miércoles, 9 de agosto de 2017

LA VOZ DE LA GRACIA



La filosofía de este mundo nos enseña que es necesario querer algo para conseguirlo; dicen que si uno desea algo con mucha intensidad logrará alcanzarlo. Entonces  la gente corre desesperada tras sus anhelos. No podemos cuestionar duramente esto, porque en cierta manera tienen razón. Es necesario querer y buscar lo que se anhela.

Ahora, en relación a Dios, ¿Cuánto es lo que debemos querer y correr para conseguir?

Somos seres creativos y empujados por nuestro yo interior queremos  alcanzar con nuestro propio esfuerzo todas las cosas. Nuestro espíritu libertario nos lleva a creer que también lo de Dios conseguiremos de esta misma manera.

Podemos cometer dos errores: primero, creer que muchas de las cosas obtenidas la conseguimos mediante el Señor y, sin embargo, no lo hemos tenido en cuanta para nada. O lo segundo, conseguir mucho mediante Cristo y  gloriarnos como si fuera producto de nuestro propio esfuerzo.

Creo que es buen momento para reflexionar en la necesidad de volvernos hacia la Gracia. Entender lo que significa realmente que Dios nos haya dado su Misericordia. Atender atentamente a la voz de la Gracia.

Moisés escuchó la voz de la gracia desde una zarza (Éxodo 3 y 4) pero primero no respondió positivamente por causa de la CULPA Y LA VERGÜENZA. Por haber matado a un egipcio tuvo que huir de Egipto y vivir en tierra lejana. Allí lo alcanzó la voz de la misericordia de Dios y le mostró que no es de quien quiere ni de quien corre, sino que todo viene de Él que renueva cada mañana su fidelidad. Moisés supo escuchar y despertó a la Gracia.

En Jueces 16:25-28, clamó Sansón a Jehová, y dijo: Señor Jehová, acuérdate ahora de mí, y fortaléceme, te ruego, solamente esta vez, oh Dios, para que de una vez tome venganza de los filisteos por mis dos ojos. Respondió positivamente a la voz de la gracia aun cuando todas sus EXPECTATIVAS estaban destruidas. Dios le respondió y cumplió en su último acto las expectativas de Dios con su vida.

No corras tanto ni te esfuerces en demasía tratando de conseguir lo que Dios quiere darte. El bien y la misericordia te seguirán todos los días si permites que Cristo sea tu pastor.

Que ni la culpa ni la vergüenza cierren tus oídos espirituales para perder tus expectativas; oye la voz de la Gracia que te dice: No depende del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia. 

domingo, 6 de agosto de 2017

LA TIERRA DE LOS GIGANTES

 LA TIERRA DE LOS GIGANTES

VERSÍCULO CENTRAL: Números 13: 30-33

“La mente que piensa que no puede, nunca conquistará nada.”
“La mente que piensa como langosta nunca conquistará a los gigantes”
Es bueno que te preguntes  que clase de mentalidad y complejos tienes…
1º) ¿Me quejo a menudo?
2º) ¿Tengo problemas con muchas personas?
3º) ¿Veo las cosas grandes como difíciles de lograr?
Si contestaste a una de estas preguntas con un “Sí”, es que te sientes como una langosta, pequeña e incapaz de conquistar nada.

Características de las personas con mente de langostas

1º- Hablan mal y se quejan.
La queja es un lamento, demanda, reproche, desazón, disgusto, reclamo, y Dios saca su cobertura de la gente quejosa; por lo tanto, la queja siempre te aleja de Dios.

2- Tienen problemas con los demás y viven con peleas.
Todo problema no sanado se expresará en las personas que están más cerca. Cuando alguien te rechaza, no lo tomes como algo personal, es que fue rechazado y lastimado antes.

3- Perciben negativamente.
Frente a grandes desafíos ven todo negativo y se excusan diciendo: “No puedo”, “No seré líder porque es muy difícil”, “Me falta mucho.”
El conflicto de la mente de langosta es no llevarse bien consigo mismo y ese es el desafío: “llevarse bien con uno mismo durante las veinticuatro horas del día y conquistar todos los sueños.”
Josué y Caleb entraron a la tierra porque se llevaban bien consigo mismos, en cambio los diez contaminaron al pueblo porque sus conflictos los proyectaron afuera: mente de langosta.

Cinco principios para llevarse bien con uno mismo.
1º) Si no me lo dicen en la cara, no lo considero.

2º) Debo estar concentrado en las cosas importantes.
Las cosas importantes multiplican mi energía, las secundarias la roban.

3º) Tengo que estar abierto a lo sobrenatural.
Lo que lograste no es todo lo que lograrás.
A lo logrado debes sumar el milagro que está en camino.

4º) Algo desconocido saldrá a la luz.
Logro + Milagro Inesperado + Lo que no sé qué tengo [potencial] = Éxito.
El potencial es una fuerza no liberada, un poder no usado, una reserva oculta.

