
quiere que reconozcas que es tu Padre. Diferente y no tanto a toda imagen que
puedas tener de lo que es la paternidad, depende de tu experiencia personal.
Cualquier padre terrenal,
que se piense como tal, buscará tener contacto con sus hijos y viceversa. Dios
Padre quiere adoradores que busquen una relación personal con él. No puede ser
de otra manera que en espíritu y en verdad. Dios no necesita tus rezos, sino la
sencillez y la nobleza de tu espíritu. Él busca más allá de los ritos, las
fórmulas, los tiempos de oración, una clase de encuentro personal. Da a Dios lo
más profundo tuyo, el espíritu y el corazón del que surgen todos tus deseos.
El Espíritu de Dios no
puede glorificar a Jesús sino en aquellos corazones que buscan la verdad y que
hacen la verdad en un mundo de mentiras.
Mira a los ojos a Dios,
una vez más, dile:--¡Abba, Padre!--. No es una palabra cualquiera, es la que
caracterizaba la manera tan personal como Jesús se dirigía a Dios. En el
momento más difícil, como una oración que se convierte en la más profunda
adoración, en espíritu y en verdad. Adoración agónica en el Monte Getsemaní:
--Abba, Padre, todas las cosas son posibles para ti; aparta de mí esta copa;
mas no lo que yo quiero, sino lo que tú--.
Eleva unas cuantas
palabras que valgan más que mil rezos y cultos. Hazlo con toda confianza,
porque eres su hijo, y puedes hacerlo mediante el Espíritu de su Hijo que Dios
envió a tu corazón, el cual clama por ti: ¡Abba, Padre! Y éste no es un espíritu
de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que has recibido el espíritu
de adopción, por el cual puedes clamar, una y cuantas veces quieras: ¡Abba,
Padre! ¡Abba, Padre![89]
Mas viene el tiempo, o
por mejor decir, ha llegado ya. Hoy es tu tiempo. Tiempo de darte cuenta que
Dios te está buscando. Busca a su hija/o, a su sierva/o, a su rey o reina;
sacerdote o sacerdotisa. ¿Quién sabe? Sólo sé que te busca a ti.
Dios busca verdaderos
adoradores que le den un culto espiritual y verdadero por la fe, la esperanza y
la santidad; culto muy diferente del que le da este mundo, que sólo consiste en
ceremonias exteriores y figurativas. No te confundas, esto no quiere decir que Jesucristo
excluye todo culto exterior; nos enseña solamente que es inútil y que no puede
honrar a Dios, cuando no va fundado sobre el interior, del espíritu.
Siendo pastor, David
cultivó un talento relacionado con la música; aprendió a cantar y a tocar
instrumentos mientras cuidaba de las ovejas. En el desierto consumía largas
horas, y muchas de éstas eran aburridas y monótonas. Una vez que las ovejas
llegaban al pasto y estaban seguras, el pastor no tenía mucho que hacer,
excepto sentarse sobre una ladera a vigilarlas.
Era común que los
pastores buscaran entretenerse, tocando algún instrumento. Durante los
solitarios días que pasaba sobre las rocosas laderas, David escribía poemas a
los cuales ponía música. Después él tocaba y cantaba. Dios lo bendijo con una
hermosa voz y con talento especial para la música, y el dulce cantor de Israel
cultivó ese talento.
¿Eso es todo? ¿Sólo es
aprovechar el tiempo ocioso y desarrollar un talento? Si quieres ser músico;
si. Si lo que buscas es ser un adorador, no, no es suficiente. La adoración es
una actitud del corazón. Esta palabra denota el mérito de un individuo para
recibir honores especiales de acuerdo con su valía. Dios sólo puede ser adorado
en espíritu y en verdad cuando logras aceptar y descubrir sus atributos
divinos.
Todo estaba silencioso y
tranquilo. El viento caliente del desierto quemaba el rostro. El instrumento
suavizaba la tarde. De pronto el rugido del león y el mugir de la oveja víctima
de arrebato. David se pone en pie. Siente en su interior el miedo. El sudor por
su frente muestra lo que pasa por su interior. Dirá:--¿Qué hago, Dios? ¿Padre,
voy tras la bestia? ¿Me ayudarás?-- En su corazón, una voz celestial le
susurra: --Ve--.
¿Qué armas tenía? Su vara
(un pesado palo que podía usarse como cachiporra), su honda, y su fe en Dios.
Cierra los ojos y capta
la presencia de su Señor. Corre y enfrenta la situación. Al rato, vuelve con la
oveja sobre sus hombros. Sonríe; se sienta en una roca y toma su instrumento, y
adora a Dios. Reconoce todos sus atributos; que sólo él es Dios: Santo, justo,
verdadero, misericordioso, quien da y quita la vida. Padre Eterno, salvador.
Dios omnisciente, omnipresente y omnipotente. ¡Sólo Tú eres Dios!
Con lágrimas en los ojos
escribe bellos poemas de alabanza y adoración. La médula de su devoción es, sin
lugar a dudas, su conocimiento de Dios. No se cansa de cantar acerca de su
majestad en la creación. Y nunca se acaban los papeles ni las razones para
escribirle salmos a su Padre. No importaba la situación ni las circunstancias,
las convertía en una buena razón para transmitir a Dios sus pensamientos.
No todos los Salmos
bíblicos le pertenecen a David.[90]
Pero puedes encontrar en ellos el conocimiento de los atributos y la obra
divina para reconocerle y adorarle como Dios, en espíritu y en verdad.
El salmista te enseña su
conocimiento personal de Dios. Lo reconoce Señor; en todas sus obras, en
cielos, tierra y mar, lo ha conocido como el Creador omnipotente, omnisciente,
y omnipresente. Es también el Dios de toda la historia, que va guiando todas
las cosas hacia la meta final que se ha propuesto alcanzar. Pero este Soberano
de toda la tierra, este Rey de reyes, es también el supremo Legislador y Juez,
defensor de todos los oprimidos, a la vez que su Salvador. Por lo tanto, es
misericordioso y fiel, justo y recto, el Santo a quien hombres y ángeles
adoran.
El Dios de los salmistas
es también, en forma única, el Dios de Israel. El Dios que se reveló a Abraham,
Isaac y Jacob, que por medio de Moisés libró a Israel de Egipto, estableció un
pacto con ellos y les entregó la tierra prometida. Es el Señor y Defensor del
pueblo elegido.
Es tu Dios y Padre. Mi
Señor.
Te invitó a que compartas
conmigo este bosquejo para el estudio y la enseñanza de los salmos. En la serie
completa hay otras selecciones tituladas: Lamentos individuales y colectivos;
Cánticos individuales de agradecimiento; Salmos reales y Salmos de confianza y
sabiduría.[91]
No los transcribo por querer solamente hablarte de la adoración y alabanza.
Esta es una
selección de Himnos de alabanza y liturgias:
Salmo 8: La gloria
del Señor está en toda la tierra
Salmos 14, 53:
Para vergüenza de los impíos, el Señor restaura a su pueblo
Salmo 15:
Solamente los piadosos podrán habitar con el Señor
Salmo 19: El Señor
se revela en su mundo y en su Palabra
Salmo 24: El Señor
es el Rey de Gloria
Salmo 29: La voz
del Señor es poderosa y majestuosa
Salmo 33: El Señor
es soberano en la creación y en la historia
Salmo 46: Dios es
la poderosa fortaleza de su pueblo
Salmo 47: Dios es
el gran Rey sobre toda la tierra
Salmo 48: Dios es
el gran Rey en Sion
Salmo 50: Dios es
el juez justo de su pueblo
Salmo 65: Dios
salva y sostiene a su pueblo
Salmo 67: Que
todos los pueblos alaben a Dios
Salmo 68: Dios es
la fortaleza y el poder de su pueblo
Salmo 75: Canten
alabanza a Dios por su juicio justo
Salmo 76: Dios es
majestuoso cuando juzga
Salmo 78: Dios
guía a su pueblo aun cuando se extravía
Salmo 81: Dios
quiere que su pueblo lo alabe y lo obedezca
Salmo 82: Dios
heredará todas las naciones
Salmo 84: Los que
habitan en la casa de Dios son bendecidos
Salmo 85: La
salvación de Dios está cerca de los que le temen
Salmo 87: La
ciudad de Dios es gloriosa
Salmo 93: El Señor
nuestro Rey está vestido de majestad
Salmo 95: El Señor
es el gran Rey sobre todos los dioses
Salmo 96: El Señor
nuestro Rey es grande y se le debe mucha alabanza
Salmo 97: El Señor
nuestro Rey está exaltado sobre todos los dioses
Salmo 98: El Señor
nuestro Rey salva y juzga
Salmo 99: El Señor
nuestro Rey es santo
Salmo 100:
Agradézcanle al Señor y alaben su nombre
Salmo 101: Caminen
delante de Dios con corazón perfecto
Salmo 103: Alaben
al Señor por todos sus beneficios
Salmo 104: El
Señor provee todo lo que sus criaturas necesitan
Salmo 105: El
Señor siempre es fiel a su pueblo
Salmo 106: El
Señor salvó a su pueblo una y otra vez
Salmo 111: El
Señor siempre es fiel a su pacto
Salmo 113: Alaben
el nombre del Señor
Salmo 114: Dios
sacó a Israel de Egipto mediante su milagroso poder
Salmo 115: Los
ídolos no son nada pero el Señor lo es todo
Salmo 117: Que
todos los pueblos alaben al Señor
Salmo 118: Alaben
al Señor por su maravillosa salvación
Salmo 119: Alaben
al Señor por su maravillosa Palabra
Salmo 121: Nuestra
ayuda viene solamente del Señor
Salmo 122:
Alegraos cuando vayáis a la casa del Señor
Salmo 123: Buscad
la misericordia del Señor
Salmo 124: El
Señor está de parte de su pueblo
Salmo 125: El
Señor rodea a su pueblo con su protección
Salmo 126: El
Señor saca a su pueblo del cautiverio
Salmo 129: El
Señor vence a los enemigos de su pueblo
Salmo 134: Que
todos los siervos del Señor lo alaben
Salmo 135: El
Señor hace lo que quiere
Salmo 136: La
misericordia del Señor dura para siempre
Salmo 145: Alaben
el nombre del Señor para siempre
Salmo 147: Alaben
al Señor por su Palabra sustentadora
Salmo 148: Alaben
al Señor desde los cielos y desde la tierra
Salmo 149: Que el
pueblo del Señor le cante alabanzas
Salmo 150: Que
todo lo que tiene aliento alabe al Señor
Invierte
tu tiempo delante de Dios y pídele al Espíritu Santo que glorifique a Cristo en
tu corazón, para que puedas conocerle como el Señor que dio su vida por ti. Dios
hecho carne. Niño que nos es nacido, hijo que nos es dado, y el principado
sobre su hombro; y se llamará su nombre: Admirable, Consejero, Dios Fuerte,
Padre Eterno, Príncipe de Paz.[92]
Derrama sobre mí tu unción
Como el buen
oleó sobre la cabeza, el cual desciende sobre la barba, la barba de Aarón, y
baja hasta el borde de sus vestiduras;
¡Ven, estemos a cuenta!
A
|
l encontrarte, en esta forma
tan particular de estar frente a frente sin estarlo. Mirarte sin hacerlo; y
hablar contigo por medio de un papel que intentó exprese lo deseado. Quiero
llegar a este punto creyendo, que si aún estás leyendo, es porque te interesa y
quieres responder al llamado de Dios.
Soy el profeta que tiene en
su mano el cuerno lleno de unción. Arrodíllate. Póstrate ante la cruz de
Cristo. El líquido húmedo todavía desciende por el rudo madero; moja tu cabeza;
desciende por tu mejilla; baja por tu cuerpo hasta tus pies. Es como el rocío
de Hermón, que desciende sobre los montes de Sión.
Algo sientes en tu interior.