5º) Estando bien conmigo mismo hablaré lo correcto.
 “Mi vida es un desastre”; “Mi hijo es malo”. Cuidado, construimos por lo que declaramos. 
Josué y Caleb usaron tres palabras: “Subamos, tomemos, podremos” y, por lo declarado, entraron a la tierra.
Tu destino está marcado por tu hablar.
“Dime cómo hablas y te diré qué sucederá.”
” Los pensamientos determinan el hablar. Al recibir un mensaje piensa: ¿Es justo? ¿Es puro? ¿Es de buen nombre? ¿Me impulsará a alabar? Si la respuesta es negativa, deséchalo.

Hay dos tipos de personas: los de mente de langosta o los que están bien consigo mismo.
Si estás bien contigo mismo conquistaste un arma poderosa de guerra espiritual: La Paz.
Pablo dijo: “Vestíos con el calzado de la paz”
La paz es un calzado de guerra, nada te moverá de tu lugar, serás como un árbol con altura, ramas, que se llevará bien con los demás, tendrá un tronco (estima) fuerte y beberás del Señor.
Gran parte de tus problemas eres tú mismo.
Hay cosas grandes esperando, entrega lo que Dios te dio.
Reparte a siete o a ocho y cuando te falte, el pan vendrá a tu vida.
Bendice a los demás, ayúdalos a alcanzar sus sueños, háblales de Jesús y tendrás paz al cumplir el propósito de Dios.

David tuvo un hijo y le puso por nombre Paz, Salomón es paz.

Paz hizo una casa para Dios, porque sólo la persona con paz logra cosas grandes para Dios. 

martes, 22 de noviembre de 2016

ENTRE LA CRUZ Y EL ABISMO


Entre la Cruz y el abismo
Entretejiendo sueños;
Entre el poder y el silencio
Te espero.
Mirando lo incierto
Te veo;
Callando mí anhelo
 SueñoTu sueño.
En el sabor de lo eterno
Mis sinsabores  consuelo;
Entre Tú y yo juntamos

La tierra y el cielo.

martes, 10 de noviembre de 2015

SIENDO LIBRE DE TODOS, ME HE HECHO SIERVO DE TODOS

Por lo cual, siendo libre de todos, me he hecho siervo de todos.
 1 Corintios 9: 19


Este razonamiento del Apóstol Pablo tiene una lógica tan simple que espanta. Dice que para ser siervo de todos, tiene que ser libre de todos.

¿Qué quiere decir? Que si yo me hago siervo de una denominación, de una estructura, una religión o cúmulos de ideas que me quiten la libertad del Espíritu, jamás tendré libertad para ser siervo de cualquier otro hijo de Dios como es la voluntad del Padre.

Si me ato a cualquier estructura de pensamiento humano que no me permita obedecer libremente lo que Dios me pida por medio de su Espíritu, no podré ser, verdaderamente, siervo de Dios para con todas las personas.

Dios no hace acepción de personas. Los hombres, sí. Las estructuras religiosas hacen diferencias entre lo que piensan y lo que creen los demás en relación a lo propio. El juicio o prejuzgamiento de lo desaprobado por mi estructura no me permite la misericordia sobre el error ajeno. No se trata de la llamada tolerancia sin preservar la verdad de Dios, se trata de misericordia para servir a todos, dejando el juicio a Quien es el Juez de toda la tierra.

Cristo era libre para comer con comilones o pecadores, para relacionarse con prostitutas o publicanos; conversar con samaritanos o cualquiera sea su lugar de pertenencia. Era libre para poder morir y resucitar por todos. Por cuanto era libre, se hizo siervos de todos. Siervo de los leprosos, de los ricos, de los religiosos y de los traicioneros. No le importaba ni la condición física o espiritual de quien lo tocará. Su libertad era tan grande como su santidad.

Pienso. ¿Cuántas cadenas me atan de las cuales no soy consiente? ¿Cuántas estructuras mentales socavan mi fe para intentar que Dios no me use libremente?  ¿Cuántos de mis  prejuzgamientos hieren al Cuerpo de Cristo por creerme dueño y señor de la verdad? ¿Me hago llamar siervo de Dios y no soy libre para servir al otro?

Señor, hazme conocer cuánto privo a mis hermanos de ser libres por culpa de mi  apresamiento en mi amada estructura egocéntrica. Increíble, quienes tenían en su mano la libertad me hicieron esclavo de sus propios barrotes religiosos e intelectuales. ¿Y  yo? Teniendo en mis manos la Palabra que libera. Teniendo en mi corazón al Cristo que rompe las cadenas, ¿esclavizare a mis oyentes enseñándoles a obedecer a los hombres antes que a Dios? Líbrame Señor. Entrónate en mi corazón y dame tu mente.

Enséñanos a vivir libre de todos, para ser siervos de todos. Porque uno cree que se ha de comer de todo; otro, que es débil, come legumbres. El que come, no menosprecie al que no come; y el que no come, no juzgue al que come; porque Dios le ha recibido.
Uno hace diferencia entre día y día; otro juzga iguales todos los días. Cada uno esté plenamente convencido en su propia mente. El que hace caso del día, lo hace para el Señor; y el que no hace caso del día, para el Señor no lo hace. El que come, para el Señor come, y da gracias a Dios.
Porque ninguno de nosotros vive para sí, y ninguno muere para sí. Pues si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así, pues, sea que vivamos o que muramos, del Señor somos. [1]

La Verdad es una persona. El Camino es una persona. La Vida es una persona. Amemos la veracidad de Dios encarnada en esa persona; caminemos esa persona para llegar al Padre, y vivamos la vida de esa persona.

Jesús es esa persona y obedecerle nos hace libres de todos, y siervos de todos.




[1] Romanos 14: 2-8.

domingo, 3 de mayo de 2015

CINCO O SEIS GOLPES

cinco o seis golpes



Estaba Eliseo enfermo de la enfermedad de que murió. Y descendió a él Joás rey de Israel, y llorando delante de él, dijo: ¡Padre mío, padre mío, carro de Israel y su gente de a caballo! 
Y dijo Eliseo: Toma un arco y unas saetas. Tomó él entonces un arco y unas saetas. 
Y le dijo Eliseo al rey de Israel: Pon tu mano sobre el arco. Y puso él su mano sobre el arco. Entonces puso Eliseo sus manos sobre las manos del rey,  y dijo: Abre la ventana que da hacia el oriente. Y como él la abrió dijo Eliseo: Tira. Y tirando él, dijo Eliseo: Saeta de salvación de Jehová, saeta de salvación contra Siria; porque herirás a los sirios en Afec, hasta consumirlos. 
Y le volvió a decir: Toma las saetas. Y luego que el rey de Israel las hubo tomado, le dijo: Golpea la tierra. Y él la golpeó tres veces, y se detuvo. 
Entonces el varón de Dios, enojado contra él, le dijo: Al dar cinco o seis golpes, hubieras derrotado a Siria, hasta no quedar ninguno; pero ahora sólo tres veces derrotarás a Siria.
2 Reyes 13:14-19.

No tenemos una idea precisa de cuanto afectan nuestras decisiones, por más pequeña que parezcan, a nosotros mismo y a los demás. Pero lo más difícil es poder delinear esa línea espiritual que separa nuestro accionar propio con el propósito de Dios.

En esta historia bíblica el profeta Eliseo está a punto de morir y esto preocupa a un rey tan alejado de la voluntad de Dios como lo fue Joás. Siente el desamparo porque nunca aprendió a depender del Señor mediante una relación personal con él. Esta dependencia de otros para obtener la ayuda del Padre se refleja en toda esta historia.

Eliseo también percibe cuan frágil es la seguridad de su nación frente a sus enemigos. Entonces profetiza  la salvación que vendría de parte de Dios mediante el arco y las saetas. Esta profecía hablaba de una victoria total sobre Siria.

Hasta ese momento todo es perfecto, pero de pronto Dios necesita trazar esa línea invisible que puede separar o juntar nuestra voluntad con su propósito. Eliseo le pide que tome las saetas y golpeé la tierra. Y él la golpeó tres veces, y se detuvo. Entonces el varón de Dios, enojado contra él, le dijo: Al dar cinco o seis golpes, hubieras derrotado a Siria, hasta no quedar ninguno; pero ahora sólo tres veces derrotarás a Siria.

Podemos argumentar a favor del rey Joás que él no sabía cuantas veces golpear la tierra. También diremos que se le dijo golpea y él golpeó. Si supiéramos todo lo que Dios quiere con nosotros o lo que desea que hagamos, entonces no nos equivocaríamos jamás. Habló desde mi posición de nunca satisfecho y eterno buscador de su voluntad. Sin embargo, sabemos que su voluntad era una victoria total, y que la decisión de Joás priva del cumplimiento de esa profecía.

Meditemos en todo lo que el Señor nos prometió. Lo profético de su palabra se vuelca en todo nuestro ser desde el vientre de nuestra madre, desde que somos en este mundo mortal, sin embargo, en el pasado profético del Señor fuimos predestinado para que se cumpla en nosotros su diseño profético.

Para Dios todo lo que diseño para ti, ya es. Pero para que se materialice en nuestro presente mortal es necesario ese encuentro de tu voluntad con su propósito. Lo complicado es que no sabemos cuantas veces golpear la tierra. 

Tratando de aprender de los errores ajenos, diremos que Joás no tenía una relación personal con Dios. De seguro que si ahondamos en nuestra búsqueda de su persona nos adentraremos más en conocer su propósito y, por ende, juntaremos estos dos mundos de mi hacer y su hacer.

Joás era una persona que dependía mucho de los demás. Miremos como Eliseo pone sus manos sobre la del rey y la flecha sale recta a la victoria. Pero apenas el varón de Dios le suelta las manos ya no sabe cuanta veces golpear la tierra. Seguramente hubiera deseado que Eliseo también hubiera tomado su mano y lo hubiera guiado en los golpes. Con seguridad no se hubiera equivocado.