Lo pesado se va. Los lazos se sueltan; el temor huye. Las maldiciones se rompen
y la angustia no encuentra lugar en ti. Quizás te pase como me sucedió a mí, no
sabía que estaba pasando ni comprendía a ciencia cierta lo que ocurría. No interesa,
lo que sucede no es intelectual sino espiritual. Dios está enviando bendición y
vida eterna.
El brebaje santo no es el
aceite de Samuel, ni el oleó especial de Moisés. Es la Sangre de Jesús que se
derrama sobre ti. Una sola gota de su sangre tiene el poder suficiente para
limpiar todos los pecados de tu corazón. No importa cuál sea. No te preocupe la
gravedad ni lo sucio que estés. --¡Ven!--, dice el Señor, --Estemos a cuenta:
si tus pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si
fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana--.[93]
Ora conmigo: --Dios, lávame
más y más en la sangre de tu Hijo. Reconozco todos mis pecados de los cuales me
avergüenzo hasta sentir un dolor de muerte en mi interior; no puedo levantar mi
mirada ni verte a los ojos. No puedo orar; no me atrevo a pedirte nada. ¡Si no
fuera por tu gracia! El saber de tu amor me da fuerzas. Te tomaste tanto
trabajo en buscarme. Me llamaste y te ignoré. Pienso; hago sumas y restas, y
finalmente ¡Sólo queda tu gracia! Perdóname. Acepto tu llamado, tu sangre la
cual corre por todo mí ser y me limpia de todo mi maldad. Gracias, Padre. En el
Nombre de Jesús.--
Adórale. Liberta tu
adoración. ¡Las voces de millares de ángeles no podrían expresar mi gratitud
por ti! La tuya debe ser totalmente personal. Sólo tú sabes lo que sientes en
tu corazón al aceptar a Jesús como Señor de tu vida.
Quiero dejarte solo. Hace lo
que el Espíritu te guie. Si quieres arrodillarte, hazlo. Si quieres cantar,
canta; si quieres llorar, deja que por tus ojos broten todo el amor que pueda
emanar de tu interior.
Te dejo solo. Tú y Jesús en
la más perfecta intimidad.
Vasija
Ten
misericordia de mí, oh Jehová, porque estoy en angustia;
Se han
consumido de tristeza mis ojos, mi alma también y mi cuerpo.
Porque
mi vida se va gastando de dolor, y mis años de suspirar;
Se
agotan mis fuerzas a causa de mi iniquidad, y mis huesos se han consumido.
De
todos mis enemigos soy objeto de oprobio,
Y de
mis vecinos mucho más, y el horror de mis conocidos;
Los que
me ven fuera huyen de mí.
He sido
olvidado de su corazón como un muerto;
He venido a ser
como un vaso quebrado.
Porque
oigo la calumnia de muchos;
El
miedo me asalta por todas partes,
Mientras
consultan juntos contra mí
E idean
quitarme la vida.
L
|
eer esta parte del Salmo 31
de David nos da la impresión de escuchar los lamentos de Job o de Jeremías. O
tus pensamientos o mis oraciones.
En realidad, es la oración de
un creyente en tiempo de hondo pesar. Si no leemos el Salmo completo nos va a
quedar la impresión de un escrito depresivo y sin esperanza. Te lo resumo: En
la primera parte los clamores de socorro se mezclan con las expresiones de
confianza. Luego el detalle de las amarguras ocupa la atención, hasta que, en
la seguridad de la fe, fuerte mas sumisa, llega al lenguaje de la pura
confianza gozosa, y exhorta a otros a que tengan igual amor y confianza para
con Dios.
Quiero concentrarme en la
referencia de las amarguras de David, porque es como invadir la privacidad de
un corazón y penetrar lo más profundo de un ser sufrido. Si estas palabras
fueran mías, a muy pocos les permitiría que la lean. Son palabras que desnudan
todo el interior. Exponen lo que la angustia puede hacer en una persona.
David siente que se consume
de tristeza sus ojos, su alma y su salud física. Que el tiempo pasa y su vida
se gasta en dolor y hace que se le terminen las fuerzas. El desprecio y olvido,
la calumnia y el miedo, lograron que David se sienta un vaso quebrado.
Hay un simbolismo bíblico muy
importante cuando se usa el término “vaso”. El arte del alfarero dio al
lenguaje bíblico muchas de sus imágenes, símiles y metáforas. David conocía
este simbolismo, por eso al escribir desnuda toda su debilidad humana ante las
circunstancias por las que pasa. Muchas veces usó estas metáforas para profetizar
lo que sucedería con aquellos que se levanten contra Dios y contra su ungido.
Describe el poder del Mesías frente a la fragilidad humana diciendo que los
quebrantaría con vara de hierro; como vasija de alfarero los desmenuzaría.[94]
Isaías también usó está
imagen proféticamente: “Y se quebrará como se quiebra un vaso de alfarero, que
sin misericordia lo hacen pedazos; tanto, que entre los pedazos no se halla
tiesto para traer fuego del hogar, o para sacar agua del pozo”.[95]
“Del norte levanté a uno, y vendrá; del nacimiento del sol invocará mi nombre;
y pisoteará príncipes como lodo, y como pisa el barro el alfarero”.[96]
Todo este simbolismo habla
del implacable poder del alfarero sobre la vasija, quien los despedazaría de
manera de no poder ser remendados. Lo que describe es una destrucción total
hasta hacerlo inservible.
Quizás muchas veces te
sientes quebrado en tu voluntad, en tus anhelos, en tus sentimientos. Sintiendo
que la vida se va gastando de dolor y los años de suspirar. Como si lo esperado
no fuera a llegar jamás.
¿Hasta cuándo, Jehová? ¿Me
olvidarás para siempre? ¿Hasta cuándo esconderás tu rostro de mí? ¿Hasta cuándo
pondré consejos en mi alma, con tristezas en mi corazón cada día? ¿Hasta cuándo
será enaltecido mi enemigo sobre mí?[97]
Estas palabras de David, prácticamente son la oración de una persona que se
siente como un vaso quebrado. Si la angustia logrará hacer prevalecer el
pensamiento del quebrantamiento, conseguiría que te consideres un vaso sin
posibilidad de ser remendado. ¡Una vasija destruida totalmente hasta ser
inservible!
Muchas personas pueden tratar
de hacernos sentir así. Palabras hirientes penetran nuestro ser y se arraigan
cuál parásito en nuestra alma. No le permitas permanecer en ti. Quita toda raíz
de amargura. Son peligrosas. Por causa
de ella, algunos dejaron de alcanzar la gracia de Dios; los estorbó, y por ella
muchos pueden ser contaminados.[98]
Tu carácter fue formado a fuego. Golpe tras golpe. Fuego y agua. Otra vez, más
golpes. Conviértanse ellos a ti, y tú no te conviertas a ellos. Tu Dios nunca te
dejará sin esperanza. Su gracia siempre te acompañará y te restaurará.
¿Crees que esta prueba te
destruirá? ¿Piensas que el ímpetu de las olas hundirá tu barca? Muchas veces
pensé que sí. El viento sacudiendo con fuerza tremenda mi barquichuelo. Luchó.
Lo hago con decisión, con todas mis fuerzas. No es suficiente. Te buscó, Señor.
¿Dónde estás? En la popa, durmiendo sobre un cabezal. Pienso: --Maestro, ¿No
tienes cuidado de mí? ¿No te das cuenta que perezco?--.
Cierro los ojos, y espero.
Estás allí, silencioso en un rincón de mi habitación. No te veo. Mis ojos
recorren los espacios. Se nubla mi mirar. ¡Es increíble! Con mis ojos húmedos
por las lágrimas puedo mirar mucho más allá. Hay estás. Callado, mirándome con
amor. Lo sé. Te levantarás, reprenderás al viento, y dirás al mar: --¡Calla,
enmudece!--. Cesará el viento, y se hará grande bonanza. Y cruzaré al otro
lado.[99]
Luego pondrás tu mano sobre mi cabeza, me acariciarás cual Padre a su hijo
débil y necesitado. Callarás de amor por mí.
Esta es mi fe, la que estoy
compartiéndote. Es un tesoro en este vaso de barro llamado Hugo Nieva, para que
la excelencia del poder sea de Dios, y no mío, que puedo llegar a estar atribulado
en todo, pero no angustiado; en apuros, mas no desesperado; perseguido, pero
jamás desamparado; derribado, pero nunca me pensaré destruido.[100] Un vaso quebrado pero pronto a ser restaurado
por el más hábil y eficaz de todos los ceramistas.
David reconocía y aceptaba el
dominio del alfarero sobre el barro como símil de la soberanía de Dios. Cuando
logramos reconocer que él es Dios y nosotros obra de su mano, entonces podemos
poner toda nuestra confianza en su sabiduría, poder, decisiones, dejando que
sea Señor de nuestro tiempo. No podemos entregar nuestra vida en sus manos al
menos que aceptemos su soberanía.
Ser soberano es ejercer
autoridad suprema e independiente sobre lo que es su pertenencia. Pertenecemos
a Dios, siempre fue así, porque él nos formó; tomó polvo de la tierra y nos
hizo.[101]
Por voluntad propia nos rendimos al pecado, pero Dios nos redimió con la sangre
de Jesús; nos compró a precio de vida. Darle a él nuestra soberanía es entregar
nuestra voluntad; todo el derecho a decidir qué es lo mejor para nosotros.
Supremacía atribuida por la confianza y fe depositada en nuestro Señor.
Acompañemos a Jeremías a casa
del alfarero y allí oigamos lo que Dios tenga para decirnos: Míralo, allí está
el alfarero trabajando sobre la rueda. La vasija de barro que él está haciendo
se echó a perder en su mano; y volvió y la hizo otra vasija, según le pareció
mejor hacerla. Escucha el mensaje de Dios: --¿No podré yo hacer contigo como
este alfarero? He aquí que como el barro
en la mano del alfarero, así eres tú en mi mano--.[102]
David lo entendió ¿Lo estás
entendiendo tú? Hay situaciones que nos llevan a ser como un vaso quebrado.
Vasija demasiada dura o con algunas basuritas que nos echan a perder. El
Espíritu de Dios es el mejor restaurador. Deja que haga otro receptáculo de ti,
como a él le parezca mejor hacerlo. Permite que ejerza su soberanía con tu
vida.
Nosotros somos vasijas de
barro a ser colmada. Esta imagen tiene la finalidad que entiendas que serás
llenado inevitablemente. Por las vanidades, por el odio, los resentimientos,
las falsedades, las mentiras, el desprecio, los prejuicios, los vicios, el
adulterio, la fornicación, la lascivia, el desanimo, la depresión, basuras y
más basuras. Nada evitará que seas llenado. Elige por qué quieres ser lleno.
Dios quiere poner su tesoro
en ti, su vaso escogido. Te da la figura de uno de barro para hacerte entender
que, más allá de tu fragilidad humana, fuiste hecho para contener el poder de
lo alto. Tu debilidad resalta y da la excelencia del poder a Dios, y no a tu
propia capacidad, habilidad, de manera que queda exceptuada cualquier
jactancia.
Vuelvo a repetir, tú eres una
vasija de barro a ser llenada y lo serás, ineludiblemente. Lo fuiste desde que
naciste. Cada caricia, cada contacto visual o físico, cada palabra o silencio;
todo fue llenando tu vaso tanto intelectual, emocional y espiritualmente.
Eres llenado por el
conocimiento perceptual, (ojo y oído), a través de la observación y la
experiencia sensorial. Por el conocimiento conceptual: el corazón, la mente,
por la razón y la curiosidad intelectual; y también por el espiritual de lo que
aman a través de la afinidad moral y vida espiritual.[103]
No debes ignorar que la forma
de pensar, la voluntad, la imaginación, la conciencia, el gozo, los deseos, los
afectos, las percepciones, los poderes de raciocinio, las intenciones y la fe,
fueron afectados por el pecado. Se perdió la vida espiritual y la naturaleza
moral se hundió en oscuridad al dar la espalda a la luz de Dios.
Las formas de proceder ante
diferentes circunstancias, sea de nuestros padres, familiares o conocidos,
fueron quebrando nuestro vaso. Por encima de todo, nuestro pecado personal.