La dependencia exagerada de otros para buscar la voluntad de Dios puede no permitirnos ejercitarnos personalmente. La soledad es nuestra mayor aliada cuando nos impulsa a los brazos de su propósito. Si nos miman demasiado no dejándonos ser, o si nos acostumbramos a la mano de los experimentados sobre las nuestras, cuando nos toque golpear por nosotros mismo podemos detenernos antes de tiempo.

¿Qué llevó al rey a golpear tres veces y detenerse? Una respuesta puede ser su incredulidad. Dar el primer golpe y no ver resultado. Dar el segundo y no entender que gana con golpear la tierra. Golpear por tercera vez y no divisar a los sirios siendo derrotados en cada golpe puede impulsar al abandono.

Entonces, golpeemos sabiendo que nuestra perseverancia produce efectos. Golpeemos confiando en que no golpeamos al aire. Peguemos mirando con los ojos espirituales lo que no podemos ver con los ojos físicos. Miremos con visión profética. Con fe en Aquél que llama a las cosas que no son como si fueran. Como Abraham, viendo hijos en las arenas y en cada estrella del cielo.

También podemos creer que tanto estar sentado en el trono lo hizo perezoso al rey Joás. El ser negligente puede causar que me detenga antes de tiempo. Debo ejercitar mi espíritu para no ser ocioso, de esta manera no me detendré. Si no tengo ganas de leer su Palabra, entonces es cuando más debo leerla. Si no deseo orar debo esforzarme más allá de mis sentimientos. Solo este ejercicio espiritual me asegurará que no me pararé antes de lo que Dios desea.

El creer que ya sé lo suficiente o vivir de las glorias pasadas pueden provocar que me contente demasiado pronto, ignorando que Dios quiere mucho más conmigo. Pensar que tres golpes son suficientes logrará que nunca comprenda que con cinco o seis hubiera entrado en la buena, santa y perfecta voluntad de Dios.

Detenerme antes de lo que el Señor quiere puede causarme mucho dolor a mí y a otros.
Hazael, pues, rey de siria, afligió a Israel todo el tiempo de Joacaz.

Pararte cuando el Espíritu Santo avanza puede causarte aflicción, pero no solo a ti, también otros pueden sufrir. Joás se detuvo y todo Israel fue afligido. Son pequeñas decisiones que pueden afectar tu descendencia. Abre tus ojos y mira. Si no hubiera sido por la misericordia de Dios, di ahora, si no hubiera sido por la misericordia de Dios que nos miró a través de la sangre de Cristo y su pacto sempiterno, de seguro nos hubiera consumido el enemigo. Pero aquí estamos, tratando de eclipsar nuestros tiempos con los de Dios, y nuestra voluntad con la suya.

Y volvió Joás hijo de Joacaz y tomó de mano Ben-adad hijo de Hazael las ciudades que éste había tomado en guerra de mano de Joacaz su padre. Tres veces lo derrotó Joás, y restituyó las ciudades a  Israel.[1]

Vencer tres veces seguidas a los sirios y restituir las ciudades son una gran victoria. Pero nada ante lo que Dios quería hacer a favor de Israel. Eliseo profetizó una victoria total y no tres victorias pequeñas que a la postré terminen en cautiverio como sucedió con Samaria.

Entiende que cada vez que te detienes desperdicias grandes oportunidades para que el Nombre de Cristo se glorifique en ti. Nuestra diligencia y falta de celo tanto como nuestra incredulidad, niegan la gloria a Dios. El enemigo no duerme ni perecea. Entonces, no te detengas. Golpea y golpea, ¡hasta la victoria profética total!





[1] 2 Reyes 13:25.

sábado, 11 de abril de 2015

DIOS NO CAMBIA

En un mundo tan cambiante,
¡Que bueno es tener un DIOS INMUTABLE!

 "Porque yo Jehová no cambio; por esto, hijos de Jacob, no habéis sido consumidos." Malaquías 3:6



Saber que pueden cambiar los gobiernos y sus políticas. Pueden variar los estilos y las modas. Pueden mudar los ciclos de la naturaleza y sus consecuencias. Pueden cambiar mis amigos y conocidos en cuanto a mí. Puedo cambiar yo en mis principios y pensamientos. Pueden revolucionarse mis sentimientos y enloquecer mi razonamiento. Pero no cambiará el Dios al cual le rendí mi vida. No hay sombra de variación en el Cristo de mi redención, ni en la luz del Espíritu santo y su Palabra.

Todo cambia. Pero Él no cambia en Sus atributos. Dios es Dios desde y hasta la eternidad. Jesús es Santo desde siempre, y aunque se hizo carne, esto no nubló su deidad ni su humanidad. En carne fue totalmente hombre y, en cuanto a su divinidad, siempre fue y será totalmente Dios.