Un ejemplo muy común, y
espero que no lo hagas nunca y si lo hicieron contigo puedas perdonar, es el
que utiliza la licenciada Elba Somoza al enseñarnos que “un obstáculo frecuente
por el cual no bendecimos es que confundimos afecto con conducta. Para bendecir
a alguien es preciso separar estos dos conceptos que casi siempre mezclamos;
confundirlos es como tener la boca llena de dinamitas”, dice Somoza. “Cuando le
decimos al niño: ‘si te portas mal, nadie te va a querer’, estamos mezclando
afecto y conducta. Si esto se lo dice a una persona vez tras vez a lo largo del
tiempo, ella misma termina confundiendo las dos cosas. Finalmente, cree que si
comete malas acciones no vale nada como persona ni merece ser amada”, afirma la
licenciada.[104]
Imagínate: este vaso está
siendo llenado con esta confusión desde su niñez. Obsérvalo, cuando
adolescente, reproduciendo esta conducta mezclada con los afectos. Míralo
casado y gritándole a su esposa e hijos este desconcierto. Quizás puedas
responder al interrogante de por qué tantos suicidios y asesinatos, tantas
vidas jóvenes que dicen no al amor limpio y verdadero, por qué tantos
divorcios.
Se ha implantado una
estrategia diabólica en los últimos tiempos para destruir las vidas de las
personas. El abuso o maltrato intenta operar desde que la persona es bien
joven, para que cuando llegue a la edad adulta sea un vaso lleno de
sentimientos y emociones negativas.
La experiencia del abuso es
una experiencia de dolor, difícil de procesar. Es uno de los traumas o heridas
en el interior de las personas más frecuentes y destructores. Existen en
diferentes formas: El físico donde domina la ley de la violencia. El verbal
mediante palabras hirientes y golpes verbales. El maltrato emocional causado
por padres, novios o esposos controladores. Las mentiras, los engaños, la
ausencia de aceptación incondicional producen grietas en nuestro vaso. Me
faltaría tiempo hablando del abuso sexual que sucede en todos los extractos
sociales.
Otro muy común es el rechazo.
Éste puede ser abierto que es definido como una conducta obvia que lleva un
mensaje: “No eres amado”. También está el rechazo cubierto o cerrado que tiene
lugar de maneras más sutiles que, muchas veces, no expresan las intenciones de
los demás.
La inferioridad, la falsa
culpa, la indiferencia, la falta de afecto, los silencios, las acusaciones y el
contexto autoritario, todo esto produce gérmenes espirituales que no nos
permiten tener una vida emocional sana. No sabemos cómo disfrutar del gozo, los
deseos y los afectos, y por más que se esfuercen en amarnos, no podemos recibir
ese amor.
Cada una de las situaciones
que voy nombrando son golpes que quiebran la vasija de barro que Dios quiere
llenar. Somos un recipiente en el cual se vuelca constantemente sentimientos,
pensamientos, maneras de percibir, etc. Las heridas quiebran el vaso de barro y
no permiten que contengan el amor que se les brinda. A la vez, si una persona
jamás fue o se sintió amada ¿Cómo puede dar amor? Es un vaso que tiene de todo
menos lo esencial para dar.
¿Y tú? ¿Puedes darte cuenta de
lo que tienes percibiendo al amor? Quizás te preguntes: ¿Por qué no puedo ser
feliz? ¿Por qué no puedo disfrutar mis logros? ¿Por qué no gozo de mi familia,
si lo tengo todo? Sientes que nadie te ama y si miras a tu alrededor, con los
ojos sanos por Dios, te darás cuenta que muchos te aman y sufren por vos.
Lo primero es que te abras al
amor. Dios es amor. Deja al Señor sanar tu vasija quebrada para que puedas
atesorar todo el amor que te da. Luego da lo que recibes del Padre. El Amor de
Dios es el único que te capacita para amar lo que humanamente es imposible de amar.
Jesús no es tu padre, ni tu
hermano, ni tu madre, ni tus amigos, ni esa persona que tanto daño te hizo.
Jesús te ama con un amor incondicional, dio su vida por ti sin importarle tu
condición y aunque te equivoques, ¡Él siempre te amará!
No sólo está quebrado tu
vaso, ¡Cuántas cosas tiene adentro!
Ora conmigo: --¡Señor,
restaura mi vaso! ¡Vacía mi vasija de todo lo malo de su interior! ¡Sana mis
ojos de aquello que vieron y que tanto daño me hicieron! ¡Sana mis oídos de
toda palabra hiriente hablada contra mí! ¡Sana mis manos y mi boca! Restáurame
y hazme una nueva vasija conforme tú quieras--.
No pienses que el trabajo del
Espíritu Santo de Dios en nuestro corazón es el trabajo de un día. Es un
proceso donde el Señor utiliza los dones derramados en su iglesia. Es una labor
donde es necesario dejarnos moldear y trabajar todos los días.
El pastor Bernardo Stamateas
dice que “las herencias psicológicas no se rompen con una oración sino a través
del discipulado, recibiendo la Palabra de Verdad hasta que los pensamientos
sean cambiados y por ende las conductas. Es una manera de pensar que debe
reemplazarse por los pensamientos correctos. Por eso nos reunimos en la
iglesia, para cambiar la mentalidad”.[105]
Las costumbres heredadas, de
las cuales quizás nunca supimos ni nos interesó estar al corriente de sus raíces,
son uno de los instrumentos utilizados por Satanás para que las personas
desoigan el llamado y no respondan positivamente a Dios. Lo más tremendo de
esto, es que esta atadura traspasa generaciones. Entender, reconocer, confesar
y renunciar a estos pecados, es el desafío.
Ciertas conductas también se
heredan: podemos ser miedosos como mamá, violentos como papá, paranoicos como
el abuelo, pasivo como el bisabuelo. Escribe tu propia historia. La historia
diseñada por Dios para ti en Jesucristo. Ante esto, lo más aconsejable es
buscar conserjería pastoral para hacer estas clases de renuncias, pero de
existir razones para realizarlo personalmente, añado un modelo de oración:
“Bendito Dios: Te
pido en el Nombre de Jesús que escuches mi oración.
Reconozco mis
pecados. Renunció al pecado de, (Realizar una lista de pecados personales a los
cuales quieres renunciar):
…………………………………………………………………………………….………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………También,
en nombre de mis familiares y antecesores, pido perdón por los pecados con que
ofendimos tu Santidad por siglos, (realiza una lista de pecados familiares a
los cuales quieres renunciar, ejemplo: alcoholismo, adulterio, aborto,
mentiras, falsedad, etc.):
………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………
……………………………………………………………………………………………
……………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………Renuncio
a las herencias heredadas, tanto biológicas, psicológicas o espiritual. (En
este caso agrega todas aquellas prácticas ocultistas que recuerdes de tus
antepasados y personales, también los patrones de conductas erróneos o todo
aquello en lo que hayas encontrado identificación durante el escrito).
…………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………
Sé que muchas
personas dañaron y quebraron mi vasija, pero con tu ayuda los perdono y mientras
lo hago, desocupo mi interior para permitir que lo llenes con tu poder.
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……………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………En
el Nombre de Jesucristo de Nazaret y con tu autoridad rompo su control en mi
vida y en las de mis hijos y toda mi descendencia. La declaro bendita y digo
como David: “Ten ahora a bien bendecir la casa de tu siervo/a, para que
permanezca perpetuamente delante de ti, porque tú, Jehová Dios, lo has dicho, y
con tu bendición será bendita la casa de tu siervo para siempre”.[106]Llena
todo mi ser con tu Espíritu Santo. En el Nombre de Jesús. Amén.
Acontecerá en aquel tiempo que su carga será quitada de tu hombro, y su
yugo de tu cerviz, y el yugo se pudrirá a causa de la unción.
Isaías 10:27
Hablemos de la unción
A
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l llegar a esta
altura de mi escrito me siento mucho más tranquilo. Considero que te encontré,
pero también que he recibido una buena recepción de tu parte. De otra manera ya
has tenido tiempo para dejar este libro de lado y lamentarte por el tiempo
perdido.
Pero sigues hay. Pienso que
estás dispuesto a recibir la unción de Dios, la cual no será sobre tu cabeza
sino en tu interior, llenando todo tu ser.
Sin lugar a dudas, cuando
Dios piensa en ti lo hace mirando mucho más allá de esta vida terrena. Pero de
ninguna manera deja de pensar en lo relacionado con lo tangible. Sus promesas
no son ajenas a lo que sucede cada día. La unción tiene que ver con una misión
de Dios para ti acá en la tierra. Un ministerio especifico en esta generación,
concretamente. Veamos una introducción a la unción:[107]
En el Antiguo Testamento se ungía
a las personas y las cosas para significar santidad, o separación para Dios: el
tabernáculo y sus muebles;[108]
escudos[109];
reyes[110];
sacerdotes[111];
profetas[112]. La
importancia y la solemnidad del ungimiento se ven,
·
Primero, en el hecho de que
preparar el aceite santo para fines comunes constituía una ofensa digna de
excomunión[113].
·
Segundo, por la autoridad que
confería, a tal punto que, por ejemplo, mientras los otros jefes, compañeros de
Jehú, se burlaban del profeta, tildándolo de “loco”, no se atrevieron a
resistir las consecuencias de su acción, sino que aceptaron sin titubeos que el
que había sido ungido como rey debía en efecto ser rey[114].
·
Tercero, por el efecto que
producía en el ungido, la persona o cosa que de este modo se hacía santa[115]
y sacrosanta[116].
Fundamentalmente el
ungimiento era un acto de Dios[117],
y la palabra “ungido” se usaba metafóricamente para significar el otorgamiento
del favor divino[118]
o la designación para ocupar un lugar especial o cumplir una función especial
en los propósitos de Dios[119].
Más aun, el ungimiento simbolizaba capacitación para el servicio, y se asocia
con el derramamiento del Espíritu de Dios[120].
Este uso se traslada luego al
Nuevo Testamento[121].
El uso de aceite para ungir enfermos[122]
se entiende mejor si se considera que tiene el sentido de señalar al Espíritu
Santo, el dador de la vida.
Ahora, levanta tu mirada y
observa el cuerno; está sobre tu cabeza. ¿Deseas la unción? ¿Cuál es la razón
que te motiva? Míralo y piensa antes de recibirlo. ¿Lo usarás? Así sea.
PROFETAS
P
|
ara comenzar a
hablar un poco de los profetas, permíteme graficarte con las siguientes historias:
Eliseo era discípulo de
Elías. Fue llamado para continuar con el ministerio profético que su maestro
desarrollaba en Israel. Llegado el día en que Dios decidió llevar a Elías en un
torbellino al cielo, los dos estaban juntos. Primero en Gilgal, luego Bet-el,
Jericó y el Jordán. En cada uno de estos lugares, Elías pide a Eliseo que se quedé
y lo deje solo. Pero el discípulo insiste en seguir a su maestro, porque los
profetas de cada una de estas ciudades le decían:--¿Sabes que Jehová te quitará
hoy a tu señor de sobre ti?--. El les respondía: --Sí, yo lo sé; callad--.
Llegados al Jordán, Elías
golpeó el río con su manto y éste se abrió de manera que cruzaron por él en
seco. Cuando habían pasado, Elías dijo a Eliseo: --Pide lo que quieras que haga
por ti, antes que yo te sea quitado--. Y
dijo Eliseo: --Te ruego que una doble porción de tu espíritu sea
sobre mí. ¿Habrá pensado en el derramamiento de la unción tal cual
sucedía a los reyes al ser ungido? ¡Sea sobre mí! ¡Cómo fue sobre Aarón o
David! Elías le dijo: --Cosa difícil has pedido. Si me vieres cuando fuere
quitado de ti, te será hecho así; más si no, no--.
Y aconteció que yendo ellos y
hablando, he aquí un carro de fuego con caballos de fuego apartó a los dos; y
Elías subió al cielo en un torbellino. Viéndolo Eliseo, clamaba: ¡Padre mío,
padre mío, carro de Israel y su gente de a caballo! Y nunca más le vio; y
tomando sus vestidos, los rompió en dos partes.