Aunque en la cruz se hizo pecado por nosotros pecadores, sin embargo en Él nunca hubo pecado porque su santidad es inmutable. Su justicia es eterna. Es mi Dios que no cambia ni ante el orgulloso pecado de los que le rechazan, porque su amor es por siempre. Y ante el hombre reo de muerte proveyó el Cordero de la expiación, para demostrar que aun ante el amor su Justicia es inquebrantable.

Es mi Dios inmutable en Sus promesas. Es Quién habló y no se volverá atrás. Es Aquél que te prometió y nada lo hará arrepentirse, porque aun en nuestra infidelidad permanece fiel; Él no puede negarse a si mismo. ¿Qué esperas de Dios? ¿Cuál es la promesa que te sostiene? ¿Qué palabra te anima a despertar y enfrentar la vida, con la frente en alto, cada día? ¿Crees en el Dios Eterno y su palabra que es para siempre? Entonces crees en mi Dios que no cambia.

Es Aquél todopoderoso, omnisciente y omnipresente Dios. Aquél que logra combinar el Amor eterno con la Justicia eterna. Inmutable en Sus juicios, porque tanto sus promesas como advertencias se cumplirán. Dará Vida Eterna al que crea en Jesús, y condenación al que desprecie su gracia redentora en la sangre de su Hijo. Dará todos los beneficios de su Palabra, pero también ejecutará todo los juicios de su justicia. Habla y los Ángeles ejecutan. Dice y cumple conforme su santidad y justicia. Si tienes dudas, mira la Cruz y, dime: ¿Puedes ver el amor, la ira y la justicia del gran Yo Soy?

Bendito sea mi Dios que no cambia en los objetos de su amor. Sigue amando a esta humanidad pecadora como en la predestinación antes de los tiempos. Te sigue amando y te da el beneficio inmutable de los hijos de Jacob. Estos son los hijos de la elección. Elegidos desde el vientre de nuestra madre. A Jacob amé, dice la palabra, a Jacob y sus hijos de la elección.

Tú eres un elegido para ser adoptado en Cristo mediante derechos y títulos eternos: hijo por razón del beneficio de los que aceptan a Jesús como Salvador y Señor de sus vidas. El derecho de ser llamados Hijos de Dios, no nacido de sangre, ni de voluntad de carne, sino de Dios.

Hijos con revelaciones especiales como Jacob. Que sueñan sueños y ven visiones. Que luchan y vencen transformando y renovando sus vidas a la Imagen de su Dios. Hijos e hijas que pasan por multitudes de pruebas, pero vencen. Porque su carácter es diferente. Son hombres y mujeres de fe que ven mas allá de lo que puede ver un hombre natural.

Hijos que reciben un beneficio inmutable de un Dios que es Padre y Señor y, aun así, no cambia. Por eso no hemos sido consumidos.
Solo por este motivo no nos consumió el hombre y su maldad. Solo porque Él no cambia no nos consumieron los problemas. Solo por Cristo no me consumí a mi mismo.

¿Piensas que la situación actual te consumirá? Los tiempos mortales desgastan tu cuerpo externo, pero el interno se renueva cada día en el Espíritu Eterno. No se consumirá tu esperanza ni tus sueños. No podrá el enemigo consumir tu fe con sus artimañas. No serás consumido en el horno de fuego ardiente aunque lo caliente siete veces más de lo acostumbrado. Aunque consuma a otros, contigo no podrá.


Entiende, solo por eso aun estas de pie, porque tu Dios no cambia.

sábado, 28 de marzo de 2015

CONCIENCIA

CONCIENCIA

Bendeciré a Jehová que me aconseja; aun en las noches me enseña mi conciencia.
Salmos 16:7

La conciencia es a mi vida espiritual lo que mis nervios a mi cuerpo físico. Los nervios me producen dolor de manera que yo entienda que algo no está bien. Si toco algo caliente, mis nervios envían una señal a mi cerebro que me enseña que eso me hace mal. Sin los nervios me comería mi lengua sin discernir entre mi cuerpo y mi alimento. El dolor es su enseñanza.

La conciencia es mi capacidad para darme cuenta que he pecado. Ella me hace sentir mal cuando ofendo tu santidad. Es el pesar por mi equívoco. No me gusta el dolor, pero es lo que Tú has puesto en mí para que pueda examinarme, y corregir mis errores. De otra manera lo ignoraría y jamás solucionaría mis pecados. Sin la conciencia nos comeríamos unos a otros, consumiéndonos y siendo consumidos por nosotros mismos. Sin el más mínimo dolor.

Ofendo y me siento mal. Me equivoco en mis decisiones y sufro. Peco y me acongoja tu amor. ¡Aun en el dolor mereces mi adoración! De otra manera me perdería como aquél que nunca vio a Dios. Pero yo gusté tu amor y perdón, y el dolor producido por mi conciencia es mi aliado y restaurador, porque aun cuando duermo me enseñas de ella.

Sin embargo, Dios, no deseas que mi vida sea dirigida por mi conciencia. Ella puede cauterizarse y corromperse[1]. Puede, como Saulo, equivocarse y aprobar lo que es malo creyendo servirte. Puedo hacer mucho daño a mis hermanos débiles en sus conciencias con mi propia fortaleza en lo que apruebo como acertado[2].

Mi ser dirijo a ti, y te pido: Aun en las noches, enséñame mi conciencia. Aconséjame. 
El conocimiento de tu Palabra equilibra mi conciencia con tu verdad. Tu Palabra es verdad[3]. Me vacío de mis argumentos y convicciones propias. Dejo de lado mis prejuicios y preconceptos religiosos, y doy lugar en mí para tu santo consejo.

No podrán hoy los rituales religiosos tanto como no pudieron en el pasado. Porque no pueden hacerme perfecto, en cuanto a mi conciencia, aunque practique cultos vacíos de tu presencia, ya que consisten sólo de cosas exteriores, de diversas abluciones, y ordenanzas acerca de la carne, impuestas hasta el tiempo de reformar las cosas.
Pero estando ya presente Cristo, sumo sacerdote de los bienes venideros, por el más amplio y más perfecto tabernáculo, no hecho de manos, es decir, no de esta creación, y no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia sangre, entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiéndome obtenido eterna redención.
Porque si la sangre de los toros y de los machos cabríos, y las cenizas de la becerra rociadas a los inmundos, santifican para la purificación de la carne, ¿Cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará mi conciencia de obras muertas para que sirva al Dios vivo?[4]

Enséñame mi conciencia. Aconséjame. Límpiala con tu sangre preciosa de toda obra muerta. Amonéstame con tu Palabra. Que ella me de testimonio en el Espíritu Santo[5] de lo que pienso y lo que apruebo como hijo tuyo. Y, te prometo, aun en el dolor te adorare.





[1] 1 Timoteo 4:2; Tito 1:15.
[2] Romanos 14:10-23. 1 Corintios 8:1-8; 10:23-33.
[3] Juan 17:17.
[4] Hebreos 9:9-14.
[5] Romanos 9:1.

domingo, 1 de marzo de 2015

LEER LOS TIEMPOS

LEER LOS TIEMPOS


Leer los tiempos de Dios es detenerme. Observar. Tomar decisiones. Es preguntarme: ¿Cuál es mi relación con Dios? ¿Cuál el rumbo de mi familia? ¿Cuáles los fundamentos de mis sueños y proyectos?
Leer los tiempos es hundirme en la presencia de Dios y buscar sus caminos. Ver que está haciendo en estos tiempos, conociendo sus anhelos. Tratar de juntar los cielos con la tierra para que mis caminos no estén tan distantes de los suyos. Ni mis pensamientos en otro tiempo profético al de Cristo.
Es poder cumplir mi llamado. Acunar mi propósito, o mejor dicho, el propósito de Dios conmigo. Es movilizarme o detenerme a la luz de tu fuego y a la sombra de tu nube. Es ser declarado hijo con poder al ser guiado por el Espíritu Santo de Dios.
Leer los tiempos de Dios es ver lo que el hombre natural no puede ver. Más allá de lo físico y externo.

Todos los seres humanos, cristianos o no, podemos leer los tiempos. Seguramente con diferentes fines y distintas visiones, pero todos pueden hacerlo.
Jesús se indignó con los fariseos y los saduceos que para tentarle, le pidieron que les mostrase señal del cielo. Mas él respondiendo, les dijo: Cuando anochece, decís: Buen tiempo; porque el cielo tiene arreboles. Y por la mañana: Hoy habrá tempestad; porque tiene arreboles el cielo nublado. ¡Hipócritas! que sabéis distinguir el aspecto del cielo, ¡mas las señales de los tiempos no podéis! La generación mala y adúltera demanda señal; pero señal no le será dada, sino la señal del profeta Jonás. Y dejándolos, se fue.[1]
Su indignación se debía a que Cristo esperaba más de aquellos que dicen buscarle. Más, de los que escudriñan su palabra. La mujer de Lot fue advertida de los tiempos que vivía, sin embargo, no supo leerlos condicionada por su amor a lo material. Fue convertida en monumento de lo que no se debe hacer. Su mirada hacía lo que quedaba atrás mostraba que no supo leer los tiempos, muy a pesar de la advertencia de los ángeles.
Uno de los mayores obstáculos para leer los tiempos de Dios es nuestra mirada centrada en lo terrenal. Es el manejo de nuestra alma, mediante tumulto de sentimientos, un condicionante para sintonizar su mover. Necesito detenerme, observar y tomar decisiones.

Leer los tiempos es parar el tráfico en mi mente y reconocer las señales. Es tomar decisiones en medio de las encrucijadas temporales. Puedo quedarme en el tiempo cuidando lo que tengo. Puedo avanzar con el tiempo transformando y transformándome a los nuevos designios y paradigmas culturales, sociales y espirituales. O puedo tomar distancia del tiempo. Sea como sea, por acción o inacción, ya he tomado partida en base a decisiones personales.