¡Cuánto dolor y desilusión! No
sólo su maestro le había sido arrebatado sino que personalmente nada pasó. Quizás
espero sentir algo descendiendo sobre él del cielo, pero nada especial sintió.
Alzó luego el manto de Elías
que se le había caído, y volvió, y se paró a la orilla del Jordán.
Imagínate el cuadro: Eliseo
parado en un margen y en el otro lado los hijos de los profetas. El Jordán
delante y nada especial como señal exterior que su pedido había sido otorgado.
Tomó el manto de Elías que se le había caído, golpeó las aguas, y dijo: ¿Dónde
está Jehová, el Dios de Elías? Y así que
hubo golpeado del mismo modo las aguas, se apartaron a uno y a otro lado.
Golpeó igual como lo había hecho Elías en un paso de fe trascendente. Una
acción de fe que manifestaba que aunque nada exterior sucedió, sin embargo Dios
había contestado.
Y pasó Eliseo. Viéndole los
hijos de los profetas que estaban en Jericó al otro lado, dijeron: El espíritu
de Elías reposó sobre Eliseo. Y vinieron a recibirle, y se postraron delante de
él.[123]
La transferencia de este
manto fue una prueba de que había sido nombrado sucesor. La unción de Dios
estaba sobre él y la resultante división de las aguas, era evidencia de esto, y
como este milagro fue visto por los discípulos de los profetas desde Jericó,
ellos inmediatamente reconocieron la preeminencia de Eliseo, como el nuevo
profeta de Israel.
Eliseo había preguntado: --¿Dónde
está Jehová, el Dios de Elías?--. Mi Pregunta es: ¿Qué hacemos, ahora, con la
unción? A veces anhelamos tanto algo que cuando lo tenemos no sabemos qué hacer
con aquello. Tanto deseó Eliseo tener una doble porción del espíritu que había
en Elías, que ahora que lo tenía, debía pensar ¿Qué hago ahora con esta unción?
En cuanto a Eliseo, si nos
guiamos por la fecha de su llamamiento, abarcó los reinados de Acab, Ocozías,
Joram, Jehú, Joás, y Joacaz, en total un período de más de 50 años. El ciclo de
Eliseo, a diferencia del de Elías, relata una extensa serie de milagros: el
saneamiento del manantial, el castigo de los burlones, la multiplicación del
aceite, el milagro de la comida, la multiplicación del pan, la recuperación del
hacha y la resurrección de un muerto en la tumba del profeta. Junto a estos
relatos muy simples, se encuentran otros literariamente más detallados: el
nacimiento y la curación del hijo de la sunamita y la curación de Naamán.[124]
Otro profeta prominente es
Jeremías. Dios le dice que antes que se formase en el vientre de su madre lo
conoció, y antes que naciese lo santificó y decidió que él sea su profeta a las
naciones. En realidad, el Señor no llama a Jeremías para invitarlo a ejercer la
misión profética; le informa, más bien, que él le ha dado la vida con la
expresa finalidad de hacer de él un profeta.
Tanto Jeremías como Elías
tenían y desarrollaban el oficio de profeta. No deseo introducirme en un
estudio semejante. Solamente es mi aspiración que sepas que Dios te llamó
porque decidió darte una unción muy especial. Tú estás involucrado en esta
decisión del Padre; desde el vientre de tu madre te escogió y te santificó para
que seas el portador de su voz.
Diferenciemos el Oficio del
Profeta del Don profético. Hoy más que nunca Dios está sacando al servicio
activo en la iglesia al Oficio Profético, pero, como dije antes, no quiero
introducirme en profundidad en el tema. ¡Gracias a Dios por sus profetas de
hoy!
Hablemos del don profético
dado a todos los que aceptaron a Jesús como Señor de su vida. Todos fuimos
comisionados para predicar, o profetizar, sobre lo que Jesús hizo y lo que hará.
Nuestra predicación es a Cristo como la vida de Dios. Le predicamos como Señor
y Salvador mediante la gracia de Dios que confronta al pecador con su necesidad
de salvación y para ello le otorga todo lo que Dios ha hecho por él. Todo el
poder con que el Padre en Jesús le capacita para ser un vencedor del mundo, el
pecado, la carne y Satanás. Toda la enseñanza bíblica que perfecciona al hombre
y le prepara para toda buena obra.
La persona del Espíritu de
Dios tiene un papel fundamental en la utilización del don profético en la
predicación a la gente. Su Ministerio profético nos capacita para ocupar la
posición que ejerce un profeta, tanto en calidad de intercesor del pueblo
delante de Dios como de vocero del Padre.
Por este motivo, no sólo
debes predicar mediante este don, sino también debes aceptar las predicaciones
como la comunicación inspirada de la Palabra de Dios por la boca de sus
predicadores. El ejercicio de este don nos da la convicción de que los mensajes
recibidos son palabras personales y adquieren un status profético.
Que este latente en ti el
disponerte a oír el mensaje de la Palabra de Dios porque el Señor quiere
hablarte; quiere comunicarse contigo; quiere y lo hace, solo dispón tu corazón
para escuchar su voz.
REYES Y SACERDOTES
E
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n cuanto a David,
luego de la unción privada de Samuel volvió a sus ovejas porque aún no era su
tiempo.
Llegado el momento, fue ungido dos veces más y en ambas oportunidades en Hebrón. Primero fue ungido públicamente por rey sobre la casa de Judá.[125] Siete años después, 1Crónicas 11:1 al 3 cuenta que “todo Israel se juntó a David en Hebrón (…) Y vinieron todos los ancianos de Israel al rey, y David hizo con ellos pacto delante de Jehová; lo ungieron por rey sobre Israel, conforme a la palabra de Jehová por medio de Samuel”.
Llegado el momento, fue ungido dos veces más y en ambas oportunidades en Hebrón. Primero fue ungido públicamente por rey sobre la casa de Judá.[125] Siete años después, 1Crónicas 11:1 al 3 cuenta que “todo Israel se juntó a David en Hebrón (…) Y vinieron todos los ancianos de Israel al rey, y David hizo con ellos pacto delante de Jehová; lo ungieron por rey sobre Israel, conforme a la palabra de Jehová por medio de Samuel”.
David, por fin eres rey de
Israel. ¿Y ahora? ¿Qué harás con la unción?
Un joven pastor estaba
sentado en la segunda fila de la iglesia. Le dijo a su esposa que iría a esta
congregación donde el pastor local lo invitó a compartir la visita de un
profeta de la Asamblea de Dios de Guadalajara, México. Fue muy llamativo que vaya solo pues siempre
iba junto con su esposa e hijos. Personalmente estaba pasando por un momento de
incertidumbre y, aunque él no lo sabía, Dios quería revelarle sus pensamientos.
No se vistió como habitualmente lo hacía para esta clase de culto. Su idea era
tratar de pasar un poco inadvertido; sentarse entre los hermanos y recibir de
Dios.
En un momento determinado el
predicador lo miró, le preguntó el nombre y lo llamó al frente. No sabía que
era pastor. Sólo obedeció ejerciendo su oficio de profeta. El joven pensó que
le pedía que suba donde él estaba, pero el predicador le indicó que no
ascienda, sino que pase delante de él por debajo del escenario.
Al pasar, el profeta se sacó la
prenda que tenía sobre los hombros y lo puso sobre él; miro a la congregación y
dijo: --Tú serás profeta en mi lugar y harás el doble de lo que yo hice--.En su
mente solo había una pregunta --¿Qué respondo? ¿Qué hago ahora? ¿Qué hacer
luego de un mensaje semejante?-- El pastor anfitrión le dijo: --¡Sólo cree!--.
Dios cumple con sus promesas
y respalda las palabras dada a sus siervos los profetas tanto ayer como hoy.
Porque el Señor no cambia. Desde que empecé este camino a tu encuentro fue con
el propósito de transmitirte la más pura verdad de Dios: que en la obra
redentora de Jesús en la cruz del calvario eres salvo de toda condenación. Pero
no todo termina ahí. Te hablé de la unción desde la primera hoja. Mucho tiempo
esperó el profeta por ti. Si me acompañaste en la oración de principio de este
capítulo, eres salvo, pero no todo terminó en ese voto, todo lo nuevo comenzó a
partir de él.
Yo soy el profeta y tengo el
cuerno lleno de unción. Quiero derramarlo sobre ti porque esa es la voluntad de
Dios. Él es el más interesado en ungirte. Quiere hacerlo. Se preocupa por llevarlo
a cabo. Principalmente, deseo que entiendas más sobre la unción.
Históricamente, hay unciones
diferentes en la Biblia y todas tienen un para qué, aunque con fines iguales.
Vimos que la unción con las cuales Samuel ungió a Saúl y a David era esencialmente
para consagrar a un rey.
Hay otra unción indicada por
Dios a Moisés con instrucciones exactas sobre cómo quería que sea está santa
unción y cuál era el fin especifico de ella. Su composición consistía en una
formula especial y su fin era ungir el tabernáculo de reunión, el arca del
testimonio, la mesa con todos sus utensilios, el candelero, el altar del
incienso, el altar del holocausto, y la fuente y su base. De esta manera los
consagraba, y eran cosas santísimas. También, con el mismo ungüento, debía ungir
a Aarón y sus hijos, de esta manera eran consagrados para que sean sacerdotes.[126]
Las unciones eran diferentes
en cuanto al servicio real o sacerdotal, pero sus fines eran iguales. Sea para
ungir un rey, un sacerdote o utensilios, su fin era consagrar para un llamado
especifico para Dios sirviendo a su generación.
¿Para qué quiere ungirte
Dios? Si no sabes esto, tampoco sabrás que hacer con esta unción.
Las unciones de Samuel y de
Moisés estaban encuadradas dentro de un marco histórico, pero las profecías
seguían hablando de otra unción a suceder. El profeta Joel se levantó en medio
de su generación y profetizó: “Y después de esto derramaré mi Espíritu sobre
toda carne, y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas; vuestros ancianos
soñarán sueños, y vuestros jóvenes verán visiones. Y también sobre los siervos
y sobre las siervas derramaré mi Espíritu en aquellos días”.[127]
Esta profecía se cumplió en
Jerusalén hace dos mil años aproximadamente. Luego de su resurrección, el Señor
Jesús les indicó a sus discípulos que esperaran la promesa del Padre dada por
su boca y con fundamento en está profecía.
Dice la Biblia que “cuando
llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos. Y de repente vino
del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda
la casa donde estaban sentados; y se les aparecieron lenguas repartidas, como
de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. Y fueron todos llenos del
Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les
daba que hablasen”. Una multitud de personas de diferentes lugares, lenguas y
costumbres, les oían profetizar las maravillas de Dios, cada uno en su propio
dialecto, y se maravillaban.[128]
El apóstol Pedro se levantó
en medio de la multitud y dijo con total seguridad y autoridad: --Esto es lo
dicho por el profeta Joel --.[129]
Dios acababa de ungir a su iglesia. Sobre la cabeza de cada uno de los que
estaban allí se asentó el cuerno de la unción simbolizado como lenguas de
fuego. Esta unción era muy diferente a todas las otras que relaté. Distinta a
la de Aarón, de Saúl y David. A cualquiera que te puedas imaginar.
Quiero remarcarte la similitud
y diferencia que hay entre ellas:
Su similitud es que esta
unción también está ungiendo a reyes y sacerdotes para Dios como la de Samuel y
Moisés. El Apóstol Juan explica este misterio al escribirles a las siete
iglesias que estaban en Asia y les dice que Jesús nos amó, y nos lavó de
nuestros pecados con su sangre y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su
Padre. Al aceptar a Jesús en tu vida te uniste a la iglesia del Señor, un
linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para
que cumpla el ministerio profético de anunciar las virtudes de aquel que nos
llamó de las tinieblas a su luz admirable.[130]
La diferencia principal es
que Dios no está ungiendo a una persona en particular, su Espíritu es derramado
sobre toda carne. Unge a un pueblo de profetas. Son nuestros hijos y nuestras
hijas, nuestros ancianos soñando sueños de Dios, y nuestros jóvenes viendo
visiones.