¿Cuáles son las señales del Espíritu Santo en estos tiempos para mi vida? ¿Qué quiere Dios con mi generación? Es más, ¿Qué está haciendo el Señor con esta generación? ¿Dónde se eclipsan mis sueños con los suyos? ¿Cuál es el punto de encuentro entre mi tiempo y su accionar profético al llamarme? ¿Y mi descendencia?

Me pregunto si aquellos religiosos interpretaron alguna vez la señal del profeta Jonás. Tenían sabiduría para interpretar muchas cosas, pero las cosas del Espíritu solo a través del Espíritu, acomodando lo espiritual con lo espiritual.

Tú puedes hacerlo. Porque Dios te capacita para leer los tiempos con sabiduría de Dios en misterio, la sabiduría oculta, la cual Dios predestinó antes de los siglos para nuestra gloria, la que ninguno de los príncipes de este siglo conoció; porque si la hubieran conocido, nunca habrían crucificado al Señor de gloria. 
Antes bien, como está escrito: Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, Ni han subido en corazón de hombre, Son las que Dios ha preparado para los que le aman. Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios.
Porque ¿quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Así tampoco nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios. Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha concedido, lo cual también hablamos, no con palabras enseñadas por sabiduría humana, sino con las que enseña el Espíritu, acomodando lo espiritual a lo espiritual. 
Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente. En cambio el espiritual juzga todas las cosas; pero él no es juzgado de nadie. Porque ¿quién conoció la mente del Señor? ¿Quién le instruirá? Mas nosotros tenemos la mente de Cristo.[2] 

Tengo esperanza de que algunos de aquellos sabios hayan alcanzado a leer los tiempos de profecías cumplidas que vivían. Nosotros confiamos en poder leer nuestros tiempos proféticos. Solo cuidemos de que no pase por nuestro lado el tiempo de profecías cumplidas sin llegar a interpretarlas. Cuidemos de leer los tiempos de oraciones respondidas y de la visitación de Dios, no nos distraigamos con la rapidez e inmediatez de la vida contemporánea sin detenernos, observar y tomar decisiones.

Cuando Jesús llegó cerca de Jerusalén, al verla, lloró sobre ella, diciendo: ¡Oh, si también tú conocieses, a lo menos en este tu día, lo que es para tu paz! Mas ahora está encubierto de tus ojos. Porque vendrán días sobre ti, cuando tus enemigos te rodearán con vallado, y te sitiarán, y por todas partes te estrecharán, y te derribarán a tierra, y a tus hijos dentro de ti, y no dejarán en ti piedra sobre piedra, por cuanto no conociste el tiempo de tu visitación.[3]

-Señor, Abre mi ojos para ver. Dame una brújula espiritual, el Gps de los cielos que me indiquen tus designios en mis tiempos. Enséñame a conocer el día  de tu visitación para conmigo, a reconocer y valorar lo que es para mi paz-.

Aquellos que leen los tiempos sin Dios lo hacen desde una sabiduría enloquecida, porque ¿Dónde está el sabio? ¿Dónde está el escriba? ¿Dónde está el disputador de este siglo? ¿No ha enloquecido Dios la sabiduría del mundo? Pues ya que en la sabiduría de Dios, el mundo no conoció a Dios mediante la sabiduría, agradó a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación. Porque los judíos piden señales, y los griegos buscan sabiduría; pero nosotros predicamos a Cristo crucificado, para los judíos ciertamente tropezadero, y para los gentiles locura; mas para los llamados, así judíos como griegos, Cristo poder de Dios, y sabiduría de Dios.[4]

Entonces, nuestra sabiduría no son conceptos volcados por hombres mediante siglos de estudios. Nuestra sabiduría no son resultados de pruebas científicas ni filosóficas o ideológicas. La sabiduría con la cual leemos los tiempos es una persona en nosotros. Mi sabiduría en Dios es una persona y no un cúmulo de verdades humanísticas o religiosas. Una persona es relacional. Mira; escucha; habla; siente; sufre; llora; ríe. Cristo en mi es Poder y Sabiduría de Dios. Leer los tiempos con sabiduría de Dios es leer en Cristo, con su mente, su manera de ver a Dios y a los demás; es Cristo viviendo su vida en mí. Y yo, muerto a mi yo, rindo mi voluntad para que la persona de Jesús sea en mi persona.

-¡Lléname de ti, Señor! Vive tu persona en mi ser. Eres mi esperanza de Gloria. Comenzaste tu  ministerio anunciando el cumplimiento de los tiempos y el reino de Dios que se había acercado. Anunciabas la necesidad de arrepentirse y creer en el evangelio[5].  Nunca permitiste que el manejo de los demás, en cuanto a sus lecturas de los tiempos, te afectara en tu toma de decisiones. Porque tú tenías plenas claridad de los tiempos de Dios, porque sabías de donde venías y cual tu misión  profética en medio de la eternidad.[6]-

Mis tiempos son los postreros. Son aquellos de la nueva y falsa tolerancia. De las alianzas estratégicas entre creencias y poder humano, sin importar que se cree. Donde en el Nombre de Dios el fin parece justificar los medios.
Mis tiempos es el de una Iglesia poderosa ante su gran cosecha, pero,  también, la antesala de la apostasía. Porque en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios, que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella; a éstos debo evitar.[7] 
Me detengo y leo lo que el Espíritu dice claramente que en los últimos tiempos algunos apostatarán de la fe, prestando atención a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios[8]. Porque vendrá tiempo cuando no soportarán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oídos, acumularán para sí maestros conforme a sus propios deseos.[9] En los últimos tiempos habrá burladores que irán tras sus propias pasiones impías.[10]

Pero, también sé que en mis tiempos derramarás de tu Espíritu como nunca antes, y nuestros hijos y nuestras hijas profetizarán; y nuestros jóvenes verán visiones, y nuestros ancianos soñaran sueños. Y sobre tus siervos y siervas derramarás de tu Espíritu, y profetizarán.
Mis tiempos son aquellos donde la novia se prepara para las bodas del Cordero. Vestida de lino fino, limpio y resplandeciente que son las obras justas de los santos. Mi tiempo es tiempo de santidad, de búsqueda personal.

Enséñame a leer mis tiempos. A andar con diligencia, no como necio sino como sabio, aprovechándolo bien, porque los días son malos. Entendido de cuál sea tu voluntad.[11]

Señor Jesús, yo en ti confío, oh Señor; digo: Tú eres mi Dios. En tu mano están mis tiempos; líbrame de mis enemigos y de mis perseguidores.[12]


Inspirado en la predicación “Leyendo los tiempos” de Daniel Dardano
http://www.generacionenconquista.org/espanol/leyendo_los_tiempos.html








[1] Mateo 16:1-5.
[2] 1 Corintios 2:7-16.
[3] Lucas 19:41-44
[4] 1Corintios 1:20-24.
[5] Marcos 1:14-15
[6] Juan 7:6-8; 26:18-19; Lucas 9:51
[7] 2Timoteo 3: 1-5 
[11] Efesios 5:15-19.
[12] Salmo 31:14-15.

domingo, 22 de febrero de 2015

OJOS DE PALOMA

OJOS DE PALOMA
Evangelio según Juan Capítulo 9

No pregunten a mi madre, no lo hagan a mi padre. Porque aunque ellos me negaren o dejaren, con todo el que me dio luz me recogerá. Miren. Vean con sus ojos. La verdad es tan sencilla que hasta al simple lo hace sabio. ¡Qué misterio! El humilde humilla a los príncipes y el vil a los fuertes.
No busquen conocidos porque amigos no quedan ya. No hay testimonio ni testigo mayor que mi dolor pasado.
Digo yo: -Ciego era, y ahora veo la luz-.
No fueron mis padres, ni fui yo. No es el pecado de mis antepasados, sino la manifestación predestinada de su obra.
-¡Cuán grande son, oh Dios, tus pensamientos!-
-¡Cuán grande es la suma de ellos! Estoy maravillado-. Maravíllense conmigo el que crea.
No busquen misterio en un poco de lodo, ni milagros en el Estanque de Siloé. Busquen respuesta en la evidencia de mi vida:
-Si es pecador, no lo sé; una cosa sé, que habiendo yo sido ciego, ahora veo-.
Busquen confirmación en el que fui, y en quien ahora soy. Mírenme. Soy la labor de Dios manifestada. Soy un milagro que les habla.
Traten de comprenderme. Si pusiera en balanza la religiosidad de vuestras sinagogas, faltas serían halladas ante la majestad de la verdad de mis palabras. Tengo en poco toda su liturgia solemne, aunque sin ánimo de ofenderles. Pero mientras ustedes alaban el discurso y las tradiciones, la fe de nuestros padres se hizo hombre, y me tocó.
Cállense las palabras intelectuales y de sabiduría sin revelación santa. Enmudezca el enloquecido discurso religioso. ¿Cómo piensan convencerme?  Él se hizo carne y con una pregunta cambió mi corazón para siempre:
-¿Crees tú en el Hijo de Dios?-.
-¿Quién es, Señor, para que crea en él?-.
-Pues le has visto, y el que habla contigo, él es-.
Y digo: -Creo, Señor, y le adoro-.
Desde ese momento y para siempre mis ojos se hicieron como de palomas, no los puedo apartar de tu gloria. Miran fijamente a ti como única meta de mi existencia ¡Si habiendo yo sido ciego, ahora te veo! 
El Amado que desearon ver y oír los profetas. Aquel al cual saludaron de lejos los padres de la fe. Al glorioso Señor de los cielos y la tierra.
Jesús, dejo atrás lo que pasó y lo tengo por basura. Porque si vivo mirando de frente al sol, las sombras siempre estarán a mis espaldas. Te miro y cae detrás de mí todos mis problemas. Iluminado por la faz de tu rostro viviré y mi retaguardia será tu gloria.

Mis ojos están pegados a ti. Esa es la mejor adoración que puedo darte