Otra diferencia es que esta
unción está en un cuerno espiritual que el Señor tiene en sus manos. Todo su
poder está basado en que es una inundación de gracia que viene de lo alto. Es
derramado por Dios sobre tu vida pero no es exterior, por eso no hace falta que
yo vaya personalmente a ungirte. Esta unción es en el interior de tu ser; Dios
te quiere llenar con el Espíritu de su Hijo.
¡Sé lleno del Espíritu!
E
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sta es una orden
del Señor Jesús considerada, personalmente, como la principal que recibí al
rendir la soberanía de mi vida a él: --¡Sé lleno del Espíritu!--.[131]
No puedo menos que explicarte
que en el idioma original se usa el tiempo más fuerte que está disponible, el
cual es el comando o forma imperativa. Ser llenos del Espíritu Santo es una
orden, no una opción. Tu vaso fue creado para ser llenado por Dios. Tu corazón
es su altar.
Jesús nos dice en su Palabra
que si le amamos obedezcamos sus mandamientos. Nos prometió que rogaría al
Padre, y Dios nos daría otro Consolador, para que esté con nosotros para
siempre: el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le
ve, ni le conoce; pero nosotros le conocemos, porque mora con nosotros, y está
en nosotros. Luego, nos comunica una promesa tremenda: --No os dejaré
huérfanos; vendré a vosotros--.[132]
Huérfano tiene sinónimos
como: solo, abandonado, desamparado, solitario, falto, carente, desprovisto,
insuficiente, despojado, y todo lo que pueda pasar por tu mente. Comúnmente
llamamos huérfano a quien tiene un padre fallecido. Jesús estaba a horas de su
partida; anunciaba su resurrección y ascensión tratando de que el corazón de
sus discípulos no se turbará por lo que iba a acontecer. Al decirnos que no nos
dejará huérfano, nos está diciendo que nada de lo que estos sinónimos expresan
nos sucederá.
Nunca estarás solo, ni
abandonado, ni desamparado. --No te dejaré huérfano--, te dice Jesús. Te
promete su presencia de “Padre vivo y presente” saciando todas tus necesidades,
no tiene que ver con su presencia corpórea, sino con la asistencia del Espíritu
Santo en cada uno de nosotros.
Creemos en un Dios en tres
personas: Dios Padre, Dios Hijo, y Dios Espíritu Santo, claramente
identificados en la promesa del Hijo al rogar al Padre que envíe un consolador:
el Espíritu de Verdad.
Quiero que notes la
diferencia histórica de relación de las tres Personas de la Divinidad con el
ser humano:
ü Dios Padre se paseaba en el Huerto del Edén y hablaba con Adán y Eva,
en una relación cercana pero externa.
ü Dios Hijo se hizo carne y habitó entre nosotros; comía, compartía y
conversaba con sus discípulos, manifestando Dios Padre toda la divinidad de
Cristo mediante milagros, prodigios y palabras llenas de unción. Debido a su
encarnación, también esta relación era externa por estar Dios presente pero en
carne.
ü Con Dios Espíritu Santo, todo es diferente, no habita a tu lado, mora
en tu interior. Es una relación totalmente interna.
Busqué a Dios desde que tengo
uso de razón. A Jesús aprendí a amarlo a partir de que comencé a tener una
relación personal con él como mi Dios, Señor y Salvador. En cuanto al Espíritu
Santo, todos los días reconozco más mi necesidad de relacionarme con él y
aprender cuál es su ministerio en mi vida.
Lo primero que aprendí y
deseo transmitirte, es que Dios Espíritu Santo vive dentro de ti. La Divinidad
no está en un Templo hecho por manos humanas; hizo de tu corazón su Trono por
la presencia permanente de la Tercera Persona de la trinidad Divina.
El Apóstol Pablo pregunta
algo necesario de entender: --¿No sabes que eres templo de Dios, y que el
Espíritu de Dios mora en ti? Si alguno destruyere el templo de Dios, Dios le
destruirá a él; porque el templo de Dios, el cual eres tú, santo es--.[133]
Eres un vaso a ser llenado. El Espíritu Santo lo llena todo. No hay vacío en tu
ser cuando Dios vive por la fe en tu vida.
Este objetivo se predicó
desde el comienzo del ministerio de Juan con la acción del bautismo que expresado
en el Nuevo Testamento significa introducir en el agua, sumergir o lavar con agua.
El bautismo de Juan era primariamente un bautismo de arrepentimiento. Al
aceptarlo, los que se bautizaban expresaban su arrepentimiento y su deseo de
obtener perdón.[134]Era
también un acto preparatorio y simbólico: preparaba a los que se bautizaban
para el ministerio de aquel que había de venir. En el vivido lenguaje de Juan
ese juicio sería como una poda o un aventamiento, un bautismo en Espíritu y en
fuego.[135]
Anteriormente he hablado
históricamente sobre el libro de Hechos de los Apóstoles poniendo énfasis en el
capítulo dos, donde se relata el advenimiento del Espíritu Santo sobre los
cristianos, llamado también “El libro de los Hechos del Espíritu de Cristo”.
Hablar del bautismo del Espíritu de Dios tiene un trasfondo teológico que
dividió demasiado a la iglesia. No es mi intención. Aunque nadie puede negar o
pedirme que no hable sobre mi experiencia personal con su Espíritu.
Recuerdo el momento en que
buscaba con anhelo ser lleno de Dios y gustar sus dones. Conocí al Señor Jesús
en una iglesia pentecostal donde las predicaciones hacían mucha referencia a
ser bautizado en el Espíritu, con la señal de hablar en otras lenguas. Cada
culto la gente pasaba y en muchos sucedía esto.
Lo mío era muy particular.
Pasaba en respuesta al llamado y volvía al asiento tal cual había ido al
frente. No sentía nada fuera de lo normal. Por supuesto que no era muy
saludable esta sensación. Un montón de preguntas pasaban por mi mente, pero el
constante hablar de la necesidad de ser lleno de Dios despertaba en mi el
buscarlo con intensidad.
Un día recibí una enseñanza
por donde menos lo pensé. Compré un libro que hablaba del poder de alabar a
Dios por fe, aunque no se haya recibido todavía lo pedido. En un capítulo
enseñaba sobre el bautismo del Espíritu Santo. Me decía con fundamento bíblico
que Dios era el más deseoso en bautizarme. Me guió por todo un proceso de fe,
separando, justamente, el recibir de Dios de acuerdo a los sentimientos del
creer aunque no sienta nada.
Me costaba mucho separar el
sentir de la fe. La congregación tampoco me ayudaba demasiado. Ver tantas
manifestaciones del derramamiento del Espíritu hacía creer la necesidad de una expresión
exterior que muestre lo que pasaba interiormente.
En un momento del escrito que
estaba leyendo, el escritor me guió a pedir a Dios el ser lleno de su Espíritu,
luego me decía que agradezca y crea. Este agradecer debía vencer todos los
obstáculos del sentir. Agradecer más allá de la ausencia de expresión exterior.
Por fe y no por sentimiento. Creer significaba dar por recibido lo que sabía
era la Voluntad de Dios.
Creí con todas mis fuerzas,
pero un montón de dudas pasaban por mi mente, sobre todo el cómo diría en la
iglesia que fui bautizado sin la manifestación de hablar en otras lenguas.
Seguí leyendo y las explicaciones sobre los dones y, especialmente, sobre el
don de hablar en otras lenguas me tranquilizaron. Entendí que esta
manifestación era un don y había diversos dones. También sostenía que era una
señal de haber sido bautizado por el Espíritu, pero no era el Espíritu ni podía
sustituir a la fe.
Agradecí a Dios por lo
recibido sin sentir nada ni alguna clase de manifestación exterior. Lo creí y agradecí
por lo creído. Luego pedí al Señor hablar en otras lenguas, no para ser lleno,
ya lo era, sino como un don de su Espíritu y una señal para mi incredulidad y
las de tantos en la iglesia, (con vergüenza lo digo).
Sentí una paz imposible de
describir y la experiencia de hablar en lenguas desconocidas sigue siendo una
práctica habitual en mi relación con él. Creo en todos los dones espirituales
narrado en la Biblia. Y desde mi experiencia no puedo decirte otra cosa que no esté
relacionado con buscar los dones de Dios.
Lo que me interesa señalarte es
el poder que tiene el Espíritu Santo para llenar tu vida. Un poder que se
derrama dentro de un vaso de barro y que permite dar toda gloria al Señor, para
que toda la excelencia del poder sea de él. Eres un vaso a ser llenado, y lo
eres constantemente. Ahora tienes la responsabilidad de cuidar a qué o quiénes
permites que llene ese vaso.
El Espíritu de Dios no sólo
es tu consolador y ayudador, es la unción de Dios llenando tu vida. El Padre
llena tu vaso con poder manifestado por medio de los dones y el fruto del
Espíritu.
El fruto del Espíritu se
produce en nosotros para que Dios pueda trabajar en nuestro interior.
Su fruto es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre,
templanza.[136] Estas
características no son más ni menos que el mismo carácter de Dios. Así que para
tener un corazón conforme a su corazón debes tener su fruto manifestado en tu
vida.
Por otro lado, los dones del
Espíritu son también producidos para que Dios pueda trabajar a
través de nosotros. Estos dones operan, no producen carácter en
nosotros, pero brindan ayuda sobrenatural de Dios a otros alrededor nuestro.
Muchos autores consideran
necesario y útil realizar una clasificación específica del repartimiento de los
dones dado a la humanidad por cada una de las tres Personas de la Trinidad Divina.
Esta clasificación es realizada en la repartición realizada por el Padre, según
Romanos 12:6-8; los cuales consisten en motivaciones básicas e inclinaciones
inherentes a toda la humanidad. Según las cualidades que Dios proporcionó particularmente,
cada ser humano puede tener más de un don o una combinación de estos: Servicio;
Enseñanza; Exhortación; Entrega (dar); Guía y Misericordia.
En segundo término,
observamos los dones cuyo agente es el Espíritu Santo de Dios según la
descripción dada en 1 Corintios 12:7-11. Estos son capacidades espirituales para
los cristianos con el propósito de edificar la Iglesia: Salvación; Palabra de
sabiduría; Palabra de conocimiento; Fe; Sanidad; Milagros; Profecía;
Discernimiento de espíritus; Hablar en diferentes lenguas e Interpretación de
estas lenguas.
En tercer lugar, están los
dones dispensados por el Hijo de Dios que constituye el fundamento que
garantiza que las dos primeras categorías de dones se apliquen en la iglesia:
Apóstoles; profetas; evangelistas; pastores y maestros.[137]
También,
podemos encontrar dones o gracias especiales:
A.
Hospitalidad: 1 Pedro 4.9-10.
a.
Significa literalmente, amar,
hacer el bien o auxiliar a otros con alegría.
b.
Se manifiesta en el cuidado
prodigado a creyentes y obreros que llegaban de visita para adorar, trabajar y
formar parte del Cuerpo de Cristo.
B.
Celibato: Mateo 19:10; 1 Corintios
7:7-9,27; 1 Timoteo 4:3; Apocalipsis 14:4.
a.
La Biblia considera al matrimonio
como algo honorable, ordenado por Dios, y una necesidad de cada individuo.
b.
Implica un don especial, que
libera al individuo de los deberes, presiones y preocupaciones de la vida
familiar, permitiéndole dedicar toda su atención a la obra del señor.
C.
Martirio: 1Pedro 4:12-13.
a.
Se ejemplifica en el espíritu de
Esteban: Hechos 7:59-60.
b.
Se cumplió en la actitud de Pablo:
2 Timoteo 4:6-8.
El fruto del Espíritu está
para ayudarte verdaderamente a ser como Cristo y gozar de la vida abundante que
te ofrece. Dile al Señor: --¡Llena mi vida de amor, gozo, paz, paciencia,
benignidad, bondad, fe, mansedumbre y dominio propio!--.Si este fruto no es
manifestado en nosotros y para otros alrededor nuestro, sufriremos muchas
necesidades que los dones no pueden producir.
El fruto y los dones trabajan
juntos. Permite que te dé un ejemplo: Amor es fruto del Espíritu. Si nos
mantenemos amando a través del Espíritu, podemos también ser ungidos para dar
palabras de sabiduría, de conocimiento, dones de sanidad, interpretaciones y
revelaciones, todo a través de los dones del Espíritu Santo.
En el último y gran día de la
fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: --Si alguno tiene sed,
venga a mí y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior
correrán ríos de agua viva--. Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los
que creyesen en él; pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no
había sido aún glorificado.[138]Es
fundamental que entiendas que Dios no nos llena de una vez y para siempre.
Quiere llenarte asiduamente, debes permitirle fluir en ti constantemente.
Cristo murió, fue sepultado,
y al tercer día se levantó victorioso de la muerte. Fue glorificado y rogó al
Padre y te envió su Consolador, el Espíritu Santo quien es el río de agua viva
que corre en tu interior. No lo debes estancar. Busca ser lleno de Dios a cada
momento.
Tú te conoces a ti mismo.
Sabes que está llenando tu corazón, si es rencor, resentimiento, odio,
amargura, depresión, rabia. Te conoces. Por lo tanto no te es difícil saberlo.
De la misma manera puedes darte cuenta de tu necesidad del fruto de su Espíritu
en ti. Llénate de Dios, lee su Palabra, escucha alabanza y adora a Dios. Ya
hemos visto la necesidad de aprender a ser un adorador en espíritu y en verdad.
Tu vida va a cambiar de
acuerdo a lo que tú permitas que la llene. Busca la llenura de Dios todos los
días. Reconoce tu necesidad de ser colmado de su Espíritu y cree que es su
voluntad. ¡Ten hambre y sed por él! ¡Humíllate y busca al Señor para que pueda
obrar en tu cuerpo, alma y espíritu! ¡Mantente alerta y abierto a los consejos
del Espíritu Santo al ejercitar tu fe, oración, adoración y dar gracias a Dios
conforme te guie!
Dios nos ungió, el cual
también nos ha sellado, y nos ha dado las arras del Espíritu en nuestros
corazones.[139] El
Espíritu Santo te es dado como primera cuota o garantía para asegurarte que su
herencia completa como hijo de Dios será tuya más adelante. El Espíritu es la
garantía del cumplimiento de todas las promesas.[140]
¡Señor! Si esto que siente mi
ser, al estar en tu presencia, es tan solo un anticipo, ¡Padre ya quiero gustar
toda mi herencia en gloria de ti! ¡Quiero sumergirme en tu Espíritu y que no
halle cabida mi alma en mí! ¡La paz que vivo en tu presencia es tan sólo un
pedacito de la inmensa armonía espiritual, emocional y física reservada para mí
en el cielo!
Cierro mis ojos y me lleno de
ti. Te necesito tanto en medio de mi mundo todo convulsionado. Mil preguntas me
desesperan y tú eres la respuesta a cada una de ellas. Me respondes al por qué
debo esperar. Me contestas al por qué levantar la mirada y mirar al mañana. Me
das valor. Me permites soñar; y perseverar. ¿Qué sería de mí sin ti en mi
corazón? Me pregunto ¿Cómo pasaría por estas situaciones sin tu paz? ¿Con qué
paciencia esperaría? ¿De dónde recobraría gozo en medio de las lágrimas?
Es tu fruto, Dios. Allí
germina la paz en medio de las tribulaciones. El gozo en medio del dolor. El
amor que capacita para amar lo que me es imposible de amar. Me siento cada día
más necesitado de vos, y me gusta serlo. Mi fragilidad me hace dependiente y
da, en cada situación, la gloria a ti. Es un tesoro en vaso de barro para que
la excelencia del poder sea tuyo y no mío, que puedo llegar a estar atribulado
en todo, pero no angustiado. Quizás en muchos apuros, pero no por esto desesperado.
Perseguido, pero jamás desamparado; derribado, pero nunca destruido.
Escucha el consejo del
profeta: --Diga el débil: ¡Fuerte soy!--.[141]¿Podes
decirlo? Cuesta en medio de las dificultades, pero no lo hagas confiando en lo
que tienes, ni en tus capacidades; confía en Jesús. En esa fe, di: --¡Fuerte
soy! ¡Fuerte soy! Por la excelencia del poder puesto en este vaso de barro--.
Acepta la gracia de Dios;
ella es todo suficiente para ti. ¡Bástate su gracia! Porque el poder del Santo
se perfecciona en la debilidad. Por tanto, gloríate más bien en tus debilidades,
para que repose sobre ti el poder de Cristo. De esta manera, sólo por amor a Jesucristo
te puedes gozar en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en
persecuciones, en angustias; porque cuando eres débil, entonces eres realmente
fuerte.[142]
Vos tienes la unción del
Santo, y conoces todas las cosas. Porque de su plenitud tomamos todos, y gracia
sobre gracia.[143]Esta
unción que hemos recibido de él permanece en nosotros, y no tenemos necesidad
de que nadie nos enseñe; así como la unción misma nos enseña todas las cosas, y
es verdadera, y no es mentira, según ella nos ha enseñado, permanezcamos en Cristo.[144]
El conocimiento de todo lo
que Dios hizo, hace y hará por nosotros es el mayor poder ejercido en nuestra
vida por la fe. La unción te enseña todos los misterios de Dios, vistos estos
no como algo escondido ni dificultoso de comprender, sino como algo difícil de
aceptar sin la revelación del Espíritu de Dios.
¿Para qué la unción?
U
|
n día, Jesús vino a Nazaret,
donde se había criado; y en el día de reposo entró en la sinagoga, conforme a
su costumbre, y se levantó a leer. Y se le dio el libro del profeta Isaías; y
habiendo abierto el libro, halló el lugar donde estaba escrito:
El Espíritu
del Señor está sobre mí,
Por
cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres;
Me ha
enviado a sanar a los quebrantados de corazón;
A
pregonar libertad a los cautivos,
Y vista
a los ciegos;
A poner
en libertad a los oprimidos;
A
predicar el año agradable del Señor.[145]
Y enrollando el libro, lo dio al ministro, y se sentó; y los ojos de todos en la sinagoga estaban fijos en él. Y comenzó a decirles: Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros.
Realmente Jesús tenía muy
claro para qué fue ungido. El para qué y el por qué de su unción no era
simplemente una filosofía ni una teología vacía. La unción de Cristo era una
realidad cumplida “hoy” delante de ellos. Miles de personas podían testificar
que la unción era verdad visible y tocante en sus corazones, en sus cuerpos y
en la manifestación de Dios en medio de una religión vacía de poder.
No hay nada más importante
para un cristiano que cumplir con su misión en la vida. Cumplir con la visión
de Dios sobre su existencia. Conocer la Voluntad de Dios y ser fiel a ella
renunciando a lo que tenga que renunciar, y aceptando lo que el Señor disponga
en su sabiduría.
¡Qué triste sería que el uso
de la unción en nosotros sea para vanagloria o provecho propio! Sin lugar a
dudas somos bendecidos con y por ella. Pero no somos nosotros el fin. Este
mundo es el destinatario de la manifestación “hoy” de la unción con que Dios
nos ha ungido.
¡Poderosa es la unción del
Santo! Somos ungidos con la misma tarea de Cristo: dar buenas nuevas a los
pobres; sanar a los quebrantados; pregonar libertad a los cautivos, y vista a
los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos; predicar el año agradable del
Señor. Sólo los profetas, reyes y sacerdotes de Dios en Cristo Jesús, lavados
con su sangre de todos sus pecados, pueden cumplir esta misión; porque sólo
ellos tienen la unción del Padre.
La unción es poder de Dios.
Poder eficaz, el que logra el propósito y ejecuta aquello que le fue asignado. Es
eficaz poder de Dios en ti.
El poder de Dios es eficaz en
la resurrección. Fue el poder que operó en Cristo para resucitarle de entre los
muertos. Por consecuencia, es cierto que el poder de Dios es eficaz en la
derrota de la muerte. Ni siquiera tu postrer enemigo puede prevalecer contra el
poder de Dios.[146]
El poder de Dios es eficaz en
el ministerio. Dios habla por medio de aquellos que hablan para él, y actúa por
medio de los que actúan en su nombre. Cuando decides servir a Dios, no solamente
piensas, también escuchas al Señor; no emprendes la tarea solamente con tu
poder, también eres revestido del poder de Dios.[147]
El poder de Dios es eficaz en
la iglesia. La iglesia es edificada y su unión mantenida por el poder de Dios. Dones
especiales, como el del ministerio y el de sanidad, proceden del poder de Dios;
y toda la diversidad de dones que son necesarios para la administración y
mayordomía de la iglesia son suministrados por la operación del poder de Dios.[148]
El poder de Dios es eficaz en
la derrota del pecado. A través de Cristo y en Cristo viene ese poder por el
cual el ser de la humillación tuya puede ser cambiado por el ser de la gloria
de Cristo en ti. Las humillaciones, las frustraciones y las derrotas causadas
por el pecado son absorbidas por el poder de Dios en tu vida.[149]
El poder de Dios es eficaz en
el mundo. No es el nuestro un mundo sin control, sino un mundo donde Dios está
efectuándolo todo. Tras la cambiante trama de las cosas hay un diseño; el
calidoscopio de la experiencia tiene un modelo, y el diseñador de ese modelo es
Dios. Eficaz en tu pequeño mundo personal; todo control está en la operación de
su Poder en tu existencia, en todo lo que te rodea.[150]
El poder de Dios es eficaz en
tu interior. No es un poder que constriña desde fuera; es el poder que inunda tu
ser desde dentro. Es el poder que te hace sumamente poderoso; así, como suena.[151]
Hay ciertas formas y determinados
medios a través de los cuales el poder de Dios se hace cada día más eficaz en
tu vida:
El poder de Dios se hace eficaz
a través de su Palabra. La Palabra es la fuente de poder. A través de la
palabra de Dios a los hombres, viene el poder para los hombres. La Biblia no es
meramente un libro de historia; es también tu generador de poder.[152]
El poder de Dios se hace eficaz
a través del amor. El amor es el enérgico poder que transforma el conocimiento
en devoción y la fe en servicio sacrificial. El poder que viene a tu vida es, a
la vez, entrante y saliente. Te capacita para amar lo imposible de amar, y
cuando amas con el Amor de Dios, su poder se energiza de eficacia. [153]
El poder de Dios se hace eficaz
a través de la oración. La oración es entrar en contacto con Dios para obtener
poder; un canal por el que llegamos hasta Dios y Dios hasta ti.[154]
El poder de Dios se hace eficaz
a través de la evangelización. La evangelización de los hombres es un cauce por
el que discurre el poder de Dios y alcanza al hombre.[155]
El poder de Dios se hace eficaz
a través del soportarla adversidad. El poder de Dios no viene a ti cuando
empiezas y después renuncias; sino cuando soportas hasta el fin.[156]
La gloria de tu vida cristiana
es la que resulta de revestirla de Poder, el poder eficaz de Dios mismo.[157]
Cierra tus ojos. Ora conmigo:
--Padre
lléname con tu Espíritu Santo.
Lo
reconozco como la tercera persona de la Trinidad Divina.
Como la
Promesa de Jesús.
Sé que
nosotros, siendo malos, sabemos dar buenas cosas a nuestros hijos,
¿Cuánto
más tú, Padre amoroso, no me darás tu Espíritu Santo al pedírtelo?[158]
Lléname;
úngeme, bautízame, y con esta unción dame los dones y el fruto de tu Espíritu
Santo.
Lo
necesito para cumplir tu misión y visión con mi vida.
Te lo
pido en el Nombre de Jesús y lo recibo por la fe en tu palabra.
Amén--.
¿Hay un lugar en tu mesa para
hacer misericordia de Dios?
E
|
stoy feliz. Este es
el momento tan ansiado. Verte sentado en la mesa junto a tantos escogidos que
gozan los beneficios del Reino de Dios. Puedes mirar atrás y ver todo el
recorrido que hemos realizado. Salir de entre las ovejas, del anonimato y
lejanía del desierto, para ocupar tu lugar de hijo en la casa del Padre.
Exclamas: --¡Aderezas mesa
delante de mí en presencia de mis angustiadores!--.[159]
Jesús acomoda la mantelería sobre su brazo y prepara mesa para ti. Allí hay bendición,
salvación, sanidad, prosperidad, consuelo, amistad y amparo. Protección,
respuestas, compañía, milagros, expectativas, sueños y amor sin fin. Fruto y
Dones del Espíritu Santo. Plenitud, vida en abundancia, sabiduría y
entendimiento espiritual. Poder, firmeza, vida con propósito, eternidad, más y
más, y muchísimas más bendiciones. Sírvete de la mesa de Dios. Deléitate en el
Señor. Gózate de este anticipo de tu herencia.
También están todos aquellos
que te angustiaron. Mirándote. Dios les permitió estar presentes para que observen
como decidió bendecirte ¡Por pura gracia! Son los que no creían en ti; aquellos
a quienes no les despertabas expectativas. ¡Como se equivocaron! Los que decían
--No hay salvación de Dios para él--.
Tienes un nombre nuevo; todos
te llamaran: ¡Gracia de Dios! Porque su amor se manifestó en ti para testimonio
del Justo que da su vida y justifica a los pecadores. Los angustiadores espirituales
que apesadumbraban tu alma recordándote tus pecados están presentes; quieren
irse pero el Señor no se los permite: --Quédense, vean la gracia. Nunca más me
acordaré de sus pecados, ni traeré a memoria sus maldades--.
El aceite de la unción ha
llenado tu corazón. El fruto de su Espíritu desborda tu vaso. La corona ciñe tu
frente y la adoración brota de tus labios. El lugar en la mesa es tuyo y los
vítores de triunfo resuenan por todo lado.
De pronto, el silencio.
Piensas. Tu corazón conforme a su corazón pregunta: --¿Ha quedado alguno de la
casa de Saúl, a quien haga yo misericordia por amor de Jonatán?--
Todos se miran sorprendidos.
¿Es hora de preguntar por el enemigo? A lo mejor decidiste que es el momento de
vengarte de los angustiadores. La casa de Saúl te persiguió. Intento borrar tu
nombre de la tierra. Injustamente. Recuerdas el desierto de Zif o el desierto
de Maón.[160]
¡Cuántas penurias en el desierto de En-gadi!, cuando vinieron los zifeos a Saúl
en Gabaa, diciendo: --¿No está David escondido en el collado de Haquila, al
oriente del desierto?--.[161]El
hambre y la soledad eran el pan de todos los días; el dolor y pesar excesivos
llenaban tus pensamientos. ¿Y ahora quieres saber sobre los descendientes de
Saúl? ¿Qué significa esta pregunta? ¿Qué ocultas? ¿Misericordia? No es una
palabra muy usada en estos tiempos.
Había un siervo de la casa de
Saúl, que se llamaba Siba, al cual llamaron para que viniese a David. Y el rey
le dijo: --¿Eres tú Siba?-- Y él respondió: --Tu siervo--.El rey le dijo: --¿No
ha quedado nadie de la casa de Saúl, a quien haga yo misericordia de Dios?-- Y
Siba respondió al rey: --Aún ha quedado un hijo de Jonatán, lisiado de los pies--.[162]
Ahora comprendo un poco más,
no es cualquier misericordia la que quieres hacer, es misericordia de Dios,
grande, inmensa, inmerecida, ¡Por pura gracia! La cual permite al que la recibe
reconocer que lo que es, por regalo de Dios lo es.
Siba le dice que ha quedado un
hijo de Jonatán llamado Mefi-boset, quien tenía cinco años cuando murió su
padre, y a quien David, en exilio entonces, no había visto. Su cojera es
producto de que tras la noticia de la muerte de Saúl y de Jonatán, su nodriza
le tomó y huyó; y mientras iba huyendo apresuradamente, se le cayó el niño y
quedó cojo.[163]
Este accidente le había
impedido tomar alguna parte en los ejercicios públicos de entonces. Además,
según opiniones orientales, el hijo menor de un monarca coronado tiene título
preferible para la sucesión al de un hijo del heredero aparente; y por este
motivo no se oye su nombre mencionado como rival de su tío Isboset. Su
insignificancia dio lugar a que se le perdiera de vista, y fue únicamente por
medio de Siba como David supo de su existencia. Llevaba una vida retirada con
una de las grandes familias en Canaán transjordánico que quedaban adheridas a
la dinastía caída.
David cerró sus
ojos. Escuchar la triste historia de Mefi-boset traía a su memoria aquel día en
que su amigo Jonatán murió. Sintió que la ropa le pesaba y tuvo ganas de
rasgarlo como entonces. Recordó el llanto, el ayuno y el lamento. Sin mover sus
labios, en su mente, recitaba aquella endecha:
¡Ha
perecido la gloria de Israel sobre tus alturas!
¡Cómo
han caído los valientes! (…)
El
escudo de Saúl, como si no hubiera sido ungido con aceite.
Sin
sangre de los muertos, sin grosura de los valientes,
El arco
de Jonatán no volvía atrás,
Ni la
espada de Saúl volvió vacía.
Saúl y
Jonatán, amados y queridos;
Inseparables
en su vida, tampoco en su muerte fueron separados;
Más
ligeros eran que águilas,
Más
fuertes que leones.
Hijas
de Israel, llorad por Saúl,
Quien
os vestía de escarlata con deleites,
Quien
adornaba vuestras ropas con ornamentos de oro.
¡Cómo
han caído los valientes en medio de la batalla!
¡Jonatán,
muerto en tus alturas!
Angustia
tengo por ti, hermano mío Jonatán,
Que me
fuiste muy dulce.
Más
maravilloso me fue tu amor
Que el
amor de las mujeres.
¡Cómo
han caído los valientes,
Han
perecido las armas de guerra![164]
Abrió los ojos. Así vivió
aquel momento, lo recuerda muy bien. En medio de un profundo pesar por el amigo
perdido.
Luego trató de imaginar el sufrimiento
y el pánico en casa de Jonatán por la noticia. Le parece ver a la nodriza correr
con el niño en sus brazos, desesperada por salvarle la vida. De pronto tropieza
y el niño cae torpemente. El ruido de sus huesitos y el trágico final: lisiado,
huérfano y sin expectativas, con tan solo cinco años de edad. Un día hijo de
príncipe, otro día esperando una migaja de amor.
¿Qué te recuerda esto? ¿Quién
pensará en ti, Mefi-boset? David sabe de la sensación de este sentimiento: --¿Hasta
cuándo, Jehová? ¿Me olvidarás para siempre?--. ¿Quién puede pensar en los demás
y hablar de misericordia, sino aquel que gusto de ella?
Quizás David sintió vergüenza
en su corazón. Solemos pensar que los más sufridos somos nosotros, simplemente
porque no tenemos la capacidad de mirar viendo. Ningún dolor es como el
nuestro. El desierto de los otros siempre son mejores y los que pasamos
nosotros son los más escabrosos. No tenemos tiempo para los demás, nuestro
lamento nos consume toda la atención.
Mira a tu alrededor. ¿Ha
quedado alguien a quien puedas hacer misericordia por amor a Cristo? ¿Alguien a
quien ofrecerle misericordia de Dios? Tú también debes buscar a los escogidos. Quizás
perdieron las expectativas del vivir. Suponen que nadie piensa en ellos. Quieren
venir a la casa del Padre y decirle: --¡Hazme como unos de tus jornaleros!--,
porque sienten que no son dignos de un lugar en la mesa del Padre; o no saben
cuál es su lugar. Sólo conocen como procede el hombre, interpretan la ley
humana, pero desconocen cómo y qué mira Dios.
Me pregunté: --¿Dónde
estás?-- Todavía lo ignoro físicamente. Pero tú sabes donde están los que
necesitan que se haga en su vida misericordia de Dios. Caminan por las calles,
están en silencio en las paradas de los autobuses, en las colas de los
supermercados. Quizás tan solo te divide una pared medianera o un asiento en tu
trabajo.
David preguntó a Siba:
--¿Dónde está?-- Y Siba respondió al rey: --He aquí, está en casa de Maquir
hijo de Amiel, en Lodebar--. Es un pueblo de Galaad y está situado en un
desierto al este del río Jordán en Amón, cerca de Amman, en la actual Jordania.
Desde pequeño, cuando tuvo su accidente, Maquir cuidó de él. Era costumbre que
cuando una dinastía caía, la triunfadora matase a todos los descendientes
directos al trono para evitar de esa manera que posibles servidores fieles
intenten recuperar el reino.
Lodebar se había convertido
en su lugar de refugio. Un buen sitio para esconderse. No hay lugar donde
puedas esconderte de Dios, su bien y su misericordia te seguirán todos los
días, y el menos pensado, te alcanzaran. Este era el día de Mefi-boset pero él
no lo sabía.
Entonces envió el rey David,
y le trajo de la casa de Maquir hijo de Amiel, de Lodebar veces parece que la
desgracia golpea a nuestra puerta, pero cuando Dios está en el timón de nuestra
vida, no es así. Los soldados llegaron a la casa de Maquir y preguntaron por
Mefi-boset.
¿Cuántas veces, en sus peores
pesadillas, habrá imaginado que por fin David lo había descubierto? --El día
llegó; el pasado me alcanzó--, pensó, --La nodriza corrió aquel día. Yo sigo
corriendo, pero ya no puedo ni quiero hacerlo más. Siento que me persiguen y me
quieren alcanzar--.
Huye el impío sin que nadie
lo persiga; ¿Por qué huyes tú? Lo que teme, eso le vendrá.[165]
¿Qué temes, Mefi-boset? Detente. Los pasos detrás de ti no son tus
perseguidores reales o mentales; son el bien y la misericordia de Dios que te
quieren alcanzar. ¡Déjate atrapar por Dios!
Miró a su familia,
especialmente a su hijo Micaía, y se despidió sin saber que sería de él.
¿Cuántas preguntas pasarían por su cabeza? ¿Volvería?
David lo vio entrar a su
palacio. Atravesó sus grandes jardines y llegó al lugar de su trono. Lo
observó. Su ropa, sus olores, su aspecto. Recordó aquel día en su casa cuando
lo mandaron a buscar porque Samuel estaba allí, esperándolo. Pensó en su padre
Isaí, en sus hermanos, en el profeta. Respiró profundo y su pecho se hinchó.
¡Qué bueno que es hacer misericordia! ¡Qué bien que se siente!
Mefi-boset se postró sobre su
rostro e hizo reverencia. Y dijo David: --Mefi-boset--. Y él respondió: --He
aquí tu siervo--.[166]
Quiso mirar sus ojos pero no
pudo, inclinado al piso no se atrevía a levantar la mirada. Era una súplica
silenciosa, dolida, aceptada. Pudo ver el pavor en su expresión. Le dijo David:
--No tengas temor, porque yo a la verdad haré contigo misericordia por amor de
Jonatán tu padre, y te devolveré todas las tierras de Saúl tu padre; y tú
comerás siempre a mi mesa--.
¡Mefi-boset, hay un lugar
reservado en la mesa del rey para ti! Lodebar no es para siempre, sólo es
temporal. ¡Qué mal hiciste en acostumbrarte a él! Desde que naciste, tu lugar
es el palacio. Eres hijo de príncipe, tan sólo las circunstancias no fueron como
Dios quería. Pero no te preocupes, Dios restauró todo en Jesús. Hay un lugar en
la mesa para ti.
A lo mejor, quien buscas
tiene recelo de Dios, porque no le conoce, no sabe de su amor, ni de sus
intenciones. Ignora todo lo que hizo por él y quiere hacer. ¿Hay lugar en tu
corazón para hacer misericordia de Dios con él y contarle lo que Dios hizo
contigo?
Recuerdo unas de las primeras
predicaciones que escuché. El predicador hablaba de un Dios que ama al pecador
pero odia al pecado. Para mí fue todo un descubrimiento. Había sido criado con
un conocimiento de un Dios que castigaba al que se portaba mal y le
desobedecía. Un Señor que se gozaba de los sacrificios para, según estos,
perdonarlo. Un Dios condicional para amar.
Nunca había oído hablar de
Aquél que dio su vida por nosotros, pecadores. Porque, ciertamente, apenas
morirá alguno por un justo; con todo, pudiera ser que alguno osara morir por el
bueno. Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores,
Cristo murió por nosotros.[167]El
mal concepto que tenemos de Dios puede alejar a las personas y no permitirle
reconocerle como Dios, Padre, Señor y Salvador.
Mefi-boset inclinándose,
dijo: --¿Quién es tu siervo, para que mires a un perro muerto como yo?--. Al
escucharlo, David recordó las palabras del profeta Natán: --Yo te tomé del
redil, de detrás de las ovejas, para que seas príncipe sobre mi pueblo, sobre
Israel--.
Cuando nos olvidamos de donde
Dios nos sacó, entonces nos olvidamos de hacer y dar misericordia. David no se
olvidaba que un día fue un don nadie que había nacido en una aldea sin
importancia, en el seno de una familia pobre, alguien a quien sus hermanos
despreciaban y ridiculizaban, sin posibilidad alguna de salir de un trabajo que
nadie más quería hacer.
--Señor Jehová, ¿Quién soy
yo, y qué es mi casa, para que tú me hayas traído hasta aquí? Y aún te ha
parecido poco esto, Señor Jehová, pues también has hablado de la casa de tu
siervo en lo por venir. ¿Es así como procede el hombre, Señor Jehová? ¿Es así
la ley humana? ¿Cuál es el parámetro que usa este mundo para medir los éxitos y
los fracasos? ¿Cuál la medida con que se valorizan o desvalorizan a las
personas? ¿Qué pautas usaron con vos para calificarte, o descalificarte? ¿En
qué se basaron o cuál es el modelo de perfección o la vara de lo aceptado y
estipulado para juzgar? ¿Quién idea, diseña y ejecuta estos valores poniéndose
a sí mismo como alguien capacitado para emitir juicio? ¿Quién conoció y recibió
la gracia de Dios para hacer misericordia de Dios?--.
¿Eres un perro muerto,
Mefi-boset? ¿Te consideras el cachorro postergado de la manada? Declara y
proclama a todo el mundo espiritual que Dios hará una obra escrita en tablas en
los cielos, que hará que corra el que leyere en ella.
Mefi-boset fue invitado a la
corte, y le fue señalado lugar en la mesa real en los días públicos, como
todavía es costumbre de los monarcas orientales. Las posesiones de la familia
de Saúl fueron devueltos a él para que pudiera vivir de acuerdo con su
categoría, y Siba fue nombrado mayordomo para manejar la propiedad.
Cada vez que los hijos del
rey David y sus cortesanos se sentaban a la mesa real, allí estaba Mefi-boset.
Su entrar no era el mismo que los demás. Su cojera de los dos pies lo hacía ver
diferente. ¿Acaso no eres tú, David, un siervo diferente?
¿No lo eres tú? ¿Qué busca
Dios? ¿Qué miras cuando observas a las personas?¡Cuán hermosos son sobre los
montes los pies del que trae alegres nuevas, del que anuncia la paz, del que
trae nuevas del bien, del que publica salvación!
Oigo los pasos del mensajero.
Son las pisadas del bien y de la misericordia de Dios que siguen a alguien. Son
los tuyos que corren por los montes, cruzan los ríos y atraviesan los collados.
Escucho tu pregón: --¡Tu padre te llama! Alguien pensó en ti, y te espera, y no
nos sentaremos en la mesa hasta que tú vengas. ¡No te tardes!--.
Doy por terminada mi carta. Y
me gozo satisfecho, por vos en mi corazón.
Hasta siempre.
[2] Efesios 1:14. 2 Corintios 1:22; 5:5.
[3] Isaías 43:18-21.
[4] Apocalipsis 6:9-11.
[6] Génesis 3:9.
[7] Lucas 15:11-32.
Expectativas
[8] Salmo 40:17.
[14] Lord Byron.
Conforme el corazón de
Dios
[16] 1 Samuel 13:14.
[17] Jeremías 17:9-10.
[18] Salmo 139:23-24.
[32] Mateo 12:33-37.
[33] D. L. Moody.
[34] Mateo 23:10
[35] 1 Corintios 11:1.
[36] Hechos de los apóstoles 13:22.
[37] Dinámica del Reino: Cualidades del liderazgo
espiritual (Rasgos del líder) “Un espíritu susceptible de ser instruido”, Jamie
Buckingham. Página 1413. Biblia Plenitud. Versión Reina Valera, 1960. Editorial
Caribe. 1994.
[38] Salmo 51:17.
Corazón de
hijo
Evangelio según Lucas. JESÚS: El hombre perfecto. A
los Griegos.
[39] 2 Samuel 7:8; 18.
[40] Mateo 21:28-30.
[41] Filipenses 2:2-8.
[43] Isaías 61:1-3.
[44] Salmo 3:3.
[47] 1Samuel16:11.
[48] 1 Samuel 17:15.
[49] 1 Samuel17:28
[50] Jeremías 20:7-9.
[51] Jeremías 15:19.
[52] Oseas 2:14; 13:5.
[53] Deuteronomio 8; Éxodo 3:17; Números 13:21-24,27.
[54] 1 Samuel 17:34-36.
[55] Juan 10:1-30.
[56] Salmo 23.
[57] Isaías 53:1-12.
[58] Daniel 6.
[60] Génesis 25:25.
[62] Salmo 23:5.
[63] 1Samuel 17:28
[64] Mateo 22:42.
[66] Josefo, el historiador del siglo I, escribió:
--[Samuel] tomó el aceite en presencia de David, y ungió a éste, y le susurró
al oído y le informó de que Dios lo escogió para que fuera rey de ellos; y lo
exhortó a ser justo […]--. Josefo, Antigüedades de los judíos 6.8.1 (61–65).
[68] San Juan 14:13-14; 15:16.
[69] Se cree que su altura fue de “seis codos y un
palmo”, es decir 3, 20 mm metros si consideramos al codo como 52, 5 cm.cm.
centímetros. Aunque poco usual, no es un fenómeno imposible, como lo confirma
el descubrimiento en Palestina de esqueletos humanos de estatura similar y del
mismo período aproximadamente.
[70] 1Samuel 17:16
[71] Ezequiel 22:30
[72] 1Pedro 2:19
[73] 1 Samuel 17:1-58.
[74] Salmo 23:6.
[75] 1Samuel 18:1-7.
[76] Habacuc 1:2-3; 13.
[77] Habacuc 2:1-4.
[78] Romanos 4:18.
Dios,
¡Enséñame a adorarte!
Evangelio según Juan. JESÚS: Dios. A todos los
que creen.
[79] Éxodo 2:22.
[80] Romanos 11:33
[81] Romanos 9:45.
[82] Mateo 11:29-30.
[83] Juan 1:1-4; Filipenses 2:5-11
[84] Mateo 2:11.
[85] Mateo 8:2; 9:18; 14:33; 15:25; 20:20.
[86] Mateo 28:9,17.
[88] Juan 4:20-24.
[89] Marcos 14:36; Romanos 8:15; Gálatas 4:6.
[90] Se atribuyen a David no menos de 73 salmos.
Otros autores que se nombran en los títulos son Asaf (el salmo 50, y desde el
73 al 83), los hijos de Coré (desde el 42 al49; 84 al 85; 87 al 88), Salomón
(el 72 y el 127), y Hemán (el 88), Etán (el 89), ambos ezraítas, y Moisés (el
90).
[91] Ángel González, El libro de los salmos,
Editorial Herder, Barcelona, 1966. Helmer Ringgren, La fe de los salmistas,
Editorial La Aurora, Buenos Aires, 1960.
[93] Isaías 1:18
[94] Salmo 2:9.
[95] Isaías 30:14.
[98] Hebreos 12:15.
[99] Marcos 4:36-41.
[100] 2 Corintios 4:7-9.
[101] Génesis 2:7.
[102] Isaías 29.16; Jeremías 18:1-6; 64:8; Romanos
9:20.
[104] Sanidad en las relaciones familiares. Elba
Somoza. Ediciones Certeza Argentina. Buenos Aires 2002.
[105]
http://mensajesdeexito.com/presencia/el-adn-espiritual-bernardo-stamateas/
[107] E. Kutsch,
Salbangals Rechtsaktim A.T. (ZAWZAW Zeitschriftfür die al ttestamentliche Wissenschaft
Beiheft 87), 1963; W. Brunotte, D. Müller, C. Brown, The New International
Dictionary of New Testamento Theology, 1975, página 119–124. A. Motyer, Pastor
de Christ Church, Westbourne, Dorset. Ex director Del Trinity College, Bristol,
Inglaterra.
[108] Éxodo 30:22ss.
[109] 2 Samuel 1:21; Isaías 21:5, probablemente
para consagrarlos para la “guerra santa”, véase Deuteronomio 23:9ss.
[110] Jueces 9:8; 2 Samuel 2:4; 1 Reyes 1:34.
[111] Éxodo 28:41.
[112] 1 Reyes 19:16.
[113] Éxodo 30:32–33.
[114] 2 Reyes 9:11–13.
[115] Éxodo 30:22–33.
[116] 1 Samuel 24:7.
[117] 1 Samuel 10:1.
[118] Salmos 23:5; 92:10.
[119] Salmos 105:15; Isaías 45:1.
[120] 1 Samuel 10:1, 9; 16:13; Isaías 61:1;
Zacarías 4:1–14.
[121] Hechos 10:38; 1 Juan 2:20, 27.
[122] Santiago 5:14.
[126] Éxodo 30:22-31.
[127] Joel 2:28
[128] Hechos de los apóstoles 2:1-13.
[129] Hechos de los apóstoles 2:16-21.
[130] Éxodo 19:6; Isaías 61:6; 1 Pedro 2:5,9;
Apocalipsis 1:6; 2:26; 3:21.5:10; 20:6.
[132] Juan 14:15-18.
[133] 1Corintios 3:16-17.
[134] Mateo 3:11; Marcos 1:4; Lucas 3:3; Hechos
13:24; 19:4.
[135] Mateo 3:10-12; Lucas 3:9, 16,17.
[136] Gálatas 5:22-23.
[137] Efesios 4:11-12.
[138] Juan 7:37-39.
[139] 2 Corintios 1:21-22.
[140] Efesios 1:13-14)
[141] Joel 3:10.
[142] 2 Corintios 12:8-10.
[143] Juan 1:16
[144] 1 Juan 2:20-27.
[146] Efesios 1:19, 20; Colosenses 2:12.
[147] Efesios 3:7; Colosenses 1:29; Gálatas 2:8.
[148] Efesios 4:16; Gálatas 3:5; 1 Corintios 12:6,
10, 11.
[149] Filipenses 3:21.
[150] Efesios 1:11.
[151] Efesios 3:20; Filipenses 2:13.
[152] 1 Tesalonicenses 2:13; Hebreos 4:12.
[153] Gálatas 5:6.
[154] Santiago 5:16.
[155] 1 Corintios 16:9.
[156] 2 Corintios 1:6.
[157] William Barclay: Profesor de Lenguas y
Literatura del Nuevo Testamento en la Universidad de Glasgow, Escocia, y
escribió numerosas obras, incluyendo la serie “El Nuevo Testamento comentado
por William Barclay”. G1753Energeia: EL DIVINO PODER EN ACCIÓN.
[158] Lucas 11:9-13.
[160] 1Samuel 23:14-25.
[161] 1Samuel 26:1.
[162] 2 Samuel 9:3.
[163] 2 Samuel 4:4.
[164] 2 Samuel 1:17-27.
[165] Proverbios 28:1; 10:24.
[166] 2 Samuel 9:5-6.
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